Todos los personajes pertenecen a J.K Rowling. Si fueran mios seria millonaria. jujuu. Fic editado, versión original en mi pa web


Capítulo 3

El comedor de la casa era tan grande y tenía tantas cosas que limpiar. Dobby le había pedido que se encargue de limpiar bien el piso, porque sabía que manteniéndolo ocupado y lejos del amo el pequeño estaba a salvo.

Al chiquito le encantaba limpiar y jugar con la agüita. Hacía burbujas con el jabón que se escurría entre sus deditos infantiles y siempre que podía y sobre todo que nadie lo veía se ponía a jugar con lo que tuviera a la mano.

Una vez tomó una de las escobas que estaban guardadas en un armario. Se pegó un tremendo susto cuando una empezó a volar. Dobby apenas pudo hacerlo bajar antes que el amo se diera cuenta. Pero desde ese día el pequeño se sintió atraído por las escobas y cada vez que podía se daba un paseito con ellas.

Eso hasta que un buen día el amo Draco lo pescó jugando con una de las escobas que eran de su papá. Estuvo en muchos problemas esa vez, terminó muy mal cuando el amo Lucius se encargó de castigarlo. No le pegó pero usó su varita para que el chiquito se arrepintiera hasta del hecho de mirarlas demasiado.

El amo era muy malo con él, pensaba mientras se metía debajo de la mesa enorme del comedor con todo y su baldecito para acabar de limpiar el suelo. El amo era muy malo porque cada vez que lo tenía cerca buscaba la manera de hacerlo sentir miserable.

De por si su vida era miserable, aunque el chiquito trataba de pasar los días animado al lado de Dobby a quien quería muchísimo. En sus cumpleaños el elfo doméstico se las ingeniaba para hacerle algún tipo de regalo y a veces hasta conseguía darle algún tipo de golosina. Su cumpleaños ya era pronto y ya iba a cumplir 8 años.

En eso estaba cuando escuchó pasos en el corredor avanzando hacia el comedor donde estaba él. Intentó salir veloz de debajo de la mesa pero ya era demasiado tarde.

La puerta se abrió y entró el amo acompañado de un invitado. Ambos tenían túnicas oscuras y reconoció al amo por el cabello largo y rubio. Su invitado en cambio tenía el cabello oscuro como la noche y la piel cetrina. Ambos se ubicaron en la mesa muy cerca de donde estaba él escondido. Apenas tuvo tiempo de recoger sus piernas para no chocar con el invitado.

"Siempre es un gusto tenerte en ésta casa, Severus. Hacia ya tiempo que no tenía el placer de tu visita."

"He estado algo ocupado, Lucius, viajando viendo unos asuntos importantes referidos a Hogwarts." respondió el invitado.

"Me imagino, con el inútil de Dumbledore al mando, me imagino que tendrás mucho trabajo que hacer. Ese vejete amante de los sangre sucia. No entiendo porque sigue al mando de ese prestigioso colegio."

"Draco asistirá a Hogwarts como su padre, asumo. Sería una lastima perder a un miembro de tan distinguida familia en esas aulas."

"Qué cosas dices Severus, si por generaciones todos los Malfoy hemos asistido a Hogwarts. El hecho de que un incompetente como Dumbledore lo dirija no será impedimento para continuar con la tradición. "

Mientras el amo hablaba Dobby había salido de la cocina y había traído los platos y les servía el almuerzo.

Pero casi se le caen las fuentes cuando sintió un tirón en sus ropas. Los ojos se le abrieron enormes de la impresión al ver que el pequeñín estaba atrapado entre las piernas de los amos sin posibilidad de salir sin ser visto. Dobby sintió que se iba a desmayar de la impresión pero tuvo que mantener la calma, no podía alertar al amo que ya lo estaba mirando extrañado. Sin decir una palabra se retiró Dobby a la cocina a suplicarle a los cielos que no descubrieran al chiquito.

Allá arriba, sobre la mesa, la comida olía muy bien. El chiquito recordó que no había comido nada desde ayer, por órdenes expresas del amo. Ahora el estómago le sonaba mucho.

Arriba sonaban los cubiertos y los vasos, los platos y las fuentes.

Abajo el chiquillo estaba preocupado de cómo iba a salir, además los amos movían mucho las piernas y en cualquier momento lo iban a patear. Sería terrible si lo vieran, el amo lo iba a matar a golpes porque tenía prohibido aparecer cuando había visita.

