1.Tetsuya Kotaki

Lo recuerdo bien. Fue en el viaje de estudios. ¡Ah perdón! No me he presentado, que mal educado soy... Mi nombre es Tetsuya Kotaki y voy a la clase de 6º-1º de la escuela primaria de Misora. Mi profesora es la señorita Seki, y mi asiento de clase es el penúltimo de la fila junto a la ventana, al lado de Reika Tamaki y delante de Doremi Harukaze. Llevo en la escuela primaria de Misora desde 1º de primaria. ¿Qué cómo soy yo? Pues no muy alto, con el pelo negro azulado de punta, ojos azul oscuros, simpático y gracioso. Y estoy aquí para relatar los hechos del viaje de estudios de sexto. Todo empezó cuando la señorita Seki propuso que hiciésemos grupos de seis, tres chicos y tres chicas, para el viaje de estudios.

A mí me gustaba Doremi desde que íbamos a 3º de primaria. La verdad es que nunca me he llevado muy bien con ella: siempre me meto con ella y la llamo Tonta-remi. Pero aún así, nunca la he odiado, ni ella a mí, que yo sepa. ¿Y cómo es Doremi? La verdad, no es nada del otro mundo. Normalilla, del montón. Es más bajita que yo, tiene los ojos rosa y el pelo rosa chillón, recogido siempre en dos moños. Además, es muuuuuuuuyyyy patosa. Ella siempre dice que es la chica más desgraciada del mundo mundial. Pero es muy simpática y cae bien a todos. Sus amigas son Momoko Asuka, de nuestra clase, y Aiko Seno, Hazuki Fujiwara y Onpu Segawa de la otra clase. Sí, la famosa estrella infantil, Onpu Segawa. ¡Ah, se me olvidaba! Ahora también es buena amiga suya Hana Makihataya, que vino nueva a nuestra clase al empezar sexto de una escuela de Miyaki. Según ha dicho Doremi, es hija de la hija mayor de la señora Rika Makihataya y prima del bebé que cuidaban, que también tenía ese nombre. Trabaja en la Tienda Mágica de la señora Rika Makihataya con sus amigas. Yo la visité por primera vez cuando se inauguró y vendían amuletos. Por cierto, compré uno de Doremi y me sirvió de ayuda. Y también me tocó uno de Doremi en un festival. Últimamente han hecho pasteles y hace poco empezaron a hacer objetos artesanales, como collares, cosas del pelo... En fin, todas esas cosas de chicas.

Pues bien, yo quería aprovechar este viaje de estudios para pasar más tiempo con Doremi, por lo que le propuse estar en su grupo cuando ningún chico quería. Aunque mi forma de decírselo fue un tanto

grosera...

- No creo que ningún chico quiera estar en tu grupo, Doremi. Así que por pena, yo seré de tu grupo.

Maldita la hora en que le dije eso. Por nada del mundo quería estar en otro grupo que no fuese el de Doremi. Pero uno de mis compañeros dijo que sí quería ser de su grupo, por lo que me tuve que tragar mis palabras. "Bueno, al menos estoy en el grupo de Doremi." Pensé. Nada más lejos de la realidad. Hana se había encargado ya de que yo no fuese de su grupo. Le había dicho a Masaru y a Takeshi que fuesen de su grupo. Mejor dicho, les había arrastrado para que fuesen de su grupo. Ellos no querían, pero Hana hizo un puchero, y claro, ninguno quería hacerla llorar. Yo me tuve que fastidiar y, para colmo, Doremi se rió de que yo me tuviese que tragar mis palabras e irme a otro grupo. Condenada. Tuve que meterme en grupo de Reika Tamaki. No es que ella me cayese mal, sino que ahora no podría pasar el tiempo del grupo con Doremi. Maldita mi suerte perra. Pero el grupo de Doremi y Hana tuvo más problemas que el mío. Según comentaba Reika, Hana estaba muy retrasada en la entrega de los planes del grupo. Al final, cuando por fin los entregó, la pobre Hana cayó enferma. Pero claro, Doremi era la que le cuidó durante ese día, por lo que Hana curó rápidamente de la fiebre que tenía.

Aquella era la mañana en la que nos íbamos por fin, y habíamos quedado a las ocho en la estación de tren. Hana llegó puntual. La única que llegó tarde, como siempre era Doremi. Pero menos mal que apareció. Yo ya me empezaba a asustar por que le hubiese ocurrido algo o por que se hubiese quedado dormida y perdiese el autobús. Esta Doremi... Nunca cambiará. Se había quedado dormida, tal y como yo supuse. Pero Reika no se presentaba. Iba a dar ya la hora en que nos íbamos y Reika no aparecía. La señorita Seki, preocupada por ella, llamó a su casa. Por lo visto, estaba enferma y no podía venir con nosotros. Así que nos fuimos. El viaje en tren fue muy divertido. Por supuesto, yo estaba pendiente todo el rato de Doremi. Estaba sentada con sus amigas, por supuesto. Durante aquel viaje, Onpu cantó alguna de sus canciones, alegrándonos el viaje, pero a mí me habría gustado más que la que cantase fuese Doremi, no Onpu. Pero claro, como estaba con sus inseparables Hazuki, Aiko, Hana y Momoko, no podía pedirle que cantase. Además ya me la conozco, me habría dicho que para qué quería que ella cantase, que si siempre quería que hiciese el ridículo, bla bla, bla bla.

Lo único que hice en aquel viaje, además de observarla, fue jugar a las cartas con mis amigos.

