Wolas! Ya estoy aquí, si, yo de nuevo, un poco pesada pero bueno... no sé que decir, últimamente como en mi vida pasan tan pocas cosas pues...

¡Ah! Si, tengo una cosa por decir, en el capítulo anterior la trama se complicó muchísimo al saber la relación que tenían Soujirou-Yumi-Tomoe, los tres eran maltratados física y psicológicamente pero quiero decir algo al respecto. En el caso de Yumi nunca me gustó hacer aparecer un Shishio violento, al menos con ella, por eso hice que la defendiera (a ella y a sus hijos) delante del padre de Yumi. Yo creo que Shishio quería sinceramente a Yumi, de la misma manera de Kenshin quiso a Tomoe o a Kaoru, lo único que al ser un asesino pues... no podía demostrarlo.

También decir que quiero dedicar este capi a todas esas mujeres y niños que son maltratados. Sinceramente yo... me siento tan impotente cuando veo que una mujer se ha suicidado por problemas de estos o que un hombre ha matado a su mujer después de que ella pusiera 3 denuncias ¡TRES! Así que, aunque sea poco, quiero dedicar este capítulo a ellas que aunque no lo parece son muy valientes enfrontando a su marido cada día pero aún tendrían que serlo más para atreverse a denunciarlo.

Nada más que decir. Solo... disfrutar del capi.

Nos vemos a bajo


Tokio entró en el jardín de la casa que compartía con Hajime, la casa que alguna vez había sido suya. No había cambiado nada, bueno, solo una cosa, ya no se oían las risas de Sayuri y Kaoru jugando con Aoshi.

La habitación de Kaoru estaba vacía y la de Sayuri estaba sin vida.

La voz de Hajime llamándola la sacó de sus pensamientos

-Tokio haz el favor de entrar, te puede coger frío – Tokio miró al hombre que mantenía la puerta de entrada abierta

-Hajime…

-¿Te pasa algo? – él se había acercado al ver a su mujer mirando hacia el piso superior

-¿Qué hicimos mal¿Por qué Sayuri ya no está con nosotros?

-Tokio… - el hombre puso sus manos en las mejillas de ella y la obligó a que lo mirase

-Aún recuerdo como ella me sonreía al llegar a casa diciéndome que…

-No te tortures, eso hace mucho tiempo que pasó – Hajime la abrazó fuertemente

-Y después… nuestro divorcio – dijo entre los brazos del hombre

-Fue mi culpa, no podía soportar que no fuese capaz de proteger a mis hijas, a las mujeres más importantes de mi vida. Como tampoco pude protegerte a ti

-Cuando quedé embarazada de Kaoru ya estábamos casados

-Pero hice que tus padres te odiaran

-¡Eras el médico de mamá! – sonrió ella mientras notaba como el hombre la cogía de la cintura y la llevaba despacio hacia dentro

-Y el tuyo

-Es normal que papá pensase que eras un pervertido

-Pero tus padres aún no quieren verme

-Y te aseguró que a mi tampoco aunque me haya divorciado de ti – Tokio sintió como el calor de la casa la envolvía

-Lo siento, tantas dificultades y… - Tokio encaró a Hajime

-De lo único que no me arrepiento es de haberme casado contigo y de mis dos maravillosas hijas

-------------------Flash Back--------------------------

Tokio caminaba por un largo pasillo del hospital de Kyoto, en aquel entonces vivía con sus padres mientras terminaba el instituto. Era joven, con 17 años.

No le gustaban los hospitales, principalmente porqué sabría que un día no muy lejano tendría que trabajar en uno. Su padre no veía muy claro que estudiase medicina, principalmente porqué su hija no era un as en las asignaturas de física y química, aunque lo que menos se esperaban era que ese mismo día los problemas para Tokio se terminaban y sin embargo, los del matrimonio Takagi tan solo empezaran.

Con un suave golpecillo abrió la puerta de la consulta. Su madre había tenido repentinamente un dolor de cabeza impresionante que ya hacia varios días que duraba y su padre había decidido llevarla al hospital de urgencias.

