¡Hola!
Como ya sabéis, estoy de vacaciones y se me hace muy difícil meterme en internet. Pero bueno, ya que hoy estoy aquí quiero aprovechar para subiros unos cuantos capítulos para teneros entretenidas estas dos semanas que desapareceré del mapa jejejejeje.
Capítulo 37: Un descubrimiento interesante
Las clases continuaron entre rumores y miradas furtivas a Harry. Intentaba pasar la mayor parte del tiempo en la biblioteca estudiando o haciendo los deberes porque sólo la idea de pasar a través de la sala común de Slytherin hacía que sus nervios se crisparan. Todos los Slytherins volvían la mirada hacia él en cuanto le veían, algo que le habría dado igual porque estaba acostumbrado si no fuera porque en sus miradas se podía ver el rencor más que nunca. En cierto modo, Harry no podía culparles, estaba casi tan seguro como ellos que lo sucedido había sido por su culpa por más que Sirius se lo negara.
Se sentía vacío. Sabía que su sola presencia en cualquier lugar lo convertía en lugar peligroso, sentía como si fuera una bomba de relojería que marcaba su tic tac preparándose para estallar en cualquier momento. Sentía frustración por su intento fallido en convertirse en animago. Sentía cobardía por no enfrentarse a su propio reflejo y decidir por si mismo no seguir con aquello. Entre todos esos pensamientos sólo dos cosas le daban ánimos para seguir el resto de la semana; la conferencia de orientación profesional sobre quidditch y su sesión de hechizos con Cho. Al final, con todo lo que había ocurrido el sábado en Hogsmeade olvidó pedírselo a Sirius, y tampoco se sentía con ganas de volver a pedírselo a Ron, no soportaba que él se convirtiera en animago mientras que él no. No estaba enfadado con él, pero él tenía su orgullo y en el fondo de su corazón podía sentir algo de envidia.
Para su alivio, los días pasaron volando entre estudio y tareas, y por fin llegó el viernes. Como siempre, la sala donde se daría la conferencia estaba abarrotada, y como siempre, él y Ron llegaban tarde.
Aquella conferencia no interesaba demasiado a Hermione, el quidditch no era algo que alguna vez se hubiera planteado como salida profesional. Cuando el conferenciante entró, le resultó familiar. Estaba claro que había visto a aquel hombre antes ¿pero dónde?
Se pasó la mayor parte de la charla tratando de asociar a aquel hombre hasta que por fin lo consiguió. Le había visto en las gradas de Slytherin el día que había tomado la poción multijugos para transformarse en Harry, y ahora que lo recordaba, aquel hombre no le quitaba ojo de encima. Resultaba que aquel individuo era ojeador para los equipos profesionales de quidditch. Durante la conferencia, no estaba muy segura de si era porque ella no dejaba de mirarle intentando asociarlo o por otra razón, el ojeador tampoco dejaba de mirar a Hermione. "Debe sentirse intimidado, debería ser más discreta" pensó Hermione.
En cuanto la charla acabó, el hombre charlaba con los demás profesores. Hermione no tenía intención de hacer ninguna pregunta y se disponía a salir de la sala cuando el hombre la llamó.
– ¿señorita Granger?
La chica sorprendida se giró hacia el hombre.
– ¿si?
– Quiero felicitarle por su actuación en el último partido de quidditch. Para ser su primer partido me dejó totalmente impresionado. ¿No se ha planteado seguir la carrera profesional en el quidditch?- preguntó el ojeador.
Hermione no sabía qué decir, aquel hombre no sabía que quien jugaba realmente era Harry. Tenía que fingir.
– La verdad es que no, llegué de forma accidental al equipo. Me siento halagada por su observación, pero mis metas van orientadas hacia otro camino.- dijo Hermione pensando "¿he parecido demasiado pedante?"
– Es una lástima, señorita Granger, pocas veces he visto un buscador novato tan bueno como usted.- dijo el ojeador.
