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Capítulo 18Extracto del diario de Draco.
(...) y ya no sé que pensar. Antes Snape era mi única meta, mi pasión y mi obsesión... sin embargo creo que mi padre tiene razón al pensar que fue una poción. Su mayor error (el de mi padre) ha sido el de traicionarnos a mi señor y a sus seguidores. Una traición así se deberá pagar con la muerte. Pero no ahora, no aquí. Hay demasiados testigos y yo no sería capaz de llevarlo a cabo sin cómplices. (...)
Ahora mismo el estúpido de Potter acaba de regresar a la enfermería. He estado inconsciente todo este tiempo, pero desde mi cama todavía soy capaz de discernir los pensamientos de la gente. Potter está claramente disgustado con algo. No adivino a adivinar el porqué, pero ojalá lo esté pasando mal.
Lo peor de todo es que la Pomfrey ha colocado su cama cerca de la mía. ¡Como si no fuera suficiente castigo ya con tener que permanecer aquí sin hacer nada!
Padre me notificó que Madre vendrá en breve. Si ella también es traidora, tendrá que pagarlo. Tengo que escapar de aquí e ir en busca de mi señor.
Sólo puedo confiar en una persona para eso. El problema será contactar con ella sin que Padre lo note. Últimamente está muy raro. Ya lleva mucho tiempo cerca de mi cama, afortunadamente ahora no está en la enfermería. Me pregunto si querrá algo de mí, no creo que simplemente esté preocupado por mí, no después de tanto tiempo tratándome como a un sirviente. No creo que tampoco esté cuidándome, no es su estilo. No es el estilo Malfoy. Más bien parece como si me espiara.
Y tal vez sea lo que está haciendo.
Nos conocemos muy bien nosotros dos, por algo he sido educado para ser un Malfoy, igual que lo fue él cuando tenía mi edad. No, igual no: él es un traidor.
Harry miraba el techo de la habitación sin ver nada en realidad. En su interior repasaba los recientes acontecimientos. Le había besado. No podía creerlo. Había sido una muda confesión y ahora no sabía qué esperar. ¿Por qué lo había hecho? Sabía que no tenía oportunidades con el otro, que no era correspondido o no del mismo modo. Pero ya estaba hecho. Le había besado. Cada vez que lo pensaba su estómago parecía tener vida propia. Le había besado y luego había huido. Otro error. Si se hubiera quedado el profesor tendría que haberle respondido algo, aunque fueran calabazas.
Si definitivamente le iba a rechazar, tenía que saberlo. Cualquier cosa era mejor que estar devanándose los sesos en busca de alguna respuesta. Si él no le quería, incluso si le odiaba todavía, prefería saberlo. Tenía unas ganas enormes de llorar, pero se contenía. Malfoy estaba en la cama de al lado. Llorar a moco tendido enfrente del rubio sería aún más bochornoso.
Oía al otro chico escribiendo a gran velocidad en un cuaderno. ¿Qué estaría haciendo? En realidad le daba igual, pero el rasgueo de la pluma sobre el papel distraía su atención del techo...
Madame Pomfrey se acercó a su lado un poco presurosa. Dejó una bandeja llena de potingues en la mesilla de Harry y se dedicó a curar sus heridas, las externas. El moreno oía sus amonestaciones como una letanía lejana que no se molestaba en entender.
-Por Merlin y todos los caballeros de la mesa redonda señor Potter. Espero que nunca más escape en su estado de mi enfermería. Menos mal que ha vuelto. Lo único sensato que ha hecho en mucho tiempo.
Si Harry la hubiera escuchado, probablemente le hubiera dado la razón, pero se mantenía mirando el techo.
-¡Y todos esos hematomas! Por una vez, espero que se quede aquí todo el tiempo que yo diga¿verdad, señor Potter?- La enfermera se quedó mirando un momento la cara de su paciente y negó con la cabeza en señal de preocupación. A ese chico le pasaba algo.- ¿y sigue sin querer hablar?... Potter. POTTER... La enfermera chilló primero y luego suavizó su voz para llamarle por su nombre- Harry, querido...
