N.A. Hola. Tanto tiempo.
No hay excusa. Odio mi trabajo. Odio no tener tiempo. Odio...
Bah, olvídenlo.
Capitulo patrocinado por: Por nadie. Nadie quiso promocionarse esta vez.
LALALALALALALALALALALA¿Todo ha terminado?
Estaba solo finalmente. Con la mente en paz, disfrutando de la tranquilidad que no había tenido en mucho tiempo.
¿Al fin ha terminado?
De Kyoto a Tokio, en el tren bala. Miraba a través de la ventana los árboles pasar fugazmente. El campo lleno de hierba y algunos trabajadores con el sombrero de paja recogían los tallos de arroz en medio del agua. Las nubes hacían su recorrido en el cielo azul y los pájaros volaban en formación dispareja.
Casi podía aspirar el aroma de la tierra mojada, la hierba y el abono agropecuario.
Casi, porque lo que mas olía era el sudor del tipo sentado a su lado y se había recargado en su hombro al dormirse.
No se tiene todo en esta vida.
Sin embargo allí estaba. Listo y presto a iniciar una nueva vida. Sin olvidar el pasado, puesto que tenía cosas muy buenas en el. (sus compañeros del Onniwabanshu, Megumi, Sanosuke, Hiko... bueno también Saito.) Sin ignorar el presente que seguía fijo en su mente. (Heero, Reena, los Ryuzoku.) Pero lo que mas le importaba en ese momento, a lo que mas deseaba prestar atención era su futuro.
Y su futuro estaba en otra cuidad.
Tokio.
Y otro dojo.
El de la sobrina de Saito.
LALALALALALALALALALALALALALa Alianza. Episodio II
Epilogo.
"The future, it's comming on, it's comming on, it's comming on... (El futuro, se acerca, se acerca, se acerca)"
-- Gorillaz.--
LALALALALALALALALALALALALALA'Es bastante testaruda. Pero muy madura e inteligente.' Saito le había descrito de esa forma a la dueña del Dojo Kamiya Kasshin.
Por alguna razón ,a mente de Kenshin imagino a Saito con pechos y faldita. No era una imagen muy agradable que digamos.
Sacudió la cabeza con fuerza para quitarse ese pensamiento, ocasionando una mirada de reclamo al vendedor que se acercaba con el último disco de Shakira. No le prestó atención, después de todo. Solo trataba de imaginarse como iba ha ser su vida de ahora en adelante.
Solo se dedicaría a enseñar Kendo. Era lo que mejor sabia hacer. Pero después de eso, no tenia nada fijo. Oh, bueno, necesitaba establecerse de nuevo. Además estaba el pequeño detalle de los posibles tipos que sabían de su vida como Battousai y querrían matarlo. Respecto al Dojo anterior, en Kyoto, estaba en buenas manos. El sobrino de Hiko, un tal Shigure, era bastante bueno enseñando. Eso también ayudaría a quitar los vestigios de la influencia de Saito en los "pequeños Miburos". Obligarlos a quitarse el uniforme tomo mucho tiempo, pero lo habían logrado. Saito estaba en Chicago ahora (silenciosamente elevo una plegaria por el. Si empieza a burlarse de los pechos Reena va ha sufrir. Y mucho.) Shishio, por lo que se sabia, se había retirado de Kyoto para irse a Dios sabe donde y el Jupongatana quedó al mando de Kamatari.
Ja ja. Con razón Hiko movilizo al Shinsen al Monte Hiei.
Bueno, ya no importaba. Estaba tan solo a una hora de llegar a Tokio y empezar una nueva vida.
Y (suspiró) a conocer a la que le dará trabajo.
LALALALALALALALALALALALALADojo Kamiya Kashin. Habia escuchado de el. Como Sensei de su propio dojo era su responsabilidad informarse y tener conciencia de al menos los Dojos mas importantes de Japón. Pero el Kamiya Kasshin en si, era algo desconocido. Lo había oído nombrar varias veces, pero realmente nunca supo quien lo manejaba.
O donde estaba.
Por esa razón, quizás estuvo vagando por todo Tokio antes de poder dar con el lugar.
Frente a el, estaba una casa construida al estilo tradicional de mediados del siglo 19. La puerta principal que en su tiempo fue corrediza, había sido sustituida por una pesada puerta de madera de hojas dobles. EL tablero orgulloso pendía de un lado mostrado con caracteres antiguos el orgulloso nombre del estilo.
Kenshin se colgó la maleta de lona al hombro, suspiró de resignación y caminó hacia la entrada.
Con su oído entrenado pudo apreciar algo como un pequeño tumulto dentro de los muros. Algo creciente, como una pequeña batalla. Se puso alerta, previendo entrar en acción si era necesario. No tendrá una espada que usar, pero no es lo unico que tiene para defenderse.
Se acerco a la puerta para escuchar mejor lo que estaba pasando y...
LALALALALALALALALALALALALa puerta se abrió. Fuertemente. Hacia fuera.
Un bólido pequeño, vestido de con Gi y Hakama salía corriendo, empuñando una shinai en la mano mientras reia fuertemente.
