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Tus días están contados
Capítulo 18: La reunión
"Si no fuera por ti yo no estaría aquí ahora"
"¿Cómo?"
"Porque te fuiste..." Hermione lo miró boquiabierta. "Y sigo sin superarlo del todo"
"Creo que hemos tenido esta conversación más de un par de veces, Ron. Ya estoy harta de que continúes con la misma cancioncita. El mundo se sigue moviendo, por si no te das cuenta"
"Entonces explícame por qué estás aquí"
Ella se quedó callada, meditando e intentando calmarse. Si ahora estaba aquí... ¿era por hacerle un favor a Clarissa, era para mantenerse ocupada y no pensar idioteces y atentados contra su propia vida? O quería estar aquí, porque...
"¿Insinúas que hago esto... por ti?" preguntó, indignada.
Ron se cruzó de brazos y su piel volvió al tono normal. Hermione notó una sonrisa de autosuficiencia apareciendo en sus labios, y su corazón palpitó más fuerte.
"¿Tienes otra razón?" dijo él, viendo como ella se turbaba al no poder enfrentarlo. Ninguno de los dos escuchó los pasos que se acercaban por el pasillo. "¿Intentas llevarme la contra, es eso?" Ella sabía que eso era cierto, pero negó con la cabeza. "No en vano te conozco hace casi doce años"
'Eso crees tú' pensó ella, justo en el momento en que Clarissa entraba a la habitación amarrándose el cabello en una coleta.
"¡Amor, qué temprano llegaste!" Caminó hacia donde estaban y le plantó a Ron un beso en la mejilla. Luego se giró hacia Hermione, sonriendo. "El programa de hoy lo dejé grabado, por eso llegué un par de horas antes. Perdona si te molesta"
"No hay proble..."
"¿Clarissa, por qué me dijiste que..." la cortó Ron, pero a la vez Clarissa lo cortó a él.
"Mis razones tengo, Ronald Weasley. Y si quieres discutir, no va a ser ahora"
Ron no respondió. Hermione se fijó en la capacidad extraña de Clarissa de controlarlo de aquella manera. No era la primera vez que lo hacía frente a ella. Y cómo la odiaba por eso, cuando ella sufrió años en el colegio intentando lo mismo con horribles resultados. Christopher Matthew comenzó a llorar.
"¿Qué sucede, tesorito?" dijo Clarissa, despegando la vista de su marido y acercándose a la cuna. Tomó a su bebé en brazos y le apoyó la cabecita con una mano en su hombro. Miró a Hermione. "Ya puedes irte a casa, yo me encargo ahora. Y Ron te va a acompañar, a ver si se le pasa la idiotez" agregó, apretando los dientes.
"Yo me voy a quedar aquí" dijo Ron, abriendo mucho los ojos.
"Y yo no necesito que me acompañen" agregó Hermione, haciendo el mismo gesto.
"No, Ron. La vas a acompañar porque no te pregunté si querías hacerlo, te lo estoy ordenando. Discúlpame, sí?" le dijo luego a Hermione, tomando bien a su hijo y dirigiéndose a su propia habitación.
Ron salió tras ella con una mirada desafiante pero en vez de ir a la pieza fue a la salita, tomó sus llaves de una mesa y abrió la puerta. Hermione fue hasta allí y se puso su abrigo. Miró a Ron mientras él con la varita cambiaba su túnica por una camisa blanca, un pantalón café y se ponía la campera de cuero sobre ellos.
"¿Qué estás esperando?" exclamó, enojado.
Ella atravesó la puerta por delante de él y Ron al salir cerró a sus espaldas. Caminaron por el pasillo y bajaron las escaleras sin hablar, hasta que llegaron al umbral del edificio y Hermione dijo:
"Déjame aquí si quieres"
"Tengo que llevarte al departamento" respondió él, automáticamente.
"Ya no vivo allí, me mudé esta mañana. Y en todo caso no voy a casa, tengo que pasar a un supermercado para comprar algunas cosas que me faltan"
"Pues te acompaño al supermercado" contestó.
Salieron por las puertas principales a las bien iluminadas calles en la noche oscura, y doblaron hacia la derecha. A Hermione le recordó su sueño de dos noches anteriores. O su recuerdo, no lo distinguía bien. Había un pequeño supermercado a pocas manzanas de allí. Ya iban a medio camino cuando Ron rompió el silencio.
