Todos los personajes le pertenecen a J.K Rowling, Si fueran míos sería millonaria. Fic editado, versión original en mi pag Web.
Capítulo 6
Estuvo así un buen rato, sin querer moverse, deseando que el tiempo no pase. Severus sorprendido colocó su mano sobre su cabello, acariciando su cabecita.
No sabía que decirle, no sabía como debía actuar. Pero tenía la necesidad de abrazarlo y confortarlo y decirle que todo iba a estar bien. Pero no quería mentirle, no sería justo para el pequeño.
En cualquier momento regresaría Lucius y no iba a poder conversar con él, así que era mejor aprovechar el momento. Lo apartó con delicadeza, temiendo hacerle más daño. Se agachó colocándose a su altura.
Una vez lo tuvo de frente, se perdió dentro de sus ojos verdes… tan familiares…. Si tan solo pudiera recordar esos ojos…
El chiquito lo miraba asustado, confundido, sin saber que hacer. ¿Para qué quería que se quede con él? De repente quería que hiciera algo por él. Tenía que estar atento a lo que le dijera que haga. A los amos les gustaba que hiciera las cosas antes que se las digan. Pero algo le hacía pensar que no era eso lo que quería.
La puerta se abrió y Dobby entró temeroso. Se acercó despacio quedándose cerca del pequeñuelo.
"¿Cuál es su nombre?" Preguntó Severus al percatarse de su presencia.
Dobby se vio confundido, preocupado y sin saber que decirle. No podía mentir, pero tampoco debía hablar mal de sus amos. Estaba en un dilema…
"Dobby no lo sabe, señor. Los amos nunca le pusieron un nombre…"
Severus lo miró sorprendido. Es que acaso los Malfoy podían ser tan miserables hasta para negarle un nombre a este pequeño que nada les había hecho. Sin duda era así.
"¿No tienes nombre entonces?"
Dobby se mordió la lengua…
"Entonces te daré uno… ¿qué te parece?"
El pequeñuelo miró confundido a Dobby y luego a Severus. ¿Por qué hacía algo semejante¿Acaso se iba a ir con él? Seguramente el amo Malfoy se lo había dado a este amo y ahora se lo iba a llevar. Esa idea lo llenó de temor, no quería separarse de Dobby, por más mal que trataran ahí, todo era soportable porque lo tenía a su lado.
Se lo quedó mirando, sin decirle ni sí, ni no.
Severus le acarició una mejilla, limpiando la de suciedad con un dedo.
"¿Qué nombre te gustaría?"
Dobby redobló los esfuerzos por quedarse en silencio. Debía detener al amo Severus. No era bueno que el amo Malfoy se entere de esto. Era muy peligroso.
Un nombre… le quería dar un nombre… Pero no necesitaba uno, sólo quería irse a la cocina a esconderse ahí. No quería que se lo llevaran, no quería alejarse de Dobby.
"¿Qué sugieres Dobby?"
Los ojos de Dobby se abrieron enormes. No podía más, no podía contenerse más.
"Amo... Él ya tiene un nombre…" se le escapó. Se mordió la lengua a modo de auto castigo.
"Me gustaría oírlo entonces…."
Dobby se mordió la lengua tan fuerte que poco más y la parte en dos. Hubiera preferido tragársela antes que tener que responder a la pregunta.
"El amo le dice peste señor…." susurró con tristeza. Era un cobarde, no podía decirle nada, porque sería peor para ambos.
"Ese definitivamente no es un nombre Dobby." respondió con reproche. "Un nombre para ti… a ver…"
La verdad es que ningún nombre se ajustaba a este pequeñito… a esos ojos tan verdes… tan familiares…
Dobby sudaba frío… no podía contenerse… tenía que hablar… que decir algo….
"Harry…" susurró de modo inaudible… mordiéndose más la lengua esta vez, rogando no haber sido oído.
"Ese es un buen nombre Dobby… un nombre muggle para un niño muggle…. Pero suena bien… ¿Te gusta?" le preguntó al recién nombrado.
Harry sonrió porque sonaba bien. No esperaba un nombre porque no lo necesitaba… pero sonaba tan bien…
"Entonces…Harry… eres un buen niño ¿Sabes?" No pudo evitarlo y le acarició la cabeza. Pasó su palma sobre el cabello oscuro y rebelde del chiquillo… pero seguía pareciéndole tan familiar.
Dobby más nervioso que nunca se deshacía en sudor… nunca debió abrir la boca… ahora iban a tener problemas si el amo Severus mencionaba el nombre en público. El amo Malfoy los iba a matar a los dos de una vez si llegaba a saberlo. Estaban perdidos.
"Dime ¿cuántos años tienes?"
"Tiene 7 amo." se apresuró a responder Dobby… No era bueno que Harry responda, podía meter la pata… era peligroso para los dos que diga algo.
Severus lo miró sorprendido… era muy pequeño para tener 7 años… parecía de 4 o de 5… no más… Muy delgado… lo supo cuando lo tuvo en sus brazos… tan frágil y liviano.
"Mañana es mi cumpleaños…"murmuró Harry entusiasmado por su nuevo nombre. Era un regalo adelantado… Sólo Dobby le daba regalos… nunca antes nadie lo había hecho.
"En serio… que bueno… entonces será motivo para celebrarlo ¿No crees?"
A Dobby casi le da un shock cuando escuchó eso. Si el amo Malfoy se enteraba que se lo habían dicho al amo Severus… sería desastroso. Ahora si que estaban en serios muy serios problemas.
Harry sonreía animado, poco a poco iba perdiendo el miedo. Se sentía tan bien la mano del amo Severus sobre su cabeza… sólo Dobby lo acariciaba de ese modo…pero no lo hacía mucho porque siempre estaba ocupado.
"Entonces… quiero darte un regalo… ¿Te gustaría?"
