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Tus días están contados
Capítulo 11: Tres hurras para Hermione"¿Señora, le ayudo en algo?" le preguntó una vendedora sacándola de sus conjeturas.
"Señorita" la corrigió. "Y no, gracias. Estaba mirando solamente" La vendedora se marchó algo ofendida.
Hermione salió de aquel lugar y se regresó al departamento para arreglar un poco las cosas y descansar de esa agitada mañana.
Ginny llegó a las 9 de la noche al Ministerio a dejar unos papeles después de todo un día dedicado a su primera misión importante: averiguar el paradero de un traficante de varitas mágicas que revendía a los muggles como simples varitas de magia. Se le veía cansada y pálida, pero feliz. Ya estaba lista para volver a casa cuando vio a su hermano cruzar por el desértico pasillo (ya no iba quedando nadie) y le gritó:
"¡Hey, Ron!"
"¿Sí? Hola Ginny" se detuvo.
Ginny lo abrazó y lo acompañó hasta su cubículo.
"¿Por qué estás aquí? Tienes los sábados libres... y tu bebé..."
"Llegó mi suegro y dijo que viniera a trabajar, que él iba a cuidar hoy a su hija y que no perdiera el tiempo. No me atreví a contradecirlo"
"Ah. ¿Y Clarissa sigue en el hospital?"
"No, por la tarde volvió al departamento. Eso sí, sigue en cama"
Ron terminó de guardar sus cosas y se puso la capa.
"¿Ahora regresas allá?"
"Sí"
"¿Por qué no vienes a cenar con nosotros? Me da la impresión de que el papá de Clarissa no te tiene mucha barra"
"Seguro piensa que soy muy poca cosa para su hija, qué importa. Es mejor que vaya, o me tacha de poco comprometido. Lo siento, pero tendré que rechazar tu oferta"
"¿Por muy tentador que suene el asado alemán de Harry?" sonrió, logrando arrancarle una sonrisa a Ron, quien a la vez negó con la cabeza.
"Perdona, de verdad"
"Me decepcionas una vez más, hermanito" Hizo un puchero. "¿Y mañana a almorzar?"
"Nop. Almuerzo donde mi suegra"
"Vale, vale. Ya veo que es imposible concertar una cita contigo. Mejor nos vemos otro día"
"Ok, adiós"
Ambos desaparecieron. Ginny llegó al departamento y se encontró en el pasillo, del cual se podía seguir un rastro aromático hasta la cocina, lugar que estaba bañado en un delicioso olor a carne cocida.
"Hola, Ginny. ¿Cómo te fue?" preguntó Hermione, quien fumaba sentada esperando mientras Harry vigilaba el horno.
"Muy, muy bien. Aunque debo admitir que estoy muerta. ¿Y a ti?"
"Sorpresa, sorpresa..." le alcanzó la carta que sacó de uno de sus bolsillos.
Ginny la leyó rápido y reaccionó abriendo con sorpresa los ojos.
"¡Hermione, te van a dar tu oportunidad!" saltó.
"¡Sí, Ginny, imagínate lo que sentí cuando la leí!"
Ginny se la devolvió y le dio un pequeño abrazo.
"¡Felicitaciones!"
Hermione sonrió y apagó su cigarro, porque sonó un silbido y Harry dijo:
"¡Listo!" abriendo el horno y sacando de adentro con la ayuda de un paño la fuente con carne. Lo dejó en la mesa, aderezó con sal y unas gotas de jugo de limón y les sirvió a las chicas que miraban boquiabiertas el contenido.
"¿Estás seguro que no tomaste un curso de cocina?"
"Quizás usaba un giratiempo y estudiaba para Auror y Chef al mismo tiempo"
Harry se reía de los comentarios.
"Es un don innato en mí, señoritas. Es como si en una vida pasada hubiese sido todo un maitre de restaurante" Se detuvo a pensar, se sirvió a sí mismo, y como cenaban seguían conversando.
