N.A. Otro capitulo más terminado con esfuerzo.
Como siempre, solo puedo soñar. Las series involucradas no me pertenecen. (Bueno, realmente si, pero no quiero cobrarles por leerlas. Soy alguien generoso.)
Este capitulo esta patrocinado por:
Realmente por nadie. Ninguna empresa quiso financiar este fic. Asi que fue pagada de mi propio bolsillo.
Entonces...
Patrocinado por: Bolsillo Alpha Jack Bank. "En bancarrota permanente."
LALALALALALALALALALALALAL
Se sentía tan bien.
Realmente muy bien.
El viento helado enfriando sus mejillas, tratando de congelar sus ojos protegidos por la fina capa de piel de los parpados. Sus ropas moverse, vibrando con el aire. Después, la sensación de caída libre.
Cien, doscientos, trescientos metros, y más. Abrió los ojos para ver como el suelo se acercaba a una velocidad de vértigo.
Planeó muy cerca del suelo, levantando polvo y hojas de árboles a su paso y regresó al cielo.
Se sentía tan bien.
Pero esto era mejor.
Enfocando su misma esencia. Desapareció de la realidad de este plano.
Viajar en el plano astral, la teletransportación, era como viajar en el agua a gran velocidad. Sentirse rodeada de sensaciones, sonidos e imágenes. No verlas u oírlas, sino simplemente "saberlas".
Enfocando su pensamiento en un lugar determinado, usando un destello de poder, salió del plano Astral a la realidad.
Estaba encima de un edificio. Con la ciudad rendida a sus pies.
Reena Inverse sonrió y lo volvió ha hacer.
A veces aparecía en los techos. Algunas otras, encima del alumbrado público de la ciudad. Una vez, calculó mal y apareció enfrente de un camión de pasajeros. Desapareció de inmediato, no sin sacarle un buen susto al chofer.
Para un humano, trasladarse por el Plano Astral, realmente no significaba nada. Solo era un cambio repentino de ambiente, bastante sorpresivo.
Para alguien como Reena, era como entrar y salir de un sueño.
Un sueño del que aún no tenía el control completo.
Sus andanzas la llevaron a una linda casita en los suburbios. La casa de ella.
Sylphiel.
Reena levitaba a 3 metros del jardín, espiando por la ventana de su habitación. Podía verla en la penumbra. La hermosa chica de cabello negro tendida cual larga era en su cama, abrazando una almohada. Sus ojos cerrados tenían marcas de ojeras, una especie de cansancio general despedía su aura, y al sentir sus sentimientos, Reena pudo encontrar una gran cantidad de tristeza, decepción y odio mezclado.
Era su culpa.
Ella la había alejado de forma cruel. Burlándose de sus sentimientos, del cariño que le había dado, de su entrega incondicional constante. Reena había destrozado su corazón y le había dicho que le repugnaba su presencia.
Pudo ser por su bien, pero era cruel.
Ahora allí estaba, a 3 semanas del suceso, y Sylphiel seguía llorando, sufriendo. Una mirada rápida a su cuerpo, la mostró más delgada, pálida y enfermiza. No había comido bien desde entonces y su cuerpo le pasaba la factura.
Una aguda depresión estaba a las puertas, todo por culpa de ella.
Reena suspiró. Si ya no debía estar con ella por su propio bien, al menos, ya no la haría sufrir mas.
Cerró sus ojos rubí, y extendió su mano derecha tocando el frío cristal de la ventana. Al abrir sus ojos, las pupilas eran alargadas y un destello amatista las adornó.
'No podré darte la felicidad que te mereces, pero al menos, retiraré tu tristeza.' Habló para si en lo que hacia brillar su mano.
Una especie de aura negra cubrió su cuerpo y despidió humo negro de ellas. Este atravesó el vidrio y se acercó al cuerpo de la dormida muchacha. Se acumuló a su alrededor y, como si fueran tentáculos, entraron a su pecho, a su corazón.
La operación no fue dolorosa, de hecho, ella ni cuenta se dio. Reena sentía como su propio corazón se llenaba del dolor, la tristeza y la vergüenza que Syphiel emanaba. Mantuvo conciencia de su sufrimiento y lo arrebató.
Esas emociones las transformó en alimento para su alma mazoku, por el momento.
Terminada la operación, volvió a mirar a la chica.
Respiraba mas tranquilamente. Sus ojeras parecían haber desaparecido, incluso lo demacrado de su rostro. Por primera vez en semanas, la chica de cabello negro sonreía pacíficamente, liberada de esa pesada carga que eran los sentimientos negativos.
Reena también sonrió.
Ceremonialmente, besó sus dedos y los puso en el vidrio, como apuntando a los labios de la que había sido su chica durante un dulce mes. (Mas o menos.)
Por ahora, la dejaría en paz.
Desapareció, teletransportándose de nuevo por los techos de la ciudad.
Pasó cerca de hora y media en la cima del edificio Ryuzoku, reflexionando, meditando, y sobre todo, acostumbrándose a "ver" a través del Plano Astral.
Donde una vez, habría podido ver todo lo que pasaba en el Plano Físico, ahora solo percibía borrosamente las cosas que pasaban mas cerca de ella. Tratar de ver mas lejos, era como intentar saber lo que pasaba detrás de un vidrio esmerilado bastante grueso. Solo percibía formas difusas e imprecisas.
Pero una clara voz vino de allí.
Sonando directamente en su cabeza.
'Reena, Ven pronto.'
Filia la llamaba usando el Plano Astral. Por lo visto ya se había recuperado de ese… beso… incómodo que le dio como favor para Zeross.
'¿Qué pasa?' Preguntó mentalmente, mientras levantaba la vista hacia el cielo, refrescando sus mejillas con la fría brisa nocturna de Chicago.
'Kenshin y Heero ya están aquí.' La voz mental titubeó. En vez de que fuera un noticia alegre, había algo de preocupación en esa noticia. 'Ambos estan muy mal. Necesito ayuda.'
Alarmada, Reena Inverse se puso de pié, y después de pensar en su destino, desapareció.
Había demasiado dolor en al ambiente. Mucho.
Alguien estaba sufriendo.
LALALALALALALALALALALALALALALA
La Alianza Episodio II
Capitulo 14 "Sanando heridas"
"¡Profeta!" — exclamé —¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!"
Y el cuervo dijo: "Nunca más."
El cuervo. Edgar A. Poe.
LALALALALALALALALALALALALos ojos casi grises permanecían abiertos. Los músculos de la cara estaban contraidos en una mueca de dolor y espanto, y espasmos ligeros atacaban los brazos y piernas, haciendo que se convulsionara en la camilla.
Gaudy y Filia estaban en el cuarto con el agente Japonés. Rezzo y Zanglus habían salido un par de minutos antes, después de confirmar el reporte médico que la Doctora Tanaki les había faxeado. Kenshin Himura no estaba drogado. Su condición era más parecida a una hipnosis forzada. Sin embargo, ni todos los estudios de Rezzo en psicología le pudieron ayudar. Zanglus, como jefe de seguridad, descartó también el estrés postraumático. Eso era diferente. Muy diferente.
"¿Que crees que sea?" Preguntó Gaudy, viendo a su pensativa esposa.
