Se encontraban los 4 en un coche descapotable, negro, de formas curvas y elegantes, y cuyo motor demostraba una potencia increíble, aparte de que Yamato le estaba dando de sí, disponer de un vehículo que podía alcanzar los 950 km/h era bastante difícil por aquella zona, la mayoría se fabricaban en ciudades donde había una población mayoritaria de gente con poder y dinero, ya que eran muy caros. Aún así, un compañero de la "empresa" para la que trabajaban lo había conseguido, no legalmente, pero lo había conseguido.

Yama, no fumes mientras conduces, eso distrae.

Cállate, a menos que quieras que abra la puerta del coche y salgas disparado contra el asfalto – dijo éste mientras le daba otra calada al pitillo.

Taichi se revolvió en su asiento sin decir nada más, era verdad que Yamato era muy frío, que no se le podía dar órdenes, pero también era completamente necesario para el trabajo que tenían que desempeñar.

Transcurrieron unos 3 cuartos de hora cuando llegaron al lugar, una pequeña casa a las afueras de la ciudad de Aria, conocida por su potencial industria y riqueza. Lugar de ricos, donde todo era perfecto, cualquier persona que tuviera un mínimo de poder vivía en aquel deslumbrante paraje. Bajaron del auto y entraron.

Bien, cuanto antes nos cambiemos de ropa, antes llegaremos, tenemos que dar una buena impresión a simple vista, Ken¿están los pasajes en orden?.

Tranquilo Taichi, las falsificaciones son mi especialidad, te aseguro que entraremos sin ningún problema.

Entonces démonos prisa.

Abrieron cada uno la maleta que contenía el equipo que utilizarían aquella noche, se vistieron con ropas de cuero negro, la nobleza de aquella época solía utilizar ese material para vestir ya que era algo difícil de encontrar, por lo que demostraba el poder económico. Una vez hubieron terminado de ponerse la gabardina y equiparse con las armas subieron al coche de nuevo.

El viento seguía golpeando en dirección opuesta al descapotable a la vez que se amoldaba a su figura, los cuatro llevaban gafas de sol a pesar de la penumbra en la que se encontraban, aunque daba lo mismo, ya que las peculiares lentes disponían de la mejor tecnología de ultravisión, a pesar de que eran de un color negro intraspasable podían ver bastante mejor que si no las llevaran puestas. Llegaron al aparcamiento de una lujosa mansión que a simple vista parecía de estilo victoriano, al alcalde de Aria le encantaba el estilo gótico, por lo que el edificio se mostraba ante ellos de una manera imponente, con altas torres de aguja, amplísimos ventanales y un enorme rosetón en la fachada de la misma.

"Estúpido" –pensó Yamato- "sólo lo hace por impresionar al resto de la muchedumbre y dar signos de su categoría y poder en la sociedad, seguramente no tendría ni la menor idea de lo que realmente representaba aquella vivienda, símbolo de una cultura extinta hace incontables años y llena de secretos ocultos entre sus torres y repisas. Lo tendremos fácil como sea igual de estúpido que el resto con los que nos hemos topado".

Uno de los mayordomos encargados del aparcamiento se ofreció a aparcarles el automóvil, le dejaron las llaves y se dirigieron hacia la puerta principal. Sin ningún problema accedieron al interior, las invitaciones falsificadas por Ken eran exactamente iguales a las verdaderas, incluso la voz que emitía para notificar el nombre del invitado con su consiguiente número de id era calcada. Entraron al gran salón, rebosante de gente, apuestos hombres y hermosas y educadas mujeres bailaban, picaban los manjares que se servían en el momento o se dedicaban a sentarse en los enormes sofás del fondo con una copa de licor y un habano en boca, algunos vicios no cambiaban nunca a pesar del paso del tiempo.

Ya estamos, ahora sólo tenemos que distraer a la guardia un momento y encargarnos de ese gordo seboso, esperaremos un rato, ya sabéis cuál es la señal de comienzo.

Tai meneó la cabeza en señal de afirmación a Ken, los hermanos Ishida mantuvieron su postura denotando cierta indiferencia. Cada uno d los 4 jóvenes se encaminó en una dirección distinta, mezclándose con la gente, los dispositivos ya estaban colocados.

Mientras tanto Sora y Mimi permanecían impacientes en una habitación, al parecer un despacho, de grandes dimensiones y cuyo ventanal daba hacia el jardín de la casa. La puerta se abrió y las dos jóvenes se levantaron rápidamente del sofá de cuero negro en el que se habían acomodado hace rato.