¿Otro más? Pensó mientras sonreía curioso… un regalo más… eso era maravilloso. Severus sacó de su túnica una bolsita de tela morada con puntitos amarillos pequeñitos. Se la entregó y Harry lo miró sorprendido.
"¿No lo vas a abrir? Tiene algo adentro…"
Harry abrió los ojos grandotes y no paraba de sonreír… lo primero que hizo fue lanzarse a los brazos de Severus.
"Muchas gracias amo… muchas gracias…"
Pudo esperar mil reacciones… pero jamás esperó que este abracito fuera tan intenso… de verdad estaba agradecido por lo que le estaba dando. No era nada grandioso pero para el pequeño Harry era el mejor regalo del mundo. Sin siquiera abrirlo ya estaba agradecido por el regalo. Le devolvió el abrazo emocionado.
Harry abrió la bolsita sacando despacio la cintita morada y develando el contenido. Tenía miedo de malograrla, no vaya a estropear el contenido. Siempre la ama se quejaba de su torpeza, así que tenía que tener cuidado. Cuando descubrió dentro unas cajitas las miró asombrado. Sacó una con muchísimo cuidado y la abrió despacito. Esas cajitas las recogía por montones de la habitación de Draco. Siempre las tenía regadas en el suelo.
Abrió una de las cajitas y se sobresaltó cuando una ranita de chocolate saltó presurosa. Se asustó un poquito al ver como saltaba, pero lo que más miedo le dio era que se escapaba su regalo. Afortunadamente para él Severus la atrapó en el aire de la patita y se la entregó de vuelta. Harry la devolvió a su cajita para que no escape.
"¿No te gustó? Pensé que a todos los niños les gustaban los dulces."
"sí me gustó…pero… ¿me la puedo comer?" respondió sin poder creer aún que tenía un regalo para él entre sus manitas.
"Si es para ti… es para que la comas."
Sonrió de modo delicioso y lo volvió a abrazar de la felicidad… era un regalo maravilloso. No sabía como agradecerle al amo por ser tan bueno con él. Volvió a sacar la ranita que ahora no se movía y la partió en tres. Le ofreció el pedacito más grande. Severus no tuvo corazón para despreciarlo. Luego Harry se volteó hasta donde Dobby se deshacía de miedo y le dio un pedazo.
"Me alegra que te haya gustado… la de la tienda me lo recomendó… dice que son muy populares entre los niños…"
"Draco… tiemne mushas en su habita…ciomm." comentó con la boca llena de chocolate. Eso que estaba comiendo era delicioso y muy dulce. "Cuamdo estoy… linmpi…amdo las veo en el sue…lo. Trae mm figuritas de varios señores que se mue..vem."
Al recordar esta virtud de las cajitas volvió a ver la que tenía en su mano vacía y descubrió con felicidad que también había una figurita para él. Y también se movía para él. No podía leer lo que decía ahí pero seguro Dobby le decía lo que estaba escrito ahí. El que le tocó era un señor de cabello muy blanco y tan largo como el del amo Malfoy. El sólo recordar al amo hizo que se le fuera toda la felicidad de encima. Pero al ver como se movía el señor dentro de la tarjetita volvió a sonreír, porque los lentecitos en forma de medias lunas brillaban como estrellitas.
Severus estaba fascinado al verlo sonreír. Le había gustado mucho su regalo y eso que solo eran unos pocos dulces. Deseo haberle traído más. En eso estaba cuando oyeron sonidos fuera de la habitación.
Dobby perdió el color de la cara y salió a abrirle la puerta al amo Malfoy que estaba llegando. También pudieron oír los pasos de Draco descendiendo por la escalera a toda velocidad para recibirlos.
El chiquito no sabía que hacer. Aún podía huir de ahí a toda velocidad y esconderse en la cocina. Agradeció una vez más el gesto de Severus y corrió por sus instrumentos de limpieza. Pero no sirvió de nada porque justo cuando abrió la puerta para salir se topó con el amo Malfoy, de pie en la puerta, mirándolo con odio.
Apenas pudo ladear la carita cuando recibió una tremenda bofetada que lo mandó al suelo. Salieron volando la escoba y su regalo por el suelo.
"No sé porque me imaginaba que estarías aquí Severus. Peste, lárgate de aquí, déjanos solos."
El chiquillo se levantaba haciendo esfuerzos por hacerlo muy rápido pero el dolor en su carita era intenso.
Se incorporó sintiendo que el piso se le movía un poco. Alcanzó a ver que su regalito estaba en el suelo y se arrastró hacia este. Lucius vio aquello y se adelantó a sus movimientos. Justo antes de que lo tomara puso su pie sobre su mano.
"Lucius… detente…. ¿Qué rayos haces? Le puedes romper un hueso…."
Severus corrió al lado de Harry que estaba al borde de las lágrimas porque Malfoy estaba pisándole la mano con mucha fuerza.
"Demonios Snape. Tú si que eres un aguafiestas. Si se le rompe un hueso.. Que más da." como si no le rompiera los huesos a cada rato.
Lo que quería ahora era romperle el cuellito para que deje de molestarlo con su presencia. Finalmente sacó su pie de sobre la manito asquerosa de la pestecita. Se agachó a recoger lo que había querido agarrar antes del pisotón. Snape estaba ocupado revisando si no le había roto nada. Tomó la bolsita y le dio una mirada a su contenido.
"¿De quién es esto?" preguntó como si no sospechara la respuesta.
"Mío… amo." Susurró valientemente dispuesto a recuperar lo que le pertenecía aunque le costara la vida.
Estar al lado del amo Severus le daba valor para responder.
Lucius lo miró con más cólera aún y si no hubiera estado, esa maldita peste en los brazos de Snape lo hubiera destrozado a bastonazos.
"Es suyo Lucius, se lo traje de regalo… supongo que no tienes inconveniente ¿verdad?"
