El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como todos los símbolos y elementos relacionados, son propiedad de Warner Bros., 2000


Tus días están contados

Capítulo noveno

"Hermione, detente por favor. No sigas con esto, quieres?" Ron dobló la revista y la lanzó sobre la canastilla con revistas junto a su sillón, luego apoyó su cabeza en su mano. "¿No te das cuenta que todo esto... duele?"

"Pero..." masculló ella, desconcertada.

"¿Pero qué, si no hago nada más que quedarme en el barco que no va a ninguna parte? No sé lo que quiero, no sé lo que no... Mi vida es una maldita ruina, y el problema es que ya hay demasiadas personas involucradas que estoy hundiendo conmigo"

"Ron..."

"¿Qué clase de ejemplo voy a ser para mi hijo, Hermione? A veces pienso... que simplemente debería tirar todo por la borda y acabar con todo esto de una vez por todas. Porque yo siempre soy el problema"

"Pero Ron..." A Hermione se le habían humedecido los ojos. ¿Cómo Ron podía pensar eso?

"Ahora es peor. ¡Soy padre, maldita sea¿Pero, crees que soy feliz?. ¿Crees que soy aunque sea un poquito feliz?"

"Ron, escúchame" Hermione le tomó la mano a Ron y la apretó fuerte, obligándolo a verla a los ojos. Ron igual parecía a punto de llorar, pero ella sabía que no lo haría. "Yo no sé qué habrá pasado contigo desde el día en que me fui a Holanda, de verdad que no sé. Lo que sí sé es que me cambiaron al Ron Weasley que yo conocía. A MI Ron que siempre andaba en las nubes y que llevaba su vida de la mejor manera posible a pesar de todos los obstáculos que le se le iban interponiendo"

"Ese Ron murió, Herms. Murió y está enterrado a kilómetros bajo tierra"

"Eso es mentira. Yo sé que ese Ron sigue dentro de ti o perdido en alguna parte, y aunque a ti te pareciera el Ron más imbécil e irresponsable del mundo, creo que te faltó rescatar todas las cosas buenas de él, que eran la mayoría, estoy segura..."

"¿Un Ron miedoso que no se atreve a enfrentarse a nadie de verdad?"

"¿Y acaso ahora sientes que sí te enfrentas a las cosas, sientes que..."

"¿QUIERES QUE GRITE MÁS ALTO, QUIERES QUE LLAME A ALGUIEN?"

Se escuchó claramente en toda la sala la voz de Clarissa gritando desde adentro de la habitación. En menos de dos segundos Ron ya estaba de pie y se dirigía a abrir la puerta, seguido de su mamá y más atrás por el resto.

"...POR LAS BUENAS!"

En el instante que Ron abrió la puerta, Clarissa se quedó muda mirándolo con los dientes y los puños apretados. El bebé lloraba en el carrito donde lo había traído la enfermera.

"¡Pequeño!" soltó la señora Weasley, y corrió a atender al bebé.

"¿Qué pasa?" preguntó Ron, mirando serio a su novia, luego a Sean.

"Yo ya me iba" masculló como toda respuesta Sean, perdiendo cualquier dejo de amabilidad que se le hubiera visto antes.

Tomó sus lentes de sol de la mesa que estaba a su espalda, se los puso y muy rudo salió de la habitación, bajo la atenta mirada de Ron, quien se volteó hacia Clarissa de nuevo.

"¿Me vas a explicar qué pasó, o no?. ¿Y por qué gritabas de esa manera?"

Clarissa lanzó una mirada a los presentes en la sala más los Weasleys que se peleaban en la puerta para tener una mejor vista del suceso. Ron comprendió que no quería hablar delante de todos así que en breves palabras dijo que salieran de la sala y a su madre que se llevara al bebé por unos minutos. Obedecieron y pronto se quedó solo con Clarissa.

"¿Y? Estoy esperando" Se cruzó de brazos.

"Ronnie, no tengo idea de qué pasó. Me descontrolé y..." Unas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.

