¡Holitas!

Jujujujuju, hoy traigo un capítulo muy intenso XD, así que espero que recordéis bien lo que ha ido ocurriendo a lo largo del fic, aunque bueno, creo que está todo bien explicado, así que si tenéis dudas no dudéis en preguntarme lo que sea ;-D

No digo más, luego al final del capítulo aclaro algunas cosillas jejejeje.

Capítulo 49: Toda la verdad

Cuando llegaron a Hogwarts, todo fueron atenciones hacia los recién llegados. Pero entre todos los que fueron a recibirlos y llenarlos de cumplidos compasivos, había alguien que miraba todo aquello buscando una respuesta. Draco se había quedado muy extrañado de que Hermione no hubiera asistido a la boda, y ahora que veía cómo ella ni siquiera se acercaba a ver a sus amigos creía comprender y atar cabos. Vio cómo Harry y Ron la miraban con desprecio y Hermione se alejaba llorando. Ella había estado recapacitando pero ahora veía cómo sus amigos no iban a perdonarla, y por cómo la miraban, no le extrañaba que pensaran que ella tenía algo que ver.

Esto no había pasado desapercibido para Draco, y como había estado pensando día tras día desde que Hermione le dejó, llegó a una conclusión. Por alguna razón, Hermione le había mentido, nunca formó parte de ningún complot con Potter y Weasley para sacarle información. No podía estar actuando continuamente, y dudaba que una persona en su sano juicio se sometiera voluntariamente a los continuos desprecios de los que se consideraban sus amigos. Hermione estaba pasando por un mal momento, sólo había que mirarla, y alguien que la conociera sabía al instante que el brillo de sus ojos se había apagado. Draco había llegado a conocerla muy bien y supo que el sufrimiento no podía ser fingido hasta esos límites.

Su corazón se aceleró, necesitaba hablar con ella, averiguar qué era lo que la había hecho mentir, exponerse a aquel estado. Una luz de esperanza había surgido, creía haberla descubierto, y ese rayo de esperanza incluía también la certeza de que ella, al igual que él, seguía amándolo.

Aprovechó la confusión que había en aquellos momentos, con la llegada de Harry y los demás, y los profesores y alumnos que se concentraban a su alrededor. Salió corriendo camino de la torre de Gryffindor, alcanzando a Hermione antes de que entrara por el retrato de la señora gorda. Ella no había oído nada, estaba sumida en sus pensamientos, sintiéndose la persona más desgraciada del universo, compadeciéndose a si misma porque no tenía nadie más que la consolara aparte de ella. De pronto notó una mano en su hombro, y sin darse la vuelta respondió de forma cortante.

- No tengo nada que ver y Malfoy y yo no estamos juntos ¿cuántas veces tengo que repetirlo?- dijo Hermione, creyendo que se trataba de Sirius quien había ido a pedirle explicaciones.

Se volvió para mirar quien era y se quedó sin habla. Delante tenía a Draco, que no la miraba con odio, como había ocurrido las pasadas semanas, si no que la miraba con compasión. Sus miradas quedaron clavadas durante unos segundos que parecieron interminables. Draco creyó leer en sus ojos, tristes y morados, tan distintos a los que durante meses le habían mirado con pasión y complicidad. Hermione le sostenía la mirada, como queriendo transmitir todo su dolor, intentando que sus lágrimas silenciosas gritaran lo que no podían hacer sus labios.

Sin pensarlo, con una ligera sonrisa por creer haber entendido lo que Hermione quería decirle con la mirada, se acercó a ella y la abrazó. Ella no se negó, lloró contra su hombro, necesitada de comprensión y volvió a mirarle a los ojos.

-Lo entiendes ¿verdad?- dijo Hermione, esperando convencida que Draco había sido astuto al descubrir lo que ella no podía contarle.

-Creo que si...pero...¿por qué me mentiste?- preguntó Draco.

Antes de que Hermione pudiera decir algo, Draco se sintió mal, como si una fuerza invisible estuviera oprimiéndole el pecho, asfixiándole, cayó de rodillas al suelo. Hermione supo que se trataba de una advertencia. No podía decirle nada, pero esperaba que una vez que Draco había descubierto parte de la mentira, fuera lo suficientemente inteligente como para llegar hasta el final.