"¿Por qué te mudaste?. ¿Harry y Ginny te lo pidieron?"
Ella soltó una risita, por lo que a él le subió un poco el ánimo.
"No... Pasa que yo no quiero molestarlos... Y bien sabes que en unos días más empiezo a dar clases"
Él asintió, sin mirarla, con las manos en los bolsillos.
"¿No se supone que vivas en el mismo castillo?"
"No es necesario, y preferí que no. Ahora que el mundo mágico está seguro, si puedo hacerlo, mejor"
"Yo hubiera elegido lo mismo" se sorprendió diciendo. "Pero no te creas que está tan seguro, ya ves lo que pasó con ese tal asesino extraño. Podría estar pasando frente a nosotros sin que lo sepamos"
"La diferencia es que él no está buscando vengarse de ningún estudiante de Hogwarts, ni tampoco de ningún profesor"
"Eso aún no se sabe"
"Confío en Harry y en todo el equipo a cargo. Sé que lo encontrarán pronto"
"Ya lo hubiéramos hecho con una persona como tú trabajando en el caso..."
Ahora Ron sonrió, mientras ella se sonrojaba.
"Ya llegamos" soltó Hermione, como quien no quiere la cosa y empujó la puerta de vidrio del supermercado.
Adentro andaba poca gente y sólo dos cajas estaban abiertas. Tomó un carrito de una fila, pasó entre los detectores de robo y entró al primer pasillo, seguida de Ron. Fijó su mirada en las estanterías con diversos productos para no tener que voltearse y verlo y a la vez pensar en lo que tenía que comprar.
"¿Qué tienes que comprar?" preguntó el pelirrojo, tomando una caja con un dibujo de lo que al parecer eran fideos bajo una inscripción en un idioma extraño.
"Esto se ve útil" le respondió ella, arrebatándole la caja de las manos y echándola en el carro, junto a unos frascos con inscripciones en chino. "Si no lo cocino hoy lo probaré mañana. ¡Vaya!" Tomó otro frasco. "Creo que a Ginny le agradará esto" Lo echó sobre los otros frascos en el carrito.
"¿Ginny va a comer a tu casa?"
"Y Harry. Y tú, si quieres. Te estoy invitando" agregó sin mirarlo, y colocó dos cajas de arroz importado en el carrito.
"¿Tenías que agregar eso?"
"Creo que sí" respondió de la misma forma otra vez, tratando de leer la pequeñísima letra de la traducción de una de las cajas.
"Comida oriental ser muy buena" dijo una voz al otro lado de ella.
Ambos miraron y era el hombre que les había vendido té en un puesto que se aparecía unos años atrás. Hermione se acordaba porque apenas hace poco lo había recordado, pero Ron no.
"Es usted. Hola" saludó, abriendo un tanto los ojos.
"¿Masa para preparar arrollados primavera?" exclamó Ron, tomando la muñeca de Hermione para acercar la caja a sus ojos. Miró el carro y relacionó la combinación de productos en él. "¿Y Chop Suey?. ¿Sabes cocinar esto?"
"¿Sirvió infusión de té?" le preguntó el oriental a Hermione, quién no comprendía qué decía el hombre y asentía en respuesta a Ron. "¿Ustedes juntos?"
"¿Juntos?" repitió Hermione, desconcertada.
"Casados" respondió un niño, también oriental, que salió tras el que debía ser su padre.
Los dos se sonrojaron y negaron con la cabeza. Hermione notó que la mano de Ron no sólo atrapaba la caja de la masa, sino también la suya. Él reaccionó y la soltó.
"Señorita decir que funcionar" soltó el oriental.
Ellos se miraron preguntándose qué quería decir con eso y al buscar al hombre con la mirada otra vez para preguntarle ya había desaparecido.
"¡Qué chino más raro!"
"No parecía chino, más bien... té..." dijo de pronto. "Infusión" agregó, frunciendo el seño. Movió el carro hacia delante, cogió unas verduras congeladas de un aparador frío y fue hacia la caja para pagar.
"¿Aquel no era el chino que..."
