Capítulo 3
Me voy… pero te juro que mañana volveré
«Sé que ha de ser duro,
Sé que en el camino he de sufrir.
Espero que recuerdes estas palabras,
Que alguna vez me las digas cuando estemos juntos en la eternidad.
No quiero llorar ni verte sufrir…
Porque te amo.
Me voy…
Pero, por mi vida te juro…
Que mañana volveré»
"La Partida"- Harry Potter a Ginny Weasley.
—No crees que es una decisión un poco apresurada?—preguntó Hermione, algo enojada.
—Es algo que me conviene, Hermione, los Chudley Cannons tienen el lugar seis en la liga, en cambio el Master de Italia es tercero—dijo Viktor caminando desgarbadamente por la pieza.
—Pero que va a pasar con nosotros? Mi trabajo? Qué ocurrirá con todo?—preguntó Hermione indignada y sorprendida, ya que la noticia la había tomado totalmente desprevenida.
—Hermione, yo sé que tú no dejarías todo lo que tienes aquí en Inglaterra por algo que no fuera lo suficientemente importante…—comenzó a decir el búlgaro, pero la chica que estaba con sentimientos a flor de piel, lo paró en seco.
—Entonces, Viktor! Porqué te irás a jugar a Italia! No me puedes dejar sola, una decisión así es demasiado importante como para decidirla en un día, no puede ser!—exclamó Hermione, dejándose caer en una silla, tapándose la cara con las manos.
—Lo sé, mi Hermy, lo sé…—dijo Viktor tiernamente, tomándola dulcemente entre sus brazos y besando delicadamente su sedoso cabello.
—Entonces, Viktor, entonces…—susurró alegando la chica, que estaba preocupada y confusa. No le gustaban-por lo menos ahora que era mayor- las cosas intempestivas.
—Entonces quiero que vallas conmigo por algo que sea más importante—dijo Viktor poniéndose serio y mirándola a los ojos a través de su mirada profunda y oscura, pero cálida.
Hermione suspiró.
—Y que sería eso más importante, según tú?—preguntó sonriendo levemente al ver que su novio colocaba una cara hosca, lo que significaba que estaba nervioso por algo.
—Te voy a «hacerr» una «prregunta» muy, «perro» muy «imporrtante», Hermione—dijo en voz baja el chico, acentuando las "r" por la tensión que sentía.
La chica lo observó con curiosidad.
—Tu… «Quierres» «casarrte»… conmigo?—preguntó el buscador, tragando saliva.
La joven abrió los ojos por la sorpresa.
—Yo, yo… Por supuesto que me casaré contigo Viktor!—exclamó Hermione, riendo, abrazando y besando a su novio que tenía una inmensa sonrisa de alivio en los labios—Por supuesto que me casaré contigo!
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—Luna?—preguntó Ron, sorprendido.
—Ron Weasley? Por supuesto, quien sino!—exclamó Luna Lovegood, una joven rubia, de ojos algo saltones pero muy guapa.
—Qué haces aquí, tan lejos de Londres?—preguntó el chico, saludándola efusivamente y observando detenidamente a la ex-Ravenclaw un poco chiflada que había conocido en 5º curso y que después se había transformado en amiga del antiguo grupo, en especial de Hermione y Ginny.
—Bueno, vine a promocionar «El Quisquilloso» en Italia—dijo Luna, con una amplia sonrisa—estamos ampliando el mercado—dijo orgullosa.
—Que bueno, pero tú… tu cómo estás?—preguntó Ron sentándose con ella en su oficina, en el Departamento de Aurors del Ministerio de Magia Italiano.
—Muy bien, gracias. Aunque algo cansada—admitió la joven—. Y tú, has sabido algo de… oh, de veras que tú y los chicos están peleados. Cómo estás tú? Tienes pareja o algo así?
—Parvati Patil, es mi novia—dijo Ron sonriendo—. La recuerdas? Estaba en Gryffindor, en mi mismo nivel…
—Ella?—preguntó Luna, tratando de disminuir su desdén evidente al mínimo—. Bueno, para serte sincera a mí nunca me agradó mucho.