Cuando Hermione se volvió vio que el ojeador estaba siendo "acosado" por todos los integrantes de equipos de quidditch de Hogwarts, incluidos Ron, Draco y Harry.
En cuanto Hermione tuvo un momento a solas con Draco, la pregunta fue inevitable.
– ¿Qué te dijo ese hombre en la conferencia?- preguntó Draco.
– Me elogió por mi actuación en el partido de quidditch.- contestó Hermione.
Draco se sintió algo molesto, ¿por qué ese hombre elogiaba a Hermione y a él no? Él también era un buen buscador y más experimentado. La chica leyó perfectamente en la cara de Draco lo que estaba pensando.
– Ese hombre estaba en las gradas de Slytherin durante el partido de Gryffindor que yo jugué, él no te ha visto jugar a ti, si no seguro que te habría elogiado también.- dijo Hermione como "premio de consolación".
– ¿Cómo sabes tu que ese hombre estaba en las gradas de Slytherin si tu estabas jugando?- preguntó Draco alzando una ceja.
Hermione se dio cuenta de que había metido la pata, pero rectificó de inmediato, además sin tener que decir ninguna mentira.
– En realidad ese hombre venía a ver a Harry, pero claro, Harry ya no juega. Él me lo contó porque lo vio en las gradas (bueno una pequeña mentirijilla)- resolvió Hermione.
– Así que Potter tiene enchufe... debí suponerlo ¡como no!- dijo Draco fastidiado- El omnipresente Potter tiene ojeadores que vienen a verlo jugar...Pues me alegro de que ese ojeador se diera con un canto en los dientes, ¡ja!
– No te preocupes, el tiempo pone a cada uno en su lugar.- dijo Hermione.
Ella realmente sabía la rabia que aquello debía suponer para Draco, Harry siempre era el héroe, el buscador que siempre atrapaba la snitch... y eso le hacía sentir el eterno segundón. Cuando había dicho lo de que el tiempo pone a cada uno en su lugar lo había dicho totalmente de corazón.
– No me interesa el quidditch como futuro, pero si es lo que Potter quiere soy capaz de hacerlo sólo para fastidiarle. ¡Qué se ha creído! Si él tiene enchufe yo tengo doble enchufe, ¡mi padre es el ministro!
Hermione lo miró pensando "ya le salió su antigua vena Malfoy". Al ver como le miraba Draco recapacitó, antes muerto que pedir ayuda a su padre.
Ya pasada la conferencia, lo único que mantenía animado a Harry era su cita con Cho. Continuaron con las maldiciones. Harry notaba progresos en el Imperius pero aquello no le resultaba muy alentador porque Cho seguía siendo incapaz de resistir la maldición. Una vez más, se propuso pedírselo a Sirius.
Draco volvió tarde a su habitación, después de pasar un rato con Hermione. La idea de que Dumbledore pusiera como nuevo prefecto a Stuart le facilitaba las cosas. El chico ponía empeño en sus labores de prefecto y no le resultaban tan desagradables de compartir como con Pansy. También tenía otro punto a su favor, Stuart pasaba de estar pendiente de lo que él hacía, cuando terminaba la ronda volvía a la sala común sin intentar averiguar donde estaba Malfoy, entre otras cosas porque él mismo tenía cosas que ocultar, la fama de "don juanes" de Stuart y Adam no les había llovido del cielo...
Draco entró en la habitación con todo a oscuras y sin encender una pequeña luz para no despertar a los demás. A tientas caminaba hacia su cama cuando algo en el suelo le hizo caer, perdiendo el equilibrio y yendo a parar a la cama de Harry. Se levantó sobresaltado. "Dios, voy a despertar a Potter, cuando vea la hora que es se chivará..." Los ronquidos habituales de Crabbe y Goyle indicaban que seguían dormidos profundamente. "A esos no les despierta ni una bomba que les caiga al lado". Pero algo raro había en todo aquello. Potter ni siquiera se había movido. Aquello no era normal, sobre todo habiéndose caído encima de él de una forma brusca.