"Sí, Ronnie. ¡Qué lento eres!" dijo con una voz que a Ron le pareció muy tierna, a pesar de estarlo poco menos insultando.
Hermione pagó todo rápidamente, Ron le ayudó a guardar lo comprado en las bolsas de plástico con el logo del supermercado y salieron a la calle. Empezaba a correr una leve corriente fría.
"Ahora hay que llegar a tu casa" dijo él. "¿Cómo?"
Ella lo miró de reojo y dijo:
"Autobús noctámbulo"
"Oh, no. No me he vuelto a subir a eso hace mucho y no lo haré ahora" reclamó.
"¿Tienes una mejor idea?"
"Aparecerse. Hay una dificultad: este es un lugar netamente muggle y está demasiado iluminado para..."
Pero ella no lo estaba escuchando. Se dirigía hacia un oscuro callejón entre dos edificios. Escuchó un '¿Qué haces?' de Ron detrás suyo y apenas se sintió segura sacó la varita del bolsillo, puso sus bolsas en el suelo y las hizo desaparecer.
"¿Vas a ir o no?" preguntó Hermione al detenerse él.
"¿A qué?"
"A cenar conmi... con nosotros"
"¿He dicho que no?" preguntó en tono de broma.
"No has dicho que sí" respondió ella, inteligentemente. Le sonrió con tibieza, tomando un viejo guante de béisbol del suelo y lo apuntó con la varita, sacándole chispas. "A la cuenta de tres" Ron se acercó rápido y tomó el guante desde el otro extremo. "Uno... dos... ¡tres!"
Era un translador. En pocos segundos aparecieron en la cálida -y sólo iluminada por el fuego de la chimenea- nueva casa de Hermione. Ella apuntó algunos candelabros para encenderlos y un par de ventanas para cerrarlas. Tomó las bolsas que estaban junto al perchero y miró a Ron, quien se giraba sorprendido viendo el lugar.
"Sé que está algo vacío, pero apenas hoy comencé a amoblar. Voy a la cocina para comenzar a cocinar. Tú... haz lo que se te ocurra, y si puedes poner los cubiertos..." apuntó una caja "...mejor" Lo dejó solo.
En eso en otro lado de la ciudad, Clarissa terminaba de amamantar a su hijo que se dormía en sus brazos. Lo recostó en la cama arropándolo un poco, se arregló la blusa y se levantó para ir por un café. Para su sorpresa, al llegar a la sala sonó el timbre y fue a atender, pensando que quizás era su marido que había olvidado las llaves. Abrió la puerta y casi se cae de espaldas al ver a Sean parado y tan sorprendido como ella por verla. Tenía un ramo de rosas rojas en la mano.
"¿Qué haces aquí y por qué traes eso?" Sean trató de ocultar las rosas detrás suyo, inútilmente. "¿Qué te dije acerca de venir a esta casa?"
Cuando Clarissa iba a cerrar dando un portazo, él interpuso su pie derecho y la punta de su varita por el espacio que quedó.
"¡Cómo te atreves!"
Clarissa retrocedió y recogió su propia varita de la mesa, pero cuando lo puntó a él notó que ya estaba dentro del departamento y la apuntaba furioso.
"No me obligues a atacarte" dijo muy serio, botando con violencia el buqué al suelo.
"No lograrás nada conmigo, cabeza de músculo. Dime qué haces aquí. ¡Es una orden!" le gritó, roja de ira.
"Si te crees tan superior, señorita 'hijita de papi', adivínalo por ti misma" Blandió la varita.
"Tú... ¡Que acaso no es suficiente lo que papá te está pagando?"
"Ya no me importa el dinero, primita" Ironizó. "Con el gimnasio tengo y tendré mucho y más de lo que estás tú viviendo ahora"
"Yo estoy bien" susurró, enfática.
"Y yo quiero a mi hijo, Clarissa. No voy a aguantar que te lo quedes para soportar esos tratos"
"¿Qué tratos?"
"Me encontré con Hermione esta mañana en una mueblería y adivina qué me dijo: ella estaba cuidando al niño por las tardes porque la mamá del año tuvo la estúpida idea de trabajar sin haber terminado su licencia postnatal!" Clarissa apretó los puños. "Vine para llevármelo de una vez, y no lo vas a impedir"
"¿Cómo va eso?" preguntó Ron entrando en la cocina, mientras Hermione cortaba unos vegetales en pedacitos y tarareaba una canción.
