Capítulo 8
Afortunadamente la enfermedad de Harry pasó bastante rápido y gracias a los cuidados de la señora Pomfrey, pudo salir a los pocos días de allí. Además Harry tenía un nuevo aliciente para recuperarse: Severus Snape.
¿Qué era lo que le pasaba con ese hombre? Antes, estar con él era una tortura, un martirio, un castigo... pero ahora... ¿Sería su imaginación o ahora Snape estaba más tratable? No lo sabía, lo único de lo que se percataba era que cada vez quería estar más tiempo a su lado, y cuando él no estaba, pensaba en su profesor con añoranza... ¿Por qué? Cuando el hombre le miraba a los ojos, sentía una sensación extraña en el estómago. Si oía pronunciar su nombre a algún compañero o su susurrante voz por los pasillos, el corazón le golpeaba y se le cortaba la respiración. Cuando le veía en el gran comedor se atragantaba con la comida y cuando Hermione o Ron le hablaban, no acertaba a responder con coherencia... Y en clase de Pociones... eso era un infierno o el Cielo, no estaba seguro. El profesor seguía impartiendo su clase con severidad, pero ya no intentaba intimidar a todos los alumnos con sus frases hirientes... cierto es que el hombre seguía teniendo una presencia imponente y autoritaria, pero ahora era menos temible.
Harry en las clases le veía pasear entre los pupitres, corrigiendo a los alumnos, y contenía la respiración cuando se acercaba a él. De vez en cuando también le corregía, pero no señalaba a Harry ante toda la clase como un torpe inútil... Hasta Neville consiguió, gracias a la nueva actitud del profesor, hacer algo bien.
Pero lo más que más le afectaba era cuando estaban a solas cumpliendo con el castigo que les impuso Dumbledore. En esos momentos, Harry sentía erizarse la piel en su presencia, una sonrisa tonta surgía de sus labios, intentaba poner cuidado en lo que decía, para no soltar ninguna estupidez, sin embargo a veces decía cualquier cosa, sólo para conversar con él, para que él le mirase... Ya en una ocasión había admirado sus manos a escondidas, ahora aprovechaba cualquier oportunidad para quedarse embobado mirándole...
Harry no era tonto, sabía que esos sentimientos sólo podían significar una cosa... pero era algo impensable. Realmente no quería preocuparse por lo que sentía por Snape, porque en cuanto se pusiera a considerarlo... él no era gay. Además, Snape era mucho más mayor que él, tenía la edad exacta que tendrían sus padres y su padrino si vivieran... Eran enemigos desde la primera vez que se vieron... pero... ¿Entonces? A lo mejor era sólo una obsesión como la canción ja, ja, ja Pero las reacciones de su cuerpo estaban ahí. Algo había que hacer... O no... De hecho ¿qué podía hacer¿Declararse a Snape, aún no estando seguro de sus propios sentimientos? Se ponía nervioso sólo de pensarlo. Ahora que el hombre se portaba tan bien con él, no iba a estropearlo todo. Lo que más desanimaba a Harry era comprender que el profesor sin duda alguna le rechazaría. Nunca le vería más que como un niño, alguien a quien limpiar los mocos y ayudar a hacer las tareas. ¿Por qué le tenía que pasar esto a él?
Harry estaba hecho un mar de dudas, no sabía qué hacer ni que pensar, lo único que tenía claro era que quería pasar todo el tiempo que pudiera con Snape y conseguir que este le sonriera, cosa que ya hacía más a menudo cuando estaban solos.
Harry tampoco era ciego, sabía que el profesor le estaba empezando a coger cariño, o afecto, apego... lo que fuera... pero ciertamente no era el mismo sentimiento que le estaba ahogando a él. Seguro que el profesor no soñaba con él por las noches, ni pensaba en él a lo largo del día, tampoco le había visto sonrojarse ante él, ni sus manos ni su voz temblaban cuando estaban juntos... todas esas cosas que a Harry sí que le pasaban.