"Es probable que nos tomemos toda una semana para llegar al traficante" les contaba más tarde Ginny, cuando tomaban un café. "Algunas pistas llevan a pensar que huyó del país, pero muy lejos no debe estar; se envió información precisa y breve a las aduanas muggle de que se le detuviera si se le llegaba a ver. El problemilla es que somos sólo tres personas trabajando en el caso" Bajó los hombros. "Pero creo que podemos lograrlo"
Harry cruzó los brazos por detrás de la cabeza y dijo:
"Creo que debí aceptar cuando el Ministro me ofreció el puesto de jefe del Cuartel de Aurors. A mí no se me hace que con tres personas lleguen a capturar a un tipo que delinque hace cuatro años salvándose siempre de la justicia. Yo hubiera puesto unos diez..."
"¿Dudas de mis capacidades, Harry Potter?" preguntó Ginny, mirándolo fijamente y con una sonrisa maliciosa en los labios.
Hermione ahogó una risa.
"No estoy diciendo eso, sólo que van a necesitar más gente en lugares estratégicos tanto dentro del país como en los territorios vecinos o se les va a escapar; no van a estar como un gato tras un ratón. ¿Quiénes más dijiste estaban contigo?" Bajó los brazos a la mesa.
"Smith y Johansen. Y si te crees tan capaz... ¿por qué no aceptaste el puesto?" Ginny se había enojado de verdad.
Harry abrió la boca para contestar justo cuando Hermione bostezó y se disculpó:
"Siento perderme esta 'agradable' conversación, pero el sueño me llama. Buenas noches, gente" se despidió.
Harry y Ginny se limitaron a seguirla con la vista hasta que salió por la puerta y dobló al pasillo. Harry se volvió hacia Ginny.
"Si no tomé el puesto fue porque quería partir desde abajo, como todos. ¿Qué ganaba, si no? Empezar a cero es igual a más acción, desafíos, aprendizaje..."
"Oh, gran cosa. Eso lo ibas a tener igual. Además ganarías más dinero y no tendrías que compartir tu departamento con nadie; podrías llevar a tooodas las mujeres que quisieras sin que nadie te dijera algo, podrías gastarlo todo cada noche de la semana, incluso..."
"¿Qué, aún sigues con lo mismo? Pensé que se te había pasado la testarudez, ahora veo que me equivoco"
"¿Por qué?"
"¿Por qué me sigues recriminando con lo mismo?" Se había levantado, y había rodeado la mesa hasta quedar junto a Ginny, que igual se ponía de pie. "Se suponía que estábamos bien. ¿Acaso te he vuelto a decir algo por las responsabilidades incumplidas de la casa, te he vuelto a decir algo por tu música inaguantable, por tus llegadas a las seis de la mañana?"
"No seas una niña llorona, Harry, que ya estás grande para eso. ¿En qué quedó eso del respeto por el otro?"
"¡Cállense!" se escuchó desde el pasillo, pero ninguno de los dos hizo caso.
"Que yo recuerde no quedamos en nada; de hecho casi podría decir que dejamos de toparnos, porque a propósito o no, no coincidíamos ni en la casa ni en la oficina. Entonces, de qué te quejas?"
"Que gracioso suena, en especial porque daría lo mismo vivir contigo que hacerlo sola, mal que mal esto tiene más desventajas que cualquier otra cosa. Lo único que salva es que los gastos comunes son un poco más baratos, y nada más"
"¿Y acaso qué problema tienes conmigo? Ni yo ni nadie te obliga a esto. ¿De qué te quejas?" repitió.
"¿Me estás pidiendo que me vaya, es eso?"
"No, Ginny. Más bien quiero que seas un poquito más coherente y consecuente con lo que dices, y deja de hablar por hablar, porque si no..."
"¿Porque si no qué, a ver?"
"Porque si no me veré obligado a hacer esto..."
Harry tomó a Ginny (ya que estaba lo suficientemente cerca) por la cintura y después de lanzarle una mirada asesina por una milésima de segundo, la sorprendió -y se sorprendió- besándola. Besándola con pasión, con locura, casi con violencia, y después del choque inicial el beso empezó a ser correspondido por la pelirroja, que ya le había echado los brazos al cuello y le devolvía el beso con la misma o más intensidad de cómo había comenzado, y sus lenguas danzaban como en un ritual de cortejo ultraconocido dentro de la boca del otro...