"Supongo que bien. Harry y Ginny no deberían tardar en llegar" Se volteó hacia él. "Aunque antes hay algo que debo preguntarte"
"Pregunta"
"¿Qué le vas a decir a tu esposa para excusarte cuando llegues tarde?"
"Le diré que vives en Irlanda y te tuve que dejar allá ya que así expresamente me lo ordenó" Ella se rió, sin saber si era broma o hablaba en serio. "Dudo que pregunte, ya que siempre hace ella lo mismo"
"¿Cómo?"
"Siempre llega tarde. Hay veces en que no llega... Cuando sale de noche, quiero decir"
"¿Y eso no te preocupa ni un poco?" Le sorprendía la naturalidad de Ron para decir esas cosas.
"Ya no, si de hecho en un principio tuvimos..." tomó aire "varias peleas por eso, pero confío en ella"
Hermione intentó sonreír, pero sólo le salió una mueca extraña. Regresó a los vegetales. Ron observó su espalda unos segundos, para ser interrumpido por un pedazo de pergamino que simplemente se le apareció delante de los ojos.
"¿Qué es esto?" susurró, tomándolo. Leyó con voz neutra: "Misión abortada. Acabamos de capturar a Svivoski. Gracias por las molestias. Ministerio de Magia. ¡Cómo!" exclamó emocionado a la vez que el papel se desvanecía en cenizas.
"¿Qué pasó?" preguntó Hermione, volteándose otra vez.
"¡Atraparon a Svivoski! Mejor apúrate, Herms, no creo que Harry ni Ginny tarden mucho"
"Ya estoy casi lista..." murmuró ella. "¿Pero tú no estabas en el caso?"
"No precisamente. Sólo hacía refuerzos si me llamaban"
Se escuchó un golpeteo en la puerta. Ron fue a la salita para abrirla y, al hacerlo, se encontró con su hermana observándolo con los ojos muy abiertos.
"¿Qué estás haciendo tú aquí? No habrás venido a asesinar a Hermione..."
"¿Cómo puedes pensar eso? Pasa... ¿Y Harry?"
"Se quedó en el Ministerio en una conferencia de prensa. ¿Dónde escondiste su cadáver?" Se refería a su amiga.
"Cocinando, allá"
Ginny se giró observando todo el lugar con el ceño fruncido. Luego caminó hacia la cocina, seguida de cerca por su hermano.
"¡Hermione!" exclamó, y se acercó a abrazarla. "¡Amo tu casa, es hermosa!" agregó, observando también la amplia cocina. "Tienes que decirme una cosa, eso sí..." Miró a Ron de reojo, el que no dándose por aludido notó la actitud de su hermana y salió a la sala. "¿Eso es Chop Suey? No" Se detuvo. "¿Qué hace Ron aquí?" Hermione evitó su mirada poniendo los ojos sobre el arroz, o sea, hacia abajo. "¿Se reconciliaron... otra vez?"
"Podría decirse..." murmuró ésta como respuesta, sonrojándose un poco.
"¿Después de lo que te dijo en casa el otro día?" preguntó Ginny, algo indignada.
"Yo lo golpeé" volvió a murmurar.
"Han pasado tantas cosas y no parecen tener límite. Tienes una tolerancia increíble para volver una y otra vez a perdonarlo"
Hermione aceptó lo que decía asintiendo, sabiendo a lo que se refería.
"¿Puedes ir y encender más velas? Están en alguna de las tantas cajas. Y saca un spray aromatizante de las bolsas, o si no va a quedar pasado a comida. ¡No! Mejor hechiza las velas... haciéndolas aromáticas. ¡Por favor!"
Ginny asintió y salió de allí. Hermione sacó platos y empezó a repartir la cena en ellos, poniendo los platos al instante con un encantamiento práctico de mantención así podía seguir con las verduras. En la salita, la pelirroja miraba a Ron con las manos en la cintura y negaba con la cabeza.