—Es que tú sabes como es Parvati…—se disculpó Ron un tanto avergonzado, recordando las burlas que siempre había tenido Parvati para con Luna cuando estaban en Hogwarts
—Si… sé perfectamente como es… linda, pero tan estúpida y frívola que ni ella se soporta—comentó Luna, sin poder contenerse—, bueno Ron, tengo que irme, ha sido un placer verte de nuevo.
Luna se despidió afectuosamente de él, que quedó algo molesto por el comentario de la chica.
—Oh, algo más—dijo la chica antes de cerrar la puerta del despacho de su amigo completamente—. No puedo creer que hayas cambiado a Hermione por Parvati, Ron, no puedo creerlo…
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—Quieres venir a Hogsmeade?—le preguntó Cho, mientras intentaba ordenar un poco a los cursos de primer año, que estaban haciendo algo de desorden.
—Lo dices en serio?—preguntó Harry, riendo al ver como a la profesora no le hacían caso.
—Por supuesto—dijo Cho, cansada, yendo hacia él y sentándose en una de las bancas que estaban en los terrenos de Hogwarts, cerca del lago.
—Voy—declaró Harry, sonriéndole a Cho y observando los lentos movimientos que hacía el calamar gigante al moverse, los cuales hacía tiempo no veía.
—Entonces vamos—dijo Cho, levantándose de un salto y tomando a Harry de la mano para llegar a tiempo al lugar en donde estaban las diligencias junto a los thestrals, que los llevarían al pueblo.
—Bueno—dijo Cho, cuando llegaron al pueblo, que estaba cubierto por gruesos copos de nieve—, te quedarás finalmente en Hogwarts, o no?
Harry meditó un poco su respuesta.
—No lo sé aún—respondió finalmente—, tengo que meditar un poco sobre algunos puntos…
—Pero sería que estuvieras aquí, conmigo—dijo la joven, pasándole los brazos por el cuello y quedando a solo centímetros del joven de cabello rebelde y azabache—. Vamos, quédate, quédate, si?
—Mmm… no seas chantajista, eh—bromeó Harry, mientras su «novia oficial» le daba besos cortos en los labios.
—No es chantaje, es estrategia—dijo Cho, riendo mientras paseaban por el pueblo, haciendo caso omiso a las interesante miradas y comentarios que los alumnos hacían al verlos juntos paseando por el pueblito.
—Está haciendo frío aquí, no?—comentó Harry, lamentando el hecho de no haber traído una capa para abrigarse.
—Te parece si vamos a las Tres Escobas?—le preguntó Cho—, ahí debe estar más cálido…
—Buena idea—exclamó Harry, imaginando el reconfortante sabor de la cerveza de mantequilla y la chisporroteante chimenea que debería estar encendida en el famoso local.
—Gracias Madame Rosmerta—dijo Harry, sorbiendo de su deliciosa cerveza de manteca, que recorrió cada centímetro de su cuerpo, confortándolo al instante.
—No es nada, Señor Potter—repuso la señora, que seguía siendo tan guapa como antes—hacía mucho tiempo que no lo veía por aquí, cómo está?
—Bien, gracias—repuso Harry.
—Me parece bien, es gratificante ver a antiguos alumnos de Hogwarts—comentó la dueña del local—a propósito de antiguos alumnos… ¿Cuándo vendrá a visitarnos junto a la señorita Hermione y el señor Weasley? Aunque creo que la señorita Granger debe estar muy ocupada con las cosas de su boda con Viktor Krum, no? Que pena… yo siempre creí que ella y el señor Ron se quedarían juntos.
Harry se sorprendió con la noticia y no notó que Cho estaba algo incómoda por los comentarios. Hermione? «Casarse» con Krum? Qué idiota había sido… a pesar de los años de separación siempre había guardado la secreta esperanza de que ella y Ron se quedarían juntos a pesar de todo…
Era un sentimentalista…
Hermione y Ron habían continuado sus vidas con normalidad y sin mirar hacia atrás, y nunca se reconciliarían ni con él ni entre ellos.
Empero de que eso le pesara.
—Qué inoportuna es a veces Rosmerta—le comentó Cho, sacando a Harry de sus pensamientos.
—Qué? Ah, eso… No te preocupes—la tranquilizó el chico haciéndole un ademán con la mano—no tiene importancia.