"¿Pero por qué gritabas?" Ron rodeó la cama y llegó hasta la cabecera, donde se sentó en una de las sillas y esperó a que su prometida se secara las lágrimas con la sábana.

"Fue una tontería... Sean... quería tomar a nuestro niño... pero yo no quería dárselo porque se le podía caer, pero él me lo quitó igual de los brazos y... lo empezó a mecer descuidadamente... me asusté y empecé a gritar, así que él lo dejó en el carrito..." Seguía derramando lágrimas.

"¿Segura?" preguntó, sacando un pañuelo del bolsillo y pasándoselo.

"¿Por qué dices eso?" preguntó ahora ella, mirándolo con detenimiento, dolida. "¿No me crees?"

"Claro que te creo, Clarissa, pero..."

Y ahora que lo pensaba... ¿Por qué dudaba de ella? La verdad era que no, por un extraño motivo que no se podía explicar... Algo le decía desde lejos que ella mentía. Pero no, no podía estar pensando en eso, no podía no confiar en la mujer con la que iba a casarse, así que desechó esa duda de su mente como pudo. Y besó a su novia. Después de todo, era así como debía ser.

"¿Pero?"

"Nada, olvídalo"

Y las lágrimas querían sucumbir sus ojos otra vez. Hermione cerró la puerta con cuidado y miró a la señora Weasley, que la miraba a ella.

"¿Todo bien?"

"Sí" respondió Hermione, intentando sonreír pero sin poder hacerlo.

Nadie la había mandado a quedarse viendo -espiando, mejor dicho- por la pequeña abertura de la puerta mal cerrada. Y nadie, tampoco, la había mandado a enamorarse de una forma tan grande y tan fuerte que no podía remediar de ningún modo. Se acomodó el bolso -se le estaba cayendo- y fue a sentarse junto a Harry, apoyando su cabeza en el respaldo de la silla y mirando el techo, intentando a toda cosa que las lágrimas no terminaran por salir.

"La culpa no es tuya, Hermione" dijo la voz de Harry a su lado, como leyéndole el pensamiento.

"Entonces dime si un día dejaré de sufrir por lo mismo de siempre..." susurró ella en respuesta.

"Sólo cuando lo superes"

"¡No voy a poder!"

"Recuerda que alguna vez tú misma lo dijiste: nunca digas 'no puedo' porque siempre se puede"

Pero ella estaba segura de que esta vez el famoso dicho no se aplicaba.

Hermione se enderezó y vio a Molly dirigirse hacia la habitación con el bebé en brazos, de seguro para devolvérselo a su madre. Era todo tan confuso; ella, en un hospital, a los 23 años, visitando a Ron y a su novia porque han tenido un bebé. ¿Era así, acaso, como ella se proyectaba siempre o desde tan sólo cuando regresó del país de los molinos y tulipanes y se dio cuenta de que todo estaba perdido?

"Si no puedes contigo misma, no vas a poder con nadie"

Y así era.

"Ron, tú me amas, verdad?"

Clarissa había dejado de llorar, pero aún temblaba y su voz vacilaba ligeramente. Y así, siendo directa, fue que le preguntó a Ron la –valga la redundancia- pregunta que puede causar la mayor cantidad de reacciones distintas en todo el mundo. Y él, claro, sabía más que de memoria la respuesta, pero no podía decirla así como así, menos en ese momento cuando a su novia le podía dar un colapso nervioso en menos de un segundo. Ahí fue cuando entró su madre a la habitación para darle el bebé a Clarissa, y ella empezó a mirar a su bebé. Ron sólo pudo pensar 'salvado por la campana' cuando ella cambió el tema.

"Espero que ahora que nació nuestro hijo puedas pedir un poco más de tiempo libre en el trabajo, así estar más tiempo en casa. Yo no voy a poder sola"

"Lo sé, y no te preocupes, voy a estar contigo cuando lo necesites, que de eso no te quepa duda" No sabía de dónde había salido eso. Clarissa sonrió.

