Capítulo cuatro
Al día siguiente les pusieron muchísimos deberes todos los profesores menos, para sorpresa de los Gryffindor, Snape. Todos se preguntaban por qué, pero Harry tenía una ligera sospecha que le hizo sonrojar. En realidad no se consideraba tan desagradable como para que el profesor hiciera lo que fuese, aunque estuviera en contra de sus principios, para librase de él cuanto antes.
Pasaron el día apaciblemente hasta que se despidió de sus amigos.
-Harry¿va todo bien?- le preguntó Hermione-. Ayer también te tuviste que ir.
-No os preocupéis. Es una larga historia. Os la contaré esta noche si no estáis muy cansados.
-Está bien, Harry.
Sus amigos le dejaron ir con cierta reticencia.
Harry llevaba en su mochila gran cantidad de libros, así como su varita, tintero, pluma y pergaminos. Hoy tendría que trabajar mucho. Llamó a la puerta del despacho.
-Adelante.
Harry entró. Hoy por lo menos había llegado a tiempo.
-Bien, empecemos. ¿Qué es lo que tiene que hacer?
-Tengo que practicar transformaciones, encantamientos, buscar en el mapa estelar las conjunciones de los planetas, redactar un ensayo sobre la revuelta de los duendes y otro sobre las características de los Lethifods.-Recitó Harry con voz monótona.
-¡Y tiene que hacer todo eso hoy!- Snape se había quedado asombrado...
-Sí, señor.
-Bien... bien. Siéntese. Estrictamente hablando no tengo que hacerle los deberes, así que comience por lo que prefiera.- Snape estaba resignado.
Harry decidió empezar por las redacciones, lo más aburrido de todo. Primero hizo la de cuidado de criaturas mágicas. A Harry los Lethifods le parecían criaturas horribles, pero seguro que a Hagrid le entusiasmaban. El semigigante también les ordenó que hicieran un dibujo detallado del mismo, y Harry se dispuso a hacerlo.
-¿Qué se supone que está haciendo?- Snape sobresaltó a Harry, quien estaba muy concentrado. ¿Es que ese hombre no podía ser feliz sin asustar a la gente?
-Hago un dibujo explicatorio.
-¿Y qué se supone que es¿Una especie de gato? Si lo es, dibuja usted realmente mal.
Harry se sonrojó ligeramente.
-Es un Lethifod, señor. A lo mejor usted puede superarlo-. Le contestó un poco picado. A ver si le dejaba en paz de una maldita vez.
-Continúe, Potter.
Mientras Harry seguía en otro pergamino con la revuelta de los duendes, pues de repente se había hartado de los lethifods, Snape había cogido un cuaderno al estilo muggle y se concentraba en él mientras parecía escribir algo con un grafito. A Harry le desconcentraba el rasgueo veloz de Snape sobre el papel y de vez en cuando estiraba el cuello para ver lo que hacía el profesor, pero nunca lo conseguía.
Terminó con el ensayo de Historia y empezó con el de adivinación. Lo que menos le gustaba después de pociones. Harry resoplaba cada dos por tres. Se aburría muchísimo y le daba la impresión de estar perdiendo el tiempo. Al final Snape se hartó de oírle, dejó el cuaderno y se acercó a él.
-Parece usted la locomotora que les trae al colegio. ¿Cual es el problema?
Harry le miró sorprendido. No acertó a responder, así que Snape fijó su vista en el trabajo y dijo:
-Siempre he odiado esa asignatura. Adivinación, vaya una basura.- Snape estaba siendo expansivo. No sólo le había dado su opinión francamente, sino que se estaba poniendo en lugar de Harry. A este se le cayó la mandíbula de la impresión.
-Eh... ¿Podría ayudarme?
Snape le miró. Harry se arrepintió de lo que había dicho. Había sido un estúpido olvidando de repente con quién estaba hablando. Bajó la mirada a su mapa avergonzado. Al cabo de un rato, Snape cogió el trabajo.
-Déjeme ver...
Mientras lo leía iba señalando fallos y errores como: "Tiene usted una letra horrible, por eso dibuja tan mal" o "absorber se escribe las dos con B como en sorBete" lo juro, no me lo estoy inventando o "Su sutileza es mínima, por eso confunde los signos y en pociones es un desastre"... y así todo. Sin embargo, Harry notó que lo hacía con ánimo constructivo, no para ofenderle (o no sólo para ofenderle).