Pero Harry seguía sin mirarla y sin hablar.
-Muy bien. Si decide hablar, notifíquemelo. Y espero que se quede quietecito o tendré que atarle a la cama.
Malfoy paró en ese momento de escribir en su diario para mirar la escena que tenía lugar a su lado. Potter parecía alelado. Draco levantó la ceja. ¿Y a ese qué le pasaba? Le parecía patética la actuación de la enfermera. ¿Atarle a la cama? Si parecía un vegetal. Además había venido a la enfermería por propio pie, luego había venido a esconderse de algo. Malfoy apoyó el extremo final de su pluma en los labios mientras pensaba. ¿De qué podría estar huyendo ese? Malfoy esbozó una sonrisa cuando la respuesta vino a su mente.
Snape.
Snape no estaba en la enfermería y Potter no iba a buscarle. Algo le habría dicho el profesor a Potter. ¿Habrían peleado? En cualquier caso podría aprovechar para torturar al moreno, quien en ese momento no parecía muy capaz de defenderse.
-Hey, Potter- susurró inclinándose.- ¿Ya te ha dado calabazas?
Malfoy esbozó una sonrisa maligna que no le sirvió de nada porque Harry ni siquiera se giró para mirarle. Seguía concentrado en el techo.
-Potter ¿estás ahí? Cuando le cuente a Skeeter que eres un loco que se dedica a mirar el techo sin hablar seguro que se pone muy contenta.- Draco siguió mirando a Harry, pero éste siguió sin responder. La sonrisa se le borró a Draco de los labios.
-Potter, no te servirá de nada llorar. Por esta vez te has escapado, pero la próxima vez el señor Tenebroso te matará. Y espero estar ahí para verlo.- El rubio volvió a la carga, pero por alguna razón no causar ningún efecto en su enemigo le desconcertaba y le aburría.
Intentó decirle algo más, pero una persona a su lado se lo impidió.
-Ya está bien, señor Malfoy.- Era Pomfrey, quien en ese momento comprendió su error al ver que había colocado a los dos chicos juntos. Para remediarlo, corrió una cortina que separara las dos camas. Malfoy se acomodó en su almohada visiblemente contrariado. Así no podría torturar bien al otro.
Al poco rato se hartó de Harry y retomó su diario.
Odio a este idiota, pero pronto podré deshacerme de él. Esta noche, a ser posible, comenzaré mi plan. Mejor no esperar mucho tiempo. Esta noche Padre se quedará en la habitación que ha preparado Dumbledore para él y Madre, así que tendré que aprovechar esa oportunidad.
Draco levantó nuevamente la vista de su diario cuando nuevamente se abrió la puerta y vio a su prima y al licántropo entrar en la enfermería. Volteó los ojos al ver a la pareja. Odiaba a esos dos, le ponían de los nervios.
Tonks miró hacia él mientras que Lupin preguntaba a Pomfrey por Harry. Ninguno de los dos le saludó cuando pasaron a su lado, ni él tampoco. Todos se conocían allí lo suficiente como para intentar engañarse de esa manera.
Los dos visitantes cruzaron al otro lado de la cortina que separaba la cama de Draco de la de Harry. Ahora Draco no podía verles, pero sí oírles.
-Harry...- dijo con dulzura Remus.
Se sentó en la cama del chico y sólo cuando lo hizo pareció que éste reaccionara. Harry no podía más. Ni siquiera las burlas de Malfoy habían podido con él, pero ahí tenía a un gran amigo que había venido a verle. Sin más, dejó de mirar el techo, se incorporó y se abrazó al cuerpo del otro llorando inconteniblemente.
A Lupin este movimiento le pilló desprevenido, pero cuando reaccionó intentó calmar al chico trazando círculos en su espalda y acariciando su pelo.
Tonks se sentía un poco incómoda allí.
-Esto... Remus, te veo luego.- le dijo rápidamente, intentando no mirar mucho a este Harry tan abatido.