"Gracias, Ron. Eres el mejor novio que alguien pueda tener" Al terminar de decir esto besó a su bebé en la frente, que ya se quedaba dormido. "Si quieres puedes volver al departamento. No has descansado nada desde anoche"

"Pero, y tú?"

"No, ahora estoy bien. Este hospital está lleno de sanadores que vendrán corriendo si lo requiero. Tú ve y duerme"

"Bien. Bueno, entonces... adiós"

Le dio un pequeño beso en la boca a Clarissa, besó a su hijo en la frente y desapareció. Una vez en su departamento se quitó la capa, la colgó del perchero y fue por una cerveza de manteca a la cocina. Luego regresó a la sala y se sentó en su sillón favorito.

No podía ser verdad todo lo que le estaba pasando y menos lo que estaba sintiendo. Todo era tan normal, todo iban tan bien, hasta que Hermione regresó de Holanda. Y vaya sorpresa que le había dado.

.:Flashback:.

Esa mañana de un día de verano, en pleno Julio, Clarissa tenía control médico en San Mungo. Ron, habiendo pedido el día libre anticipadamente en el Ministerio, la acompañó. A la salida ella había dicho que no quería almorzar en la casa y que una amiga le había recomendado un nuevo restaurante en el Callejón Diagon y él, por complacerla, como siempre, aceptó y la llevó. Después de almuerzo salieron a caminar y vitrinear por las variadas tiendas del callejón, comprando un par de cosas para el bebé; andando por aquí y por allá llegaron a una tienda de túnicas donde Clarissa se puso a ojear por unas para su hijo. En determinado momento, Ron fue a ver las túnicas para magos, recordando que necesitaba una de ellas y más tarde al buscar a su novia y verla tan enternecida mirando un trajecito amarillo le dieron unas ganas enormes de abrazarla y de hecho así lo hizo. Le hacía cariño en la panza, la besaba y bum! Se escuchaba un par de perchas con sendos vestidos caer súbitamente al suelo, que le hizo levantar la vista y hacer que el corazón se le detuviera. Por una milésima de segundo –o menos- sus ojos encontraron aquellos color miel que tan bien recordaba, y al darse la chica media vuelta para salir corriendo vio también su brillante melena castaña. No podía ser otra.

"Amor, es idea mía o esa chica era tu amiga Hermione, la de las fotos?" preguntó Clarissa, después de unos segundos.

"No podría estar más seguro" contestó él, despacio, negando con la cabeza y con la vista aún fija en la puerta por la que la chica hace unos instantes había salido.

.:Fin del Flashback:.

Levantó su varita de la mesita de teléfono y apuntó la radio, encendiéndola.


...why are we

Strangers when

Our love is strong

Why carry on without me?...



Suspiró y siguió recordando.

.:Flashback:.

Más tarde ese mismo día, cuando ya estuvo de regreso en casa leyendo una revista de escobas, recibió carta de su hermana, que en vez de destinatario tenía en tinta roja sangre un tajante:

NO LEAS ESTO ENFRENTE DE NADIE

Ron se excusó yendo al baño y se encerró dentro. Quitó el pañito de adorno de un taburete y se sentó. Procedió a abrir la carta y con eso no pudo más que confirmar lo que había visto. Decía más o menos así:



Querido Ron:

A que no logras adivinar quién está en Londres. Muy campante se apareció esta mañana en mi cubículo

la desaparecida señorita Hermione Granger, la que se tardó unos... digamos tres minutos en preguntar

por ti. Y déjame decirte... unos treinta minutos en ponerse eufórica pidiendo explicaciones que, claro,

no le di. Así que vete preparando.

G.W.

P.D.: Quizás mañana haya almuerzo o cena en casa de nuestros padres; y quizás, también, si te dignas

a aparecer, puede que sea tu primer encuentro con ella después de dos años. Estás advertido.


