La oscuridad forma parte de ti, la oscuridad conforma todo tu ser... has de llegar hasta ella, la verdad te ha sido revelada, ¿acaso quieres aún más pruebas? ¿todavía no comprendes el significado de que estés aquí?.

-¿Cómo...?

Otra vez... el paisaje de las tinieblas... me rodea, me llama, algo tengo que hacer, desde aquella noche en la que...

-¡Sora! cariño... debes de tener más cuidado.

Una pequeña figura se levantó del suelo, la niña, de unos 8 años de edad intentó mantener el llanto, pero aún así las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Su curiosidad e inquietud le habían llevado a intentar trepar por un árbol, ya que minutos antes había divisado una ardilla, ver aquella clase de animales era poco frecuente en los tiempos que corrían, puesto que varias de las razas que antes existían se habían extinguido hacía muchos años, así que la pequeña se apresuró al macizo tronco de aquel abeto en pos de su objetivo, sin embargo a mitad de camino se había cansado ya que sus pequeños bracitos aguantaban a duras penas el peso de su cuerpo y había caído a un par de metros de altura, provocándose un corte profundo en una de sus rodillas de la que comenzaba a manar sangre.

La pequeña al observar el estado de la herida dejó de contener el llanto para dar paso a un estado casi esquizofrénico, la mujer se acercó cautelosamente y la arrulló en sus brazos.

-Tranquila pequeña, ahora mismo vamos a casa y te curo la herida.

-¡Buaaaa! ¡duele muchoooo! ¡buaaa!

La madre sonrió, se notaba que su hija era una niña sana, simplemente con oír su llanto enérgico le bastaba para saberlo. Cogió en brazos a la infante y se dirigió a un pequeño pero hogareño edificio que había a pocos metros de ahí, construido en madera y metal. Abrió la verja que daba a un pequeño jardín, su césped era de un tono verdoso muy intenso, los laterales del césped eran sustituidos por plantaciones de flores de todos los colores y tipos que por aquella zona había, la mujer caminó tranquila a través del pequeño camino de losas de mármol que atravesaba el jardín y entró en la casa.

Se dirigió al salón, una habitación muy grande e iluminada por sus amplios ventanales, depositó a la pequeña en un sillón y se apresuró al cuarto de baño a por los materiales médicos, cuando llegó, vio que la pequeña había aumentado el volumen de su llanto y se apresuró a curarle la herida, con delicadeza expandió un pequeño trapo con una sustancia amarillenta que hizo que de inmediato la herida dejara de sangrar, y a los pocos minutos no quedaba ni rastro del golpe.

-¿Ves cómo no era para tanto?.

La pequeña sonrió.

-Jo mami, pensaba que me iba a quedar sin pierna.

-¿Sin pierna? ¿quién te ha metido esa idea en la cabeza?.

-Papi me dijo el otro día que en la guerra cuando él luchaba contra todos esos señores malos, un amigo suyo se hizo pupa en la pierna y se le cayó y pensé que a mí me pasaría lo mismo...

-Ese... – se dispuso a maldecir la mujer, pero interrumpió su comentario con un suspiro- en fin... cuando llegue a casa ya hablaré yo con él...

-¿Y sabes lo que me contó también?

La mujer miró asustada a la pequeña, en espera de un comentario parecido al anterior.

-Que si me tocaba mucho el ombliguito, al final se me metería dentro de la tripa y me moriría porque se me saldría toda la sangre del cuerpo por el agujero...

-¡Oh por dios! Sora, cariño, no hagas caso a tu padre... a veces creo que es más fantasioso que tú... bueno, creo que ya es hora de que prepare la comida, nena, sal al jardín a jugar si quieres, pero no salgas de la casa, ¿entendido?.

La pequeña asintió inocentemente y se apresuró a coger varios de sus juguetes para salir a jugar fuera y disfrutar del cálido día.

Una tranquila brisa se paseaba por el lugar, mientras que la pequeña pelirroja jugaba con varios muñecos de aleación de hierro simulando un campo de batalla y representando con ello una dura lucha entre dos bandos de soldados, el énfasis con el que jugaba era notorio, de vez en cuando daba varios gritos de guerra que le había enseñado su padre y que a su madre no le hacía ninguna gracia que conociera, aún así ella no le hacía caso, y varias veces se había llevado una tremenda regañina por parte de su progenitora. Alzó uno de sus muñecos mientras que daba un grito de pelea, sin embargo el muñeco se le resbaló de la mano y salió volando por los aires.