Snape observaba en silencio a Harry mientras este hacía su tarea en el despacho. Precisamente ahora estaba con pociones. Pensó en cuanto había avanzado Harry esas últimas semanas. Él chico manifestaba un interés que no había mostrado anteriormente por su asignatura y Snape le ayudaba siempre que podía. Era extraño, se estaba encariñando con el chico, se sentía casi responsable de él, como un... sí, como un padrino.
Esos días había descubierto cómo era Harry, ya no estaba cegado por sus prejuicios y ahora entendía por qué había tanta gente que le defendía, que le quería... Era un chico estupendo...aunque en ocasiones un poco simple y tímido. Normalmente era así como Harry se mostraba, pero Snape no se dejaba engañar por esta apariencia dócil. Conocía otras cualidades suyas: temerario, testarudo... cualidades que antiguamente le parecían reprobables pero que en cierto modo admiraba. Ahora que ya no le odiaba, podía verle en su totalidad. En ocasiones pensaba que se parecía a él, como le había dicho Dumbledore tiempo atrás. Otra cosa a favor del chico era que Snape se sentía cómodo a su lado, algo que no había sentido desde hacía mucho tiempo.
El rato que pasaban juntos no hablaban de su vida privada, ni iban más allá de la relación profesor- alumno, pero aún así sentía al muchacho como algo más que un alumno a quien dar clases particulares... además, éste le ayudaba en sus cosas, era útil.
Snape interrumpió sus pensamientos cuando notó que unos ojos de color verde intenso le miraban.
-¿Sí, Potter?
-Acuérdese de que acordamos que me trataría de tú.
-Cierto... es la costumbre. ¿Qué querías?
-No acabo de entender qué reacción produce si se mezcla sangre de vampiro con savia de mandrágora...
-Piensa, Potter... ¿Qué propiedades tienen cada uno de los dos ingredientes?
-Eso ya lo sé, profesor... es que en el libro pone que paraliza a los reptiles... pero usted dijo en clase que no era a todos...
-Déjame ver-. Snape se levantó de su sitio y se dirigió hasta la mesa en la que Harry hacía los deberes. Se inclinó sobre el libro.
-¿Lo ve? No pone lo mismo...- Harry sentía el calor del profesor muy cerca de él... ¿o era que se estaba volviendo a sonrojar? Oh, esperaba que Snape no se diera cuenta. Desde su posición, sentía como si el profesor lo estuviera abrazando. "Ojalá fuera así" pensó Harry. Se acordaba del día en que Snape lo llevó bajo su capa...
Snape estaba leyendo lo que le indicaba el muchacho. Efectivamente estaba incompleto, lo que era un record es que Harry Potter, uno de los alumnos más despistados en esa materia, se hubiera dado cuenta.
-Tienes razón. Lo siento, pero como no estamos en clase, no puedo darte puntos para Gryffindor.- Snape le sonrió y se incorporó, estaba claro que hablaba irónicamente.
Harry sintió el impacto de su sonrisa en el pecho e intentó recordarla mentalmente. A su vez también le sonreía. Le hubiera guiñado un ojo, pero estaba hablando con Severus Snape... y todo iba demasiado bien con él como para meter la pata.
-Claro, profesor. Ya sé que sin duda se los hubiera dado.- acertó a responder... con un poco de retraso.
-¿Qué tal va la redacción?- dijo Snape echando un vistazo al pergamino.
-Bueno, ya casi la he terminado.
-Cuando la termines puedes irte.- Snape se iba a dar la vuelta, pero la voz del chico le detuvo.
-¿Tan pronto?- Harry estaba dividido, por un lado quería acabar la dichosa redacción, pero por otro quería estar más tiempo con Snape, aunque fuera en silencio.
-Sí¿No quieres ir con tus amiguitos de Gryffindor a hacer trastadas? Eso es lo que normalmente te gusta hacer... ¿no?
-¿A qué se refiere? Yo no he hecho nada.
-¿Por qué será que siempre tiene cara de culpable? Vamos, vamos, Potter, que a mí no me puede engañar.
-Me ha vuelto a tratar de usted... y yo no tengo cara de culpable, es usted quien siempre sospecha de todos.