La hoja le resbaló de las manos y junto al sobre fue a parar directamente al piso. ¿Qué rayos iba a hacer ahora?. ¿Iría, no iría?. ¿Enfrentaría directamente 'el problema' sin desfallecer en el intento? Iba a costar, eso lo tenía más que asumido... No podía más que ponerse de frente a Hermione y decirle todo, absolutamente todo y esperar su reacción. Nada más.

.:Fin del Flashback:.

Las cartas ya estaban echadas hace rato, pero Hermione aún no había demostrado cualquier cosa, sólo que –para él- con el dichoso viajecito no había sido él quién cambiase; ella había cambiado. Caprichosa, atrevida, agrandada e insensible, para nada parecido al perfil que toda la vida tuvo de ella. Pero si algo tenía claro ahora, era que no podía vivir el resto de su vida así; martirizándose por un amor que no fue, que pudo ser, y que ahora no había posibilidad de volver al pasado y cambiarlo todo.

La canción en el radio había cambiado.



... Somebody save me

I don't care how you do it

Just stay, stay...



Se levantó, recorrió el pasillo en penumbras, fue a su habitación y encendió a tientas la lámpara eléctrica sobre la mesita de noche. Descolgó una llavecita que llevaba prendida del cuello y abrió el cajón de la misma. Sacó un pequeño sobre de terciopelo rojo que abrió con cuidado, y de él dejó caer sobre la mesa un anillo de plata con una piedrita tornasol incrustada; el anillo que Hermione había olvidado hace poco más de un par de semanas en la pizzería. Lo tomó por un borde y lo giró, observándolo. ¡Tantas veces que lo había visto desde su juventud en adelante en el dedo anular de la mano derecha de la castaña! Y ahora ni siquiera había sido capaz de preguntar por él. ¿O la cuidadosa Hermione Jane Granger realmente no se había dado cuenta, si con suerte se lo sacaba para dormir antes de irse? A Holanda, el nicho de todos los problemas... sus problemas. Pero no más. ¡No más, por favor, basta de tortura!



...Come on

I've been waiting for you...



Metió el anillo en el sobre, y éste rápidamente en el cajón, que procuró volver a cerrar con la llavecita, apagó la lámpara y regresó a la sala de estar, donde se sentó junto a una ventana, mirando el cielo oscuro y estrellado.

Oscuro y estrellado se veía el cielo también desde la ventana de la habitación de Hermione. Hace ya varias horas que habían llegado del hospital. Habían almorzado en el casino del recinto y en la tarde fueron de compras a las tiendas muggles por un regalo para el nuevo bebé, claro que aprovechando también comprar cosas para ellos mismos. Y ella seguía sin sentirse bien. La noche anterior bien habría vendido su alma al diablo con tal de vivir la vida de otra persona. Ahora ese sentimiento no variaba demasiado. ¿Era alguien capaz de aguantar tanto?. ¿Qué debía hacer con su vida?. ¿Seguir, cambiar? O como había dicho Ron tristemente esa mañana... acabar con todo. Que cruel, que feo y terrible sonaba eso, pero algo de razón tenía el pelirrojo. Quizás era mejor ser cobarde y cortar el problema de raíz y ser valiente para enfrentar a propósito algo tan grande como la muerte. Ella no era así, nunca fue así. ¿Por qué voltear la hoja ahora? Ahora, que era adulta, supuestamente madura e independiente. Recordó una novela que no hace mucho había leído. En ella, la protagonista pasaba de ser la más correcta de las señoritas del feudo al más funesto de los desastres, y sólo por amor. Seis siglos después, la descripción calzaba perfectamente con la suya.

"¿Hermione, estás ahí?" escuchó que decía Ginny, barriendo la mano entre sus ojos y la ventana. Se dio vuelta y algo desconectada la miró con la boca abierta.

"¿Qué?"

"Si quieres chocolate..." respondió Ginny con voz cansina, dándole un pedacito de la tableta que tenía en su mano.

"Gracias... y perdona" se disculpó Hermione, volviendo en sí y levantándose de la silla. Apagó el cigarrillo en el cenicero y probó el chocolate, sintiendo al momento del contacto con el gusto cómo el sabor se extendía por su lengua y la reconfortaba completa. Sonrió. "¡Delicioso!. ¿De qué es, de dónde lo sacaste?"

