Bueno, bueno... ya sé que pensabais que actualizaría antes, pero bueno... como excusa les digo (y es una historia basada en mi vida real, eh? que no me lo invento), que me tuve que quedar tres días hasta las cinco de la madrugada, terminando un trabajo para una adorable profesora (tan adorable como Umbridge) y para una excelente y amena materia (tanto como Adivinación... una farsa!).
Pero después de descender a los infiernos, he vuelto nuevamente para dejarlos con un nuevo capítulo... que me costó tanto escribir, dios mío!
Antes que nada: bla, bla, bla... que esto no es mío... y?
Mis queridas reviewers:
ophelia dakker: Hola linda! Gracias por leerme... es un tiempo de tu vida el que gastas en leer esta historia. Siento mucho lo de tu ataque... de veras que me preocupé! Si voy causando tamañas reacciones, deberían encadenarme a Azkaban con tres Dementores como compañeros de celda... Hice que Ron se convirtiera en... "eso" porque tenía que tocar realmente fondo... para que comprendieran hasta que punto estaba perdido el pobre... espero que en los próximos capítulos puedas levantar esa cortina de dolor y angustia que se cierne sobre tu alma... al menos eso espero... porque aún no sé como temrinará esto!
Herms Weasley: ' Matarme! Pero si soy inocente.. jeje.. U. Bueno, bonita... Ron sólo es un mortí-estúpido porque ya tocó fondo el pobre... además... en el anterior capítulo, recuerda como los mortífagos le dijeron que si se unía a ellos, su familia podía estar segura y a salvo... para él, lo único que tiene o que le queda en la vida es su familia... Así que es en parte justificable... No creo que con su presencia en el bando oscuro pueda ayudar a sus ex-amigos... pero ya se verá... Hey! No conozco a tu amiga... pero trataré de ubircarla. Mi mail (para tí y los que quieran agregarme a msn) es quidesencialhotmail... Realmente me gustó tu poema! era muy bello! pero lamentablemente tegno todos los comienzos de los capítulos listos... ¬¬'. Jjajajaja con respecto a lo de los puntos... creo que acertaste en la raiz cuadrada de 16, más 56, menos 20 y dividido diez! Besos muchos para ti... ojalá nos pongamos de acerdo y nos podamos ver! XD
Capítulo 15
Esperanzas de Mediodía
«Cuando deseamos algo
Con suficientes fuerzas,
Todo el universo se conspira
Para que puedas realizarlo»
"El Alquimista"-Paulo Coelho
No supo como pudo llevar a una inerte Luna Lovegood hasta la enfermería, no supo como pudo estar calmo y sereno para llamar a todos los aurores de Inglaterra y a todos los miembros del ED para que estuvieran en el castillo por cualquier eventualidad, no supo como pudo terminar con Cho definitivamente, pese a que la relación ya no existía desde hacía meses, no supo como pudo respirar, existir, seguir viviendo…
No supo como.
La familia Weasley había llegado al castillo al igual que muchas otras, que buscaban a sus hijos para llevárselos ante la atmósfera que había tomado la Tierra desde el mediodía, los padres de Hermione habían muerto cuando habían estado en el colegio… y su única familia que había tenido desde los once años, los Weasley, le habían confirmado la noticia que había terminado por partirle su vida en dos.
La señora Weasley había llegado llorando, atacada, porque habían atacado su casa, y los mortífagos le habían dicho que ahora que su hijo menor estaba entre sus filas, nada ni nadie los pararía, así que habían tenido que irse a refugiar en el colegio, aunque en esos instantes fuera un lugar vulnerable. Todavía nadie podía creer lo de Ron… parecía tan irreal… tan…
Absurdo.
Pero era innegable
Nunca, nunca jamás en toda su vida se le hubiera ocurrido pensar ni siquiera de broma que Ron, el pelirrojo chistoso y aproblemado por su familia, que había conocido en el andén 9 y ¾ se convertiría en algo tan aborrecible… Bueno, aunque Ron ya no era el mismo, pero, sin embargo… aún no podía creerlo.
