Aquí un capitulo más. jejejej... ya saben si quieren me pueden escribir con comentarios y tambien no se olviden de ponerme muchooos reviews que me gusta leerlos todos. Ninguno de los personajes es mio, si así fuera sería millonaria. Solo escribo fanfics nada más.

Fic editado, versión original en mi pag web.


Capítulo 10

Los traidores no merecen compasión, pensaba mientras preparaba la maldición que segaría su vida. Ahora que el señor tenebroso estaba por renacer no había nada que los pudiera detener, nada. Ahora las cosas iban a ser muy distintas. Sonrió y ya podía saborear el sabor del triunfo. Era cuestión de horas el que el señor tenebroso vuelva a tomar el control como debió haber sido siempre.

Le dio un puntapié al cuerpo en el suelo para que su rostro quede al descubierto. Adoraba ver el rostro de sus victimas al recibir la maldición imperdonable.

"Adiós." susurró.

El chiquillo se dejó arrastrar unos metros por el amo Malfoy, pero no pudo evitar ver lo que ocurría. Por su culpa, todo era su culpa. Ahora le iban a hacer daño al señor Severus que había sido tan bueno con él, no podía permitirlo. Tenía que hacer algo por él.

Se detuvo en seco y empezó a retorcerse como poseso. Pronto se libró de las garras del amo Malfoy.

"Quédate quieto, maldita peste." le dio una bofetada sonora, ya se estaba hartando del mocoso. Sacó su varita y lo apuntó, con esto sería suficiente para tranquilizarlo un rato.

Harry cayó al suelo adolorido pero saltó como impulsado por un resorte. Se le fue encima al amo Malfoy sin poder creer que lo estaba haciendo. Lo tomó de sorpresa y lo mandó al suelo de espaldas. Su varita salió volando por el aire.

Sin poder creer lo que estaba haciendo la tomó del suelo antes de que el amo Malfoy pudiera reaccionar.

"Devuélveme eso mocoso o haré que te arrepientas."

Harry lo miró aterrado y alcanzó a ver como el otro sujeto volteaba a ver lo que estaba ocurriendo. Ese mocoso sí que daba problemas. De repente tenía que ir a ayudar a Lucius. Se veía furioso, rojo de ira.

Malfoy corrió tras el mocoso que huyó entre los árboles. Entonces él tenía que acabar lo que empezó de una vez.

"Ahora si, adiós Snape." susurró mientras se disponía a terminar por fin lo que había empezado.

Harry corrió entre los árboles y la oscuridad tenebrosa de la noche. Sabía que el amo Malfoy lo seguía de cerca. Corría y corría mientras que no podía evitar el sentirse culpable por lo que estaba ocurriendo. Todo por su culpa, no sólo hizo que mataran a sus padres, sino que ahora había conseguido que maten a quien se preocupó tanto por él.

Sentía que las piernas se le acalambraban y cada vez el amo Malfoy estaba más cerca. Sin quererlo se le enredó la túnica en unas ramas colgantes y tuvo que dar un par de tirones para soltarse.

Perdió valiosos segundos de escape porque el amo Malfoy lo atrapó del brazo entonces. Lo estrelló contra el árbol que tenía más cerca. Con eso bastó para que se quede muy quieto.

Le quitó la varita de las manos y de nuevo le disparó con esas palabras horribles.

"Crucio."

Sintió que moría de dolor, pero ya nada valía la pena después de todo. Todo era su culpa, todo.

Cayó sentado con la espalda apoyada en la corteza del árbol, sintiendo que las fuerzas lo abandonaban por fin. Cerró los ojos para detener las lágrimas. Ahora no había ninguna esperanza, sólo esperar que lo mataran de una vez.

"Estúpido mocoso, maldita peste, asqueroso muggle." dijo mientras lo abofeteaba con rabia. Le había causado la última de las molestias. Ahora sólo quedaba llevarlo a donde el señor tenebroso y su final estaba escrito. Ya no iba a volver a molestarlo nunca más en su vida.

Nunca más lo iba a volver a tener en su cocina o dando vueltas por la casa. Lo lanzó contra el tronco del árbol, nunca más lo iba a tener cerca de él. El chiquillo cayó al suelo, sentado sin que sus piernas lo soportaran más tiempo. Lucius aprovechó este movimiento y se arrodilló frente a él.

Con rapidez tomó la túnica negra del chiquillo de la punta y la abrió dejando su cuerpecito expuesto al frío de la noche.

Harry entreabrió los ojos sin ánimos de batallar más. Todo era su culpa, se merecía el castigo, por su culpa el señor Severus ahora estaba muerto.