Entró y vio a su madre sentada en la camilla mientras su padre solo estaba de pie en medio de la sala. No se extrañaba que sus padres tuviesen una habitación para ellos solos, al fin y al cabo, eran propietarios de una gran cadena de centro comerciales que incluso se estaba pensando la posibilidad de comercializar con Estados Unidos.

-Creo que tan solo es una sinositi – dijo un médico - ¿Tienes las pruebas Saito? – el chico de su lado, que se veía como un doctor en prácticas asintió.

-Estoy de acuerdo, las radiografías muestran una pequeña mancha en esta zona – dijo señalando la zona inferior de la frente

-¿Y esto qué es? – preguntó con desconfianza su padre, era un hombre que empezaba a ser calvo a su 40 y pocos. Cabello y ojos cafés

-Acumulación de mucosidad – informó Tokio, el doctor se giró y la miró, Saito también la miró y sonrió al verla

-Así es señorita Takagi. ¿Es propensa a los resfriados?

-Si doctor – respondió la madre de Tokio. Era una mujer bella, de ojos claros y cabello negro

-Le recomendaré unas pastillas para que la despejen – Tokio observó al doctor durante todo el trayecto hacia la mesa y volvió sus ojos hacia su madre donde el aprendiz ayudaba a descender de la camilla. No tardó mucho en darse cuenta que se había quedado mirando fijamente al chico y que él también la miraba – Ya está – le tendió la receta al su padre que aceptó sin dar muestras de agradecimiento, si, así era su padre

-Muchas gracias doctor – intercedió Tokio haciende una leve reverencia – Y a usted también aprendiz de doctor – omitió la reverencia, por lo que había observado, el chico era muy orgulloso y estaba segura de que esto lo había picado aunque… no sabía porqué quería picarlo

-De nada – sonrió sonrojado el doctor, era un hombre joven y para un hombre joven, una jovencita de instituto con uniforme y además llevando la camisa mal colocada y con escote era su delirio. Tokio miró al aprendiz exigiéndole una respuesta, el solo sonrió con arrogancia

Ni sus padres ni Tokio pudieron imaginar que esa simple visita haría que sus vidas cambiaran por completo

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Tokio y su familia nunca se imaginaron que deberían volver al hospital poco tiempo después.

-Vaya… usted por aquí – Hajime corrió la cortina de la sala de urgencias, ahí se encontraba Tokio estirada y en la cama un vendaje de primeros auxilios

-Me duele… ¿cuándo van a escayolármelo? – preguntó ella mientras cerraba los ojos

-Oiga… señorita Takagi he venido para hacerle una radiografía no para que me de órdenes – indicó a un par de auxiliares de enfermería para que la llevaran a planta con él a su lado

-¿Ya no es aprendiz? – preguntó ella en un intentó de mantener una conversación y no fijarse en el dolor de su pierna

-No, el día que su familia vino era el único – Tokio soltó una carcajada, así que le había tocado el orgullo mucho más de lo que pensaba

-¿No es muy joven?

-Pasé dos años de medicina por mi inteligencia – Tokio lo miró y parpadeó varias veces

-Y por su arrogancia por lo que veo

-Cuando tengáis las placas me avisáis – y dejó que se llevaran a la chica hacia la quinta planta – Esa chica es una arrogante – dijo cuando las puertas del ascensor se cerraron – Aunque también muy bonita

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Hacia dos meses de esa visita al hospital y, sin proponérselo, había seguido a la paciente muy de cerca. Él mismo fue quien le escayoló la pierna, quién le dio los calmantes y también quien le quitó el yeso. Solo por esos ojos verdes.

Negó con la cabeza y se fijo en lo que tenía delante.

Un frigorífico en el supermercado

Su perdición, su único punto débil, la comida y la cocina.

-Si tiene que comérselo en pocos días le recomiendo está carne, sabe mejor y es más barata – dijo una voz femenina a su lado. Saito Hajime giró la cabeza para ver a la señorita Takagi de ojos verdes

-¿Alguien le pidió la opinión?

