El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como todos los símbolos y elementos relacionados, son propiedad de Warner Bros., 2000

Si no recuerdan quién era Susan Robinson vayan a dar una vuelta rapidita al capítulo 10, sale casi al principio.


Tus días están contados

Capítulo 16: Tejiendo la telaraña



"Somos parte del grupo de Aurors que con más honores se graduó de la academia, Hermione. Vamos a llegar al fondo de esto antes de que sea demasiado tarde"

"Hemos luchado contra cosas peores" susurró Ginny.

Sus amigos tenían razón. Había que llegar al fondo, costara lo que costara. Esta no era más que otra misión.

Esta va a ser una pequeña cronología de lo que en los siguientes días sucedió.

Ese mismo día después del controversial desayuno ellos hicieron un improvisado plan de investigación. A pesar de la enorme negativa de Ginny, diciendo que el primer paso era inútil, hubo que hacerlo. Harry llamó a Frankie para almorzar en un sushi-bar del centro; la modelo canceló 'un par de actividades' para poder asistir y tanto Ginny como Hermione se disfrazaron de algo: la primera de un obeso y bigotudo comensal, sentándose muy cerca de ellos y la segunda de joven mesero japonés. Harry trató de mantener la conversación sobre Clarissa intentando no parecer demasiado sospechoso, y lo que ella le contó fue bastante trivial o detalles nada nuevos, sobre cómo era que se habían conocido, que a pesar de primero no congeniar en la segunda ocasión que se encontraron -una cena de gala ofrecida por una revista- se hicieron muy amigas, y por qué la había escogido a ella como dama de honor, que fue porque en realidad ella se lo rogó ya que su mayor objetivo era justamente conocer a Harry. Detalles también eran lo coqueta que se puso con Harry, o que a cada minuto intentaba algún contacto, aunque fuera un leve roce de piel con él, y para colmo, que al final del almuerzo intentara besarlo. Ginny se paró con tal furia de su mesa que golpeó el borde logrando que la bandejita de sushi cayera al suelo y el jarrito con salsa de soya se hiciera añicos. Hermione tuvo que disculparse con un no muy convincente '¡Gomen nasai!' y miles de inclinaciones, y tuvo que correr a socorrerla. Al menos habían evitado que el beso se concretara.

En la tarde Ginny llamó a Paul y resultó que éste tan entusiasmado no estaba. Tenía mucho que hacer en la agencia, pero la invitó a tomar algo la noche siguiente. Hermione le susurró algo a Harry y se fue. Éste se rió y pasó el resto de la tarde en el cine con Ginny como forma de disculpa mientras la castaña iba al callejón Diagon para averiguar en la librería qué títulos sobre defensa personal podrían servirle en clases...

El martes 19 Ginny fue a la cita con Paul, y esta vez Harry y Hermione se disfrazaron de su opuesto género para ser una pareja de unos cuarenta años, diez de casados. Aunque ahora tenían algo nuevo. En un momento de la conversación salió el tema de las parejas, y el mismo Paul confesó haber sido novio de Clarissa por un tiempo que no prosperó, porque eran tantas las cosas que tenían en común que la relación no había progresado. Y dijo también que en ese entonces había conocido a Sean -porque Ginny le preguntó- y que al momento le cayó mal, porque era petulante y siempre le estaba enviando notas a Clarissa que él nunca lograba ver. Al final se despidieron y Paul quedó de invitarla en otra ocasión para recompensar lo poco, cosa que a Harry no le agradó nada.

El miércoles 20 no sucedió nada digno de relatar.

El jueves 21 Ginny supo por su madre que ese día el hijo de Ron iba a la casa de su otra abuela -quién estaba viviendo con su hermana y sobrina de 13 años durante las vacaciones-. Hermione se dijo que le haría una pequeña visita a la tan amiga de su madre, Erika Parsons.

Viernes 22: Hermione aprovechó el día libre de Ginny y le indicó que se escondiese en alguno de los arbustos junto a la ventana de la salita de té de la antigua mansión Robinson, de la que Erika se hiciera cargo cuando su ex-marido se fue a Australia. Hermione le llevó de regalo un fantástico set de cremas antiedad, que como le contara su madre horas antes por teléfono, la señora tanto apreciaba. Lo que supo fue relativamente importante, pero no exageradamente revelador. Sí un par de cosas sobre Sean. Mientras le daba el biberón a Christopher, contó que Sean debía ser un primo de parte de la familia del padre, porque de su lado no era y recién lo llegó a conocer cuando su hija menor -Fran, la niña autista- había muerto por suicidio a la edad de quince años. Más terminó sabiendo de ella que del resto, pero eso a nosotros no nos viene al caso.

