Hace muchos años, el odio y la desconfianza surgieron entre las distintas razas que habitaban esta tierra, no paso mucho tiempo antes de que esta tensión se desencadenara en una violenta guerra.

Una vez que el pueblo de Hyrule, el corazón de la raza hylian donde reside la familia real, fue sitiado, la guerra parecía perdida. Muchos hylians perdieron la esperanza, en medio del pánico, el pueblo comenzó a dividirse, causando peleas internas entre ellos mismos, a ese paso pronto los invasores tomarían el castillo, ganando la batalla.

Ante tan oscuras expectativas, y teniendo todo en su contra, el rey decidió tomar el asunto en sus propias manos. Tomo a sus guerreros mas fuertes y leales y salió a la batalla, combatieron durante días sin tregua. A pesar de ser pocos, la valentía del rey y sus guerreros había encendido una flama en el corazón de los hylians, abandonando sus rencillas internas se unieron contra el enemigo, que los superaba en número, pero de alguna manera los hicieron retroceder. El rumor de que la ciudad estaba protegida por los dioses se extendió, la mayoría de las razas temió a desafiar el poder divino y cesaron el ataque.

Excepto una raza, los Gerudo, orgullosos guerreros por naturaleza, decidieron llevar a cabo una última táctica desesperada.

Una noche que todo parecía en calma en Hyrule, los ataques habían cesado hacia días y se hacían preparativos para un encuentro diplomático entre los líderes de cada raza. Esa noche, justo a media noche los Gerudo atacaron la ciudad, no solo combatiendo a los soldados, sino asesinando a todo hombre, mujer y niño. Fue una masacre de la que hoy en día aun se pueden oír los gritos de los hombres y los llantos de las madres por sus hijos que fueron perdidos...

Las llamas cubrían la ciudad, la gente corría por las calles, sin mirar atrás al rastro de sangre y dolor. Entre la confusión, avanzaba veloz una silueta a caballo que huía lo mas rápido que podía con lo mas preciado en brazos.

Cuando se hallaba casi fuera de la ciudad, cuando pensó que por fin estaba a salvo, una única pero efectiva flecha la alcanzo, en el hombro. Sintió un dolor muy intenso, pero trato de sobreponerse, estaba demasiado cerca para rendirse.

El caballo siguió cabalgando veloz, hasta que el fuego de la ciudad ya no era visible, con su amo a cuestas, era una mujer hylian con su bebé en brazos, que no paraba de llorar. Se bajo del caballo y se recostó en un árbol cercano, sentía que la fuerza la abandonaba a cada momento.

Sintió que su sangre se mezclaba con las gotas de lluvia que caían a torrentes, como si los dioses llorasen el genocidio cometido esa noche.

La mujer lloraba, al pensar que moriría, y sin nadie que lo protegiese, su bebé fallecería también. Entre sus lágrimas, la mujer no vio una silueta que la observaba desde lo alto de un árbol cercano, y que de hecho la había seguido durante todo el camino.

"Aun no puedes darte por vencida, mujer" dijo la silueta, sobresaltando a la mujer que acerco al bebé hacia ella para protegerlo, pensando que tal vez uno de los asesinos la había seguido. "No tengas miedo, no tengo intención de lastimarte, ni tampoco a tu hijo" la silueta aterrizo frente a la mujer, dejándose ver, era un búho enorme, de mirada expresiva. La mujer se asustó de ver un animal hablando "Soy un espíritu guardián, fui enviado por la diosa Farore para cuidar de ese niño"

La mujer desconfió "Porque los dioses enviarían a un guardián para mi bebé? Él es solo un niño normal…"

"Tú no lo entiendes ahora… pero ese niño sera la clave para salvar este mundo algún día, debo llevarlo a un lugar donde este seguro, donde podrá vivir sin miedo hasta que llegue el día que su destino lo llame"

La mujer vio a su pequeño, que se había quedado dormido. Quizás era porque ya no había otra alternativa, pero decidió confiar en el espíritu guardián. Se levantó con dificultad y le pidió que la guiara hasta ese lugar.

"Te advierto que solo los espíritus puros de los niños y los animales son permitidos en el lugar a donde vamos, lo mas seguro es que morirás si me acompañas, mejor entrégame al niño y yo me encargare de llevarló"

"E perdido mucha sangre, moriré de todos modos si me quedo aquí" dijo ella mientras se adentraban en el bosque. El búho la miró con tristeza.

El espíritu del búho la guió hasta un claro en el bosque, donde estaba plantado el árbol mas grande que ella había visto jamás, estaba rodeado por luces que parecían tener vida propia.

El búho se detuvo frente al árbol, la mujer se desplomo a sus pies, incapaz de moverse mas, sintiendo que se le iba la vida. Vio al guardián hacer una reverencia.

"Aquí esta el niño elegido" dijo el guardián

"Aquí estará seguro…" dijo otra voz que parecía salir del mismo árbol y dirigirse a ella "Lo cuidare como si fuera uno de mis hijos…"

Al escuchar esto la mujer esbozo una ultima sonrisa y murió.

El búho inclino la cabeza en señal de respeto "Que los dioses cuiden de tu alma, valiente mujer…"

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