N.A. Cada vez me tardo más en actualizar…. Eso no esta bien, nada bien. Pero, ni modo. "Firmes y Dignos"
Slayers, Gundam Wing y Rurouni Kenshin no me pertenecen. Pero espero el día de mañana hacer un fraude en Wall Street para tener el dinero suficiente y comprarlas, para producir este fic en una serie animada.
¿Alguien sabe como hacerlo?
Capitulo patrocinado por: Galletitas de animalitos. Famosas, increíblemente famosas, pero nada sabrosas.
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Dynast contemplaba todo con una sonrisa satisfactoria.
Sus nuevos "hermanos de sangre" también observaban aunque sin entender completamente la relevancia de la manifestación de Zeross. De haberlo liberado del alma de Inverse, de desatar su poder e influencia libre de las ataduras de cualquier mazoku.
Dynast quería saber algo.
Algo que carcomía su curiosidad desde hace siglos.
El propósito.
El destino de los Mazoku en si...
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Flashback
El Rey Supremo se sentaba en su trono. Mucho mas grande que lo que correspondía la forma humana que estaba allí, pero sin duda, adecuado a la gigantesca forma astral que solo algunos podían percibir.
El Palacio de los Hielos Perpetuos de Dynast, inaccesible para un humano ordinario recibió a un invitado.
Zeross Metallium.
Dynast se cuestionó a si mismo el derecho de Zeross a seguir llevando el nombre de su otrora ama Zellas.
Después de cómo la traicionó en la batalla de Sailoon, al herirla de esa forma para que abandonara la batalla, al desaparecer con un poderoso Drag Slave a las hordas demoniacas de Zellas y ayudar a esos humanos insignificantes a escapar. Y por si fuera poco, vivir en compañía de esa Dragona Dorada más allá del ancho mar del continente, en la tierra de las nubes eternas criando a ese dragoncillo antiguo.
Zeross no era de los que hacían las cosas de forma intempestiva, sino que planeaba con mucha antelación sus acciones.
Eso era lo que él deseaba saber. ¿Por qué esa traición a Zellas¿Por qué esa traición a su naturaleza de Mazoku¿Por qué se iba en contra del propósito que L-sama les había trazado?
El torbellino negro apareció, haciendo su transición del plano astral al físico, y segundos después, EL antiguo General Y Sacerdote Del Ama de las Bestias aparecía.
Allí estaba, aún con la sonrisa tonta en la boca. Los ojos cerrados. Todo en el parecía ser igual que la última vez que se vieron cara a cara. Pero también algo era diferente.
Su aura, su poder parecía haberse amplificado. A diferencia de cuando un demonio normal es repudiado por su amo, su poder disminuye, Zeross parecía tener el poder de un Dark Lord. El nivel de Gaarv, de ser posible comparar. No estaba muy lejos de tener el nivel de Dynast.
Eso era inquietante, incluso para alguien cuyo reino es la frialdad.
- Solicitaste mi presencia Ha-ou Dynast. ¿En que puedo servirte?
Parecía increíble como ese saludo tan humilde sonara tan sarcástico y a la vez tan creíble de la boca de ese Mazoku.
- Tengo varias preguntas que hacerte, Zeross. Me interesa saber tus motivos por los que… ¿Adonde vas¿Te atreves a darme la espalda?
- Tenia la esperanza de que solo querías una visita social, Ha-ou. Pero no tiene caso que preguntes, sabes cual es la respuesta. "Es un secreto, Dynast".
Zeross tranquilamente se retiraba de la presencia de Dynast. Por lo general era respetuoso, haciendo una reverencia en la presencia de cualquier Dark Lord, pero ahora era tan… impertinente.
- Sherra. – Fué lo único que dijo y una mujer de cabello azul apareció de repente frente a Zeross sosteniendo una espada grande, forjada por manos no humanas. La Dugolfa tembló en las manos de Sherra cuando ella le aplicó su energía.
- Te lo preguntaré solo una vez. ¿Porque has traicionado a tu naturaleza Mazoku¿Porque te has revelado contra el deseo de L-sama y evitado la destrucción de este patético y miserable mundo?
Zeross sonrió, después una pequeña carcajada se escuchó. Después una risa burlona caló en el orgullo de Dynast. Esto no era normal. El poder, la rebelión y ahora esa risa. Zeross casi se doblaba de pura risa con carcajadas que resonaban en todo el palacio de Dynast.
- ¿De que te ríes Zeross? – Sherra no podía soportar la burla de la que era objeto su señor. Sin pensar intentó atacar a Zeross con un mandoble de la espada pero al hacerlo un campo hexagonal lo protegió de ataque.
Con un gesto mandó quitó la espada de las manos de su portadora y con otro la arrojó lejos de él, atacando directamente al plano astral.
- ¡Basta! – Ordenó Dynast, alterado por la forma en la que despacharon a su General.
Invocó un Dynast Brass y un pentagrama apareció justo a los pies de Zeross, la descarga descomunal de energía que habría debilitado hasta al Hellmaster Fibrizzio. Zeross parecía solo sentir su cuerpo como pesado, como si la gravedad hubiera aumentado un poco. Extendió las manos y sonrió.
Desatando una ola de poder rompió el hechizo sin problemas sorprendiendo a Dynast, con justa razón. Levantó una palma en su dirección y pensó en un hechizo apropiado para manifestar su punto.
- La-Tlit. – dijo casi por lo bajo.
Una clase de fogata azul celeste apareció rodeando a Dynast atacándolo directamente en el plano astral. El ataque corroía su forma, su esencia, mas que debilitarlo, lo mataba lentamente.
El hechizo terminó dejando a Dynast cayendo de rodillas debilitado y asombrado.
Un Mazoku usando la magia astral. Era una imposibilidad que dejaba en claro que Zeross ya no era el mismo.
El Ha-ou levanto la mirada para ver con furia a su invitado.
- El propósito de L-sama para los Mazoku. – Dijo pensativamente. - Si aún sigues pensando que los Mazoku existimos para destruir, eres más tonto de lo que pensaba. Tanto tiempo de existencia y tanta experiencia y no te ha enseñado nada.
- ¿Qué dices¿A que te refieres con eso?
- Gaarv estaba loco, quiso conquistar, no destruir. Y aún así, se acercó más a su propósito que tú al tuyo en toda tu vida. ¿Recuerdas a Fibrizzio¿No fue él el que casi destruye el mundo con la ayuda del Giga Slave? Entonces ¿Por qué L-sama se opuso¿Por qué lo destruyó, en vez de premiarlo por cumplir su propósito?
- Malinterpretó su deseo. Fibrizzio quería ser destruido con el mundo, regresar al Mar del Caos, como es nuestro destino.
- ¿Estas diciendo que L-sama se equivocó al malinterpretar el deseo de Fibrizzio¿Realmente lo crees?
Dynast no supo que responder. L-sama no puede equivocarse, después de todo es la creadora de todo. El origen y el final de todas las cosas. Entonces ¿Por qué?
- ¿Confundido? Tal ves debas buscar en tu corazón la respuesta.
- Idiota. Los Mazoku no tenemos corazón.
- ¡Je! Tan viejo y tan tonto. – Dijo Zeross haciendo de nuevo el ademán de irse. – Si crees eso, en serio, eres más estúpido de lo que alguna vez pensé.
Dynast solo se quedó pensando. ¿Los Mazoku eran capaces de tener un corazón? Pero eso implica tener sentimientos, tanto positivos como negativos. Eso los harían tan parecidos a los… humanos. Eso era…
- ¿Cuál es el verdadero propósito de los Mazoku, si no es el de la destrucción¿Cuál es mi destino, Zeross? Espero que no sea un secreto.
- Dynast, el día en el que sepas mi destino… ese día, vislumbrarás el tuyo. Hasta entonces piensa… ¿porque los Mazoku y los Ryuzoku somos inferiores a los humanos¿Porque si son tan débiles, aún siguen existiendo¿Por qué L-sama, Cephied y el mismo Shabranigudú los tienen como sus elegidos, emisarios y caballeros?
Zeross desapareció del palacio. Dynast dedicaría los siguientes siglos a pensar, buscando, reflexionando, esperando el momento.
