Por fin actualicé... jijijijijij me demoré lo sientoooo. Es que estaba acabando mis otros fanfics pes. No me odieeeen, yo los quieroooo. Abuuuu... ahora pues... jejejejee a leer. No se olviden de comentar por favooor. Si no me demoro más... jejeje no mentiraaa.

Fic editado.

Besoides.


Capítulo 9

Hacía mucho frío afuera y estaba muy oscuro. No debía decir nada pero su frente le dolía más que nunca. Afuera de la casita podía distinguir varias figuras oscuras arremolinándose hacia la puerta por donde salían ellos.

Se sintió atemorizado y con ganas de regresar a la oscuridad protectora de dentro de la casita. Lo hubiera hecho pero una pared negra de túnicas, dentro de las cuales estaba el amo Lucius, lo detenía. Estaba tan asustado que las piernas casi se le torcían. Pegó su carita fría al brazo del señor Peter que caminaba tras él. Este lo asió del brazo bruscamente y lo condujo hacia donde estaba todo preparado.

Habían muchas sombras negras tras ellos y otro nutrido más esperándolos donde se dirigían. Murmuraban y el sonido de sus voces acalladas era similar al del zumbido de las moscas. Avanzaron al lugar en el que había estado el día anterior. Casi no podía reconocerlo porque estaba demasiado oscuro. De pronto sintió en la frente una punzada de aguja que lo hizo caer de rodillas y retorcerse en el suelo un momento. El señor Peter lo hizo ponerse de pie jalándolo del brazo, sólo para que diera dos pasos y volviera a caer al suelo incapaz de seguir. Estaba demasiado asustado y adolorido.

"Levántate James, levántate y afronta tu destino tal y como lo hizo tu padre. Levántate."

Al oír estas palabras no sabía si sentirse mejor o peor. Pero el dolor no hacía más que aumentar a casa centímetro que avanzaba. Le estaban dando náuseas y la visión se le estaba nublando. Avanzó más pasos dolorosos y volvió a caer al suelo sin más fuerzas para levantarse.

Peter lo pudo notar y lo levantó en peso. Era tan parecido a su padre. Como le hubiera gustado confortar a su mejor amigo en sus últimos momentos. Lo que hubiera dado por salvarle la vida. No importaba que esa ridícula mujer muggle muriera y el mocoso también. Era James el único que valía la pena, era a él a quien admiraba tanto. Cuando supo que su amo iba tras ellos sintió que el mundo terminaba.

Si tan sólo no hubiera sido tan terco, si tan sólo las cosas hubieran sido distintas. Si no hubiera conocido a esa estúpida sangre sucia las cosas serían distintas. No hubiera ocurrido nada de esto, nunca. James seguiría vivo y a su lado, para siempre. Su héroe de toda la vida, el hombre al cuál más admiraba. Por quien lo hubiera dado todo, pero tuvo que optar por esa muggle.

Ahora ya era demasiado tarde, ahora ya no había vuelta atrás. Ahora su hijo, el mocoso que vivió a costa de la muerte de James iba a ir a acompañarlo al otro mundo. Se tendría que asegurar que le llevara sus saludos a su mejor amigo. Todo era culpa de esa mujer sangre sucia, todo era culpa del mocoso que estaba a su lado. Pero es tan parecido a James… si tan sólo pudiera conservarlo. Pero no, su amo ya había decido su destino. No podía hacer nada contra los deseos de su amo.

Pronto iba a volver al poder y todo sería distinto, como debió ser. Si James no hubiera intervenido. Siempre tenía que ser tan valiente, quien lo podía hacer todo. Por eso era su héroe, el hombre a quien tanto admiraba, con tanta devoción protegía. Pero no, tuvo que optar entre la lealtad a su amo y a su mejor amigo. Pero James no conocía el poder, rechazó el poder de la mano de su amo para ponerse del lado de los muggles.

Todo por culpa de esa mujer, de esa Lily. El mocoso tenía los mismos ojos que la muggle, esa era la única diferencia. Por eso no era James, no tenía porque sentir pena por el mocoso mitad muggle. No tenía porque sentir lástima por él aunque fuera tan parecido a su padre, su vivo retrato. No por mucho tiempo.

