Todos los personajes pertenecen a J.K Rowling. Si fueran mios seria millonaria. Fic editado, versión original en mi pag web


Capítulo 2

El amo nunca había sido bueno con el. Cada vez que lo tenía cerca le daba de golpes. Lo mismo era con Dobby. Pero cuando estaba solo con él, era algo distinto. Lo lastimaba pero de otra forma.

"Acércate." le ordenó el amo.

El niño obedeció en silencio. La mano pesada del amo se posó sobre su cabello negro y despeinado.

Luego un tirón y estaba de rodillas.

"¿Vas a ser bueno verdad?"

Estaba temblando, no podía controlarse. De nuevo otro tirón para que responda.

"S..sí a..mo."

Lucius sonrió apretando más su cabello. Las lágrimas empezaron a desprenderse de sus ojos verdes, resbalando por sus pestañas largas. Cerró los ojos y se limitó a separar sus labios rosados.

Al momento siguiente lo atrapó de nuevo sólo para arrojarlo sobre la cama que tenía que tender. Se quedó sobre el, mirándolo de hito a hito. Las mejillas húmedas, los labios temblorosos y los ojos aterrorizados. Ese era un espectáculo que de verdad disfrutaba mucho.

Unos sonidos en el pasadizo rompieron su concentración. Parece que alguien se acercaba. Lucius se incorporó en ese momento e hizo que el chiquillo haga lo mismo. Tocaron la puerta. Seguro era su estúpido elfo domestico

"Entra."

La puerta se abrió y Draco entró velozmente.

"Papá, prometiste llevarme contigo hoy, no lo olvides."

Era cierto, tenía unos asuntos pendientes es Hogsmead y tenía que llevar a Draco con él.

"No lo había olvidado ¿Ya estas listo?"

Draco le devolvió una sonrisa brillante a modo de respuesta.

"Entonces espérame abajo." se dispuso a tomar sus cosas.

"Hey ¿Tú que haces aquí?" Draco se había percatado de la presencia del niño semi escondido en las sombras de la habitación.

"Cierto." Pensó Lucius quien por un momento se había olvidado de la peste. "Estaba acabando de limpiar la habitación. Pero como es muy inútil… lo hace muy lento." El amo se acercó al chiquillo que se pegó a la pared aterrado.

Lo tomó del cabello y lo arrojó al suelo.

"Cuando regrese quiero que mi habitación brille. ¿Entiendes?"

El chiquillo asintió con la cabeza, temblando. Ni siquiera se atrevía a mirarlo, estaba demasiado asustado para levantar la carita.

" Si no esta habitación y el resto de la casa brillando como un espejo… ya vas a ver…" Diciendo esto el amo se retiró dejándolo mas asustado que nunca.

Los paseos por Hogsmead eran muy divertidos. A Draco le encantaba acompañar a su padre siempre que podía. Lucius era un hombre ocupado, siempre estaba trabajando, nunca tenía tiempo para jugar con él.

Trabajaba hasta muy tarde en la noche, algunas veces se levantaba y lo espiaba en su estudio, siempre estaba ocupado. Incluso su papá se levantaba en la madrugada para seguir trabajando, estaba un rato abajo y luego subía a su habitación muy exhausto.

Por lo general andaba fuera de casa, por negocios o a resolver asuntos que él no entendía. Siempre le decía su mamá que cuando fuera más grande iba a entender. Ya no podía esperar a crecer.

"Muy bien Draco. Voy a resolver unas cosas pendientes. Quédate acá y trata de no meterte en problemas. ¿De acuerdo?"

"Si señor." respondió sonriendo.

Lo estaban dejando en una tienda de objetos oscuros. A él le encantaban esas cosas. De repente luego podría comprarse un par de cosas para llevar a casa y "jugar" con la peste.

Su papá se alejó por un callejón oscuro y tenebroso. Sabía que no era lo correcto pero no pudo resistir la tentación de seguir a su papá. Si no se enteraba no tendría porque preocuparse. Podía seguirlo en silencio, muy sigilosamente. Avanzó detrás de él hasta que llegaron ambos a una pared. Su padre dio unos golpes en algunos ladrillos y se abrió. Cuando hubo pasado Draco se quedó afuera.

"¡Duendes y elfos! "Protestó. Ahora sólo le quedaba quedarse esperando en la aburrida tienda que le indicaron.

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"Llegas tarde Malfoy."

Una figura oscura lo saludó desde dentro.

"Eres tú quien llegó muy temprano." se acercó a una mesa de madera en la que su acompañante esperaba.

"¿Quieres beber algo?"

"No lo creo. ¿Para qué me citaste?"

"Quiero saber como está todo."

"No ha habido ningún cambio. Si para eso me haces perder el tiempo…."

"Si te pregunto es porque necesito saber Malfoy. Sabes que el ministerio de Magia esta metiendo sus narices siempre y tengo que irme con cuidado. No podemos permitir que nada arruine nuestros planes."

"Lo sé. No tienes que recordármelo."

