Taking care of you

por Khira

# 4. Fin de semana de peleas

Llega el fin de semana, y como todos, aunque el cielo amenaza lluvia y hace mucho frío, el sábado por la tarde Rukawa está entrenando en solitario en la cancha de siempre, bajo la atenta mirada ahora de su guardaespaldas, apoyado en la verja que rodea el recinto. Aunque al principio le molestaba profundamente su presencia, se ha terminado acostumbrando.

Rukawa practica entradas, triples, tiros libres, tiros en salto, mates, y cualquier otra jugada que se le ocurra. De pronto bota el balón con fuerza desde la línea de tres puntos y corre siguiendo su trayectoria hasta situarse bajo la canasta, salta y efectúa un precioso mate quedándose colgado de espaldas al aro. Es una jugada difícil y que pocas veces le sale bien, pero en esta ocasión le ha quedado perfecta.

Se deja caer al suelo con ambos pies, e instintivamente voltea a ver a Erik esperando ver una mirada de admiración. Pero su decepción es grande al ver que el guardaespaldas no le está mirando a él, sino que está paseando su vista por los alrededores de la cancha, como buscando algo o a alguien.

De la tonta rabia que siente al saberse ignorado, Rukawa coge el balón y lo lanza con fuerza en dirección a la cara de Erik. Pero el castaño tiene buenos reflejos y detiene el balón con una sola mano.

- ¿Se te ha escapado el balón? – pregunta con una ceja levantada.

- …

Rukawa se acerca sin decir nada para recogerlo, pero cuando Erik se lo ofrece no lo coge, en lugar de eso sus ojos azules se clavan en los dorados, que esa mañana lucen unas ojeras terribles.

- Juega contra mí – le ordena.

Erik levanta aún más la ceja.

- ¿Por qué quieres que juegue contigo? – pregunta extrañado.

- No te he dicho que quiero jugar contigo, sino contra ti – le corrige – Dijiste que jugabas a baloncesto en tu país¿no? Pues demuéstrame lo que sabes hacer.

Erik sonríe un poco y le ofrece el balón de nuevo.

- Lo siento, no puedo.

- ¿Por qué no? – pregunta el muchacho intentando disimular la desilusión que siente.

- Porque estoy trabajando.

- Pero si estás aquí sin hacer nada – insiste.

- Estoy vigilando.

- ¿Vigilando el qué?

- Que nadie sospechoso se te acerque.

- ¡Pero si no hay nadie! – exclama sin poderlo evitar.

- Te equivocas. No te gires, pero precisamente ahora estaba observando a un tipo detrás de esos matorrales que están tras la verja.

Rukawa se queda estático después de escuchar esas palabras. ¿Hay alguien tras los matorrales? Desde que su padre le habló por primera vez de las amenazas que estaba recibiendo que nunca las tomó en serio, seguro como estaba de que sólo sería un empleado despedido que quería gastarles una broma pesada.

Es la primera vez que Erik puede ver algo de miedo en la mirada azul de su protegido, y se siente un poco mal por haberle asustado, por lo que decide tranquilizarlo de inmediato.

- Pero no te preocupes, ya sé quién es – explica con una sonrisa.

- ¿Ya sabes quién es? – repite Rukawa confundido.

- Sí. Le he visto el color del pelo. Es ese friki pelirrojo compañero tuyo de equipo. Hace unos diez minutos que te está espiando.

El miedo es sustituido rápidamente por la ira. ¿Quién se ha creído ese idiota para estar espiándole¿Y por qué Erik le ha querido asustar? Da media vuelta y se dirige con paso rápido a la salida de la cancha, seguido por Erik, para rodear el recinto y encararse con Sakuragi.

El pelirrojo, al ver que el zorro y su acompañante han salido de la cancha, se levanta rápidamente de su escondite entre los setos para irse cuanto antes del lugar. Pero es demasiado tarde, apenas se ha dado la vuelta se ha encontrado cara a cara con Kaede Rukawa. Y parece muy enfadado. A unos dos metros detrás suyo, está parado el extranjero cabeza cuadrada.