Por fin llegamos a Nara al primer sitio al que fuimos fue al templo de la puerta roja. Por supuesto, en el camino me metí oportunamente con Doremi. Mejor haberme callado, porque al final, me hizo quedar en ridículo delante de Onpu, Momoko, Aiko, Hana y Hazuki. Me marché con aire un poco ofendido y enfadado. Nos colocamos para hacernos la foto ante la puerta roja, cuando apareció Reika. Por supuesto, ella y sus escenitas. Conocía lo bastante bien a Reika para decir que tan solo apareció allí, delante de todos, para impresionar y parecer una estrella. Pero claro, la mayoría del elemento masculino del colegio prefería a Onpu Segawa, por lo que nadie se impresionó. Al menos tengo la suerte de que Doremi no es así de presumida. Pues bien, ella montó su escenita de turno, la cual, más que impresionar, molestó a todos.

Cuando Reika dejó de hacer el tonto y de dar explicaciones a todos, nos volvimos a colocar para la foto. Me coloqué lo más cerca posible de Doremi, claro. Cuando terminamos de tomarnos fotos en el templo, volvimos al autobús que nos había traído al templo para ir a otro sitio. Pero Hana y Momoko no aparecían. Doremi, que iba en el gallinero, justo detrás mía, se dio cuenta. La señorita Seki le dijo que fuese a buscarlas, así que se bajó del autobús para buscarla. La vi por el cristal de la ventana hasta que se fue tan lejos que quedaba fuera de mi vista. Volvió unos diez minutos más tarde con Momoko y Hana y, al parecer, muy animada.

¿Qué era lo que la tenía tan contenta? Ella empezó a hablar con sus amigas. Tenía que saberlo, la curiosidad me vencía. La escuché a hurtadillas.

- Pues bien, cuando nos conocimos, Akatsuki me dijo que yo le gustaba mucho, ¿no?

¿Akatsuki? ¿Quién diablos era Akatsuki? ¿Y qué hacía declarándose a Doremi, a mi Doremi?

- Y yo estoy enamorada de él. Ahhh.- Doremi tenía ya los ojos acaramelados, no lo podía soportar.- Akatsuki y yo estamos unidos por el destino, mira que encontrarnos en el viaje de estudios...

Ya no podía más, tenía que preguntar.

- ¿Akatsuki? ¡Ja! ¡Vaya desafortunado es si es el chico que te gusta!

- Tetsuya, deja de meterte en mis asuntos.

Claro, no podía decirle nada más. Me había dado calabazas. No hice más que volverme sin decir nada. ¿Quién se ha creído ese tal Akatsuki que era para robarme a Doremi? Hasta ahora Doremi había sufrido el rechazo amoroso una y otra vez, excepto una vez que, supuestamente, el hermano Maki, Suzo, se le declaró. Pero había oído que solo duraron un día como novios, así que no me preocupé por eso. Pero ahora era distinto. Un chico se le había declarado abiertamente a Doremi, y esta le correspondía. Y según le había oído decir a Doremi, llevaba tiempo enamorado de ella. Pero no podía rendirme, no señor, tenía que luchar.

Visto lo visto, nos fuimos a otro lugar de la ciudad, otro templo. Y tuvimos la desgracia de encontrarnos allí al grupo ese de Akatsuki y sus amigos. ¿Con que ese era Akatsuki? Era un tipo alto, aparentemente fuerte y pelirrojo. Y trataba a Doremi como un ángel. Daba verdadero asco. Por lo visto, los amigos de ese tal Akatsuki estaban enamorados de sus amigas: uno bajito y castaño no paraba de atender a Hazuki; otro alto, rubio y bastante enérgico quería llamar la atención de Aiko; y otro, también alto y enérgico, con el pelo verde intentaba impresionar a Onpu. Pero la reacción de las chicas para con ellos era totalmente opuesta a la de Doremi: mientras que Doremi correspondía los sentimientos de Akatsuki, ellas hacían caso omiso de sus admiradores. Pero aún así, eran bastante molestos.

Yo no soportaba que se metiesen con nuestras chicas, especialmente con Doremi. Me entró un ataque de celos repentinos y unas ganas locas de despedazar a aquel Akatsuki. Pero, al parecer, quién más llamaba la atención era el admirador de Hazuki. Había subido los escalones de la puerta del templo, colocándose en alto, para que se le viera bien, y sacó una trompeta, como la de Masaru, para tocar expresamente para Hazuki. Hazuki estaba roja, muerta de vergüenza, y pude ver entre la gente la expresión desafiante de Masaru, como si se hubiese tragado un limón, y que sentiría exactamente lo mismo que yo: unos celos capaces de asesinar a aquellos chicos. De repente, miré hacia donde estaba Doremi. Al menos no estaba con ese sinvergüenza de Akatsuki, sino con Hazuki y las demás, viendo como aquel chico tocaba la trompeta. Fui a mirar hacia donde estaba Masaru pero... ¡no estaba!

Busqué entre la gente. Por encima del cantar de la trompeta de aquel chico, empezaba a sonar la canción de Brilla, brilla, estrellita. Todos buscaban a la fuente de aquellos sonidos. Masaru estaba de pie, en un lugar más alto que el chico castaño, tocando la trompeta mucho mejor que él. El chico castaño, al ver que tenía competencia, tocó más y más fuerte... hasta que se quedó sin aire. ¡Bien por Masaru! Había hecho frente a la amenaza y le había vencido. Cuando bajó junto a los demás, Hazuki estaba aún más roja que cuando el chico castaño empezó a tocar. Masaru tenía la cara ligeramente subida de color, pero era algo sin importancia. Eso fue algo que, al parecer, no se le escapó a nadie.

- ¡Oh, mirad! Masaru ha tocado la canción de Hazuki expresamente para ella. ¿No es romántico?

Este comentario de Doremi hizo que Hazuki enrojeciese hasta las orejas, y que el color de Masaru subiese un poco más.

- ¡No me mal interpretéis! Tan solo he tocado por gusto.- dijo Masaru intentando defenderse.

No parecía una respuesta muy fiable pero, al fin y al cabo, Hazuki no le había pedido que tocase, y él estaba tocando bastante más lejos que el otro chico. Aunque Hana supo dar en el blanco.