Tonks se fue dejando a los otros dos ahí. Harry lloró por primera vez cómo nunca lo había hecho, sobre el hombro de un amigo. No necesitaba que Remus dijera nada, sólo que estuviera allí para abrazarle. Lupin parecía entender esto. Él licántropo creía que el estado de Harry se debía a los nervios por haber pasado esa noche tan espantosa en la casa de los mortífagos... poco podía imaginarse cuál era la verdadera razón del desconsuelo del chico.
Al cabo de un rato Lupin notó como Harry se iba calmando y dejaba de llorar.
-Lo siento, Remus... – le dijo él un poco azorado. Se sentía un poco avergonzado por haberse puesto así delante de Lupin.
-No pasa nada, Harry. Desahógate.- Le dijo Remus en voz muy baja. Seguía abrazándole con cariño.
Pero Harry se separó de él. Se quitó un momento las gafas para limpiarse los ojos y Remus le ofreció un pañuelo que Harry aceptó.
-¿Ya estás mejor?
Harry asintió. No, en realidad no estaba mejor, pero sí un poco más tranquilo.
-Sé que lo de la casa te ha debido afectar bastante, pero te alegrará saber que cogimos a unos cuantos.
Harry sonrió. El bueno de Remus no tenía ni idea de cual era la causa de su estado. Le devolvió el ahora empapado pañuelo a Remus, quien se lo guardó.
Después de esto, estuvieron un rato hablando de otras cosas hasta que Pomfrey pidió a Remus que saliera para dejar descansar a Harry. La Señora Pomfrey miraba a Lupin con agradecimiento. Gracias a él Harry ya no estaba encerrado en sí mismo. Tal y como había estado antes daba miedo.
Malfoy, que no había perdido detalle de la conversación de los otros dos a través de la cortina, esperó a que Lupin saliera de la enfermería para decir en voz baja pero lo suficiente para que Harry le oyera.
-¿Otra vez llorando, Potter? Ha sido un numerito patét...
-Cállate, Malfoy.- Le llegó la voz de Potter al otro lado de la tela.
Draco estuvo a punto de replicar, pero ahora que Potter podía responder no le iba a hacer el favor de distraerle.
Se arropó un poco más con las mantas y cerró los ojos para pensar en todos los detalles de su plan.
ZZZ+ZZZZZ+ZZZ+ZZZZZ+ ZZZ+ZZZZZ+ZZZ+ZZZZZ+ ZZZ+ZZZZZ+ZZZ
Era la una de la mañana. Todos dormían en la enfermería... menos cierto conocido rubio.
Draco Malfoy se destapó y se calzó. Maldijo mentalmente por el frío que hacía allí. Se hubiera metido en la cama otra vez si no fuera porque tenía algo que hacer (n.a.: y no era ir al baño). Primero comprobó que Potter dormía. No había nadie más en esa sala. La señora Pomfrey dormitaba en un sillón en la habitación contigua y Draco podía oír un ligero sonido de ronquidos provenientes de esa dirección.
No tenía su varita, y la puerta de la enfermería había sido hechizada para que no pudiera salir, pero eso no impediría llevar a cabo su plan.
-Snout- dijo en voz baja pero autoritaria.
Al momento sonó un ¡plof! y un elfo doméstico con un hocico prominente apareció delante de Malfoy.
-¿Señor?- dijo haciendo una reverencia a su dueño.
Malfoy empezó a hablar muy bajo.
-No hables alto, capullo. Tengo órdenes para ti. Llevarás un mensaje a mi tía Bella y lo harás con absoluta confidencialidad... si fallas me ocuparé personalmente de cortarte un brazo y echarte de mi casa a patadas.- Malfoy sonrió con crueldad mientras veía al elfo encogerse de miedo ante él.
Draco se dirigió hacia su mesilla y cogió su diario. De entre sus hojas sacó la carta que había escrito a la mortífaga y se la entregó a Snout, quien hizo una nueva reverencia y desapareció de manera instantánea.