-¡Ouch!

La niña se volteó ante la queja proveniente de la entrada de la casa y rápidamente se dibujó una sonrisa en su rostro mientras se levantaba presurosa.

-¡Papaaaaa!

Un alto y musculoso hombre de cabello castaño y ojos rojizos se acariciaba la frente, donde comenzaba a salir un pequeño bulto. Al ver a la pequeña abalanzarse sobre él, de un acto reflejo la cogió en brazos.

-Sora... ¿no podrías tener un poco más de cuidado cuando juegas? Siempre que llego a casa recibo el cordial saludo por parte de alguno de tus juguetes.

-Pero papi, sino me entreno jugando a la guerra, nunca seré una buena guerrera de mayor...

El hombre hizo una mueca, entre divertido y fastidiado.

-Ay pequeña... creo que debería de dejar de meterte esas ideas en la cabeza por mi propia seguridad... – dijo mientras acariciaba su pelo.

-¡Kazuma! – el hombre miró al frente - ¿qué es ese cuento de la pierna partida y el ombligo?

El hombre tragó saliva, su esposa era una mujer muy bella y educada, sin embargo tenía un genio de mil demonios, y era mejor no discutirle las cosas a menos que quisiera llevarse otro golpe en el mismo día. Se acercó a su cónyuge, quien estaba apoyada en el marco de la puerta y le dio un beso en la mejilla.

-Mi querida Yuuko, hoy estás guapísima.

-Querido... – dijo la mujer sarcásticamente – no cambies de tema.

-¿Qué tema? ¡ah! Huele maravillosamente bien, ¿es la comida?.

Kazuma sabía que si había algo que a su mujer le hiciera olvidar sus enfados, eran los halagos en su arte culinaria. Aunque la verdad es que la comida que ella hacía no era para tirar cohetes.

-Te he puesto tu plato favorito – dijo la mujer olvidándose del tema – pasa anda, que debes de estar cansado.

La familia entró en el hogar y se decidieron a comer lo antes posible, ya que la pequeña tenía bastante hambre al igual que su padre.

La tarde estaba bastante entrada, después de la comida la pequeña familia se acomodó en el salón, y sacaron varios juegos de estrategia militar para el disfrute de la pequeña, Kazuma le enseñaba las reglas, mientras Yuuko observaba la situación un tanto ceñuda, sin embargo, ver a su marido e hija tan entretenidos y felices le arrancó una sonrisa, y fue a la cocina para minutos después llevarles unos cuantos dulces. Tras la sesión de juegos, la pequeña pelirroja quedó agotada y se durmió profundamente, su madre la cogió en brazos para llevarla a su camita... si se podía llamar así. Porque menos la cama de una niña parecía cualquier otra cosa, en realidad era un armatoste metálico de grandes dimensiones, con un mullido colchón y suaves sábanas, en los laterales del mueble había una especie de red metálica de forma cóncava. La explicación para tan extraño armatoste era que su pequeña niña era un diablo a la hora de dormir, no dejaba de moverse en toda la noche, tal era su movimiento, que a menudo solía acabar tirada en el suelto envuelta en las sábanas y con el colchón encima, por lo que Kazuma diseñó una máquina con sensores de movimiento, que hacía que antes de que la pequeña cayera al suelo, volviera a depositarla en su sitio.

Tras apagar la luz y cerrar la puerta, los dos adultos volvieron al salón, sus rostros estaban sombríos y carcomidos por la duda, se sentaron en el sofá y se mantuvieron callados durante un largo período de tiempo, finalmente la mujer habló.

-Kazuma... ¿crees que deberíamos hacerlo? – el hombre suspiró con resignación.

-No nos queda otra alternativa, Yuuko... y lo sabes muy bien.

-Pero es tan pequeña... me parece injusto...

-El destino lo ha querido así, sabías lo que iba a pasar antes de que naciera... debemos hacerlo antes de que sea demasiado tarde, ya está listo, esta noche actuaremos.

La mujer asintió con lágrimas en los ojos, que comenzaron a brotar al sentirse abrazada entre los cálidos y musculoso brazos de su esposo.

