Me llamo Sanosuke, Sanosuke Sagara, tengo 29 años y soy un observador profesional. Mi oficio consiste en mantenerme en la sombra y observar pacientemente, manteniendo la distancia.
Mi jefe se llama Kogoro, Kogoro Katsura, mucha gente le considera una buena persona y, otros... peor que un demonio. Pero, sea bueno o malo, antes que nada, es padre y, desde hace años, me ha encargado que vigile a su hija, que, por cierto, ni siquiera sabe que es hija suya, lo que complica enormemente las cosas.
En estos últimos meses, Kogoro se ha empeñado en que grabáramos un vídeo, como si quisiera... poner en orden su vida, pero sólo ha conseguido ponerme nervioso, porque da la impresión de saber algo, que yo ignoro.
Allí estábamos, en su antiguo apartamento de Tokio, yo con una camiseta blanca ajustada, la cinta roja en la cabeza y unos vaqueros, mientras colocaba el trípode y enfocaba correctamente la cámara y Kogoro, cercano a sus sesenta, gesticulaba con las manos.
-Oye, Sanosuke- me dijo- ¿Quieres que, en el vídeo, le diga... que le hable de ti? Ya sabes, que te recomiende como su guardaespaldas, o algo así.
Yo no pude evitar reír y le respondí.
-Iie, Kogoro-san, dozô, me daría una terrible vergüenza.
Kogoro se enfadó ligeramente y respondió, levantando los brazos:
-Anda ya, te avergüenzas por cada cosa...
Tan sólo sonreí.
-Sano, si algún día, deja a ese patético intento de marido, has de seguir haciendo lo que haces, cuidándola. ¿Entendido?
Asentí.
-Y... Sano... ten cuidado...
-¿Cuidado, con qué?
-Ten mucho cuidado... con aquel... que está sufriendo... y quiera que tú lo sepas.
Yo, confundido, mostré una mueca de incomprensión, pero Katsura sólo sonrió y me dijo:
-Bah, tranquilo... conecta- finalizó sonriendo.
Inspiró profundamente, se recostó contra la silla, miró al techo y expiró, mientras decía:
-Sabes... después de tantos años... mi memoria me parece un pozo de imágenes sin fondo ni orden. Ya ni siquiera sé si lo que recuerdo es verdad, o es sólo lo que mi memoria quiere recordar, porque, si queda algo en ésta tierra que me ate al mundo de los vivos, es ella.
Kogoro solía decir muy a menudo, que ella era todo lo que le quedaba, pero no estaba del todo en lo cierto, porque, aunque yo no le diera mucha importancia, también me tenía a mí. La verdad es que, en el fondo, para mi Kogoro era como un padre para mí, aquel padre que perdí tan joven.
Estábamos en su Chrysler Crossfire, en la carretera de salida del Aeropuerto Internacional, cuando me dijo, señalando al frente:
-Ey, Sanosuke, acelera, que los perdemos...
-Tranquilo, Kogoro- le respondí, sonriendo- te aseguro que no los perdemos.
Refunfuñó algo y se apoyó contra el respaldo.
Así que, pensándolo bien, para mí también fue muy duro ver su mundo venirse abajo, al dejarse convencer por su marido de enviar a su hijo a no sé que lejano internado militar.
Megumi iba con los brazos cruzados sobre su pecho, en el asiento del copiloto, mientras Enishi, serio, conducía con un codo apoyado en la ventanilla abierta. De repente, Megumi gritó:
-Lo estoy viendo- mientras un avión pasaba sobre su cabeza.
-¿A quién?- preguntó él, extrañado.
-A Souzo!- gritó, mientras giraba el espejo retrovisor y sacaba la cabeza por el techo- ¡SOUZO! FUE IDEA DE TU PADRE, YO NO TUVE NADA QUE VER
-Mujer¿quieres callarte?- intentaba decir Enishi, mientras Megumi le pisaba con sus pies descalzos- Por Ka... mi... sa... ma... baj... ate de ahí.- el pobre estaba siendo aplastado contra la ventanilla.
-PERDONAME, CARIÑO, TE SACARE EN CUANTO PUEDAAAAAA
-¿Ves?- me decía Kogoro, mientras señalaba el coche de Enishi, que comenzaba a girar ligeramente, a causa de los movimientos de Megumi- Ahí va, lleva el coche como un kamikaze.
-Meg, por el amor de Kami-sama, voy a cerrar el techo- la amenazó, haciendo que ella volviera a entrar y se sentara en su sitio, enfurruñada-¿Quieres que nos matemos?
-De verdad- me decía Katsura- puedo sentir su tristeza, porque, alejarse así... de tu único hijo... No me cabe en la cabeza.- Meditó un momento y añadió- Bueno... yo lo hice.
-Por Kami-sama, Megumi, dime ¿Qué te parece tan traumático? Nuestro soldadito se va a una escuela militar, donde harán de él un auténtico hombre.
-¡Tiene 7 años!- gritó ella, encarándole, enfadada.
-Y tú también parece que los tengas- contestó él, tranquilo, observando la carretera.
Ella iba a responder, pero lo pensó mejor y se apoyó contra el respaldo, girando la cabeza hacia el otro lado.
-Eh... ¿Alguna vez has pensado... en aclararte el pelo?