Fin del Flashback
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"Quiero que me digas cual es mi destino, Zeross." Pensó Dynast mientras su esencia se trasladaba a otro plano de la existencia.
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La Alianza
Capitulo 9. "Sacrificio"
"El Señor es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
Junto a aguas de reposo me conduce.
El restaura mi alma;
Me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. …
Aunque pase por el valle de las sombras de la muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estas conmigo;
Tu vara y tu cayado me infunden aliento."
(Salmos 23:1,2,4)
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Heero y Kenshin veían asombrados el cambio que su amiga había tenido. No era la apariencia, ligeramente diferente a la que conocían. Tampoco el báculo de madera con una gigantesca gema roja que aparentemente había salido de ninguna parte.
Era algo más profundo. Sus sensaciones del Ki les permitían percibir más cosas que sus sentidos normales. Sabían que tan fuerte era una persona, y comparando, ella era más fuerte, brutalmente más poderosa de lo que ellos conocían.
Solo estaba parada, dando la espalda al Mazoku que tantos problemas les había dado. Y esa bestia salida de las visiones del apóstol Juan retrocedía atemorizada por la mera presencia.
¿Qué le había pasado¿Porque era tan diferente?
Sus preguntas se contestarían después.
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Mientras tanto, respuestas eran traídas en otro plano, un lugar tan destruido como el mismo infierno.
El cielo estaba oscurecido, con nubes corriendo rápidamente por los cielos como un violento huracán. Rayos negros brotaban simultáneamente desde el cielo destrozando peñascos en segundos. La esencia misma del poder desatado, sin control, sin propósito.
Zeross descubrió que era el Plano Astral. Destruido después de la lucha de Seriyushin y Caotic Blue. De la lucha entre Deep Sea Dolphin y Zu Li Wong. Jamás creyó que esa batalla hubiera sido tan… caótica.
Sonrió al encontrar cierta ironía en el asunto.
Observó el báculo que sostenía en su mano, dentro de la gema, veía la figura de Reena, acurrucada casi en posición fetal, protegiendo su corazón de la ola de sentimientos negativos que se precisaba para recuperar su poder.
Zeross dejó de sonreír al reflexionar en esto.
Una forma oscura apareció a su espalda, empujando el "aire" del Plano Astral. No era necesario tarjetas de presentación para saber quien era.
Ha-ou Dynast Grausherra. Es un placer verlo después de… ¿Cuánto tiempo?
La forma negra se achicó, mostrando al conocido joven frió, de cabellos grises y ojos de piedra. Dynast sonrió, no esperaba menos del gran Juushinkan.
Trescientos años desde la lucha de los Dioses extranjeros y la muerte de Dolphin. Ochocientos años desde la segunda Kouma y el hundimiento del Gran continente. Más de Mil años desde la muerte de Zellas, y tu aprisionamiento.
Mil años. Suena tanto, en tan solo dos palabras. – Dijo Zeross reflexivo, intuyendo el porque de la aparición de Dynast. – Sabes que mi lugar es dentro del Alma de Inverse. Manifestarme de esta forma solo acarrea problemas para todos. Creí que después de tanto tiempo lo sabrías.
¿Temes destruir su alma? El humano es más fuerte de lo que piensas.
Veo que has estado pensando en lo último que hablamos¿verdad? – Zeross giró para encantar al Rey Supremo. – Dime lo que has aprendido.
Los humanos son superiores a nosotros por el simple hecho de tener un alma. Esa alma les permite renacer de se preciso. Acumular poder, sabiduría; e incluso servir como representantes de poderes mayores a los Dark Lords y los Dioses Dragones. Por eso Lei Magnus encerró en su alma a la mente de Rubi Eye. Rezzo a su brazo derecho. Luna Inverse, al poder de Cephid, y Lina Inverse a nuestra Madre. ¿Correcto?
Exacto. Podemos tener el poder de acabar con la humanidad, pero seremos inferiores a ellos. Excelente.
Un mazoku puede tener un corazón. El hecho que no se use no significa que no exista. El hecho de sentir las emociones negativas es prueba de ello.
Zeross sonrió.
Y sentir las emociones positivas también. No solo sentirlas. Crearlas.
Si. Exacto. – Dynast demoró un poco en aceptarlo. Pero no había otra explicación a sus fuertes sentimientos por Sherra. Al cariño generado durante trescientos años habitando en el plano físico. A la preocupación que manifiesta cada vez que Serra se enfrentaba a una misión.
Si has avanzado tanto¿para que me trajiste? Nooo… - Pausó dramáticamente. – Aún no has deducido cual es tu destino. Y tanto anhelas saberlo que me ha traído a este lugar para saberlo.
Dynast sonrió. Era parte de eso.
Algo así. De hecho tengo dos cosas que preguntarte. ¿Por qué no te olvidas de estar encerrado y regresas al servicio del ser que te creó¿Al ser que te brindó las Demmonbloods por tus leales servicios¿A aquel que nos puede liberar de esta patética existencia y regresar a la nada del mar del caos? Puedes liberarte de…
Zeross sonrió, como cuando un adulto le sonríe a un niño que acaba de decir una idiotez en su absoluta inocencia.
Aún sigues con eso. – Suspiró desilusionado. – Dynast contéstame algo. ¿Tú realmente quieres la destrucción absoluta, verdad?
Para eso hemos venido. Para eso nos creó L-sama. Para regresar al caos el orden.
Destruir el orden. – Hizo un ademán abarcando el desolado Plano Astral. – El caos. Destruir el Orden. ¿Esto es lo que buscas?
Dynast aumentó su visión recordando el porque había fabricado un cuerpo físico. Porque simplemente no podía vivir en el Plano Astral. Incluso ahora debía ejercer gran poder para mantener su consistencia en ese lugar, aunque a Zeross no parecía afectarle. La destrucción a eso llegaba. A la imposibilidad de vivir. De tener una conciencia.
El Mar del Caos es solo poder. Sin voluntad ni consciencia. L-sama encarna la sabiduría de todos nosotros. Su voluntad domina. Pero tú deseas perder tu voluntad y conciencia. ¿Crees que estar en el Mar del Caos te liberará de todas la ataduras y trascenderás? Lamento decirte que no. Si L-sama deseara la destrucción, no hubiera creado los universos en primer lugar. Si L-sama deseara el orden, no habría creado seres concientes. Solo habría hecho espacios. Perpetuidad.
"Pero nos creó a nosotros. Dos caras de la misma moneda. Quienes desean el orden y el caos. Para la lucha continua. El orden tiende al Caos, pero el Caos jamás domina y regresa al orden. Incendia un Bosque, destrúyelo y a la larga renacerá.
"Lo que L-sama desea no es perpetuidad o inexistencia. Desea equilibrio."
Dynast trataba de comprender eso. Y le era difícil razonarlo.
Te diré esto. Haz lo que creas que es más correcto. Resucita a Shabranigudú si lo deseas. Trata de llevar al caos este orden para siempre. Verás tu error cuando todo regrese al Orden, aún después de ser desintegrado. Yo estaré allí. Ese es mi propósito.
¿Restablecer el Caos?
No. – Zeross pausó en lo que enfocaba su regreso al Plano Físico. – Dar el poder, a la hija de L-sama, para perpetuar el equilibrio en movimiento.
Zeross desapareció. Regresando a su lugar.
Dynast no podía permanecer mucho tiempo en ese mundo. Regresó también. Confundido. Pero determinado a seguir su derrotero. A cumplir el deseo que se le había educado, era el primordial del Señor de las Pesadilla.
Si estaba equivocado. Solo su Madre podría juzgarlo.
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El tiempo es relativo. Un judío greñudo bigotón y muy listo lo dijo una vez. Y aunque jamás conoció el Plano Astral, tenía razón en todos los sentidos. La conversación de Zeross y Dynast transcurrió en menos de un segundo de tiempo real, aprovechando las propiedades del otro plano.
Reena/Zeross abrió los ojos de nuevo sonriendo. Observando a los impresionados agentes quienes aún no alcanzaban a recuperarse de si impresión. Sintió el miedo de la bestia a su espalda. Era un ola agradable, bastante atractiva. Investigó sus reservas y quedó claro que no tenía mucho poder realmente. Necesitaba alimentarse y lo que estaba allí de innatural le era necesario.
