.. Título: Ave Rapaz ..
.. Autora: Annie-chan Diethel ..
.. Notas de Autora (leer, por favor): Edward's POV. Criticas constructivas, no flames, onegai. Reviews!

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Me cobija el cuerpo helado y casi inerte de mi hermano entre las sombras, pero no es suficiente.

El dolor me persigue, no se va, no se va... Dile que se marche, por favor...

Hacía mucho que no sentía tanto miedo; relámpagos de recuerdos me azotaban la mente con crueldad. ¿Por qué? ¿Por qué tuvo que hacerme una cosa así? Algo tan despreciable, tan impropio de él... Tan terriblemente inesperado.

Mi cuerpo aún se resiente y duele. Me muerdo el dorso de la mano para no comenzar a gritar de nuevo entre mil pesadillas, aunque esté despierto.

Al, ayúdame... Tengo miedo...

Tan normal como un día cualquiera, recibía sus nuevas instrucciones entre comentarios sarcásticos que yo rebatía. Y de pronto me encontraba humillantemente postrado sobre su mesa, sintiendo sus manos y su lengua desplazarse sobre mi piel, quemándome. Entre sollozos le grité, rogué, ordené, supliqué que me liberase, con lágrimas nublando mi visión, sintiendo repugnancia. En vano.

Me violó, el maldito bastardo.

Quisiera arrancarme con las uñas la piel que rozó. Al me ha detenido en este intento cinco veces. Cuando ella nos descubrió, quise pedirle ayuda pero de mi garganta ya no salían palabras, mi voz se había perdido, y ella huyó rápidamente, abandonándome a merced de aquella bestia que me hirió en todos los sentidos. Cuando se sintió satisfecho, me dejó marchar.

Al, me siento tan sucio...

Las piernas me temblaban y todo mi ser me dolía en demasía, pero aún así corrí. Arrojé con rabia el reloj de plata a algún lugar: no volvería jamás, aunque aquello me privase de encontrar la piedra filosofal. Sólo me detuve frente a la puerta de la habitación en la que me alojaba temporalmente con Al y pretendí mantener las apariencias... pero no pude. Acabé contándoselo todo, y él se quedó en silencio. Me ayudó a ducharme, a llorar, a intentar dejar de gritar.

Ahora me arrulla entre sus brazos de metal, meciéndome como a ún bebé, murmurando palabras de consuelo para mi alma inconsolable.

Mi propia piel me da asco, mi ropa está contaminada, el dolor me impregna la vida...

Su armadura es confortable y cálida para mi ahora cuerpo desnudo, marcada por aquel hombre y mis propios arañazos. No puedo volver, no quiero ver el infierno otra vez.

Al... no me dejes...

Al... Ayudame a levantar el vuelo...

Elevarme sobre el cielo y no aterrizar nunca más...

Nunca más...