Ya os digo, yo me voy poniendo a cubierto por si me llega alguna maldición.

Por cierto, no me da tiempo a contestar los reviews, sorry, pero es que estoy en el ciber y no me va a dar tiempo si me entretengo. De todas formas muchas gracias a:Meilin Snape, amsp14, hermichan, Eugeblack, Marin Black y Boni (por dejarme el aviso, ya lo leere cuando pueda, ok?)por dejarme review y prometo contestar para la próxima.

Espero que esta vez no se borre ninguno de vuestros reviews, ya se que hubo problemas con el servidor, y bueno, me basta con saber que lo mandasteis aunque no os pudiera contestar en el capítulo anterior. ¡sorry!

Capítulo 39: Presa del silencio

Draco fue llevado de inmediato a la enfermería por los integrantes del equipo y el profesor Snape. Al verlo, la señora Pomfrey chasqueó la lengua en señal reprobatoria, el quidditch se estaba convirtiendo cada vez más en un juego peligroso que le daba mucho trabajo.

– ¿Qué le ha pasado esta vez al señor Malfoy?- comentó Poppy algo sorprendida de la cantidad de veces que había tenido a Draco ese curso en la enfermería. "Este muchacho está realmente gafado" pensó riendo para sí misma.

– Una bludger le golpeó en la cabeza y cayó de la escoba. Está inconsciente desde entonces.-explicó Adam.

– Ya veo, si es que sois unos salvajes.- regañó la señora Pomfrey no sin darse cuenta de que Adam se agarraba el brazo dolorido.- ¿Y a usted, señor Townsend, le pasó algo¿Otra bludger?

– Sí, también me golpeó una bludger, pero no es nada, sólo me duele un poco.- dijo Adam.

– Anda, siéntese ahí que le revise.- dijo la enfermera.

Poppy revisó el brazo de Adam, que no tenía ningún hueso roto, y le puso un vendaje. Luego fue a revisar a Draco, no tenía ninguna herida en la cabeza.

– El señor Malfoy estará unos días con un terrible dolor de cabeza, pero no es nada grave. Será mejor que se quede aquí hasta que se encuentre mejor, aunque recupere la consciencia me temo que tendrá mareos y no creo que sea buena idea que ande subiendo y bajando escaleras a menos que esté totalmente recuperado.- dijo la señora Pomfrey a Snape pensando en que si dejaba marchar a Draco con mareos lo tendría de nuevo en la enfermería en menos de un día.

En el campo de quidditch, las gradas se habían quedado vacías. Hermione estaba preocupada por el golpe de Draco, pero ya sabía que esos accidentes eran habituales en el quidditch y que no sería nada grave. Lo que la inquietaba era el por qué Harry había abandonado el juego de aquella manera, así que salió corriendo hacia el vestuario de las chicas.

Cuando entró en el vestuario, estaba Harry totalmente transformado.

– ¡No te tomaste la poción! Serás irresponsable...- dijo Hermione alarmada. Ahora había dos Harrys en la habitación.- No habrá venido Ginny ¿verdad?

Harry no tenía ganas de contestarle, ni si quiera de mirarle a la cara. Su Hermione era una asquerosa traidora, novia de su peor enemigo. Ya no sabía por qué razón hacía aquello ni si actuaba de espía para Draco. Todo le había venido tan de repente que sus pensamientos se agolpaban inconexos en su mente, claro que, ninguno de aquellos pensamientos era positivo hacia ella.

– Contéstame ¿Ginny te ha visto?- dijo Hermione desesperada zarandeando a Harry.

– No vuelvas a tocarme.- gruñó Harry apartándola de un golpe.

– Oh, vaya, ahora el señor Potter se hace el víctima.- se burló Hermione.

– Dame mi ropa ahora mismo, no aguanto un segundo más en esta habitación con alguien como tu.- dijo Harry ante el asombro de Hermione.

La chica no entendía por qué Harry se estaba comportando así, tal vez ella se había pasado un poco de la raya con sus comentarios sarcásticos. Harry se puso su ropa de Slytherin y se fue de allí. Tenía mucho que pensar. No sabía si decirle abiertamente a Hermione que había descubierto su traición o si callárselo e intentar averiguar hasta que punto estaba involucrada con Malfoy.

Algo más tarde Harry se encontró con Ron, a quien no había visto desde que salió corriendo del campo de quidditch.