Draco pensaba en esto tanteando el camino hacia su cama, pero se volvió. ¿Estaría muerto Potter? Encendió la varita sin preocuparle despertar a Crabbe y Goyle, entreabrió una de las cortinas de la cama adoselada y Potter seguía en la misma postura como si nada hubiera ocurrido. Se acercó más, ya algo asustado pensando en que podría haberle pasado algo, no porque le preocupara lo que pudiera pasarle a Harry sino más bien por un posible ataque dentro de su dormitorio. Harry respiraba, dormido. "Esto es muy raro". Sin pensárselo dos veces zarandeó a Harry sin que hiciera el más mínimo movimiento, ni intentara despertar. Volvió a zarandearle con más fuerza, era imposible que alguien no se despertara con semejante vaivén.
Se quedó allí parado pensando unos minutos. No sabía si ir a avisar a Snape, pero no eran horas, tendría que contárselo por la mañana. Pero estaba seguro de que algo tramaba Potter... Atando cabos, recordando las vacaciones de semana santa... él hizo el hechizo desdoblador para ir a la habitación de Hermione...
Una sonrisa maliciosa se dibujó en su cara. Podía deshacer el hechizo en ese mismo momento con solo decir "Unifico"y quedarse allí esperando para ver con regocijo la cara de Potter al saber que había sido descubierto. Pero no, aquello era un plan muy simple, sería mejor esperar, averiguar si realmente era el hechizo desdoblador y lo mejor de todo, averiguar a dónde iba Harry mientras su doble los engañaba.
Se apostó en su cama como un cazador esperando a su presa, con las cortinas cerradas excepto una pequeña rendija que le permitía ver la cama de Potter. El sueño que tenía había desaparecido por la expectación.
Pasaron horas. Todo estaba muy oscuro y no podía mirar la hora que era, pero empezaba a cansarse, de vez en cuando se le cerraban los ojos. ¿Cuánto tiempo había pasado? Se le estaba haciendo eterno... Abrió un poco de la cortina esperando que la luz de la luna le dejara ver la hora, pero ya estaba amaneciendo. Eran las 6 de la mañana. "¡Este Potter es un descarado! ¿Cuánto tiempo nos la llevará pegando delante de nuestras narices?" Draco estaba impaciente por pillar a Harry, aquel idiota se creía que podía engañarle. Empezaba a dudar si se habría quedado dormido sin darse cuenta y Harry ya había vuelto. Oyó que la puerta de la habitación se abría con mucho cuidado, pero no lo suficiente como para que él estando despierto no lo oyera. No veía a Harry por ninguna parte hasta que vio como aparecía de la nada junto a su cama. Cogió la capa invisible y un mapa, que sabía que cual era porque Hermione le había hablado de él, y guardó ambas cosas en su mochila. "Ah, ahí es donde guardas tus preciados tesoros", vio como apuntaba a su cama, no podía ver lo que decía ni tampoco lo podía oír, pero no hacía falta, ya estaba comprobado que era el hechizo desdoblador.
Se acostó con una inmensa sensación de bienestar cayendo de inmediato en un profundo sueño. ¡Qué mayor felicidad que la de haber pillado con las manos en la masa a Potter!
A la mañana siguiente, si Crabbe y Goyle fueran más listos, podrían haber pensado que Malfoy también había hecho el hechizo desdoblador porque no encontraban la manera de despertarlo. Malfoy se despertó muy tarde. Bajó a la sala común con expresión triunfante esperando el momento en que se encontrara con Harry. No pensaba decirle ni insinuarle nada, tenía que seguir confiado para poder averiguar la segunda parte del plan: a donde iba.
Ese sábado hacía una semana del ataque de los dementores. Ron había esperado el día para poder hablar con Sirius sobre su aprendizaje de animago. No habría más salidas a Hogsmeade y tampoco pensaba pedirle la capa invisible a Harry porque notaba que su amigo estaba algo resentido con ese tema. Fue hacia el despacho de Sirius con la inquietud de que éste le dijera que no podían continuar con aquello dentro de Hogwarts. No habían hablado desde que se vieron en La casa de los gritos y Sirius se sorprendió un poco cuando Ron llegó a su despacho.