Una sonrisa ácida se dibujó en el rostro pálido de Lucius. Movió la cabeza como respuesta inmediata.
"Por supuesto que no, Snape. Pero lo que si me parece extraño es que le estés dando regalitos a esa basurita. ¿Qué tanto interés tienes en ese pedazo de mugre? Me gustaría saberlo, me tienes intrigado."
"Más interés de que se mantenga vivo no tengo Lucius, más interés en que no te conviertas en un asesino no tengo. Aunque por los últimos acontecimientos… Creo que te vendría bien una temporada en Azkaban. ¿Sabes?"
Lucius soltó una carcajada para disimular cuan enojado estaba al oír esas palabras. Todo por culpa de ese montón de mugre. Esto era demasiado, no iba a permitir más insolencias.
"Estoy seguro que ese es un maravilloso lugar, mi estimado Snape. Estaría dispuesto a pasar una adorable temporada si es que ese el precio que he de pagar por despellejar a esa peste con mis propias manos."
"Me gustaría ver que lo intentes Lucius… me gustaría ver que intentes volver a ponerle un dedo encima a este niño, en mi presencia para darme el gusto de partir tu estirada cara."
Lucius pudo saber con sólo verlo que no estaba bromeando. Se le borró la sonrisa del rostro y la remplazó por una mueca de desprecio.
"Quiero que te largues inmediatamente de mi casa y que no vuelvas a asomarte por mis territorios. No voy a tolerar más amenazas tuyas. Esto se acabó."
"Sí me voy regresaré con el Ministerio de magia a mi lado. Sabes que lo haré y con gran placer. Así que supongo que cuanto antes lo haga mejor."
Severus dejó al chiquito y se dispuso a salir por la puerta.
"¡Demoniooos Snape¡Duendes y elfos! Me haces perder la maldita paciencia. Y tú… lárgate de aquí." atrapó al chiquillo del cabello y lo sacó de la habitación violentamente.
Tiró la puerta al dejar salir al chiquillo y volteó furioso hacia Severus.
"No me vuelvas a amenazar de ese modo Snape. No te vuelvas a atrever a hablarme así."
"Y yo te advierto que dejes tranquilo a ese niño si no me encargaré de que tus vacaciones en Azkaban sean realmente espantosas."
Diciendo esto Snape salió de la habitación dejando a Lucius echando chispas de rabia.
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El chiquillo sabía que estaba en serios problemas. Se metió en el lugar más pequeño y oscuro que pudo encontrar en la cocina. Con la esperanza que el amo no lo encontrara, cerró los ojos y apretó los puños.
Pero recién notó que aún conservaba la tarjetita que vino en su regalo en su mano adolorida. Lo único que pudo rescatar antes de que lo botaran de esa habitación. La miró en la oscuridad sonriendo al ver que ese señor de la foto se estaba quedando dormido.
El sonido de pasos furiosos llegó a sus oídos y le dio el tiempo suficiente para esconder la tarjetita dentro de uno de los calderos que no se usaban. Cerró los ojos deseando ser invisible.
El amo Malfoy entró como un ciclón tirándolo todo al suelo. Dobby venía tras él, asustadísimo.
"Sal de donde rayos te hayas metido maldita peste. ¡Sal ahora!"
Debía obedecer pero no podía hacerlo porque estaba aterrorizado, demasiado. Desde su escondite vio que el amo Malfoy tenía entre sus garras su regalo. Como lo tomaba y lo lanzaba al fuego de la chimenea de la cocina.
No pudo evitar salir a toda velocidad a rescatar lo que era suyo. Pero era tarde, ya estaba ardiendo en llamas. Sólo pudo ver como se prendía al instante la cinta morada antes de recibir una patada en las costillas. Luego un bastonazo en la espalda que fue acompañado por una avalancha de bastonazos.
Entre sus gritos de dolor pudo oír los sollozos de Dobby suplicándole al amo que ya lo dejara en paz. Pero sabía que no le iba a hacer el menor caso. Y así fue.
Alcanzó a meterse bajo la mesa para escapar de algunos golpes pero el amo Malfoy lo atrapó de una pierna y lo volvió a llenar de palos.
No iba a llegar a su cumpleaños número 8, no iba a ver más a Dobby ni al amo Snape que era tan bueno con él. Pero por lo menos ya tenía un nombre y había recibido un lindo regalo. Ya podía estar feliz, lo tenía todo.
El amo se detuvo un momento. Cuando pudo ver que ocurría vio que Dobby volaba por la habitación producto de un golpe del amo Malfoy. Dobby siempre terminaba mal por querer defenderlo. El amo le ordenó al elfo que saliera de la cocina… pero éste no le obedeció.
El amo montó en cólera, furibundo le dio algunos golpes a Dobby y lo hizo salir de la cocina a la fuerza.
Ahora estaba perdido, estaba solo y perdido… sin nadie que lo defienda, sin el amo Snape ni Dobby para que lo proteja.
El amo Lucius lo agarró del cabello y lo lanzó sobre la mesa. Se veía tan enojado que sus ojos se salían de sus órbitas. Tenía en una mano su bastón y con la otra sacó su varita. Ahora si lo iba a lastimar bastante.
Echado sobre la mesa se colocó de costado para cuando el amo lo apuntara no le cayera de lleno. Se agarró de los costados de la mesa para no caerse al suelo producto del dolor del hechizo que siempre le lanzaba.
Y así fue… el amo lo apuntó y dijo esa palabrita horrible y lo hizo temblar y retorcerse como un gusanito. Gritó con toda la fuerza de su garganta para mitigar el dolor que sentía. Era espantoso…
Pero el amo no había tenido suficiente… lo agarró del brazo y lo apretó tan fuerte que pronto se oyó el sonido de un hueso partirse. Volvió a gritar porque el dolor era intenso.