Desde el primer año que Clarissa había vivido en Australia su personalidad cambió mucho, tanto por la etapa de la adolescencia como por la ausencia de una figura materna. Se volvió desordenada, despectiva e irrespetuosa (aunque Hermione desde niña la recordaba así) y muy mala estudiante. Cuando volvió a establecerse definitivamente en Londres, su padre le compró un departamento amplio lejos de la mansión, allí gracias a la influencia de su padre entró a trabajar en la radio. Ahí fue cuando decidió cambiar su nombre e identidad. Pasó de ser un poco rechoncha a tener uno de los cuerpos más envidiados del medio, se tiñó negro porque abandonaba el look infantil y le daba mucho, mucho más carácter, y empezó a tener relaciones sentimentales con toda clase de hombres: guapos, feos, altos, bajos, jóvenes o mayorcitos, físico culturistas o ejecutivos. Erika no entendía qué le había pasado al conocer a Ron, porque sin avisar, de un día para otro, se decía enamorada y dispuesta a sentar cabeza de una vez. Al año de relación dijo estar segura de haber encontrado al hombre de su vida. Empezaron a convivir y al par de meses ya estaba embarazada y había una propuesta de matrimonio en marcha.

Hermione no quiso saber más. Se despidió de la mujer y del niño y salió, tan rápido como sus pies dieron abasto, de la mansión. Afuera la esperaba Ginny con los ojos muy abiertos, y apenas Hermione llegó hasta ella, notó que un par de lágrimas dejaban su rastro sobre las mejillas. Y volvieron al departamento.

El sábado en la mañana terminaba la investigación. Ron y Clarissa llegaban esa tarde a las 4, y para entonces tendrían que haber avanzado lo suficiente. Hermione, esta vez, estaría sola. Ginny le anotó en un papel la dirección del gimnasio donde Sean estaría entrenando a una superestrella de la TV muggle. Allí se dirigió, vistiendo un corto vestido celeste cielo muy escotado con el que -según la misma Ginny, quien era la dueña de la prenda- Sean no se negaría a prácticamente nada.

Se presentó en el mesón de entrada del enorme y lujoso recinto, preguntó por él y le respondieron que estaba ocupado. Ocupó uno de los silloncitos de espera. Como pasaban los minutos y ella era una buena seguidora del dicho 'El tiempo apremia', no quiso esperar más, así que aprovechó un descuido de la recepcionista y se coló al campo de acción. Había mucha gente; musculosos haciendo máquinas, señoras de edad en trotadoras mirando un matinal, otras en bicicletas charlando entre sí y jóvenes siguiendo una clase de aeróbica. Todos bien distribuidos y con sus atuendo deportivos. Buscó a Sean con una mirada y al pasar unos segundos lo ubicó, desprovisto de camisa y cronómetro en mano, gritándole a otro tipo que levantaba una gran pesa.

"Hola, Sean" saludó con su voz más alegre. Éste se volteó hacia ella y la quedó mirando, no precisamente a la cara... No parecía reaccionar. "¿Te falta mucho?"

Sean paró su cronómetro, se volteó a su alumno y le dijo:

"Baja la pesa, es suficiente por hoy"

"Pero dijiste..."

"¿No escuchaste?"

Hermione miró al alumno. Era muy rubio, pálido y flaco. Recordó haberlo visto antes, quizás en alguna película o serie de TV.

"¿Entonces el lunes?"

"El lunes aquí mismo a las ocho"

El rubio se fue dejándolos solos (al menos dentro del contexto, pues como dije había mucha gente). Sean saludó a Hermione con un sonoro beso en la mano, y pidió disculpas por no haberlo hecho previamente.

"Él puede haber ganado dos globos de oro, pero haciendo fuerza le gana una niña de ocho años"

"Me imagino" susurró ella, alzando rápidamente las cejas. Lo acompañó hasta los vestidores.

"¿Cómo lograste entrar?"

"Tengo mis métodos" le respondió muy altiva.

"Espérame aquí" dijo en la puerta de los vestidores. Entró y en cinco minutos salía, con el pelo mojado y vestido con jeans y una camisa blanca manga corta abierta hasta la mitad del pecho mostrando un colgante de colmillo.

'Muy típico' se rió ella para sus adentros. Sean era una total versión humana de Ken (el novio de Barbie, recuerden su infancia niñas xD). Salieron del gimnasio (la recepcionista se despidió tan babosa de Sean que no se percató de Hermione) y él dijo:

"¿Te invito un helado?"