No por mucho más tiempo.

El chiquillo era tan débil, nada que ver con lo que era su padre. Los últimos metros los recorrió en sus brazos. Si tan sólo fuera James, quizá esta vez intercedería por él. No, ese no era James. Tenía que sacarse esa idea de la cabeza, ese no era su James.

Siguieron avanzando en medio de la oscuridad de la noche, con una multitud a sus s espaldas y otra esperándolos. El chiquillo con los ojos semi abiertos intentó contar cuántas sombras oscuras se acercaban a ellos. En los brazos del señor Peter no podía verles los rostros bajo las capuchas y poco a poco esas sombras se acercaban más a ellos.

La noche estaba tan oscura y lo único que deseaba ahora era estar al lado de Dobby, en su cocina calientita o en los brazos del señor Severus. Le dio una mirada al cielo nublado. Ni siquiera había luna para que diera algüito de luz. Estaba tan oscuro todo.

Se detuvieron de pronto y no quería bajarse de los brazos del señor Peter. Sin saber bien que estaba pasando podía saber que no era nada bueno. Apenas puso los pies en el suelo sintió que el dolor le partía la cabeza en dos.

Peter lo tomó de un brazo y lo empujó contra un pedazo de piedra fría como un témpano. Se quedó muy quieto sintiendo como los ojos se le llenaban de lágrimas aterradas. Quiso sentarse y tomarse la frente para mitigar en algo el dolor pero fue imposible porque sin darse cuenta de pronto tenía las manos y el cuerpo bien sujeto a la piedra a sus espaldas. No podía bien lo que ocurría a su alrededor porque la visión lo iba abandonando rápidamente.

De no haber sido porque estaba atado firmemente se hubiera ido al suelo de bruces. Las fuerzas lo abandonaban demasiado rápido. Eso no era bueno, no podía morirse ahora, no todavía, pensaba Peter preocupado por lo que estaba por suceder.

El chiquillo se abandonó en un momento, abandonando su cuerpo como si no hubiera más vida dentro de este. Peter se acercó a él sacudiéndolo para reanimarlo, pero era inútil, el chiquillo estaba al parecer muerto.

La multitud pudo notar estos acontecimientos y empezó a armarse revuelo. Peter empezó a sudar frío sin saber que hacer. Lucius se acercó y examinó al chiquillo.

"Sólo está inconsciente Peter. No hay nada porque preocuparse." Le dio un par de bofetadas sonoras al chiquillo para reanimarlo. Peter tragó saliva y procedió con lo que estaba haciendo.

El chiquillo abrió los ojos lentamente, mareado por las bofetadas y el dolor en la frente. Pudo ver como Peter se le acercaba en medio de una nebulosa marea negra. Luego sintió un dolorcito agudo a la altura del brazo, que era una cosquilla al lado del que sentía en la frente.

Luego pudo ver que algo llevaba hacia un caldero enorme y sintió que algo malo iba a suceder. La multitud enmudeció ante los acontecimientos que estaban por suceder, quietos, muy quietos, esperando.

Harry cerró los ojos al ver que Peter se acercaba un cuchillo al brazo y si hubiera podido se hubiera cubierto los oídos para no oír el sonido chirriante de su voz al separar el miembro de su propio cuerpo.

En ese momento sintió ganas de vomitar de lo mal que se sentía. No quería ver lo que estaba sucediendo. La multitud enmudeció aún más y no se escuchaba ni sus respiraciones al momento que Peter se acercó al caldero. Vapores de colores emergían del caldero porque lo que se estaba preparando ya estaba listo. Algo envuelto en unas telas se movía y podía alcanzar escuchar que algo decía, pero no entendía nada. Estaba demasiado adolorido, tanto que los sentidos se le estaban bloqueando por completo.

Nada bueno iba a ocurrir, lo podía saber, nada bueno por lo menos a él.

Sintió pena por el señor Peter que se retorcía en el suelo intentando incorporarse para atender los reclamos de lo que fuera que estaba en el suelo, gritaba voz en cuello.