– Harry ¿qué pasó¿Por qué saliste corriendo de esa forma?-preguntó Ron.

Harry deseaba soltarle a la más mínima lo que había descubierto sobre Hermione, pero mirando a su amigo supo que enterarse de algo así sólo le traería graves problemas. No estaba seguro de que Malfoy sobreviviera a un ataque de ira de Ron si se lo decía. Así que decidió mantenerlo para sí mismo.

– Cuando Malfoy se cayó, me tiró a mi de la escoba. Estaba empezando la transformación y la poción se cayó, no podía encontrarla y tampoco podía transformarme delante de todos, así que decidí salir de allí.- explicó Harry.

– ¡Qué desastre! Nos hemos librado por muy poco.- exclamó Ron.

Harry vio que Hermione se acercaba corriendo hacia ellos.

– Lo siento, Ron, tengo que irme.- dijo Harry sintiendo un profundo odio hacia Hermione. No soportaría tenerla delante sin decirle lo que era; una traidora.

Ron miraba a Harry extrañado cuando Hermione llegó hasta él.

– He oído a unos Slytherins al salir de la enfermería. Malfoy ya está consciente y dice que vio una cicatriz en mi frente. ¡Ron, nos han descubierto, no se el castigo que nos tendrán preparado, puede que nos expulsen por esto!- dijo Hermione alarmada.

– Tranquila Hermione¿realmente han tomado en serio lo que Malfoy ha dicho? Recuerda que se ha llevado un gran golpe en la cabeza, pueden pensar que está delirando.

– No sé si le creen o no pero... ¿qué vamos a hacer ahora?

– No tienen pruebas de...- Ron se quedó pensativo cambiando su rostro al mismo estado en el que estaba Hermione- ¡dios! La poción se le cayó a Harry¡si que hay pruebas!

– Ron, Ron, Ron, que vamos a hacer, nunca debimos hacer esto, nos van a expulsar.- decía Hermione casi llorando zarandeando a Ron para que le diera una solución.

– Lo único que se me ocurre es ir a buscar las pociones antes de que a alguien se le ocurra buscar pruebas.- dijo Ron.

– ¡Sí! Yo iré. Lo que sea pero que no me expulsen.- dijo Hermione bastante más aliviada.

En la enfermería había una conversación muy animada sobre el mismo tema.

– ¡Digo que vi sobre la frente de Granger la cicatriz de Potter!- decía Malfoy desesperado entre la impotencia y el terrible dolor de cabeza.

– Señor Malfoy, es normal después de un traumatismo tan importante el tener alucinaciones.- dijo la señora Pomfrey.

– ¡Yo no tengo alucinaciones!- exclamó Draco, que tuvo que volver a tumbarse por el intenso dolor que le taladraba el cerebro.

– Mi hijo puede ser todo lo que quiera, pero no es un mentiroso.- dijo Lucius, que aún no se había marchado de Hogwarts- Si dice que lo vio, es que lo vio.

– Señor Ministro, si lo desea puede llevarlo a los mejores medimagos y coincidirán en lo mismo que yo.-dijo la enfermera reprochando que la última vez se lo llevara a San Mungo.

Lucius Malfoy no creía una palabra de lo que Draco decía, pensaba que una vez más, Draco trataba de llamar la atención, pero tenía que darle credibilidad en público. Él sólo estaba en Hogwarts por otro asunto más importante.

– Por esta vez, señora Pomfrey, no me llevaré a Draco.- dijo Lucius con su habitual tono meloso lleno de hipocresía- Es muy tarde y tengo muchos asuntos que solventar.

Antes de que diera la hora de la cena, Ron y Hermione salieron de incógnito hasta el campo de quidditch para buscar los tubos de ensayo, lo que les costó un gran esfuerzo debido a la lluvia y a la oscuridad, pero finalmente los encontraron.

– Oye Hermione¿aquel no es Crookshanks?- dijo Ron señalando un gato color canela que deambulaba por los terrenos del castillo.

– Desde luego que este gato es idiota, con la lluvia que está cayendo. Es muy típico de él escaparse y no aparecer hasta varios días después.- dijo Hermione.

– A ver si la señora Norris nos va a sorprender teniendo pequeños Crookshanks.- dijo Ron riéndose.

– Que sea un gato no quiere decir que tenga mal gusto.-dijo Hermione también riendo.