-No...puedo.- dijo Hermione entrando por el retrato de la señora gorda.

Tuvo que desaparecer de allí antes de que Draco volviera a poner en peligro su vida haciendo algo irrevocable, antes de que pudiera hacer otra pregunta que debía quedarse sin respuesta.

Volvió a su habitación deseando con todas sus fuerzas que Draco se hubiera recuperado, que no le hubiera pasado nada. Sabía que si se hubiera quedado unos minutos más, ninguno de los dos habría podido contenerse. Cuando ella se dejó abrazar por él, notó que la seguía queriendo, y ahora agradecía el haberse ido a tiempo, antes de que se hubiese desencadenado un inevitable pero fatídico beso.

Pasaron un par de días donde todo fueron conjeturas. Pronto sería el fin de curso y los profesores insistían en mandarles más y más tareas recordándoles a cada segundo que los exámenes de los Éxtasis estaban a la vuelta de la esquina y que su futuro dependía de ellos. Pero los últimos acontecimientos hicieron que Harry, Draco y Hermione estuvieran más preocupados por sus asuntos que por las advertencias de los profesores.

Hermione pasó el fin de semana temiendo que llegaran de nuevo las clases y más aún el examen del castigo que tendrían el lunes. Desde que ella y Draco lo dejaron acordaron hacer cada uno por su cuenta su parte del trabajo, pero era inevitable que se encontraran para hacer el examen. Estaba segura de que después del acercamiento que había ocurrido entre ellos Draco intentaría preguntarle para averiguar más cosas sobre su silencio, y aquellas preguntas debían quedar sin respuesta por su seguridad. Sin embargo, cada vez que lo veía en alguna clase o se lo cruzaba por alguno de los pasillos, la sensación era muy distinta. Ahora sabía que no la odiaba y buscaba su mirada esperando encontrar un gesto de triunfo. Esperaba con todas sus fuerzas que Draco descubriera lo que Lucius le había hecho y que así pudiera llegar a comprenderla.

Harry había pasado el domingo intentando despejar la mente, había ido a ver el entrenamiento del equipo de Gryffindor ya que el partido aplazado contra Slytherin sería el próximo fin de semana y tenían entrenamientos cada dos por tres. Aunque no le había servido de mucho ir a ver jugar al quidditch, trataba de concentrarse en ver las jugadas que hacían pero inevitablemente volvían a su memoria las imágenes de la captura de Percy, el hombre muerto y cómo la ira se apoderaba de él cuando se levantó para dar su merecido a cualquiera que fuese el agresor. Aquello le preocupaba y mantenía la idea de ir a pedir explicaciones, pero también sabía que lo más seguro era que Sirius o Dumbledore tratarían de disuadirlo de su curiosidad para seguir manteniéndolo en su burbuja ajeno a su propio destino.

No había hablado con Sirius después de lo ocurrido en la boda. Cierto era que él no había ido a buscarlo pero le extrañaba que Sirius no hubiera mostrado ningún interés en que le contara de primera mano los pormenores del ataque.

Cuando el lunes tuvieron clase de Pociones, Harry comprobó esperanzado cómo Sirius no dejaba de mirarle. No era una mirada de reproche, como él esperaba encontrar después de casi obligarle a que le firmara la autorización para salir de Hogwarts, sino que era una mirada muy distinta, como si ocultara una buena noticia que estaba deseando darle. La clase pasó muy lentamente porque esperaba ansioso que su padrino le dijera algo cuando estuvieran a punto de salir. Y así fue. Harry se quedó un poco rezagado a posta, limpiando cuidadosamente su caldero, y cuando los últimos alumnos salían por la puerta Sirius se acercó a él.

-¿Estás bien?- dijo Sirius.

-Si…estoy bien ¿por qué lo dices?-preguntó Harry sin saber muy bien a qué se refería.

-Quería asegurarme de que te encontrabas bien, no intentan asesinarte todos los días…- dijo Sirius.