"No sé, me lo regaló Harry en el centro comercial" Se ruborizó. "Pensé que te gustaría, te has visto tan desanimada"

"Y qué más esperabas"

"Bueno, es cierto" dijo Ginny, encogiéndose de hombros y regresando a la cocina, seguida de Hermione, donde Harry preparaba la cena: espirales de pasta con salsa blanca.

Entre las dos pusieron la mesa y se sentaron. Harry sirvió, se sentó también y empezaron a comer.

"Mmm... Harry, esto está yummy!" Harry levantó el pulgar, sonriendo. "Se te da muy bien la cocina"

"Pues que bueno que sea así, porque con suerte puedo preparar desayuno, y no queremos una familia desnutrida ni obesa por comer sólo chatarra, o sí?" comentó Ginny muy natural.

Harry dejó de masticar en ese segundo y las dos lo miraron. Hermione jamás lo había visto enrojecer tan de súbito, que le dio un incontrolable ataque de risa que a la vez hizo sonrojar a Ginny, quién murmuró algo como 'Hipotéticamente hablando, por supuesto'. Harry tomó un vaso de agua al seco y el sonrojo fue bajando gradualmente. Siguieron comiendo en silencio, luego al terminar y dejar las cosas lavando fueron a ver TV (una sitcom norteamericana) hasta ser interrumpidos por el timbre.

"Yo abro" dijo Ginny, levantándose y yendo a la puerta sin despegar los ojos de la TV. Pero al abrirla y escuchar un 'hola' se vio obligada a mirar quién era. Jacqueline. Qué peor.

"¿Está Harry?" preguntó la chica, mirando sobre el hombro de Ginny hacia la salita.

Harry la miró y se levantó de su asiento para ir a saludarla, ignorando inconscientemente a Ginny, quien aún sostenía la puerta con los ojos clavados en Jacqueline.

"¿Qué tal?"

"¿Podemos hablar un poquito aquí afuera?" Serán sólo unos segundos..."

Harry asintió y miró a Ginny, la que cerró la puerta y se giró con lentitud hacia Hermione, quien de inmediato apagó la TV.

"¿Viste eso?" musitó la pelirroja y, a pesar de estar un poco lejos, Hermione notó que los ojos de Ginny se llenaban de lágrimas.

"¡Ay, Gin!"

Hermione fue donde ella y le dio un gran abrazo. Ginny empezó a llorar silenciosamente.

"¿Pasó algo malo?" preguntó Harry.

"Mira..." Jacqueline ladeó la cabeza, pensando. "Necesito que me hagas un favor..."

"¿Qué favor?" preguntó Harry, bruscamente.

"Es mi hermano" Puso lo ojos en blanco. "Ya sabes, el que está en el hospital... psiquiátrico..."

"¿Sí?. ¿Qué le sucede?"

"Necesito... comprarle... un aparato que en aquel hospital no tienen y... Tú sabes que con su enfermedad mi sueldo ya se me hace escaso..."

"¿Quieres que te preste dinero?" intuyó Harry.

"También sabes cómo me avergüenza tener que hacer esto, pero..." bajó su voz a un susurro. "Sí"

"Bueno, entonces..." Harry miró de reojo hacia atrás. "Espérame un ratito, deja ir a buscar... ¿Cuánto necesitas?"

"Como... ¿70 galleons?"

"70!" Este... Ok. Deja ir y... firmarte un vale, pues..."

Harry tocó la puerta un poco aturdido. Hermione le abrió y éste fue directamente a su cuarto, donde buscó una orden de retiro de dinero de Gringotts que firmó rápido y regresó con ella en mano a la sala. Allí se percató de que Ginny estaba sentada mirando hacia el horizonte con una taza de humeante poción antidepresiva en las manos.

"¿Qué..." iba a preguntar, pero Hermione le hizo unas señas con la mano de que se callara y que la dejara.