"Un helado estaría bien"

Como en todos esos días, hacía bastante sol. Caminaron un par de cuadras hasta una heladería al aire libre y se sentaron. Sean pidió café helado y Hermione una copa de helado sabor fresas. Una muchacha les sirvió y él preguntó:

"¿A qué se debe tu agradable aparición, Kate?"

"Hermione" lo corrigió.

"Hermione" repitió él. "¿Por qué siempre se me olvida? Que idiotez. Herms, dime"

"Mmm... Pues tenía ganas de verte, no sé, fue tan repentino y súbito nuestro encentro en la boda" Marcó las últimas palabras, ya tenía todo el diálogo ensayado y Sean hizo exactamente lo que ella quería: fruncir el ceño.

"Es cierto" dijo después, y tomó un sorbo de su helado con la cucharita.

"Parece que estás peleado con alguien que estaba en la mesa aquel día, o fue idea mía?"

Sean pensó qué podía decir y qué no, pero su percepción de Hermione era bastante lejana de la realidad; la encontraba poco astuta y nunca mal intencionada. Se lo contó a lengua suelta.

"Sí que sí. En el último tiempo con el 'tío' hemos tenido algunos... choques. Y para qué te voy a mentir, tu 'amiguito' Ron no me simpatiza nada, pero él no lo sabe"

"¿A no?. ¿Y por qué no?" Cogió lentamente la cucharita llena y se la llevó a la boca sin apuros, saboreando el helado exageradamente en ella. Sabía que Sean la observaba. Y que lo ponía nervioso.

"Porque creo que Clarissa se merece algo mejor que un empaquetado Auror" soltó con una notable rabia, que se percibía tanto en su tono como en su mirada. "A Clarissa no le compro el cuento de que fue 'amor a primera vista', menos con ese idiota desabrido que ni siquiera la toma en cuenta. Y cuando se quiso casar, para mí fue el colmo"

"¿Tú eres primo hermano de ella?"

"No. Soy... primo político del lado del padre. Ni siquiera estamos emparentados por sangre, pero siempre nos hemos llevado... muy bien" Una sonrisa se dibujó en su boca. Hermione esperaba que más tarde su memoria no le fallase. Se puso a jugar con la cucharita, atando (o intentando atar) cabos.

"¿Entonces no aceptas su boda con Ron?"

"Para nada" respondió rápido, derramando sin querer algo de café helado sobre la mesa, porque la superficie se tambaleó. "¡Señorita, una servilleta por favor!"

La chica que les había pasado el helado se dirigió rápidamente hacia ellos, limpió la mesa y se fue en menos de un segundo. Hermione se llevó otra cucharada a la boca con una sensualidad que sacó de quién sabe dónde.

"¿Y qué pasó con el padre de Clarissa?"

"Me quiere sobornar para mantenerme alejado de su hija, cree que quiero interrumpir su felicidad con el estúpido de Weasley. ¡Ja! Como si eso fuese lo que me importara" Hermione estaba aguantando los insultos hacia Ron con una enorme falsa sonrisa, aunque las uñas de su mano izquierda ya habían dejado una huella rojiza sobre su rodilla.

"¿Y que es lo que te importa?"

Sean la miro fijo. Estaba preguntando demasiado y lo sabía. Quiso arreglarlo.

"Digo, yo podría hacer algo por ti. Cualquier problema que tengas con Ron, yo..."

"No es nada que esté a tu alcance. No hay nada que puedas hacer. ¿Por qué mejor no dejamos esto" le dio otro sorbo al café "y hablamos de ti?"

De allí en adelante Hermione no pudo hacer nada por tornar la conversación hacia lo que ella quería; su interrogatorio se había ido por el desagüe. Intentó no contarle demasiado de sí misma, sólo cosas generales. No le dijo que era Auror, suponiendo que él ya debía saberlo. Y de haber querido, tampoco hubiera alcanzado a hablar mucho de sí; a los pocos minutos sonó el teléfono de Sean y éste tuvo que disculparse y marcharse de allí. Ella se sintió frustrada. No era mucho lo que le había sonsacado y culpó mentalmente a Ginny por hacerla vestir tan vulgar sin ningún sentido.