¿Está la fiesta a su gusto-sonrió complaciente un señor, que aparentaba unos 40 años de edad. Con un semblante de superioridad las miró, las muchachas le devolvieron la mirada intentando disimular cierto repudio que tenían hacia el hombre, barrigudo y con un bigote de prehistoria, dirían ellas, que lo remataba con la sutileza de su carácter.

Muchas gracias por habernos invitado a su 38º cumpleaños, señor Grunts, le aseguro que su amabilidad nos ha ahorrado muchos problemas – saludó cortésmente una Mimi asqueada frente a la idea de tener que hacerle la pelota a un ser tan repugnante.

Venga, venga, jovencitas, saben que vienen para otra cosa que no es mi cumpleaños ,no hace falta que me alaben tanto, el resto de la gente que está en el salón ya lo hace y me está empezando a aburrir.

Mimi frunció el entrecejo, sabía que la conversación no había comenzado con muy buen pie, les resultaría difícil conseguir lo que habían venido a tratar, un hombre tan egoísta y dueño de su propio mundo de ensueño que deseaba aplicar a la realidad no sería un blanco fácil para hablar civilizadamente, por lo menos por parte de ella.

Muy bien, mejor así – continuó ella – necesitamos el permiso para cruzar la frontera de Osiris.

‚¡Qué? – el hombre parecía entre asustado y cómico – digo yo que será una broma, nadie en más de 500 años ha cruzado la frontera y ahora no se lo voy a permitir a dos chiquillas impertinentes.

¿Ni siquiera sin leer este informe? – Mimi le tendió un pergamino muy estrecho, que el hombre rápidamente desenrolló y leyó con avidez.

No puedo hacerlo, eso pondría en peligro a la ciudad y nuestra buen reputación, si pasara algo, caería en picado, desde luego que no voy a permitir que eso suceda, lo siento, busquen otro rumbo – sentenció el hombre gordo aún releyendo el pergamino.

¡No estamos hablando sólo de una ciudad, estamos hablando de algo que se extiende como un cáncer por la región y a usted le da igual¡En cualquier momento podrían llegar hasta aquí! – gritó Mimi dando un palmotazo con ambas manos en la mesa en la que estaba sentado detrás el hombre.

Lo siento, no puedo dejarme ver como si fuera alguien que se deja influenciar a la más mínima crisis, eso no pega con esta ciudad.

Usted y sus maldito formalismo y arrogancia, no piense que así va a ganar más dinero...

En un acto reflejo la muchacha pelirroja que había estado sentada en uno de los brazos del sofá escuchando la conversación se levantó rápidamente y apoyó sobre la mesa mirando cara a cara al viejo, que ahora no podía aguantarle la mirada, pues se le iba hacia otras zonas de su cuerpo que él consideraba más interesantes.

Escúcheme señor Grunts, no hemos venido aquí a pedirle que nos deje atravesar la frontera, sino a avisarle de que nos vamos a aventurar en ella, obtengamos su permiso o no, tal vez nos resulte mucho más difícil, pero usted sabe que meterse en los asuntos de la gente de Eliseo no le conviene mucho, nuestra tecnología avanza a pasos agigantados comparada con la suya, no quisiera ser testigo de una catástrofe por no haber escuchado las palabras de dos jovencitas impertinentes.

El hombre tragó saliva y un sudor frío le recorrió todo el cuerpo, la muchacha tenía toda la razón, le había dado en el punto débil, en aquellos momentos sino les hacía caso puede que su pellejo estuviera en peligro, sino lo estaba ya.

Está bien –tartamudeó – dentro de una hora las espero aquí mismo a las dos, sean discretas, por lo que más quieran, no quisiera tener problemas en este día, ahora si me disculpan tengo que ir a dar un discurso – el hombre se levantó del asiento y con paso tembloroso salió de la habitación.

Sora y Mimi bajaron unos minutos después.

Eres muy convincente, no sé cómo te las apañas pero te inventas unas historias impresionantes en tu cabeza y al final siempre consigues lo que quieres¿qué es eso de que les íbamos a destrozar enteritos si no nos dejaban pasar?.

Bueno, hay que aprovechar la fama que tiene nuestra ciudad en cuestión de armas, así nos ahorramos problemas – contestó la pelirroja acariciándose la punta de uno de sus mechones a la vez que se encogía de hombros – aún así, no me gusta el ambiente, tenemos que tener cuidado de que nadie consiga aproximarse demasiado a esa bola de billar, seguro que hay algún infiltrado que no ha venido precisamente a celebrar un cumpleaños.