"Tienes muchísima suerte" Él se encogió de hombros, haciendo el encargo que originalmente era para Ginny. "¿Cuántas veces en tu vida vas a encontrar a alguien que te quiera tanto para perdonarte una y otra vez las estupideces que le has hecho?"
"Serían interesante saberlo" respondió, quitado de la pena.
Encontró las velas y sacó la varita, para ponerlas en lugares estratégicos de la sala y con otro movimiento las encendió todas a la vez. Se volvió a escuchar a alguien golpeando la puerta y esta vez Ginny fue a abrir. Apenas lo hizo, Harry la tomó por la cintura y la besó apasionadamente, bajo la atenta mirada de Ron; aún no podía entrar a acostumbrarse a ellos como pareja.
"¡Harry, ya, con calma!" exclamó ella, separándose, sonriente.
Harry cerró la puerta y advirtió la presencia de Ron. Lo apuntó con el índice, alzando una ceja. Pero antes de poder preguntar algo, en la mesa aparecieron los platos rebosantes de arroz y carne con verduras, junto a platos más pequeños con arrollados primavera, y Hermione salió de la cocina con dos botellas en las manos; una de vino blanco y otra de bebida gaseosa.
"Veo que ya estamos todos. ¡A comer!"
Definitivamente fue una de las veladas más entretenidas que habían tenido en mucho tiempo. Pasaron hablando de cada detalle del caso de Svivoski, cómo habían llegado a él y las medidas que se tomaron para la seguridad futura de Azkaban; no podían permitir que las personas se siguieran fugando. También hablaron sobre su futuro inmediato, recuerdos escolares mezclados con sarcásticos y risibles comentarios imaginándose a Hermione dando clase. Para bajar la comida salieron al pueblo y fueron a tomar algo -bueno, casi todos, pues había 'una' que no podía beber alcohol en lo absoluto- a Las Tres Escobas. Más tarde Ron tuvo que irse porque ya estaba entrada la noche y unos minutos después Hermione también tuvo que irse, porque a la mañana siguiente tenía una de sus últimas terapias semanales en el centro de rehabilitación.
Ron se apareció en su departamento. Las luces estaban todas apagadas, lo que le sorprendió un poco, pues según Clarissa 'el que llega último apaga la luz'. Caminó hasta su habitación y entró, encontrándola vacía. Susurró: 'Lumos!' con la varita en alto; observó que la cama matrimonial estaba algo deshecha y sobre la almohada izquierda había una nota celeste doblada cuidadosamente. Se quedó quieto unos segundos, como esperando ver emerger una explicación desde alguna parte. Nada pasó. Tomó la hojita, apagando la varita y encendiendo la lámpara de mesa, se sentó sobre el cubrecama desordenado y desdobló el papel. Dentro, con la que claramente era la caligrafía de su mujer, ponía:
Esta noche duermo donde mamá y me llevo a Christopher Matthew. No me esperes.
Con mucho amor, Clarissa.
Dejó la nota junto a la lámpara, con la varita rearmó la cama y unos minutos más tarde ya dormía en ella soñando con un chino, té de un leve color dorado y Hermione riéndose por un chiste que él acababa de hacer sobre el cabello de la señora sentada dos mesas más atrás...
Ya eran alrededor de las dos de la madrugada cuando Ginny -algo pasada de copas- pidió silencio a todo el local parándose sobre la silla, aplaudiendo con las palmas en alto.
"Atención, atención, por favor. ¡Gracias!" exclamó abriendo los brazos hacia los lados. Cualquiera que no la conociera no hubiera advertido que estaba media ebria. "Quiero hacer mi último brindis de la noche..." Se agachó rápidamente para tomar su copa y la alzó. "...porque, señores, como unos deben saber y otros no, el delincuente más buscado de estas semanas... Días, perdón..." Se corrigió. "...esta misma tarde fue capturado, probando la eficacia del joven aquí presente..." Indicó a Harry con su cabeza. "... en su nueva calidad de jefe del Cuartel de Aurors del Ministerio, señor Harry Potter. Pero antes de alzar las copas..." los detuvo, mientras Harry se cruzaba de brazos y la miraba complacido. "debo agregar algo que quizás mucho no les importe. El señor Potter... Bueno, me daré el gusto de decir que soy su pareja, y que hace un tiempo ya me ha estado insistiendo en que yo acepte ser su novia" Lo miró. Algunas personas soltaron una risita. "Y yo tercamente no he aceptado. Y ahora puedo decir que el día de hoy..." Se bajó de la silla sin mucha dificultad y se sentó sobre las piernas de Harry, aún sosteniendo su copa. Harry había dejado de sonreír y la miraba con los ojos muy abiertos y brillantes. "No sólo acepto ser su novia, señor Potter. Sino, además, me gustaría que me respondiese una pregunta súper, demasiado importante para mí" Bajó el tono de voz, sin dejar de hacerse escuchar por el recinto que se mantenía en completo silencio. "¿Aceptaría usted, señor Harry Potter, casarse conmigo?"