Lucius se acomodó entre las piernitas del chiquillo que lo miraba sollozando irritantemente. Lo abofeteó de nuevo antes de continuar con lo que estaba haciendo. Nunca más lo iba a volver a ver así que esta sería la última vez.

Harry se mordió los labios amoratados por las bofetadas y apretó los puños arrancando de raíz el césped que atrapó del suelo. El dolor era intenso como siempre, pero esta vez no dolía sólo el cuerpo. Su culpa, se lo merecía entonces, era su culpa. El amo Lucius seguía lastimándolo más y más, moviéndose más rápido que antes. Se mordía los labios hasta hacerlos sangrar de tanto que los apretaba. Arrancaba del suelo las hojas verdes al reprimir sus gritos de dolor. Todo era su culpa.

Se rindió entonces, echó la cabeza a un lado mientras comprendía que el final estaba cerca. No había más porque seguir. Esa noche iba a ser la última, iba a acabar muerto sin duda. Cerró los ojos mientras que el amo Malfoy se reacomodaba levantándole más las piernitas. Lo jaló más hacia sí y entonces quedó mirando al cielo oscuro.

Iba a morir y sólo pensaba en el señor Severus que había sido tan bueno con él. Pero lástima que no habían durado mucho los momentos de felicidad a su lado. Era una que no haya durado mucho. Le hubiera gustado decirle más cosas. Como que lo quería mucho por ejemplo, y que siempre iba a ser todo lo que le pidiera, sólo para verlo feliz. Pero ahora eso no iba poder ser.

Empezó a gritar de dolor porque ahora no podía evadir el dolor. Estaba lastimándolo demasiado. Como cuando a media noche bajaba de su habitación a buscarlo a la cocina. Cuando sentía sus pasos acercándose se aferraba a Dobby. Asustados ambos no podían oponerse a las órdenes del amo. Y cuando este le hacía esas cosas siempre lo dejaba muy adolorido. Luego cuando volvía a dormir a la cama en el suelo de la cocina, Dobby lo abrazaba y consolaba. Secaba sus lágrimas y le enseñaba a hacer magia. Era algo que siempre le había gustado ver, cuando Dobby le enseñaba trucos de magia.

Ahora no iba a ver a Dobby nunca más, ahora no iba a poder estar de nuevo con él en la cocina. Cuanto lo extrañaba. Dobby cuidó de él desde que llegó a esa casa. Siempre lo protegía como podía y aliviaba sus dolores, lo velaba cuando estaba enfermo y consolaba cuando lloraba. Lo iba a extrañar tanto. Dobby, pensaba, ojala pudiera salvarlo ahora. Pero era mejor que regresara a la casa antes de que alguien note que no estaba presente en la casa.

En medio de sus pensamientos escuchó una voz, algo difusa pero sonora.

"Eres la bestia más despreciable de este mundo Malfoy. Apártate de él ahora…"

Si sus oídos no lo engañaban esa voz era muy familiar. Pero el amo Lucius tapaba la visión. Se levantó entonces, de encima de él.

"Veo que ese idiota de Barty no puede hacer nada bien." se levantó de un salto dispuesto a encararlo.

"¿Cómo puedes…?" no podía continuar de la ira. Sintiéndose asqueado, desolado, sin querer creer en lo que tenía frente a sus ojos. "Eres un monstruo Malfoy, el más repugnante.

Malfoy se acomodó la túnica veloz y ya estaba listo para pelear con Severus. Pero no contaba con lo que vendría. Severus ya estaba encima de él antes de que pudiera pronunciar alguna maldición en su defensa.

Ambos en el suelo y Severus estrelló su puño en el rostro estirado de Malfoy.

"Te voy a matar Snape." gritó furioso." los mataré a los dos."

Pero Severus estaba fuera de si. Se levantó y lo miró de pie.

Tomó la varita del suelo, donde había quedado luego de forcejear con su dueño. La tomó y la partió en dos con rabia. Malfoy palideció de ira al verse indefenso.

"Mereces que te mate Lucius por todo lo que has hecho. Mereces más que eso."

"Hazlo Severus, hazlo. Mátame, vamos."

Lucius se incorporó del suelo limpiándose la sangre del labio con la manga de la túnica. El rostro le ardía de ira. No podía permitir que esto sucediera. Sonrió sarcástico.

Severus lo apuntó con la varita en la garganta. Lucius sonreía mirándolo fijamente.

"Me atrevo a apostar que sientes envidia. Me imagino porque. Bueno, si tanto quieres a esa peste ahí está."

"Cállate. Ese niño tiene un nombre, Demonios que lo tiene. Nunca más lo vuelvas a llamar de ese modo."