-Sí, soy tan injusto... Mira que sospechar de San Potter el día que desaparecieron de mi armario privado ingredientes en su segundo curso, o cuando voy por los pasillos y oigo pisadas y susurros y pienso que debe de haber alguien bajo una capa de invisibilidad... Potter sin duda... pero no, como va a ser él. ¡Imposible! A esas horas todos los alumnos están durmiendo, Potter incluido. ¿No? Permítame ser escéptico...
Harry iba a protestar, pero no se le ocurrió cómo, porque los dos sabían que Snape tenía razón, así que sencillamente dijo:
-No tiene pruebas...- y se cruzó de brazos.
-¿Quieres que las busque?- Snape se acercó otra vez hacia la mesa de Harry- ¿Qué pasaría si te pillo rondando por los pasillos a horas indebidas?
-No es usted capaz de pillarme, es imposible.
-Respuesta típica de un Potter. Luego admites que te paseas por ahí¿verdad¿Con cuanto dinero sobornas al Director para que te deje seguir con esa capa?
-Eso es asunto nuestro.- le sonrió Harry.- Es un secreto...
-Ya, recuérdalo, Potter, si te pillo lo pagarás caro.
-¿Ah, sí¿Se apuesta algo a que no me pilla usted ni aunque le diga la hora y el lugar exactos en dónde voy a estar?- Harry no se daba cuenta de lo que estaba diciendo...
-Potter, te advierto que es peligroso jugar conmigo... Además¿qué gano yo jugando al escondite contigo?- Snape había posado sus manos encima de la mesa y afirmaba su peso en ellas. Harry se sintió cercado, pero aún así respondió.
-Hum... haremos una cosa, si decide "jugar" y me encuentra, yo haré todo lo que usted me pida por un día...
-Por una semana.-Snape ensanchó la sonrisa... ya vería ese Potter, no sabía quién era él.
Retorció la pluma con la que había estado escribiendo la redacción mientras pensaba... Una semana era mucho tiempo... y seguro que Snape le iba a esclavizar aún más si perdía... claro, que se aseguraba estar una semana a su lado... eso no estaba mal del todo. Harry tomó una decisión.
-Vale. Y si gano yo...
-Un momento... ¿Cómo me voy a asegurar de que vas a estar allí?
-Le doy mi palabra...
-Qué alegría- dijo Snape con retintín. - ¿No puedes aportar algo más fiable o tangible?
-Bueno...- Harry dudaba.- tengo un mapa que muestra todo el castillo y a la gente que está en él.
-¿En serio?- Vaya, así que no lo hacía todo gracias a la capa. Eso interesaba a Snape.- ¿Desde cuando?
-Eso también es un secreto.
-¿Y entonces me darás ese mapa para saber que estás ahí?
-No, si le diera el mapa, sería como ir sin la capa.
-¿Entonces para qué me sirve ese papelucho?
Harry meditó un rato... Snape tenía razón. Se le ocurrió otra idea.
-Espere... quizás podamos dárselo a otra persona... alguien que actúe de juez...
-Oh, sí. Un momento, que se lo digo a Dumbledore... ¿Eres idiota¿Quién va a hacer eso?
-Bueno... seguro que Ron y Hermione...
-Sí, sus amigos del alma. Eso no es convincente.
Harry tardó un rato en contestar, mientras miraba a su profesor.
-Pues ya encontraremos a alguien. Todavía no le he dicho qué hará usted si gano yo.
-Sorpréndeme.- Snape se cruzó de brazos.
-Si gano yo... – Harry pensaba... ¿cómo iba a poder aprovecharse de la situación? Él quería tener a Snape a sus pies, pero en ese momento no se le ocurría nada en concreto.- Hum... tendrá que hacer un filtro de amor y se lo echará a Malfoy para que se enamore de Goyle...
Snape levantó una ceja.
-¿Por qué iba a hacer algo tan estúpido y que probablemente me costase mi empleo? Eso no lo admito.- Snape se puso serio. Volvió a apoyarse en la mesa de Harry. Intentó apartar la imagen mental de Malfoy enamorado persiguiendo a Goyle por los pasillos... la verdad es que era una idea graciosa.
Harry sintió que era idiota por haber dicho eso.