Ron y Hermione fueron hacia donde habían visto a Crookshanks, lo llamaban, pero el gato no hacía caso y se estaba internando en el bosque prohibido.

– Ah, así que es ahí a donde va... Pues no pienso ir a por él, ya sabe volver solito.- dijo Hermione molesta porque el gato no le hiciera caso.

Después de la cena, Hermione se dirigía al baño de las prefectas cuando vio a Crookshanks que había vuelto lleno de barro.

– Eres un desastre voy a tener que darte un baño.-dijo Hermione cogiendo al gato con asco y entrando en el baño- no se puede utilizar el baño de las prefectas para bañar a las mascotas- dijo Hermione ridiculizando la voz de Pansy Parkinson- menuda petarda de Pansy.

Hermione comenzó a llenar la bañera y se quitó la túnica para darse un baño también.

– ¿Menuda petarda de Parkinson?- dijo una voz.

Hermione se dio la vuelta, algo asustada, aliviada por llevar aún el resto del uniforme. Allí detrás suya estaba Lucius Malfoy junto al embarrado Crookshanks.

– ¿Qué hace usted aquí¿Cómo ha entrado?- dijo Hermione buscando la varita en la túnica que se había quitado.

– Las Artes Oscuras son muy extensas ¿no lo sabía, doña sabelotodo?- dijo Lucius con una sonrisa maliciosa.

Hermione se dio la vuelta para salir de la habitación, pero antes de conseguirlo, Lucius selló la puerta con el hechizo "Fermaportus".

– Una de las enseñanzas de las Artes Oscuras es la habilidad para ocupar temporalmente el cuerpo de un animal.- dijo Lucius tranquilamente mirando a Crookshanks.

– ¿Qué es lo que quiere de mi?- dijo Hermione muy asustada. Ella no sabía Oclumancia, y eso era un peligro total.

– Digamos que tengo algunas preguntas y algunas proposiciones.- dijo Lucius divertido al ver como el miedo se apoderaba de la chica.

Antes de que Hermione tuviera tiempo de contestar algo, ya notaba como se sucedían imágenes en su mente. Unas lágrimas de impotencia resbalaban por sus mejillas sabiendo lo que el mortifago estaba extrayéndole: todos y cada uno de los momentos que había pasado junto a Draco.

– Eso ha sido un acoso a la intimidad, no tenía derecho a...-Hermione sollozaba. Por su debilidad, Lucius lo había visto todo.

– ¿Acoso a la intimidad?- rió Malfoy- yo lo llamaría ahorro de tiempo, es más rápido que tener que hacer preguntas y esperar las respuestas. La paciencia no es una de mis virtudes.

La chica se dio cuenta de que Lucius no parecía del todo sorprendido con lo que había visto.

– ¿Usted ya lo sabía?- preguntó Hermione echándole todo el coraje que pudo.

– Oh, por supuesto, yo lo se todo, pequeña sangre sucia, uno tiene sus fuentes de confianza, como Draco sabe Oclumancia sólo necesitaba tener la confirmación de la otra fuente principal.- continuó Lucius en falso tono amigable.

– ¿Qué es lo que quiere entonces? Ya sabe lo que quería saber.

– Te expondré los hechos claramente, por si a tu mente muggle le resulta difícil de comprender.-dijo Lucius empleando un tono como si hablara con alguien retrasado, y caminando de un lado a otro de la habitación con mucha paciencia.- Draco es un perdedor, un inútil sin agallas incapaz de...

– ¡Draco no es nada de eso!- gritó Hermione.

Un movimiento de varita levantó a Hermione del suelo estrellándola contra la pared.

– Calla y escucha.- prosiguió Lucius como si nada hubiera ocurrido- Draco es indigno de su apellido y su linaje, aún así todos estos años he estado manejándolo, intentando dar forma a su lado Malfoy esperando que algún día estuviese preparado para afrontar su destino en este mundo. Pero este curso algunas cosas cambiaron, no le hice caso al principio pero la noticia del periódico y su comportamiento me hicieron ver lo que pasaba. Draco estaba influenciado por muggles, empezando a negar su condición. El muy idiota se pensó que me tragaría la historia de que salía con Pansy Parkinson, cuando yo mismo sabía que la odiaba. No fue difícil averiguar que era mentira. Los padres de la chica no sabían nada, lástima que a mi enviado se le fue la mano un poco con ellos, después enviamos una carta a la chica, que sufrió el mismo destino que sus padres. Ella confesó que no tenía nada que ver con Draco. Claro que para entonces mi fuente de información ya me había puesto sobre tu pista. ¿Una sangre sucia? Era algo totalmente indigno para un Malfoy. Draco necesitaba un escarmiento más que nunca. Envié a los dementores, realmente me daba igual si había víctimas entre los Slytherins, al igual que me daba igual que hubieran quitado el alma a Draco, no era la intención pero tampoco puedo negar que no me importara. Mi hijo no merece vivir ¿lo entiendes? Es demasiada la traición a su sangre.