"¿Cómo¿Peste? Ese es el único nombre que merece. Pero vamos Severus, si tanto te gusta, anda. Hazlo, te mueres por hacerlo ¿No? Vamos, mira que está ahí. Anda, hazlo, yo sé que eso es lo que quieres. Como nunca pudiste hacerlo con su madre, tienes una oportunidad con esa maldita P E S T E. "y soltó una sonrisa burlona la cual adornó con una carcajada.

"Cierra la boca, no sabes lo que dices."

"Al contrario, lo sé perfectamente, sé que te morías por estar con esa asquerosa mujer muggle. ¿Cómo se llamaba? Ah si, Lily. Un nombre muy estúpido que le hacía perfectamente a esa inmunda sangre sucia. Pero claro, tú te morías por ella. Pero sabes que es lo mejor de todo Snape, que ella nunca sintió por ti más que lástima. ¿No es eso lo mejor de todo?"

Otra carcajada hiriente.

"Es hora que te silencie tu lengua venenosa Lucius. Quizá te la deba arrancar para que no vuelvas a decir estupideces. Aunque eso es muy propio de ti."

"Ohhhhh no te resientas conmigo, mi estimado. Si la verdad no ofende ¿O sí? Considerando que ella se casó con tu estimadísimo amigo James ¿Verdad? Sí… lo recuerdo. Dime, te invitaron a la boda para que todos vieran cuan miserable eres y cuan felices eran ellos. A que sí lo hicieron y seguro fuiste a dar más lástima a ver si ella de lástima te daba algo de atención."

"Es suficiente Malfoy."

"No, si recién estoy empezando. Pero claro Snape, me imagino que debe ser duro el haber perdido a la mujer que tanto te gustaba, o por lo menos la única que te prestó algo de atención. Si que eres patético. Pero claro, mira que tienes una grandiosa oportunidad. Ahí tienes al hijo de esos dos, de tu peor enemigo y de la mujer que nunca te correspondió. ¿No es caprichoso el destino? Anda Snape. ¿No te quieres vengar de James? Si el mocoso es su vivo retrato. Anda… a que te gustaría hacerlo. Y bueno, ni que decir de lo que querías hacer con ella. Anda Snape, que oportunidad tienes… mira que no la puedes dejar pasar. Porque esa peste tiene los minutos contados."

Severus se quedó en silencio por un momento. Sus pensamientos regresaban a la cajita esmeralda que no debió abrir nunca. Quizá si no la hubiera abierto ahora tendría cabeza para pensar fríamente y evitar que esos comentarios lo afecten. Pero no, esa cajita esmeralda era la culpable de contener sus recuerdos dolorosos. No pudo evitar abrirla antes de llegar en busca de Harry. Si tan solo hubiera esperado un poco, pero algo lo hizo abrirla, el destino quizá.

Ahora iba a tener que cancelar toda la espiral de memorias que caía como torrente frente a sus ojos. El recuerdo de Lily se hacía más potente, el sonido de su voz, el verde de sus ojos, el color de su cabello, la dulzura de su sonrisa. Ahora no podía dejar de pensar en ella.

Cuando la vio por primera vez hacía tanto tiempo, en el colegio. Cuando ella se acercó a él y le sonrió con naturalidad. Cuando estaba en problemas y los demás se burlaban ella aparecía y lo animaba. Lily. Nunca se atrevió a decirle cuanto le gustaba tenerla cerca.

La espiaba cada vez que no estaban en clases. Conocía todos sus horarios, su manera de peinarse de costado, las letras con las que tomaba apuntes de clase. Sus ojos verdes que se topaban con los suyos cuando lo sorprendía mirándola embelezado.

La seguía de lejos, por todo el castillo. La miraba todo el día y durante la noche soñaba con la mañana para poder verla de nuevo.

Hasta que un día supo que ella se iba a casar con el idiota de Potter. Entonces la iba a perder para siempre. Sabía que la iba a perder. Jugó su última carta y fue a verla. La primera vez que fue al mundo muggle, siguiéndola.

No sabía que decirle, estaba transpirando frío y las palabras se le atoraban en la mente. Por donde empezar a decirle que la amaba desde el día que la vio. Que estaba dispuesto a suplicarle de rodillas que no se casara con ese idiota. Que no había un día que pasara en su calendario sin pensar en ella.

No podía y no iba a hacerlo. Lo supo cuando se encontró en la puerta de su casa, en la entrada adornada con flores. No podía hacerlo. Estaba temblando de pies a cabeza cuando una mujer pálida y de rostro huesudo abrió al puerta sorprendida de verlo. Al parecer había estado espiando por la ventana y cuando lo vio detenerse en la puerta no soportó la curiosidad de ver a un joven vestido con túnicas oscuras.