-Le han tomado el pelo con la fruta – ella ni siquiera lo miraba y estaba examinando las diferentes carnes

-No me han tomado nada – se quejó él

-Claro que si – ella se giró y cogió una fruta del cesto del hombre – Esta fruta está demasiado madura y no le durara hasta mañana – informó ella poniéndole una manzana delante de sus narices

-¿Tengo qué creerte?

-Haga lo que quiera – la chica se encogió de hombros - ¿Es soltero verdad?

-¿Le importa?

-Un hombre soltero no tiene porqué ser obligatoriamente un idiota en la cocina

-Tiene razón

-Pero aún no he conocido a ninguno que no lo sea – sonrió inocentemente y se marchó. Saito vio como se iba, moviendo las perfectas caderas con la pequeña falda que usaba. ¡Un momento¿Lo había llamado idiota?

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Sin quererlo, ese supermercado fue su punto de encuentro. Cada semana, el miércoles a las ocho de la tarde se encontraban delante del frigorífico del supermercado. Muchas de las veces Tokio lo acompañaba y le decía cuales eran los mejores productos, también le dijo que si realmente era tan negado como parecía para la cocina podía ir al restaurante de su amiga Tae que acababa de abrir hacia poco y seguro que le hacían una cuenta especial.

-¿Medicina? – preguntó Saito cuando una día delante del apartado de pescados Hajime le había preguntando que quería ser

-Así es – suspiró ella y dio un pedido a la empleada del sitio – Pero mis padres no lo ven muy claro, quieren que me dedique a la economía para que pueda administrar el negocio, claro que a mi, a parte de la ropa, los centros comerciales no me sirven para nada – Saito entendió porqué la chica siempre iba a la última moda cuando no iba con el uniforme del instituto, aunque le quedaba mucho mejor que cualquiera de los otros modelitos – Además… - la voz de la chica cortó los pensamientos obscenos de Saito sobre el uniforme y el cuerpo de Tokio – La física y la química no son lo mío

-¿No?

-¡No! – sonrió ella – Además, era mis amigas la que me ayudaba con ella pero ahora las dos se han retirado

-¿Por qué?

-Tae a abierto su propio restaurante, ya sabes, el que te recomendé, y mi otra amiga… digamos que se quedó embarazada antes de tiempo

-¿Digamos?

-Ya sabes, para no decirlo tan violentamente – sonrió la chica – Gracias – contestó a la empleada - ¿Quieres algo? – Saito parpadeó varias veces, se había quedado anonado con la sonrisa – Saito, hablo contigo

-No, no quiero nada – negó él y se pusieron a caminar hacia la caja – Por cierto, yo podría hacerte clases

-¿Clases?

-De física y química

-¡De veras? – preguntó la chica emocionada cuando había dejado su cesta en la caja

-Claro, no es ningún… - pero no pudo terminar porqué Tokio se le había lanzado al cuello

-Gracias – y besó suavemente la mejilla del hombre, después esperó que Saito pagará su cuenta y salieron juntos del supermercado - ¿En serio que no te importa? Antes me emocioné pero… no lo hagas por obligación – dijo ella un poco cohibida

-Nunca hago nada por obligación

-Entonces dime cuando quedamos y cuanto pides por las clases

-No te cobraré.

-No seas bobo. Un estudiante de universidad me hubiera pedido por lo menos una burrada

-Pero no soy un estudiante de universidad – dijo él parándose

-¡Por eso! Tu tendrías que pedir dos burradas (n/a: Burrada barbaridad)

-¿Dónde queda tu casa?

-No – negó ella – Sino voy a pagarte voy a ir yo a tu casa – Saito la miró extrañado – No por nada tengo coche – sonrió ella sacando con agilidad el carné de su monedero - ¿A qué salí mona en la foto? – dijo mientras se lo mostraba - ¿Dónde queda tu casa? – dijo sonriendo inocentemente, el hombre solo pudo suspirar

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-Y esto se soluciona así – dijo indicando un pequeño problema en el cuaderno de su acompañante

-¿Por qué?