-Bueno, es duro admitir que me estoy empezando a acostumbrar.- dijo Harry con tristeza.- Pero ahora que lo mencionas… hubo algo que me dejó bastante preocupado. Verás, sentí una ira inmensa, oía una carcajada en mi cabeza y me levanté dispuesto a matar a quien había intentado asesinarme. Y si no hubiera sido Percy… estoy seguro de lo habría hecho, pero por suerte su familia estaba allí, conmocionados y tristes. Recordé todo lo que los Weasley han hecho por mí y sentí que si mataba a Percy sólo conseguiría aumentar el dolor de esa familia. Es algo muy raro y que me recuerda una conversación que tuvimos un día cuando me dijiste…

-De eso mismo quería hablarte.- dijo Sirius, y Harry lo miró con los ojos muy abiertos.- En cuanto nos enteramos de que te habían atacado fui a hablar con Dumbledore y me ha dado permiso para que te explique muchas cosas que debes saber. Así que mejor nos vemos esta tarde en mi despacho y hablamos tranquilamente ¿no?

-Cla…claro.-titubeó Harry, estaba demasiado nervioso para asimilarlo.

Harry notó cómo le palpitaba el corazón. Por fin sabría toda la verdad.

Al medio día, mientras Harry se dirigía al Gran comedor sin mucha hambre porque los nervios se le habían cogido al estómago, Draco y Hermione terminaban el examen del castigo con Snape. Los dos estaban sentados frente al escritorio del profesor, y cada vez que Snape se daba la vuelta o estaba seguro de que no les estaba mirando, Draco miraba a Hermione esperando que le dijera algo. Ella se daba cuenta, pero se hacía la desentendida. A la décima vez que Draco miraba a Hermione, Snape levantó la vista de los trabajos que estaba corrigiendo.

- Malfoy…¿piensas que vas a copiarte sin que me de cuenta?- dijo Snape mirando fijamente a Draco, muy enfadado.

- No, yo no estaba tratando de copiar.- dijo Draco bastante avergonzado.

- Quedas castigado después del examen.- dijo Snape sin compasión.

Cuando los dos chicos acabaron el examen y esperaron para recibir sus notas, como era habitual, Draco tuvo que quedarse a ordenar un montón de redacciones que Snape tenía acumuladas en su despacho.

Después de todo aquello no era un trabajo muy pesado. Mientras Snape seguía corrigiendo trabajos, Draco ordenaba por orden alfabético y dejaba divagar la mente. Continuaba dándole vueltas al asunto de Hermione, había pasado el fin de semana intentando averiguar algo pero estaba totalmente perdido. Un par de veces tuvo que poner atención en lo que estaba haciendo pues había colocado mal varias redacciones, pero es que una idea esperanzadora estaba tomando forma en su mente y a cada instante que pasaba sentía los nervios de alguien que está a punto de decir algo muy comprometedor.

Sabía que hacer lo que estaba pensando hacer sería duro de digerir, sería admitir su debilidad por Hermione y que tal vez aquello decepcionara a la única persona en quien confiaba en aquellos momentos. Pero no tenía otra alternativa que pudiera ayudar a Hermione, y si no lo hacía no estaba seguro de que con los pocos datos que tenía fuera capaz de llegar al fondo de todo aquel problema.

Se armó de valor, tragó saliva y respiró hondo antes de hablar sin despegar la vista de los pergaminos y sin darse la vuelta.

- Hay algo que quiero contarte.- dijo Draco.

Sólo transcurrió un segundo desde que habló hasta que Snape contestó, pero le dio la impresión de que sus palabras seguían resonando en la lóbrega sala, como si las hubiera pronunciado demasiado fuerte y demasiado temerosas.

Snape levantó la vista sin darle mucha importancia, sin duda ajeno a lo que estaba a punto de oír, y contestó con un simple "¿Si?".

Draco se dio la vuelta lentamente, podía notar cómo se ponía más pálido de lo normal y empezaban a sudarle las manos. Miró a Snape dando por hecho que cuando saliera del despacho nada volvería a ser igual, perdería su confianza y se ganaría a pulso el mismo desprecio que su padre mostraba hacia él.

- Se trata de Hermione.- dijo Draco evitando mirar a Snape.

-¿Hermione¿Qué pasa con Granger?- contestó Snape arqueando ligeramente las cejas.

- Creo que está bajo un maleficio o algo parecido.