– Verás, Sirius, yo quería preguntarte si podíamos seguir con el entrenamiento aunque nos hayan prohibido las salidas. No creo que sea buena idea pedirle la capa a Harry, no se si estarás de acuerdo con seguir aquí en Hogwarts.- expuso Ron.
– Bueno, yo tampoco creo que sea buena idea salir del colegio, después de lo que pasó. Podíamos seguir aquí, en mi despacho, pero hay que tener cuidado de que nadie te vea rondar muy a menudo por aquí.- dijo Sirius.
– Claro, no te preocupes, seré discreto.- dijo Ron, aquel era el momento de preguntar lo que no preguntó la última vez- ¿sabías tu que mi animago era un fénix? He estado pensándolo y los fénix son unos animales muy especiales, no creo que yo tenga nada de extraordinario.
– No sabía que tu animago fuera un fénix, pero después de lo que viste en el espejo y de que aparecieran las plumas en tus manos, todo encajaba perfectamente.- dijo Sirius.
Ron le miraba impaciente por saber más, esperando una explicación.
– Los fénix tienen unas características especiales; son fieles y leales, por ejemplo Fawkes, acude en ayuda de aquellas personas fieles a Dumbledore, también pueden soportar grandes cargas y además sus lágrimas son curativas.
– Sí, eso ya lo sé, pero no sé que parecido tiene conmigo, ni puedo soportar grandes cargas ni mis lágrimas son curativas, que yo sepa.- dijo Ron riendo.
– Es algo metafórico.- Sirius también rió con la respuesta de Ron.- Tu eres una persona leal, siempre has acudido a ayudar a Harry incluso en los malos momentos. Viste en el espejo todas las veces que has estado a su lado ayudándole, incluso cuando Harry estuvo enfadado contigo en la Copa de los tres magos. En cuanto a soportar grandes cargas, pues se refiere a que siempre has soportado estar en segundo plano, tanto con Harry, que todos sabemos que siempre se lleva el protagonismo, como con tus hermanos. Ellos siempre han sido los destacados en tu familia, ellos fueron prefectos, aunque tu ahora también lo seas, también algunos han sido Premio Anual o capitán de quidditch, siendo el orgullo de tus padres.
Ron recordaba perfectamente cada imagen que vio en el espejo y todo concordaba con la explicación de Sirius.
– Sobre las lágrimas curativas. Claro que no tienes ese poder, pero tal vez sea algo innato en ti, algo para lo que realmente sirves y que puede que aún no sepas.
– ¿Puede que ser medimago es con lo que mejor encajo?- preguntó Ron y Sirius asintió.
Ron suspiró aliviado, por fin podría decidirse por una carrera profesional, siempre y cuando obtuviera los Éxtasis suficientes. Aquello le había abierto los ojos, llevaba todo el curso dudando sobre qué escoger, todo le atraía, y como decía Hermione, al final de curso estaría planteándose estudiar todas las carreras. La sanación también le atraía, y teniendo en cuenta que la explicación de Sirius había dado de lleno en el clavo, ¿por qué dudar de eso?
– Gracias, Sirius, tu explicación me ha aclarado un montón las ideas.- dijo Ron- ¿Cuándo podemos continuar?
– Mejor a una hora en la que no haya mucho alboroto por los pasillos y que no corras el riesgo de que alguien te vea venir.- dijo Sirius pensando en qué hora podía ser.
– Por la noche no puedo, tengo la ronda nocturna y por las tardes tenemos entrenamiento intensivo de quidditch, el partido está a la vuelta de la esquina.- dijo Ron.
– Pues entonces, mañana antes del desayuno.
Ron aceptó, aunque no le apeteciera madrugar un domingo por la mañana.