-No me digas que no has entendido nada de todo lo que te he contado – dijo Saito a punto de perder la paciencia

-No – Tokio negó con la cabeza - ¿Por qué haces esto?

-¿El qué?

-Ser mi profesor

-Tu me diste clases de compras

-No – ella negó con la cabeza – Hay algo más – fue entonces cuando Saito empezó a sudar frío, si, él también veía que había algo más pero… no sabía exactamente que era – Mañana… tengo una cita – dijo cambiando radicalmente de tema

-¿A si? – su voz intentó ser neutral aunque por alguna razón la sangre le hirviera

-Si, es un universitario – ella lo miró a los ojos – Vamos a ir al cine y después a cenar

-Ten cuidado con los universitarios

-Quiero ver la última película de Richard Gere, iremos al restaurante de Tae – Saito la miró - ¿No dices nada?

-¿Qué tendría que decir?

-Nada – Tokio se levantó indignada y recogió sus libros – Tengo que irme, he quedado con Yumi para comprar ropa – se puso la chaqueta y se colgó la bolsa de un solo brazo – Nos vemos Saito

-Hajime, ya te deje que…

-Saito – y sin más se fue de la casa, arrancando furiosamente su coche

Se quedó ahí en la mesa, viendo el último resultado calculado con la calculadora por la chica. Se apoyó en el respaldo y se frotó los ojos con cansancio con la mano derecha. Una cita.

-¡Mierda! – se levantó furioso pateando la silla más cercana

Por dios, claro que sabía lo que le pasaba. ¡Le gustaba la chiquilla consentida de la familia Takagi¡Ese era su problema!

No… el problema no era que simplemente le gustaba sino que ¡Se había enamorado de ella!

¡Él! Un hombre hecho y derecho, con un buen puesto en el hospital… ¡su médico¡Su profesor!

Por dios, si rompía todas las normas establecidas por la sociedad.

Suerte que mañana tenía fiesta porqué no podría ir pensando en ella.

Pero esa mañana estaba peor que si hubiera ido a trabajar.

A media tarde ya no podía mirar la tele así que cogió el diario, cosa que aún lo estresó más y cuando estaba decidido a dejarlo se abrió por el apartado de "cine", y una gran póster de una película, decía "Gran Estrena" y en él una imagen de una chica con un hombre, ese estúpido actor, Richard Gere.

"Quiero ver la última de Richard Gere"

Se levantó como si le hubiesen pinchando el trasero, corrió hacia el baño, se ducho con una rapidez admirable, se vistió y le faltó tiempo para coger su moto (que cuando su hija mayor fuera adolescente se la vendría a Sanosuke) y un casco de repuesto, dirección casa de los Takagi, pero cuando se paró en un semáforo se dio cuenta que no tenía ni idea de donde quedaba.

La película de Richard Gere… había un cine cerca del restaurante de Tae, donde irían después a cenar, sin tener en cuenta a los coches que le pitaban dio un giro de 180 grados, haciendo una infracción, y se fue hacia el barrio del restaurante y el cine.

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Tokio miraba ansiosa la calle, como si esperara a alguien, hasta que su acompañante la sacó del ensimismamiento cogiéndola por la cintura. Le sonrió cálidamente y enfilaron hacia el restaurante de Tae después de haber visto la película.

No entraron. Tokio se había parado, su acompañante también.

-No deje la moto aquí, está prohibido – dijo un agente de policia

-La dejó por un momento, es urgente – fue lo único que dijo una voz fría, Tokio se giró, vio como todos los transeúntes se apartaban de aquel hombre alto y con mirada penetrante de color ámbar

-Le voy a poner una multa – lo amenazó el guardia

-Tampoco la pagaré.