Hermione ya se había levantado para hacerlos callar de una vez, y el espectáculo que encontró una vez que entró en la cocina no podía asemejarse más a un acto de canibalismo, así que se volvió silenciosa por el pasillo de regreso a su habitación, con este pensamiento rondando su cabeza: '¡Si hasta pareciera que se iban a hacer el amor ahí sobre la mesa!'
Ginny abrió los ojos. Un rayo de luz se filtraba por entre las cortinas azul oscuro de Harry. Miró hacia arriba y se encontró con la vista del dueño de la pieza perdida en la suya.
"Buenos días, señorita Weasley" saludó con voz grave, cargada de sueño y de ternura.
Ginny sintió pronto sus dedos en la espalda, jugueteando con sus cabellos más largos. Tomó posición de sí misma y se descubrió con la cabeza a la altura del pecho desnudo de Harry, y volvió a mirarlo. Ahora esbozaba una sonrisa.
"¿Qué, todavía no sabes dónde estás?" le preguntó, risueño.
Ella esquivó sus ojos mirando hacia un lado, cruzando sus brazos sobre Harry y apoyando la cabeza en ellos. Harry seguía entrelazando las finas hebras de pelo rojo con sus dedos. Se hizo el silencio; Ginny podía sentir el subir y bajar del pecho de Harry bajo sus brazos y un poco más allá podía escuchar su corazón palpitar.
"¿Qué tontería hice ahora?" se escuchó pensando en voz alta.
Una descarga eléctrica recorrió a Harry de pies a cabeza en ese segundo.
"¿Ginny..."
"¿Qué hora es?" lo cortó, levantándose de una vez y tomando su blusa de la pantalla de la lamparita. Se la puso y estaba abotonándosela, cuando Harry contestó:
"Nueve menos diez"
"¡Diez para las nueve? Por Merlín... ¡Se suponía que debía estar en Junior's street hace veinte minutos!" Tomó el resto de sus cosas y dando un portazo salió a medio vestir hacia su pieza, dejando a Harry bastante contrariado.
¿Por qué le hacía eso, tan mal amante era? O Ginny era una inconformista o de verdad estaba tan obsesionada con su empleo -como Hermione- para que dejara de importarle todo lo demás si se le presentaba el caso. 'Al diablo todo...'
Se sentó en la cama, tomó sus gafas de la mesita y se las puso, frunciendo el seño. 'Todas las mujeres son iguales' pensó, obviando por supuesto que había pasado si no la mejor noche de su vida, y de que si de él dependiera, repetiría la rutina cada día por el resto de ella.
"Harry..."
Ginny abrió la puerta lo suficiente como para dejar entrar su cabeza y un brazo, y cuando pasó le lanzó un beso a Harry con la mano, le sonrió y volvió a cerrar. Harry sólo se rió y se levantó.
Y exactamente, 24 horas después...
"Diez para las nueve, diez para las nueve..." se repitió Hermione mirando su reloj y negando con la cabeza.
Hace ya casi una hora había llegado a Hogsmeade en tren. Ahora terminaba de desayunar y los nervios la carcomían entera. ¿Qué debía decir, cómo debía actuar? Repasó mentalmente su currículo y revisó por quinta vez el portafolio que llevaba consigo, donde estaban todos sus cartones (diplomas y certificados de aprobación) y recomendaciones escritas. Todo continuaba en orden. Terminó su café, se limpió las comisuras de la boca con la servilleta, dejó el pago sobre la mesa y entró al baño, donde se miró al espejo a la vez que se lavaba las manos y no dejó de mirarse cuando se las secó.
"Hermione Jane Granger" se dijo. "No me has fallado nunca y no vas a empezar ahora" afirmó, mirándose con determinación, como si le hablara a otra persona cualquiera y no a su reflejo.
Se arregló el cuello de la blusa, se acomodó el saco, tomó su bolso y salió a la calle taconeando firmemente hacia un carro estacionado frente al correo.
"Buen día" le dijo al chofer, subiéndose al carro.
"¿A dónde, señorita?" preguntó el anciano conductor.
"Hogwarts" respondió ella, hinchándose de orgullo por dentro, pensando que no serían muchos los adultos que fueran al castillo y menos en época de vacaciones. Todo para tapar el tonto nerviosismo que le aceleraba demasiado el corazón.