Snape dejó lo que estaba haciendo para prestar atención a lo que acababa de oír. Hermione no era santo de su devoción, es más, le parecía una alumna bastante insoportable, pero tampoco incluso para él, la desmejora física de la chica había pasado inadvertida.

- ¿Qué te hace pensar eso?- preguntó Snape con algo de desconfianza.

Draco tomó asiento sin que nadie se lo hubiera pedido.

- Esto que voy a contarte no se lo he dicho a nadie.- dijo Draco, Snape le miró con curiosidad.- Hermione y yo… hemos sido novios y…

Aquellas palabras cayeron sobre Snape como un jarro de agua fría, sin saber que poco después oiría algo mucho peor. Desde que oyó a Potter acusar a Malfoy de tener una relación con Hermione, cuando acudieron al despacho de Dumbledore el día en que descubrió la relación entre Potter y la profesora Chang, había pensado que aquella acusación se trataba sólo de un invento de Potter, y nunca habría imaginado que sería cierto. En aquellos momentos le habría puesto un par de cosas claras a Draco sobre aquella locura que estaba contándole, pero esperó a escuchar el relato completo. Estaba claro que el chico estaba abriéndole su corazón, desentrañando sus temores, y podía adivinar por su tono de voz y sus reacciones que desvelarle semejante secreto estaba siendo muy duro para él. Comprendió que su ahijado no tenía a nadie a quien acudir, tenía que ser comprensivo con él, porque para ser despreciado, ya tenía a su padre. Por algo Draco le consideraba como un padre, y no podía defraudarlo por muchas locuras que hubiera cometido.

Draco terminó de contarle al menos lo mínimo que debía saber para entender de donde venían sus sospechas, y se sintió bastante aliviado al oír que Snape le respondía con interés, sin echarle ningún sermón.

- Entonces… dices que de repente se sentiste mal.- dijo Snape pensativo.- Desde luego creo que estás sobre la pista correcta, Potter y Weasley no son tan listos como para mantener un plan durante todo el curso sin dejar cabos sueltos. Esto parece… lo dudo mucho pero, hay un maleficio que sólo usan los seguidores del Señor tenebroso para salvaguardar determinados secretos, una variante del Fidelius que trae como consecuencia la muerte en el caso de ser revelado el secreto. Pero no veo por qué Granger iba a estar bajo esa maldición.

Draco le miraba como si hubiera visto la luz. Ahora todo encajaba a la perfección.

- Es eso, seguro.- murmuró Draco.- ¿No podrías deshacer la maldición?

- No, sólo puede hacerlo quien la conjuró.

Draco entrecerró los ojos, con un profundo odio.

-Ha sido mi padre. No se cómo se habrá enterado, pero Hermione comenzó a estar rara después de que la bludger me golpeara en el partido de quidditch, y mi padre estaba en Hogwarts aquel día.- dijo Draco apretando los puños.

- ¿No te he enseñado Oclumancia?- respondió Snape con ironía.

- Es verdad que han intentado varias veces entrar en mi mente, pero estoy seguro de que la bloqueé. Aunque… esto es algo que no te he contado tampoco.- dijo Draco dejando al descubierto la marca que tenía en el antebrazo izquierdo.

Aquello fue un golpe muchísimo peor para Snape que el que Draco hubiera mantenido una relación con Hermione. Aquello contra lo que había estado luchando desde que Draco nació se había cumplido. No habían servido de nada todos los intentos de alejarle de aquel tipo de vida.

- ¿Cuándo?- preguntó Snape furioso.

- Cuando me atacaron los dementotes mi padre me llevó a mi casa y…-respondió Draco con aflicción.

No hacía falta que contara más, Snape se acordaba perfectamente de aquel día en que se encontró con Lucius e intentó impedir que se lo llevara de Hogwarts.

- El Señor Tenebroso intentó entrar en mi mente, yo creo que conseguí evitar que viera algo comprometedor.- respondió Draco, sintiéndose un inútil.

- Cuando se trata del Señor tenebroso nada es seguro.- contestó Snape con gravedad.

Draco salió del despacho liberado del peso que había estado llevando consigo todos esos meses. No tenía una solución, pero al menos sabía a lo que se enfrentaba. Y por Hermione, estaba dispuesto a enfrentarse a su padre o al Señor tenebroso si hacía falta.