-Er... claro, era broma... Pero es que si le pido algo que no le moleste del todo hacer, no sería emocionante.- Harry bajó los ojos.- Olvídelo, es una estupidez. Mejor dejemos la apuesta.
-¿Ya te echas para atrás? Y yo que creía que eras un cabezota obstinado...- Snape en el fondo quería hacer la apuesta. Últimamente se aburría mucho y las rondas nocturnas eran tan monótonas... –Haremos una cosa, si ganas tú, no haré eso, pero te ayudaré para que lo hagas tú y haré la vista gorda... Por supuesto la poción que prepararás será de efectos temporales y comprobaré que esté bien hecha... no quiero que envenenes a nadie.
Harry se sorprendió. Snape lo había hecho por una razón: no iba a perder, estaba resuelto y era Slytherin.
-¡Genial!
-Pero- Snape añadió.- quiero cambiar mi premio si gano yo. Me gustaría algo arriesgado también para usted.
-¿Y qué es lo que va a querer si gana usted?
-Si gano yo, quiero que te pasees por el Gran Comedor cuando esté repleto de gente con una túnica de color rosa y un lacito en el pelo...
Harry jadeó... eso era terrible.
-¡Profesor!
-... y que directamente vayas a la mesa de Slytherin...
-¿Qué?
-... y beses al señor Malfoy. En la boca, por supuesto.- Snape miró a su contrincante. Seguro que se echaba para atrás de la apuesta. Si no lo hacía era idiota: todo un Gryffindor.
Harry ahora sí que se había quedado de piedra. Miró al vacío... si perdía... sin duda cumpliría con lo que había prometido... Snape le obligaría...
-¿Y qué dirá la gente¡¡Dumbledore se pondrá furioso¡¡McGonagall me castigará hasta que me muera!
- Sí, y no olvide lo que le hará el señor Malfoy...- Snape seguía sonriendo... definitivamente tenía que ganar.
Harry abrió los ojos. Malfoy le mataría allí mismo. Si no lo hacía él, lo harían el resto de los Slytherin... ayudados por los de Gryffindor que le considerarían un traidor...
-En fin... todavía no hemos resuelto lo del mapa, no sabemos quién puede hacer de juez.- Dijo tímidamente Harry.
-No te preocupes, encontraremos a alguien apropiado.
Harry desvió la vista hacia la tarea que estaba haciendo. Todavía no la había acabado, pero ese día no podía seguir pensando. Recogió lentamente sus cosas bajo la atenta mirada de Snape.
-¿Qué quieres decir con eso¿Te retiras?- Preguntó Snape.
-Si encontramos a alguien en quien confiemos los dos y que esté dispuesto a hacer de juez, acepto. Hasta entonces es una tontería seguir pensando en ello.- Harry le miró a los ojos. Snape no debía de apreciarle mucho todavía si le ponía en ese compromiso... Se sentía herido.
Cuando terminó de recoger sus cosas, cargó la mochila al hombro y se despidió de Snape, quien estaba en su mesa leyendo.
-Potter, no olvides que tienes que acabar la redacción.
-Sí, profesor.
Y salió por la puerta.
Iba muy pensativo por los pasillos cuando se topó con Ron y Hermione.
-¡Harry! Hoy has salido muy pronto del castigo. ¡Tenemos una buena noticia!-Saltó Hermione a su lado.
-Sí¿a qué no sabes quién ha venido a pasar unos días en Hogwarts?- Ron estaba muy contento también.
-¿Quién?- Harry no se encontraba en ese momento con ganas de ver a nadie.
-Mira allí.- Hermione le señalaba a un hombre que caminaba hacia ellos por el pasillo.
Remus Lupin les sonrió, tenía ganas de ver a los tres muchachos y saber qué tal les estaba yendo el curso. A Harry se le cayó el alma a los pies, si había alguien en quién se pudiese confiar y que hiciese de juez sin decir nada del mapa, ese era sin duda Lupin. Ahora sólo faltaba que Snape se diera cuenta de que él era a quien necesitaban. Y conociendo la sagacidad del profesor de Pociones, la sentencia de Harry estaba sellada.
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Buajajajajaa ¿qué pasará¿os gusta la idea? Es un poco descabellada, tal vez, pero es que era irresistible...