- Dime, Masaru. ¿Es normal llevarse una trompeta al viaje de estudios?

Ahí Hana le había dado. Masaru se quedó sin habla, paralizado y rojo a más no poder. Pero, volviendo al castaño, Akatsuki y su grupo... Unas chicas aparecieron de la nada, llevándoselos con ellas. Se les oía decir que no se acercasen a otras chicas. "Bien, al menos algo tendrá a esos ocupados." pensé. Qué equivocado estaba. Esos chicos nos traerían en el futura muchos problemas, especialmente a mí. Pero al menos, tenía quién me apoyase. Pensé que Masaru y Takeshi me apoyarían en mi causa, así que fui con ellos. Les propuse defender a las chicas de la escuela primaria de Misora, pero rechazaron mi propuesta de pleno.

Bueno, al menos tuvimos un descanso de esos chicos. Vimos más cosas en Nara, templos y cosas de esas. Yo especialmente me lo pasé muy bien metiéndome con Doremi y haciéndola enfurecer. Al menos ella no sacó ese maldito nombre de Akatsuki. Por la tarde volvimos al hotel y nos dieron tiempo libre. Así que busqué a Doremi por todo el hotel. Hablé con las chicas por si la habían visto, busqué en la puerta del baño y de los servicios (porque no podía entrar)... Pero no aparecía. Pensé que se habría marchado con las chicas a dar una vuelta, así que bajé las escaleras para salir yo también del hotel. Y la encontré.

Estaba con sus amigas, en la planta baja del hotel, junto a una mesa de ping-pong. Por desgracia para mí, estaban con Akatsuki y sus amigos. Aiko jugaba al ping-pong con su admirador rubio. Iban muy igualados, y ambos jugaban muy bien. Pero Aiko le dio muy fuerte a la bola y metió el punto decisivo, ganando a su rival. Bien por Aiko. Al menos las chicas no irían con esos plastas.

Salieron a dar un paseo por los alrededores del hotel, así que las seguí. No estaba dispuesto a dejarlas ir y que, tal vez, se encontrasen de nuevo con esos plastas. Estaban en el mercado cuando Masaru llamó a Hazuki para comprar un regalo para la chica de se curso que estaba enferma. Ella estaba bastante cortada, pero aceptó. A Onpu también la llamaron unos fans suyos para hacerse fotos. Por supuesto, ella aceptó. También aparecieron las amigas mangakas de Aiko, que le dijeron que fuese a ver su nuevo manga. . Reika vino por detrás y se llevó a Momoko casi a rastras. Y Hana y Doremi se quedaron solas. Aquella era la oportunidad que había esperado para estar a solas con Doremi.

- Ejem, ejem.- tosí para llamar su atención.

Pero ella pasaba de mí.

- Ah, eres tú, Tetsuya.- prácticamente me ignoró. Se volvió a Hana y le habló a ella.- ¡Ay, Hana! ¡Qué hacemos tú y yo, dos chicas tan guapas, solas! ¡Cómo me gustaría ser indispensable para alguien!

Me quedé helado. Doremi me había ignorado deliberadamente. ¡Y cómo que no era indispensable! ¡Ella era indispensable para ! Estaba bastante herido, así que decidí irme solo al hotel. Cené lo más rápido que pude. Pero en la cena pude ver que Hana y Doremi no estaban. ¿Y si les había pasado algo? Estaba bastante preocupado por ellas, así que cené lo más rápido que pude para salir el primero. Me quedé junto a la puerta, para ver si entraban a cenar. Y aparecieron.

Había pasado ya media hora desde que tenían que haber entrado a cenar, así que la señorita Seki las castigó sin cena. Eso era propio de Doremi. Ay, Doremi y sus despistes. Decidí que ya había tenido demasiadas emociones por un día, así que me fui a mi habitación después del baño. Llegué el primero de mis compañeros, así que extendí los futones y me acosté. Estaba bastante cansado, y me quedé dormido enseguida.

Desperté bastante emocionado. Ese día íbamos a Kyoto, y tenía que aprovechar cualquier oportunidad para decirle a Doremi lo que verdaderamente siento por ella. Se me acaba el tiempo, y tengo que actuar rápido antes de que ese chico, Akatsuki, se convirtiese en el novio de Doremi. Bajé a desayunar. La encontré allí, hablando con sus amigas. La verdad, estaba tan guapa comiendo... Aunque era un poquito bruta en ese aspecto. Casi se atraganta comiéndose el arroz, por lo que yo, que estaba bastante atento, me levanté corriendo para darle las típicas palmadas curativas en la espalda. Claro, que todo el mundo sospechó de mí. Doremi me preguntó:

- Ahí va, Tetsuya, estás pendiente de todo. ¿Cómo te has dado cuenta de que me estaba ahogando si estabas al otro lado de la mesa?

Yo me puse bastante rojo, y no logré darle la respuesta. Volví rápidamente a mi sitio. Hazuki, Aiko, Momoko y Hana me miraban igual que Doremi, con expresiones confundidas en las que se podía leer: "¿Qué mosca le habrá picado?" Pero Onpu sonreía, como si supiese mejor que yo lo que estaba pasando. Bajé la cabeza al desayuno y me lo terminé rápidamente. No tenía ganas de aguantar la mirada pícara e inquisidora de Onpu.

Después del desayuno nos montamos en el autobús para ir al centro de Kyoto. Aprendimos bastantes cosas de los templos del lugar, y bastantes creencias.

Ahí metí la pata hasta el fondo. Íbamos bajando la colina de los tres años.

- A esa colina la llaman la pendiente de los tres años. Dice la leyenda que si te caes aquí, te ocurrirá una desgracia dentro de tres años.- decía la señorita Seki a Hazuki y Aiko, que estaban a su lado.

- Así que no hagáis el tonto, y ni se os ocurra caeros aquí.- dijo la otra señorita.