- ¿Se puede saber qué haces espiándome, idiota? – pregunta el chico de aspecto zorruno.

- ¿Quién querría espiarte a ti, zorro estúpido? – pregunta a su vez Hanamichi bastante nervioso.

- ¿Entonces que hacías aquí escondido?

- Yo… pues… - el pelirrojo busca desesperadamente una excusa que poner - ¡Buscaba setas!

Rukawa pone los ojos en blanco.

- Sólo muriendo se te quitará lo idiota… - suspira hastiado. De pronto se le ocurre un posible motivo - ¿Por qué no admites que me mirabas jugar para intentar mejorar tu penosa técnica?

El comentario enfurece a Sakuragi pero por el tono despectivo con el que ha sido realizado, pues eso es precisamente lo que estaba haciendo, y dejando que su típica furia irracional se apodere de él, se abalanza sobre el chico moreno para partirle la cara, que es lo que está pidiendo a gritos. Ve como el cuerpo de Rukawa se tensa y se prepara para la pelea. Pero el pelirrojo no alcanza su objetivo. Su puño derecho es detenido por un brazo increíblemente fuerte que no pertenece al zorro. Instintivamente intenta zafarse a la vez que prueba con el puño izquierdo, pero no le sirve de nada, pues también es detenido. De un tremendo empujón Erik lanza a Sakuragi de espaldas a la verja, donde se queda sentado y aturdido.

Al levantar la vista, desconcertado por la fuerza de ese cabeza cuadrada, sus ojos castaños se abren más de lo normal sorprendidos al ver una pistola asomar bajo su chaqueta.

- ¿Qué coño haces! – está gritando Rukawa - ¡Yo sé defenderme solo!

- Es mi trabajo – dice Erik tranquilamente mientras se coloca la chaqueta, pues se ha dado cuenta de lo que está contemplando el friki pelirrojo con cara de sorpresa – Debo protegerte.

- ¡Pero no de ese idiota! – exclama el moreno - ¡Era mi pelea, no tenías derecho a meterte!

Sakuragi se incorpora lentamente y camina hacia ellos. Rukawa calla y se produce un silencio incómodo, el cual es roto por la voz inusualmente seria del número 10 del Shohoku.

- ¿Quién eres tú? – pregunta mirando a Erik.

- Soy el guardaespaldas de Kaede – confiesa el castaño ante la mirada entre sorprendida y furiosa de Rukawa. Pero ahora que el friki le ha visto la pistola, mentir solo traería malentendidos y problemas.

- ¿Qué…?

Sakuragi se gira hacia Rukawa buscando una explicación, pero por supuesto no la obtiene. El zorro le mira un momento indiferente y luego se gira nuevamente hacia el castaño.

- Vámonos – ordena secamente.

Han dado solo un par de pasos cuando Rukawa es detenido por una mano en su hombro.

- ¿Qué quieres?

- ¿Por qué tienes un guardaespaldas…? – pregunta Sakuragi intentando disimular su curiosidad y preocupación.

- Y a ti que te importa – no es una pregunta, sino una afirmación.

A punto está Sakuragi de replicar rabioso que efectivamente no le importa lo más mínimo, cuando la mirada del zorro le hace callar. Rukawa parece… ¿triste? Erik también lo nota y se queda igual de sorprendido que el pelirrojo. Desde que está con Kaede la única expresión que le conocía era enfado; pero hoy le ha visto dos más: miedo y tristeza. Y se da cuenta que aún le queda mucho camino para conocer al muchacho.