En el Gran Comedor, Harry esperaba impaciente, casi sin probar bocado, la hora en que iría a ver a Sirius. Malfoy llegó a la mesa de Slytherin, cruzando su mirada con la de Harry, en un aire de suficiencia, pensando en cómo había sido tan idiota de no darse cuenta antes de que la inteligencia de Potter no daba para más si se trataba de urdir un plan tan cuidadosamente planeado como Hermione le había dado a entender. Harry sin embargo, ni siquiera hizo caso a la mirada provocadora de Malfoy, cualquier gesto despectivo que éste pudiera hacerle era para él insignificante en aquellos momentos.

Llegó al despacho de Sirius y éste le esperaba con dos tazas de té preparadas, como si aquella cita fuera una reunión familiar donde hablar distendidamente, nada más lejos de la realidad. Harry supuso que Sirius quería que se sintiera cómodo y despreocupado, pero la certeza de que iba a saber por fin todo aquello sobre lo que había estado preguntándose desde que tuvo conciencia de su magia únicamente le hacía sentir como si estuviera al borde de un precipicio. Por primera vez le asaltaba la duda de que una vez sabida la verdad, tal vez no estuviera a la altura de lo que se esperaba de él. El hecho de que derrotara a Voldemort de forma inconsciente cuando sólo era un bebé había ido creando en su interior una coraza de seguridad en si mismo, a la que sin darse cuenta había ido recurriendo cada vez que había habido algún contacto entre él y Voldemort. Siempre había albergado la evidencia de que le derrotaría una vez más si se encontraba cara a cara con él después de que recuperara todas sus fuerzas. La visión que tuvo a principios de curso así se lo confirmaba, y de ella se dedujo que quisiera prepararse para lo que parecía inevitable. Pero ahora, el miedo a lo desconocido, a aquello que muchos parecían saber de él pero que él mismo ignoraba cobraba el peso de la realidad, un peso engordado por el paso de los años que ahora recuperaba de repente la gravidez, tambaleándose en equilibrio inestable sobre él amenazando con aplastarle.

Sirius notó que Harry estaba un poco pálido y le invitó a tomar asiento frente a la taza de té que le esperaba, con una sonrisa tranquilizadora en el rostro.

- ¿Qué tal llevas tus exámenes de los Éxtasis? Falta menos de un mes.- dijo Sirius para romper el hielo.

- Supongo que bien.- contestó Harry sabiendo que si hubiera sido sincero debería haber dicho que últimamente estaba muy preocupado como para estudiar todo lo que debería.

- Desde luego tengo que admitir que has mejorado mucho en Pociones desde que Snape no te da clases.- dijo Sirius haciendo una pausa para mostrar su desagrado por Snape torciendo la boca.- Espero que por su culpa no hayas bajado tu nivel en Defensa contra las artes oscuras.

- Es verdad que Pociones no se me da muy bien, pero como parece que Defensa se me da bien de forma innata… Snape no puede negar lo evidente.- dijo Harry con aire orgulloso.

- Por supuesto, tienes un talento innato.- dijo Sirius.

Harry se quedó mirándolo, esperando a que Sirius dijera lo que tenía que decir, el tema estaba perfecto para enlazarlo. Pero Sirius no decía nada, dio varios sorbos a sucafé como quien no sabe qué hacer ante una situación incómoda.

- Bueno Sirius¿qué es eso que ibas a contarme?-dijo Harry deseando poner fin cuanto antes a aquella espera.

- Como ya sabrás…- dijo Sirius, y Harry arqueó una ceja, queriendo decir "¡Si yo no se nada!"- Me consta que te lo dijo Dumbledore…, Voldemort te transfirió algunos poderes cuando te hizo esa cicatriz. El amor hacia ti que demostró tu madre al sacrificarse creó una situación anómala.- Harry pensaba para si mismo, aburrido, "esa historia ya me la se, por eso me mandaron a vivir con los Dursleys porque eran la única familia de mi sangre, bla bla bla"- Esa situación anómala se debía al enfrentamiento de la maldad en estado puro y la bondad, el amor de tu madre formó una especie de escudo protector sobre ti, donde quedaron enfrentadas la maldad de Voldemort y la bondad infinita de un niño de un año, quien no tiene conciencia de lo que está bien o mal, y que su inclinación hacia el mal o el bien se deberá a su experiencia en la vida.