"Obligame fea. Bruja. No puedes." Canturreaba en burla mientas su perseguidor le daba alcance.
"Ven aquí Yahiko. Pequeño patán, desconsiderado. ¿Ese es el respeto que le das a tu maestra?" a pequeña figura de cabello negro recogido en una alta cola de caballo sacudía los brazos en ademanes de obvia frustración.
Generalmente lo perseguiría hasta el parque, y le propinaría un buen golpe con el bokken de madera que sostenía. Pero no podía hacerlo en esta ocasión. Tenia una visita que esperar y habría sido bueno recibirlo con un combate de entrenamiento entre ella y su mejor (aunque definitivamente fastidioso) alumno. Lastima que el susodicho individuo corría burlándose de ella, y diciéndole fea. ¡FEA! A ella, que era reconocida como La Belleza del Kenjutsu.
Bufó de coraje, y dio media vuelta para entrar a su casa, y quizás poder darse una ducha, comer algo y hacer algo del administrativo en lo que su...
Un momento, que ella recordaba, la pared no tenía grietas.. ¿o si?
Extrañada, cerro la puerta que Yahiko había abierto con tanta fuerza y no pudo mas que ahogar un grito de asombro.
Un sujeto pequeño, pelirrojo, vestido de negro estaba encajado en la pared. La nariz la tenia prácticamente doblada y un pequeño goteo de sangre brotaba. Los girando en espiral y un gran chichón crecía a velocidad alarmante.
'¡Ups!' Pensó Kaoru Kamiya, al intuir que la persona que estaba allí era nada mas y nada menos que Kenshin Himura.
LALALALALALALALALALALALALA"¿En serio esta bien?" Preguntó Kaoru, sentándose detrás del escritorio de la pequeña oficina y apuntando a la bandita que estaba en la nariz de Kenshin. No preguntaba por el chichón tamaño melón con un curita en forma de cruz en medio de él, o en los moretones de la cara donde lo goleo la puerta, o en las lesiones generales de la espalda, o en la herida de la nuca...
"No se preocupe Kamiya-san" dijo Kenshin tranquilamente frotando un poco la punta de su nariz. "He pasado por cosas peores."
"Me disculpo por el comportamiento de mi alumno Yahiko. Es un buen niño, pero es demasiado testarudo e insoportable." Contó mentalmente hasta diez al recordar las cosas que hacía en cada practica. "Pero tengo entendido que usted ha trabajado ya con niños, ¿no es así Himura-san?"
"Por favor, dígame Kenshin." Dijo animado. ¿acaso percibía jazmín en el ambiente?
"De acuerdo, Kenshin. Espero que puedas llamarme Kaoru en dado caso." Dijo ella con una sonrisa. Detrás de esas lesiones se escondía un rostro atractivo.
"Gracias Kaoru-dono. Y si, acostumbraba trabajar con niños en Kyoto y estoy bastante familiarizado con las actitudes y caprichos de los niños."
"Si, si. Dojo Himura. Estilo X. Por alguna razón no lo conocía, aunque siendo sinceros, en los torneos nunca hemos salido de Tokio." Dijo pensativamente mientras escrutaba los documentos y las cartas de recomendación que Kenshin portaba. Este sonrió débilmente al detectar un ligero derrotismo.
Tenia que reconocerlo, no parecía ser pariente de Saito (gracias al cielo), y era bastante linda. No aturdidora (conocia a varias chicas mucho mas hermosas y sensu...), pero con una belleza pasiva, que quedaba cortada por la sonrisa leve que mantenia mientras pensaba.
"Sus referencias son excelentes. Todo lo que se puede esperar de un Kendoka dueño de su propio Dojo. Pero aquí cabe la pregunta... Si le iba tan bien en Kyoto, ¿porque mudarse a Tokio? ¿Por qué quiere empezar de nuevo y como maestro asistente?" Kaoru cerro los documentos, sin tener mas interés en ellos.
Debía andarse con mucho cuidado. Su tía, Tokio Fujita, varias veces le había comentado sus temores respecto a los negocios en los que andaba su marido. No estaba segura de que trataban, pero si de que eran peligrosos. Involucraban demasiado a menudo gente muerta en "circunstancias misteriosas".
Podría ser su Tio, podrá deberle el hecho de quedarse con el Dojo de su padre a pesar de ser menor de edad y todo lo demás... pero no iba a permitirse el lujo de meterse en problemas con la ley. O con los que no tienen ley.
Si le están mandando este sujeto extraño... aunque muy guapo, hay que reconocerlo; y por si fuera poco, recomendado por el Mismísimo Hiko Seijuro. Bueno, eso encendía un foco rojo de alarma en su cabeza.
"Digamos que..." Pauso Kenshin. 'Estoy tratando de dejar una vida de asesinatos... no. Eso no cuadra. O: No tengo la capacidad de luchar junto con otros que se enfrentan a peligros y amenazas mas allá del tiempo y el espacio. Como que tampoco cuadra. Maldición, estoy en problemas' se dijo. ¿Cómo explicar sus circunstancias. "Digamos que Kyoto es un lugar que me trae muchos recuerdos desagradables. Y, cuando eso pasa, no queda mas que dejar todo atrás y empezar de nuevo, forjándose recuerdos buenos y agradables en un lugar nuevo. Al menos eso creo."