La pequeña Sora lo oyó todo, se había levantada para beber un poco de agua, y se encontró con la extraña situación, no se atrevió a acercarse a sus padres, sabía que algo pasaba... y tal vez estuviera relacionado con ella. Pero la mente de una niña es frágil, y el sueño pudo con su curiosidad, así que volvió a su cuarto para seguir disfrutando del placentero Morfeo.

La noche se asomó en el hogar, y los padres de la pequeña entraron en su habitación.

-¿Estás preparada Yuuko?

La mujer asintió firmemente.

-Entonces... comencemos.

Cuando Sora despertó aquella noche a causa de los sonoros ruidos, nunca imaginó ver semejante escena. Su madre gritaba e intentaba zafarse de un trío de hombres, su padre no se encontraba en la habitación, lo que le extraño aún más. Tenía miedo, se encontraba en medio de una escena terriblemente horrorosa, veía como su progenitora sangraba de varias heridas que tenía en el cuerpo, la pequeña lo único que hizo fue esconderse bajo su cama, casi paralizada por el miedo, sus llorosos ojos nublaban todavía más la espesura de oscuridad que invadía el cuarto, sin embargo los gritos de su madre seguían retumbando en su cabeza, pero... ¿por qué no podía ir a ayudarla, había algo en su mente que le ordenaba que se mantuviera al margen, y ella nada podía hacer por evitarlo. De repente otro sonido la distrajo de sus pensamientos.

¡PUM!

¡Un disparo, al segundo vio el cuerpo de su madre caer al suelo, inmóvil... la pequeña quiso alargar su mano hacia su madre, pero tampoco pudo. Se escondió todavía más, esta vez oía claramente la ronca voz de los tres sujetos.

-Espera... noto otra presencia – dijo uno de ellos.

-Tienes razón, será mejor que registremos bien el cuarto.

Los hombres comenzaron a pulular incesantemente por la habitación, registrando todos los recovecos... hasta que miraron debajo de la cama, la descubrirían, iba a morir. Vio el rostro de aquel hombre iluminado por la luz de la luna, unas facciones masculinas y muy marcadas, y unos ojos fríos como el hielo, observaron el lugar donde estaba la pequeña, luego se levantó.

-Aquí no hay nada, habrá sido una falsa alarma.

-Como sea, de todos modos ya hemos hecho el trabajo, al jefe no le gustará saber que no estaba aquí lo que busca... – suspiró otro de los hombres.

Rápida y silenciosamente, los tres desaparecieron, y Sora quedó inmovilizada en su lugar, pensando en la muerte de su madre, en el paradero de su padre, y en por qué aquellos hombres no la habían visto, si se encontraba delante de sus narices.

Se asomo a la ventana de su cuarto, pegando la nariz al alféizar, y observó tímidamente a los tres hombres abandonar el lugar, acto seguido salió de su escondrijo y se postró ante el cadáver de su madre. Ella no lo quería reconocer, no quería ver la dura realidad y comenzó a empujar el cuerpo, mientras su rostro se contraía y enrojecía, y las lágrimas manaban incesantemente por sus mejillas.

-¡¡Mamá, soy yo, ya se han ido esos hombres, levanta!

Era inútil, ella quería creer que todo era una broma, que lo había hecho para que alejara su obsesión por el tema de la lucha y las guerras, pero no había recepción alguna por parte del cuerpo.

-¡¡¡ Mamáááá! – comenzó a gritar la pequeña, mientras observaba extenderse la sangre sobre el suelo del recinto, los ojos de la mujer, seguían abiertos, la miraban desde algún otro mundo, y le indicaban que ya había abandonado la estancia de la vida humana.

Sora se levantó tambaleante, y decidió buscar a su padre, pensando en la posibilidad de que él pudiera hacer algo por su madre... llegó al salón y le encontró, y un terrible grito hizo que temblaran todas las paredes de la casa.