Con la convalecencia de Draco, el examen del castigo de esa semana tuvo que ser aplazado. Desde luego a los profesores no se les olvidaba y no les habían pasado la mano ni porque Draco hubiera estado enfermo. Así que el lunes siguiente tendrían examen y trabajo doble. Hermione estaba muy agobiada porque lo llevaban fatal, sobre todo porque Draco también tenía entrenamiento intensivo de quidditch y no podía asistir a la biblioteca por las tardes y ella no podía llevarlo todo sola. El partido de Slytherin contra Gryffindor sería el sábado siguiente, ella no estaba nerviosa porque en realidad no jugaba pero si estaba fastidiada por tener que encontrarse con Harry para hacer la transformación. Podía negarse, pero con ella jugando de buscadora Gryffindor estaría en desventaja frente a Slytherin, después de todo Draco era muchísimo mejor buscador que ella. Aunque... ¿realmente le importaba que ganara Gryffindor?
Después de que Draco terminara el entrenamiento del sábado por la tarde, los dos estaban en la biblioteca rodeados de libros, tenían que estudiar y los trabajos quedaban muy lejos de estar terminados.
– Esto es inútil, no nos va a dar tiempo a terminarlos ¿y si finjo ponerme enfermo?- sugirió Draco, pero Hermione lo miró regañándole con la mirada.
– No me gustan las trampas, aún tenemos todo el domingo.
– Por mucho domingo que nos quede es imposible que nos de tiempo a terminarlos, tu lo sabes.
Hermione se quedó pensativa, buscando una solución desesperada, cualquier cosa antes que entregar un trabajo incompleto.
– ¿Crees que Snape te daría permiso para quedarte toda la noche en la biblioteca?- dijo Hermione, era lo único "legal" que se le ocurría.
– ¿Toda la noche?- Draco ya había pasado esa noche en vela espiando a Harry, no le apetecía nada pasar otra noche seguida sin dormir.- Puedo preguntarle, pero seguro que me regaña.
– Yo le preguntaré a la profesora McGonagall, tampoco creo que le haga mucha gracia, pero es lo único que se me ocurre.
– ¿Qué más da si lo entregamos incompleto?
– Por encima de mi cadáver.- dijo Hermione riéndose.
– Sí, ya me lo imagino.- rió Draco también.
– Será mejor que les preguntemos los dos, después de la cena.- dijo Hermione.
Cuando terminó la cena, Draco y Hermione se levantaron rápidamente antes de que los profesores se fueran del Gran comedor.
– Habla tu primero, Snape no te odia como a mi.- dijo Hermione en voz baja cuando se acercaban.
– Queríamos pedir permiso para utilizar la biblioteca mañana por la noche, como estuve enfermo y tengo entrenamiento intensivo no nos ha dado tiempo terminar los trabajos para el lunes.- dijo Draco con su mejor sonrisa.
– Señor Malfoy, si en lugar de dedicarse a esa estupidez del quidditch empleara su tiempo en cosas más útiles...- dijo Snape.
– Severus, no seas así, es el último partido que el señor Malfoy va a jugar en Hogwarts, debe estar muy ilusionado.- contestó McGonagall.
– Pero Minerva, los alumnos no pueden estar a esas horas fuera de sus dormitorios.- dijo Snape con un bufido.
– Por una vez y sin que sirva de precedente, hablaré con la señora Pynce para que os de las llaves de la biblioteca. ¿Tu que dices, Severus?- dijo McGonagall.
– Que seré especialmente exigente con el trabajo que me entreguéis el lunes, así que aprovechad la bondad de la profesora McGonagall y no os dediquéis a perder el tiempo.- dijo Snape bastante fastidiado.
El domingo, después de la ronda nocturna, Draco y Hermione fueron a al biblioteca con todas sus cosas. A Draco, sólo de pensar que le quedaba toda la noche sin dormir ya le producía sueño. Aún así, la noche anterior los dos se quedaron en sus salas comunes hasta muy tarde adelantando trabajo.
Después de llevar un rato enfrascados en el trabajo, a Draco se le cerraban los ojos y escribía con una letra que parecían garabatos.