Bueno, supongo que eres uno de los engendros de Dynast. Bastante lindo, debo decir. – Reena parecía haber bajado una octava a su voz. Caminaba lentamente, como si no pudiera ser tocada. Diferente a la cautela que había manifestado antes de que gritara. – Ahora, lo siento. Debo destruirte de una manera cruel y dolorosa. ¿Sabes? Estoy hambriento.
Un momento. Se dijo Heero. ¿Hambriento?
Battousai también se estaba preguntando eso. ¿Había sido golpeada en la cabeza o algo¿O su carencia de pecho respondía a la simple razón de que era hombre?
Deja de pensar esas cosas. Mantente alerta. Le susurró Kenshin desde un rincón en su mente.
Reena se acercó, poco a poco. La reacción de la bestia fue natural. Retrocedía también. Era como si pudiera ver algo diferente, no solo sentirlo. Algo que le decía que debería tener prudencia, cuidado y MIEDO a la pequeña pelirroja que se acercaba con báculo en la mano.
Veamos. Magia de los elementos. Una cabeza por cada uno de ellos. Energía mágica pura, otra cabeza. Magia de protección, otra cabeza. Veo que eres una bestia bastante completa. Podré sacar mucho poder de ti.
Reena desapareció de la vista de todos. La bestia giró buscando el lugar donde aparecería de nuevo. Al ser un demonio físico, era incapaz de leer el Plano Astral, lugar donde se trasladaba ahora Reena. Tenía que mantenerse alerta, para responder a cualquier ataque que…
La punta de un báculo atravesó una de sus cabezas. El rugido sonó dentro de la cabeza de los presentes. La bestia se contorsionaba en dolor por su cabeza perforada. Reena terminó de materializar su cuerpo por encima del monstruo. Giraba el báculo aumentando el rugido de dolor. Su rostro era de deleite absorbiendo esa ola de dolor. Tan poderosa y tan deliciosa.
Battousai sintió dentro de el un deleite también al escuchar los gemidos de dolor. Esto no paso desapercibido para Zeross.
La cabeza desapareció en una nube negra, fluyendo justo a la gema del báculo que Reena sostenía. Por un breve momento ella miró la gema, viendo el reflejo de si misma en posición fetal, protegiendo su corazón. Una clase de agujas negras se acercaban cubriendo el reflejo de ella. Señalando la destrucción paulatina de su alma…
"Tendré que hacerlo rápido, antes de que algo malo pase". Pensó el mazoku en control del cuerpo de la pelirroja y sonrió.
Vamos, eso fue solo el inicio.
Zeross/Reena volaba alrededor de la bestia, quien con los ataques buscaba destruirlo, detenerlo, o por lo menos protegerse. El báculo perforaba su cuerpo, cercenaba cabezas y cada una de ellas aumentaba el flujo de poder. Cada vez más, hasta llegar a ser autosuficiente, hasta poder acceder directamente al Mar del Caos y alimentarse sin las ataduras de las energías negativas.
Pero el tiempo se acortaba. Si prolongaba eso…
Heero y Battosuai seguían observando impotentes. Sentían el poder de Reena aumentar con cada herida de su enemigo. Pero también cambiaba. Si ki cambiaba.
A uno totalmente oscuro.
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La multitud de estudiantes se había alejado muy rápido. Unos jurando no beber o fumar cosas extrañas antes de una fiesta. Otros dispuestos a deshacerse de sus juegos de Residen Evil, Silent Hill, Devil May Cry y otros parecidos.
Terroristas, delincuentes, hasta misas satánicas. Todos esos conceptos volaban en sus mentes al ver lo sucedido y como un grupo de tres gentes hacían cara a esos engendros con armas, espadas y una clase de poderes sobrehumanos.
Zelgadis esperaba a una distancia segura. Habían pasado más de 15 minutos desde que la multitud huyó despavorida. Más de 12 minutos desde que vio a Reena abofetear a Sylphiel haciendo que esta se fuera en un mar de lágrimas. La policía no llegaba, sin duda gracias a las intervenciones de Filia, Gaudy y Zanglus. Y el solo esperaba. No cabía duda de que nada bueno podía salir de esa lucha.
Reena, Battousai y Heero podrían ser mas fuertes que cualquier otra persona, pero esos eran monstruos.
Luego estaban las explosiones, las luces extrañas y los gritos de Reena. La impaciencia lo abrumaba, y maldecía su impotencia en esas situaciones.
Si tan solo pudiera protegerla. Si tuviera la habilidad de ayudarla tal vez…
La oscuridad lo envolvió. En un segundo todo el paisaje era negro. "Perfecto" pensó, "ya enloquecí".
A lo lejos estaba una clase de luz. Una luz brillante y dorada. La fuente de esta parecía acercarse poco a poco a él. Por alguna razón no sentía ni inquietud ni miedo.
Se le hacía hasta conocida.
Cuida a mi niña. Sonó una voz dentro de su cabeza.
¿Qué? "Definitivamente estoy loco." Concluyó. Por alguna razón pensó que Heero y Battousai estaban detrás de eso. Tal vez "condimentaron" su comida con algo indebido.
Cuida a mi niña. Por favor. Seguía la voz, ahora haciéndose mas fuerte siguiendo el acercamiento a esa luz.
Esto ya no era locura. De alguna forma sabía que eso no era locura.
¿Qué…quien eres? – Dijo titubeando.
Chen Zen Wong, por favor cuida a mi niña.
El nombre le sonaba conocido, le era tan familiar.
Recuerda. Una luz dorada apareció debajo de sus pies y una columna de luz lo tragó.
Recordaba entrenamiento. Recordaba entrenar en Wu Dan. Recordaba viajar por toda China buscando a alguien merecedor de las enseñanzas de la montaña. Recordaba encontrar a una pequeña niña pelirroja de larga trenza. Recordaba sentir su alma atormentada, su ambición sin rumbo, su terrible fuerza y su poder superior. Recordaba haberla entrenado, ayudarla a controlar esos sentimientos. Recordaba haberse sacrificado para que ella encontrara el umbral. Para que cumpliera su destino. Recordaba su nombre. Zu Li.
Reena.
Recuerda, Gray Stone.
Nuevamente recordó ahora una vida como herrero. Conocer al último Dragón Antiguo. Conocer a su hija. Aprendiendo la magia astral. Recibiendo poderes más allá de su comprensión. Recordaba amar a esa pequeña mujer de ropa negra y largos cabellos rojos. Recordaba encontrar amigos en sus viajes. Encontrar armas sagradas. Ver la transformación de su esposa en un ser lleno de poder del caos. Recordaba haberse sacrificado para que ella pudiera cumplir su propósito. Recordaba su nombre. Axia Ul Copt.
Reena.
Recuerda, Zelgadis Graywords.
Recordaba ser transformado. Pasar de ser un simple niño a un hombre fuerte e inmune. Recordaba servir a un monje oscuro. Recordaba haberse enfrentado con el Mal superior y ayudar a una pequeña pelirroja a destruirlo. Recordaba una búsqueda vana. Recordaba a una princesa, a un espadachín idiota, a un Sacerdote mentiroso. Recordaba las muertes de un reino destruido. Recordaba proteger de la desesperación a esa pelirroja. Recordaba haberla amado en un mundo de tortura. Recordaba acceder a conocimientos más grandes y a una misión importante. Recordaba sacrificarse para protegerla y terminara su propósito. Recordaba su nombre. Lina Inverse.
Reena.
Por favor, protégela. Salva su alma. Aun necesita cumplir su destino.
Madre. – dijo cuando la columna de luz terminó. Su cuerpo era duro, pétreo como lo había sido de antaño. Cuerpo que necesitaba para controlar poderes que un humano normal no sería capaz de acceder, de controlar. Se arrodilló para mostrar respeto a La Reina Dorada de la Oscuridad. – L-sama. Lo haré.
Ya no era Zel, el estudiante proveedor de información y armas a una Ladrona. Ya no era Zel, miembro honorario de los ryuzoku, trabajando al lado de su maestro Rezzo.