"¿Te gusta esto no, peste? Te encanta que te golpeé por eso siempre me estas dando motivos maldita sea. Te voy a dar motivos para agradecerme entonces… te voy a enseñar quien manda aquí y a quien debes obedecer maldito muggle asqueroso."
Entonces pudo sentir que el metal frío del bastón del amo rozaba sus piernitas. El amo le estaba levantando la túnica. Ahora si iba a doler mucho más todavía. Terminó con la túnica remangada hasta la altura del pecho, lo que le daba la facilidad al amo de hacer lo que quisiera con suma libertad.
Tenía los ojos cerrados y veía lucecitas en medio de la oscuridad. El dolor era demasiado y le estaban dando náuseas.
En estos momentos trataba de pensar en cosas bonitas, como su ranita de chocolate. Pero era muy triste pensar en su regalo chamuscado en la chimenea. Pero por lo menos tenía la figurita del hombrecito que estaba escondida en el caldero. Pensaba en el hombrecito que lo miraba sonriente cuando el amo le separó las piernitas. Recordó los lentes en forma de media luna cuando se las levantó para acomodarse en medio. Y sobre todo pensó en el amo Severus cuando empezó a dolerle muchísimo. No dejó de pensar en él hasta el último segundo de conciencia que tuvo antes de desmayarse.
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No podía caminar bien y Dobby aún estaba adolorido pero igual le dijo que en la noche, cuando los amos se fueran a dormir, le iba a dar una sorpresa. Su bracito estaba vendado con un trapo que Dobby consiguió por ahí. Era su cumpleaños por fin y aunque nadie en la casa lo recordaba, ese prometía ser un buen día, o por lo menos terminaría mejor que el anterior.
Dobby y él se la pasaron toda la mañana en la cocina porque el amo tenía visitas. Tanto la señora como el señorito habían salido desde temprano y no volvían hasta la tarde.
A pesar de que no pudo rescatar nada del regalo que le dio el amo Snape, estaba feliz porque tenía su tarjetita a salvo. El hombrecito que aparecía en ella también tenía nombre, como él. Sólo que mientras él se llamaba ahora Harry, el hombrecito se llamaba Dumbledore. Dobby le leyó lo que decía la tarjeta, ese señor Dumbledore era una persona muy poderosa y muy importante. Pero también se le veía muy buena y alegre.
El amo estaba ocupado con sus asuntos, lo suficiente para no aparecerse por la cocina a atormentarlos. Por eso tenía tiempo para encaramarse en la ventana que daba al enorme jardín de atrás y jugar con su figurita.
"Dobby… este señor, el amo Dumbledore… ¿Tú crees que venga algún día acá a la mansión del amo?"
Al elfo se le escarapeló el cuerpo con sólo pensar la reacción del amo si es que eso llegaba a pasar.
"Dobby no lo cree… ¿Por qué lo preguntas?"
"MMM por nada es que me gustaría verlo algún día y poder preguntarle sobre las cosas que tú me leíste Seguro que es un señor muy bueno. ¿No?"
"Sin duda lo es. Dobby lo sabe."
"Tan bueno como el amo Severus… no creo Dobby… el amo Severus debe ser el amo más bueno del mundo ¿no?"
"Sí claro."
"¿Dobby¿Crees que venga otro día a vernos?"
"No lo sé."
"Yo quisiera verlo de nuevo, porque es muy bueno conmigo. Pero sabes, de repente no me quiere más porque dejé que el amo Lucius queme lo que me regaló. ¿Crees que se enfade conmigo?"
"No chiquito, Dobby no cree que lo haga."
"¿Dobby¿Me puedes enseñar a leer? Es que el amo Draco tiene muchas figuritas como esta en su habitación y me gustaría saber que dicen. También tiene muchos libros con imágenes lindísimas y me gustaría saber que dicen esos libros."
Dobby no estaba seguro de si debía hacerlo o no. El amo podría enojarse con él, con los dos… eso no era bueno. Pero mientras el amo no supiera nada, no habría problema.
"Escucha bien a Dobby, chiquito, escucha bien. No debes decir nada de lo que te dijo el amo Severus. Ni que le dijimos nada. Y nunca le digas a nadie que te puso ese nombre. ¿Lo harás por Dobby?
El chiquito asintió. No había nada más que quisiera que ver a Dobby contento. No necesitaba ese nombre de todas maneras. Su nombre podía seguir siendo "peste", aunque Harry sonaba muy bonito.
"Dobby… y si el amo Severus me dice Ha… por ese nombre…"
Dobby suspiró." Ojala no lo haga mi chiquito, ojala lo olvide como tú debes olvidarlo."
El chiquito suspiró profundamente, mirando por la ventana. Ojala el amo Severus viniera a verlo de nuevo. El bracito le dolía de nuevo, menos mal que el amo Severus le había dado a Dobby más pociones medicinales. Lo malo es que ya quedaba poca poción y el dolor no cesaba.
"¿Dobby puedo salir un ratito al jardín?"
"Sabes que no es bueno que salgas…"
"Pero solo un ratito chiquitititito… es que quiero ver si la plantita que sembré el otro día sigue viva." Además no la había regado ni le había sacado los gusanos de la tierra.
Dobby vaciló un momento, no tendría porque haber peligro porque los invitados del amo estaban en los salones y no había problema que le salga al patio de atrás. Pero no era seguro de todos modos. Si es que el amo entraba a la cocina… sería un terrible problema
"Mejor no, yo iré a ver tu plantita."
"Pero no sabes donde está Dobby. Déjame ir un ratito mira que el amo está ocupado, por favorcito…"
No podía decirle que no… además se la pasaba todo el día encerrado en la casa. Y cuando salía no se alejaba demasiado, eso era lo bueno.
"Pero un ratito, Dobby irá por ti si te demoras."