Y, además de todo, Hermione, que había soportado durante meses en coma, presentaba una última recaída que había sido la definitiva… su sentencia estaba echada: sólo un par de horas.
Cerró las cortinas de la enfermería para no ver como la oscuridad cubría progresivamente el cielo, sumiendo en una oscuridad total a toda Inglaterra y, al parecer, todo el mundo. Se sentía inútil, impotente…
No, en realidad no sentía nada.
Fue como si de repente le hubieran quitado el alma y ya no sintiera nada más, como si fuera un androide muggle que vivía mecánicamente. No pensaba, no racionaba, no sentía, no lloraba…
Pero seguía con vida.
Sintió que Hermione se agitaba entre sus sueños. La miró y fue hacia ella. Se veía tan mal… a su camilla le habían puesto, incluso, unas cuerdas mágicas para que no se volviera a herir de esa manera tan brutal como en la mañana. Vio como unos profundos surcos que dejaban ver sangre coagulada, marcaban su blanca piel, tenía profundas ojeras y parecía haber llorado.
Tocó su cara, haciéndole un leve cariño y se acercó a ella, para darle un beso en la frente. Su amiga… se veía tan indefensa, tan débil… la perdería en una fracción de tiempo, para siempre… pero no podía aceptarlo, aunque sabía que Madame Pomfrey nunca se equivocaba.
Una vez había escuchado que, aunque no quisiéramos ni supiéramos, el corazón guardaba secretas esperanzas, y que éstas eran las que hacían que los deseos se hicieran realidad.
Bueno, pues ahora él guardaba sabiendo, pero sin quererlo, la última esperanza de todas…
Que su amiga viviera, que su amigo se arrepintiera de la decisión que había tomado, que Ginny volviera sana y salva, que Voldemort desapareciera para siempre y… que su vida fuera, por fin, feliz y en paz.
Lo deseó de tanto corazón, con tanta fe y tristeza que, sin darse cuenta, una luz verde comenzó a envolverlo, haciendo que sus ojos brillaran de decisión y que un fulgor que hacía tiempo se desarrollaba en él explotara en su interior, causando una expansión de tanto poder que todos los terrenos del colegio y más allá de él temblaran, como renovados por una nueva energía…
Y, en medio de todo eso, una dulce imagen cruzó su mente, haciendo que cerrara con fuerza sus puños.
La última esperanza nacida del corazón del ahora «hombre-que-vivió» había echado la suerte… y ahora todo dependía de él.
El tiempo ya había llegado…
El fin ya se acercaba.
• • •
—Es el fin.
Remus Lupin miró cansado a su único y mejor amigo, con los ojos apagados y ojerosos, pero aún dispuesto a luchar, aún con las fuerzas suficientes para combatir en una lucha inminente, para dar su vida por el lugar que lo había visto crecer y que le había entregado los mejores años de su vida durante su infancia y juventud.
Al otro lado de la habitación, sentado en un sillón frente al fuego, por el frío insoportable que hacía, Sirius Black, también llamado Canuto, le devolvió la mirada. Estaba sereno, pensativo.
—No pienses ahora en la batalla, Lunático…—dijo, al fin—… la lucha se acerca, si… pero por eso mismo ahora no debemos pensar en esas cosas…
—Y en qué quieres que piense ahora, mirando algo como eso?—dijo el castaño de ojos dorados, señalando el cielo oscuro, con pequeñísimos rayos de luz que lograban atravesar la negrura—… No puedo pensar en otra cosa que no sea la batalla… que sabes muy bien que probablemente será la última de nuestras vidas… Con lo ocurrido con Ron y Hermione, Harry estará destruido… no tendrá fuerzas siquiera para levantarse… Voldemort vencerá al final… Eso sí, le pondremos batalla y no le haremos la tarea fácil…
Se miraron un segundo en silencio, el de ojos azules tranquilo, en calma y el dorado con un fulgor casi endemoniado en los ojos… como habían cambiado en esos años. Ahora los papeles se habían invertido.