Maldita la hora en que se me ocurrió comerme un plátano en aquel sitio. Lo pelé y tiré la cáscara a la papelera. Pero como la tiré desde lejos, me salió mal el tiro y la cáscara se cayó al suelo sin yo darme cuenta. Todo pasó muy deprisa: Doremi corría cuesta abajo, pisó la cáscara y cayó de culo.

- Ay, que me caigo.- dijo, la pobre.

Se cayó. Todos los que pasaban la miraban raro, como si fuese una desgraciada pobrecita. Ella no paraba de preguntar qué desgracia podría ocurrirle. Hasta que la señorita Seki descubrió porqué se había caído. Llegó hasta donde estaba Doremi, miró al suelo y encontró la cáscara del plátano. La cogió y la puso en alto, dejando que todos pudiésemos verla.

- Lo más importante es averiguar quién puso esto aquí.- dijo la señorita Seki.

Todos miraban a su alrededor, esperando ver al tonto de turno que confesase. En ese momento supe lo que era ser un tonto. Por mi culpa, la chica que me gustaba sufriría una desgracia tres años después. Tan solo por mi torpeza y su despiste. Si es que somos la repera... Tenía que levantar la mano, porque sino quedaría como un cobarde.

- He sido yo.- le dije.

- ¿Tú, Tetsuya?- dijo Doremi, mirándome bastante enfadada. Me hizo sentirme tan mal conmigo mismo, que hubiese dado todo con tal de que aquello no hubiese ocurrido.- ¿Entonces, qué vas a hacer cuando algo malo me pase dentro de tres años?- parecía a punto de llorar.

No podía quedarme de brazos cruzados sin hacer nada. No quería que Doremi me guardase rencor por esa tontería. Así que se me ocurrió algo.

- ¿Señorita, me deja...?- le dije, quitándole la cáscara de las manos. La tiré al suelo.

- ¡Ay! Tetsuya, ¿qué vas a hacer?- me preguntó Doremi, con un tono de voz que determinaba que se preocupaba por mi estado de salud mental.

Después de tirar la cáscara de plátano al suelo, lo pisé con mi pié izquierdo, como hacía unos minutos había hecho Doremi. Me caí. Todos me miraban impresionados, tal vez sorprendido, y Doremi tenía una cara una expresión bastante rara.

- Escucha, Doremi. Si algo malo te pasa, tú tranquila, que yo estaré contigo.- le dije para que me perdonase y se quedase tranquila.

Ahora sí que se puso a llorar.

- ¡Si tengo que acabar junto a Tetsuya preferiría estar mil veces sola!- chilló mientras lloraba.

- Ay, mira qué eres antipática...- pensé en voz alta.

Aunque ahora estaba un poco mejor. Y Doremi no parecía haber dicho eso de corazón. Tal vez llorase de la emoción y dijese eso para guardar las apariencias ante el resto de la clase. Seguimos viendo otros templos y nos hicimos una foto. Yo decidí seguir a Doremi. Primero rezó con sus amigas y con la señorita en un templo. Según la señorita Seki, el que rezase allí con el alma en paz, adquiría sabiduría. Después, la señorita Seki nos dijo a todos que a partir de las seis teníamos tiempo libre, que procurásemos estar en grupos. No sabía que esa advertencia me haría mal en el futuro.

Pasamos por un puente bastante largo. La señorita Seki dijo que si mirábamos atrás, perderíamos la sabiduría adquirida en el templo. A Doremi le hicieron una advertencia sus amigas, pero de nada sirvió.

- Oye, se me acaba de ocurrir un chiste genial.- dijo un chico del trío SOS.

- ¿El qué?

- Mira, mira. Va un caracol por un camino. Y entonces, cuando llega a una curva, va y derrapa...- todos se quedan helados.

- ¡Mira, no vuelvas a contar chistes tan malos! ¿Eh?.- dijo Doremi, dándose la vuelta.

- Doremi, te habíamos dicho que no miraras atrás por nada del mundo.- le dijo Hazuki.

A partir de ese momento, la pobre se sintió muy desgraciada. Ya no estaba de tan buen humor como siempre, y tampoco tenía la alegría de siempre. Ya no veía los templos con la alegría de antes, parecía deprimida. Y la señorita Seki se dio cuenta de ello, porque se la llevó con ella cuando empezó el tiempo libre a la orilla de un lago, para hablar. Como yo estaba siguiendo a Doremi, además de que soy muy curioso, las seguí y las escuché.

- Venga, Doremi. Dime qué te pasa.- Le dijo la señorita Seki. Doremi estaba muy triste.

Yo me había escondido detrás de un árbol, para que no me pillasen.

- Es por lo de la cuesta y lo de la sabiduría, ¿no?- le preguntó la señorita.

- ¿Por qué tengo que meter siempre la pata de esta manera? Sé que nunca puedo hacer algo bien. Soy la persona más inútil del mundo mundial.

Eso no era verdad. Doremi era muy útil, aunque no se quiera dar cuenta. Tal vez un poco despistada, pero no inútil. ¿Y cómo que no había hecho nada bien? ¿Y el amuleto que yo compré, que lo había hecho ella? Además, si así fuera, habría repetido 5º de primaria...

- Vamos, Doremi, no exageres. Quizá no te hayas dado cuenta, pero posees grandes cualidades que nos gustan mucho a los demás.- Eso es verdad.

- ¿De verdad? ¿Cómo por ejemplo...?

¿Pero cómo podía Doremi preguntar eso? "Si yo estoy enamorado de ella, es por esas grandes cualidades: la amistad, la amabilidad, su simpatía, su generosidad... Además, es muy guapa, no lo voy a negar." Pensé en aquellos momentos. Cuanta razón tenía.

- Siempre que estás, los demás se sienten felices, y eres capaz de hacerte amiga de cualquier persona que veas desamparada.- "Tiene mucha razón."

- Y dígame, ¿eso es algo bueno, señorita?- dijo emocionada.