"A Hogwarts entonces" dijo el hombre, y agitando las riendas hizo andar al caballo por la larga calle principal del pueblito.
Unos veinte minutos habrá durado el viaje, el caso es que se vio subiendo por las escaleras a la gran puerta del castillo diez minutos antes de lo presupuesto. Un conserje que ella no conocía había bajado a abrir el portón. Al llegar arriba no se atrevió a entrar, sino que tocó dos, tres veces con el puño esperando a que alguien le respondiera. Al cabo de unos segundos las puertas se abrieron solas, dejándola ver aquel vestíbulo que en incontables ocasiones atravesó y que hace ya como seis años que no veía. Entró y las puertas se cerraron detrás suyo. Tomaba con ambas manos su portafolio por delante y recorría con su vista ese lugar.
"Señorita Granger" escuchó, y el sonido la llevo a ver exactamente escaleras arriba, donde se encontraba parada recta e imponente su antigua profesora de Trasformaciones; la profesora McGonagall. "Bienvenida una vez más a Hogwarts. ¿Me sigues al despacho?" agregó, a lo que Hermione respondió asintiendo y siguiéndola por las escaleras.
Después de unos cuantos pasillos y puertas que ella recordaba bien, en un paseo silencioso llegó hasta la gárgola de piedra. Entrando al despacho notó el nuevo orden de las cosas, nuevos objetos (entre ellos muchas rarezas) que adornaban las mesas, pero sobretodo una nueva y gran estantería de libros, la que supuso, sería la colección personal de la profesora.
"¿Esto ha cambiado desde la última vez que estuvimos aquí, no?" bromeó.
"Decidí darle un toque más personal..."
¡ATENCIÓN¡SPOILER HBP!
Allí notó que absolutamente todos los cuadros de directores se encontraban vacíos, incluyendo el más reciente: un marco dorado reluciente con las inscripción de 'Albus Dumbledore' en una plaquita debajo. Hermione recordó con tristeza el final de su director al terminar el sexto año de colegio, un año antes de que Voldemort fuera vencido y todos ellos haber recibido la Orden de Merlín de Primera Clase, pero eso ya es material para otro fanfic.
Sucedía que en ese momento McGonagall se encontraba instalada tras su escritorio y miraba con algo de impaciencia a Hermione. Ella al salir de su ensueño se disculpó con la mirada y se sentó en la silla frente a la directora.
"Bueno, supongo que sabes para qué estás aquí"
"Sí" respondió la castaña, apresuradamente.
"¿Quieres comenzar?"
Silencio.
"Tengo una mejor idea"
McGonagall se paró, fue a uno de los armarios, giró una llave dentro de su cerradura y al abrir Hermione vio tras ella un centenar de frasquitos y botellitas. McGonagall tomó uno con cuidado después de leer bien su etiqueta y regresó a su silla. Hizo aparecer una taza y vertió la mitad del contenido del frasquito en ella. Luego, con un golpe de la varita, llenó la taza hasta dejar la solución de un color añil.
"Toma" le alcanzó la taza. "No sabrá a azúcar, pero creo que lo necesitas"
Por el aroma, Hermione reconoció el brebaje como un calmante mágico muy efectivo, y se lo bebió de un trago.
"¿Empezamos?"
Ya al mediodía Hermione salía de Hogwarts con una sonrisa gigantesca que de haber podido opacaría al sol. Llamó con un silbido al coche que esperaba metros más abajo en la calzada frente a los portones del colegio y se acercó para subir a él. A las doce treinta llegó al departamento, aún muy feliz, y se puso a hacer almuerzo preguntándose dónde estarían sus amigos a esa hora y qué estarían haciendo.
A las doce cuarenta y cinco llegó Harry por la chimenea, se sacó la capa y fue a la cocina, encontrándose con una Hermione en delantal y gorrita de Chef.
"¡Hermione, ya estás aquí!" Como respuesta ella lo miró y sonrió. "¿Cómo estuvo tu entrevista?"
"Más que bien, Harry. Créeme"
"¿Y?"
"¿Y qué?"
"¿Estás o no estás?"
"¿Dónde?"
"¡En Hogwarts, mujer!"