Hermione no podía creer lo que oía. Un padre dispuesto a matar a su hijo sólo por ensuciar el nombre de la familia. ¿Cómo podía ser alguien tan despiadado que le diera igual incluso que otros murieran?

– Pero gracias a Weasley y Potter, Draco sigue vivo. Además había sido la oportunidad de evitar sospechas sobre el ministerio. Draco se encontraba en estado delicado, así que lo llevé a su casa, tenía preparado algo importante para él, su confirmación como mortifago, a la fuerza tendría que aceptarlo. Ahora se que te ha contado mucho más de lo que creía sobre los Malfoy. Pequeña, eres un peligro ¿lo sabes? Y nada más cómodo para mi que eliminarte.

Lucius se acercaba a Hermione mirándola fijamente, la chica apuntaba con la varita, temblando, aún sabiendo que no tendría nada que hacer frente a él.

– Pero no voy a hacerlo porque me puedes ser útil. Voy a ser benévolo e incluso te plantearé dos opciones: una, permitiré que Draco y tu sigáis estando juntos, aceptaría vuestro amor sólo si te unes a los mortifagos y me entregas a Harry Potter.

Hermione lo miraba horrorizada. Había llegado el momento que tanto había estado temiendo que ocurriera algún día. Se sobrepuso como pudo y soltó un carcajada.

– Las filas de los mortifagos deben estar muy mermadas para recurrir a una sangre sucia como yo.- dijo Hermione fingiendo seguridad aunque le temblaba la voz.

– O segunda opción: dejarás a Draco y conseguirás que te odie, sólo de esa forma Draco podrá ver que la única verdad es la que el Señor Tenebroso nos da y así asegurarlo de nuestro lado.

Hermione sabía que la segunda opción era la más lógica, pero no podía evitar pensar en la primera. Si aceptaba unirse a los mortifagos estaría junto a Draco sin ningún obstáculo, no tendría que temer por su propia vida al ser sangre sucia y podría vengarse de Harry. Pero en aquel momento, el momento de la verdad, su corazón le decía que Harry nunca haría eso con ella, nunca la entregaría a una muerte segura a manos de su peor enemigo. Tenía sed de venganza pero no estaba segura de ser capaz de enviarle a la muerte. También estaba segura de que Draco no le perdonaría el que se uniera a los mortífagos, él lo despreciaba, se había unido a sus filas por obligación.

Sabía que la segunda opción era dolorosa, pero era lo más sensato.

– ¿Y bien¿Qué me respondes?- dijo Lucius.

– No puedo entregar a Harry y sumir al mundo en la oscuridad sólo por pensar en mi propio beneficio.- contestó Hermione.

– Eso significa que Draco dejará de existir para ti.- dijo Lucius y Hermione asintió con lágrimas en los ojos- Está bien, pero sólo tengo algo que añadir.

Lucius apuntó con la varita a Hermione y le lanzó un hechizo desconocido.

– Como medida de protección si hablas de esto a alguien o de lo que sabes sobre los Malfoy, Draco morirá.

Hermione debería haber imaginado algo parecido, ahora ni siquiera podría contarle a Draco el motivo por el que debían dejarlo, ni avisar a nadie sobre todo lo que ella sabía.

– Ah, y no es un farol, por si lo estás pensando, no será necesario que nadie vaya a matar a Draco, sólo una palabra que salga de tu boca y caerá fulminado al instante.- dijo Lucius antes de desaparecer envuelto en una sonora carcajada.

Hermione estaba sola en la habitación y se dejó caer lentamente hasta quedar sentada contra la pared. Crookshanks se acercó a su ama, restregándose contra sus piernas, pero ella lloraba desconsoladamente. ¿Había hecho lo correcto?