- ¡Pues claro! Te aseguro que para mí eso es algo mejor que sacar un cien por cien en un examen.

Y para mí, no te fastidia...

- Emmm, supongo que sí.- dijo Doremi, modesta.

- No lo dudes, te estoy diciendo la verdad, Doremi. Me alegro mucho de ser tu profesora.- En aquel momento, yo también me alegraba mucho de ser su compañero.

- ¿Qué?- Doremi estaba incrédula, casi se le salían los ojos.

- Gracias a ti, Kayoko ha vuelto a clase. Y gracias a ti, las alumnas que vinieron trasladadas, Aiko y Hana, han conseguido adaptarse rápidamente a sus compañeros. Y por eso te estoy muy agradecida.

¡Bravo por la señorita Seki! Había conseguido animar a Doremi. Y todo lo que le había dicho era cierto. Sin Doremi, Aiko, Onpu, Momoko y Hana apenas tendrían amigas. Y sin Doremi, que ayudó en la campaña electoral de Reika, Reika no sería presidenta del consejo escolar. Y sin Doremi, la clase de 6º-1º no sería tan divertida. Sin Doremi, Kayoko no iría a clases. Y sin Doremi, yo me sentiría muy solo...

- ¿Lo está diciendo en serio?- que seguía sin creérselo, la tía.- ¡Qué vergüenza me da!

- Ya estás actuando como eres tú. Vamos a comprar regalos.

- ¡Eso! ¡Regalos, regalos, regalos...!

Bien, mi misión había terminado. Doremi ya estaba contenta. Pero yo no sabía que en ese momento, aparecería alguien capaz de estropearlo todo, y ese alguien era...

- ¡Doremi!

- ¡Anda, pero si es Akatsuki!

¡Horror! "¿Akatsuki? ¿Qué demonios hace este chico aquí? ¿Y qué pretende hacer con Doremi?" Eso fue todo lo que pensé en ese momento. Sabía que tenía que actuar. ¿Pero qué hacer?

- ¡Doremi!

- ¡Akatsuki!

Lo único que hice fue ponerme entre los dos. Todavía llevaba las gafas que había usado para ir de incógnito en la misión seguir a Doremi. Me las quité, yo no era un cobarde. Por supuesto, Doremi se enfadó, y tanto que se enfadó. Seguro que me vio como el malo de la película que interrumpe a los tórtolos, en vez de al héroe que era por salvarla de las garras de Akatsuki.

- ¿Qué estás haciendo aquí?- dijo al ver quién era. Estaba furiosa. Pero yo estaba aun más enfadado. Y es que los celos pueden llegar a ser muy dolorosos.- ¡Tetsuya, has interrumpido una escena de amor de lo más romántica!- ¿Es que no se podía callar y dejarme el trabajo a mí?

- ¡Cállate, Tonta-remi!- Ni siquiera en esa situación podía dejar de meterme con ella. Aún así, se calló. Entonces, alcé un dedo amenazador hacia Akatsuki.- ¡Voy a proteger a las chicas de la escuela primaria de Misora!

- Doremi, ¿quién es este tipo?- Que no me tomaba en serio, el tal Akatsuki.

- Se llama Tetsuya Kotaki...- Pero no la dejé terminar.

- ¡Ya te he dicho que te estés calladita!- le dije. Al parecer, le acobardé tanto que solo pudo musitar un "Ah, si.", haciendo ver que se le había olvidado.

Pero en ese preciso momento tuvo que aparecer más gente. Maldita mi suerte perra. Onpu, Hazuki, Momoko y Hana, encabezadas por Aiko, aparecieron en la escena. Estaban bastante preocupadas, y Hazuki parecía un tanto asustada.

- ¿No te acuerdas que nos dijeron que no debíamos discutir con alumnos de otras escuelas?- me recordó Aiko. Ella parecía más bien enfadada, pero no me importaba. Iba a proteger a Doremi de las manos de ese niñato Akatsuki, y me daba igual que me castigasen.

- ¡Calla! ¡No soporto a niñatos como este! ¡Está molestando a nuestras chicas!- hay que ver lo posesivo que resulto a veces. Pero la interesada, es decir, Doremi, no decía ni pío. No sé si sería porque la intimidaba, porque pensaba que así no arreglaría nada, o porque en verdad quería que yo pelease por ella con Akatsuki.

- No nos queda otro remedio que tener un enfrentamiento.- dijo Akatsuki. "Prepárate, Akatsuki. Te van a humillar como nunca en tu vida." Ese fue el pensamiento que se me pasó por la cabeza. Mientras, Doremi...

- Se van a pelear por mí. Soy la heroína de esta historia. ¡Esto sí que es romántico!

Bueno, al menos Doremi lo había pillado. Tan solo había un juego en el que yo era el más hábil del lugar. Por eso elegí el juego en el que sabía que ganaría...

- ¡Qué están jugando al sumo!- observó Doremi.

Yo le iba ganando a Akatsuki. Pensé que en cuanto ganara, me declararía a Doremi en sus propias narices, y tendría que ver que soy yo el que se la merece, no él. Doremi me elegiría, y me sentiría como el mejor de todos... "Seré el mejor, el mejor." pensé. Pero de repente, mi muñequito empezó a retroceder inexplicablemente. Si seguía así, perdería, y no me lo podía permitir. Me imaginaba como Akatsuki besaba a Doremi para celebrar la victoria, como todos se burlaban de mí, cómo Doremi se reía de mí en mis propias narices. Perdí. Inexplicablemente perdí.

Estaba echo polvo, así que corrí ladera arriba. No iba a darle el gustazo a Akatsuki de saborear la victoria. Pero Doremi no se puso del lado de Akatsuki, como yo creía que haría.

- ¡Tetsuya!- ella también corría para alcanzarme mientras sus amigas se burlaban.- ¡Tetsuya!