Una vez hecho esto, Draco se volvió a meter en su cama e intentó dormir.
LALALALALALALALALALALALALALALALALALA
Severus Snape meditaba en la privacidad de sus dependencias. Ya había pasado casi un día desde que Harry le besara y sus labios todavía sentían el suave contacto como si se lo hubieran marcado a fuego. En su interior una feroz batalla de sentimientos encontrados no le daban lugar a un mínimo de descanso. Sobra decir que esa noche había dormido poco y mal.
A fin de cuentas, ya había conseguido descifrar sus propios sentimientos llegando a la conclusión de que estaba enamorado del chico. ¿Entonces qué era lo que le retenía ahí, en vez de ir a la búsqueda de Harry para no dejarle escapar nunca más? Muy sencillo: era mucho más fácil quedarse meditando en vez de actuar. Lo peor de todo es que tenía cierto miedo. Él era mayor que Harry, de hecho tenía la misma edad que sus padres (si vivieran), era su profesor y llevaba tanto tiempo sin sentir amor que ya le era algo prácticamente desconocido.
Claro, eso sin contar con que llevaba la marca tenebrosa en el antebrazo... Ya veía los títulos de los periódicos: "Harry Potter y el mortífago. Amor y desenfreno en medio de la batalla." Él ya era demasiado mayorcito para esas cosas y a Harry no le haría ningún bien estar con él.
Snape sorbió el borde de la taza de té y luego la retiró.
Recordaba momentos en los que había estado muy cerca del chico. Se sentía algo culpable, también: él había visto venir esta situación, había descubierto cómo Harry se estaba enamorando de él y no hizo nada por evitarlo... ¡incluso le había echado más leña al fuego en muchas ocasiones! Recordaba las partidas de ajedrez, el tiempo que pasaron dibujando, las conversaciones sobre libros y las asignaturas de Harry, el tiempo que pasaron juntos "castigados"... todo eso se le hacía muy irreal ahora. Estaba en un callejón sin salida, en una situación tan surrealista que no le hubiera extrañado lo más mínimo que en ese mismo momento entrase por la puerta Gilderoy Lockhart y le hubiera confesado su eterno amor.
En realidad tenía suerte. ¡Era amado! O eso había deducido del beso... del beso y de esa curiosa frase: "odio a Malfoy". Había sido desafiado. Tenía que darle alguna respuesta al joven. Era patético estar ahí encerrado debatiéndose entre lo que quería y lo que debía hacer. ¿por qué tardaba tanto en decidirse? Muy sencillo: no quería confundir al chico aún más con sus propios sentimientos.
Snape se sentía mal porque sabía que lo más lógico sería rechazar fríamente al chico y en lugar de eso se estaba planteando ir a secuestrarle y atarle a su cama.
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Un día pasó sin nada nuevo en el castillo, los profesores dieron sus clases habituales (incluso Snape) y nada parecía presagiar el desastre que se avecinaba. Draco Malfoy esperaba ansioso la caída de la noche para saber si Snout había cumplido sus órdenes. Tan metido estaba en su misión que ni siquiera prestó atención a lo que hacía Potter ni intentó molestarle.
Por fin, la noche llegó al castillo de nuevo. Malfoy esperó a que todos se hubieran dormido y luego llamó a su elfo exactamente igual que la noche anterior.
-Snout.- susurró en la oscuridad.
El elfo apareció. Antes de que Draco pudiera decir nada, extendió su mano para darle el mismo pergamino que le había ordenado que llevase a Bella.
Al ver Draco que se trataba del mismo papel, estuvo a punto de golpear al elfo, pero luego observando con atención, descubrió que una letra que no era la suya se destacaba al final del mensaje que Draco escribió la noche anterior.
Cuando leyó las palabras que la tía Bella le dirigía su corazón se hinchó de orgullo. ¡Esa misma noche saldría de allí!
Con un vistazo rápido se aseguró de no dejar nada suyo ahí. Recogió su diario y se vistió con la túnica escolar. Después se sentó en la cama y esperó hasta que viniesen a buscarle.