Era Zelgadis Graywords. La quimera que hace más de mil años retó a Zellas en combate para que su amada Lina Inverse tuviera tiempo de conjurar un hechizo que destruyera a la Juu-oh. Era el mismo que cedió su alma al servicio de L-sama para usar su poder, al costo de su vida.
Era Zelgadis Graywords, quien de nuevo tenía que cumplir su destino.
Madre, cumpliré mi destino de nuevo, si es lo que deseas. Ella es mas importante¿verdad?
En alguna parte del Mar del Caos, L-sama sonrió.
Usarás mi poder una vez más. Y cuando lo hagas, vendrás conmigo y esperarás. Tus acciones serán recompensadas.
Zel, sonrió. Eso no era necesario. Ella era más importante. Para el, para el mundo, para todo.
Sin ella, el equilibrio jamás sería restablecido.
A tu servicio. Hasta la muerte.
La oscuridad desapareció, dando cabida a lo que había antes. Zelgadis sintió como sus píes se hundieron en la suave tierra húmeda de uno de los jardines cercanos al gimnasio.
Escuchó rugidos de dolor. Una risa femenina cruel quien gozaba de todo.
Tenía que actuar.
Para eso prepararía algunas cosas.
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El estar encerrado en una prisión te hace ser curioso de lo que pasa afuera. Si mientras estas adentro dejas de alimentarte normalmente, comienzas a desear, a codiciar la comida que te agrada.
Y cuando la obtienes, no puedes parar de comerla.
Zeross había llegado a olvidar la importancia de no perder el tiempo jugando con el monstruo de Dynast. Incluso había usado algo de su poder para restablecer algunas de las heridas de la bestia para prolongar más su sufrimiento. La gema cambiaba su color paulatinamente a negro. La figura de Reena se perdía en las sombras.
Su alma estaba próxima a romperse.
Y con ella, la esperanza que le quedaba a ese universo.
Reena/Zeross bateó al monstruo con su báculo hasta el otro extremo del gimnasio. Su mirada era totalmente cruel y sádica. Podría ser un servidor de poderes mayores a Shabranigudú, pero seguía siendo un Mazoku. Y saben que los Mazoku les agrada ser así.
Reena, deja de hacer eso y termínalo. No sabemos de lo que pueda ser…
Sigue gritando Hee-chan – dijo Reena mirando de soslayo al agente ingles. – Tal vez Reena te escuche.
Siguió jugando con el demonio herido. Sin importarle nada más.
Es como un gato que juega con su comida. Esta dominada completamente por sus deseos. – La mirada dorada de Battousai, tenía un poco de comprensión. – Pero jamás pensé que pudiera albergarlos.
Tú eres el experto. ¿Qué va ha pasar?
Por lo general cuando acabas con la vida de alguien de esa forma. Solo te dan ganas de seguir haciéndolo. No se detendrá. Seguirá con lo que tenga a la mano.
Eso no era lo que quería oír.
Lo siguiente ocurrió muy rápido.
La densa pared de hielo fabricada por Reena que evitaba que los anteriores monstruos salieran del Gimnasio voló en pedazos.
Un bólido de color beige voló directamente hacia Reena. Esta giró para enfrentarlo y solo recibió un pedazo de papel.
Zelgadis flotaba frente a ella y cerró los ojos.
Una esfera de luz la envolvió haciendo que perdiera los ojos amatista, los reflejos púrpuras de sus cabellos y el báculo de la gema casi negra.
Al final solo pronunció una palabra.
Dormir. – En el acto los ojos rubí de ella se cerraron y Zel la cargó en sus brazos.
La bestia se revolvía, casi agradeciendo la intervención del chico de piel azul. Pero desaparecida la amenaza de la pelirroja, debía seguir con su misión.
Matarlos a todos.
Ustedes, salgan. – Ordenó a los confundidos hombres en el suelo, y se les unió en el camino.
Al cruzar la puerta se detuvo.
Heero. Ayúdame con ella. – Le gritó a su amigo pasándole el cuerpo inerte de Reena.
¿Qué vas ha…?
¡Corre! Imbécil.
Heero obedeció en lo que Zelgadis se quitaba una piedra del rostro. Murmurando palabras en un idioma que le era desconocido 5 minutos atrás la colocó en el suelo.
Un símbolo del tamaño del gimnasio se dibujó con luz, creando un campo de energía que impedía que el monstruo saliera de ese lugar.
Alejados a más de 20 metros de allí, los cuatro individuos obtenían un descanso.
Heero dejó a Reena en el suelo. Estaba como dormida, tan tranquila y pacifica contrastando al pequeño demonio que los tuvo con la piel erizada minutos atrás.
Zel se arrodilló al lado de ella empujando levemente a Heero para que le diera espacio. Con la punta de su dedo índice, Zel trazó una línea en la frente de la chica y esta despertó.
Despierta, chiquilla. – Le dijo con voz suave. No la de un joven de 17 años. Sino la de un hombre maduro. – Otra vez te has metido en problemas, pequeña Lina.
Reena sonrió al oír su nombre de la quimera que la… un momento. No puede ser.
¿Por qué te sorprendes Lina-chan? – Dijo Zel después de una breve risa. – ¿Crees que eres la única que puede recordar cosas?
Zel, no… - Ella sabía las consecuencias de recordar. El dolor provocado por las memorias tan dolorosas. El hecho de descubrir que esta vida solo era una mas en un juego eterno donde el destino estaba señalado, haciéndolos no más que simples peones en un cruel juego universal. El chico la interrumpió tomando sus manos entre las de él. Haciéndola ver que eran, de nuevo, calidas y pétreas como hacia siglos.
Reena dejó caer una lágrima al darse cuenta de eso.
Escuchame. A lo largo del tiempo hemos sido muchas cosas. Enemigos, aliados, esposos, amantes. En esta vida me ha tocado conocerte y protegerte como un amigo. Yo respondo a mi propósito, cuidarte, a toda costa. Tu solo sigue adelante. Cumple tu destino con honor, y veras que brillante recompensa te espera.
Ella recordaba esas palabras. Cada reencarnación de Zel se las decía antes de entregar su vida para que ella…
No, no puede pensar en…
Zel se levantó, erguido. Sorprendiendo a ambos agentes por el incremento de su poder. Miró largamente a Heero en los ojos. Buscando su parte más profunda.
Amigo Heero. Cuidala de mi parte. Protege su alma toda costa.
Zel… - Heero reconocía la solemnidad de una persona que estaba apunto de perder la vida. Le dolía pensar en perder a otro amigo más, pero… también sabía hacer y cumplir promesas. – Lo haré.
Battousai solo observaba. Alguien iba a morir. Y eso no lo hacia nada feliz.
Kenshin pensaba lo mismo.
Zel, espera. – Ordenó Reena débilmente mientras intentaba levantarse inútilmente. El hechizo de sueño aún no la abandonada, dejándole en cuerpo pesado. – Zel¡Espera!
Solo veía la espalda del chico que había conocido 4 veces. Estaba desesperada, no podía perder de nuevo a…
Aquella que flota en el Mar del Caos. La Diosa Dorada de la Oscuridad. Brindame tu poder y tu fuerza. Llevame de nuevo a mi destino final.
¡NO! – ella conocía esa invocación. Zel la aprendió de uno de los monolitos que contenían la Biblia de Clair. La invocación que llenaba el cuerpo del hechicero de energía del caos para ser canalizada en magia común. El hechizo que daba un destello de poder capaz de destruir a un Dark Lord a un humano común.
El poder que extinguía la vida humana por un pequeño instante de gloria.
Zel seguía caminando hacia el gimnasio. Sabía lo que iba a pasar, y estaba tranquilo, sereno. Podría esperar. Tenía la esperanza de que cuando despertara de nuevo… todo sería mucho mejor.
"Fuente de todos los espíritus que vagan en la eternidad"
El hechizo del La-Tlit destruía a los demonios desde el plano astral. Para demonios superiores como Mazenda, Seigram, Zeross y otros era tan inocuo como una piedra contra una montaña. Pero con esa invocación, con el poder del caos fluyendo directamente a su alma…
"La llama azul que nunca se acaba,"
Reena le seguía gritando que se detuviera, pero sabía que si trataba de detenerlo, de nuevo el maldito mazoku dentro de ella tomaría posesión y la rompería en mil pedazos.