"Cuando la ciencia queda descartada, solo queda una respuesta. La magia. Se siente una gran cantidad de energía dentro de él. Mas que su Ki normal. De hecho, se pueden percibir 2 clases de energía contrarias. Como si estuviera dividido."
"¿Entonces está maldito?" Obtuvo el asentimiento de ella. "¿Puedes hacer algo?"
"Puedo tratar de romper el hechizo, aunque, mientras no sepa que clase de maldición es no puedo asegurar nada. Pero lo intentaré."
Filia se colocó a la cabeza de Kenshin y la tomó con ambas manos. Cerró los ojos para sondearlo. Manifestando un aura dorada, su cola salió por debajo de la falda ejecutiva y se meció un poco con el lazo rosa aún en la punta.
"Por favor, quédate a mi lado, hace mucho que no hago esto y podría perder el control."
Gaudy se paró detrás de ella y la abrazó, colocando su quijada en su hombro, sin hacer comentarios sobre lo incomodo que era su cola escamada.
El aura de Filia aumentó, emanando una case de polvo dorado justo a la cabeza de Kenshin, quien parecía calmarse un poco. El flujo se mantuvo ininterrumpido por varios momentos...
LALALALALALALALALALALALALAEl ambiente era oscuro, y tétrico. Sus pies chapoteaban en algo que no alcanzaba a distinguir debido a la negrura de ambiente. Y el hedor, un increíble hedor brotaba de todas partes.
Encendió una luz para orientarse. Encima de su cabeza una esfera iluminaba el piso rojo. Una capa fina de sangre cubría todo el piso, aferrándose a sus zapatos, manchando la parte inferior de su ropa sacerdotal. Filia no alcanzaba a distinguir mas allá del círculo iluminado, pero su fino oído detectaba un murmullo lejano.
(Fuera.)
Un sonido apagado y grave que brotaba de ninguna parte y lo llenaba todo. Sacudiendo su cabeza, levitó un poco y viajó hacia adelante.
El sonido crecía un poco en determinada dirección y lo siguió, esperando lo mejor.
(Fuera)
El hedor se intensificaba. Sangre principalmente. El olor cobrizo, mezclado con una calidez en su nariz haciendo más insoportable el ambiente. En su vuelo distinguió unas formas y se tomó un instante para observarlas.
Cuerpos abiertos.
Vísceras regadas, confundiéndose con la capa de liquido rojo. Cuerpos sin rostro, abiertos, destajados. Algunos con bocas toscas abiertas en un mudo grito de dolor, de tortura. Otros con la cabeza metida en torsos ajenos, o con los miembros reordenados en patéticos rompecabezas cruentos.
Filia cerró los ojos y se tapó la boca para no vomitar.
El ambiente la afectaba, mas de lo que a cualquier persona. Flotaba un aura de maldad patente que afectaba su mismo espíritu. Nuevamente se tuvo que aferrar al amor de Gaudy para no perder la compostura.
(Largo.)
Antes de que cualquier cosa pasara siguió volando, tratando de llegar al corazón del asunto.
Un grito la alertó.
Era de una voz conocida. De hecho era la voz que esperaba encontrar.
Siguiendo los destellos en la oscuridad casi perpetua, voló a través de montañas de huesos blancos, de bosques en llamas, de ríos de sangre, de cuerpos y más cuerpos asesinados. Cada imagen atentando contra su cordura.
Afuera de allí, Gaudy la apretaba más contra sí, haciéndole saber que allí estaba.
Los destellos se intensificaron, acompañados por el sonido del choque entre aceros templados. Mas allá, iluminados por una suerte de luz roja, 2 personas luchaban.
Una atacaba, en lo que la otra buscaba defenderse con torpeza.
(FUERA)
Kenshin.
Pudo distinguirlo, usando una espada rara.
Battousai.
Corría a velocidad imposible, rodeando al débil pelirrojo de ojos azules, atacándolo a cada oportunidad, hiriendo sin miramientos el delgado cuerpo del agente. Reía a cada ataque, haciendo brillar sus ojos como mares de oro fundido.
En cambio, Kenshin, ante los embates de Battousai, solo gemía cansadamente, gritando de vez en cuando, cada vez que el dolor era demasiado. Sangraba abundantemente por las múltiples heridas. De hecho, la cicatriz en forma de cruz de la cara también lo hacía. Sangre escurriéndose por su cuello, empapando la camisa negra de su vestimenta.
"¡Kenshin!" Gritó Filia, avanzando rápidamente para tratar de defenderlo.
Una pared invisible la detuvo.
(NO. NO LO HARÁS.)
"¿Que?"
Una sombra negra se manifestó frente a ella. Grande, más grande que su forma de dragón. Ojos brillantes, rojos como la sangre del piso y voz profunda y penetrante, atravesando el "aire" mismo, llegando directamente a su mente.
"¿Quién eres?" Preguntó temerosa Filia. "¿Acaso eres Ruby Eye?"
La figura sonrió. Divertida por la pregunta, y por la tortura prolongada de la mente huésped de ellos.
(NO TENGO EL HONOR. SOLO... VIGILO. Y TU NO PUEDES ESTAR AQUÍ.)
Filia empezó a ser cubierta de polvo negro. Giraba a su alrededor, formando un remolino que ce cerraba poco a poco. Aumentó su aura Ryuzoku para combatirlo.
"En el nombre de Chepied, por el poder del Gran Dragón Dorado purifico esta mente de su poder..."
La intensa luz de su aura fue opacada por la espesa oscuridad de la defensa de la sombra.
(DEBIL Y PATÉTICO DRAGON DORADO. TU PODER PUEDE VENIR DEL FALLECIDO CEPHIED, PERO EL MIO, SE GENERA DEL MISMÍSIMO SHABRANIGUDÚ. DESAPARECE, AHORA. SIENTE EL PODER QUE ESTA ALMA NOS PROVEE.)
La luz dorada de la magia arcana despedía pequeños rayos. De pronto se apagó, inundando al Ryuzoku de sentimientos negativos. La mente de Filia se fue llenando del sufrimiento y el dolor del corazón de Himura, y también fue atacada por la crueldad y el odio de Battousai.
Su forma no pudo mantenerse y comenzó a desaparecer, ante las risas de la sombra oscura, los gritos de Kenshin y la burla de Battousai.
LALALALALALALALALALALAElla estaba con los ojos cerrados, aún sujetando la cabeza de Kenshin, cuando comenzó a gritar.
El dolor perforaba su mente, al igual que la sobrecarga de energía negativa. Abrió los ojos, sin embargos estos se mostraban asustados, llenos de terror.
"¡FILIA!" Gritó Gaudy, apartándola violentamente del pelirrojo, rompiendo el lazo mental que los había unido momentáneamente. "¡Filia, tranquila! Tranquila. Todo esta bien, ya acabó. Vamos. ¡VAMOS!"
Sacudiéndola con fuerza, llamó su atención, obligándola a verlo a los ojos. Estaba asustada, aterrorizada. Sufriendo de forma distinta por su naturaleza Ryuzoku. Filia estaba despertando de una terrible pesadilla y se refugió en el pecho de Gaudy, temblando, increíblemente frágil.
Por la puerta, entraron apresuradamente Rezzo y Zanglus, al oír los gritos de Filia.