Ahora estaba en problemas serios. Al parecer no era su día, uno de los cubiertos de la mesa resbaló y cayó al suelo muy cerca de él. Quería desaparecer en ese momento, lo quería con tantas ganas, solo cerró los ojos y deseo con todas sus fuerzas desaparecer completamente.

El amo Malfoy se agachó distraído y volvió a incorporarse. Pero a pesar de estar distraído pudo notar el balde de agua bajo la mesa. Más tarde arreglaría cuentas con el responsable, ahora tenía que atender a su invitado.

El chiquillo dio un suspiro aliviado pero sin querer con su codo golpeo al amo Severus. Este sorprendido dio un vistazo curioso para ver que lo había chocado. Cuando levantó un poco el mantel se encontró con un par de ojos verdes que le parecieron muy familiares y un rostro infantil que lo miraba aterrado. Al principio dudó en lo que veían sus ojos, luego se dio cuenta que era un niño pequeño que le hacía una señal para que no diga nada.

Severus no sabía bien que hacer. Pero decidió que no diría nada a su interlocutor que estaba demasiado ocupado cortando la carne de su plato.

"¿Sucede algo Severus?"

"No, nada Lucius, todo está delicioso, es la verdad."

"Me complace que te agrade." Y siguió batallando con la carne de su plato.

Pero Severus no podía aguantar la curiosidad por bajar a ver quien era ese pequeñuelo que se había escondido debajo de la mesa. Definitivamente no era Draco porque estaba vestido con ropas viejas y gastadas. Además el hijo de Lucius era rubio y este pequeñuelo de rostro sucio de hollín tenía el cabello tan oscuro como el suyo. Sin duda era un sirviente de la casa.

Así que Lucius tenía un sirviente sangre sucia, tenía que serlo porque si fuera de su clase mágica no estaría sirviendo en la casa de alguien como él.

¿Quién era este chiquillo que le parecía tan familiar? La pregunta se paseaba por su cabeza mientras escuchaba los relatos de sus últimos viajes de parte de su interlocutor. Ese pequeñuelo debía tener cerca de la edad de Draco, sin duda. ¿Pero qué hacía debajo de la mesa?. Porque de las veces que había venido a ver a Malfoy a su casa nunca antes lo había visto. Al parecer la mansión de los Malfoy estaba llena de secretos.

Aunque no era un secreto el odio de los Malfoy a los sangre sucia, la vida de ese pobre chiquillo debía ser un calvario. Conociendo a Lucius, era capaz de haber matado a los padres del pequeño y estar guardando al niño para matarlo en alguna sesión con los otros mortífagos. Pobre criatura, pensaba Severus, no se merecía algo así.

Disimuladamente Severus volvió a echar una mirada debajo de la mesa y se volvió a topar con ojos verdes perturbadores. Algo tenía que le parecían tan conocidos, la misma expresión, la misma dulzura. No pudo más y tomó de una de las fuentes un pedazo de carne y la llevó bajo la mesa. Al principio no obtuvo respuesta alguna por parte del chiquillo. Tuvo que volver a mirar debajo del mantel y hacerle una señal para que lo aceptara.

De pronto sintió que unos labios suavecísimos rozaban sus dedos. Sintió que los colores se le subían de improviso a la cara.

"¿Te sientes bien?" Lucius lo miraba curioso.

"Estoy bien, de lo mejor. Es que ésta carne esta muy suave." respondió aclarándose la garganta.

"Por lo menos la tuya, porque la mía esta tan dura como el cuero de un troll."

De nuevo Severus repitió la operación y de nuevo los labios recogieron el trozo de comida de sus dedos. Ahora si que se sentía que los sentidos se le nublaban toditos. Hizo lo mismo un par de veces más hasta que sintió que no podía continuar.

"Lucius, me comentaste que tenías un veneno nuevo. ¿Verdad?"

"Sí, lo conseguí en esa tienda que te comenté. Le quieres echar un vistazo verdad. Es muy potente, con una gota es suficiente para acabar con un hipogrifo."

"Eso suena muy bien Lucius. Me gustaría darle una mirada. Estoy seguro que si esta hecho a base de mandrágora puedo hallarle un antídoto."