El Avada Kedabra es un hechizo que mata sólo por el hecho de concentrar toda la maldad de quien lo emplea. Los magos adultos y bien preparados pueden conjurar esta maldición con todo su efecto asesino, pues todo el mundo a lo largo de su vida crea una parte maligna en su personalidad, pero como imaginarás, Voldemort puede conjurarla con un efecto mucho más devastador. Si en lugar de ser Voldemort, hubiera sido cualquier mortifago quien intentó matarte, lo más seguro es que éste hubiera muerto sólo por recibir el impacto de su propio hechizo. La verdad es que Voldemort había estado investigando formas de hallar la vida eterna y por aquellos entonces podía considerarse casi inmortal, y al recibir el impacto de su propia maldad concentrada hizo que perdiera su esencia corpórea, y quedara en una especie de espíritu errante. Por lo que puedes imaginar, hace 16 años, Voldemort era tan poderoso que ni siquiera su propia magia fue capaz de acabar con él. Podría decirse que en aquella situación anormal, el poder de Voldemort se dividió, el Mal intentó apoderarse del Bien, la maldad de Voldemort chocó contra ti y al no poder matarte intentó apoderarse de ti, sin su consentimiento, claro, y tu recibiste gran parte de sus poderes, como el hablar pársel y…algo que te convertía en su enemigo. La conexión entre él y tu es muy fuerte, tanto que cuando su poder quedó dividido, la posibilidad de recuperarlo completamente dependía de ti. Conforme tú te haces más fuerte, él se hace más débil. Hay una parte de Voldemort en ti, por eso a veces has oído su voz en tu mente, lo viste en el espejo porque viste desde su perspectiva lo que ocurrió aquella noche, a veces has conjurado serpientes sin quererlo o viste que te convertías en él cuando intentabas hacer animagia.

Harry intentaba asimilar toda aquella información, aunque en realidad no le sorprendiera del todo, pues siempre había tenido la seguridad de que algo le conectaba de forma especial a Voldemort. Desde luego le repugnaba aquella similitud, pero si de todo aquello podía sacar algo en claro a la hora de vencerle, estaba dispuesto a asumir su origen oculto.

- Cuando te cambiaste a Slytherin y me contabas que conjurabas cosas sin quererlo, te advertí de que había una parte oscura en ti que debías controlar y anular en la medida de lo posible. Esa parte oscura es tu conexión con él, y como te dije aquella vez, la forma de hacerlo es anteponiendo el bien al mal, sea cual sea la situación.- dijo Sirius.

Harry abrió mucho los ojos esperando más, aquellas fueron las palabras de Sirius que había recordado sólo unos días atrás durante la boda de Bill, y ahora parecían cobrar sentido.

- Sí Harry. Eso es exactamente lo que conseguiste hacer. Oías una voz en tu mente, deseabas matar a quien había intentado asesinarte, y dices que lo habrías hecho de no ser porque el sentimiento de la compasión consiguió anular tus deseos oscuros.- continuó Sirius.

- Es verdad… Estaba fuera de control, como hipnotizado y apenas era consciente de lo que estaba pasando, pero cuando vi a Percy supe que si lo mataba haría muy desdichada a la familia Weasley. No se cómo explicarlo, pero como tu dices, el sentimiento de bondad hacia los Weasley consiguió bloquear mi parte oscura y no pude hacerlo.- dijo Harry.

- Esa es la única forma de que tu parte oscura no tome el control de tus actos, no lo olvides, anteponer el bien al mal. Por eso te expliqué que el caso de un enfrentamiento entre Voldemort y tu, la única posibilidad es que el Bien se oponga al Mal, ambos en estado puro, no debe quedar ni un resquicio de maldad en ti, porque eso significaría que has logrado vencer a tu parte oscura, que Voldemort no tiene conexión contigo, mientras guardes en ti algo de maldad, Voldemort será más fuerte que tú, porque no debes olvidar que cuanto más fuerte es él, más débil eres tu y viceversa.

- Y por eso quiere matarme… para recuperar la parte de poder que me transfirió y así ser igual de poderoso que antes…- dijo Harry casi para si mismo.