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Albus Dumbledore no se sorprendió cuando en medio de la noche llamaron a la puerta de su despacho insistentemente. Había llegado el momento que esperaba.
-Pase- dijo al visitante nocturno.
La puerta se abrió y Lucius Malfoy entró agitadamente.
-Lucius, siéntate, por favor.- Le dijo amablemente Dumbledore.
-No hay tiempo. He estado espiando a Draco y por fin le he descubierto. Envió un mensaje a su tía mediante nuestro elfo doméstico. ¡Van a venir hoy a por él! Tenemos que darnos prisa.
Dumbledore sentía la urgente necesidad del frío hombre que tenía ante él y decidió ponerse inmediatamente en acción.
-De acuerdo. Avisaré a la Orden. Tu ve a la enfermería y quédate junto a Draco...
Un sonido lejano, como de una explosión sonó en todo el castillo.
-Hum...- dijo Dumbledore- parece que ya están aquí. Corre Lucius. Yo iré enseguida.
Lucius no esperó mucho más, salió corriendo por la puerta para ver si podía hacer algo. Dumbledore cogió polvos flu y los echó en la chimenea.
-Severus...- llamó en el fuego al profesor de pociones.
Snape apareció en el despachó casi al instante.
-¿Ocurre algo, Señor?- Preguntó algo alarmado.
-Sí, Severus. Parece ser que Bellatrix ha venido a buscar a su sobrino. Voy a poner en marcha a la Órden.
-Entiendo, Señor... ahora mismo voy...
-No, tú no irás.
Snape se quedó de piedra.
-¿Cómo ha dicho?
Dumbledore no pudo evitar sonreír.
-Tienes algo pendiente que hacer, además, tu experiencia de hace un par de noches te ha dejado muy magullado. Lo que quiero que hagas es ir a la enfermería y que vigiles a Potter. Dile a Pomfrey que quiero que venga con nosotros, la necesitaremos.
Snape no se lo podía creer. Esto le olía a encerrona.
-Pero, señor... estoy bien. Quiero ayudar.
-Me ayudarás si haces lo que te ordeno. Tú eres perfectamente capaz de cuidar la enfermería tan bien como Poppy... además, esta será la última noche de tu castigo con Harry. No le pierdas de vista.
Snape se fue de allí un poco acongojado. Ya no había remedio. Estaba seguro de que le viejo lo había hecho aposta. Resignado, se dirigió a la enfermería mientras que Dumbledore convocaba a la Orden.
Snape fue por los pasillos a su paso habitual. Por el pasillo se topó con varios miembros de la Orden y del profesorado, pero los ignaoró a todos. Llegó hasta la puerta de la enfermería y entró sin llamar.
Nada más abrir, lo primero que vio fue a un muchacho en pijama con el pelo azabache revuelto que le miró con la boca abierta. Snape le ignoró por un momento y buscó a Pomfrey. Le dijo que Dumbledore la necesitaba y ella se fue corriendo.
Draco Malfoy ya no estaba en la enfermería. Se había ido o se lo habían llevado... pero no era en el rubio precisamente en lo que pensaban los dos únicos ocupantes de la enfermería en ese momento.
-Duérmase- fue lo primero que le dijo Snape a Harry.
El chico le miró de manera extraña, pero acató la orden del mayor.
Snape miró a Harry deslizarse entre las sábanas y pensó que hubiera preferido enfrentarse a los mortífagos.
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Jajajajaja... aquí os dejo. ;P El siguiente capítulo será interesante jajajajaajaj...
Por cierto, me autopromociono: he dibujado a Snape con su famoso cojín verde. Si queréis verlo, mirar en la orden severusiana en la sección de imágenes. Hay una carpeta que se titula "dibujos míos de Snape y otros" o algo así. Está hecha por mí. Os quería poner el link, pero esta... "maravilla" de programano me deja. Podéis verlos aunque no estéis registradas en la Orden. ¡Decidme que os parece!
Snape White
Miembro de la Orden Severusiana
In Severus I trust