Harry salió del departamento y le dio el vale a Jacqueline.

"Ojalá le sirva a tu hermano"

"Ojalá..." repitió ella, sonriendo a la vez que observaba el vale. "Muchísimas gracias, Harry" Levantó la vista, sonriendo embelesada, lo que hizo que Harry también sonriera. "Te juro que te pago lo antes que pueda"

"¡No! No, cómo crees, no te preocupes por eso. Ya tienes suficientes problemas..."

"¿Pero, de verdad?"

"Sí, de verdad son tuyos, tu hermano lo necesita"

"Sí. Gracias otra vez, Harry"

Se despidió besándolo en la boca, dejándolo algo atolondrado, y luego se marchó yendo hacia el ascensor. Harry observó unos segundos aquel lugar y al voltearse se encontró con una Hermione muy cruzada de brazos con la mitad del cuerpo fuera de la puerta y el seño fruncido. Harry sólo caminó hacia ella.

"¿Me puedes decir qué es lo que pretendes?"

"¿Cómo?"

"Eso. No te vengas a hacer el que no sabe ahora..." Se entró y desapareció camino a su pieza.

Harry alzó una ceja, cerró la puerta tras de sí y su vista viajó automáticamente hacia Ginny, quien seguía en el mismo lugar y en la misma posición. Sintió una leve puntada en el pecho al verla así, tan triste... ¡sí hacia apenas tan sólo cinco minutos estaba perfectamente bien!

Se acercó y se agachó frente a ella, obligándola a verlo. Y los ojos color avellana de ella ya de antes un poco húmedos, desprendieron una lágrima solitaria.

"¿Ginny, por qué estás así?" le preguntó bajito.

"Nada importante" respondió segundos más tarde con voz quebrada.

"Tiene que ser importante para que te encuentres así" dijo a su vez Harry, y con una mano tomó una de las de ella, mientras que con la otra le secaba el rastro de la lágrima que acababa de salir.

Ginny sintió cómo se le erizaban los pelillos de la nuca al sentir el contacto con la piel de Harry. Cosas así le hacían perder la razón por completo, cosas así la hacían sentirse como la jovencita tonta, insegura e impulsiva que alguna vez fue. Y Harry, para qué decir otra cosa, pensaba que a pesar de lo trastornada que se podía ver Ginny en ese momento -con los ojos algo hinchados y tan pálida que casi se hacía transparente- aún era la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra; cosa que hasta ahora no se había dado cuenta, o si es que ya lo había hecho, no había sido capaz de admitirlo.

"¿Harry, te puedo preguntar algo?"

"Ya lo hiciste" sonrió. Ginny tragó saliva, ya que Harry le había tomado ambas manos. "A pesar de eso, tienes derecho a hacer una segunda"

"¿Tú... me... Tú me..." Tomó aire mirando al techo y volvió a mirar a Harry. "¿Me quieres?"

Continuará...


Nota de la autora: Y adivinen lo que le va a responder Harry, jajaja. ¿Qué tal? Amo este fanfic, juro que lo amo, no sé que me pasa, y ahora que voy publicando me doy cuenta de las sorpresitas que se van a llevar. Hoy no puedo responder reviews, pero les responderé a todas en general. ¿Apostando a que Sean es el padre del bebé de Clarissa? Ok, crean lo que quieran, no olviden que esta autora está mal de la cabeza y la historia en cualquier momento puede dar un giro que va a matar a más de un pájaro. ¿Querían ver H/G? Ya lo tienen pero se viene mucho más. Relájense, faltan varios capítulos todavía para terminar. Las interrogantes siguen abiertas, y espero sus reviews de este capi, porque para quienes no sabían EL DOMINGO 31 ES MI CUMPLEAÑOS n° 17! n.n me estoy convirtiendo en anciana poco a poco, xD. Un abrazo para todos y felices vacaciones para quienes las tienen (y felices clases para las que terminan sus vacas de invierno esta semana como yo xD). Bye!