"Vienes a buscar a mi hermana. Pasa…" suspiró la mujer invitándole una mirada de desprecio.

No se atrevió a sentarse, demasiado nervioso como para tomarse las cosas con calma. La mujer huesuda desapareció de su vista abandonándolo un momento. Sudaba más que nunca, como si lo hubieran condenado a muerte y estuviera esperando al verdugo. Intentó sentarse para aliviar la tensión pero no pudo. De pie en medio de la sala aguardó no mucho hasta que escuchó la melodiosa voz de Lily.

"¿Severus? No puedo creer que estés aquí." dijo mientras descendía las escaleras sorprendida.

"No debí venir, me voy…"

"No, si acabas de llegar. Que bueno verte… que bueno que estés aquí. De verdad, que bueno que viniste." ella era toda sonrisas, radiante y bella.

Hacía que transpirara más de la cuenta. No podía ni mirarla a los ojos que tanto adoraba. Estaba aterrado frente a la mujer que tanto amaba.

"Pero toma asiento. Por favor…"

Las piernas le temblaban tanto que casi se va al suelo sin encontrar el asiento al sentarse. Ella se ubicó frente a él mirándolo con curiosidad.

"Yo sólo vine a…. yo quería decirte…"

Ella esperó en silencio que terminara la oración. Pero no lo hizo. Sus nervios lo enmudecían y sentía que gotas de sudor iban a caer estrepitosas al suelo. Muerto de vergüenza se secó la frente con la túnica.

"Me parece curioso verte con esas ropas por acá. Me hubiera gustado verte con otro atuendo." y una carcajadita suave resonó.

Se puso totalmente rojo y ahora las gotas de sudor rodaron por sus mejillas.

"Bueno…antes que me olvide… Severus, quisiera decirte algo también… es más quisiera darte algo. Algo que es muy especial para mi."

Su sonrisa inundó la habitación. Se puso de pie y trajo algo entre sus manos. La miraba a través de los mechones de cabello que caían sobre su rostro a modo de cortina protectora. Como si ella fuera a hacerle daño, como si ella fuera a lastimarlo de algún modo.

"Esto es para ti." le tendió un pergamino adornado y pequeño.

Y quien nunca pensó que lo lastimaría lo hizo finalmente.

Dejó caer el pergamino al ver que era. Pudo percatarse de la sorpresa de Lily cuando lo dejó caer, pero no podía evitar ver esa invitación a su boda como el veneno más mortífero que pudiera existir en ese momento.

Ella lo hubiera podido arrojar a un caldero de aceite hirviendo, hubiera sido más piadoso que entregarle aquella invitación.

Al parecer ella no se dio cuenta y la recogió del piso. Y vio como se la acercaba de nuevo como si no supiera que la tristeza de perderla para siempre lo atravesaba como una lanza puntiaguda. No se pudo negar.

"Me caso con James y me gustaría que asistas. Sé que no te llevas bien con él y que no debería pedírtelo pero… me gustaría mucho verte en el día más feliz de mi vida."

No podía creer lo que estaba oyendo.

"Eres una persona importante para mi Severus… me gustaría verte ahí."

Ella era lo que más quería.

"Por favor no faltes… quisiera que me acompañes…"

No podía negarse…

"Ahí estaré." y esbozó una sonrisa difícil.

Y ahí estuvo, viendo como ella se iba con el idiota de Potter. Vio como unía su vida a ese imbecil y él no iba a poder hacer nada. En la última fila del salón donde la perdió para siempre supo que nunca iba a poder olvidarla.

Jamás iba a poder dejar de amarla y que se le destrozara el corazón en silencio como cuando supo que se casaba. Cuando supo que estaba esperando un niño. Cuando esa horrible pesadilla lo hizo entrar en otra, cuando le dijeron, Lily está muerta.

Y se acabó el mundo para él y se odió por no haber podido defenderla, por no haber podido hacer nada por ella. Por nunca haberle dicho cuanto la necesitaba para no convertirse en el amargado que era entonces.

Por no decirle que ella era lo más importante en su vida y que cuando partió perdió todas las ganas de vivir.

Por eso encerró sus recuerdos hermosos en esa cajita esmeralda. Cerró la cajita y canceló el dolor insoportable de haberla perdido y nunca más poder verla. La olvidó para nunca más sentir dolor, la olvidó hasta no recordar ni su nombre, ni su voz, ni los momentos que pasaron juntos.

La olvidó pero no pudo olvidar el color de sus ojos.