- Sí claro, pero mientras tu seas capaz de anular tu poder oscuro no podrá arrebatártelo. Aunque hay algo más… algo que te transfirió aquel día y que necesita para poder alcanzar su plenitud. Si no controlas tu parte oscura, él es más fuerte que tu y puede arrebatártelo, pero esto que voy a decirte es por lo que él necesita matarte. A la vez que te transfirió poderes, te transfirió algo irrevocable y único, que actualmente está dividido y que necesita ser unificado para adquirir todo el poder que conlleva.- dijo Sirius.

Harry casi se levanta de la silla, impaciente. Ya sabía la forma de vencer a Voldemort, ahora estaba a punto de saber por qué necesitaba matarle.

- Como sabes, Voldemort es el heredero de Slytherin, pero eso es algo que también te transfirió. Desde aquel momento, tu te convertiste también en heredero de Slytherin.- Harry ahogó un grito de horror. Las sospechas que tuvo cuando la Cámara de los secretos fue abierta… eran ciertas.- Habrás escuchado que el hablar pársel es un don oscuro, pero lo cierto es que es un don que sólo los herederos de Slytherin poseen, por esa razón, fuiste capaz de abrir la Cámara de los secretos, porque sólo el heredero de Slytherin puede hacerlo. Hace años, Ginny la abrió, pero era Voldemort quien actuaba sobre ella y tu lograste abrirla para rescatarla.

La mente de Harry bullía por tantas preguntas que se agolpaban. ¿Quería aquello decir que en segundo curso Dumbledore le engañó?

- Pero… yo acabé con el basilisco con la espada de Godric Gryffindor… En aquellos días yo estaba confuso, preguntándome si el sombrero se había equivocado al colocarme en la casa correcta, pero Dumbledore me aclaró que sólo un auténtico miembro de Gryffindor podría sacar la espada del sombrero.- dijo Harry bastante extrañado.

- Creía que ya te quedó claro cuando viniste a verme antes de cambiar a Slytherin.- dijo Sirius.- pero volveré a explicártelo. Por supuesto que fuiste un auténtico Gryffindor, Ya te dijo Dumbledore que todo depende de nuestras elecciones, y cuando el sombrero, muy acertadamente, pensó en ponerte en Slytherin, tu le pediste que no lo hiciera. Por esa razón estás ahora en Slytherin. La única diferencia que había entre Voldemort y tu era que tu no eras un Slytherin. No podrías acabar con él definitivamente hasta no ser como él. El heredero de Slytherin contra el heredero de Slytherin, Harry. Ya te dije que no hay nadie tan parecido a Voldemort como tu, al cambiarte a Slytherin se cumplió tu destino, y esto nos remite nuevamente al mismo tema, en un enfrentamiento con Voldemort, la única posibilidad de vencer es el Bien. Él y tu sois una misma esencia dividida en la dualidad del Bien y el Mal en estado puro. Recuérdalo siempre.

Harry se quedó muy callado. La forma de vencer a Voldemort había surgido una y otra vez durante la conversación, pero él no veía nada fácil aquella tarea. En cuanto tuviera a Voldemort delante, y lo sabía por experiencias pasadas, le iba a ser muy difícil contener todo su odio hacia él, porque Voldemort podía ser malvado, pero aparte de eso le había amargado la existencia sin él haberlo pedido, tan sólo por una mera y fatídica casualidad.

¡Bueno! Por fin sabemos casi todo jejeje. Estoy segura de que os ha gustado que Draco se haya dado cuenta (por fin) que Hermione le mintió cuando dijo que todo era un plan que había tramado con Harry y Ron, y ahí tenéis, a nuestro Draquito tratando de averiguar lo que sea por recuperarla ¡Ay! Qué lindo.

Luego lo de Harry… jop, lo he releído y resulta que, bueno, no exactamente claro, pero coinciden muchas cosas con algunas teorías que tengo después de haber leído el 6º libro jejeje. No digo nada por si alguien no lo ha leído, pero estoy segura de que sabéis a qué me refiero (y tengo una teoría muy buena al respecto XD)

Y como no voy a ser tan mala, os traigo otro capítulo más. ¡Ya queda muy poco! Así que como el siguiente es muy cortito, allí respondo los reviews, ok?