Se supone que iba a coger el ascensor, ir a algún garito de por la zona y emborracharme para celebrar la recuperación tangible de mi cuerpo. Pero mis pasos me llevaron a un sitio muy distinto. Tal vez fuera la inercia, o tal vez no.
Estaba enfrascada revisando unos papeles, sumando a eso la innata sigilosidad que los vampiros tenemos, creo que no se percató de mi presencia. No me importaba. En cierta forma, lo agradecí. Me gustaba observarla sin que ella lo supiese y como descubría, según pasaba los días la veía más bonita. Y no solo era una chica preciosa, era una mujer excepcional y lo que más me sorprendía, me había aceptado sin reparos y se había ofrecido a ayudarme, haciendo todo lo posible por volverme corpóreo. Entonces recordé una promesa.
- ¿Creo que deberías descansar un rato, pet?- dije haciendo que levantase la vista repentinamente.
- Solo revisaba unos informes.- me confesó con una sonrisa inocente.- Estaba a punto de terminar.
Llevaba las gafas un poco caídas, a mitad de la nariz, yo me acerque y se las coloqué en su sitio con una sonrisa.
- Seguro.- ella se volvió hacia los informes, garabateó algo en uno de ellos. Luego se volvió y me dijo con una sonrisa.
- ¿Lo ves? Ya he terminado.
- Entonces ¿te apetece tomar algo?
- Ehm, Spike… yo… el alcohol y yo no nos llevamos bien.
- Mejor, así podré emborracharte y llevarte a mi cama.
Ella me miró con los ojos abiertos de par en par y pude escuchar perfectamente como su corazón se aceleraba.
- Era una broma
Una sonrisa se dibujó en su cara, mezclada con cierta… ¿decepción? Por un momento me lo pareció, pero rápidamente me autoconvencí de que eso era una mera ilusión.
- ¿Al menos me dejaras invitarte a una Coca-Cola?- le dije mientras me acercaba a ella.- Es para celebrar que vuelvo a tener cuerpo.
- Es verdad, con todo este barullo lo había olvidado. Me alegro mucho por ti.
- ¿Sabes? Creo recordar una promesa, pet. Algo acerca de un abrazo para cuando fuese tangible.
- ¿Eso era una promesa?- me preguntó con timidez mientras también se iba acercando a mi.
- No lo sé.- le respondí mientras me encogía de hombros.- Pero si tú no quieres…
No me dio tiempo a terminar la frase. Ella ya me estaba abrazando. Al principio me quedé un poco descolocado. La verdad, no esperaba que lo hiciera, pero si que lo había hecho y yo, finalmente, le respondí al abrazo. Este se prolongó más de lo que pude imaginar, pero no me importó. Era una sensación agradable. Creo que era la primera vez, desde que recuperé mi alma, que me sentí querido por alguien. Además, me gustaba como olía: era un suave olor a canela. Cuando por fin nos separamos, me quedé observando fijamente sus ojos. Unos bonitos ojos castaños que devolvían la mirada a los míos.
No recuerdo exactamente en que momento nos empezamos a besar, ni quien dio el primer pasó. Simplemente se que ocurrió y que no me arrepentiré de que haya ocurrido. Fue ella quien interrumpió el beso.
- No sabía que eso formase parte de la promesa
Ella dejó escapar una pequeña sonrisa mientras bajaba la cabeza ruborizada. Luego se quedó unos minutos en silencio y con la cabeza baja. Empecé a pensar que tal vez el beso, sin importar quien lo empezase, no había sido tan buena idea.
- ¡Ey! Pet, si lo de antes te ha molestado…
- ¡No!- respondió rápidamente interrumpiéndome.- Quiero decir… yo solo…
- Todo está bien, pet. Solo es algo que ha ocurrido.- le dije intentando quitarle importancia al asunto.
- ¿Te arrepientes?
Sonreí ante su pregunta mientras le acariciaba suavemente la mejilla con la mano. Acto seguido me acerqué a ella y deposité un tierno y ligero beso en sus labios.
- Nunca me arrepentiré.