El resto del día le pareció el más puro infierno. Apenas si se encontró con ánimos para hacer la ronda nocturna y se disculpó con Ron por dejarlo solo alegando que se sentía enferma.

Se fue hasta su habitación, encerrándose entre las cortinas de la cama adoselada y lloró como nunca lo había hecho. Parvati y Lavender ni siquiera se atrevían a preguntar qué le pasaba y, haciendo gala de una discreción poco común en ellas, pasaron la mayor parte de la noche en la sala común consultando sus métodos de adivinación.

Por momentos sentía que debería haber elegido lo primero pero su razón le decía que eso habría sido muy egoísta, habría desencadenado la vuelta de definitiva de Voldemort y con él la muerte de muchos muggles y sangres sucia como ella.

Sabía que Draco saldría pronto de la enfermería pese a que los Slytherins comentaban que el golpe le había trastornado y no decía más que incoherencias. Tendría que separarse por propia voluntad de la persona que amaba, sin una explicación, sin haberle dado motivos... no tendría que hacer mucho más para conseguir que Draco la odiara, lo conocía muy bien y sabía que algo así le heriría el orgullo más que cualquier otra cosa. Con su decisión le estaba entregando a la vida que él tanto había intentado evitar sin posibilidad de redención. Porque ella en el fondo albergaba la esperanza de que pese a ser vinculado a través de la Marca con Voldemort, pudiera haber alguna forma remota de liberarse.

Aquel día pasó como el más lento de su vida, y al igual que ella, Harry también estaba muy afectado. La verdad que había descubierto le escocía en lo más profundo de su alma. Se sentía tan estúpido por haber tenido delante tantas pruebas y no haberse dado cuenta antes... Una vez sabido, todos los detalles encajaban a la perfección, pero lo que más temía de todo aquello era que su amiga formara parte de un oscuro plan urdiéndose en su contra. No podía aceptar que no hubiera algo detrás de todo aquello¡¡Malfoy y una sangre sucia! Aquello era lo último que habría pensado y no tenía ningún sentido.

Por otra parte, Draco seguía aún en la enfermería el día siguiente al partido. Le extrañaba mucho que Hermione no hubiera ido a visitarle, ya que otras veces que había estado ingresado, la chica se las había ingeniado para ir a verle de alguna u otra forma. Continuamente le administraban sedantes para soportar el dolor de cabeza e incluso había empezado a convencerse de que lo que había visto durante el partido era producto de su imaginación. Comenzaba a dudar de en qué momento había visto la cicatriz, todo había sucedido tan rápido que en verdad tenía sentido que hubiera sido una alucinación producto del golpe.

Esa noche, Draco fue dado de alta en la enfermería, no sin prescripciones estrictas sobre su medicación. Hermione lo supo en cuanto lo vio entrar en el Gran Comedor a la hora de la cena. Sólo el verlo le producía un nudo en la garganta, sintiendo que cada célula de su cuerpo le dolía al saber que tendría que hacer daño a aquel chico que tanto amaba, que nunca más besaría sus labios ni le entregaría su cuerpo. Nunca más... Esas dos palabras resumían el motivo de su dolor. Nunca más...

Quería que la tierra la tragase, desaparecer para siempre. Su corazón roto le había impedido encontrar una excusa que contarle, pues cada vez que intentaba trazar un plan, los pedazos que antes latían por él, se clavaban en su razón, recordándole que ella y sólo ella era la que había decidido que todo acabara.

En la mesa de Slytherin, Draco ni siquiera había reparado en la mirada desafiante de Harry. El ex Gryffindor miraba alternativamente a Malfoy y a Hermione, sin asimilarlo pero sabiendo que los odiaba a los dos más que nunca. A Malfoy por manipulador y a Hermione por traicionera, por haberle apuñalado por la espalda.

Ya está, ya podéis matarme.

No, en serio, me gusta hacerles sufrir, pero no soy tan malvada. Al final habéis visto como Hermione no se portó tan mal con Harry, decidió sacrificar lo suyo con Draco por no traicionarle, así que… Ya tendréis que ver lo que pasa cuando suba el siguiente.

Muchos besitos a todas, y ya os digo, que al menos hasta principios de agosto no podré subir los próximos (a ver si me dejan tranquila y escribo algo del resto de los ff ¬¬)

¡Espero encontrarme muchos reviews a mi vuelta!