Uno de los dos pareció percatarse de eso y se echó a reír fuertemente, con una sonora carcajada que llegó al otro como un hálito de ilusión, apenas perceptible.
—Te das cuenta de que estoy envejeciendo?—preguntó el de pelo negro, levantándose y dándole unas palmadas en la espalda a su compañero—. Mira que fuera yo ahora el analítico y pensador y que tú seas el "luchador"… Se han invertido los papeles, eh?
Remus Lupin lo miró rodando los ojos.
—Si te estás riendo en un momento como este, aunque sea bueno que lo hagas—espetó Lupin—, significa definitivamente que sigues siendo el mismo irresponsable que tenía quince años…
Los dos se rieron con ganas, sinceramente… recordando con nostalgia el pasado.
—Cómo pasa el tiempo…—murmuró Sirius Black, suspirando—. Me alegra haber vuelto a verte, amigo… me enfermaba la posibilidad de morir sin haberte dicho lo mucho que te estimo y lo mucho que te agradezco todo lo que has hecho por mí…
Los ojos se rellenaron de lágrimas y abrazó con fuerza al hombre-lobo, que también se emocionó un tanto.
—Quién hubiese dicho que los merodeadores se volverían viejas lloronas…
Se volvieron a reír fuertemente.
Tomaron la botella de whisky de fuego y se sirvieron en las copas que tenían sobre la mesita, para la ocasión.
—Por los últimos dos merodeadores que quedan…—dijo Remus John Lupin, alzando su copa.
—No… por los últimos tres merodeadores que quedan y el merodeador que está allá arriba esperándonos—dijo Sirius, corrigiéndole, chocando la copa y tomando un trago.
Los dos se quedaron en sus pensamientos, mirando absortos hacia los tenebrosos terrenos de Hogwarts.
—Ten confianza, Remus… estoy seguro que lo que se aproxima no es el final… Lo que se acerca ahora, por fin… es el comienzo.
• • •
—Qué terrible…—susurró, conmovida Lavender, aferrándose fuertemente a Seamus, que estaba a su lado, escuchando de la boca de Colin, los últimos acontecimientos que habían ocurrido ese día.
—No sé si Harry estará bien, no lo he visto… pero… aunque estuvieran peleados durante tantos años, estoy seguro que los quería mucho, eran como su familia, su único apoyo… Debe estar destruido.
—Tienes que apoyarlo mucho, Cho, por favor, ayúdalo—dijo Susan.
—Terminó conmigo esta mañana—respondió algo cohibida, la oriental—. No sé por qué… Ya no puedo hacer nada…
—Y Luna?
—Está inconsciente en la enfermería… las noticias también la afectaron a ella—dijo Colin, triste.
Un silencio se extendió en la Sala de Requerimientos de Hogwarts, todos los miembros del ED se quedaron apesadumbrados… si no estaba Harry quien los dirigiría, si tampoco estaban ni Ginny, ni Hermione?
De pronto, un sollozo se extendió por la Sala.
Y luego otro más se escuchó.
Y un par de palabras resumió lo que todos sentían en ese instante:
—Estamos perdidos.
Todos estaban tristes, todos sentían con desesperación y ansiedad que ese día tan terrorífico y gélido sería un día que recordarían por todas sus vidas…
Si es que vivían a él.
Cada uno se apoyó en sus compañeros más cercanos, creando una atmósfera de solidaridad. Siempre era mejor compartir el dolor que vivirlo solo.
Súbitamente, una onda de energía atravesó el lugar, dejando una extraña sensación en cada uno de ellos.
Anonadados aún, sintieron que la puerta de la Gran Sala se abría.
Un suspiro ahogado y lleno de sorpresa se oyó en el lugar.
—Tú!
El hombre que había llegado recién sonrió.
—Si, soy yo… He vuelto, chicos… He vuelto porque me he dado cuenta de que no todo está perdido aún.