Saltó de felicidad y su cuerpo adolorido le recordó que no debía hacer mucho esfuerzo aún. Salió con cuidado de que nadie lo viera. Era muy difícil que algo así sucediera porque no había nadie por ahí. Los invitados del amo estaban dentro de la casa y donde estaba él era el patio trasero.
Pegada a la pared había dejado a su plantita. Una plantita que Dobby le trajo del bosque… dijo que tenía propiedades curativas así que tenían que esperar a que crezca para usarla como medicina.
Por lo menos había sobrevivido sin agua varios días. Sin perder más tiempo la regó con agua fresca y acomodó la tierra a su alrededor. Estaba verde y bonita.
Ahora debía regresar a la casa, pero aún era muy pronto. Pero no debía desobedecer a Dobby. Mejor regresaba no vaya a ser que a alguno de los invitados se les ocurra merodear por la casa y lo vieran. El amo Lucius seguro que lo mataba a golpes si pasaba eso.
Pero estar afuera de la casa era tan bonito, sentarse sobre las calabazas de la huerta, jugar entre las hojas secas… eso era tan divertido. Lo que no era divertido era escuchar pasos sobre la hierba, acercándose a él.
No se atrevió a voltear. Sabía que no era Dobby, sabía que debió regresar apenas pudo, pero no lo hizo. Ahora estaba en problemas. Se quedó inmóvil tratando de desaparecer o de que no lo vieran. No sirvió de nada porque los pasos se detuvieron a sus espaldas y una mano lo tomó del hombre volteándolo hacia atrás.
No se atrevió a mirar quien era. Cerró los ojos asustado, esperando un golpe, o un hechizo sobre él, algo… algo que sin duda le iba a doler.
"Harry… ¿qué te pasó en el brazo?"
En ese momento creyó que se iba a morir de la impresión.
Abrió los ojos y Severus estaba de nuevo a su altura, mirándolo con sus ojos oscuros llenos de preocupación. Tuvo tanto miedo que le entraron ganas de llorar y no pudo contenerlas. Se abrazó al recién llegado con su bracito sano y escondió su carita magullada en su túnica.
Su nuevo nombre sonaba tan bien cuando él lo decía.
Severus aún sorprendido lo tomó en sus brazos y se dirigió hasta la puerta donde un Dobby con los ojos más desencajados que nunca los recibió. Entraron a la cocina y se sentaron. Harry permanecía en los brazos de Severus, haciendo esfuerzos para no apoyarse mucho sobre las piernas de este. Aun le dolía mucho su traserito, demasiado como para sentarse bien.
Dobby le ofreció una bebida, nervioso. No sabía si estaba bien recibirlo en la cocina. Su el amo Lucius lo veía seguro se iba a enfadar de nuevo.
Pero Severus no le prestó mucha atención a Dobby y se concentraba en atender al pequeñito.
"Déjame revisar tu brazo." Lucius debe estar demente, ese odio irracional a los muggles... pensaba mientras desenvolvía el bracito lastimado. Estaba roto y muy hinchado. Afortunadamente no era más que una ruptura que Dobby supo atender bien. Si hubiera estado él, le hubiera dado una poción para aliviarlo al momento. No, si hubiera estado él, nunca hubiera sucedido en primer lugar.
Harry se mordió la lengua para no llorar cuando le quitó despacito la tela que envolvía su brazo roto y lo sujetaba en su cuello. Le estaba doliendo tanto que sentía que se iba a desmayar de nuevo.
"Está partido en dos. Harry eres un buen niño… me imagino que debe dolerte muchísimo. Necesitas que te atiendan… no puedes quedarte así."
Dobby se espantó tanto con lo que oyó que casi deja caer la taza que traía al suelo. ¿Qué pretendía hacer el amo Severus?
"Te tengo que llevar a que te vean ese brazo. Podría darte una poción para curarlo pero no tengo ninguna. Y la verdad que no me atrevo a repararlo con magia porque prefiero que una experta lo haga."
La sola idea de salir de la casa le pareció tan increíble, tan maravillosa, tan temible. No podía hacer eso, no podía salir de casa, si el amo se enteraba lo mataba sin duda.
"Amo Severus… perdone amo pero no puede sacarlo de aquí, el amo Lucius se enojará muchísimo y…"
Severus no estaba prestando la menor atención a lo que Dobby le decía, estaba demasiado ocupado tratando de envolverle de nuevo el brazo sin lastimarlo. Tenía que llevarlo a algún lado donde lo pudieran curar, enseguida. Menos mal que se apareció por ahí, sino que hubiera sido de esta pobre criaturita.
"Amo Severus…"
No le hacía caso… sólo le importaba sacarlo de ahí. Tendrían que utilizar un medio alterno a la escoba para llegar a donde quería. No iba a poder llevarlo volando en ese estado. ¿Polvos Flu? Podría ser pero igual era arriesgado, no quería que se lastime más.
"Dobby… ¿en esta casa tienen polvos flu?"
Dobby a punto de la histeria no supo que responder. No podía sacarlo de ahí, era demasiado arriesgado de su parte. Qué podía hacer, sólo intentar detenerlo.
"No amo, no quedan más de esos…"
Severus entonces levantó al pequeñuelo en sus brazos y avanzó hacia la puerta. Mientras Dobby trataba de interponerse sin conseguirlo. El pequeño en sus brazos aún no salía del shock, nunca antes había salido de casa, nunca antes había desafiado de ese modo al amo. .
Con la mano que tenía libre, Severus le arrojó un pomito a Dobby.
"Ese es un potente somnífero. Ponlo en la habitación donde está tu amo Lucius y dormirá como un bebe todo el día. Estaremos de vuelta antes que lo note."
Y salió por la puerta sin que lo pueda detener. Tomó su escoba y se dio cuenta que sería un poco complicado poder volar con el pequeño en los brazos, pero no imposible.