Su padre, su invencible padre, su ídolo, el hombre que durante la guerra consiguió burlar a la muerte mil y una veces, y que salvó a cientos de sus compañeros, ese hombre vigoroso y gentil que siempre estaba dispuesto a pasar la mayor parte de su tiempo libre con ella... se encontraba tumbado en la mesa, la sangre de su cuerpo parecía haberse escapado para mudar de hogar en la alfombra de lana que había debajo, aquel musculoso cuerpo que tantas veces le había protegido y quitado el miedo, esos cálidos brazos... y ahora, lo único que veía eran pequeños y profundos agujeros en el tronco, y las extremidades casi partidas por profundos cortes. Con valentía decidió acercarse, ya nada le importaba, ¿por qué le iba a importar, si ya no le quedaba nada en el mundo, si había visto morir a su madre ante sus ojos... a medida que avanzaba, los temblores aumentaban, hasta que se detuvo en seco al tropezarse con algo que había en el suelo.

No pudo gritar, no pudo siquiera llorar, su rostro palideció y toda emoción fue robada de su angelical rostro por el objeto que recogió en su regazo.

La extremidad superior... la cabeza de su padre se encontraba en el suelo, separada del cuerpo, completamente mutilada, ni siquiera reconocía el rostro de su progenitor, debido a los golpes que tenía, su camisón de seda quedó completamente empapado de la sustancia color carmesí, sin más dilación, salió al exterior, y comenzó a cavar dos hoyos en el jardín de la casa, durante toda la noche Sora preparó una informal tumba para sus padres, no podía hacer ninguna otra cosa, sólo darles un lugar honorable para su descanso eterno. Amaneció, y la pequeña terminó con la ardua y dolorosa tarea. Su cuerpo apenas aguantaba el equilibrio del cansancio, así que se deslizó lentamente hacia abajo rozando su espalda contra el muro principal de la construcción, hasta que quedó tendida en el suelo y se desvaneció.

Entonces fue cuando entró en el mundo de tinieblas por primera vez, aquel mundo que amparaba su soledad y desgracia y hacía que su corazón latiera con serenidad. Deseaba quedarse allí por siempre, pero una preciosa mujer la despertó de su letargo.

"Pequeña, todavía no es el momento de que te quedes aquí, tu misión es muy importante y laboriosa..."

Y después...

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Sora despertó, sus ojos se abrieron de par en par y sus pupilas disminuyeron de tamaño considerablemente, intentó moverse pero no pudo. Entonces se dio cuenta de que los musculosos brazos de Yamato se aferraban a ella de forma posesiva, el zagal dormía profundamente, pero no por ello dejaba de estrecharla contra sí mismo con énfasis. Lentamente se fue deshaciendo de aquel abrazo y se sentó en su lugar. El sudor le recorría todo el cuerpo y se notaba temblorosa, recordaba con suma perfección el sueño que había tenido. Ella... había tenido padres ¿cómo lo pudo olvidar? Siempre había creído que era descendiente de las mujeres de Eliseo, pero el paraje de su sueño no había mostrado en ningún momento algún elemento reconocible de su ciudad natal. ¿Por qué tuvo esa visión? ¿por qué volvió a verse a sí misma en el mundo de tinieblas? ¿¡Por qué?. Pensó dubitativamente, el objetivo de su misión cambió de rumbo radicalmente, debía descubrir la razón de aquel sueño, las explicaciones para sus innumerables cuestiones, pero ella sola no podría hacerlo.

Pulsó una de sus uñas como si fuera un botón, un pequeño destello iluminó su rostro, era el método más sencillo que tenía para comunicarse con sus amigas, en realidad, era un pequeño implante de titanio, el cual se extendía a lo largo del interior de su brazo como si fuera un cable, si alguna de ellas lo utilizaba, el dispositivo que llevaba el resto haría vibrar el cable interno, Sora esperaba así hacer despertar a sus compañeras, era raro utilizar ese método para comunicarse, por lo general se usaba cuando la situación realmente lo requería, y ella necesitaba más que nunca a sus amigas. Se levantó y cogió sus cosas cuidadosamente, se dispuso a salir del habitáculo, pero antes se inclinó hacia Yamato. Ese hombre que había despertado en ella aquella sensación extraña, que le hacía temblar de alegría y miedo. Sora observó el perfecto rostro de Yamato, tan varonil y hermoso, parecía disfrutar del letargo, porque su respiración era contínua e intensa, la pelirroja sonrió, se acercó a los suculentos labios del muchacho y le besó delicadamente, disfrutando de aquel tacto suave como el terciopelo. Cuando separó su rostro, su ojos se llenaron de lágrimas ¿por qué él era el único que hacía que sus sentimientos se sensibilizaran hasta tal extremo?.