Salió de la heladería y caminó un par de cuadras hasta una calle principal para tomar un taxi, claro que ninguno pasaba vacío. Se puso una mano en la cintura y empezó a balancear su bolso en la otra. De repente dejó de sentir el sol en sus hombros y miró a su derecha. Una rubia alta, de pelo corto y rizos muy elaborados estaba de pie junto a ella. La reconoció. Era Jacqueline. Volvió su vista a la calle, preguntándose por qué de hace tanto no la veía, si era tan amiga de Harry.

"Perdona, tú eres una de las chicas con las que vive Harry Potter, cierto?"

Bueno, no había sido ella la primera en hablar. La miró.

"Sí, soy Hermione Granger" Era su modo de contestación automática. "Y tú, Jacqueline?"

"La misma que calza y viste" sonrió. "Hola"

"Hola" murmuró, esperando que su taxi se apurara. No sabía si Harry seguía hablando con ella, no quería 'meter la pata'.

"¿Qué ha sido de Harry? Las pocas veces que he ido al Ministerio este mes no me lo he encontrado ni por si acaso. ¿Está enfermo?"

"Él está bien" respondió, sutilmente. "sólo muy ocupado"

"Creo que le enviaré una lechuza un día de estos" dijo para sí y miró al frente, parando un taxi con la mano. "Nos veremos" se despidió, sentándose y cerrando la puerta.

"Algún día" susurró Hermione, y cuando el taxi arrancó dio una patada en el cemento. Lo había perdido.

Siguió esperando unos minutos más y ya pensaba en aparecerse en el departamento cuando un automóvil paró y bajó la ventanilla del copiloto.

"¿La llevo a alguna parte, señorita?"

Reconoció la voz de Ben al instante, porque con los lentes de sol y el jockey que llevaba no lo había identificado.

"¡Esto es un milagro!" exclamó, subiéndose. Cerró la puerta y besó inesperadamente a Ben en la boca, percatándose de ello segundos después, cuando el auto arrancaba. Pensó que era mejor no acostumbrarse a eso.

"Bonito vestido" le dijo él, sonriendo al parar ante un semáforo. Ella soltó una carcajada. "¿Venías de algún lugar especial, una cita?"

"No, nada especial"

"¿Y a dónde deseas que te lleve?"

"Pensaba ir a casa" Miró por la ventanilla. El semáforo puso verde.

"¿Pensabas?"

"No si me invitas a almorzar" Se sonrió.

"¿En qué lugar quieres almorzar?"

"No sé, dime tú"

"¿Pizza?"

"Mmm... no. Muy... aburrido" Pensó en Ron. Él siempre la invitaba a comer pizza entre clase y clase cuando estudiaban en la Academia.

"¿Sushi?"

"Comí eso apenas hace un par de días"

"¿Comida mexicana?"

"Convénceme" Pararon en otro semáforo.

"Tacos con harto condimento. O burritos, lo que más te guste"

"Tacos, entonces"

Volvió a verde, pero en vez de seguir dobló a la izquierda. Conocía un buen lugar no muy lejos de donde se encontraban...

Ginny salió temprano del Ministerio esa tarde. Ron le había enviado una misiva diciendo que habían llegado bien y que fuera al departamento apenas pudiera, porque no se iban a mover de allí por el momento.

Pasó a comprar los pastelillos favoritos de su hermano (como lo había expresado él en el post data) y llegó a ese enorme edificio. En el hall circulaba muchísima gente de todas las edades vestidos de negro. Y cuando se dirigía al ascensor una mujer de mediana edad salió llorando con un pequeño niño de la mano. Esperó que eso no fuese un mal presagio, sino una simple casualidad, y abordó el ascensor, marcó el piso 3, alegrándose de que el portero estuviera bien ocupado, y en un rato estaba sentada en la salita de su hermano, mirando con sorpresa el montón de cajas que había por todo el lugar.

"¿Qué es todo esto?" le preguntó cuando él regresaba de la cocina con una bandeja con dos tazas de té y los pastelillos.

"Son los regalos de la boda" contestó sin más, tomando un pastelillo. "Gracias por el lavaplatos eléctrico, está muy bueno"

Ginny asintió.

"¿Cómo les fue en su semana en Marruecos?"

"Bien, supongo. Es un bello lugar para vacacionar. Lástima que no pudimos recorrerlo todo, pero Clarissa estaba súper preocupada por Christopher Matthew, y no la culpo"

"Hablando de ella, dónde está?"

"Se tomó una poción para descansar, está durmiendo con el niño en este momento. Va a dormir hasta mañana"

"Vale. ¿Para qué querías que viniera?"

Ron la miró a los ojos, sonriendo con tristeza. Y entendió; las palabras una vez más estaban demás.