Todo parecía estar perdido entonces.

Pero no, tenía que detener todo esto. Malfoy había hecho su última maldad, sus últimos comentarios agrios, sus últimas estupideces. No iba a volver a tocarle un cabello a ese niño porque le iba a arrancar las manos, no iba a volver a llamarlo peste porque le iba a destrozar la lengua. No iba a volver a hacerle daño a quien ella protegió con su vida. Se lo debía a Lily…lo tenía que hacer por ella.

Lo apuntó con la varita una vez más.

"Hazlo Snape. Mátame de una vez, pero lo que comenzó ya no lo vas a poder detener y lo sabes. Ese mocoso tiene los minutos contados. En cualquier momento llegan por ustedes dos y se terminó todo. Primero mataran al mocoso, tal y como hicieron con sus padres. Luego se encargarán de ti. Qué dirá el señor Tenebroso de tu comportamiento. Seguro va a estar decepcionado. Muy mal por ti Severus."

"Me iré con la satisfacción de que acabé contigo."

"Hazlo entonces… hazlo…"

Severus tragó en seco y anulando el nudo de su garganta se dispuso a terminar con toda esa locura.

"Avada…"

"Noooooo…." una vocecita al fondo sonó apenas. "No señor Severus no lo haga…"

Una vocecita que amenazaba con apagarse.

"Harry…" susurró corriendo hacia él.

"No lo mate señor, no lo mate porque se puede meter en problemas por mi culpa. Váyase señor mientras nadie lo ve. Váyase por favor."

El pequeño tenía algo de razón. Estaban perdiendo valiosos momentos en lidiar con Lucius. Pero como quería hacerlo pagar por todo el daño causado. Cómo pudo lastimar a una criatura tan inocente como esa. Merecía algo peor que la muerte. Pero ahora no podía ocuparse de eso, ahora la prioridad era sacar al pequeño de ese lugar.

Tomó al niño en los brazos, envolviéndolo bien con la túnica que tenía puesta y con la varita apuntó a Lucius.

"No creas que he terminado contigo Malfoy. Petrificus."

Lucius abrió los ojos enormes y se quedó tieso como un témpano. Cayó sobre el suelo del bosque mirando hacia el cielo. Con algo de suerte sus compañeros mortifagos lo encontrarían pronto y se encargarían de ayudarlo. No se lo merecía.

Ahora tenían que burlar a los demás mortífagos. Eso sería bastante difícil. Si no fuera por Dobby que golpeó a Barty cuando estuvo a punto de matarlo ahora no estuviera ahí. Ahora sólo quedaba esperar que el elfo siguiera en su puesto y esperándolos. El pobre estaba más aterrado que nunca y seguramente estaba bien escondido.

Severus con el niño en sus brazos avanzó a tientas en medio de la oscuridad del bosque. Una aparente calma. De repente las cosas se estaban poniendo a su favor entonces, Podía ver que ningún mortífago estaba por los alrededores. Esa era una muy buena señal, lo más probable era la mejor señal de todas.

Alcanzó a escuchar conmoción hacia donde estaban reunidos todos anteriormente. Túnicas negras se dispersaban por los alrededores, pero ya no en plan de búsqueda, más bien parecía que estaban siendo dispersados en pos de huir y no ser vistos.

Sonrió complacido…

"Mira Harry, ya llegaron a salvarnos…"

Pero Harry no le contestó. Ni siquiera lo miraba, los ojos cerrados y palidez cadavérica. Se detuvo sorprendido por no recibir respuesta alguna. Algo malo le estaba ocurriendo. En eso se dio cuenta que había humedad esparciéndose por la parte baja de las túnica del pequeño. A la altura de sus piernas una mancha oscura se dibujaba silenciosa y avanzaba expandiéndose más y más tiñendo la tela.

"No, Harry… no puede ser…"

No le contestaba, el pequeño no le estaba oyendo.

Lo sacudió ligeramente en sus brazos. "Harry… Harry…. No puede ser… Harry."

Desesperación y angustia subieron por su garganta transformándose en gritos. Corrió con el pequeño en sus brazos con el rostro desencajado incapaz de pensar en nada. Tenía que llevarlo con un médico lo más pronto posible. Estaba sangrando profusamente por obra de Malfoy. Se la iba a pagar, aunque tuviera que ir a Azkaban por ello, iría complacido.

Harry no reaccionaba, ni lo hizo cuando llegó al translador que Dobby custodiaba. Era demasiado tarde, pensó y ahora todo era culpa de él.

"Perdóname Lily… perdóname… no pude salvarlo…"

Continuaráaaa...