-Yamato... me duele tanto... es la única solución... cuídate... he descubierto... que no eres tan malo como yo creía... – musitó la muchacha antes de salir.

Cuando su rostro rozó la ligera y fría brisa nocturna del exterior, vio a Hikari, Mimi y Miyako delante de ella.

-Vaya... parece que ha funcionado...

-¿Qué si ha funcionado? – repuso Mimi – me ha dado un calambre en todo el cuerpo, como para no despertarme...

-¿Hacia dónde nos dirigimos, Sora? – preguntó Hikari.

-No lo sé – respondió la pelirroja - pero no podemos quedarnos más tiempo aquí.

-Lo sabemos, querida amiga – susurró la joven de gafas - he preparado el automóvil, parece estar en perfecto estado, durante el camino decidiremos el lugar de destino.

Takenouchi sonrió, sabía que siempre podría contar con aquellas tres muchachas, a veces creía que un vínculo empático las unía, pero siempre desechaba la idea alegando que eran imaginaciones suyas, ahora más que nunca sabía que sus sentidos no la habían traicionado.

Las cuatro jóvenes montaron en el autocar, y se alejaron del lugar.

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

El descapotable paró en mitad de la nada, habían logrado salir del bosque, pero ahora las cuatro muchachas se encontraban en la carretera, sin saber adonde ir, Miyako deslizó las manos en el volante y se reclinó en el asiento.

-¿Y ahora qué? – preguntó a la vez que cerraba los ojos.

Sora se frotó el mentón pensativamente.

-¿Sabéis de algún lugar donde aún queden ardillas?

Las tres muchachas la miraron perplejas.

-¿Ardillas? – preguntó Mimi – hace muchos años que esa raza se extinguió, no hay ningún lugar donde podamos encontrarlas, ya no existen.

-Incorrecto – murmuró Miyako a oídos de sus acompañantes – eso es lo que cree todo el mundo, sin embargo hay una zona donde sigue habitando esa clase de animal, hace bastante tiempo, existió un grupo de ecologistas bastante famoso, el PANA.

-¿PANA, suena ridículo... – comentó Mimi.

-PANA son las siglas de Protective Animal Nano Archives, este grupo ecológico se dedicó a almacenar numerosos datos de animales hace poco extinguidos, recogían varias muestras, tales como fósiles, huellas y demás y las reunían para sacar los datos de la raza o tipo de fauna. Posteriormente utilizaban la nanotecnología, por aquel entonces apenas conocida y creaban varios ejemplares, claro está no eran seres vivos realmente, gran parte de su constitución era robótica, pero aún así conservaban su "parte natural".

-¿Estás diciendo que hubo un grupo de investigadores que mezclaban la tecnología humana con la vida animal? – preguntó Hikari asombrada.

-Exacto, fueron los primeros en aplicar la nanotecnología a los seres vivos.

-Asombroso – murmuraron las jóvenes.

-Yendo al grano, la zona donde debieran habitar las ardillas a de ser boscosa, pues este mamífero vivía principalmente en los árboles, posiblemente para ocultarse con más facilidad de sus depredadores y conseguir el alimento sin dificultad, la zona más boscosa que hay en esta zona... es Ankhara.

-¿¡Ankhara? – exclamó Sora – eso está al lado de Eliseo... pero es una zona prácticamente desierta...

-Tú misma lo has dicho, prácticamente, en medio de ese solar hay un frondoso bosque, es curioso, porque a pesar de ser una zona prácticamente desértica, el bosque de Ankhara parece ser el oasis en el desierto, tal vez haya una línea subterránea que transporte el agua hacia ese lugar. Es el único sitio donde pudieron dejar ejemplares de ese animal, el resto de la zona es demasiado montañosa para que haya un lugar con tanta maleza.

-Entonces ya sabes adonde ir, Miyako – sonrió Sora – eres un genio.

-Eso ya lo sabía...

El descapotable arrancó de nuevo, dejando una estela de humo a su paso...