"Responde a la llamada de mi alma"
Alrededor de el una corriente de energía albiazul se formaba. Podía sentir el flujo del poder en cada célula de su cuerpo pétreo. Poco a poco las carcomía, deshaciéndolas, desatando mas poder aún. Se acercaba más y más a la entrada. Dentro del gimnasio, la bestia golpeaba el campo de energía para salir y matar.
"despierta tu fuerza dormida"
La energía se hacia mas intensa, casi ocultándolo de la vista de los observadores lejanos. El cielo parecía separarse y el viento soplaba anunciando el desenlace final. Atravesó el campo y siguió avanzando.
"acude aquí desde el infinito"
La bestia retrocedía al sentir el tremendo poder del tipo de piel azul. Zel sonreía al recordar como Zellas también temió de su propia destrucción. Ahora esta bestia llevaría con su destrucción un mensaje al último Dark Lord. Un doloroso mensaje.
Zel y la bestia solo estaban separados por un metro. Un instante tranquilo. La calma antes de la tormenta.
"Para celebrar tu juicio en este instante."
Fuera del gimnasio Reena lloraba al esperar el final. Heero le ayudaba a ponerse de pie en lo que Battousai se adelantaba para protegerlos de lo que fuera.
"Adiós Reena." Dijo por último Zel.
¡LA-TLIT! – Gritó desatando el poder total.
Una columna de luz azul intensa rodeó por completo a la bestia vaporizándola por completo. Y avanzó. Haciendo se mas grande. Cubriendo a Zel, al gimnasio, y mas allá.
Battousai colocó una pose defensiva en lo que Heero abrazaba a Reena para protegerla de lo que fuera. La luz los atravesó sin daños. Reena sintió como su cabeza casi ser reventada, producto del "exorcismo" del poder mazoku en su cuerpo. Mandando de nuevo ese poder al fondo de su alma.
Mas lejos aún.
Una esfera de energía cubría cientos de metros purificando en el mas grande hechizo de magia astral hecho en esa época.
Después, todo se calmó.
Reena podía caminar ahora. Corría torpemente, tratando de ver lo que quedaba de Zel.
El estaba flotando, a 1 metro de altura de un cráter ocasionado por su propio poder. Descendía lentamente con el rostro oculto por el cabello de alambre. Al tocar el suelo con sus pies, sus piernas se doblaron y terminó arrodillado.
Reena lo abrazó al tiempo que trataba de de hacerlo reaccionar. Sacarlo de un estado de ensueño. De buscar rastros de vida en esa cara…
Zel le sonrió por última vez.
Adelante Reena. Siempre adelante. Vive de acuerdo a tus principios y nunca traiciones a tu corazón.
Fue lo último antes de cerrar sus ojos por cuarta vez.
Reena sollozaba mientras acogía su pétrea cabeza en sus brazos. Ignorando el hecho de que sus cabellos de alambre punzaban su pecho.
Battousai observaba todo, sintiéndose tremendamente incomodo. Estaba acostumbrado a las muertes. A los gemidos de los moribundos y el llanto de los sobrevivientes. De hecho en ocasiones lo encontraba exquisito, casi excitante. Pero el ver a la pelirroja que estimaba como una valiente aliada, llorar la muerte de alguien que el respetaba como un amigo, le causaba pesar.
'Nunca es agradable, cuando un valiente muere.' Le susurró a Kenshin mientras se alejaba.
Kenshin le dolía eso. Un amigo más reclamado por la muerte. Por supuesto aún tendría que hacer preguntas, sobre todo por el poder que manifestó momentos antes del desenlace. Pero por ahora...
Que tu alma encuentre la felicidad, en la otra vida. – Dijo en voz alta deseando que Dios, Buda, Al� o cualquier otra deidad allá arriba escuchara e hiciera realidad esa petición.
Heero estaba consternado.
Otra perdida más. Eso era repugnante.
Pero ¿Qué decir? Hacia tiempo leyó en alguna parte una plegaria. No sabía si Zel era creyente, pero parecía adecuada a la situación.
"El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre…
LALALALALALALA
"...Aunque pase por el valle de las sombras de la muerte, no temeré mal alguno, porque tú estas conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento."
El ministro terminaba su plegaria, colocando inconscientemente lagrimas en los presentes, quienes rendían sus respetos al cuerpo encerrado en el ataúd de madera.
Zelgadis no tenía parientes conocidos. Ni lejanos o cercanos. Su vida en si era un misterio. Y, sin embargo, era apreciado por toda la comunidad estudiantil. Los profesores, alumnos, todos los que tuvieron el detalle de ir a su sepelio sumaban más de 80 personas. Todas vestidas de negro.
Era el entierro de un gran personaje.
Muchos se preguntaron ¿porque no mostraron el cuerpo al público como era una costumbre?. O ¿de donde salió el dinero para los gastos del sepelio?. O ¿quién tuvo el detalle de hacerlo?
La policía también tenia preguntas, pero nadie era capaz de dar una respuesta.
Su muerte fue atribuida al ataque de un animal salvaje que de alguna forma había terminado en la cuidad. Los testimonios de monstruos en la fiesta, serían atribuidos a una alucinación en masa producto de LSD en el ponche de la escuela.
La muerte de Zelgadis era solo un accidente. Lamentable. Pero solo era eso.
Y nada más.
El verdadero funeral empezó cuando todos se fueron. Al quedar sola la tumba, tres automóviles de lujo negros llegaron al cementerio. Tres personas bajaron de cada auto, dejando a un chofer vigilando. Tres de ellos, se abrieron tomando posiciones de vigilancia perimetral y el resto se acercaba poco a poco a la tumba reciente.
Gaudy y Filia confortaban a una casi derrumbada Reena que no había dejado de llorar en los últimos dos días. Kenshin y Heero acompañaban a Rezzo, quien fue lo más cercano a un Mentor para Zelgadis en esta vida.
Cada uno tenía ofrendas que dar.
Gaudy se adelantó, abriendo su impermeable, sacando una espada que de antaño había acompañado a la antigua Quimera y al herrero poderoso. La espada de empuñadura dorada forjada por el mismo Monje rojo.
Zelgadis Graywords, Gray Stone, Chen Zeng Wong, Zel, amigo nuestro. Has cumplido tu destino de forma gloriosa, Encontrarás tu compensación en la otra vida.
Con fuerza, clavó la espada en la lápida de granito, donde se hundió, tan firmemente que nadie la sacaría de nuevo.
Gaudy regresó, al lado de Filia quien seguía abrazando a Reena mientras observaba la ofrenda de ellos.
Rezzo fue el siguiente. El no estaba muy al tanto del pasado de Zel. Los dirigentes Ryuzoku no permitieron que indagara mucho. Y aunque le perturbaban los nombres que le dirigían a su pupilo, no podía quitar el hecho de que lo había querido. Un gran alumno en las clases de la escuela. Un gran aprendiz en el laboratorio. De no haber fallecido, ambos, sin duda, habrían hecho cosas muy grandes.
Solo habría sido cuestión de tiempo para que llegaras a esto, niño. – Sacó de su abrigo un medallón. – Esto es para ti. Te lo habrías ganado de todos modos.
Su preciado Nobel de Química, ganado hace un par de años. Lo depositó con gentileza, rodeando la espada con la cadena. Lo dejó colgando, presumiendo al mundo lo que hubiera pasado.
Battousai sacó una botella de arcilla. Vertió su contenido en las ofrendas. "Es una pena morir, sin tener el gusto por un buen sake." Dijo al terminar de vaciar el contenido.
Kenshin depositó unas flores amarillas al pie de la lápida. Las mismas que llevaba a la tumba de su esposa Tomoe.
Reena no llevó nada. Solo se arrodilló llorando una vez mas, derrumbándose por enésima vez. Sintiendo el dolor de 4 perdidas en su corazón, era más de lo que un humano podría soportar.
Sus lágrimas fueron las ofrendas mas sinceras de todas.