"No se suicidó, si eso querías saber" Ron cogió otro pastelito y la siguió escuchando. "No le pasó nada del otro mundo, ni siquiera hablamos de eso porque al día siguiente no nos vimos y al subsiguiente apenas y comentó sobre la luna de miel" Al contrario de la reacción que esperaba Ginny, vio tristeza también en sus ojos, algo que no pasó por desapercibido. "Tú estás bien loco. ¿En serio esperabas que le pasara algo?"

"De seguro se estuvo divirtiendo con su novio por ahí" Alzó las cejas y tomó la taza con té. Se tomó la mitad en el acto y la devolvió a su lugar. Luego se echó hacia atrás en el sillón.

"Ben no es su novio" explicó Ginny, mirándolo de reojo mientras bebía el té.

"Eso no lo creo para nada. Iban tomados de la mano cuando llegaron a la boda, y aunque primero ella lo presentó como un amigo, más tarde lo aceptó sin tapujos"

"De la forma que sea... ¿Eso te molestó?"

"A que no me iba a molestar" respondió, irónico. "Apostaría mi cabeza a que era él con quien se acostó la noche de la tormenta" Manifestó con evidente rabia. Ginny se rió sólo para molestarlo.

"Si así te sientes tú, imagínate cómo se ha sentido ella desde que llegó de Holanda. No vengas a hacerte la víctima ahora"

"¡Es muy diferente, Gin! Al tal Ben apenas debe conocerlo, mientras que yo a Clarissa... ¡Son dos años, por Merlín!"

"¿Cree que en realidad la conoce? Uff..." susurró ella para sí, mientras tomaba el penúltimo pastel.

"¿Qué dices?" Se acercó a tomar el último.

"¡Que de qué estás hablando, hombre! Me consta que te acostaste con ella el mismísimo día que la conociste, porque nunca llegaste al departamento. Así que no salgas ahora con tus asuntos morales"

"No fue cuando la conocí" bajó la voz "fue después de la primera cita"

"Es lo mismo" Se encogió de hombros y siguió bebiendo té.

"No puedo creer que hemos llegado a esto" reflexionó Ron cuando pasaron un par de segundos, con la voz ya mucho más apaciguada, y siguió, casi con ternura: "Me acuerdo cuando ella empezó a salir con ese tipo... Cuando apenas llevábamos unos meses viviendo los cuatro juntos"

"¿El irlandés?"

"Ese mismo" Volvió a sonreír. "Nunca parecía muy contenta cuando volvía de sus citas, y cuando terminaron... ¿Recuerdas que se apareció en la noche sentada a los pies de mi cama, llorando como una magdalena, pidiéndome que la perdonara por haberse equivocado? Después se acercó a mí... y la abracé. Y nos dormimos. Al otro día no se acordaba de nada de lo que había dicho"

"Y después hizo exactamente lo mismo cuando terminó con el muggle y cuando Dylan la cortó" agregó Ginny.

"¿En qué momento se cortó eso, Gin? Nos teníamos tanta confianza..."

"Desde que en las cartas no quisiste contarle que estabas saliendo con Clarissa, creo yo. ¿Por qué hiciste eso?"

"Porque..." Volvió a bajar la voz hasta un murmullo. Ginny tuvo que acercarse para escuchar. "...en algún momento pensé que con Clarissa no iba a durar nada, y albergaba la esperanza de que al regresar Hermione todo seguiría perfecto entre nosotros, me entiendes?"

"Pero pronto todo tu castillo se te desmoronó"

"Cuando Clarissa me dijo que estaba embarazada. El mundo se me vino abajo, y sólo quise pensar que había cometido un error y tenía que enmendarlo. No podía hacer más ni por ella ni por mí, y por eso le pedí que nos casáramos"

"Nunca me habías dicho eso..." dijo Ginny con los ojos muy abiertos.

"Hasta ahora nadie lo sabía excepto yo. Hermione me quería y yo le hice todo eso. Fui muy idiota. Lo sigo siendo... Y tampoco allí le quise decir por carta lo que estaba pasando. Era algo tan personal que me decía a mí mismo 'En la próxima carta se lo dirás, en la próxima carta se lo dirás' y nunca lo hacía... hasta que llegó y no me quedó otra salida"

"¿No volviste a reconsiderar tu futro después de eso?"

"¡Qué futuro! Hay un solo futuro y ese está aquí, con mi hijo, con mi mujer... Aunque ahora que lo dices..." Tomó más té. "Sí que lo he hecho, claro que lo he hecho y lo he estado haciendo constantemente... pero es inútil. Es hacer castillos en el aire. Al fin y al cabo, ella está bien"

"Sí, está bien" corroboró.