• • •
—Están listos los trasladores—dijo Minerva McGonagall, dirigiéndose a Albus Percibal Wulfric Brian Dumbledore, director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
—Gracias, Minerva—respondió Dumbledore, clavando sus ojos azules en ella—. Ahora sólo hay que esperar…
El silencio que hubo sólo fue quebrado por los retratos que colgaban de las paredes, que en esos momentos dormían plácidamente, como si el mundo estuviera en completa paz en ese momento.
—Esperar…—murmuró McGonagall—… Esperar la sentencia de muerte, desde luego… Albus—dijo la antigua profesora de transformaciones, haciendo que el director la mirara—, cómo lo haremos ahora? Estamos en una desventaja total… no podremos aguantar una batalla como la última…
—Espera, Minerva… sólo espera y no subestimes las fuerzas que nacen desde la desesperación de los valientes. Son esas fuerzas, creadas por las últimas esperanzas las que hacen que venza el bien… sólo ten esperanzas y ya está…
—Te han dicho alguna vez que estás loco?—suspiró la anciana, burlonamente.
—Lo haces cada vez que lloro en Navidad cuando boto los regalos antes de recibirlos, porque sé que son libros, mi querida McGonagall—repuso Dumbledore, frunciendo el ceño.
—Oh…
Se miraron a los ojos un par de segundos, hasta que la mujer sacó un paquete de entremedio de su túnica.
—Tenía que hacerlo antes de que fuera tarde—dijo, riéndose, divertida, al ver la cara de sincera sorpresa que ponía el director al ver unos calcetines con dibujos de ranas de chocolate y varitas de regaliz y un paquete lleno de caramelos de Limón.
—Muchas Gracias!—dijo el anciano Director, levantándose con una agilidad sorprendente para alguien de su edad y abrazando a Minerva McGonagall, tomándola completamente por sorpresa.
—Tú misma has dado la lección—dijo, al soltarla.
—De qué hablas?—dijo ella, intrigada y algo ruborizada, mientras intentaba arreglarse el cabello, que se le había soltado de su apretado rodete.
—De la esperanza, mi querida amiga… «Mientras respiro, hay esperanza», y hoy tú misma me lo has demostrado…
• • •
Sabía que había pasado mucho pero mucho tiempo.
Los días pasaban largos y desesperantemente iguales. Había intentado contarlos, pero había perdido el cálculo… Al fin y al cabo no servía de nada hacerlo, si tarde o temprano igualmente tendría que morir.
Durante las primeras semanas había esperado pacientemente a que fueran a buscarla, que fueran en una misión de rescate y la sacaran de ese lugar tan frío y oscuro en el que estaba confinada, pero nadie había llegado. Ni una ventana, ni un rayo de luz, ni una fuente de calor, nada. Era la nada misma.
Lo único que había roto la rutina eran las visitas de los mortífagos para intentar sacarle algún tipo de información, que con ningún método de tortura ni nada habían logrado obtener. A veces tenía sesiones diarias de maldición cruciatus y otros métodos igual de eficaces de tortura. Tenía quemaduras en varios lugares y cortes también.
Pero seguía con vida aún, inquebrantable, soportándolo todo.
Aunque se estaba cansando… estaba harta del encierro. Necesitaba vivir, ver la luz del sol, ver desde afuera como estaban las cosas y no encerrada sin saber nada.
Se quedó quieta en su celda, escuchando atenta a todo lo que ocurría afuera, pero sólo oyó pasos que se acercaban. Tal vez otra sesión de torturas… quien sabía.
—Levántate, asquerosa traidora a la sangre—escupió una voz que conocía demasiado bien.
Se quedó sentada en el piso, desafiante. No permitiría que Draco Malfoy le ordenara algo, nunca…
—Levántate!