Todos se retiraron después de un tiempo, quedándose Heero solo. Había declinado la invitación de los demás pues tenía una ofrenda diferente que hacer.
Se arrodilló frente a la lápida y sus manos buscaron la cruz de oro que Reelena la había regalado tiempo atrás. Era su recuerdo, era el significado de una misión que creyó que sería rápida. Ahora representaba algo que posiblemente jamás podría cumplir.
Era su regreso. El deseo de regresar a Londres y continuar su vida con ella.
Pero las cosas se complicaban. Ahora había traiciones. Ahora tenía la consciencia de poderes que iban más allá de las vidas de las personas. Ya no era proteger a un solo ser humano, ya tampoco a un país. Era la protección de toda la Raza Humana. Protegerla del dominio de un régimen que haría a los nazis, parecer a un grupo de clones de la Madre Teresa.
Heero era parte de eso. Ya no podía retornar.
Debido a eso, debía reconsiderar sus promesas.
Sacó el cuchillo de combate que tanto había querido Wufei, en lo que enredaba la cadena alrededor de su mano.
"Perdón Reelena. Pero ya no puedo regresar." Pensó mirando con tristeza a la cruz.
Zel, amigo. Te juro por lo que mas quiero en este mundo, y por mi sangre. – Cortó la palma de su mano, haciendo que la cruz se manchara con su sangre. – Que la protegeré a toda costa. A cualquier precio. Juro que jamás me separaré de ella, hasta que todo esto haya terminado. Confía en mí... hermano.
Sin decir más palabras se levantó, dejando unas cuantas gotas de sangre en el húmedo suelo de la tumba.
La cruz colgaba ahora de su mano derecha, goteando poco a poco la sangre del soldado perfecto.
LALALALALALALALALA
Las faldas del monte Hiei se llenaban de bruma perpetua. La oscuridad la bañaba aunque el sol mas intenso estuviera en su apogeo. Siempre había sombras que se resistían a morir en cada uno de los lados de la montaña.
Los espíritus se agolpaban en cada encrucijada. Esperando el momento de poseer a algún humano para ganar un cuerpo nuevo.
Sin embargo huían despavoridos cuando una triada de "personas" se acercaban a la entrada de la base de Shishio.
El líder del Jupongatana, la máxima organización Yakuza de Japón, aquella que se tragó a las anteriores en el Bakumatsu, tenía su "hogar" en una gigantesca cueva natural dentro del monte Hiei. Caminaba a la cabeza de los demás, siendo abrazado por su compañera más fiel y apreciada, la Doctora Yumi Komagata. Ella estaba abrazada a su brazo candente y mientras caminaban, charlaban acerca de los avances que había tenido referente a las Armas de la Luz.
Dynast y Trieze los seguían atrás. Caminaban juntos, aunque con una prudente distancia entre ellos.
Cada uno de ellos estaba solo por simples razones. Sus compañías de costumbre estaban en misiones importantes. Lady Une, en Londres, supervisando la construcción de los nuevos Mobile Dolls, y la reconstrucción de la Base en Escocia para la investigación de tácticas de combate.
Sherra, se quedo terminado los detalles concerniente al traslado de enseres, equipo restante y más que nada a darle de nuevo una gran estudiada al Sánscrito del Caos de Lei Magnus.
Solo una semana había pasado desde la fiesta en Chicago. Una semana que para Dynast ha transcurrido desesperadamente más lenta de lo normal. Y no solo por el hecho de que su pequeña conversación con Zeross fue totalmente confusa, sino por el hecho de que había presenciado cambios sutiles en el Plano Astral.
Zelgadis Graywords, recordó. El único humano que en la historia había accedido a los poderes de L-sama sin utilizar el Giga Slave. Y en cada ocasión había perdido la vida eliminando a mas Mazokus que cualquier otro ser vivo, a excepción de Lina Inverse.
Y ese ultimo La-Tlit, aquel que no solo vaporizó por completo a su bestia (si bien no era original, le había quedado muy bien), sino que viajó a través del Plano Astral iniciando algo que Dynast jamás había podido imaginar.
Este se restauraba poco a poco.
Tal vez sea solo el inicio para el acomodo final, cuando los Astros terminaran de alinearse y la Reforma llegara, permitiendo la resurrección de una forma más sencilla.
Un humano muerto, desencadenando cosas que un Mazoku no habría sido capaz de hacer.
Y ahora tenía que preocuparse también por Reena. Durante la pelea de Zeross contra la bestia, podía ver como el alma de esa chica se empezaba a romperse. Consumiéndose poco a poco por esa gigantesca oleada de poder oscuro.
Al final, antes de ser detenido por ese chico entrometido, Zeross había acumulado mas poder que el que Dynast había tenido en los últimos 300 años. Y no solo eso, sino que empezaba a recibir poder directamente del Mar del caos.
Eso lo hacía un Mazoku de la talla de Shabi. Ni siquiera un Dark Lord recibía el poder directamente de la fuente, de L-sama. Y lo peor de todo es que estaba en su contra.
Mmmh. Pero Ellos tienen a Cephied. Con solo unos cuantos ajustes más y Shabi podrá pelear a través de ella.
Je! Eso será genial.
Hemos llegado. – Dijo Shishio, mostrando la entrada.
Esta estaba al costado del monte. Adornada con una serie de vigas tradicionales rojas, como la entrada de un templo Sintoista. Al final de ese "corredor" sin paredes, estaba una gran puerta de madera, con barras y pernos de metal aportándole una gran dureza.
Un par de solados vestidos de gris oscuro y rostro cubiertos les esperaban.
Lord Trieze, Lord Dynast, bienvenidos al Monte Hiei.
Nada mal. Solo que ¿por qué tuvimos que venir a este lugar caminando desde la carretera?
Es simple. Ningún auto podría atravesar el bosque. Además, solo caminando se aprende el camino para llegar.
Tiene un punto - dijo Dynast, tratando de ocultar el hecho de que. Ubicando el lugar en un mapa, se podría haber teletrasportado al interior de la base.
Trieze se encogió de hombros y dio un sorbo a la copa llena de vino de Zéfila al cual se había hecho adicto, y aparentemente había sacado de ningún lugar.
A Dynast le recordó a una Joven Ama de las Bestias.
Durante más de 15 minutos pasaron por una
Suerte de corredores y puentes colgantes (con su foso de rocas puntiagudas y los convenientes cadáveres caídos), llegaron al fin al corazón de la base.
Una sala lo suficientemente amplia como para acomodar a más de medio millar de soldados grises "sin rostro" en perfecta formación militar. Un hombre vestido de traje Armani y Abrigo Versace los saludó extendiendo las manos.
Shishio-san, Lord Trieze y Lord Dynast. Bienvenidos. – Dijo en un perfecto ingles británico, para deleite de Trieze. – Como pueden ver, todo ha salido a pedir de boca.
Haz realizado un excelente trabajo, Ouji. Como siempre. – Se dignó a darles una mirada a los soldados agrupados. - ¿Y ellos?
Shishio-san, ellos son lo mejor que Japón ha dado. Ellos serán la herramienta para que usted domine el país, y después del Mundo entero. – Ouji hablaba como un político. Sin embargo eso solo provocó sonrisas en las comisuras de las bocas de los Tres Aliados.
¡Excelente! Prepáralos, porque empezaremos nuestra lucha al fin de este mes. – Dijo Shishio, sonriendo, al igual que sus aliados.
¡Escucharon eso compañeros! – El fervor de Ouji solo era comparable al de un aficionado al Foot Ball. - ¡Cuando termine este mes, habremos tomado el dominio de este país¡Gracias a La Alianza!
Shishio-san, Trieze-san, y Dynast-san. Nombres que fueron coreados durante 10 minutos antes de que los hombres se cansaran y regresaran a sus actividades.
Dentro de la habitación de Shishio, La Alianza seguía sonriendo divertida por el fervor de esos hombres.
Los has adiestrado bien Ouji. Parecen dispuestos a morir por mí. – La suntuosidad era un juego que disfrutaba bastante.
Pregunta. – Dijo Trieze, atrayendo la atención de todos. - ¿Qué usted no es un político, postulado a la presidencia?