Sí, tienes razón, nos quedaremos lo más cerca posible, iré a avisar a Hikari y Miyako.

Sora se quedó apoyada en una de las columnas al lado de las mesas donde se servía la comida, observó el ambiente, no parecía haber nada sospechoso, sin embargo tenía una extraña sensación de inquietud. Un joven apuesto la invitó a bailar, ella accedió cortésmente, y se enfrascó en el paso de una suave y cálida melodía que se extendía en el ambiente.

Yamato mientras tanto estaba sentado en uno de los sofás bebiendo de una copa un jugoso líquido amarillento, observó la botella de whyski, era del año 4500, después de todo la misión no iba a ser tan aburrida como él había imaginado, ladeó la cabeza en pos de ver a alguno de sus compañeros, pero nada, estaba cansado de esperar, se aburría, y el whyski comenzaba a ser una molestia más que una diversión. Entonces vio a una muchacha que le llamó la atención, era increíblemente atractiva y la ropa que lucía con su esbelto cuerpo lo demostraba aún más, un corsé de cuero rojo brillante que se ceñía a su cintura y caderas y le daban mayor voluminosidad a sus pechos, y una falda también de color rojo intenso de terciopelo, que permitía observar sin ninguna dificultad la gracia con la que andaban sus piernas, más aún viendo una raja a un lado que le dejaba al descubierto una de ellas. Se levantó de su asiento y procurando que ella no se diera cuenta se le acercó, total un poco de diversión no le sentaría nada mal.

¿Puedo ayudarte? – Sora oyó una voz detrás de su hombro, entonces se giró, y observó atentamente a un joven que la sonreía seductoramente. Se sorprendió, no solía ver muchas veces a un hombre tan guapo como lo era él, una cabellera rubia y algo desordenada, unos ojos de azul intenso y forma felina y por último una sonrisa pícara le saludaban, observó también debajo del traje de chaqueta que tenía un cuerpo bastante fornido y musculoso, definitivamente se había encontrado con un semidiós del arte de seducir.

No gracias –dijo la muchacha devolviéndole la sonrisa.

Parece que estás sola¿no has venido acompañada de alguien?.

Oh sí, he venido con unos familiares, pero ahora mismo están bailando y me he quedado aquí, no soy muy dada al baile – comentó a la defensiva para que el joven desechara la idea de sacarla a la pista.

Vaya, yo también he venido con unos familiares... – el chico la observó de arriba abajo meneando la copa que tenía en su mano, en cuyo interior sólo quedaban dos pedazos de hielo.

La joven asintió con la cabeza, de repente, sintió resbalar entre sus manos la servilleta que tenía en la mano izquierda, se agachó al suelo no sin antes dirigirle una mirada al joven de vigilo.

Mientras tantoél aprovechó el descuido de la muchacha y dirigió la mirada hacia el canal que había entre los pechos de la chica, la vista desde arriba era muy interesante, aquella joven no parecía interesada en hablar con él, pero aún así... qué rollo, la única diversión que iba a tener en toda la noche se esfumaría nada más recoger el trozo de tela, miró de nuevo al escote y observó la redondez de sus pechos, de repente se le vino una idea a la mente, tal vez no fuera muy decente, pero se divertiría antes de que la joven se marchara y comprobaría el grado de compostura que podía albergar. Inclinó un poco la copa, y así lo hizo paulatinamente hasta que uno de los hielos se deslizó rápidamente y cayó, justo en el hueco entre lo pechos de la joven.

Sora sintió el frío que de repente rozaba su piel, alzó la mirada entre confundida y molesta y vio que el joven la miraba con un semblante malicioso y a la vez inocente. Se levantó y depositó la servilleta en la mesa, aquel joven quería jugar con ella, y ella le iba a seguir el juego hasta darle con la puerta en las narices, le encantaba hacer eso.

Perdona, me distraje mirando el solo del violinista y sin darme cuenta...- el joven no acabó la frase, dijo la última palabra con un ligero suspiro, parecía esperar la ocurrente respuesta de la chica.

No te preocupes, de hecho hasta lo estaba pidiendo a gritos, aquí hace mucho calor...

Oh, vaya, me alegro de haberte sido de ayuda.

Dios... la estaba cabreando y a la vez excitando con aquellas palabras, ningún hombre jugaba con ella, y le hacía sentirse como se hubiera reído de ella a la cara, pues si quería guerra, la tendría.