Al final Snape le dijo cosas que podía cambiar para mejorar y Harry terminó haciendo un ensayo de adivinación aceptable.
-Y ahora debería empezar con las prácticas. ¿Qué tiene que hacer exactamente?
-Para transformaciones continuar con la transformación de animales en lámparas y en encantamientos practicar el hechizo desilusionador... eh... con un compañero.
Snape suspiró.
-Entonces, vamos allá. ¿Tiene sapo?
-Er... no. Se me olvidó.
Snape puso los ojos en blanco.
-Espere aquí- y salió del despacho, pero volvió para asomar la cabeza -- . Y no toque nada -. Se fue definitivamente.
Harry empezó a pasear la vista por el despacho pensando que después de todo, no le estaba yendo tan mal. Snape estaba desconocido para él... ¿Por qué sería? Se fue fijando en los tarros repugnantes de la estantería con sus correspondientes etiquetas mientras paseaba por la habitación para estirar las piernas. Llevaba mucho tiempo sentado. Luego echó un vistazo a algunos títulos de la biblioteca privada de Snape. Se sorprendió al ver que no sólo había libros de pociones y de DCAO, si no novelas, revistas... Sus ojos fueron atraídos por un grueso volumen de tapas de cuero negro atado con un cordel fino de color verde. Lo cogió y se sorprendió al abrirlo: era un álbum de fotos.
Como siempre, a Harry le pudo más la curiosidad que el sentido común y empezó a hojearlo.
Vio imágenes en movimiento de un Snape bebé con los que indudablemente eran sus padres, un Snape niño y un Snape adolescente. Estas últimas le interesaban más. Había fotos hechas en Hogwarts, incluso en alguna le pareció ver por detrás de la figura de Snape a alguna cara conocida. Por fin descubrió en una a su padre, quien miraba con cara de pocos amigos cómo Snape abrazaba a una chica muy guapa mientras ésta le daba un beso en la mejilla. James parecía de verdad molesto, hasta desapareció de la foto por un extremo. Cuando esto ocurrió, Harry se fijó en Snape. Era mucho más atractivo que ahora... Tal vez fuera porque no paraba de sonreír y se movía con gracia y sin afectación. En general todas las fotos mostraban a un Snape feliz y Harry no acertaba a comprender cómo su profesor había cambiado tanto. Miraba a la chica con embeleso y ella le devolvía la terna mirada... con unos ojos idénticos a los de Harry.
Harry cerró el álbum de golpe y lo colocó en el estante rápidamente.
Volvió a su asiento en la mesa alejada del escritorio. Estaba pálido. No comprendía cómo era posible, pero las fotos no debían estar trucadas... lo que había visto, había sucedido en el pasado.
-Creo que esto valdrá.
Harry se dio la vuelta y encontró al Snape actual, envejecido antes de tiempo, desaseado, cruel y cerrado en sí mismo. Harry no sentía odio por él, no en ese momento, sino lástima.
-Gracias, profesor.
Snape le dio el sapo. ¿Qué le pasaba al chico? De repente tenía una mirada triste y melancólica... Bah, adolescentes.
Harry intentó transformar el sapo en lámpara, como McGonagall les había dicho, pero le era imposible concentrarse por mucho que lo intentara.
No paraba de darle vueltas al asunto. Snape y su madre... ahora entendía por qué Snape le miraba así siempre: era idéntico a su padre, pero con los ojos de su madre... o sea, que veía el triunfo de James sobre él y encima los ojos de ella estaban siempre presentes en una cara idéntica a la de su enemigo... Debía despertar recuerdos muy dolorosos al profesor.
-Eso no está bien, Potter- Harry pegó un brinco al descubrir que Snape estaba mirando por encima del hombro lo que hacía.
-Lo estoy intentando.
-Es usted un vago redomado. Tiene que concentrarse más. Observe.
Ante los ojos de Harry, el sapo se convirtió en una lámpara de pie gótica labrada en ónice con la pantalla de color verde y luego volvió a su forma original.
-Ahora es su turno.