Rukawa continúa su camino hacia el interior de la cancha para recoger el balón que antes Erik había dejado caer para ir en busca del espía y su bolsa de deporte. Al salir se reúne con el guardaespaldas y ambos se meten en el coche para irse a casa, observados de lejos por una confundida mirada castaña.

xXx

El domingo por la mañana, el Shohoku al completo está entrenando muy fuerte. El primer partido del campeonato de invierno se acerca, y al convertirse en el equipo revelación de los nacionales, todo el mundo estará pendiente de ellos. El que entrena con más ganas es Mitsui, pues será su último torneo escolar antes de graduarse.

Al igual que Erik, Sakuragi se ha dado cuenta de que, aunque se conocen desde hace casi un año en que se han visto casi a diario, no sabe nada de Rukawa. Y ahora se pregunta como fue capaz de odiar a alguien de quien sólo conoce la fachada. Porque está seguro de que esa expresión indiferente es sólo eso, una fachada, una máscara para que nadie pueda contemplar sus emociones; pero lo que el zorro ignora es que a veces sus ojos son de los más expresivos. A través de ellos puede saber si está concentrado, cansado, relajado, cabreado como en los últimos días o triste como la tarde anterior.

"¿Por qué necesitará el zorro un guardaespaldas?", se pregunta por enésima vez mientras espera su turno para defender en un ejercicio. Que él sepa, sólo las personas con fama o dinero necesitan de uno; el apellido Rukawa no le es familiar, y mucho dinero seguro que no tiene, pues de ser así, no estaría matriculado en un instituto público como lo es el Shohoku.

Cuando falta poco para que la práctica termine, el entrenador Anzai entra en el gimnasio y se acerca a Ryota. El capitán llama a todos sus jugadores y estos se reúnen a su alrededor.

- Chicos, como ya sabéis nuestro primer partido del campeonato de invierno es el domingo que viene contra el Sumiyoshi, a las cinco de la tarde. Iremos en el tren bala, así que os quiero a todos a las tres en punto en la estación. ¿Entendido?

- ¡Sí! – exclaman todos. Todos menos uno.

Rukawa intuye que Erik no le va a permitir desplazarse en tren con el equipo. ¿Cómo explicárselo a Miyagi y al entrenador Anzai? Decide que lo mejor será no decir nada y presentarse directamente en el gimnasio del Sumiyoshi alegando haber llegado tarde a la estación. Instintivamente mira de reojo a Sakuragi, pero el pelirrojo no parece que vaya a contar nada de lo que sabe.

- Muy bien, pues eso es todo por hoy – está diciendo Miyagi - ¡Hasta mañana!

- ¡Hasta mañana!

Todos se encaminan a las duchas. Diez minutos después Rukawa sale del gimnasio y una vez dentro del coche con Erik le explica lo del partido del sábado. Como ya se temía, el guardaespaldas le prohíbe ir en el tren con su equipo.

- Yo te acompañaré – dice Erik mientras se quita las gafas de sol. El cielo se ha nublado mucho en apenas un momento.

- …

- Creo que esta tarde va a llover…

Cómo meteorólogo Erik también se ganaría el sueldo. Efectivamente una hora después está lloviendo a cántaros en toda la ciudad, y el aguacero no para en todo el día.

En la casa están Rukawa y Erik solos, pues el señor Rukawa aún no ha vuelto del viaje y los domingos la señora Ishizaka tiene libre. Rukawa, de pie frente a la ventana de su dormitorio con unos auriculares puestos, contempla la lluvia y desiste de ir a la cancha esa tarde.

- ¿Qué escuchas? – pregunta Erik.

Rukawa da un respingo, pues no se había enterado que desde hace minutos que ya no está solo en su habitación.

- Siento haberte asustado – se disculpa Erik con una sonrisa.

- No me has asustado – murmura Rukawa a la vez que dirige su vista de nuevo al cielo.

- ¿Qué escuchas? – repite el castaño.

- …

Como Kaede no contesta, Erik decide averiguarlo por su cuenta y le quita un auricular para ponérselo en la oreja. El chico moreno se lo arrebata en seguida, con ira en los ojos, pero le ha dado tiempo de escuchar frases habladas en inglés en tono completamente neutro.