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Yamato fue abriendo los ojos paulativamente, el sopor invadía su mente y no acertaba a despejarse del todo, un leve destello relampagueante se colaba entre las rendijas del improvisado cobijo acertándole en el rostro justo a la altura de sus pupilas, habiendo interrumpido su placentero sueño. Notó cómo sus músculos estaban completamente relajados, sin duda el descanso del que había podido gozar había sido un factor crucial para su mejor recuperación.

Se incorporó y se dio cuenta de que tenía una horrible jaqueca, posó una de sus manos en su frente sudada, acariciando inconscientemente los rubios cabellos que parecían haberse adherido a su piel debido al sudor, al igual que la fina camisa que llevaba puesta, la cual se ajustaba perfectamente a su marcado abdomen.

Demasiados recuerdos se agolpaban incesantemente uno tras otro en su mente, primero el saber que el comandante de los White Snake se encontraba protegiendo los intereses de la organización que creía él que los respaldaba, sin duda debían de haber forjado una poderosísima alianza con alguna otra mafia de los suburbios que les llevó a encontrarse con la propia organización donde él mismo trabajaba. Ishida sabía de sobra que superaba a Kyo en destreza y manejo del arma, pero a pesar de su talentosa habilidad con el mandoble, no había sido capaz de siquiera hacerle un rasguño a su adversario, la desventaja era clara teniendo en cuenta que su contrincante contaba con la ayuda de la más innovadora nanotecnología, supuso que sería producto del comercio con la mafia kartiana. Los materiales debían de ser de una calidad casi insuperable, pues jamás había visto un arma tan bien pulida, el calibrado era prácticamente perfecto, en resumen, que las prestaciones que la nanotecnología proporcionaba a los White Snake superaba en creces a lo que él y sus compañeros, los Teenage Wolves, podían recurrir. Aparte... sus jefes... ¿estaban aliados con ellos? Yamato sabía de sobras que desde que entró en la organización haría cosa de un año, no era muy bien recibido por muchos de los componentes de la misma, sin embargo lo atribuía a que eran celos por obtener la mayor atención por parte de todas las mujeres que se encontraban en su círculo de relaciones, por lo que no le daba mucha importancia. Sin embargo ahora estaba completamente seguro de que había sido una conspiración en toda regla, lo que no entendía era el por qué de ello, si el único que formaba parte de la organización desde hacía más tiempo era Taichi y el resto habían trabajado por cuenta propia antes de ingresar. ¿Qué interés podían tener en eliminarlos?

Tantas dudas y suposiciones en mente hicieron que aumentara la intensidad de su jaqueca. Se inclinó hacia delante, dejando que las gotas de sudor recorrieran toda la superficie de su amplia espalda, fue entonces cuando una chispa chasqueó en su cabeza y cuando ladeó su rostro hacia la derecha, no había nadie, solamente estaba él en aquella estancia. Recordó a la atractiva pelirroja, repasó mentalmente cada línea de su rostro y agudizó la mente para recordar a la perfección la suave voz que manaba de sus suculentos labios. La noche anterior se había quedado bastante perplejo ante la reacción de la joven, su cara era como la de una niña perdida de sus padres, sus lágrimas se deslizaban lentamente a lo largo de sus sonrosadas mejillas, sus ojos se cristalizaban adquiriendo un elegante y misterioso brillo y su rostro se contraía en una mueca de miedo e inocencia, sin duda debía de estar bastante afligida ante tal situación, descubrir que todo lo que había aprendido en una sociedad perdida y apartada del resto del mundo no era del todo verdad, que los hombres también podían ser gentiles y hacer buenas acciones... seguro que la turbación la carcomía por dentro, tendría que demostrarle que el abrir su mente a nuevos conocimientos no debía de darle miedo.

Ishida sonrió para sus adentros, nunca se había visto a sí mismo pensando en una mujer de esa forma, normalmente la única atracción que sentía por ellas era simplemente sexual, pero aquella pelirroja causaba en él otro tipo de interés, tal vez el hecho de provenir de una civilización completamente distinta le resultaba curioso. Tampoco se paró a pensarlo con detenimiento, lo único que sabía era que deseaba conocerla más a fondo y enseñarle aquello que ella desconocía, quería ser su maestro... y esa necesidad le provocaba un sentimiento de satisfacción.