"Señora se encuentra..." Empezó Zanglus, para encontrar al matrimonio Davies abrazado a un lado de la camilla de Himura.
"Estamos bien. Rezzo, mantenga a Himura sedado hasta que sepamos que hacer. Esperemos que su hígado aguante. Regreso en un momento." Dijo Gaudy, llevando a su esposa fuera de la habitación.
LALALALALALALALALALALALA"¿Estas mejor?"
La rubia asintió, aferrándose a una taza de té casi hirviendo.
"Pude ver dentro de Kenshin. Es lo más terrible que he visto hasta ahora."
"¿Lo más terrible?" Preguntó con sorpresa Gaudy. Si se toma que Filia tenía cerca de 1000 años de vida...
"Es una maldición. Battousi se enfrenta con Kenshin. Sin embargo es demasiado poderoso. Es como si hubiera obtenido un poder superior. Es casi como un mazoku."
"Eso no puede ser. Dudo que Dynast pueda hacer eso con el poder que tiene ahora. Es imposible que cualquiera que los otros dos lo logre hacer."
"Fue Shabranigudú. No se como lo hizo, pero sé que fue él. Por eso no puedo ayudarlo. El sello que ha dejado es demasiado fuerte. No creo que pueda ser roto, mas que por Kenshin desde adentro."
"¿Que hay si no lo rompe?"
"Kenshin será destruido, y solo quedará Battousai. Como un Mazoku, al servicio de Shabranigudú."
LALALALALALALALALALASer sanado por un hechizo es una experiencia bastante agradable. Descontando el dolor de las heridas, la magia curativa empleada transmite una sensación de paz en el paciente que lo obliga a poner de su parte con su confianza y fe para acelerar el proceso de sanación.
Es por eso que Heero Yui, sonreía en deleite al sentir como la energía que emanaba de las palmas brillantes de Reena iba sanando sus heridas. Soldando huesos rotos, disolviendo coágulos de sangre y reparando terminales nerviosas.
Las heridas en el cuerpo no eran tan graves, de hecho sanaron en menos de 10 minutos. Ayudaba, claro, la condición física y el cuerpo excepcional de Heero. Pero era su cara la que requería mayor atención.
"No te muevas." Le decía Reena constantemente, arrodillada a espaldas de Heero, quien estaba sentado con las piernas cruzadas sobre una cama de enfermería. Vestía solo su ropa interior, ya que las prendas que usaba habían terminado en la basura, y se negaba a vestir esas batas de hospital que hacían que su trasero se enfriara.
Al menos no se sentía incómodo con Reena. Sabía que sus gustos no iban por ese lado.
"Percibo preocupación, y no es por Kenshin. ¿Pasó algo?" Preguntó con ojos cerrados, manteniendo la concentración.
La magia blanca no era, ni ha sido su fuerte. Pero como Filia estaba ocupada con Kenshin, tenía que usar su poder innato para sanar a su compañero.
"Algo está pasando con La Alianza. Cuando entré a un cuarto con una alta seguridad, me mostraron varias cosas. Eso es lo raro, no las ocultaron, sino que me las enseñaron con descaro."
"¿Que clase de cosas?" Preguntó Reena.
"Una clase de... armas. Armas blancas. Una espada, parecida a la que tiene el señor Davies. También una lanza, un arco, un hacha y un, hum¿tridente? O algo así. Todas en el mismo estilo."
"¿Armas parecidas a la Gorn Nova?" Reena interrumpió el flujo de energía. "¿El arco tenía una abertura en medio, como para colocar una flecha muy grande?"
"Si. Y era raro, pues tanto la cuerda como la flecha eran metálicas."
'La Gavelia. El arma de la luz más poderosa.' Pensó para sí Reena.
"¿Porque no las trajiste? No ¿pudiste sacarlas?."
"Te dije que me las mostraron. Eran hologramas. Conozco a Trieze lo suficiente como para saber que siempre tiene una razón fuerte para hacer las cosas. El quería que las viéramos, que sepamos lo que están haciendo." Heero giró para verla cara a cara. "La Alianza quiere hacernos ver que tan avanzados están en sus planes."
'La profecía dice: "Cuando las antorchas lancen su fuego eterno", se debe de referirse a las armas. Pero para que presumir lo que tienen. Eso los pone en desventaja¿o no?'
"¿Sabes algo que yo no?" Preguntó seriamente Heero al ver la expresión pensativa de Reena.
"Date la vuelta primero para que pueda seguir. Gracias. Hace tiempo, mi padre Valtiera, en su primera vida, invocó desde otro universo a un Mazoku superior. Usando 2 de las armas de la luz abrió un portal para traerlo. Se supone que otras dos servían para cerrar ese portal. Sin embargo con una profecía, el poder de las armas y poderes demasiado diferentes derrotamos a ese demonio. Sabemos que la intención de La Alianza es traer de vuelta a Shabranigudú, con la plenitud de su poder. Las armas es solo el primer paso para... no sé, una ceremonia supongo, para revivirlo. Tal vez quieren decirnos que tendrán éxito, a pesar de nuestros esfuerzos."
"Eso parecería muy propio de Trieze. Eso es una, la otra cosa es que... yo... tuve miedo. Por mas que intente negarlo, cuando me enfrenté a Shishio tuve miedo."
"Era de esperarse. Si hacemos caso de lo que Kenshin piensa, Shishio esta ganando mucho poder. No me sorprendería que Trieze también."
"Je. Jamás creí que diría eso. Yo, tener miedo." Había algo de burla, pero también vergüenza en esas palabras. Propias de alguien que ha negado el temor desde siempre.
"Si te sirve de algo, yo también tuve miedo. En especial cuando Filia me dijo que estaban mal. Creí que se estaban muriendo."
Heero volvió a girar para verla, detectando verdadera preocupación en sus ojos. Y se sintió culpable.
Fue él quien la obligó a quedarse en Chicago mientras ellos luchaban en Kyoto. Fue él quien la abofeteó para que se callara y les permitiera irse sin ella.
Y ahora, regresando malheridos y Kenshin al borde de solo Dios sabe que cosa, debió ser un golpe terrible para ella.
Obvio, no se iba a disculpar. Eso no iba con él.
"Considerando el hecho de que te golpee, me sorprende que te hayas preocupado de esa forma." Dijo Heero con un toque de broma, tratando de suavizar la tensión del ambiente.
"Ah, es verdad. Lo que me recuerda..."
LALALALALALALALALALA"Listo, ya estas." Dijo Reena alegremente de ver su trabajo. Satisfecha por haber curado a alguien, transformado exitosamente su poder oscuro en magia curativa. Gracias Zeross.
"No pudiste curarme esto también." Reclamó débilmente Heero mientras se veía al espejo.
Su cara era normal, tan sana como siempre. Sin fracturas, sin heridas, sin cicatrices de la batalla anterior.
Y siempre hay un pero.
Su mejilla estaba hinchada. Con H mayúscula. Gracias a un bofetón marca Reena Inverse. (M.R. Todos los derechos reservados. Números de registro RISLA-930508-HKAJ-050705. La piratería es un delito.)
