Miríada de Miradas

Cap. 3. Demente energizante.

ME QUEDÉ QUIETO, a lo mejor parecía tranquilo, pero sentía totalmente lo opuesto.

El día había sucedido sin mayores contratiempos, con lo de siempre: tener que levantarme temprano, muy temprano en verdad, para acompañar a Harry en sus insomnes jornadas de meditación en las que no puede ni debe estar solo, desayunar como un cerdo a dieta, comiendo solamente lo que Hermione creía adecuado y quejándome dentro de mi por el maldito momento en el que acepté la parte de la comida dentro del entrenamiento. Atrapé sin consideraciones a un par de chicos con unas bengalas elegantísimas que se clavaban en el culo de quien quisieran (obviamente obra de mis hermanos); tuve clases, estudié, porque de alguna manera quiero estudiar, estar concentrado y encontrar la solución a los problemas de Transformaciones que nos pone MacGónagall se ha vuelto gratificante y más gratificante aún cuando le gano a Hermione, porque sé que es la mejor y ganarle me convierte en el nuevo líder silencioso de todos los que ocupan ese salón por un par de horas. Sin embargo, sé que cada vez que le gano es porque ella se ha distraído con algo, a lo mejor penetraría profundo en mi orgullo de hace unos años, pero ahora me encuentro... tranquilo (porque sé que algún día le voy a ganar cuando esté perfectamente en sus cabales) sé que mi poder mágico ha crecido, pero lo ha hecho a la par del de ella y aunque no se lo he dicho a la cara y jamás lo haré, creo que es la chica más fuerte que he conocido, aunque últimamente ande distraída y no se pueda concentrar. Quien sabe por qué. Me gustaría saber por qué.

...Me gustaría ser el por qué.

Al final del día fuimos a nuestro lugar secreto, la habitación más oscura y tenebrosa en la que jamás he estado, que de alguna manera se ha vuelto nuestro lugar favorito. Empezamos la sesión de magia clandestina diaria y dos horas después la terminamos. Dejé que Harry se fuera solo, a lo mejor quería bañarse o pensar... pobre, a veces me gustaría quitarle la carga que tiene encima y llevarla por un momento aunque sea. Se ha vuelto muy poderoso, más que nadie en Hogwarts, pero tiene esa responsabilidad inherente que a mi no me dejaría pegar el ojo.

Hermione también me dejó solo, no escuché lo que me decía porque últimamente también habla muy bajo o muy ronco, o sencillamente estoy concentrado en otras cosas. Así que saliendo de la clandestinidad me encontraba yo, solo, tranquilo y caminando hacia la Sala Común para darle fin a mi día sin sobresaltos.

Pero ella me besó.

Y se fue corriendo, de inmediato reaccioné... no, miento, me quedé estático con los ojos entreabiertos y la boca un poco arrugada como idiota. Era presa de una conmoción suspendida, que no me dejaba decidir si ese beso me había gustado o no, si estaba feliz de que hubiera terminado o si quería más, no tenía la puta idea de lo que sentía y tenía miedo de no saberlo a tiempo; parte de mi ansiedad casi controlada volvió a mí de inmediato y quise asegurar de pronto lo que ese beso había significado.

Mientras duraba mi aturdimiento, todo lo que ocupaba mi mente se hizo a un lado, por esos segundos sentí un aire nuevo que me relajó y me devolvió a la realidad de Hogwarts, nuevamente oí las risas por los corredores sin que me parecieran molestas o indiferentes, al contrario, me contagié de ellas. A lo mejor sonreí a medias, a lo mejor mis manos tocaron mis labios secos mientras pensaba que la gran expectoración en mi mente era producto del beso de ella. Me sentí especial y no es que no lo haya sentido junto a mis amigos, pero cambiar de aires por unos momentos nunca le hace daño a nadie; sentí como si hubiera rejuvenecido, tomado algún energizante y sin querer o poder pensar más, me di media vuelta, alegremente confundido.

Lo único que tenía claro era que me había convertido en el único en todo Hogwarts que había sido besado por una demente.