"Lo superó"

"Eso creo, y si no lo hizo aún, lo está disimulando muy bien"

"Ok. Entrevista concluida, señorita Weasley" Hizo un movimiento con la varita y la bandeja con loza sucia desapareció. Lucía serio cuando Ginny se paró. "¿Te vas a aparecer?"

"Sí, me da flojera ir caminando"

"Está bien. Entonces... creo que te veré mañana en la noche"

"¿Por?" Puso sus manos en sus bolsillos.

"Clarissa quiere hablar con ella" Ginny puso cara de insolente incredulidad. "No me preguntes por qué, tampoco tengo idea. Así que... dile eso" Ginny asintió.

"Adiós" Desapareció con un fuerte 'crack'.

Al llegar a su departamento, sintió al instante el agradable olor que emanaba de la cocina. Vio por la puerta abierta; Harry cocinando sobre la encimera del horno. Fue hacia él y lo abrazó por atrás, sobresaltándolo.

"¿Qué es eso que huele tan rico?" preguntó, apoyando su mentón en el hombro de Harry para mirar.

"Estofado de buey" Destapó la olla, mostrándole. Luego siguió descapando una cebolla sobre la sartén.

"Oh, Harry, te detesto. ¿Por qué tenías que ser tan buen cocinero?"

"No soy tan buen cocinero, es sólo práctica. Más ahora que somos tres, antes nos salía más económico comprar comida preparada en el supermercado"

"Si es que llegábamos a almorzar juntos" Se separó de él y ocupó una silla. "O sea, casi nunca. Tu siempre comiendo con la novia de turno"

"Y tú en el casino del Ministerio, o a veces también con el novio de turno"

"Fueron muchos menos que las tuyas, Potty"

"¡Epa!" Se volteó y se puso la mano en el pecho. "Eso dolió" Volvió la vista a su cebolla.

"No estoy mintiendo" dijo muy segura de sí misma, cruzándose de brazos. "Tuviste una revolución hormonal adolescente un poco tardía. Y continúas"

Harry la miró de reojo con el ceño fruncido.

"¿Todavía enojada por lo de Frankie?"

"Es de lo más genial que un día tu supuesta pareja" enfatizó "te diga que te ama y al día siguiente ande coqueteando con otra" ironizó.

"Yo no le coqueteé, ella me lo hizo a mí"

"Sí, claro. Y precisamente la estabas rechazando, no?" Sonó el timbre. "Yo voy"

"No, yo voy" Se quitó el delantal de cocina con una mano y se lo lanzó a Ginny. "Tú vigila la comida"

Ginny se paró de mala gana y se pasó el delantal por la cabeza, mientras se acercaba a la encimera. Escuchó una vocecilla aguda y conocida.

"¡Hola!"

"¡Hola, Jacqueline! Pasa, por favor. Hace tiempo que no te veía"

"Lo que me faltaba" murmuró Ginny, amarrándose bien el delantal, mirando insegura la sartén y la salsa cociéndose en ella.

"¿Y ese aroma tan delicioso?" escuchó que decía la chica.

"Estofado" respondió Harry, lacónicamente.

"Oh, y yo que justo venía a hacerte una proposición"

"¿Cuál?" Harry lanzó una mirada hacia la cocina, pero la puerta estaba entrecerrada.

"Primero" Abrió su cartera y sacó un saquito pesado. "Tus 70 galleons" Harry recibió la bolsita, extrañado. "En la mañana me encontré con tu amiga Hermione y recordé que no te lo había devuelto"

"Pero..."

"No, nada de peros. Lo segundo es que saliéramos a cenar, pero tu estofado..." Hizo una mueca.

"No te preocupes por eso, espera..."

Regresó a la cocina y vio a Ginny con un trozo de papel de limpiar con algunas manchas de algo rojo apretando contra dos de sus dedos de la mano derecha.

"¿Estás..." iba a preguntar, acercándose a ella.

"Quédate ahí, estoy bien. Me corté un poco cortando la cebolla" Sonó tan cortante que Harry no siguió caminando. "Y si quieres puedes irte, no me importa" le espetó con una voz atronadora, pero la humedad de sus ojos la delataba.

"Ginny, yo no voy a..."

"Oh, claro que vas a ir" Se acercó a él y con la mano izquierda lo empujó hasta la puerta, o eso intentó, pues Harry parecía no querer moverse. "Te dije que te vayas. ¡Ve y diviértete con ella!" Estaba segura de que Jacqueline escuchaba sus gritos desde la sala, pero no le importaba en absoluto.