Así es. – El tono era invariable. Un gran político, azuzando a las masas. -Y cuando gane las elecciones, el Señor Shishio tendrá el control total. Nuestros enemigos caerán como moscas y solo será el primer paso para...
El control del mundo. – Murmuró Dynast. Para el eso le era tan gracioso. Controlar un mundo que pronto iba a ser sumergido en...
Los pensamientos y el discurso perecieron, cuando una nube de humo se hizo presente en la habitación. Sherra aparecía.
Lord Dynast, su encargo ha terminado. No quedan rastros de nuestro enlace con Chicago y Hawai. Todo ha sido borrado.
Eso de borrado, no era mas que decir eliminado.
Excelente. Si me permiten, debo atender unos asuntos con mi general. – Dijo Dynast desapareciendo al igual que Sherra.
Ouji estaba impresionado, bastante. Y el que esperaba impresionarlos con su discurso "Dominación mundial" no. 4.
Trieze, también se excusó, diciendo que tenía que tratar asuntos urgentes con Lady Une, vía satélite.
Ouji quedó muy decepcionado. Realmente.
Ouji. – El tono de Shishio era casi neutro. Y aún así, hizo que Ouji sintiera escalofríos. – Me dijiste que tenías algo que decirme.
Nuestra base ha sido descubierta. Trasladar todo el equipo que me pidió nos obligó a usar muchas rutas y dejar demasiadas brechas. Apenas ayer recibí el informe de que el Shinsengumi sabe donde estamos.
Así que esos ya lo saben. No hay problema Ouji, no esperaba que esta base permaneciera en secreto para siempre. Además no estaremos aquí mucho tiempo. En todo caso, ordena a Las Diez Espadas que se reúnan de inmediato.
Ya lo he hecho. De hecho Chou llegó ayer.
Previsor como siempre. Prepara a tus hombres, en cuanto terminen de reunirse las Diez Espadas, atacaremos a todos los del Shinsengumi. Los Ryuzoku no tardarán en llegar a Kyoto. Les será más difícil a ellos atacarnos sin ninguna clase de soporte en este país.
A si se hará Shishio-san.
Ouji se retiró haciendo una reverencia.
Shihsio se quedó pensando en Chou.
Y el porque se había reunido tan pronto en la base.
LALALALASLALALALALALA
Así que los han llamado. – La profunda voz de Hiko llenó la habitación.
Nuestro espía, podrá ser un idiota, pero es confiable. Las Diez espadas se están reuniendo, Y cuando terminen, pelearán contra nosotros. – Saito apagó la colilla de su cigarro en un cenicero en lo que Hiko se servía una copa más de Sake.
Eso habían esperado desde que el Shinsen se formó como una fuerza opositora al Jupongatana. Sin embargo, desde que Shishio fue parte de La Alianza, ese esperado momento se había convertido en el temido momento.
Después de ver lo que los Mazoku hacían, Hiko temía que Shishio, sin duda, habría aprendido unas cuantas cosas.
Por lo tanto nuestra única opción es… - Dejo la frase inconclusa, dejando que Saito pensara un momento.
Jamás podremos vencer a la Alianza sin la ayuda de los Ryuzoku. Será conveniente que los llames.
Hiko asintió, había pensado algo así. Necesitaban la habilidad de Battousai con la espada y la magia. El poder tecnológico de la armadura de Heero, y el singular poder de Reena.
De acuerdo. Llámalos. Yo haré los arreglos pertinentes. Dile a los Onnis que pongan a la pequeña comadreja a investigar si es que encuentra planos del escondite se Shishio, algo debe de haber. Pero lo mas importante, presiona al cabeza de escoba para que te de mas información.
Saito asintió y dejó la habitación sin decir más. Ambos se conocían demasiado como para pedir mas detalles. Ambos habían estado metidos en eso durante mucho tiempo, quizás desde la muerte de Katsura. Ahora se enfrentaban con la que sería posiblemente la lucha más grande, superando al Bakumatsu.
Hiko se quedó reflexionando sobre la forma en como regresaría su pupilo.
El tan solo pensar al demonio llamado Battousai usando magia ofensiva…hacían que le diera un escalofrío en su espina.
Suspiró mientras bebía más Sake.
Pensando también en como le daría la noticia a sus amigos los Ryuzoku.
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"La Alianza esta aquí. O nos ayudan, o estamos fritos. Hiko."
Hacia tanto tiempo que Gaudy no ponía su cara de empanadez mental. Pero después de ver ese corto mensaje. Hasta Filia se había sentido…bueno, confundida.
15 días habían pasado desde la batalla en la fiesta. 13 días desde el funeral y entierro de Zelgadis.
Días en los que una sombra parecía haber cubierto toda la base. Y no era para menos.
Hasta Battousai había dejado de molestar a Kenshin.
Los Ryuzoku estaban sentados en su sala de conferencias. Gaudy, Filia, presidiendo. Heero y Kenshin, mas sombríos que de costumbre, esperando instrucciones. Zanglus, como encargado de operaciones especiales, estudiando el informe referente a la organización Shinsen.
Y Reena, bueno, también estaba allí. Pero terriblemente destrozada por todo lo sucedido.
Ni siquiera había regresado a su casa. No había salido de la base desde ese entonces y se la pasaba en una habitación, durmiendo y llorando, abrazando una almohada. Filia, como "vigilante" de ella en sus múltiples vidas, sabía que algo iba muy mal.
Lina Inverse, al perder a Gaudy, se preparó para destruir el mundo con un Giga Slave descontrolado (el oportuno KO de Zeross ayudó a que el mundo siguiera girando); al perder a Zelgadis entregó su alma a L-sama y acepto la esencia de Zeross.
Axia Ul Copt, al perder a Gray, dejó de interesarse en la vida y desatando el poder ryuzoku de sus venas junto con el alma negra, destruyó a la parte más grande de Shabranigudú, perdiendo la vida en su proceso.
En otras palabras, ante la perdida de sus seres queridos, dejaba de importarle todo y se entregaba al dominio de su poder sin temores.
Pero en esta ocasión, solo lloraba, y se sumergía en una profunda depresión.
Hasta había dejado de comer como le era usual.
Solo te, y galletas. De vez en cuando.
Partirán en el primer vuelo de mañana. La misión será evitar la destrucción del Shinsen, y de ser posible, destruir la base de Shishio.
Ni siquiera fue necesario someter a votación lo que iba a pasar. Gaudy solo lo ordenó sabiendo que esa era la mejor, la única opción que tenían.
Todos estaban concientes te eso.
De acuerdo, empezaremos a empacar desde ahora. – Dijo Heero mientras se levantaba. – Creo que lo mejor será que Reena se quede aquí.
Battousai asintió. Al igual que el resto de los presentes. Excepto una.
¿Qué¿Por qué no voy a ir? – Reena se levantó de su asiento. Su cara estaba desecha, pero también indignada por no participar. - Si creen que me quedaré aquí de brazos cruzados pudiendo patear el trasero de Dynast por lo que hizo están muy equivocados.
La subida del Ki de Reena encendió algunas alarmas en los presentes.
Reena, no estas en condición de entrar en combate. No hasta que te serenes. – Battousai era un experto en combates. Su consejo debía seguirse. Pero…
¿Qué no estoy en condición de luchar¿Quieres que te queme el trasero maldito mono japonés ojirazgado?
Reena, entiende que… - Heero trataba de evitar una discusión algo destructiva (literalmente) mientras veía como Reena invocaba un par de bolas de fuego.
No me dejarán aquí. No me dejarán…
Entonces todo terminó. Un PAAAAF sonoro llamó la atención de todos, antes de ver el resultado.
Reena caía en su asiento cubriendo su ardiente mejilla con una mano mientras veía con odio contenido a Heero. Sus ojos se hicieron ligeramente vidriosos.
¡Escúchame bien! – Le gritó Heero a Reena. – Entiende que en estos momentos te dominan tus emociones. No necesitamos más problemas. Ahora, Kenshin y Yo iremos a Kyoto y tomaremos este asunto en nuestras manos. TU NO IRAS. No necesitamos a niñas lloronas que solo buscan desquitarse sin pensar en las consecuencias.