- ¿Estás estudiando inglés?

- …

- ¿Es para cuando te vayas a Estados Unidos?

Rukawa se gira hacia él un momento con expresión de fastidio.

- ¿Hay algo que mi padre no te haya contado de mi? – pregunta sarcástico.

- Sólo me ha dicho que querías irte este verano, pero que no sabe por qué razón decidiste aplazarlo hasta terminar el bachillerato.

- …

- Es una decisión difícil, el marcharse a otro país… Yo te lo digo por experiencia.

- …

- ¿No echarás nada de menos?

Rukawa niega con la cabeza sin mirarle.

- ¿Ni siquiera a ese friki pelirrojo? – sonríe Erik recordando la escenita del día anterior.

Rukawa le mira un momento, luego vuelve a fijar la vista en el cielo y niega de nuevo con un gesto.

- Pues yo creo que él sí que te echará de menos – la sonrisa de Erik se ensancha.

- …

Erik se estira un poco y mira su reloj.

- ¿Qué hacemos esta tarde? – pregunta tras unos segundos de silencio.

- Nada – responde Rukawa.

- Que aburrido eres… - se queja el alemán - ¿Y si vamos al cine y luego a cenar?

- ¿Mi padre también te paga para que me saques a pasear? – suspira el chico de ojos azules.

- No, pero me encanta el terror japonés y el viernes estrenaron una película que me apetece mucho ver, y sin ti no puedo ir. Así que si me hicieras el favor de acompañarme… - al ver que Kaede duda añade - ¿O es que te dan miedo ese tipo de películas?

- Por supuesto que no.

- Pues hala, vámonos ya que creo que la próxima sesión es dentro de media hora. Voy a por mi chaqueta.

Antes de salir de la habitación de Kaede, Erik repara en un estuche negro con forma de tubo que está encima de su escritorio. Lo coge y se lo ofrece.

- No te olvides esto. Cenaremos fuera.

Rukawa se lo arrebata bruscamente de las manos. Está claro que no le gusta que toquen sus cosas.

xXx

La película no defrauda a Erik, y además se divierte al ver de reojo a Kaede mordiéndose las uñas por el nerviosismo provocado por los sustos que no dejan de sucederse a lo largo de las dos horas que dura el film. Al salir del cine se dirigen a pie al restaurante más cercano. Se sientan en una mesa pegada a una pared, y después de que el camarero venga a pedirles lo que van a cenar, Rukawa se levanta para ir al baño. Cuando vuelve ya han traído las bebidas.

- ¿Sabe alguien de tu equipo que eres diabético? – pregunta Erik.

- ¿Y por qué deberían saberlo? – murmura Rukawa antes de beber un sorbo de su refresco.

- Por si algún día te pasara algo…

- ¿Y que me tendría que pasar?

Erik le mira como diciendo 'Tú ya lo sabes'.

- Mi entrenador… - dice Rukawa finalmente – Mi padre me obligó a contárselo.

- Me parece lógico.

- Pues a mi no. Esto es cosa mía, no le importa a nadie.

- ¿Eso es lo que piensas¿Que no le importas a nadie?

Rukawa deja su refresco en la mesa y se queda mirándolo con expresión ausente sin soltarlo. No le apetece contestar la pregunta. Erik ve en sus ojos la misma tristeza que ayer cuando habló con el pelirrojo.

- Kaede… - empieza con voz suave – No debes pensar así. Le importas a mucha gente: a tu padre, a la señora Ishizaka, a tu entrenador, a tus compañeros, a…

- Y tú que sabes… - le interrumpe Rukawa sin levantar la vista – Ni siquiera hace ni tres semanas que nos conocemos…

- Es cierto, pero soy muy observador. Y he visto como te miran. Están muy preocupados, Kaede… ¿Por qué no confías en ellos?

- …

- ¿Por qué, Kaede?