"Lucius rió un poco." Me gustaría ver eso, estimado amigo. Pero creo que esta vez no podrás, es demasiado bueno, está demasiado bien hecho. Espera que enseguida lo voy a traer." Animado por mostrarle su último juguete mortífero Lucius salió del comedor.

Severus no pudo más y se escurrió bajo la mesa apenas Lucius despareció. Se expuso a la mirada de esos ojos verdes brillantes, y se quedó fascinado al ver como sus labios mojados por la salsa estaban siendo limpiados por una lengüita rosada.

El chiquillo cuando lo vio no supo que hacer. Si salir corriendo del comedor o esperar que le dieran permiso para marcharse. Severus lo miraba extasiado, sin remedio. El chiquillo balbuceó un agradecimiento y se dispuso a huir de la escena. Tomó su balde y su trapo. Era porque traía las manos inmundas que no había tomado los trozos de comida con sus manitos.

Cuando lo vio salir se dio cuenta que era un niño pequeño, delgadísimo perdido dentro de una túnica oscura y empolvada. Ojos brillantes que resaltaban en su rostro, cabellos rebeldes y alborotados y una extraña marca en la frente que apenas se dejaba ver.

"Espera." Severus lo detuvo alcanzándolo mientras escapaba rumbo a la cocina. "Estás muy hambriento. ¿No deseas un poco más?"

El chiquillo no respondió sólo movió la cabeza en negativa. Tenía que desaparecer si no el amo lo iba a moler si lo veía ahí.

"Espera…" Snape lo detuvo de nuevo. Esta vez lo tomó del brazo, delgadísimo, sintió que si lo apretaba un poquito se iba a quebrar.

"¿Qué te pasó en la frente? " Le dijo intentando separar los cabellos oscuros para ver que era.

El chiquillo retrocedió espantado. Ahora estaba en problemas, si el amo se enteraba que lo había visto… No habría nadie quien lo salve de su enojo. De repente éste amo era bueno con él. Bueno era porque ya le había dado de comer.

"Amo…" susurró. De repente no debía empeorar las cosas y mantenerse en silencio. Pero podía intentarlo aunque sea una vez, pedirle que no le diga nada al amo Lucius, que no le diga que lo había visto y que se olvidara de que existía."Yo."

No podía, eso sólo empeoraría las cosas.

"¿Cuál es tu nombre?" le preguntó Snape intentando de nuevo ver bien esa marca en su frente.

El chiquillo lo miró desconcertado. Mi nombre… pensó. Quiere mi nombre, para qué lo quiere… pensaba. El chiquillo negó con la cabeza.

"¿No me escuchaste bien¿Cómo te llamas?" volvió a preguntar Snape, un nombre por lo menos… un nombre.

"PESTEEE" el sonido frió como un iceberg resonó en el comedor.

Ahora si que estaba en problemas….

El chiquillo empezó a temblar de pies a cabeza. Lucius fue acortando las distancias entre los dos. Tenía su varita en la mano. Ahora si que lo iba a lastimar en serio. El amo se veía furioso, lo iba a matar seguro.

Apenas estuvo frente a él lo abofeteó con tal fuerza que lo lanzó al suelo a los pies de Snape. El agua de la cubeta que sostenía cayó y salpicó la túnica de ambos amos.

Snape estaba paralizado. Al ver al pequeñuelo rodar por el suelo impulsado por los puntapiés de Lucius. Luego vio que con su varita lo lanzó contra la pared. Esto era demasiado.

"Lucius por favor. Ya es suficiente." Snape quiso detenerlo porque si seguía iba a matar a la criatura.

"No, en un momento será suficiente." Lucius estaba loco de ira. Apuntó con la varita al pequeño.

" Crucio."

Snape no podía creer lo que veía. Es que tanto odiaba Lucius a esa criatura. El pobre chiquillo gritó de dolor retorciéndose en el suelo. Al cabo de un ratito estaba llorando desconsolado tratando de cubrirse con algo pero no había escapatoria, el amo lo tenía acorralado.

No contento con lastimar a la criaturita de ese modo, Lucius planeaba darle una dosis más. Lo apuntó de nuevo con la varita dispuesto a repetir el acto cuando una mano fuerte lo detuvo.

"Ya fue suficiente Lucius. Déjalo ya."

"Severus."

Continuará…