– No puedo, me muero de sueño.-dijo Draco, se levantó para espabilarse un poco, y luego se acercó a Hermione y le besó en el cuello.
– Eh, recuerda a Snape "no os dediquéis a perder el tiempo".- dijo Hermione imitando la voz de Snape.
– Todavía me preguntó a qué vino ese comentario.- dijo Draco riéndose- no creo que él sepa nada de lo nuestro, si no ya me habría echado un buena reprimenda.
– Se me ocurre algo, aunque ya es muy tarde, pero podíamos ir a las cocinas, los elfos domésticos podrían darnos una jarra de café para mantenernos despiertos.- dijo Hermione.
– Vale, lo que sea pero que me quite el sueño que tengo, no doy pie con bola.- contestó Draco.
Los dos salieron disimuladamente de la biblioteca.
– Tu nunca habías estado en las cocinas ¿verdad?-dijo Hermione recordando cuando Draco estuvo resfriado y le había llevado algo a la enfermería.
– No, pero tengo curiosidad.
Llegaron al cuadro del bodegón donde estaba la entrada a las cocinas. Hermione rascó la pera del cuadro y la puerta se abrió. Aunque era tarde, habían elfos por allí trabajando, preparando cosas para el desayuno. En seguida varios elfos se acercaron a ellos en actitud servicial.
– ¡Señorita Granger! ¿Qué podemos hacer los elfos por usted, señorita?- dijo Winky.
– Gracias Winky, ¿me podríais preparar una gran jarra de café, por favor?
– Claro, señorita Granger, lo que usted mande, señorita.- dijo Winky alejándose- ¡Dobby! La señorita Granger amiga de Harry Potter está aquí.
Pero Dobby estaba escondido detrás de una mesa asustado porque Draco estaba allí, y lo que más asustado le tenía era que les había visto entrar cogidos de la mano, aunque se habían soltado al ver a los elfos. ¡Tenía que avisar a Harry Potter de que su amiga iba con magos tenebrosos!
Hermione se extrañaba que Dobby no apareciera, lo buscaba con la mirada hasta que vio una pequeña figura escondida bajo la mesa.
– ¡Hola Dobby!- dijo Hermione sonriente.
Dobby salió de su escondite, nervioso y casi temblando de miedo, miraba con sus enormes ojos a un lado y a otro, parecía incapaz de articular palabra.
– ¿Dobby? ¿Ocurre algo?- preguntó Hermione muy extrañada.
Hermione se dio cuenta de que Dobby miraba a Draco con terror, y cuando éste se acercó a donde estaban, el elfo volvió a esconderse bajo la mesa.
– ¿Qué pasa, Hermione?- preguntó Draco.
Antes de que Hermione contestara, Dobby salió de debajo de la mesa corriendo para esconderse en otro sitio, pero los reflejos de Draco eran muy buenos y tuvo tiempo de agarrarlo antes de que se escapara.
– ¡¡¿Tu!- exclamó Draco con desprecio.- ¿Qué haces aquí?
Draco sabía que Harry había liberado a Dobby pero no sabía que éste trabajaba ahora en Hogwarts. Aquel bichejo sabía mucho sobre su familia y no le agradaba que ahora estuviera bajo las órdenes de Dumbledore sobre todo sabiendo que siendo libre no tenía que guardar lealtad a los Malfoy.
Hermione estaba casi escandalizada por el trato de Draco hacia Dobby.
– Oye, no le trates así.-dijo Hermione indignada.
– Es un maldito traidor.- dijo Draco sujetando con fuerza a Dobby que intentaba escapar.
– Señorito Malfoy, Dobby nunca ha traicionado a su familia. Dobby es libre.- dijo el elfo temblando de miedo.
– Como yo me entere de que vas contando cosas, no hace falta que te diga lo que haré ¿verdad?- amenazó Draco levantando a Dobby del suelo.
– ¡Ya basta!- exclamó Hermione haciendo que Draco volviera a poner a Dobby en el suelo.