Luego del incidente con Madame Rosmerta pasaron un rato agradable conversando de lo que habían hecho después de salir de Hogwarts durante los siete años que no se habían visto. Cho había estudiado pedagogía mágica Astronómica en Francia y había ido a trabajar a Estados Unidos durante un par de años, hasta que un día recibió una carta de Dumbledore diciéndole que la profesora Sinistra se retiraba y si quería tomar su puesto. Por su lado, Harry había estudiado tres años en el Ministerio la carrera de auror y trabajaba en el Ministerio, en el Departamento de Aurors. Ahora Dumbledore le había ofrecido un puesto en el colegio.
—Qué movimiento hay en tu vida, no?—comentó Cho, sorprendida después del relato que había hecho su novio.
—Si, pero me reconforta—repuso Harry, quien observaba un local abierto y muy llamativo al otro lado de la ventana de Las Tres Escobas y que decía "Sortilegios Weasley".
• • •
—Estoy lista—anunció Ginny algo nerviosa, apareciendo en la puerta.
—Vaya…—murmuró Malfoy, embobado. Ginny estaba radiante. Llevaba una túnica de gala negra ajustada en la cintura y ancha en los pies, lo que resaltaba su figura, las mangas eran en forma de campana y su fino cuello resaltaba con una fina cadena de oro blanco que en el centro tenía una piedra esmeralda y que hacía juego con los aretes y el único anillo que llevaba, que también eran de platino, pero sin ninguna piedra. El cabello pelirrojo y ondulado estaba sujeto en un moño elegante, que dejaba caer algunos rizos por su cara y algunas partes de su cabeza.
—Qué, me veo mal?—preguntó la chica, alarmada, buscando con urgencia un espejo para ver que era lo que le faltaba.
—No!—exclamó Draco, reaccionando—estás preciosa, Ginny, pareces un ángel!
—Oh, que susto me diste—suspiró aliviada la muchacha, esbozando una leve sonrisa—, bueno, tú también estás muy guapo, vamos?
—Vamos—dijo Draco, el traslador estaba sobre la mesa, se acercaron a él y al tocarlo sintieron el familiar tirón en el ombligo, lo que significaba que los estaban transportando a la fiesta de gala a la que habían sido invitados en el ministerio.
—Por aquí, señorita Weasley—indicó el recepcionista de la fiesta cuando hubieron llegado, enseñando el salón que había tras una gran y fina puerta de roble.
—Gracias, Larry—sonrió Ginny, yendo con Draco hacia donde les habían indicado.
—Hacía tiempo que no estaba en una fiesta así—dijo Draco, mirando a su alrededor. El chico había perdido todo lo que tenía cuando habían encerrado a su padre en Azkaban.
—Pues ve acostumbrándote—dijo Ginny, mientras saludaba a las personas que conocía en el salón finamente decorado.
—Oh, disculpa—Draco hizo un gesto con sorna—, me olvidaba que estoy frente a la famosa medimaga.
Ginny rió.
Estuvieron un rato hablando con un par de personas hasta que se cansaron un poco y fueron a sentarse.
—Te gustan estas fiestas?—le preguntó Draco, alcanzándole un licor de menta.
—Si, me encantan… ¿te ocurre algo?—preguntó la chica, observando la cara que de pronto había puesto su novio.
Volteó la cabeza.
—Harry…—susurró Ginny sintiendo que las piernas le temblaban de repente y el corazón le daba un vuelco repentino e inesperado. Ni siquiera sintió la mirada furibunda que le dirigió Draco cuando dejó caer su copa por la sorpresa.
—Hola Ginny—la saludó Harry con mucha naturalidad, no parecía en absoluto sorprendido ni perturbado… hace ocho años no la veía y reaccionaba como si la hubiese visto ayer…—, hola… Malfoy—Ginny vio como los dos jóvenes se observaban con profundo desprecio, aunque ninguno de los dos hizo ningún comentario—, les presento a Cho, mi novia.
—Que tal—saludó Draco, tomando a Ginny fuertemente de la mano.
—Buenas noches—replicó Cho, agarrando a Harry firmemente por el brazo.