"Harry, escúchame bien, necesito que te sujetes bien de mi cuando nos subamos en la escoba. ¿Te da miedo volar?"
Harry lo miró sorprendido y luego miró al cielo. Cuando estaba con él no le tenía miedo a nada. Sonrió despacito.
"Nop. Me encanta volar." respondió sinceramente.
Severus lo tomó en sus brazos y pronto estuvieron volando por el aire… siendo esta la primera que salía de ese lugar.
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Desde arriba todo se veía tan pequeñito. Nunca pensó que iba a volar por el cielo y menos salir de la casa donde había vivido toda su vida. Este era el mejor cumpleaños de su corta vida. Jamás le permitían salir y con las justas se escapaba al jardín de atrás. Ahí solía ayudar a Dobby a cultivar unas hortalizas en una pequeña huerta. Nunca se imagino que el mundo fuera tan grande.
Tan bonito. Allá arriba ya lo le dolía nada. Sólo podía pensar en lo lindo que era todo desde tan alto. Allá arriba nadie lo iba a alcanzar, ni siquiera el amo Mlafoy. No le iba a hacer daño mientras estuviera tan lejos.
Pero y Dobby… no se quería separar de Dobby… Además iba a volver con Dobby, así le dijo el amo Severus a Dobby cuando salieron.
Volaron largo rato y él ya no sabía para donde mirar.
Hasta que fueron descendiendo poco a poco. Llegaron a un montón de casitas donde habían muchas, muchas personas. De pronto le entró mucho miedo. Se pegó al amo Serverus apenas pusieron los pies sobre el suelo de nuevo.
"Llegamos a Hogsmead Harry. ¿Te gusta?"
No le respondió porque estaba demasiado asustado por todas las personas que estaban por ahí. Esto era malo, el amo Lucius no quería que nadie lo viera, ahora no sólo estaba desobedeciendo sus órdenes saliendo de la casa, sino dejando que mucha gente lo viera.
Avanzaron sobre el suelo de piedras y no podía dejar de mirar a todos lados. Muchas casitas, mucha gente, muchas cosas que mirar.
Estaba algo cansado de caminar y las piernas le dolían muchísimo. Severus notó esto y lo cargó en sus brazos, algo que el pequeño agradeció de todo corazón porque le permitía esconder su carita en su túnica y ver a la gente desde ahí sin preocuparse de que lo vean.
Se detuvieron frente a una puerta de madera oscura a un ladito de la calle. Severus la abrió y entraron. Apenas entraron las luces de la casa se encendieron.
"Bienvenido a mi casa Harry."
Con cuidado extremo lo sentó en un silloncito cómodo al lado de la chimenea que recién se encendía. El ambiente empezó a tornarse cálido y delicioso, como su cocina, la cual ya empezaba a extrañar.
De pronto el pequeñuelo se vio solo en la salita. Su acompañante había desaparecido en las entrañas de la casa y no sabía que hacer. No quería ser descortés, después de todo lo que estaba haciendo por él. De repente podía limpiar un poco… o de repente cocinar algo. No podía hacer gran cosa, pero Dobby le había enseñado a preparar uno que otro plato. Se levantó dolorosamente de su asiento y se dirigió hacia adentro de la casa en busca de una escoba o algo para limpiar. La casa estaba bastante limpia y ordenada pero siempre podía hacer algo, cualquier cosa. Estaba toda decorada con madera y objetos de metal por todos lados.
En eso estaba cuando que la ventana que daba a la calle le daba una magnífica vista sin que nadie lo viera desde afuera.
Se encaramó en la ventana a contemplar la calle. Era mucho más divertido que quedarse mirando el patio y como crecían las plantas del huerto. Todo estaba muy bonito.
Severus salió de adentro de la casa cargado de pociones. Lo encontró curioseando por la ventana, fascinado. Se acercó a él sin querer apartarlo de donde estaba.
"Harry… toma esto… te hará sentir bien."
Volteó a verlo y recibió con su mano sana la poción que le estaba dando. Olía a rayos pero si el amo
Severus decía que lo tomara no lo iba a desobedecer.
Se la bebió de golpe y sin respirar. Cuando terminó se sintió mareado y con más nauseas que nunca. Sabía peor de lo que olía. El amo Severus lo hizo recostarse en el sillón de nuevo y lo acercó a la ventana para que pudiera mirar desde ahí la calle. Luego se fue un momento y volvió con un cobertor para cubrirlo. Se estaba amodorrando pero no quería dormir porque no quería perderse de nada nuevo.
"Duerme un rato. Hará que sanes más rápido."
El proceso para que funcionara la poción era que durmiera un poco, sino el dolor del hueso regenerándose iba a ser terrible. Mientras tanto podría ocuparse de ciertas cosas pendientes.
Poco a poco se le cerraron los ojos al pequeño y cayó en un profundo sueño. A pesar que se resistió lo más que pudo, la poción fue más fuerte que su curiosidad.
Despertó creyendo que había dormido días enteros. Se encontró acurrucado y calientito en un sillón comodísimo. Nada que ver con el rígido sillón donde el amo Malfoy lo hacía echarse cuando lo llevaba a su estudio. No, no quería acordarse de eso en ese momento. De nuevo el sonido de la calle atrajo su atención.
"¿Cómo te sientes?"
Sonrió aún con modorra. "Muy bien… ya no me duele mi brazo…"
"Ya esta sano. Ha sanado completamente."
No pudo evitar su sorpresa. De verdad estaba sanito… ya no le dolía nada, no sólo el brazo, no le dolía ninguna parte de su cuerpo.
"Gracias amo Severus… muchas gracias"
"Dime Severus… y no hay de qué agradecer. Me olvidé de algo, con tanta conmoción…"Se acercó a él y traía algo escondido en la espalda.