Para mí, el que Doremi me siguiese significaba mucho, pero una derrota era una derrota. Eché a andar por el bosque hacia el hotel. Doremi me seguía. Y aunque por dentro estuviese furioso, ya no sentía celos de Akatsuki.

- Una victoria o una derrota depende de la suerte del momento.- me animaba ella.- Luchaste cuanto pudiste y justamente, así que no te deprimas. ¿Vale?

Doremi no sabía lo que significaban sus palabras de animo para mí.

- No dejes que esto te afecte.

Eso no lo había dicho Doremi. ¿Entonces quién? Me di la vuelta y vi que allí estaba la señorita Seki, junto a Doremi. Había aparecido de la nada. ¿Es que ella también había visto la pelea? Al parecer, sí, porque me dejó sin cenar. Iba a subirme al autobús cuando Akatsuki llamó a Doremi desde su autobús. ¿No tenía suficiente ese niñato con haberme ganado? Pero le dijo a Doremi algo de que se comportaría como un caballero. ¿Qué quería decir? Además...

- ¡Tetsuya, hice trampa en nuestro enfrentamiento, así que no dejes que te afecte la derrota!

Vaya, por eso me había ganado. Al menos, sabía que la próxima vez podría ganarle, a no ser que Akatsuki volviese a hacer trampa. Ya estaba mejor. Ahora sabía que Doremi no me había seguido por pena, sino porque ella sabía que si Akatsuki no hubiese hecho trampas, yo habría ganado. Me sentía mejor. Prometí que, cuando nos volviésemos a ver, nos volveríamos a enfrentar, esta vez sin trampas, algo que a Doremi le pareció muy bien.

Volvimos al hotel, donde hicimos las maletas. Después, el resto de los chicos bajaron a cenar. Yo me tuve que quedar en la puerta del comedor a esperar que todos terminasen de cenar a irnos al baño. Mientras esperaba, pensaba en Doremi. ¿Cómo podía decirle lo que sentía si siempre estaba con Hazuki y las demás? Si al menos no me metiese tanto con ella y me tomase como un chico considerado, aceptaría si le digo que tengo que hablarle a solas. Para mí, todo era difícil. Y aunque Akatsuki ya no estaba allí, me daba mucha rabia que a Doremi le gustase ese chico.

Todavía recuerdo la primera vez que vi a Doremi. Fue en la ceremonia de ingreso en primaria. Ella era muy bajita (bueno, yo también) y llevaba esos grandes moños. Si los comparabas con el resto de ella, resultaba que su peinado era más grande que el resto del cuerpo. Me dijo que se llamaba Doremi. Me reí de ella.

- ¿Doremi? Ja, ja, ja, ja. ¡Qué nombre más ridículo!- le dije.

Ella se puso a llorar, motivo para el que yo me riese todavía más de ella. Se enfadó mucho conmigo aquel día. No volvió a hablarme hasta que yo me hice pis encima. Ella no paraba de reír como una histérica, haciéndome enfadar. En aquel entonces le guardaba mucho rencor por eso, pero luego se me fue pasando.

Volviendo a lo mío, yo estaba en la puerta del comedor cuando vi pasar a las chicas. Las conté: Aiko, Hazuki, Onpu y Momoko. "¡Tonta-remi no estaba con ellas! ¡Esta es mi oportunidad!" Sabía que si me tenía que declarar, tenía que hacerlo en ese momento. Así que me lancé a ello. Subí corriendo las escaleras. No cabía en mí de la alegría. Me imaginaba a Doremi y a mí como novios, paseando por el parque; un poco más mayores, los dos en un parque de atracciones; nuestro primer beso; como estudiantes de universidad; casándonos; nuestra primera hija... Que alegría me daba aquello. Pero me llevé un chasco.

Fui hasta la puerta de la habitación que compartían Reika, Momoko, Hana, Doremi y otra chica. Supuse que estaba sola, porque las demás estaban abajo. Abrí la puerta y, como no quería parecer grosero, la llamé.

- ¿Tonta-remi, estás ahí dentro, verdad?- nadie me respondió, pero yo sabía que estaba allí. Abrí la segunda puerta y volví a llamarla.- ¿Puedo entrar, Doremi? Perdona, tengo que decirte algo...

Aunque no podía verme la cara, sabía que una sonrisa de oreja a oreja adornaba mi cara. Fue una pena que Doremi no la viese. Y no pudo verla porque estaba de espaldas. Me asusté un poco. Tal vez estaba enfadada. Pero cuando me habló con esa gélida voz, sí que me entró miedo.

- Ni se te ocurra. No te he dado permiso.- me encogí de miedo, por lo que pudiese hacerme.- Vete de aquí.

- Lo siento.- fue todo lo que llegué a decirle.

Ya sí que me asusté. Pensé que estaba enfadada, así que salí rápidamente de su habitación. Me volví a la puerta del comedor, lentamente. Iba muy deprimido. "Está tan enfadada conmigo que hasta ha dejado de hablarme." Tal vez Doremi estuviese enfadada por lo de que la interrumpí cuando estaba con Akatsuki, o tal vez por lo de la cuesta de los tres años. Tal vez solo estuviese enfadada porque entré en su cuarto sin permiso... Pero su tono no dejaba lugar a dudas.

Entonces, vi como Aiko y Hazuki salían corriendo del comedor. "¿Qué les pasa a estas dos?" pensé. Subieron rápidamente las escaleras. Y me volví a quedar solo en aquel pasillo. Pensaba... en todo lo que había pasado con Doremi. Habíamos estado en la misma clase desde 1º de primaria. Tal vez no nos conozcamos desde el jardín de infancia como Masaru y Hazuki, pero algo es algo. Hablando de Doremi...

Apareció de repente con Hana. Iban corriendo hacia el comedor. Pensé que tal vez no estuviese enfadada y accediese a hablarme. La llamé.

- ¡Hola, Tonta-remi!