-Vamos Tokio – el chico la empujaba suavemente al ver que la mirada del hombre misterioso se había fijado en ellos

-Si – asintió ella aún sorprendida

-Quieto chaval – Hajime Saito se colocó delante del acompañante de Tokio – Ella se queda

-No va a quedarse

-No voy a quedarme – dijeron la pareja a la vez

-Bueno, entonces nos marchamos juntos – sonrió Saito

-¿Por qué tendría que hacerte caso? Me dejaste venir sin ningún tipo de queja

-Tokio…

-¡Señorita Takagi para usted! – se enfurismó la chica – Te di la oportunidad de… - pero Saito con un rápido movimiento apartó la mano de ese "degenerado" (como él mismo lo había bautizado) de la cintura de SU chica y la acercó a él – Nos vemos mañana Saito – pero la verdad era que detrás de su enfado había una gran alegría, al menos la había venido a buscar - ¿Qué haces aquí? – preguntó al caer en la cuenta, si, ella quería que la viniera a buscar pero…

-He venido a buscarte

-¿Por qué?

-Para llevarte a casa

-¿Y si no quiero volver a mi casa? – preguntó mientras cruzaba los brazos

-A MI casa – Saito remarcó el posesivo provocando el sonrojo de la chica

-Oye tío – el acompañante de Tokio había perdido la paciencia – No sé quien eres pero ella es MI pareja, así que te puedes ir yendo

-Con ella

-¿Crees qué te lo permitiré?

-¿Nos vamos? – preguntó Tokio mientras se colocaba el casco, Saito se giró hacia el chico de universidad y levantó una ceja diciendo "Ella ha decidido por ti", se alejó del chico, montó en la moto, se puso el casco y esperó a que la chica subiera detrás de él y cuando estuvieron los dos, arrancó la moto.

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-Me debes una cita – dijo Tokio mientras se sacaba el casco y dejaba que su melena ondeara en el viento

-Cuando quieras – Tokio sonrió ante esto

-¿Por qué fuiste a buscarme? – Saito la miró a los ojos y supo que ya de nada servía evadir la realidad

-Era un universitario, quería llevarte a la cama y después dejarte tirada, con suerte sin dejarte embarazada – Saito se cruzó de brazos, suerte que había dicho que de nada servía evadir el tema

-Tú no eres mejor que él – Saito la miró¿pero qué diablos decía? – Quería llevarme a tu casa

-Y aún mantengo la idea pero respecto tu posición de señorita

-Entonces… - se acercó sensualmente a él y se sentó en su regazo encima de la moto - … ¿qué hacemos en mi casa? – y sin más lo besó tan apasionadamente, con tanta fuerza y de improvisto que hizo que Saito perdiera el equilibrio y moto, chico y chica cayeran al suelo

-Auch – se quejó Saito

-¿Estás bien? – preguntó Tokio levantándose lentamente del suelo

-Si, más o menos – Saito también se levantó y observó su moto – Pero la moto no está tan bien

-¿Llamó a un mecánico? – preguntó la chica

-No, funciona perfectamente, la llevaré mañana – los dos se quedaron mirando a los ojos, Tokio sonrió nerviosa

-Bueno… yo… verás… - pero Saito la calló con un beso profundo.

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Cuando Tokio dos días después de su cumpleaños número 18 informó a sus padres que se casaba ellos casi se mueren, digo casi, porqué Saito estaba ahí y pudo evitarlo, aunque claro, fue inevitable llamar a una ambulancia después de saber con quien se casaba.

Al principio pensaban que era una tontería pero cuando vieron a la chica guardando sus maletas en el maletero de su coche con la ayuda de Saito vieron que iba en serio. Dos meses después recibieron la invitación y un mes más tarde la noticia de que estaba embarazada.

Eso hizo que el matrimonio Takagi se enfadara. ¡Tenía 18 años! El señor Takagi junto a varios hombres de seguridad se dirigió hacia el piso ocupado por la recién pareja de los señores Saito e intentó convencer a su niña que fuera con él.

Ella se negó.

El señor Takagi le entregó las llaves de una casa a las afueras de la ciudad y negó delante de todo el mundo que Tokio Saito Takagi era su hija y mucho menos que Kaoru Saito era su nieta.