La gente escuchaba y veía expectante, incluidas las dos taberneras que allí trabajaban. Harry sonrió y sentándose derecho asintió. Ginny lo abrazó por el cuello y le dio un profundo beso. Muchos aplaudieron entusiasmados, otros alzaron las copas a la vez que Ginny lo hacía y gritaron al unísono:
"¡Salud!"
La noche pasó dando lugar a una horrible mañana nublada y fría; cómo se notaba que el verano estaba acabando. Harry despertó encontrándose a pocos centímetros de la cara de su pelirroja, quien aún dormía plácidamente. Recordando la noche anterior esbozó una sonrisa, porque aún sabiendo que Ginny estaba medio tomada en el episodio en Las Tres Escobas, había sido sincera con él y consigo misma. Harry estaba casi completamente seguro de que ella no echaría pie atrás en su proposición una vez que se percatara de lo ocurrido. Y si no, él sabía que no habría que presionarla y que se iría dando de a poco, porque su destino inconsciente era siempre estar y acabar juntos.
Ron se levantó bastante contento sin preocuparle el hecho de que su esposa no llegaba. Se preparó un café y tostadas y ya cuando se dirigía a la chimenea para ir al Ministerio (siempre que podía evitaba tener que aparecerse), escuchó las llaves en la cerradura de la puerta principal y al abrirse vio a Clarissa entrando el cochecito, guardar las llaves en su cartera y cerrar la puerta, todo esto con una mano; la otra le colgaba inerte.
"¿Qué te pasó, por qué te fuiste y qué le pasa a tu brazo?" preguntó por rutina, más preocupado que enojado.
"Larga y aburrida historia. Me tropecé en las escaleras en casa de mamá y..." Levantó su manga, mostrando un vendaje. "me dañé este brazo"
"¿Estarás así mucho tiempo?"
"No debería pasar de esta tarde"
"Entiendo. Adiós" Y sin más ni menos se metió a la chimenea gritando: "¡Ministerio de Magia!"
Ginny despertó y se encontró en su propia cama desierta y apenas cubierta por una camiseta un poco grande. La puerta del pasillo estaba abierta y desde la salita podía escucharse una de sus canciones favoritas:
...So why do we choose the boys that are naughty?
I don't fit in so why do you want me?
And I know I can't tame you, but I just keep trying...
De pronto Harry ya vestido apareció en el umbral de la puerta, acercándose a ella bandeja en mano, sonriente.
"Hola, señorita Ginevra Weasley. Le traje esto, ya vamos tarde para el trabajo..."
Le puso la bandeja con una taza de café, un plato con sandwiches de jamón y queso y un vaso de jugo de naranja, y miró su reloj. Ginny bebió el jugo primero y uno a uno fueron regresando a su mente los sucesos de la noche anterior, incluso el haberse subido a una silla para brindar por Harry y pedirle matrimonio frente a una horda de desconocidos. Se estremeció por haber hecho el ridículo de esa manera, pero no se arrepentía en absoluto.
"Harry... cuéntame algo. No sé si estoy delirando, pero... ¿Yo..." se apuntó "...te..." lo apuntó a él "...pedí..." Formó un corazón con los dedos pulgar e índice de cada mano. Harry aún sonriendo, asintió lentamente. "¿De verdad?" preguntó desconcertada, aunque sabía la respuesta. Harry se puso serio un momento.
"¿Pensaste que lo habías soñado?"