La golpeó fuertemente en la cara, haciendo que la pelirroja cayera a un costado, llena de furia. La chica se levantó insegura y sin previo aviso le mandó una patada con todas sus fuerzas al mortífago que estaba frente a ella, dejándolo sin respiración. Aprovechó el momento de descuido y salió corriendo por la puerta de su cárcel, sabiendo que aunque saliera de ella estaría igualmente perdida.
Corrió sin saber por donde iba, ya que todo estaba oscuro, reconoció que estaba en un pasillo y siguió avanzando hasta que llegó a una puerta, giró la manija, pero estaba cerrada… diablos! Si al menos tuviera su varita…
CLIC!
Miró maravillada como la puerta se abría, y parpadeó con los ojos llorosos ante la luz que comenzó a salir, cerró un momento sus párpados, para que dejaran de lagrimear y se acostumbraran a la luz y luego los abrió.
—Buh!
Ginny se quedó sin aliento.
Una figura alta y amenazante se alzaba ante ella, sonriendo burlonamente. Tenía la cara pálida como un muerto, los ojos rojos y en vez de nariz habían dos rendijas similares a las de los reptiles.
—Voldemort…—susurró, sintiendo que desfallecía.
—Veo que tenías prisa por venir—dijo Lord Voldemort, acentuando su sonrisa—… bueno, no te haremos esperar más… —Levantó la varita e hizo salir unas cuerdas que ataron las muñecas de la pelirroja, haciéndole daño en la piel ya maltratada—. No querías salir, pequeña Weasley? Pues ahora saldrás… Hoy me serás de mucha utilidad… y alégrate… tal vez hoy quedes libre… si es que tu queridísimo Potter te puede salvar… aunque lo dudo, pobre, está tan mal…
Ginny levantó la cabeza de golpe.
—Que le ocurre a Harry?—preguntó asustada y enfurecida—Qué le has hecho maldito bastardo!
Intentó soltarse de sus amarras, pero al no poder se echó con todo su cuerpo sobre el mago tenebroso, que levantó su varita antes.
—Crucio!
La maldición torturadora llegó a ella por enésima vez, haciendo que se retorciera de dolor, gritando.
—Aprenderás a respetarme, pequeña fierecilla—susurró Voldemort con odio, arrastrándola por el piso de tierra.
—Nunca!—gritó Ginevra, con odio—. Nunca respetaré a una basura como tú! Dime que le has hecho a Harry!
—Nada aún—respondió Voldemort, mirándola burlonamente—. Pero es cosa de tiempo para que se derrumbe por su cuenta… está acabado.
Ante la furia del Mago Tenebroso más terrible de la historia la valiente Gryffindor comenzó a reírse descontroladamente.
—Alucinas, idiota—dijo Ginny, con sorna y desprecio—. Espera y verás… espera a estar frente a Harry y verás como desapareces para siempre de la faz de la Tierra… el te vencerá… y tú por fin morirás, y toda la Tierra quedará para siempre libre de tú y tu maldad… y seremos todos felices para siempre… felices por la eternidad…
Un rayo aturdidor llegó a la chica, dejándola inconsciente mientras comenzaba a oscurecer.
La leyenda entre El Señor Tenebroso y el Niño-que-vivió comenzaba a escribir su final… aunque sólo para uno de los dos.
Otro capítulo terminado... sin ninguna aparición estelar del que estabais esperando... Ron se quedó practicando hechizos en su casita, jeje.
El próximo capítulo se viene con fuertes apariciones de Ron y Hermione...
Mmmm... Comienza la batalla, así que se viene prometedor, espero cumplir con las expectativas...
Una cosa más! En el capítulo pasado me llegaron poquísimos reviews... no seais malitos y dejadme más, por favor? Los necesito para seguir escribiendo y sobrevivir! Si no tegno por lo menos cuatro reviews... cifra bien razonable e ínfima... no colocaré el capítulo hasta que se complete la cifra...
Besos y esperanzas para todos
Quid Morgan... Hermana de Demian Quid y huérfana adoptada por la lenda Herms Weasley. Hermana menor honoraria de Ruthie.