"¡Harry! Eso no lo dicen enseguida, McGonagall dice que dentro de dos días recibiré una lechuza con la respuesta"
"¿Y qué cocinas?" preguntó, acercándose a la olla que ella revolvía con un cucharón.
"Esto es la salsa" indicó. "Comeremos... tallarines"
Se escuchó otro estruendo en la chimenea.
"Qué rápido llegó Ginny de su misión. Yo no pensé que llegaría a almorzar" dijo Hermione, dejando un segundo la salsa y revisando los fideos.
Harry salió a su encuentro hacia la salita, pero no, no era Ginny. Era Ron.
"Hola, Harry. Perdona que venga así, sin avisar. ¿Están todos en casa?" le preguntó, sin moverse de junto a la chimenea.
Ron iba vestido de traje y corbata, bastante formal. Harry tuvo que aguantarse el lanzarle una broma.
Hermione había hechizado el cucharón para que revolviera la salsa y fue con curiosidad a la salita, preguntándose qué haría Ron allí.
"Hola, Hermione" le dijo sin mirarla. "¿Y mi hermana?"
"Tiene una misión en el Ministerio" respondió Harry.
Ron de pronto frunció el seño y levantó la nariz.
"¿Y ese aroma?" preguntó entonces, mirando hacia la cocina.
"Tallarines" respondió Hermione, elocuentemente.
"¿Los hiciste tú?" Abrió mucho los ojos.
"A lo que viniste, por favor" dijo ella, cortando el tema.
"Si no está Ginny... se los diré a ustedes. Quiero pedirles que vayan al comedor y salón de eventos del Hotel St. Louis esta noche. Harry como mi padrino, Ginny como dama de honor y..." Ahora sí la miró a ella, pero frío. "Tú también puedes ir si quieres, Herms"
"¿Para qué sería?" preguntó Harry.
"No sé, el padre de Clarissa los quiere allí. Como a las diez. Ahora debo irme, nos vemos" Se dio media vuelta e iba a dar un paso hacia la chimenea cuando Hermione interrumpió y dijo en un tono casi desafiante:
"¿Sólo eso nos ibas a decir? Podrías haber enviado una nota..."
Ron enrojeció y la encaró.
"Si hubiera enviado una nota puede que no se lo tomasen muy en serio" respondió con los dientes apretados.
"No somos tan idiotas como crees, Weasley" dijo simplemente Hermione y se regresó a la cocina.
Ron, parado a pocos metros de la chimenea, muy enrabiado, miró a Harry y negó con la cabeza. Luego se fue y Harry regresó a la cocina.
"¿Se fue?" preguntó Hermione, sirviendo el spaghetti en un plato.
"Sí. ¿Tenías que ser tan cortante con Ron?"
"Ah, no sé. Eso pregúntaselo a él" le soltó, a la vez que le alcanzaba su plato a Harry. Pronto estaba comiendo del propio.
"Hermione... ¿Por qué siento tan inteligente eres tan poco madura para algunas cosas?"
Continuará...
Nota de la niña que trabaja gratis: Como pudieron notar, si es que lo notaron claro está, cambió la modalidad de los capítulos. Ahora sí tienen título (xD). ¿Por qué usé un spoiler? Porque en mi fic ya estaba planteado que el caballero ese no era director del colegio de antes que saliera HBP, y esa parte tuve que modificarla a como la había redactado originalmente, pero la idea es la misma. En todo caso, creo que ya a más de un mes de la publicación el que no se leyó el libro en cualquiera de sus 'modalidades' o no le han contado lo más interesante del libro no puede ser un verdadero fan u.u. Eso no quiere decir que vuelva a usar algo de ese libro en el fic, porque el resto ya está escrito y sólo estaría teniendo complicaciones con el final (el conteo general dice que hasta el día de hoy existen 6 versiones distintas para el fin de este fic y distan bastante unas de otras).
Y ya que no se les ha congelado el cerebro como a mí me está pasando con tanta nieve que empezó a caer por aquí, déjenme un review, que en la edición pasada -perdonen que les diga- de algunas personas brillaron por su ausencia (O sea, millones de gracias a las personitas que sí lo hicieron!). No les exijo nada, pero siendo tan fácil hacer un poquito más llevadera la vida de un autor...