"Eso querido Heero," le dijo suavemente susurrándole al oído, agarrando su hombro, recargándose en su espalda. "Es para que nunca te atrevas a golpear a una mujer indefensa." Cerró la mano con fuerza, haciendo doblar a Heero por el dolor. Sus huesos reacomodándose violentamente.
"Entendido." Dijo con dificultad. Mientras sobaba su hombro, y su cara.
"Que bueno. Sabía que aprenderías." Una mezcla de linda, grande y, aunque parezca imposible, malvada sonrisa adornó la cara de Reena.
"¿Podrás ayudar a Kenshin?" Preguntó Heero, mandando al diablo el humor de hace un momento.
"No lo sé. Si Filia no puede hacer nada, dudo mucho que yo pueda hacer algo para..." Se interrumpió, con los ojos fijos en un punto muy lejano.
"¿Pasa algo?"
"Kenshin, esta despierto." Dijo, solo para desaparecer en un instante.
"¿Acaso debería sorprenderme?" Se preguntó frotando de nuevo su mejilla. Sonrió, a pesar del dolor. "Supongo que no."
LALALALALALALALALALALAA pesar de tener una mente racional, que sopesa los pros y los contra de nuestras acciones; también poseemos una clase de pensamiento instintivo el cual reacciona de inmediato a impulsos externos. Peligro, hambre, placer, miedo. Todas esas emociones mueven al cuerpo a actuar, de acuerdo a una memoria ganada a través de millones y millones de años de herencia genética.
Las mentes de Himura estaban ocupadas matándose entre sí. Mas bien, una de ellas tratando de exterminar a la otra. El cuerpo estaba sobrecargado de adrenalina, gracias a los sentimientos y emociones provocados para alimentar aún más al demonio interno del hombre. La adrenalina hacía funcionar al organismo a marchas forzadas, metabolizando todo lo que tenia a su alcance para dar la energía necesaria que las mentes necesitaban para su pelea. Las drogas usadas para apaciguar ese organismo, eran desechadas demasiado rápido por el propio sistema.
El Cuerpo, solo eso, despertó, dispuesto a hacer lo necesario para evitar la situación de peligro que irracionalmente percibía.
Rompiendo las correas, diseñadas para humanos normales, y no para superatletas maldecidos, salió del cuarto golpeando las puertas y corriendo a la máxima velocidad que sus piernas le daban.
Guardias de seguridad, quienes habían llegado a identificar a Himura como alguien de los suyos, se debatían entre su propia integridad física, y la de respetar la de un compañero apreciado. El Cuerpo decidió por ellos, al golpearlos para sacarlos de su camino. Lo único que quería era deshacerse de esas sensaciones terribles que lo movían a actuar. A huir. A defenderse.
Muchos cayeron, inconscientes, por los puños acerados del pequeño pelirrojo.
La base entera fue puesta en alerta, avisando a todos que no dañaran a Kenshin. Que lo detuvieran sin lastimarlo.
El Cuerpo seguía en su huida, cuando Reena Inverse apareció frente de él.
Ella no era una aliada. Era un estorbo para su escape. Tal como un elefante atemorizado no se fija en quienes aplasta, El Cuerpo estaba dispuesto a atacar de ser necesario.
Antes de que la pudiera tocar, antes de que lograra hacerle daño, ella extendió sus dedos para tocar su frente.
"Duerme." Dijo, sumiendo al Cuerpo en un estado de inconsciencia absoluta.
Cayó débilmente en brazos de la pelirroja. Esta sonrió, y antes que las fuerzas de seguridad lograran encontrarlos, Reena se lo llevó a otro lugar más tranquilo, desapareciendo.
LALALALALALALALALALALA"No encuentran a Kenshin." Informó Gaudy, apagando un celular y guardándolo en su bolsillo. "Ya han registrado todo el piso. Piden la autorización para revisar todas las plantas."
"Niégala. No queremos alertar los pisos de los burócratas. Que se centren en los pisos restringidos." Dudó, en lo que cerraba los ojos y sostenía una conversación privada. Después de un minuto. "Cancela la búsqueda. Que se encarguen de los heridos."
"Pero, no podemos dejar a Kenshin así. Necesitamos mantenerlo sedado hasta que..."
"No te preocupes, niño. Ya se está encargando de él." Dijo Filia, sonriendo. "No estoy muy de acuerdo, pero debemos arriesgarnos. Además, creo que eso le será de ayuda."
Gaudy la miró extrañado, hasta que después le entendió.
"Ya veo. En ese caso, espero que tengas razón." Dijo sentándose renuentemente en un sofá, sirviendo más té de una tetera exquisitamente labrada.
"Yo también Gaudy, yo también."
LALALALALALALALALALALAEl sueño mágico es profundo. No se equipara al provocado por la anestesia. Influye directamente al cerebro, "sellando" por así decirlo la conciencia hasta que el hechizo se rompa.
Kenshin estaba profundamente dormido, sin presentar ninguna clase de amenaza. Filia no había querido hacerlo, para estar monitoreando sus signos vitales reales a cada momento. Reena lo hizo, pues quería arriesgarse ha hacer algo que Filia no pudo hacer.
Estaba sentada en el tatami del gimnasio donde constantemente entrenaban, con la cabeza de Kenshin en su regazo.
"Zeross, necesito que me guíes en esta ocasión." Le rezó al poder dentro de ella y extendió ambas manos sobre la cara del pelirrojo.
Manifestó su aura, dorada a su alrededor, aunque negra en la superficie de su piel. Un pequeño remolino de polvo negro envolvió a ambos y pareció meterse dentro del cuerpo de Kenshin.
A partir de ese momento, estaban unidos.
Por un lazo tan fuerte como la muerte.
LALALALALALALALALALALALAEl lugar era oscuro. Debajo de sus pies, sentía el suelo liso y pulido. Su propio cuerpo, su forma lucía borrosa, rodeada de un halo de luz dorada. Detrás de ella, una sombra la seguía de cerca, tragándose el resplandor de su aura, fundiéndose con la negrura del lugar.
Frente a ella, estaba un paisaje tan desolado como el alma en la que ella estaba, separado solamente por una membrana de frágil identidad física. Reena se dispuso a cruzarla.
Pero un brazo se interpuso en su camino.
"Antes de que te arriesgues a entrar, debo decirte algo." La voz juvenil de un sacerdote le llamó la atención.
Zeross estaba allí, báculo en mano, con la capa clerical ondeando levemente con una brisa inexistente.
"En el momento en el que dudes de tu verdadera naturaleza, el sello te consumirá. Ten bien presente que eres. No un Mazoku. No un Ryuzoku. Tu estas mas allá de ellos. Jamás dudes de tu poder."
"¿Vendrás con migo?" Preguntó Reena, buscando sus ojos con la mirada.
"No. No me corresponde luchar tus batallas. Pero estaré observando de cerca. Si es necesario..." Pausó mientras se alejaba a la parte más oscura del lugar.
"¿Si es necesario que?"
Giró para confrontarla. Con pose característica.
"Eso es un secreto, Lina-chan." Y desapareció.
'Maldito.' Pensó, antes de atravesar la barrera mental.