Winky llegaba con una bandeja llena de pasteles y la jarra de café, se quedó asustada también por lo que veía.
– Gracias Winky- dijo Hermione cogiendo la bandeja y haciendo un gesto a Draco para que la siguiera.
La mirada de Hermione era muy seria y Draco decidió no hacerla enfadar más, pero no podía dejar ahí la cosa.
– Quedas advertido.- se volvió Draco hacia Dobby señalándolo con el dedo.
Los dos salieron de las cocinas de camino a la biblioteca.
– Draco, no me ha gustado nada la actitud que has tenido con Dobby, esas criaturas merecen respeto además de que no estoy de acuerdo con su esclavitud.- reprendió Hermione.
– ¿Qué sabrás tu? Defensora de causas perdidas.- masculló Draco.
Hermione se paró en seco, sorprendida por el tono en que Draco le había hablado, no lo hacía en ese tono desde que fueran enemigos.
– ¿Cómo? No te voy a permitir que me hables así.- dijo ella.
– ¿Es que no lo entiendes?- dijo Draco con desesperación- ese bicho...
– Elfo doméstico.-apuntó Hermione.
– Bueno, lo que sea. Ahora trabaja para Dumbledore, sabe muchas cosas sobre los Malfoy.
– Ha tenido mucho tiempo para decirle a Dumbledore cosas de tu familia, y no parece que lo haya hecho ¿no? ¿Por qué iba a hacerlo ahora?
Draco tuvo que callarse para darle la razón a Hermione, pero sentía que no podía confiar en aquella criatura.
En la primera clase del lunes había dos claras ausencias: Hermione y Draco.
Cuando la señora Pynce entró en la biblioteca los encontró dormidos sobre la mesa. Los chicos oyeron el ruido y se despertaron.
– ¡Dios mío, ya son las 9!- dijo Hermione al mirar el reloj y despertó a Draco- ¡Nos hemos quedado dormidos!
Los dos salieron a toda prisa para la segunda clase. Ni siquiera el café había conseguido mantener a Malfoy sin sueño, bien entrada la noche, le pidió a Hermione que por favor le dejara dormir un ratito. La chica accedió y terminó lo que quedaba del trabajo para después intentar descansar también algo antes de que llegara la mañana. Pero al final, ninguno de los dos fue capaz de despertarse.
Con esa semana había empezado el mes de Mayo, y contra todo pronóstico el tiempo empezó a empeorar. Los integrantes de los equipos de quidditch se sentían contrariados por ese cambio en el tiempo. El mes de Mayo se caracterizaba por incluir los últimos partidos de la temporada, habitualmente con buena climatología. Los entrenamientos eran intensivos a pesar de la lluvia.
– Yo lo sabía, sabía que llovería en el partido contra Slytherin.- dijo Ginny al volver del entrenamiento a la sala común.
– Deberías quitarle el puesto a Trelawney, Ginny.- contestó Ron.
– ¿Qué tal lo lleva Hermione? Hace tiempo que no hablo con ella y como tampoco viene con nosotros a los entrenamientos.- preguntó Ginny.
– Pues bien, no parece muy nerviosa.- improvisó Ron, la verdad era que Ginny acababa de recordarle que tenía que hablar urgentemente con Hermione.
– Ya también estoy más tranquila, parece que últimamente Stuart y Adam están más apaciguados, a lo mejor hasta se olvidaron de mi.- dijo Ginny esperanzada.- Tal vez recapacitaran después del ataque de los dementores.
Ron asentía mientras su hermana hablaba aunque en realidad había dejado de escucharla, estaba más preocupado por buscar algo que convenciera a Hermione. Con la actitud que tenía desde que se enfadó con Harry temía que se negara a hacer el cambio, y eso podría ser un desastre para Gryffindor en el partido.
Harry se encontraba en su habitación, había vuelto de su entrenamiento solitario y clandestino, y se estaba dando una ducha. Cuando salió, estaba solo, como era habitual, Malfoy, Crabbe y Goyle apenas aparecían por el dormitorio hasta la hora de acostarse. Se había vestido y recogía sus cosas para ir a la biblioteca a hacer la tarea cuando oyó un leve ruido a sus espaldas.