Por un momento se asustó muchísimo… de repente no era tan bueno como parecía, de repente lo iba a lastimar como el amo Malfoy… intentó retroceder pero se aplastó más contra el sillón.
"Feliz cumpleaños Harry… "Le tendió un paquetito envuelto en tela de colores, muy parecida a la que quedó chamuscada en la chimenea de su cocina. Lo miró con tristeza… no merecía un regalo, no merecía nada porque no lo podía conservar.
"¿Qué pasa? No te gusta.. ni siquiera lo has abierto…"
"Gracias amo… mmm Severus... Señor es que… el regalo…" sus ojos se humedecieron con el horrible recuerdo del día anterior." es que el amo Malfoy… el regalo que usted me dio él lo lanzó al fuego… y yo no pude… lo siento am…Señor Severus…" Lagrimotas chorrearon por sus ojos, asustado y profundamente triste.
"No llores… no llores." ese miserable de Malfoy.
Secó sus lágrimas con sus dedos gruesos sintiendo la tersura suave de su piel infantil.
"Abre tu regalo Harry… espero que te guste."
Harry sonrió aunque aún lloroso. No podía esperar para abrir su regalo con mucho cuidado. Esta vez iba a ser más cuidadoso y esconderlo en un lugar seguro. Cuando lo fue abriendo sus ojos se abrieron más y más.
"¿Para mí?"
El paquete contenía tres objetos. Uno era un libro pequeño lleno de dibujos que se movían. El segundo era una cajita de madera y el tercero una bolsa de caramelos.
Abrió el libro y descubrió en una de las imágenes al hombrecito de la tarjeta que tenía sus lentecitos en forma de media luna.
"¡Dumbledore!" exclamó reconociéndolo al instante.
"Exacto."
Abrió la bolsita de caramelos y le ofreció uno.
"Hay algo que debes saber de estos caramelos. Hay de todos los sabores, así que puedes encontrar desde chocolate hasta verruga de sapo."
Harry hizo una mueca de asco que hizo que su naricita se arrugara, lo que pareció muy cómico. Igual tomaron cada uno un caramelo misterioso. Cerraron los ojos algo preocupados por el sabor que contendría."
"El mío es dulce…" exclamó Harry sin estar muy seguro que clase de dulce era.
"Me tocó…. Mmmm…. Brócoli… No está mal después de todo."
Sonrieron ambos y se dedicaron a ver el tercer regalo.
"Esto es algo especial Harry… cuando lo abras parecerá una caja común… pero si miras bien dentro de ella…. Verás que en el humo que aparece…. Podrás ver a quien tú quieras…"
Mientras decía esto en el humo blanco que se formaba en la cajita abierta que el pequeñuelo sostenía entre sus manos, aparecía Dobby. Se le veía tenso, nervioso dando vueltas por la cocina.
Luego apareció Lucius… dormido en un sillón como un tronco. Eso los alivió a ambos.
Cerraron la cajita porque las sorpresas continuaban aún.
Severus lo condujo hasta un comedorcito pequeñito donde había una mesa con algunos platos servidos y un pastel en el centro.
"A los muggles les encantan los pasteles de cumpleaños… espero que a ti también."
Harry sonreía contentísimo… nunca se esperó algo así. Un pastel para él… era demasiado. Demasiado por un día… Lastima que tuviera que acabar y regresar a ese lugar tan feo.
Se sentaron a la mesa y comieron pastel y tomaron jugo de calabaza y por una tarde completa fue muy feliz.
Severus le contó que era profesor en el colegio al que Draco iba a asistir dentro de unos años. Que enseñaba pociones y que además conocía a Dumbledore. Eso era fantástico… conocía a ese hombrecito famoso del que había estado hablando con Dobby. De repente algún día iba a poder conocerlo también.
También le contó que había asistido al colegio donde ahora enseñaba y que además Lucius también estudió ahí. Se enteró que había cuatro casas que tenían características especiales y un sombrero seleccionador que te indicaba a que casa pertenecías. No podía creer como un sombrero podía hacer todo eso, debía ser un sombrero muy especial.
Todo sonaba como un maravilloso cuento, como los que Dobby le narraba para hacerlo dormir. Volvía a pensar en Dobby y que podía estar en problemas. Sintió la necesidad de correr a ver su cajita y ver a Dobby dentro de esta.
Severus leyó su mente y suspiró. Ya era hora de llevarlo a su casa de nuevo. Pero ese no era lugar para ese pequeño. No podía dejarlo volver a ese lugar para que Lucius lo acabara matando. Tenía que hacer algo, a parte de amenazarlo con mandarle al Ministerio de Magia porque sabía que eso no iba a funcionar.
No a muchas personas les iba a interesar hacerse cargo del caso de un niño muggle. Pero podía intentar algo, no perdía nada después de todo. Aunque sea devolverlo a su mundo, aunque eso signifique que no lo vuelva a ver.
Desechó ese pensamiento así como desechó la idea que esos ojos le eran tan familiares que casi no podía creer que no recordaba de quien eran.
Cuando salió del sopor de sus pensamientos se dio cuenta que el chiquillo había encontrado la cocina y estaba lavando los platos.
"Harry… deja eso… yo me encargo."
"Pero señor Severus… como voy a pagarle lo que hace por mi…"
Severus sintió una punzada aguda en el pecho. Sintió la necesidad de acariciarlo y abrazarlo y nunca dejarlo ir. Lo dejo acabar con su labor pero lo ayudó un poco.
Ya era hora de partir…
Harry suspiró con tristeza mientras salía a la sala en busca de su paquetito para irse de una vez. Se detuvo frente a una pila de imágenes que se movían, colocadas sobre un mueble de madera. Se quedó observándolas sin tocarlas. Pero pudo notar que había una de estas fotografías que no se movía y estaba en blanco y negro. Era una mujer, muy bonita y joven.