"¡Ginny!"

"Voy a terminar el estofado, esperaré a Hermione y cenaremos. Vete. Es mi última palabra"

Harry asintió, viéndose derrotado. No podía luchar verbalmente con una mujer y menos con ese carácter. Se dio la vuelta, fue a la sala y al poco rato sintió el sonido de la puerta cerrase.

Hermione volvió, pero varias horas después, cuando Ginny ya se había ido a la cama. Perpetró caminando con un leve balanceo a la morada, e intentando hacer el menor ruido posible se fue a su pieza. Había tomado uno que otro vasito de Whisky de fuego, 'Nada que no pudiera controlar' se dijo a sí misma mientras se ponía el camisón con dificultad por el lado equivocado. Como dos minutos más tarde se dio cuenta, lo arregló y se metió a la cama, arrojando a Little Teddy lejos de ella, hasta la otra pared.

Harry, para qué hablar, no regresó.

En la mañana Hermione fue la primera en levantarse. Llegó presionándose la frente hasta la cocina, donde tanteó en el cajón de las medicinas por una aspirina (N/A: es idea mía o esta palabra es marca registrada?), llenó un vaso con agua y se la tomó. Puso la mesa con ayuda de la varita y colocó el pan a tostar.

"¿Hermione, eres tú?" escuchó que decía Ginny entrando a la cocina, ciñéndose la bata sobre el pijama.

"La misma. ¿Por qué traes esa cara?" preguntó Hermione, mirándola ceñuda. Ginny estaba más pálida de lo normal y sus ojos estaban algo hinchados. "¿Una mala noche?"

"Ni hablar" murmuró Ginny, asintiendo. Ocupó su puesto habitual en la mesa y se sirvió café. También tomó una galleta. "¿Cómo te fue ayer con Sean?"

"Prefiero decirlo cuando Harry esté aquí, no quiero tener que contarlo dos veces"

"¿Todavía no se levanta?"

"Creo que no, su puerta estaba cerrada cuando pasé por allí"

"Voy a ver" dijo Ginny, dejando su taza y yendo hacia el pasillo. Allá, abrió la puerta de la habitación de Harry; la cama estaba hecha y no vio a nadie. Golpeó con el puño la pared al salir y regresó a la cocina. Le dio un gran sorbo al café y murmuró: "No está"

"Ya se debió haber ido al Ministerio"

"Dime una vez que haya ido temprano a trabajar" la retó rápido y soltando odio, y sin esperar una respuesta siguió: "No, Herms. Harry no llegó a dormir"

"¿Cómo sabes?"

"Ayer salió con Jacqueline. Es demasiado obvio incluso para ti"

Hermione sintió culpabilidad por ese hecho aunque la responsable no fuera ella, sino Harry. Iba a decir algo pero Ginny continuó:

"Me dejó con su maldito estofado a medio hacer y tuve que guardar bastante, porque cené sola. ¿Dónde te habías metido tú?"

Se sintió un poquito más culpable.

"Estaba... con Ben"

"¿Con Ben?" repitió.

"Antes de venir a almorzar me encontré con él y me invitó"

"¿Y en eso estuvieron toda la tarde?"

"Emm... Bueno, eso y otras cosas..."

"Oh, no me digas que otra vez..."

"Sí, maldición. En el asiento trasero de su auto" soltó casi sin culpa.

"¡En el asiento trasero de su auto!" exclamó, indignada. "Sabía que debí haberte prestado un vestido más discreto. Ve calmándote un poco, no quiero ni pensar qué pasaría si te embarazaras de ese tipo" Se sintió un estrépito en la salita. "Hablando de seres no deseados..." murmuró, y en el instante que Harry entró en la cocina, Ginny se esfumó.

"¿Esa era mi Ginny?" preguntó él, desconcertado mirando a Hermione.

"'Era' es la palabra clave" dijo Hermione, alcanzándole su tazón con leche y cereales. "¿Dormiste con Jacqueline, debo suponer?" le preguntó cual madre preocupada por su hijo. Se sentó también.

"No, para nada. Después de la cena se fue a su casa y no la vi más"

"¿Entonces dónde estabas?"

"Me enviaron una nota urgente del Ministerio. Le hicieron un juicio inmediato a un tipo que encontraron torturando a su padre y necesitaban a todos los miembros del Wizengamot. Duró toda la noche, hasta hace poco"

"¡Que terrible!. ¿Y cómo lo sentenciaron?"