- ¡No tengo tiempo de hablar contigo, quita!- fue todo lo que me dijo.

"¿Y a esta qué le pasa?" pensé. Ahora sí que estaba seguro de que estaba muy enfadada conmigo. Al parecer, terminó muy rápido de cenar, porque después, la vi salir muy rápidamente con Hana. Los demás salieron más tarde. Cuando salieron los demás, fui a darme el baño con ellos. Y cuando terminé de bañarme, fui a dar un paseo por la planta baja del hotel. Tal vez me encontrase con alguna amiga de Doremi para que me explicara lo que le pasaba a Doremi. O tal vez me encontrase con la propia Doremi.

Y la encontré. Iba por uno de los pasillos y ahí estaba Doremi. Tomó una esquina, así que fui corriendo a alcanzarla. Pero cuando giré, delante de mí no estaba Doremi, sino Hana. Bueno, da igual. Tal vez Hana aclarase lo que le pasaba a Doremi.

- ¡Hana, Hana!

La llamé. Ella se volvió.

- ¿Qué quieres, Tetsuya?- me respondió.

- Me gustaría hablar contigo fuera, un momentito.

- Tengo una reunión de delegados.- dijo mirando el reloj. Entonces miré el mío.

- No es hasta las ocho, y son menos veinte.

- Bueno, vale.

Salimos. La llevé al jardín trasero del hotel. Tenía que decirle que era lo que tenía planeado hacer, a ver qué me respondía.

- Verás, Hana... yo... ¿Puedo preguntarte una cosa?

- ¿El qué?

- Esto... yo... Quiero pedirte un favor.- Estaba muy nervioso.- ¿Podrías decirle a Doremi que siento mucho lo de la colina de los tres años?- Me volví para mirarla. Pero estaba sonriendo.

- No creo que Doremi esté enfadada por eso.- Me dijo sonriente.

- ¿Ah, no?- No me lo creía. Así que Doremi no estaba enfadada...

- Ya que estamos, quiero preguntarte una cosa. ¿Porqué te metes siempre con Doremi?- Sentía como enrojecía.- ¿Es porque se rió cuando te hiciste pis en la ceremonia de ingreso en la escuela?

- ¡¿Doremi te ha contado eso!- estaba abochornado.

- ¿O es porque te metió una rana debajo de tu pupitre en segundo?

- Así que fue ella la que puso la rana...

- ¿Entonces, por qué?

Como responderle. La respuesta era una sola: porque me gusta. Pero no puedo decirle eso a Hana.

- Verás. La explicación es muy larga. Tal vez me meta con ella porque simplemente, me gusta hacerla enfadar.- Hana se quedó muy confundida.- Pero lo que quería preguntarte era otra cosa.

- ¿El qué?

- Verás, yo me quiero declarar a una chica de la clase, pero no he podido hasta ahora. Creo que este es el momento oportuno, pero cuando busco a esa chica, está con alguien o no quiere hablarme... ¿Tú podrías ayudarme?

- ¿Y quién es esa chica?

Ya me estaba haciendo enrojecer otra vez. ¿Es que esta chica tiene poderes especiales?

- ¡¿No seré yo!- me preguntó alterada.

- No, tranquila mujer, que no eres tú.- Se calmó un poco.

- ¿Es Onpu? Porque ya sabes la de admiradores que tiene. ¿O es Aiko? Ella no siente nada especial por ningún chico. ¿O Hazuki? Ya sabes la amistad que hay entre Masaru y Hazuki, Masaru se pondría celoso y te apartaría de Hazuki a golpes. ¿O es Momoko? Ella tampoco tiene interés por nadie. ¿O es Reika? Ya sabes que ella lo único que quiere es hacer que todos se fijen en ella.- "Lo curiosona que es esta niña."- ¡Un momento, un momento...! ¿No será Doremi, no? Como estás tan celoso, supuestamente, de ese chico, Akatsuki...

- ¡Vale, vale!- Exploté. Mi cara iba camino del morado.- Es... es... Doremi.

Hana se quedó de una pieza. Al parecer, no se esperaba esto. Parecía como si le hubiese dicho que era ella, en vez de Doremi.

- ¿Qué... qué... qué te gusta... Do... re... mi?

- Sí.

Estaba a punto de desmayarse. Y se desmayó. Tuve que cogerla para que no diese contra el suelo, la tumbé suavemente en el suelo e intenté despertarla. Después de cinco minutos llamándola, despertó.

- ¿Doremi?- parecía que todavía no lo asimilaba.- Así que te gusta Doremi... y te quieres declarar.

- Sí. ¿Podrías reunirnos para que yo pudiese hablar con ella?

- Sí, sí...- parecía confusa, pero se lo pensó.- Tenemos hasta las diez antes de acostarnos, y la reunión termina a las ocho y media...

- ¿Qué tiene que ver la reunión?

- Pues que hasta después de la reunión no puedo avisarla. A las nueve menos cuarto aquí, ¿vale?

- Vale. Bueno, pues, eso es todo. Adiós.

Me fui corriendo. Al parecer le había afectado un poquito lo que le había dicho. Pero bueno, al menos podía hablar a solas con Doremi. Fui a mi habitación. En mi declaración tenía que estar bien guapo. Mis compañeros no sabían qué estaba haciendo. Masaru y Takeshi se preocuparon por mi estado de salud al verme coger la ropa más elegante que tenía: unos vaqueros y una camiseta iguales a los que llevaba, pero limpios. Cogí la gomina, el peine, el agua de colonia, el cepillo y la pasta de dientes. Cuando salí del baño, estaba inmaculado y listo para la cita. Todavía quedaba media hora para que fuese la hora prevista, así que fui a la recepción, me senté y me puse a leer una revista. Cinco minutos antes de la cita, sonó la alarma de mi reloj y me dirigí al jardín trasero.