-¿Nanî?- Megumi se giró peligrosamente hacia Enishi
-Aclararte el pelo- respondió- No sé... puede que mejore tu humor.
-Yo podría encargarme de él, Kogoro- dije- De verdad, para mí sería un verdadero placer.
El se puso serio y me contestó
-No puedes y lo sabes muy bien.
-Hai, demo...
-Alto, no se hable más. Iie y punto en boca.
-Lo entiendo, demo...
-Sanosuke, dozô, no se hable más. Mantén la distancia.
Me miró amenazante e hizo con las dos manos, como si estuviera separando algo.
-La distancia, siempre, la distancia.
No pude menos que asentir.
Megumi y Enishi entraban lentamente en su casa, una increíble mansión de estilo occidental, siendo seguidos de cerca por Sano y Katsura.
Se bajaron del coche, ambos serios y entraron por la puerta, mientras Megumi refunfuñaba:
-Peeerfecto, mandamos a nuestro hijo a una academia militar donde solo tendrá chicos a su alrededor, despides al jardinero, a la criada, la casa está hecha un asco, más de la mitad de los muebles están empeñados y ni siquiera podemos pensar en recuperarlos, porque a ti se te ocurrió la brillante idea de invertir en unos valores de no sé que empresa constructora.
Mientras, Enishi entraba con cara de cansancio y comenzaba a mirar a todos lados, buscando algo.
-Esto ya ni siquiera es un hogar.
-Esto...- interrumpió Enishi- ¿Dónde está el paquete que me han enviado, o ya lo has perdido?
-Está ahí- dijo, señalando al sofá- está detrás del sofá.
-Aahhm...- y se dirigió tranquilamente hacia allí, ignorando a una pasmada Megumi.
-Demo... ¿Cómo demonios puedes estar tan tranquilo? Se acaba de ir nuestro hijo ¿y tú sólo piensas en paquetes¿No hechas de menos a Souzo?
-Mira cariño, tendrías que aprender a conformarte con lo que tienes.
-¿A... conformarme?
-Hai, tienes una casa preciosa, un marido encantador... Dime¿qué más podrías pedir?
-Siempre me dices lo mismo- respondió, apoyada en el final de la barandilla de las escaleras.
-Vale, como quieras. Entonces, sal a buscar un trabajo.
-Ya tenía uno, pero me dijiste que lo dejara porque el lugar de una madre estaba en el hogar- subió las escaleras, mientras murmuraba, apesumbrada- ... ¿y quién iba a contratarme ahora...?
Megumi subió hasta su cuarto y se cambió, dispuesta a acudir a su reunión y olvidar el terrible día que llevaba, sin saber que solo acababa de empezar.
Kogoro y yo, comíamos tranquilos en un restaurante italiano, un plato de espaguetis cada uno. Acabé mi plato y le pedí a la camarera que se lo llevara, giré la silla, apoyando sólo el codo izquierdo en la mesa, mientras que, con los dedos, imitaba el ritmo de una canción, cuando Kogoro me dijo:
-Todo... lo que organizamos... a través de esa familia suya, se las arregla para perderlo- me señaló con el dedo, fingiendo enfado- o estropearlo.
No pude menos que reír ante la cara de mi jefe y negar ligeramente.
Sacó una foto de su bolsillo, que mostraba una mujer vestida de boda y un hombre, sin cabeza, junto a ella.
-Mírala- me dijo, señalando a Megumi- está en los huesos. Seguramente... por los nervios...
Iba a decir algo, pero él me interrumpió.
-Cuando... yo me vaya... tendrás que hacerte cargo de ella... cuídala... y asegúrate de que engorde.
Los dos comenzamos a reír. Eso era lo que más me gustaba de Katsura, podías hablar con él en cualquier tono o sobre cualquier tema y siempre tendría una respuesta ocurrente.
-Venga ya...- le dije, sin poder dejar de reír- pero si no te vas a ir a ninguna parte... todavía tienes que ir a la boda de tu nieto, al bautizo de tu bisnieto...
Dejó de reír y me miró seriamente.
-Todo el mundo... se va alguna vez...
Se mordió un segundo la lengua y volvió a reír, pero yo ya no sonreí más, me quedé serio y... pensativo
En un coche negro, aparcado frente al restaurante, dos individuos conversaban.
Uno de ellos, el más joven y alto de los dos, sacó un maletín, lo abrió y examinó su contenido...
-No hará falta la Magnum, una Smith & Wesson con silenciador bastará.
Miró al frente, observando una mesa cercana a la ventana.
-Dejemos... que el viejo acabe de comer.
Mientras tanto, Sano y Katsura conversaban alegremente, ajenos a lo que estaba por llegar.
Notas del Autor: Muy buenas, ya estoy aquí.
Vale, puede que tenga ya empezado el otro, pero es que hacía tiempo que ésta historia rodaba por mi cabeza y tenía que escribirla ante sde que se me olvidara.
El fic ha sacado su argumento de la película "Avenging Angelo" (El protector, en España) de Sylvester Stallone y Madeleine Stowe. En un principio iba a ser un Kenshin x Kaoru y después pensé que, el papel de machote le venía mejor a Sanosuke. También pensé en hacerlo Saito x Tokio, pero entrarán en el fic y muchos os sorprendereis.
Bien, esperando reviews
se despide
michel 8 8 8
Cuidáos