No había oído la puerta ¿quién demonios se había aparecido allí? Sin pensárselo dos veces agarró la varita y se dio la vuelta.
– ¡Eh tu!- dijo Harry amenazando con lanzar algún hechizo.
Pero a quien se encontró fue a Dobby. Suspiró aliviado, empezaba a pensar que estaba afectando a su integridad psicológica el estar siempre en el punto de mira.
– Dobby ¿qué haces aquí?
– Dobby vino a advertir a Harry Potter.- dijo Dobby mirando con ojos asustados a su alrededor como si estuviera buscando a alguien.
Harry casi puso los ojos en blanco, no sabía qué era peor, que Dobby le advirtiera o que no.
– Dobby quiere advertir a Harry Potter que su amiga va con magos tenebrosos, señor.- Harry levantó una ceja, incrédulo, esperando a que Dobby siguiera explicando algo mas.- Dobby los vio el otro día, a la señorita Hermione Granger y al señorito Malfoy.
Harry soltó una pequeña carcajada.
– Dobby, Hermione y Malfoy están castigados y tienen que trabajar juntos, claro que los viste.- contestó Harry.
– ¡Pero cuando Dobby los vio no estaban trabajando, estaban en las cocinas, y era de noche, señor!
Aquello ya le cuadraba menos, pero recordó que se habían quedado toda la noche en la biblioteca. Tal vez se refiriera a esa noche.
– La señorita Hermione no parecía enfadada con el señorito Malfoy. Y Dobby sabe que son magos tenebrosos. La amiga de Harry Potter puede estar en peligro.
Nada de aquello era nuevo, ¿para eso iba a advertirle Dobby? Empezaba a pensar que Dobby se había aficionado a la cerveza de mantequilla como Winky.
– Dobby sabe que el señorito Draco hará como el señorito Marius, Harry Potter tiene que tener cuidado con él.
– ¿Señorito Marius? ¿Quién es ese?- preguntó Harry.
Dobby se dio cuenta de que no debía haber dicho eso y empezó a golpearse contra la cama.
– No tienes por qué castigarte, Dobby, ahora eres libre.
Pero Dobby desapareció al instante sin que le diera tiempo a preguntar nada más. "¿Quién es Marius?¿y qué tiene que ver con Draco? "se preguntaba Harry.
Durante la ronda nocturna, Ron aprovechó para tener una charla con Hermione.
– El sábado es el partido de quidditch.- dijo Ron esperando a ver lo que ella contestaba.
– Ya ¿y qué?
– Pues que... no estarás pensando en negarte a hacer el cambio por Harry ¿verdad?
– ¿Por quién me tomas? Yo cumplo mi palabra.- dijo Hermione molesta- La verdad es que no me apetece nada hacerle ese favor a Harry pero...
– Bueno, más bien Harry es el que te hace el favor a ti-corrigió Ron.
– Oye, otra como esa y si que me niego a hacer el cambio. Podría jugar como buscadora si quisiera pero tengo que tragarme mi orgullo para que vosotros os aseguréis ganar el partido.
– ¿Vosotros? Dirás nosotros ¿no? Acaso tu no quieres que Gryffindor gane.- Hermione pasó de contestar a Ron a ese comentario.
– Lo haré, pero no para darle el gusto a Harry, sino porque ninguno de vosotros, digo, de Gryffindor, tiene la culpa de que Harry sea un estúpido egoísta.
Lo cierto era que Hermione habría deseado con todas sus ganas que Harry fuera el que jugara en toda regla y que Draco cogiera la snitch antes que él, así tendría el momento de gloria que se merecía. Lo malo de la situación era que si Draco conseguía atrapar la snitch antes que Harry, todo el mundo pensaría que el triunfo era sobre ella y no sobre él.
Ahora vamos con el siguiente.