LALALALALALALALALALALALA
Lo primero que percibió a la hora de cruzar fue el olor. Era como entrar a un matadero con poca ventilación en el verano a las 3 de la tarde. El aire era viciado y caliente. Debajo de sus pies, en el suelo esponjoso, se sentía una suavidad propia de la tierra recién regada. Con cada paso, un liquido rojizo se acumulaba en donde hacía presión, para ser de nuevo absorbido.
No se necesitaba un genio para saber que eso era sangre.
Reena, vestida mentalmente con sus ropas de hechicera, cubrió su boca con una mano enguantada, tratando de mitigar el asqueroso aroma, olvidando que, al estar dentro de la mente de otra persona, no debería hacerle caso realmente.
Caminaba con paso tranquilo, sin estar segura con que clase de cosas tendría que vérselas, nunca antes había estado dentro de la mente de otra persona. Mucho menos dentro de la de un sujeto con problemas de doble personalidad.
De pronto, sintió algo húmedo, pequeño y caliente. Después otro, y otro. Se tocó la punta de la nariz y vio lo que era. Formó un campo de fuerza a su alrededor, antes de que la lluvia de sangre arreciara.
La sangre escurría en hilillos a su alrededor gracias a una esfera de luz tenue. Para salir de eso, levito hacia adelante, siguiendo una columna de humo distante.
No voló durante mucho tiempo, en la mente el tiempo no existe. Lo que si, es que acortó la distancia y aterrizó en un campo quemado, ya sin el problema de la lluvia roja. Los esqueletos de árboles chamuscados se sostenían, aparentemente por orgullo, pues estaban hechos cenizas. El suelo negro seguía teniendo la misma sensación esponjosa, con la diferencia de que la sangre impregnada en él era mucho mayor.
El sol, si es que había, estaba oculto tras gruesas capas de nubes, más rojas que blancas, llenas de manchas negras como de lluvia que se movían rápidamente, cambiando de forma constantemente, siempre aludiendo a cuerpos humanos. Era artísticamente perturbador.
Cletus Kasady se habría quitado el sombrero al verlo.
Sin embargo lo terrible apenas empezaba. Algunos árboles aún estaban en pie. Lo suficientemente sólidos como para sostener pesos grandes.
Reena vio hileras de cuerpos femeninos, desnudos, abiertos en canal, vaciados de las vísceras, con montones de órganos en putrefacción a sus pies.
Todos ellos tenían el cabello negro, largo cubriéndoles la cara. Pero sin duda eran iguales. Por respeto a los muertos, no especificaré que otras cosas más les habían hecho. Pero a todos aquellos que vieron "Gladiator", cuando Cómodos explica lo que le hicieron a la esposa e hijo de Máximus...
Eso fue ternura, comparado con lo que le hicieron a esa/esas mujer/es.
Reena evitó prestar atención a los niños colgados de su derecha.
Podía sentir una intensa corriente de emociones negativas flotar en el aire. Dolor indescriptible, crueldad desmedida, maldad infinita. Ese ambiente pertenecía al paraíso deseado de todo Mazoku pervertido. (Sin ofender Zeross) O por lo menos, al sueño húmedo de Hannibal Lecter.
Y hasta Lecter tenía algo de buen gusto.
Mas allá, lejos, donde el bosque, o lo que quedaba de él, parecía terminar; la tierra era árida, rocosa. Con colinas formadas por esqueletos blancos adornados con costras de líquido rojo. Ríos de sangre dividiéndolas, con cadáveres flotando a la deriva. Arboles frondosos, llenos de cabezas con la boca abierta en gritos desesperados. Algunas sin ojos, o con la lengua cortada, o bien, abiertas con grotescas heridas en los cráneos rotos.
Cada minuto que pasaba, cada instante que se prolongaba, era una saturación para sus sentidos. Y el hecho de tener que canalizar cada una de las emociones desprendidas por el cruel paisaje la fatigaba anímicamente. No sabía por cuanto tiempo más debería estar allí.
Afortunadamente no fue mucho.
Un claro, en medio de montañas de cadáveres, contenía a un par de personas iguales. Ambos vestidos de la misma forma, mismo cabello y facciones. Pero sus ojos diferías.
Los ojos azul vacío de uno, confrontando el ámbar airado del otro.
"¡Kenshin!" Gritó Reena al identificar a su compañero.
Este ni siquiera le respondió, mientras trataba de bloquear un ataque débilmente.
"Por el cabello de Charles Mason. Parece que de nuevo tenemos compañía." Dijo con una sonrisa Battousai al ver acercarse Reena. "Espero que des más batalla que esa lagartija miedosa." Le gritó, abriendo sus ojos, mostrando sus pupilas alargadas.
Pupilas alargadas de un Mazoku.
Reena descendía directamente, hacia Battousai, quien había extendido un brazo hacia ella. Una corriente de humo negro rodeó ese brazo y se convirtió un flujo de emociones negativas. Reena se rodeó de un aura dorada.
El humo la envolvió, cerrándose a su alrededor tal como lo había hecho con Filia. Solo que esta vez la luz dorada fue más brillante. La envoltura negra ser rompió en mil pedazos mostrando a una sonriente Reena.
Kenshin aprovechó esa distracción para atacar a Battousai por la espalda. Nada honorable, a decir verdad, pero la desesperación es mala consejera.
Battousai recibió un tajo profundo sin ningún dolor. Solo dio media vuelta y pateó el estomago de Ken con fuerza, mandándolo muy lejos.
"¿Eso es todo?" Gritó furioso. "¿Eso es todo lo que te queda?"
"Atrás, Señor Hyde."
Battousai giró, recibiendo una patada voladora devastadora en la quijada.
Aterrizó sobre sus pies, algo lejos. La miró con una mezcla de odio, burla e incredulidad. Vió como Reena flotaba hasta posarse al lado del caído Kenshin.
"Ken. Ken. ¿Estas bien?" Preguntó arrodillada a su lado.
Himura jadeaba. Cosa extraña, al estar dentro de su mente y, por ende, no necesitar aire.
"¿Reena?" Dijo débilmente. Después abrió los ojos de espanto. "NO, No me engañarás de nuevo." La golpeó, luchando por alejarse.
"Jajajajaja. ¡Que bien! Parece que aún recuerda a esa niña. Jajajaja." Se burlo Battousai mientras alistaba su espada. "Muere."
Se arrojó hacia Reena, quien impresionada por el golpe trató un poco en reaccionar. Al menos, su respuesta fue lo suficientemente rápida como para detenerlo en seco con un gesto y después mandándolo a volar hacia atrás por un impacto de energía.
"No tengo tiempo para lidiar contigo." Dijo poniéndose de pié. "¡Quédate allí!" Apareció un báculo en su mano y barrió el lugar con él. Una columna de energía luminosa los separó del demente asesino, dejándolos relativamente seguros.
"Aaagghhh." Gritó Battousai mientras golpeaba inútilmente la barrera.
"Kenshin, por favor, cálmate. Soy yo. Reena, tu amiga. Te enseñé a controlar el viento. Me enseñaste un poco de Kendo. Juntos colgamos a Heero en ropa interior del asta banderas de la escuela. ¿Lo recuerdas?" Reena se acercaba con cautela. Previniendo un ataque reflejo por parte del tipo al que intentaba salvar.