- Porque… - la voz de Rukawa baja de volumen hasta un murmullo casi inaudible – Luego te… traicionan… y te… abandonan…

La mano de Erik cruza la mesa y se coloca suavemente sobre la de Rukawa, que sigue sujetando su refresco. El chico ni se inmuta, parece que ni se ha dado cuenta.

- Kaede… ¿hablas de tu madre? – inquiere con voz suave.

La pregunta hace reaccionar a Rukawa. Se levanta tan bruscamente que su refresco cae al suelo. Una pareja que está sentada en una mesa cerca de ellos y un camarero se les quedan mirando.

- ¡Cállate! – grita atrayendo la atención de todo el local - ¡No quiero hablar de eso¡No quiero hablar de nada¡¿Es que no lo entiendes¡Déjame en paz!

- Tranquilízate… - pide Erik a la vez que también se levanta.

Rukawa suelta un bufido. De pronto empieza a caminar hacia la salida. Erik le alcanza en la calle, para poder hablar sin que todo el local les esté observando.

- ¡Suéltame! – exclama Rukawa al sentir su agarre - ¡Te he dicho que me dejes en paz!

- ¡Cálmate! – Erik le sujeta de ambos brazos manteniéndole frente a él - ¿Por qué te pones así?

- ¿Por qué¡¿Por qué tú siempre me estás torturando!

- ¡Hablar de tu madre no es torturarte, Kaede¡Debes ser capaz de hacerlo¡Debes superarlo!

- ¡NO ME DA LA GANA SUPERARLO!

Erik le mira atónito y le suelta. Nunca le había visto realmente tan furioso y fuera de si. Pero justo después de gritar Rukawa parece calmarse por fin, como si el grito le hubiera dejado exhausto.

- Quiero irme a casa… - musita con voz cansada.

- No podemos… - antes de que la chispa de la ira vuelva a encenderse en los ojos azules, Erik se apresura a añadir – Tienes que cenar… ya te has puesto la insulina…

Rukawa suspira y mira al suelo. Luego entra de nuevo en el local. Erik le sigue y se sientan de nuevo. Pero el muchacho ya no le dirige la palabra en toda la noche.


N/A: Hola! Me da la sensación de que en invierno la gente escribe y lee mucho menos y aunque supongo que es normal por los estudios, trabajos, etc me da bastante penita… en fin, aquí les dejo el cuarto capítulo de esta historia, que espero sea de su agrado, y si tienen un momentito, me dejen un review, que animan siempre .

Elena: jaja al leer tu review me imaginé a Sakuragi vestido de D'Artagnan XDD Leí que te animaban a escribir un fic cómico o algo así porque tus reviews son muy divertidos, que sepas que estoy de acuerdo XD.

Hanako-chan: hola! porque no ibas a poder seguirla? Me alegra mucho que digas que no te parece típica… en fics de Slam Dunk es muy difícil ser original, aunque yo al preferir HanaRu en lugar de RuHana ya me salgo un poco de lo habitual jejeje (no sólo por el tema lemon, también me gusta que de vez en cuando sea Hanamichi el que esté enamorado del zorro XD). Besos y muchas gracias por el review!

Caritadmanga: que bien captar nuevas lectoras! Sobre lo de Rukawa fumando, mira que yo soy un poco anti-tabaco (por no decir un mucho XD) pero he de admitir que hay chicos que te los imaginas fumando con gesto sexy y no sé… como que parecen más mayores XD Pero recordad: fumar mata! Y deja impotente! Y te deja los dientes amarillos! Y muchas otras cosas más! (yo no entiendo como con esos avisos las campañas no hacen más efecto).

Balucita: hola de nuevo! Erik también es, que? Gay? Jeje pues ya se verá XD. Muchos besitos y gracias por el review!

Hikaru: gracias! En este cap ya se sabe que le pasa a Ru y se intuye lo que pasó con su madre… Espero te guste lo que viene. Besos y gracias por el review!

Besos a todas!

Khira