Harry lo intentó. No le salió y Snape le obligó a practicar hasta que por fin lo logró tres veces seguidas. A Harry le extraño que el profesor pusiera tanto empeño en que aprendiera.
"Supongo que se toma su trabajo muy en serio"- pensó.
-Cuando regrese a su torre, devuélvaselo a Longbottom.
Harry miró al sapo.
-¿Es Trevor?
Snape le miró con malicia. Era Trevor. Lo que Harry no podía imaginar era cómo había caído en manos del profesor. Seguro que se le había escapado a Neville, como siempre, y Snape lo había guardado hasta entonces con la esperanza de usarlo para algo.
-Y ahora... encantamientos.
Harry asintió. Se le hizo un nudo en el estómago, iba a tener que practicar un hechizo que no dominaba del todo con el profesor y no sabía qué pasaría si le salía mal... Hoy por lo menos no le había amenazado de muerte, y dudaba que intentar algo como desilusionarle fuera a ser algo provechoso.
Viendo la indecisión de Harry, Snape cogió a Trevor otra vez y le dijo:
-Practique primero con él.
Harry lo hizo tres veces seguidas bien (el hechizo y el contrahechizo), así que a Snape no le quedó más remedio que ser desilusionado.
Estaba en posición frente a Harry cuando éste estornudó. Snape le miró con desagrado.
-Lo siento. Ayer me resfrié con la lluvia.
-Espero que no le pase mientras intenta camuflarme... o lo lamentará.
Harry se sintió ofendido y le lanzó el hechizo sin avisar. Lo había hecho a la perfección. Snape sintió como si algo helado bajase por su cuerpo y al instante vio como su apariencia se asemejaba a la de la pared del fondo. Harry no pudo evitar sonreír. Se imaginó a Snape convertido en camaleón, reptando por las paredes y sacando la lengua...
-Bien, estoy esperando-. La fría voz del profesor le sacó de sus pensamientos. Parecía un poco molesto.
-Eh, sí.
Harry tocó con su varita a Snape y el encantamiento se rompió.
-No está mal del todo, Potter.
A Snape le había impresionado de verdad que Harry lo hubiera hecho a la primera, aunque no lo hubiera reconocido ni siquiera bajo tortura. Harry aceptó el comentario orgulloso. Viniendo de Snape, eso era casi un elogio.
Como ya había terminado, se agachó para meter sus libros en la mochila. Tosió.
"Maldito resfriado"
Snape estaba sentado tras su escritorio de nuevo. Observaba cómo el chico recogía sus cosas. Se parecía mucho a su padre... y a su madre. Lily... No quería olvidarla por nada del mundo, aunque no le hacía ningún bien recordarla. Desgraciadamente, Harry le recordaba mucho a ella.
Cogió un trozo de pergamino y garabateó: "Harry Potter ha estado bajo castigo en mi despacho hasta las 23.30. Severus Snape."
-Potter, tome. Si alguien le para por el camino para pedirle explicaciones por rondar fuera de hora por el castillo, enseñe esto.
Harry lo cogió y se dirigió a la puerta. Estaba cansado. Se despidió sin ser respondido pensando en lo que había visto en la foto... no le molestaba, pero le intrigaba. ¿Qué había pasado realmente entre sus padres y Snape? Tal vez nunca lo sabría.
-¿Pero entonces, te pegó?- Hermione estaba histérica.-Es un puerco sin escrúpulos.
Ron la miró sorprendido. Hermione nunca hablaba mal de ningún profesor, ni siquiera de Snape.
-Sí, Hermione. Por eso tenía esas marcas. Ya casi no se ven.
-Y yo que pensaba que te habías chocado contra una estatua- dijo Ron.
-El único capaz de eso aquí- dijo Harry riendo- eres tú.
Los tres estaban reunidos en la sala común. Era ya muy tarde, pero Ron y Hermione le habían estado esperando para que les contase lo que les había ocultado después de su castigo con Snape.
-Y lo peor de todo no es que me pegara, sino que ahora tenemos que pasar nuestro tiempo libre juntos.
-¡QUÉ!- Gritaron sus dos amigos a la vez.
Harry tomó aire. Iba a ser una larga noche de explicaciones.
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Pues aquí tenéis. Espero que os haya gustado.
Espero ansiosa vuestros comentarios.
Snape White