Kenshin mantuvo una sonrisa todo el tiempo, pero Kaoru vio que sus ojos se oscurecían por momentos. Sus instintos le indicaban que decía la verdad, o al menos a medias. Dejo eso a un lado, por mientras.
"Hablemos ahora de su experiencia. Solo por rutina"
LALALALALALALALALALALALALALALALALa charla se alargó varias horas.
Kaoru se dio cuenta que estaba frente a una persona singular. (No que no se haya dado cuenta antes.) Ante un gran ser humano. Tenia la costumbre de contestar las preguntas mirando directamente a los ojos. Evasivo en asuntos personales, directo en cuestiones laborales. Tenia un buen sentido del humor, y sabia escuchar, a diferencia de muchos hombres que conocía.
Kenshin en cambio, tuvo que concordar con Saito respecto a ella. Era una chica muy madura. Lo suficiente como para manejar un Dojo (aunque algo pequeño, esa era la realidad), y atender las clases en la Universidad de Tokio. Era testaruda, defendía sus opiniones con fuertes argumentos, y un par de veces estuvieron en debates relámpago sobre los procedimientos del Kenjutsu.
En estos momentos Kenshin observaba detenidamente las fotografías de Torneos de años anteriores, solo que Kaoru (iba a llamarla Kaoru-dono, pero... naa.) no estaba allí. Estaba un hombre de mediana edad. Un poco alto y con gi pulcramente blanco. El anterior Kendok del Dojo Kojiro Kamiya.
Kaoru entro a la oficina con una bandeja con pequeños vasos de te humeante, unos cuantos bocadillos de la afamada Fabrica de Dulces Urashima y una amplia sonrisa en la cara.
Kenshin iba a preguntar el porque cuando vio parar por enfrente de la puerta al rebelde alumno con una segunda cabeza encima de su cráneo. Murmurando palabras inteligibles de la cual solo pudo distinguir "bruja.
Cada quien tomo una taza de te, cuando ambos se sentaron en sus lugares para concluir la entrevista.
"Bueno, Kenshin, debo decir que por lo visto tus conocimientos respaldan las referencias que me has dado. Solo tenemos que concretar el día en el que empezarás. Esto claro, cuando termines de instalarte en la ciudad"
"Puedo empezar de inmediato. No creo que falten cuartos en renta por aquí cerca. ¿O si?"
Un silencio transcurrió entre los dos por momentos. Que ingenuo era.
"Bueno... creo que por mientras encuentras un lugar adecuado, podrías ocupar el cuarto de huéspedes." Kaoru titubeó por un momento. Una cosa era dal la bienvenida a un Sensei desconocido. Otra muy diferente era aceptar a un desconocido como huésped.
Kenshin sonrió.
"Seria un honor para mi. Por supuesto será temporal, solo hasta encontrar algo."
"Claro temporal."
Ambos sonrieron en lo que tomaban un sorbo de café.
"Oye, 'Busu'," gritó el joven alumno desde la puerta. "Si ya terminaste de planchar con tu nuevo novio, ¿podemos empezar a entrenar?"
"Si, dame un momento..." Empezó Kaoru antes de darse cuenta de lo que acababa de decir. "¡¡TU! Grosero..." Salió corriendo con la cara como un tomate, agarrando al vuelo una Shinai y dando caza a Yahiko.
Kenshin no pudo mas que sonreír, y lentamente levantarse para seguirlos. Después de todo tenia que conocer físicamente el Dojo.
'Je je. Esto parece ser divertido.' Empezó su mente a decirse. 'Novio. Si como...'
Su mente tuvo que interrumpirse cuando estudió su reflejo en un espejo cercano.
Estaba sonrojado. Evidentemente.
La fragancia de jazmines azotó su nariz, antes de sonreír sinceramente y seguir su camino.
Jazmines.
El futuro, de pronto, le pareció muy, muy brillante.
LALALALALALAALALALALALALALALAN.A. Fin del Episodio II
Para aquellos que se preguntaban donde estaba Kaoru, alli lo tienen.
No se si lo comenté antes, pero originalmente, Kaoru iba ha ser la esposa, y al final de La Alianza, Kenshin se encontraría con Tomoe. Pero después de leer la saga Venganza, quedo bastante claro que es mejor así.
Disculpen la tardanza. Y lamento tener que decir que me estaré tardando mucho, pero seguiré constante.
Es una promesa de Scout.
Aja. Si.
Nos vemos.
Jueguen Chrono Trigger (aunque es de SNES), Lean "Aves de Presa" de Wilbour Smith, o "Dune" y "El Mesias de Dune" de Frank Herbert (Maestrazo!) O "El fin de la Eternidad" de Isaac Asimov. O en su defecto vean la películas de "King Kong", o la esperada "Crónicas de Narnia". Y si compran Manga, consíganse la de "The Girlfriend of Steal" una variación de NGE que promete ser muy, muy atractiva.