Tokio cayó en una pequeña depresión al ver a su padre renegando de ella pero gracias a la pequeña Kaoru pudo rehacerse de la depresión, de Kaoru y de Hajime. Después, mientras estudiaba medicina quedó embarazada de su segunda hija, Sayuri y gracias a los esfuerzos de Saito, ella y Tae pudieron sacar las niñas adelante y que Tokio se sacara la carrera.

Aunque Tokio no había querido admitir la casa que su padre le había dejado vio claramente que no había otro modo y se trasladaron a vivir ahí.

-----------------------Fin Flash Back-----------------------

-Bueno, Kaoru salio un poco rebelde – sonrió Saito

-¡Porqué quería imitarte!

-Tokio… - Hajime apoyó su frente con la de ella – Vuelve a ser mi mujer – Tokio se tensó.

-Hajime…

-No hace falta que nos volvamos a casar pero… - no pudo continuar porqué Tokio lo había besado profundamente

-¿Sabes que hace una semana que intentó decírtelo? – sonrió Tokio mientras se colgaba del cuello de su ex marido

-¿Y qué esperabas? – preguntó él medio enfadado

-Quería ver si aún me querías

-Eres mi mujer, lo fuiste una vez y no dejarás de serlo

-Eres muy posesivo – dijo mientras besaba su mejilla

-Pero me quieres y no te quejes que tu eras una niña mimada

-Pero te enamoraste de mi

-Si, y aún lo estoy – Tokio tembló un poco - ¿Tienes frío?

-Es la emoción, nada… más - Saito la levantó suavemente en brazos y la depositó en el sofá.

-Nunca, óyeme bien, nunca te vuelvas a separar de mi Tokio – la abrazó con fuerza – Te quiero, siempre te he querido y siempre te querré, en esta vida, en la pasada y en la futura – ella solo asintió entre sus brazos


Ya está! Si lo sé pero... como es habitual en mi, en cada fic debo dedicar un capi para la pareja Saito y Tokio, no puede resistirme, y pensé que era el mejor momento.

Sé que muchos os esperabáis que Aoshi hablará con Kaoru pero tranquilos, todo llegará, ya tengo la idea pensada, bueno, la tenía antes de empezar este capi pero tenía muchísimas ganas de hacer esta historia de Saito y Tokio así que...

Me encanta este fic, por una parte la historia del triángulo amoroso entre Aoshi-Kaoru-Kenshin y por la otra el culebrón que estoy montando. Jaja, voy a hacer un pequeño resumen, más para mi que para vosotros.

Sou-chan es el hermano de Yumi, que mató a su padre porqué este abusaba de ella, a su vez, Tokio y Tae (que aún no ha aparecido en el fic) eran amigas íntimas con Yumi en el tiempo del instituo, Yumi quedó embarazada antes de tiempo de Tomoe y después tuvo a Enishi y Enishi, a su vez se casó con Sayuri (la hija de Tokio, la mejor amiga de Yumi, y de Saito) teniendo una hija, Tsubame, que actualmente es la hija adoptiva de Aoshi y Kaoru Shinomori porqué Sayuri murió y Enishi estaba en la carcel.

¡Puf! Si, ya se puede decir que es un culebrón y aún no está todo.

Aún no se ha dicho nada sobre responder a los reviews y de verdad que estoy muy enfadada y aunque posiblemente este rompiendo otra norma quién quiera que le responda el review que me deje su mail y yo personalmente le enviaré la respuesta (si os parece)

A todo esto muchas gracias a denis-chan (tengo que decir que no entedí tu review TT-TT), Mitsuki Himura, Alexandra Shinomori, Lady2scorpio.

¡IMPORTANTE! Estoy a punto de conseguir los 100 REVIEWS! A ver si sois tan amables de hacerme llegar a ellos sin necesidad de publicar otro capi, además prometo que si llegamos a los 100 la conversación tan esperada entre Aoshi y Kaoru será immediata.

Así que ya sabéis, alguna suggerencia, duda, crítica constructiva y/o felicitación mandadme un review para llegar a los 100

Muchas gracias

Nos vemos

Se despide con un abrazo

Aya-Mery