Mmm... creo que dejaré derretir el hielo mientras veo a esa joven mover sus gráciles caderas¿no crees que tiene un toque muy sexy? – le preguntó mientras miraba a la muchacha simulando una expresión salvaje de deseo.

El chico abrió de par en par los ojos, pero al poco sonrió de nuevo.

Eres muy divertida, te gusta martirizar a la gente – dijo el joven en un susurro.

Tú también eres divertido a tu forma, te gusta jugar con la gente, la próxima vez elige mejor a tu presa... – Sora le dedicó una última sonrisa sarcástica y se alejó de él.

Yamato sonrió, era una pena no volver a verla, la había hecho enfadar aunque no lo hubiera demostrado, pero consiguió mantener una postura muy altiva y madura, la mayoría de las mujeres que se veían envueltas en sus encantos, acababan en su cama o saliendo disimuladamente detrás de una cortina o un armario, sin embargo ella, le había respondido mordazmente con una sonrisa en la cara¡qué mujer!. Al rato vio un flash de refilón, la señal, esperó 10 segundos y pulsó un diminuto botón que se encontraba en uno de los gemelos de las mangas de su chaqueta.

Sin que los presentes en la sala se dieran cuenta, un extraño vapor comenzó a inundarla, la gente se quedó atontada, parecía que hubieran ingerido una especie de alucinógeno.

Grunts se encontraba de nuevo en el despacho, dudando de si firmar el permiso o no, la verdad es que no tenía otra opción, pero se había demorado a la hora de firmar, aquella firma significaba poner el mecanismo en funcionamiento, las partículas de tinta con la que dejaba su marca serían las encargadas de transmitir la información a través de una onda, que desactivaría el campo de electrones que daba vida a los guardas de la frontera. Deslizó de nuevo la pluma entre sus dedos, quería alargar más el momento.

¿Qué le pasa, señor Grunt¿Le gusta esconderse en su despacho a jugar que el mundo le pertenece- una figura se deslizó hacia el frente desde detrás de la cortina.

Tú... ¿qué haces aquí? – gruñó Grunt a la vez que retrocedía sentado en su silla.

Ya sabes, mi trabajo.

No... ¡joder, ayudaaaaaaa!.

Ni lo intentes, no pienses que iba a venir hasta aquí sin neutralizar a tus guardias.

Los has...

No te preocupes, se han desangrado sin siquiera darse cuenta, estaban todos durmiendo como angelitos...

Sora se incorporó a la realidad, unos ruidos se hacían escuchar en el piso superior, cerca del despacho de Grunt, le dio una torta a Mimi, que apenas reaccionaba, en cuanto abrió un poco los ojos, Sora le cogió la cara.

Despierta a Hikari y a Miyako, creo que alguien ha venido a matar a Grunt, yo voy subiendo.

¡Mierda! – Mimi se había desperezado casi del todo, vio a Sora salir corriendo y se fijó en que todo el salón estaba lleno de zombis con trajes bonitos- Menuda la que me espera... ¡yo no pienso despertarles a todos!.

Cuando llegó al piso de arriba Sora ya no oía ruidos, se acercó al despacho de Grunt, la puerta estaba entreabierta, de repente un agudo olor le llegó a las fosas nasales.

Sangre –murmuró.

Abrió la puerta violentamente y vio al alcalde yacido en el suelo, con un profundo corte en la yugular, la sangre seguía resbalando lentamente extendiendo cada vez más el charco que rodeaba al cuerpo.

Espera... – se susurró Sora a sí misma.

Dio dos amplias zancadas hasta situarse al lado de la mesa, el permiso que Grunt había decidido concederles a la fuerza se encontraba ahí, sin la firma del alcalde.

Mierda, sin la firma no vale de nada... – volvió a murmurar ¿quién coño habrá sido?.

Una pregunta parecida me hacía yo al verte entrar en la habitación – el chico joven con el que había estado antes volvía a estar detrás suyo.

Vaya, ya decía yo que siendo tan guapo algún inconveniente tenías que tener – suspiró la joven sarcásticamente.

El rubio la giró y la apoyó contra la pared apoyando ambas manos a los lados e los hombros de la joven.

¿Quién eres, y por qué te iban a dar un permiso para cruzar la frontera de Osiris? – preguntó el joven alegre.

Que te crees tú que voy a soltar palabra.

Si no dices nada me veré obligado a utilizar soluciones más drásticas – el joven desenfundó un mandoble de la nada de 2 metros de altura- sería una pena que una belleza como tú acabara con la cara deformada¿no crees?.