Tan ensimismado se encontraba que no se dio cuenta de as voces provenientes del exterior, los interlocutores parecían ser su hermano Takeru y Ken, por el tono de voz que escuchó de cada uno de ellos a Yamato le dio la sensación de que algo no andaba bien. De repente un mal presentimiento se apoderó de todo su cuerpo, abrió la puerta de la cabaña estrepitosamente, provocando un ruido sordo que hizo enmudecer a sus dos compañeros. Les miró uno a uno a los ojos, Ken desvió la mirada, mientras que Takeru tuvo el valor de sostener con fiereza la mirada fúrica de su hermano mayor.

-¿Dónde están? – preguntó Yamato con un nudo en la garganta haciendo que su voz se agravara más de lo normal.

Takeru se rascó la nuca haciéndole entender que no tenía respuesta alguna respecto al paradero de las cuatro muchachas.

-Se han ido, el coche tampoco está, calculamos que partieron hace unas dos horas, así que nos va a resultar imposible darles alcance – fue la única respuesta que el hermano menor fue capaz de dar.

-¿Y Taichi? ¿dónde se encuentra? – continuó el mayor.

-No lo sabemos, también ha desaparecido, tal vez haya conseguido esconderse y esté ahora mismo con ellas... quién sabe.

Yamato notó que la vena de su antebrazo se marcaba desmesuradamente, sin aguantar a tensión ni la rabia que sentía por dentro dio un puñetazo a la pared, un pequeño surco de sangre se asomó por los nudillos de la mano, que seguía temblando, el rubio se dio media vuelta encarando a sus amigos.

-En quince minutos partimos, daos prisa.

Cerró de un sonoro portazo tras de sí y se adentró en la penumbra del habitáculo de nuevo mientras escuchaba cómo sus aliados se ponían manos a la obra con el equipaje.

Yamato no pudo evitar detenerse en medio de la habitación recordando a Sora, un ligero calambre se apropiaba de cada neurona que tenía en la mente, decidió reaccionar ante su propia sorpresa. Vio el resto de sus ropas tiradas en el suelo, con gran rapidez se apropió de ellas y se vistió de manera que pudiera evitar pensar en la pelirroja y de esa forma pensar con tranquilidad y coherencia.

-Parece que te gusta jugar al juego del gato y el ratón... si te tengo que encontrar de nuevo lo haré, Sora Takenouchi...

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

-Sora ¿me estás escuchando?

La pelirroja dejó súbitamente de deslizar sus dedos a lo largo de los rojizos y alborotados mechones y desvió su apagada mirada del boscoso paraje que se vislumbraba a través de la ventanilla del automóvil hacia una Mimi cruzada de brazos con cara interrogativa.

-¿Qué decías?

-Que vamos a pararnos enseguida, Miyako acaba de decir que estamos cerca de una vía automovilística, así que por fin saldremos de esta aparatosa carretera. De todos modos debemos decidir qué vamos a hacer a partir de ahora, añadiéndole que necesitamos un descanso, me pone de los nervios tener que estar tanto tiempo encerrada en este maldito trasto.

-Bien... – murmuró la pelirroja.

-¿Te ocurre algo Sora? – preguntó preocupada Hikari – desde que partimos apenas has pronunciado una sola palabra, lo único que has hecho ha sido mirar por la ventana y dar largos suspiros.

-Estaba pensando, nada más...

Cada vez era mayor la distancia que los separaba, Yamato debía de estar ardiendo en furia, era demasiado orgulloso, ella había vuelto a huir. A única diferencia que Sora encontraba, es que e hecho de haber tenido que separarse de nuevo de Yamato hacía que su corazón comenzara a latir desbocado, pidiendo auxilio para que su propietaria no lo dañara más.

Y así era como se sentía Sora, ahogada en un mar de pensamientos que desembocaban en un océano de ojos azules llamado Yamato, apenas recordaba la última vez que su corazón había sufrido al separarse de alguien, y sentir de nuevo esa sensación, que era todavía más dolorosa que cualquiera de las anteriores veces, era realmente asfixiante.

Sora cerró los ojos, no debía seguir pensando en él, su decisión de aquella mañana había sido la más acertada, separarse de los cuatro jóvenes era la mejor opción para ellas, se habían desviado de su propósito principal, que era cumplir la laboriosa misión de conservar un futuro para la ciudad de Eliseo, y de ninguna manera permitiría que la situación continuara de tal forma.