"Bueno, yo... no. Lo que quiero decir es que..." Procuró medir sus palabras. "Estaba un poquito... no muy centrada"
"¿Eso quiere decir que en realidad... no?" Él ya se había preparado para este eventual caso. Tomó aire.
"No, amor. O sea... sí... Quiero decir..."
"¿No quieres?"
Ginny hizo con cuidado la bandeja a un lado, de un manotazo se quitó las sábanas de encima y se levantó, yendo a abrazar a Harry por bajo los brazos, mirándolo a los ojos.
"Claro que quiero casarme contigo, Harry" Él la abrazó por la cintura. "Pero no ahora..."
"No te digo que ahora. Tan sólo dime cuando... y lo haremos"
"Dame..." Miró hacia un lado, pensando. Luego volvió a Harry. "Dame medio año. Medio año y si sigues así queriéndolo, nos casamos"
"Por supuesto que voy a quererlo, Ginny. Te amo, sabes?" le dijo tiernamente. Ginny se ruborizó y una sonrisa asomó a sus labios.
"Yo también te amo, Harry"
Acortaron el espacio que quedaba entre ellos y se fundieron en un beso -si bien no apasionado- donde una vez más se demostraron cuánto se querían. Aunque al rato Harry rompió el beso, diciendo:
"Mejor vístete rápido, que hay mucho por hacer en la oficina. Quizás cómo hayan quedado todos los casos que hubo que hacer aparte por culpa de Svivoski"
"Mmm..." masculló Ginny, asintiendo.
El día pasó veloz, el sol no asomó nunca y Hermione ya estaba de regreso en su casa para eso de las ocho de la noche. Para su suerte Clarissa no mencionó nada de lo que había pasado la noche anterior, y lo que era mejor tampoco formuló pregunta alguna, a las cuales a Hermione no le hubiera gustado para nada responder; sonaría sospechosamente feo decirle que el día anterior se había sentido 'mucho más cerca de Ron que en mucho tiempo'.
Ahora estaba leyendo -o releyendo, más bien- su copia del reglamento del profesorado de Hogwarts, 1998, mientras bebía un té bien cargado en una taza blanca. De pronto, sintió un golpeteo en la puerta. Dejó la taza y el libro sobre la mesita y se levantó, procurando mirar antes por la ventana hacia fuera, pero no vio a nadie. Volvieron a golpear.
"¿Sí?" preguntó, abriendo la puerta.
Se asustó. Allí afuera, bajo un gran abrigo café, estaba Sean.
"Hola, Hermione. Hay algo urgente que debo hablar contigo" dijo entrando sin que ella lo hubiera invitado.
Sean se sentó en uno de los sillones mientras ella cerraba la puerta y avanzaba hacia él, extrañada.
"¿Quién...?. ¿Cómo supiste dónde se encontraba mi casa?" Ocupó el puesto frente a él, diciendo estas palabras muy lento.
"No fue difícil ver la ficha que llenaste en la mueblería" Hermione se mordió el labio inferior. "Pero no vine a hablar de eso"
"¿Entonces?"
"¿Sabes quién es realmente Clarissa?" preguntó rápidamente, evitando vacilar.
"¿Perdón?" Abrió mucho los ojos y su corazón se aceleró. ¿Por qué le preguntaba eso?. ¿Sería que...?
"¿Sabes quién es realmente?" repitió, más tranquilo. Ella no sabía qué responder. Afuera comenzó a llover. "¿No sabes?" Negó con la cabeza. Era mejor no decir nada. Sean tomó aire y prosiguió: "El verdadero nombre de Clarissa es Susan Robinson, te suena?"
Confirmado. Aunque no era necesario haberlo hecho, ella ya sabía que su suposición no estaba del todo errada.
"Ella era mi vecina" respondió, como si no supiera nada del tema.
"Exacto. Ahora prepárate, porque te voy a contar una historia más o menos larga. Empecemos..."
Continuará...
Ahora sí, definitivamente queda un solo capítulo... Una historia, un juicio y un final y... el epílogo... Ténganme miedo, jajaja. No, y peor, que ahora me castigaron y no puedo conectarme xD pero intentaré la ilegalidad y los cybercafe... igual que me voy prontito sique... Dejen reviews!