¿Ah, si- entonces la joven hizo un disimulado gesto y unas cuchillas comenzaron a salir de sus brazos, de bastante longitud y que parecían nuevas, pues se veía que la cuchilla apenas se había deteriorado.

Vaya vaya... – el joven se apartó tranquilamente- así que tenemos a una súper heroína, de veras eres una chica muy divertida.

Pues no te creas, a veces cuando me pongo seria hago que la gente se trague sus propias palabras.

Entonces... demuéstramelo – Yamato se puso en posición de ataque, Sora hizo lo mismo.

Comenzó una pelea llena de movimientos rápidos, casi imperceptibles del uno para el otro, pero los reflejos de ambos eran lo suficientemente buenos como para esquivarse el uno al otro, aún así el joven contra el que Sora estaba luchando comenzaba a llevar cierta ventaja, a pesar de llevar un arma el triple de pesada que la suya, sus movimientos eran incluso más rápidos que los suyos. El arma ocupaba bastante, y poco a poco se fue adueñando de todo el espacio de la habitación. Sora estaba acorralado contra la ventana de la estancia.

Ríndete, confiesa y te prometo una muerte rápida – sonrió el joven dulcemente.

Eres un...

Tranquilízate nena, estoy mal acostumbrado a ganar, ya lo siento.

A la vez que Yamato se iba acercando a Sora, de repente una especie de tentáculo metálico rompió el cristal y sujetó a la chica, ella lo reconoció como una de las máquinas que había fabricado su amiga Miyako, se sintió aliviada, al fin y al cabo, ese día no moriría a manos de un prepotente.

Yamato se quedó paralizado al ver semejante instrumento tan extraño, sin embargo sonrió al horizonte nocturno que ahora era lo único que divisaba desde el ventanal.

Te encontraré pelirroja, y te serviré una dulce muerte en bandeja de plata... – susurró fundiendo su voz con el viento.

Rápidamente desapareció del lugar junto con sus tres compañeros.

CONTINUARÁ...

Notitassss:

Jolas a todos¿Qué tal andáis?. Yo aquí escribiendo, qué raro, me vino la inspiración justo en la semana de exámenes, (sisi, vamos, que por no estudiar cualquier cosa). Bufff, qué rollo, no sabía cómo desarrollar este siguiente capítulo, me da rabia, porque soy tan tonta de haberles dedicado toda la atención a Yama y Sora, y al resto les he dejado por ahí de la mano de Dios... bueno, vosotros imaginaros que estaban patrullando, o vigilando al alcalde, algo asín, jeje, pero qué vaga que soy!

En fin, ya sabéis, dejadme comentarios todos los que queráis, de hecho, os lo suplico! Y ya puestos, pos os contesto a los que me habéis mandado.

Aquarius No Andres: Me alegro de que te guste la trama, aquí está el siguiente capítulo, a ver si te gusta, no he descrito mucho el mundo en el que se desarrolla, pero es una idea que dejado para un poco más adelante, cuando aclare mejor mi cabecita, besos!

Alexeigirl: Jeje, no te creas que me es tan fácil describir lugares imaginarios, es muy difícil y basar una historia en este ambiente da muchos quebraderos de cabeza, pero bueno, seguiré esforzándome. Mmmm... más o menos es como tu dices, pero nunca se sabe quien persigue a quién, supongo que lo habrás supuesto en este capítulo. Gracias por enviar review, por cierto, espero con afán que actualices tus fics! Besos!

Atori-chan: Verdad que sí? Es que Yamato y Sora están hechos el uno para el otro, espero que te guste este capítulo, besukiss! (y por cierto, actualiza tu también los fics, jeje, pero que pedigüeña que soy).

Darkwolf: Alea jacta est significa "La suerte está hechada", creo que en latín, pero no me hagas caso que no me acuerdo muy bien (soy una gran mente olvidadiza). Ybueno, lo del principio... todo tiene su significado, sino, no lo escribiría... (o tal vez sí, a saber, con lo loca que estoy...). Gracias, me alegro de que te gustara, espero que este capitambién sea de tu agrado, Paassssssssssssss!

Hillary: Jaja! tranquila, que todo llega, ya actualicé... no me mates, porfa... espero que te guste, le he dado algo picantillo al asunto de Sora y Matt, menuda manera de conocerse... (desde luego, es que parezco una mente salvaje...). Bueno, a ver si me mandas review diciendo que también te gustó este capítulo, besazos!

Y esto es todo, muchas gracias a los que me habéis escrito, espero ir mejorando como escritorcilla, jeje! Nos vemos!.