"¿Tu... tu no... no eres... ella?" Preguntó dudoso. Parpadeando varias veces. "No. No eres ella. No eres ella. ¡Reena!" Se acercó a ella para abrazarla.
La primera cosa buena que le pasaba desde, mmmh, algo de tiempo.
"Kenshin, escúchame." Dijo mientras respondía el abrazo. " Esto es una maldición. Su objetivo es eliminarte. Aprovechar la dualidad de tu mente para acabarte. Si tiene éxito tu morirás y... Battousai tomará el control de tu cuerpo. Tienes que romper esta maldición."
"¿Yo?" Sorprendido, rompió el abrazo para retroceder unos pasos. "Yo, no puedo vencerlo, el es muy..."
"PODEROSO." Gritó Battousai, mientras seguía golpeando la barrera en un esfuerzo por destrozarla. "Soy el poder que rechazas. Soy el poder mas allá de lo que piensas. Soy un Mazoku, Soy un MAZOKU. Y tu, patético humano, jamás me derrotarás."
"El tiene razón, yo... yo no puedo..."
Ese era un Kenshin que ella no conocía. La mirada cansada, baja, faltante de la vitalidad y la decisión que ella conocía.
"Kenshin, nadie más que tu debe romper esta maldición. Yo no puedo pelear tus guerras. Debes hacerlo o Battousai dominará p-por complet-to." Titubeó dos veces. La primera al sentir una energía grande aparecer de la nada. La segunda al sentir el ataque a la barrera.
Battousai, había invocado una sombra gigantesca que golpeaba con brutalidad la barrera puesta por Reena.
"Yo, no quiero pelear. Ya no mas... ya no."
"¿Que dices?"
"¡Mira a tu alrededor, Reena!" Gritó desesperado. "Esto es lo que soy. Un asesino. He matado a cientos, tal vez miles. He matado y matado sin obtener un cambio para nadie. No he logrado proteger ni la felicidad que me quedaba. YA NO PUEDO PELEAR."
Había desesperación genuina en esas palabras. Así como derrota. Reena sabía que eso era verdad, podía sentirlo.
"Kenshin, si no lo haces y él gana, despertará dentro de la base. Matará a muchos. Si te rindes esas personas morirán por tu culpa¿eso quieres?"
"Lo se, pero no puedo. No tiene caso pelear. Aún si lo derroto, otra vez surgirá de nuevo. Seguiré siendo un asesino. Un asesino. Un destajador. Un Hitokiri."
"No puedes darte por vencido tan fácilmente. ¡Tienes que luchar!"
"No tiene caso. No tengo nada por lo que pelear." Esta vez cayó de rodillas, casi a punto de sollozar.
Reena suspiró, sin olvidar que Battousai había incrementado su poder a un nivel exageradamente alto, para se un simple humano.
Así que Filia tenía razón. El sello de Shaby, lo que la sacó a patadas de allí, era un mazoku. Battousai ya era un mazoku honorario, por así decirlo.
Kenshin jamás lograría derrotarlo. Y menos con esa actitud.
"Kenshin, escúchame. La felicidad no es lo que tienes, sino lo que buscas. Si no tienes una razón para vivir, tienes que encontrarla. No puedo ayudarte en eso. Lo único que puedo hacer, es... igualar las cosas."
Reena dejó a Kenshin en el suelo en lo que se acercó al Battousai-Mazoku.
"Encontrar una razón... pero ¿dónde?" Se preguntó el japonés.
'En el momento que dudes de tu naturaleza...' le había dicho Zeross. 'No un Mazoku. No un Ryuzoku.' Esas palabras tuvieron un gran significado.
De ser un Mazoku, absorbería el sello, aumentado su poder y destrozando su corazón humano, terminando como un demonio más.
De ser un Ryuzoku, las intensas emociones negativas la sacarían, haciéndole un gran daño a su naturaleza, rompiendo también el corazón, siendo expulsada como lo fue Filia, solo que con consecuencias mayores.
Pero no era Mazoku, ni Ryuzoku. 'Eres más que eso.' Y era verdad. No dudaría de su poder. Lo usaría para ayudar a Kenshin.
Reena Inverse, por primera vez, aunque sea solo en la mente de otra persona, se manifestó como realmente era.
El Emisario del Caos.
Una corriente de luz Dorada la envolvió, agitando su ropa, haciendo ondear su capa. La luz reflejada en las hombreras negras se intensificaba en lo que su cabello cambiaba de color.
Dorado intenso, luminoso. Ojos dorados, brillantes, muy diferentes a los ambarinos de Battousai. Pupilas alargadas y el rostro serio.
El mismo rostro que había espantado a Fibrizzio hace mil años, se enfrentó con el de Battousai.
El Emisario del Caos formó una esfera de luz dorada en su mano derecha y deshizo la barrera.
'Sin dudar de mi poder.'
Battousai y su sombra profunda, se quedaron impresionados al ver como el poder de la pelirroja se incrementaba exponencialmente, con fuerza surgida aparentemente de la nada.
"¿Que, que cosa eres?" Preguntó espantado. Retrocediendo un par de pasos. "¿Que...?"
"Mi nombre es Lina Inverse. Soy el Emisario del Caos." Sonrió, sonaba bien eso. Hasta se le enchinaba la piel al escucharse a si misma.. "Esta mente está a mi protección. Vete de aquí."
El espanto de Battousai cambió a indignación y furia.
"¿Como te atreves a correrme de aquí? Esta mente me pertenece. Es MIA." Gritó, aumentando también su propio poder.
Fue como, si de alguna forma absorbiera el ambiente. El color rojo de los cielos, la sangre del suelo, incluso el color de los cadáveres, todo desapareció dejando un tono gris a todo. En cambio, la sombra se hizo más grande. Battousai flotó, quedando en el pecho del Mazoku, cubierto parcialmente por lo negro, insertado en él.
"Por el poder de Shabranigudú, este cuerpo será mío y tu, niña pelirroja no harás nada para evitarlo."
Gritó.
El suelo vino a su ayuda temblando. Brazos flacos y pálidos brotaron del piso como flores macabras. Muchos de ellos abiertos, aunque no sangrantes. Muchos salían rodeando a Reena. Otros, los mas cercanos, comenzaban a tomarla de las piernas para halarla hacia abajo.
Ella, con los ojos cerrados hizo crecer la esfera de energía que tenía e su palma y todos esos miembros se vaporizaron de inmediato. La luz regresó a su lugar de origen y ella sonrió levemente.
Battousai atacó de nuevo. Decenas, miles de muertos se materializaron, con armas en las manos. Espadas, dagas, lanzas, naginatas y más. Todos ellos en ataques suicidas de un ejército muerto.
Reena, con la mano libre, estiró un dedo y, con un gesto patentado, lo movió de un lado al otro. Los muertos explotaron asquerosamente, deshaciéndose en masas de carne que se hizo polvo de inmediato. Seguía teniendo la misma sonrisa en la cara, retando a Battousai.
El poder oscuro creció aún más. El brazo de la sombra se alargó y se hizo mas delgado. Un brazo en forma de espada gigantesca. Lo hizo hacia atrás, en un ataque horizontal. Burdo, sin estilo, nacido solo de la furia ciega que lo consumía.