Se vio de pronto solo en medio de un mar de oscuridad. Asustado como nunca antes en toda su vida, pensó en Dobby. En cuanto lo iba a extrañar, en cuanto quería verlo de nuevo, en la cocina donde solían pasar taren interminables. Pensaba en el señor Severus, en cuánto daría por verlo de nuevo, en cuanto daría por estar a su lado, pero algo le decía que eso era imposible. De sus ojos empezaron a manar lágrimas de miedo. El dolor era insoportable a estas alturas, al parecer el señor Peter estaba pasando por lo mismo. No se podía mover del suelo. Le hubiera gustado estar suelto para acercarse e ir a ayudarlo ya que nadie lo hacía. La concurrencia había retrocedido expectante.

Sollozó un poco tratando de sacudirse las lágrimas que fluían para estrellarse en el mármol frío de la lápida en donde estaba sujeto.

El señor Peter por fin se pudo incorporar del suelo sangrando profusamente. Ahora si le estaban entrando muchísimas ganas de vomitar. Aún sangrando intentó tomar del suelo el bulto extraño que yacía retorciéndose en el suelo. Apenas pudo alcanzar a ver lo que era y gritó de terror. Era una masa blanquecina horrenda o algo parecido.

Peter intentó tomarla del suelo una vez más sin conseguirlo. La multitud inmóvil contemplaba los esfuerzos vanos.

De pronto un pequeño tumulto se armó y de las sombras salió una figura igual de oscura como las sobras que los rodeaban. Se acercó acomedido, al parecer estaba dispuesto a ayudar a Pettegrew a completar su misión. Se acercó al ensangrentado que yacía en el suelo y tomó de su mano el bulto envuelto en las telas. Y lo lanzó lejos, lo más lejos que le permitía la fuerza que le imprimió.

Peter quedó paralizado mientras el encapuchado volteaba de un puntapié el caldero hirviente a los pies de la multitud que huyó desprevenida. Retrocedió la marea oscura mientras que Peter seguía inmóvil en el suelo sin poder creer lo que estaba sucediendo.

Sucedió todo tan rápido, un abrir y cerrar de ojos. Apuntó con su varita al absorto chiquillo que contemplaba tan inmóvil como Peter los acontecimientos.

"¡Deténganlo!" gritó Peter fuera de sí. "Atrapen al traidor."

El resto de mortífagos reaccionó ante este comando cuidando de no tocar el líquido proveniente del caldero que los alejaba de la escena. Peter se levantó con mil esfuerzos y fue en busca de su señor envuelto en las telas.

"Tranquilo Harry, ya estoy aquí. Todo va a estar bien." susurró apenas casi sin aliento.

El chiquillo estaba tan pasmado y casi no podía creer lo que estaba sucediendo. El señor Severus lo tomó por la cintura y lo alzó en sus brazos. Luego empezó a correr como si lo persiguiera el diablo.

Saltaron entre las tumbas esquivando maldiciones que les rozaban las túnicas. A todo correr perseguidos por una legión de mortífagos veloces como liebres. Severus sabía que no iba a poder llegar muy lejos si seguía cargándolo así que hicieron un alto tras una lápida enorme.

"Escúchame Harry." susurró vigilando que los mortífagos no los fueran a rodear de pronto."Necesito que seas muy valiente y me ayudes. ¿Lo harás?"

Harry lo miraba porque no tenía ojos para nadie más. Estaba tan aterrado que su corazón pugnaba por salirsele del pecho.

"Mira hacia allá. Ves la puerta de rejas. Al fondo de este cementerio. ¿Alcanzas a ver esa puerta?"

El chiquillo asintió nervioso y sin quitarle la vista de encima. Lo miraba como si fuera lo único que existía sobre la tierra.

"Quiero que cuando te de la señal corras hacia afuera. Allá está Dobby esperándote." el rostro se le iluminó al pequeño al oír el nombre de Dobby. Pero los nervios no cesaron.

"No importa lo que pase, tú corre hacia la reja y vete con Dobby. No te detengas por nada del mundo. Todo va a salir bien.

Harry lo miró aterrado. ¿Acaso tenía que correr solito¿Y que iba a ser de el señor Severus¿Se iba a quedar acaso?

Entonces lo abrazó con todas sus fuerzas. Lágrimas volvieron a abandonar sus ojos verdes. Severus le sonrió entonces y lo separó de su cuerpo.