Y eso fue todo.
¡Himura! Nos vamos.
Ah…si. Allí voy. – Dijo Kenshin impresionado.
Los lideres Ryuzoku estaban mudos.
Que gran golpe. – Murmuró Battousai, imaginando de repente al chico con capa de Hiko.
Reena solo se quedó allí. Sin decir nada. Hasta que el par de agentes se retiraron.
Heero, estúpido… - susurró cuando las lagrimas regresaron a sus ojos y se retiró de la habitación llorando.
Filia y Gaudy me miraron mutuamente y suspiraron al mismo tiempo.
Iba a ser una larga estadía.
LALALALALALALALALALALALA
Heero Yui no golpeaba a las mujeres.
Los hombres eran otra. Maxwell, Kenshin, Zel…, bueno, el ya no. Sin embargo eso de golpear a una mujer, lo incomodaba. Lo hacia sentir como un "macho retrogada"; independientemente si era necesario o no.
Esa niña tenía que reaccionar de alguna forma. Si tan solo volvía a perder el control de esa forma, posiblemente NADIE seria capaz de detenerla. Y el cielo sabe que él no puede.
Afortunadamente, por el momento ella lo odia y se quedará lejos de cualquier peligro inmediato. Filia y Gaudy la cuidaran y ayudaran a sobreponerse mucho mejor de lo que él podría hacerlo.
Mientras tanto debía partir a una misión.
En esos momentos abría el casillero del gimnasio donde guardaba la mayoría de sus pertenencias. Tenía un cuarto, claro, pero en OZ aprendió a vivir con lo que podía guardar en un angosto casillero. Los viejos hábitos eran difíciles de romper.
Ya tenía todo lo que podía necesitar en una maleta deportiva. Mudas de ropa, algunas botas. Su armadura y abrigo viajarían por paquetería disfrazados como mercancía par una tienda de curiosidades. Las armas, según había dicho Kenshin, las conseguirían con un tal "Cabeza de Gallo".
Bueno, más bien, eso se lo dijo Battousai.
Heero se miró en el espejo que tenía al fondo, y notó, como otras veces, un par de fotos que era lo único personal que se animaba a conservar.
En una de ella, 6 pilotos vestidos con el uniforme deportivo del Colegio Maxwell Smart, sosteniendo cervezas a lo alto. La única foto donde estaban todos sus "hermanos" sonriendo y pasando un buen rato.
En otra de ellas, la foto en su supuesto cumpleaños donde tenía la cara llena de pastel, acompañado por tres sonrientes Ryuzoku.
Esas fotos parecían haber sido tomadas una vida atrás.
En ese momento reflexivo, posó su mano en su pecho, sintiendo la cruz de oro de Reelena y la "R" ornamentada de Reena. Tan diferentes en forma y significado.
Tan diferentes como las personas que se los regalaron.
Se quitó ambos regalos y los contempló uno en cada mano. La "R" había llegado a significar "Reena", y eso le recordaba la promesa que había hecho. La cruz, el motivo el que lo trajo a ese lugar, el propósito por el cual se había resignado a no volver a Londres, hasta que se asegurara que La Alianza no destruiría el mundo.
Suspiró.
Al menos en ese momento deberá tener presente solo una promesa.
Se colocó de nuevo la cruz, y guardó la "R" en el casillero, ya que, mientras estuviera en Kyoto, no estaría cuidando de Reena.
Agarró sus cosas y partió a reunirse con Kenshin.
Para compartir algo de información.
LALALALALALALALALALA
Kyoto, Japón.
20 horas después.
El pelirrojo sacudía la cabeza para un lado y para el otro, tronándose cada vértebra del cuello. Los viajes prolongados lo dejaban en un sentir de tensión casi completo. Pero su único consuelo era que Heero estaba en la misma situación que el.
Cara de trasnochado, afectado sin duda porque en ese momento debería estar dormido y en esos lugares hacía un sol de mediodía. La comida había sido mala, peor que la de la escuela, y eso es mucho decir.
Se preguntaba como Reena era capaz de digerir esa comida.
Y ahora, allí estaban ambos, en el país del Sol Naciente. En la ciudad "La Capital del Milenio". La ciudad que durante siglos fue la capital de país más… Se entiende la idea.
Aparte de la Alianza¿Qué otras cosas les esperan?
¡Himura! – Gritó una vocecita mientras una mano se sacudía en el aire. – Himura, aquí estamos.
Kenshin vio hacia el origen de esa voz, y sonrió.
Aquí esta nuestro comité de bienvenida. – Le dijo Ken a Heero.
Después de un par de minutos vio a la singular pareja que los esperaba. Un singular tipo bastante alto y delgado, vestido de traje negro y abrigo claro sostenía un cartel blanco, con varios Kanjis que decían "Himura" con un corazón al final.
Sobra decir que estaba visiblemente incomodo.
A su lado estaba una chica que podía ser la hermana de Reena. A saber, pequeña, delgada, de poco pecho. Aunque tenía ojos verdes, una larga trenza de cabello negro y una vitalidad que contrastaba con la actual Ryuzoku.
Y aún así medía 10 cm. menos que aquella pelirroja.
Bienvenido, Battousai. – Dijo el hombre avergonzado y serio, con una voz fría.
Himura, has llegado. ¿Qué me trajiste, que me trajiste? – Decía sin parar la chiquilla.
Era tan ruidosa. Por alguna razón a Heero se le formó la imagen de una comadreja en la cabeza.
Heero, déjame presentarte a dos miembros del Shinsengumi. – presentó Kenshin. – el es Shinomori Aoshi, líder del Onniwabanshu y dueño de la cadena de restaurantes "Aoia".
Heero estrechó la mano del hombre alto, reconociendo de inmediato a un gran guerrero.
Ella es la Señorita Misao. Es…
No, ahora soy Shinomori. – Dijo orgullosa mostrando un anillo de oro en su mano. – Soy Shinomori Misao.
"Vaya" pensó Heero. "En donde me vine a meter." El fulano tal parecía tener casi 26 o 27 años. La pequeña no parecía más de 15. Tenía la sensación de que ese tal Shinsen estará compuesto de gente más loca que los Ryuzoku.
¿Acaso tendría razón?
LALALALALALALALALALALA
N.A. Lamento si en algunas partes sueno algo desvariado. La mayoría de ellas son solo partes de "transición" por así decirlo. Cosas que solo escribo para dar pie a la siguiente escena.. Es por eso que en ocasiones suenan muy, pero muy forzadas. Por lo visto no quedaron dudas del capitulo anterior, cosa que me dice 2 cosas: O soy muy bueno, o de plano nadie lee con atención. Y como no soy tan bueno…
De todos modos seguimos adelante. Aquellos que les dolió la muerte de Zel, bueno, lo siento, pero era muy necesaria. Sugiero que se preparen mentalmente para el siguiente capitulo pues seguiré aclarando un poco mas el papel de Zeross en la vida de Reena. Y sobre todo, lo que estoy ansioso por escribir, la misión de Heero y Kenshin en Kyoto.
Nos vemos.
LALALALALALALALALA
El el proximo capitulo:
Filia ha terminado de traducir la Biblia de Clair y con ella manda a Reena a un viaje dentro de su alma, para que sepa todo de la única persona que le puede dar respuestas. Zeross. En tanto, Heero y Kenshin se preparan junto con el Shinsen para entrar al Monte Hiei. La preparación obliga a Heero a conocer las singulares personalidades de Hiko, Saito y Sanosuke. ¿Podrá sobrevivir a esos encuentros
No se pierdan "Operación Kyoto" de La Alianza.
LALALALALALALALALAA
De Reviews. Como dije, los contestaré por correo.
Me es más facil. Pero gracias a Elena, Gaby(hyatt y Ángel Némesis por sus reviews.
LALALALALALALALA
Sugerencia del día:
Constantine. Hace tiempo que no voy al cine, pero esta la sugiero ampliamente, para que luego me la cuenten.
Star Wars Episodio 3. Espero ansioso.
Batman Begins. Este no tanto, pero aún así…
El Resplandor, de Stephen King. Sea el libro o la película. Maestro. Me quito el sombrero.