"Descubriste mis fotografías… son algunas del colegio que te dije… Hogwarts. Si lo ves bien… ahí está"
"Es un lugar muy grandote."
"Sí… un castillo enorme. Y acá están algunos profesores… mira a Dumbledore."
"Eseee es…ese es Dumbledoreeee y usted está a su lado…"
"Sí... ¿No te dije que lo conocía?"
"Sí…" Sonrió y estiró sus deditos atrapando la foto que no se movía." ¿Y ella quien es señor?"
Severus miró distraído la foto que no se movía. Era curioso, no recordaba esa foto ni a la persona que aparecía en ella. Era una mujer joven vestida con ropa muggle, pero ni idea de quien podía ser. Tal vez se habían traspapelado algunas fotos de los registros de Hogwarts.
"No lo sé Harry…. La verdad no la recuerdo… no es alguien que conozca."
"Es muy linda… pensé que era su novia o su esposa…"
"No soy casado… además ella es muy joven para mi ¿no crees?"
"Pero señor Severus… usted no está viejo…"
No pudo evitar reír ante esta observación, rió como no lo hacía en años.
"Es bueno saber que alguien piensa eso de mí. Bueno es hora de marcharnos…"
Harry le dio una última mirada a la foto de la chica que no se movía. Al colocarla en el mueble la foto se volteó un poco y pudo ver que tenía algo escrito. Seguro era el nombre de la chica… ojala supiera leer y enterarse de quien era ella. Volvió a poner la foto en el lugar y posición que estaba anteriormente, refundida entre las demás.
Tomó el trapito en que Dobby le había envuelto el brazo herido y el paquetito. Antes de cerrarlo le dio una mirada a Dobby y al amo Lucius. Lo guardó aliviado y salió a la calle de nuevo, de la mano de Severus.
De nuevo en la calle se sintió intimidado por todas las personas que estaban ahí afuera. Sentía que lo estaban mirando fijamente, así que volvió a pegarse al cuerpo de Severus buscando protección. Avanzaron un poco y volvieron a emprender el vuelo rumbo a su casa.
Tardaron buen tiempo en llegar. Y ya le estaba entrando mucho sueño de nuevo. Una vez llegaron a la casa entró rapidísimo donde Dobby que lo esperaba ansioso. Menos mal no había pasado nada grave mientras estuvo fuera. Los invitados se fueron y lo primero que hizo fue poner a dormir al amo Lucius.
Harry corrió a esconder sus regalos en su lugar junto a los calderos. Tomó la foto de Dumbledore de donde la dejó en la mañana y la ocultó.
"Ya me voy Harry… vendré a verte en estos días."
"Gracias por todo señor Severus… gracias por toditito…"
Severus sentía una presión en el pecho por tener que irse y dejarlo así, pero no podía hacer nada por evitarlo. Se dio la vuelta y sintió que Harry corría a abrazarlo.
No podía abandonarlo, menos ahora. Pero no podía hacer nada por ahora. Así que le devolvió el abrazo y salió por la puerta… más triste y solitario que nunca.
Harry le contó todo lo que pasó en la tarde, todo lo que vio, todo absolutamente todo. Dobby lo escuchaba nervioso y no paraba de recomendarle que no vaya a decirle a nadie acerca de eso, que mejor se olvidara de eso y que esconda bien sus regalos.
Sobre todo que olvidara que se llamaba Harry y que se pusiera a preparar la mesa. Los amos seguro ya no tardaban en regresar y el amo ya se iba a despertar en cualquier momento. Ya casi era de noche.
Harry no podía dejar de pensar que ese había sido el mejor cumpleaños de toda su vida. Sonreía con sólo recordar todo lo que había pasado, mientras colocaba los vasos y cubiertos.
Terminaron de arreglarlo todo justo a tiempo, porque llegó la señora con el señorito Draco y fueron a ver al amo Malfoy que roncaba sonoramente en su estudio. Afortunadamente, Dobby recordó recoger el somnífero antes de que llegaran.
Estuvieron todos metidos en el estudio un momento y luego se dirigieron al comedor a cenar. Dobby presintió que algo no andaba del todo bien. Una vez se acomodaron en sus puestos el amo Malfoy entró a la cocina empujando a Dobby a un lado. Fue directamente contra el pequeño que estaba acomodando una fuente.
El chiquillo al ver el peligro retrocedió instintivamente tratando de buscar un escape. Algo que jamás antes hubiera pensado en hacer, pero le había perdido el miedo al mundo exterior.
El amo Lucius finalmente lo atrapó de un brazo y lo jaló hacia el comedor. Fueron seguidos por Dobby que sabía que algo muy malo estaba sucediendo.
Una vez en el comedor lo lanzó de bruces al suelo y cayó sobre sus palmas, algo adolorido.
"¿Veo que sanas muy rápido verdad peste?"
A Dobby casi se le paraliza el corazón… ¿Cómo no se había dado cuenta? Su brazo no sólo estaba totalmente sano, sino que además no traía la venda que le había puesto esa mañana.
El chiquillo no le respondió recibió los puntapiés en silencio.
"Me parece muy bueno porque ahora si vas a necesita sanar porque te voy a romper todos los huesos…. Pero antes quiero que me expliques algo, antes de que con muchísimo gusto te mate con mis propias manos…."
El chiquillo levantó la cabeza, aún confundido.
"¿Por qué si tú no puedes salir de esta casa, nunca en tu vida… Draco encontró tu asquerosa venda en Hogsmead?"
Dobby estuvo a punto de caer muerto de la impresión. El chiquillo se quedó mudo, sin saber que responder… estaban perdidos
"Responde maldita sea! Responde o te arrancaré la piel con mis dedos… ¡Responde!"
Perdidos, sin remedio ni salvación alguna.
Después de todo no iba a ser el mejor cumpleaños de su vida… como él había pensado…. Después de todo iba a ser el último…
Continuará...