"Todo va a salir bien." Le dijo.

Se quedaron en silencio viendo como los mortífagos se acercaban lentamente como hienas, rodeando a su presa. Despacio, midiendo sus movimientos.

Severus abandonó la lápida protectora mientras susurraba." ahora."

Entonces Harry empezó a correr como nunca había corrido antes. Como si sus piernas tuvieran alas y lo llevaran volando hacia la salida. Sabía que no debía voltear, sabía que no debía desobedecerle. Hacía esfuerzos por no voltear a ver que sucedía pero podía escuchar el sonido de pasos acercándose, las palabras que salían de la boca de quienes los perseguían y del señor Severus.

La salida estaba ya muy cerca, a lo lejos estaba el elfo temblando medio escondido entre un árbol seco. Podía ver de nuevo su vieja cocina acercarse, sus calderos viejos, sus rincones favoritos para esconderse. Pero no, no iba a poder regresar a su casa. Sí volvía el amo Malfoy lo iba a matar. No podía hacer algo como eso, ahora no iba a poder ir a ver a Dobby nunca más.

Se detuvo en seco. No iba a poder volver con Dobby y ahora estaba a punto de perder al señor Severus. Volteó a ver lo que estaba ocurriendo y alcanzó a ver a su benefactor en el suelo, al parecer alcanzado por alguna de las maldiciones de los mortífagos.

No podía estar ocurriendo algo como esto. Era imposible que estuviera ocurriendo esto. El señor Severus estaba en el suelo inmóvil y los demás mortífagos se iban acercando peligrosamente.

No podía permitir que le hicieran daño a quien le había hecho tanto bien. Regresó a auxiliarlo aunque sabía que no debía hacerlo.

Los demás mortífagos llegaron primero. Entre ellos pudo distinguir al amo Malfoy. Se detuvo inmóvil de nuevo. No sabía que hacer, estaba paralizado de terror.

"Ven acá maldita peste. Es una orden, regresa aquí inmediatamente." ordenó. Estaba apunto de obedecerle pero sus piernas no estaban de acuerdo con la orden recibida. "He dicho que vengas acá mocoso. Te mataré con mis propias manos. Ven acá."

No se movió. Los labios le temblaban y reunió todo el coraje que pudo y aclaró su garganta. Temblando entero apretó los puños. Estaba tan aterrado.

"Por favor amo Malfoy no le haga daño al amo Severus. Por favor… yo voy pero no le haga daño. Dejen que se vaya, por favor."

Lucius pálido de ira estaba a punto de lanzarse encima del chiquillo y matarlo él mismo si pudiera hacerlo. Se acercó dos pasos que Harry retrocedió.

"No juegues conmigo mocoso. Regresa inmediatamente o haré que te arrepientas tanto que desearás que tu asquerosa madre muggle nunca te hubiera traído al mundo."

Harry retrocedió de nuevo alejándose totalmente de su alcance.

Uno de los mortífagos harto del juego de niños tomó la palabra.

"Ven y no le haremos daño. Regresa mocoso."

Harry vaciló un momento. No podía creerles ni una palabra. Pero no podía dejar que el señor Severus salga herido por su culpa. De algún modo tenía que pagar por todo lo que había hecho por él.

"¿De verdad lo van a dejar ir?" Alcanzó a preguntar antes de que la voz se le fuera por completo de la garganta.

"Lo haremos. Ven acá mocoso." respondió el mortifago anterior sonriendo.

Harry tragó en seco y se acercó a este, manteniéndose lo más lejos que podía del amo Malfoy. A penas estuvo cerca de los mortífagos hizo el intento por auxiliar al señor Severus pero fue atrapado al instante.

"Quédate quieto maldita peste." gritó Lucius mientras lo sujetaba con fuerza.

"Llévatelo Malfoy. Yo me encargo de este traidor. "

Malfoy hizo una mueca y arrastró al chiquillo hacia donde estaban los demás mortifagos aguardando.

"Yo me encargo de este traidor." murmuró el otro mortífago apuntándolo con su varita.

Continuaraaaaa...

Jojojo. No te olvides de dejarme un comentario gracias por favorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!