"Sobre todo no puedes permitir que…"

"¡Te he dicho que no me lo recuerdes!" Rugió Malfoy golpeando con el puño la mesa de madera que lo separaba de su interlocutor." Sé que tengo que hacer. Tú ocúpate de tus asuntos y yo veré de hacer los míos. En eso habíamos quedado ¿no?"

"Está bien Lucius, no dije nada. No tienes porque ponerte así."

"Estas paranoico, eso es lo que pasa…." Respondió Lucius estirando un poco sus piernas bajo la mesa, calmando un poco los nervios.

"Si tú tuvieras que soportar lo que yo tengo que soportar estarías peor que eso. Te la estas llevando muy fácil Malfoy."

Lucius soltó una carcajada breve.

"Fue decisión tuya que fuera así. Todo porque no tuviste el valor de acabar con esa peste. Si sólo hubieras tenido el valor de retorcerle el pescuezo cuando tuviste la oportunidad…"

Ahora la carcajada vino del interlocutor."Si hubiera sido así no te estarías divirtiendo tanto Malfoy."

Un silencio incomodo creció entre los dos

"Si eso era todo… Me haces perder el tiempo." Malfoy se incorporó fastidiado dispuesto a abandonar la sala de una buena vez.

"No sólo te llamé por eso. Necesito que me consigas unas cosas. Tú sabes… de las que guardas en tus escondites."

Malfoy gruñó fastidiado….

"De acuerdo, dame la lista y te las enviaré." Diciendo esto dejó la sala.

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"Veo que has hecho un buen trabajo. Para ser una basura inútil…."

Malfoy apretó las mejillas heladas del chiquillo que acababa de levantarse del suelo donde estaba acostado durmiendo." Una peste…"

Sus manos descendieron hasta llegar a su cuello delgado

"Debí hacer esto desde mucho antes." Pensó." Matarlo con mis propias manos… con mis propias manos.

Matarlo lentamente…." De nuevo lo hacia llorar, adoraba la sensación que le provocaba ver las lagrimas chorrear por sus mejillas.

Le estaba apretando el cuello y el chiquillo estaba clavándole las uñas en un intento desesperado por aferrarse a la vida. Funcionó pero tuvo que lidiar con las consecuencias o mejor dicho con los bastonazos.

Al quinto golpe ya tenía sangre corriendo sobre sus mejillas, descendiendo de su cabeza.

"Podría matarte ahora mismo y nadie lo sabría ¿sabes? A nadie le importa que mueras, ni siquiera a ese estúpido elfo domestico."

El chiquillo sollozaba de nuevo intentando llorar suavecito para no irritar al amo.

"Sí, podría cortarte en pedazos ¿Sabes¿Te gustaría eso?" No se atrevía a responder, pero estaba completamente seguro que su amo era capaz de eso y mucho más.

"Basura inútil…" Masculló." Prepárame algo caliente."

El chiquillo se puso de pie en un instante y corrió a atender el pedido. Estaba de mala suerte, no estaba

Dobby para defenderlo esta noche, había salido a hacer un encargo del amo. Las manos le temblaban tanto que sentía que no podía hacer nada bien.

El silencio era aterrador dentro de la cocina. El amo se sentó en una silla y el chiquillo se quedó de pie a un lado, manteniendo una distancia prudencial.

"Ven acá." Le ordenó dame un masaje.

De nuevo las manos le temblaban tanto… y estaban tan frías. En cambio la piel nívea de su amo estaba tibia.

Colocó sus manitas huesudas en los hombros anchos del amo y empezó a frotarlo con torpes movimientos.

"Eres tan torpe…. No sabes hacer nada bien." renegaba el amo y el chiquillo se ponía más nervioso. "Ya suéltame, peste. No sabes hacer nada, inútil. ¿Dónde esta lo que te pedí?"

"Está ca…calentando a…amo."

Un gruñido de respuesta."No sé por que no me deshago de ti. Podría hacerlo en cualquier momento, mientras duermes, mientras te mueves por la casa. Ven acá…"

El chiquillo se acercó de nuevo. Cerró los ojos esperando lo que viniera… la mano del amo cayó sobre su mejilla sin razón alguna. Ahora por qué le pegaba quería preguntar. Siguió pegándole a modo de matar el tiempo. Era tan divertido lastimar a la pestecita.

Pronto ya estaba llorando de nuevo… Ya le entraban ganas de irse a un lugar más cómodo. Se puso de pie y salió del comedor confiado de que el mocoso lo iba a seguir. No era tan estúpido después de todo. Sabía lo que tenía que hacer….

El amo se dirigió a su estudio, un ambiente cálido y cómodo. Se tumbó en su sofá favorito esperando que el mocoso lo siguiera. Así fue. Le traía la bebida caliente que le pidió. Se la puso muy cerca aterrado por acercase demasiado. Con un movimiento rápido lo tomó del brazo y lo sentó sobre sus piernas. Tenía un asunto pendiente con el mocoso… no le gustaba dejar las cosas inconclusas. Ese no era su estilo….

"Cállate peste…. No quiero que hagas ningún ruido."

Continuará...