A la pelirroja parecía costarle trabajo tragar, pero se mantuvo firme y con la cabeza en alto ante la mirada impertinente de Cho, sin embargo cuando tuvo que afrontar la intensa mirada que le dirigió Harry sintió que sus fuerzas desfallecían. El chico la miró profundamente, de pies a cabeza, se detuvo un momento en la piedra que tenía Ginny (la esmeralda) y luego clavó sus ojos en los de ella, mirándola intensamente, después de ocho años.
Esa mirada…
…esa mirada…
FLASH BACK
—Ginny!—gritó Harry, alcanzándola mientras corría.
Se volvió para mirarlo.
—Me dejarás sola, Harry! me dijiste que nunca me abandonarías!
Estaba a punto de llorar.
—Lo siento, perdona—dijo Ginny, agachando la cabeza, lo único que quería era escapar, aguantando las ganas de besarlo y decirle lo que le había querido decir cinco segundos atrás.
—Yo también lo siento—dijo Harry, desesperado—pero tienes que entenderlo y lo entenderás… Tal vez no ahora ni dentro de un rato. ¡Pero acabarás comprendiéndolo y me darás la razón! No quiero que te hagan daño Ginny! Y a lo mejor no lo sabes, pero me sabe muy mal, Ginny, porque… porque…—bajó la voz y débil y tristemente dijo, por primera vez en su vida—… porque te quiero, Ginny, yo… te quiero.
Ginny levantó bruscamente la cabeza con los ojos muy abiertos, como un soldado que, en el fragor de la batalla, descubre de pronto que se ha quedado sin armas en sus manos. Una lágrima silenciosa cayó por su mejilla.
—Pero… yo también te quiero—susurró la joven con voz apagada.
Ginny Weasley se acercó muy lentamente al rostro de Harry, que estaba enfrente suyo, temblaba… cerró los ojos como en un sueño y lo que ocurrió al momento siguiente fue a la vez lo más hermoso y terrible que sintió en toda su vida.
Fue como si una corriente eléctrica se hubiese extendido por todo su cuerpo, paralizándoselo, los sentidos, la mente, todo… Como si un simple estremecimiento la hubiese congelado, como si estuviera en un sueño irreal, como si el tiempo se hubiese detenido y sólo para observar ese momento… sólo por un beso…un solo y eterno beso…
Tan lentamente como se había acercado, Ginny se separó, aún con los ojos cerrados y la respiración agitada, recordando el sabor que tal vez nunca podría volver a probar…
—Yo… tengo que… irme—dijo Harry con dificultad, tan perturbado como Ginny—pero toma—susurró, poniéndole en la mano una fina cadena de platino que en el centro tenía una esmeralda brillante y bella—espérame, por favor… yo volveré por ti. Cuando Voldemort desaparezca… tú conserva este collar hasta que me olvides…
La voz se le quebró. Le dio la espalda, mirándola por última vez y se alejó bajo una noche fría que amenazaba con tormenta, mientras Ginny apretaba en su puño, contra su pecho, el último recuerdo que tendría del chico que más amaría en toda su vida.
Intentaba ahogar y tragar palabras y gritos, miraba a su alrededor y ya nada le parecía feliz. Sólo veía charcos y la lluvia, que recién se había largado a su alrededor. Temblaba y tenía frío, y no pudo más…
Cayó de rodillas al suelo, las lágrimas se mezclaban con la lluvia que resbalaba por su cara, mientras sollozaba pensando en lo último que había visto de la persona que quería.
Su mirada.
…Esa mirada…
FLASH END
Cinco meses después la segunda guerra había concluido gracias al héroe del mundo mágico, Harry Potter, que había derrotado finalmente a Voldemort.
Pero el no la había vuelto a buscar, y lo sacó de sus pensamientos para no seguir sufriendo más.
Nunca más se habían vuelto a ver.
De seguro que Harry había recordado todo al ver el collar puesto en su cuello, habría creído que aún lo quería? No, ella sólo se lo había puesto porque combinaba con su traje, ella amaba a Draco, eso era sólo una coincidencia, o no?
O sería… que aún después de ocho años, todavía amaba a…?
Ya saben... REVIEWS!
Besos y Esperanzas a todos.