"20 años a Azkaban, porque su padre no murió ni quedó con grandes secuelas. Supongo que está en el diario" Alzó la varita y gritó: "Accio Profeta!" y el periódico voló desde junto a la chimenea hasta su mano. Guardó la varita, desplegó el diario, lo ojeó y se lo pasó a Hermione. "Ahí está"

Pasaron el desayuno hablando de la noticia. Había que abrir un sumario y a Harry le tocaba hacer los peritajes correspondientes, así que terminó su cereal y se fue, dejándola sola. Ella bajó a la calle para comprar cigarros en un kiosco y regresó al departamento para fumarse uno tras otro escuchando música clásica. Cuando Harry y Ginny regresaron a almorzar no se dirigieron la palabra, al menos hasta que Hermione les contó todo lo que había averiguado con Sean y empezaron a comentar.

"Le hubieras puesto Veritaserum en el helado" dijo Ginny.

"Imagina qué pasaría si después se da cuenta de que le preguntaste tanto y cómo te contestó, que le dice todo a Clarissa. Ésta viene y asesina a Hermione" mencionó Harry.

"Ya lo habría hecho. ¿Sean cree que eres tonta? Qué pena"

"Y creo que es 100 veces mejor ser un Auror a un empollón entrenador de gimnasio"

"Bien, tengo que irme ya" anunció Ginny, poniéndose de pie. "Anoche hubo un gran escándalo con..."

"Sí, Ginny. Ya sabemos" la interrumpió Hermione.

"¿Estaba en el diario?" Tomó su varita de la mesa.

"Estoy a cargo de la investigación" respondió Harry, mirando a Ginny atentamente.

"Y yo tengo muchas fichas que llenar" dijo ella como si nada, dando por zanjado el asunto. "Por cierto, en la noche van a venir Clarissa, Ron y el niño, así que Hermione" la miró, y ésta estaba boquiabierta "preocúpate de comprar algo para picar, tú sabes. Saca el dinero del fondo común si quieres. Nos vemos" Desapareció. Hermione no reaccionaba.

"¿Hermione, estás bien?"

"Yo... no..." musitó.

"Agua" dijo Harry, tomando el jarrón con jugo de naranja recién exprimido y sirviéndole en un vaso que le dio a beber a Hermione. "¿Mejor?"

Hermione lo vació al seco y respondió:

"Ni tomando dos kilos de drogas reanimantes podría..."

"¿Qué te preocupa?"

"Que ella... Clarissa... sepa que andamos tras su pista"

"Si llegara a saberlo -lo que es muy poco probable- no podría hacer nada" Retiró la mesa con un hechizo y se puso de pie. "No hacemos nada ilegal"

"¿Inmiscuirse en la vida de otros no lo es?"

"No si es por una causa justa"

"¿Esa causa justa, sería..." tanteó.

"Cuando sepamos de qué se trata conoceremos la causa. Procedemos al revés de lo común, de alguna forma. Igual debo irme. Hay mucho que hacer"

"No te molesto más. Eso sí, Harry" se levantó "intenta no llegar muy tarde. Ginny, creo, va a hacer exactamente lo contrario y no quiero tener que lidiar con... ellos... sola"

"Voy a tratar, pero se ve difícil"

"Adiós"

Harry se fue. Hermione terminó de ordenar y fue a tomar una siesta. Como a las 5 p.m. se despertó, lavó la cara y buscó el dinero para ir al supermercado. A las 7 Ginny se apareció en el departamento y a las 8 sonó el timbre. Ron, Clarissa y el pequeño Christopher Matthew habían llegado.

Continuará...



Gustó, no gustó, lo ignoraste, no sirve, es genial, lo amas, lo odias; sea cual sea tu opinión, no olvides dejármela dándole a Submit Review y en GO. Nos vemos en el próximo capítulo: Casa nueva, vida nueva? Y... si tienen tiempo pueden leer un songfic que subí hace un par de semanas, se llama Tu fantasma y es un H/G cortito. No se aburran! Y hay una sorpresa esperando para cierto review en el prox update... ;)

Y gracias a Harry Ronald Granger, Piby Weasley, cervatilla, MaryGin, La Prisionera de Azkaban, BiAnK rAdClIfFe, Hibari chang, Mury Wesley, Carly McKinnon, Lokixima, Jacqueline, tammi weasley, principita, Valy y Cornamenta por sus reviews! Si alguien sabe si la prohibición para contestarlos sigue o no, avísenme porfa que me da una lata horrible leer el reglamento ¬¬.