Estaba muy nervioso. ¿Y si me entraba miedo y no llegaba a decírselo? ¿Y si me rechaza? Esperaba no tener que volver a declararme a ninguna chica. ¿Y si se reía de mí? En estas estaba cuando apareció Doremi. Parecía sorprendida, pero a la vez nerviosa. Estaba más guapa que nunca. Tan solo llevaba la camiseta y el pantalón de siempre, pero a mí me parecía que llevaba la ropa más elegante y bonita que se pudiese imaginar. Igual que el peinado: llevaba los moños de toda la vida, pero me parecía que llevaba el mejor peinado que existía en el mundo. Y olía a... perfume, a rosas... a Doremi. Y su cara, simplemente, era preciosa. Brillaba como nunca.

- Me ha dicho Hana que querías verme.- olfateó el aire.- Oye, ¿qué te has echado?

- Es... tan solo es agua de colonia.- Me sonrojé.- Oye, que quería preguntarte... ¿No estarás enfadada conmigo, no?

- ¿Por qué iba a estarlo?- parecía confusa.

- Porque cuando antes entré en tu habitación...

- ¡Ah! ¡Eso! Es que no quería que nadie entrase, por eso...

- Ah ya... y esto... oye, que...

- ¿Qué?

- ¿Qué relación hay entre ese tal Akatsuki y tú?

- Somos amigos y ya está. Yo le gusto a él y aunque él no me guste a mí, me alegra porque yo nunca le había gustado a nadie.- me dejó algo más tranquilo.- ¿Y a ti qué, te gusta alguien, Tetsuya?

No parecía la Doremi de siempre. La Doremi que yo conozco habría venido enfadada, no tendría ese tono tan amistoso y me habría preguntado cosas avergonzantes para hacerme rabiar.

- Pues sí. ¿No te lo ha dicho Hana?

- ¿Hana? ¿Acaso te has declarado a Hana?

- ¡No! ¿Cómo piensas eso?- otra vez me ponía rojo.

- Pues no sé.

- Oye, Doremi...

- ¿Sí?

Tenía que hacerlo, y tenía que hacerlo ya. Esta es mi oportunidad.

- Doremi, tú me gustas mucho.

Se quedó de una pieza. Reacción de Hana Reacción de Doremi. Si es que estas dos parecen gemelas. Se me desmayó. También la sujeté para que no se cayese, pero a diferencia de Hana, esta despertó en cuanto la cogí.

- Que tú... que yo... ¡Qué a ti te gusto yo!

- Sí. Siento mucho haberte conmocionado.- la puse de pie.- Si no tienes nada que decirme, me voy.

No estaba rojo, y tenía una sonrisa, pero aún así estaba avergonzado y decepcionado. Eché a andar. Cuando había dado unos cuantos pasos, alguien cogió mi mano. Vi que Doremi estaba a mi lado y me sonreía.

- Entonces, querrás que salga contigo, ¿no?

- Mayormente, sí.

Ella me sonreía como nunca lo había hecho.

- Considérame tu novia, que yo te considero mi novio.- me dijo con una sonrisa, antes de irse.

Yo estaba muy contento. Al fin Doremi era mi novia. La próxima vez que Akatsuki viese a Doremi, yo estaré a su lado. Fui a mi habitación, me puse el pijama y me acosté. Aquella noche tuve dulces sueños.

Por la mañana fui el primero en despertar y bajar a desayunar. Tenía un hambre que me moría, pero no podía empezar a comer, al menos, hasta que llegase alguien. Y apareció. Allí estaba Doremi, en la puerta del comedor, con Hana. Hana se fue a las mesas de enfrente, y Doremi vino a sentarse a mi lado. Sonreía.

- Con que has sido tú el primero en levantarte. Tendrás mucha hambre porque anoche te quedaste sin cenar.

- Pues sí.

- Entonces, vamos a comer, que yo también tengo mucha hambre.

Empezamos a desayunar muy contentos. Poco a poco fueron llegando los demás. Me fijé en que Aiko, Onpu, Momoko y Hazuki se sentaban al lado de Hana y nos señalaban, seguramente preguntándole a Hana por qué Doremi estaba conmigo.

Aquel era el último día del viaje de estudios, así que esa mañana dimos un último paseo por Kyoto. Seguramente Doremi les había dicho a sus amigas que nos dejasen a solas, porque estuvimos juntos todo el día. Ella iba cogida de mi mano, sin importarle el qué pudieran pensar. A veces nos metíamos el uno con el otro, pero acabábamos riéndonos.

- ¡Eh, Tonta-remi! Mira...- le dije señalando a un Buda gordo.- Así de gorda llegarás a ser si sigues comiendo de esa manera.

- Y tú, Tetsuya, acabarás como la arena del suelo si no dejas de meterte conmigo.- me dijo.

Comimos los dos juntos y compartimos la comida. Después de comer teníamos un poco de tiempo libre, así que ella se fue con sus amigas, y yo me fui con mis amigos, que no paraban de preguntar si éramos novios o algo así.

Después tuvimos que montarnos en el tren de regreso a casa. Estuvimos muy bien. Yo me había sentado con Doremi, Hana y Mutsumi, y jugábamos a las cartas. Nos lo pasamos muy bien. Pero claro, Doremi se cansa a veces en este tipo de viajes, así que se durmió en mi hombro. Cuando se despertó, casi habíamos llegado a Tokyo. Nos bajamos del tren y nos despedimos. Ella se fue con Hana, y yo me fui por el otro lado de la calle.

Desde entonces hasta ahora, somos novios. ¡Ah! No he especificado cuando es ahora. Ahora es un mes después de lo que ocurrió. Doremi y yo seguimos siendo novios, y ese Akatsuki aún no ha aparecido por aquí. Doremi y sus amigas siguen en la Tienda Mágica, y a veces voy a visitarlas y compro una bufanda o algo. Doremi sigue tan patosa como siempre. Pero ahora somos muy felices, y esperamos seguir siéndolo cuando pasemos al instituto.