El ataque fue detenido por el brazo de la chica. La onda de impacto se extendió a su alrededor formando un pequeño cráter. Pero ella no se movió ni un poco. Casi despreciativamente, hizo la "espada" hacia un lado, dejándola caer pesada. "Empujó" el aire con ese mismo brazo y una onda de poder golpeó al monstruo mandándolo a volar hacia atrás.
Kenshin a lo lejos solo atestiguaba eso. No solo era capaz de medir el poder con el que luchaba Battousai. Que era muy superior al que usaba cuando luchaba contra él. Si no también medir el poder de Reena.
Simplemente no había comparación.
Battousai solo era un pequeño ratón, comparado con el león que encarnaba el poder de Reena. ¿Cómo había obtenido semejante fuerza, semejante poder? Días antes no era mas que una niña entristecida por la muerte de un ser querido, y ahora, aventaba a Battousai, al mismísimo Battousai como si fuera un trapo viejo.
Ella había cambiado.
¿Podría hacer él lo mismo?
"Acabemos con esto." Dijo Reena, caminado lentamente hacia el Mazoku tirado.
Battousai se levantó, su enorme sombra conjurando ma y mas poder del dolor de Kenshin para hacerse mas y mas fuerte.
"Basta. Largo de aquí. LARGO."Gritó, desatando una clase de rayo negro que brotaba desde su boca deforme.
El rayo envolvió a Reena, como asfalto caliente. Filia había sido casi asfixiada por la ola de emociones y el poder oscuro del mazoku. Un Ryuzoku común y corriente habría muerto, pero Filia no era común ni corriente.
Reena en cambio…
Como agua que es desaparece en un agujero, la negrura del poder de Battosuai fue desapareciendo dentro de la esfera brillante de energía que Reena portaba aún en su mano derecha.
"¿Es todo?" Preguntó con una sonrisa burlona y los ojos cerrados. Los abrió de repente, haciendo que Battousai generara miedo. En gran cantidad. "No mereces esta mente."
Los ojos dorados, rasgados de Reena se fijaron en un punto de la sombra negra y la esfera de energía se redujo en un punto.
Fue como si alguien hubiera roto un cristal.
El costado derecho de la sombra de Battousai se quebró, esparciendo pedazos negros en el campo. Un flujo de humo negro brotaba a caudales por esa "herida" en lo que la figura comenzaba a desmoronarse. Battousai, el cuerpo, su mente humana, se desplomó en el suelo fuertemente. Se sacudió, llevando sus manos al cuello en una asfixia al sentir como su poder, el preciado poder del que se enorgullecía, desaparecía, esparciéndose por esa mente y convirtiéndose en nada.
Las convulsiones se incrementaron al sentir una ola de poder dorada que emanaba ahora del aura de Reena, purificando su cuerpo de cualquier influencia Mazoku. Sus ojos destilaban odio, odio en una magnitud que jamás había sentido antes. La fijaba con la mirada, intentado transmitirle todo eso, pero era inútil.
Reena mantenía la sonrisa en lo que terminaba su purificación.
Sin mas, su cabello, ojos y aura, regresó a la normalidad, dejándolo en el suelo. Tan débil como siempre.
Battousai crujió los dientes al saberse tan fuerte como el miserable Kenshin.
No. Mas fuerte.
Aún era más fuerte.
LALALALALALALALALALALALALALALA
"¿Qué fue...?" Quiso preguntar Kenshin a Reena, quien caminaba hacia él. Pero la expresión de su cara lo hizo callar.
Había una clase de autoridad gigantesca en ese rostro serio que lo silenció de inmediato.
"Es todo lo que haré por ti." Dijo, al llegar a su lado. "Lo que pase después, es tu desición." Y materializó una espada. La vaina blanca con la empuñadura dorada y el mango adornado con tela roja.
Depositándola gentilmente en el suelo, a su lado, siguió su camino, deseándole lo mejor al atormentado pelirrojo.
"Espera. ¡Oye, ESPERA!" Le gritó al ver que se alejaba de él. "No puedo pelear en su contra."
Reena no volteó atrás.
Tal vez si pudiera huir.
No. No había lugar a donde ir.
Entonces.
"Esta vez. Esta vez, se ha acabado. Morirás, Kenshin Himura. Morirás.!"
Battousai se había acercado un poco. Portaba la espada de frente con ambas manos en la empuñadura.
Kuzuryusen.
Kenshin solo se pudo poner de pié lastimeramente, aferrando la espada en su mano izquierda, sin poder hacer mas.
"El Ouji..." Dijo Battousai.
"...estilo..." Dijo otro, materializado a su derecha.
"...Hiten Mitsurugi Ryu..." Otro mas a su espalda.
"...Kuzuryusen." Finalizó otro a su izquierda.
Battousai se había multiplicado por 4, rodeándolo por completo.
"No puede ser..." Murmuró al ver como se alistaban para atacar. "¡REENA!" Trató de llamar su ayuda inútilmente.
Los Battousai empezaron a avanzar.
'Kenshin.' Habló una voz en su cabeza. 'No seas como ellos.'
Recordaba esa voz.
'No seas un asesino.'
La distancia de los 4 empezaba a acortarse.
'Vive, Kenshin.' Habló otra voz. Era Reena, dándole ánimos.
¿Vivir¿Para que? Si no se tiene ninguna razón.
'Tienes que vivir, Kenshin.'
Battousai estaba cerca. La espada en alto, empezando 9 movimientos simultáneos que destruirían por completo la esencia de Kenshin Himura.
Vivir. Pero vivir por vivir, no era vida, realmente.
'Vive. Al menos hasta que encuentres una razón para hacerlo.'
Hasta encontrar una razón.
Una razón.
Battousai por 4 gritaba. Cuatro gritos. Cuatro ataques. 36 golpes demoledores y asesinos.
Una razón.
¿Una imagen? (Muerte)
¿Un sonido? (Gritos)
¿Un sabor? (Sangre)
¿Una sensación? (Frió mortal.)
¿Un aroma?
Un aroma.
Cerezo blanco... no.
Era otro.
Olía otra cosa.
Jazmines.
"MUEREEEEEEEE..."
"Aaaaaaaaaaah!"
Los 4 se unieron en el centro.
El ataque fue hecho.
Con una respuesta.
Un destello increíble iluminó el desolado paisaje, rediciendo a cenizas lo que estaba a su paso.
Después.
Nada.
LALALALALALALALALALALALALALA
Reena abrió los ojos al romperse el enlace mental que los unía.
Se quedó mirando fijamente la cara del hombre que tenía apoyado en su regazo, esperando que abriera los ojos y saber quien había ganado la pelea.
El pelirrojo abrió los ojos.
Mares de oro fundido resplandecían en la penumbra.
Pero había algo mas. Había mucho mas.
Battousai/Kenshin abrió la boca y lo ojos lo máximo posible. Humo negro brotaba de ellos. Los dedos de las manos y los pies se cerraron convulsionando los miembros mientras ese humo se esparcía sobre su cuerpo, separándose de él.
Con un grito callado, Battosuai se separó, tomado la forma de una esfera negra, rodeada de un aura roja. Un par de "ojos" enteramente dorados se iluminaron en el centro para fijar la cara de Reena por un momento y después, se fue.
Desapareció por completo.