Pero lo más importante de todo era que e corazón de la joven comenzaba a expresar un sentimiento especial jamás conocido para ella por el muchacho rubio que había dejado atrás, y ese era un fatal error que Sora no se podía permitir el lujo de cometer.

-Ante todo... debo descubrir la razón de mis sueños y cumplir mi misión, Yamato sólo podría hacerme daño... – musitó la joven pelirroja para sí misma.

CONTINUARÁ...

Notas:

Madre mía... esta vez sí que he tardado de verdad... tendréis que disculparme, pero razones hay, el caso es que tras publicar el quinto capítulo de este fic, el ordenador se me estropeó, y vaya estropicio que tiene que todavía sigo con el portátil de mi padre... El caso es que como no lo podía encender ni nada, no pude recoger el archivo de la continuación en el capítulo sexto que había comenzado ya, y hoy es el día en el que un amigo me ha conseguido sacar el archivo del disco duro de mi otro ordenador, así que me he puesto a escribir en cuanto he podido...

Releyendo vuestras reviews me da mucha pena no haber podido continuar antes, porque de verdad esperabais el siguiente capítulo, mil perdones de verdad... lo siento mucho. Sólo espero que os guste este capítulo, ya sé que no hay tanto romance como quisiérais, que encima he vuelto a separar a Yamato y a Sora... pero no os preocupéis, Yama-kun no es nada tonto, y pronto dará alcance a Sora-chan, por lo que no es mantendré mucho tiempo separados...

Quedan muchas sorpresas en la historia, y tengo ganas de seguir escribiendo, así que espero no tardar mucho en publicar el siguiente capítulo (desdel uego que no tanto como este). Pues eso, que lo siento mucha, y muchas gracias por vuestro apoyo incondicional...

Atori-chan: gracias por el review, enseguida te mandaré la carta, jeje!

kibun No Tenshi: espero que este capi también te guste, besos!

Alba: aissss, que se separaron Yama y Sora... jeje! Qmala soy... disfruta del capi!

Hillary: ya siento q en este capi no haya escena romántica pero para el sig algo habrá

Alexeigirl: muchísima gracias por tus palabras, me dejas colorada cada vez qleo agun review tuyo, siento qno merezco tanto, jajaja! Besotes!

Izumi: jejeje... bueno, no hay momento sorato, pero por lo menos Yama está muy cabreado por la partida de Sora...

Mercury: ánimos, a ver si consigues de nuevo tner internet, muxas grax por el review!

Kari: espero qeste capi tb te tenga en suspense...jejeje, besitosss!

Chikage-SP: siii, Yama-kun es muy sexy... sobretodo recién levantado... esq estaría kawaii...

Puchiko Tsukino: dveras qeste fic es tu favorito? Uff dmasiado para mí, jeje... bueno, para el próximo capi habrá más del resto de parejas, o eso espero...

Samantha: gracias por los ánimos, un beso.

KaOrA-FGV-16: aiss, muchas gracias, me aegro que hayas disfrutado tanto, esa es mi misión... besos!

Angel Nemesis: sip, parece qvan rápido, pero ya les calmaré yo los ánimos, lo de TK y Kari... bueno, ha sido como un flechazo, jeje!

adriannita: aquí tienes a continuación, espero que te guste, besos.

Gitana-Mara: tranquila... aquí tienes el siguiente capi... jeje, espero qte guste tanto como los demás...

naoko fujiwara: sí que Ken se enamora como muy drepente, pero me salió así, jeje! Besos!

Karen gen: bueno, aquí tienes la respuesta a tus dudas, las chicas han huido... pero no por mucho tiempo xD

SARAY: muchísimas gracias, de veras que hacéis que me emocione... weno, aki esta el siguiente capi, a ver si te gusta... besitos!

Dayan: el qmas te gusta? Mpongo muy roja con esas cosas! Muxas gracias!

Priss Yoshisuky: este capi no es tan emocionante pero igualmente espero qte guste, saludos para México!

serenity-kyal: aki esta la actualización, besos.

mariana: gracias por tu comentario, espero te haya gustado este capi también.

Y eso es todo... muchísimas gracias a todas, me sorprende haber recibido tantos reviews... saludos y que os vaya genial con vuestros fics, besazos!

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