La maldad que destilaba, ya no existía.
Reena sonrió y acarició la cara de Kenshin.
Solo estaba él ahora.
Solo él.
Solo.
LALALALALALALALALALALALALALAL
Solo.
Tenía que reconocer que la sensación era extraña.
Miraba a todas partes y se encontraba que nadie estaba allí.
Ni Battousai, ni lo muertos de su conciencia. Ni siquiera las imágenes de sus amigos en el pasado.
Estaba totalmente solo.
Kenshi suspiró, mientras guardaba el Sakabatou que Reena le había dejado en su vaina y ajustaba las armas al cinturón de sus pantalones.
A su alrededor seguían existiendo las montañas de esqueletos blancos, er algo que no podía negar. El Kenshin Himura, realmente había sido un asesino.
Pero ya no mas.
Nunca mas.
No iba a negar las cosas que hizo. No iba a olvidar las muertes que causo en su locura. No iba a ignorar la sangre que derramó durante tanto tiempo. Aunque tampoco eso no torturaría mas.
¿Qué mejor penitencia que 5 años de tortura continua por parte de Battousai? Sus crímenes estaban ya pagados, y lo mejor de todo es que ante si se le abría una nueva oportunidad de vivir.
Kenshin comenzó a caminar, alejándose de las montañas de esqueletos, para alejarse de ese ambiente y explorar nuevas posibilidades.
En la mente, como ya se ha mencionado, el tiempo no existe. Es por eso que su caminata duró días, semanas. Para cuando se dio cuenta, estaba en otra parte, lejos del cielo sombrío, en una planicie llena de tierra húmeda.
No mas olor a sangre. No mas viento caliente y viciado. No mas gritos y estertores de muerte.
Solo silencio.
Se arrodilló, metiendo los dedos a la tierra esponjosa y tomó un poco, llevándosela a la nariz. Aspiró profundamente, llenándose del aroma a tierra húmeda y fértil.
Dios. Había extrañado ese aroma.
Le evocaba recuerdos. Le evocaba aquella tarde lluviosa en la que Tomoe y el...
No. Basta de vivir en el pasado.
Si se permitía, se encerraría en las cosas que no pueden ser. Tenía que mirar al frente y seguir adelante.
Tenía que vivir.
Hasta encontrar una razón para hacerlo.
El cielo le dio una respuesta. Las nubes blancas y espesas, habían dejado un pequeño orificio en ellas, dejando que un delgado rayo de luz pasara a través de ellas. Un rayo de luz que tocaba la tierra, al otro lado de aquella colina.
Kenshin no esperó más. Corrió y corrió. Subió a la cima de la pequeña colina y en la cima vió la respuesta que le daban.
Tirada, solo en la tierra negra, estaba una pequeña flor.
Kenshin se acercó, casi temeroso de destruir la ilusión si se precipitaba. Pero la flor permaneció allí, aún cuando la tomó en sus manos y aspiró s aroma.
Jazmín.
Era una flor de Jazmín.
"Asi que¿esta es la respuesta?" Preguntó, sin esperar que una voz saliera del cielo y le dijiera algo.
"Tal vez ya no tengo felicidad allá," dijo, volteando a ver mas allá de la cadena de montañas donde el cielo se oscurecía y su pasado aún existía. "Pero, podré hacer una aquí."
Se sentó en el suelo, dejando la sakabatou a un lado y con los dedos hizo un pequeño hoyo en la tierra.
Con gentileza, metió el tallo con pequeñas raíces de la flor y lo cubrió con la fértil tierra.
Hay oportunidades.
Iba a vivir.
Con alegría se dio cuenta que el cielo lo apoyaba.
Estaba lloviendo.
Con una sonrisa, Kenshin levantó la cara, para que la fresca y pura lluvia se llevara toda sus preocupaciones.
"Gracias, Reena."
LALALALALALALALALALALALALA
Reena tenía aún la cabeza de Kenshin en su regazo. Cualquiera que los hubiera visto, tal vez los confundiría con un par de enamorados después de un duro dia.
Si uno no fuera un ex-asesino clandestino de una organización secreta de Kyoto, Japón.
Si la otra no fuera una hechicera increíblemente poderosa, renacida 4 veces y se hacía llamar El Emisario del Caos.
Por alguna razón, después de ver el interior de la mente de Kenshin, Reena vio la suya propia. En especial sus recuerdos. Tanto los buenos como los dolorosos.
Zeross le había comentado que aún necesitaba pasar por mas cosas, recordar aún las partes mas oscuras y difíciles de su vida. Vivir de nuevo las tragedias y calamidades que la marcaron permanentemente.
Todo en pos de cumplir su destino.
Y lo iba ha hacer.
Eso estaba decidido.
Miró de nuevo al rostro de Kenshin y encontró una lágrima.
Kenshin estaba llorando.
No. No era el. La sensación de algo húmedo en sus mejillas le hizo ver la verdad.
Ella estaba llorando.
Y así se cumplía su sueño, aquella visión que tuvo hace tiempo.
La pregunta era... ¿porqué?
LALALALALALALALALALALALALA
N.A. Antes que nada, tanto las explicaciones como lo que le sucede a Mazoku Battosuai, no es oficial. Estoy tomando libremente los aspectos y posibilidades del universo de Slayers para hacer eso.
A los Reena-Sylphiel Fans (se que debe haber por lo menos uno... espero.) es lo mejor que puedo hacer por ellas. Por ahora.
A aquellos que preguntan donde rayos esta Kaoru de RK, tengan paciencia y recuerden que según dicen las malas lenguas, la fragancia que usa esta niña es el...
Aquellos que me amenazan para que no mate a Heero, no lo haré. Al menos ese es el plan A. Si el plan B puede traer mas Rating, tal vez tengamos varios funerales.
Disculpen si a alguien le fastidia Trieze. ¿Vieran que a mi no?
Y como ya no se me ocurre nada mas que decir...
Todos los Review los contestaré por correo. Si alguien no le he contestado, recuérdenme, este mes no ha sido mi mes en... vaya, desde que empezó el año.
Gracias y adiosito.
Sugerencias: Batman Begins, War of Worlds, Los robots del amanecer (Isaac Asimov), Los Tommyknockers (Sthephen King) y… Escaflowne. (¡Amo a Hitomi!)
LALALALALALALALALALALALALA
El el proximo capitulo:
La alianza recibe la energía de una persona en lo que Ruby Eye pide un cuerpo para ella. Las armas de la Luz se completan al igual que los portadores. La Alianza viaja a una nueva base.
Mientras tanto, Kenshin anuncia su retiro y Hiko envía a un reemplazo que desconcertará a todos en Chicago.
Todo esto y mas en el último capitulo del Episodio II de La alianza.
LALALAALALALALALALALALALA
Comerciales:
Familia. Cap. 1
Ikari Shinji regresa desde Alemania para reunirse con su padre y su hermana. Las Naciones Unidas comienzan sus movimientos para confrontar al tercer Angel en lo que Seele hace lo suyo. ¿Por qué Gendo quiere regresar a casa, antes de que estos niños se queden solos?
Evangelion desde mi punto de vista. Gendo como un buen padre de familia.
¡Y no estoy drogado!
Solo en FF.
