Capítulo 34:

Nunca... NUNCA a media noche por el laberinto...

El día transcurría lento, lento, lento, Helena y Kath confabulaban juntas, aprovechando que Malfoy no se había aparecido en todo el día, así que ambas chicas, conversaban acerca de sus líos amorosos.

- ¡Vamos Helena! ¡Yo no te creo eso de que seas fría como el hielo! ¡Ya me quitaste mi reinado!

- La verdad es que solo evalúo antes de dar un mal paso

- ¿Y si lo piensas dar?

- ¡Claro! - sonrió mientras fumaban en las mazmorras

- ¿Y como, con quien?

- Tengo algunos en mente... como Justin por ejemplo...

- ¡Pero es de sangre muggle!

- Ya lo sé...

- A ti no te gustan de sangre muggle...

- Pues como que necesita ese niño que le meta...

- ¿QUE?

- Un susto... no seas mal pensada Kath... ¿y tu qué? Todavía no sueltas prenda de lo que paso entre tú y Zabini esa noche

- ¡Ya pues! no pasó nada... Zabini "no presta"

- Y yo pensé que no te gustaba

- Ahora sí...

- ¿Y si hacemos una cita doble?

- ¿Como?

- Lo he pensado... mira que soy muy selectiva, pero como que el sangre meztiza de Justin, me gusta para pasar a ser de mi propiedad...

- ¡Explicate Helena!

- Fácil... a las seis terminan las clases de cuidados de criaturas peligrosas...

- Sí...

- ¡Y que criaturas mas peligrosas que nosotras!

- SIIIII

- Así que... sería divertido si... tuvieran que entrar al laberinto...

- Se pueden perder...

- Pero nosotras si conocemos el laberinto y sus secretos...

- ¡Vamos Helena! Podrían pasar días sin poder salir del laberinto...

Helena le envió una mirada traviesa a Kath y ésta sonrió abiertamente.

- ¡Bien Helen! asi que... ¿esta tarde?

- ¡Hecho! le diré a Mariana que nos ayude... ¡esto será de muerte!

- JAJAJAJAJA

Mariana muy seria, pasó junto a Paris que hablaba con Justin, dio unos pasos y se regresó como si algo hubiese olvidado.

- ¡Ah! Justin

- ¿Si?

- Es necesario que vayas por el grupo de quinto a la clase de cuidados de criaturas mágicas... a las seis...

- ¿yo? ¿solo?

- Con Blaise... ambos...

- Pero... ¿al laberinto?

- ¿Miedo?

- Después de la última vez... yo... es que...

- Escucha Justin - mientras pensaba que era un cobarde, miedoso - a esa hora el laberinto esta plagado de chicos, parejitas, de quinto a séptimo, así que no te asustes, no pasa nada... ¿sabes manejar bycla no es asi?

- Pues... sí pero...

- Si no quieres... no importa... solo que le diré a todo el mundo que eres un co-bar-de... ¡imagínate que hasta Blaise ya aceptó ir!

- ¿En serio?

- Sip...

Justin se quedó en silencio unos minutos, sin imaginar que el mismo lavado de cerebro le estaba dando Helena en ese momento a Blaise, quien en un arranque de bravura, dijo que iría, ¡Nadie diría que un slytherin es cobarde!

- ¡Está bien! voy... este... Páris ¿vas con nosotros?

-¿Yo? bueno... mj... tenía cosas que hacer...
-¿Miedo Paris? - preguntó Mariana con burla - ¿Acaso te dan temor unas cuantas criaturitas salvajes?

Paris se preguntó, acerca de las criaturitas salvajes... refiriendose a unos dragoncitos, unas mantícoras, un minotauro, así como un basilisko llamado "Baby", mascotita de Alkyon... quien por cierto ya se andaba queriendo echar al unicornio azul... (es que por ahi dicen que sabe rico)

- ¡Claro que no tengo miedo! - dijo el chico - te acompaño Justin

- Bien - respondió Mariana como quien no quiere y se alejó de inmediato - bien, bien

- ¡Esa! - salió Ana al paso - ¿Y esa sonrisa traviesa?

- Ana... un favor...

- Dime

- Quiero que a las seis ya no haya nada, ni un alma en el laberinto...

- ¿Y eso?

- Tenemos tres invitados a cenar... Justin, Blaise y Páris...

- AAAAAAAAAAAAAAH

- ¿Y que cenarán?

- A nosotras - sonrió Mariana - y con postrecito... ¿que te parece?

- ¿Y si se indigestan? - pegó una carcajada Makarios y Marian le lanzó una miradita asesina.

- ¡Ya chica! que por lo menos, Paris me las debe ya que por su culpa corté con mi adorable novio

- Te recuerdo mi adorable Mariana que por tus urgencias, te fajaste al chico y por ello, te botaron

- Da igual, me desquito, me desquito y me desquito...

- Quiero evidencias - agregó Ana - quiero todas las evidencias...

- Claro que sí...

- Eh... solo algo más... cuidado con las mascotas, en la noche se inquietan, y el minotauro de Kath anda suelto después de las ocho.

- Trataremos de encontrarlos antes que se pierdan - sonrió Mariana

- Está bien, yo me encargo que a esa hora... nadie respire por el laberinto...

- Gracias...

Efectivamente, a las seis de la tarde, Blaise, Paris y Justin, se miraban unos a otros en la puerta, no había nadie, ni se escuchaba nada, solo el vientecillo y el mover de las hojas.

- Mj...mj... como que esta muy solito ¿no creen?

- ¿Miedo Blaise?

- ¡NO! entremos juntos...

- Mariana dijo que a esta hora hay chicos en el camino... tal vez apenas vienen saliendo...

- ¿Entramos?

- ¿A la voz de ya?

- YA...

Y las vícti... digo, los chicos entraron, sin darse cuenta, que en el castillo, todos los chicos los miraban a través de las ventanas de los salones, como solitos, se metían al laberinto, donde tres bestias salvajes... los esperaban... uuuuuuuuuuuuyyyyyyy... que miedoooooooooooooooo

Harry y Ron, que a la fuerza se había levantado de la cama, hasta se extrañó de no ver chicas merodeando sus habitaciones y al bajar al tercer piso, vio a casi todos asomados en las ventanas.

- ¿Que pasa?

- No lo sé - dijo Ron de mala gana, el lo único que quería era dormir, dormir, dormir.

- ¿Pasa algo? - se asomó Fred a la ventana, pero solo se veía la entrada al laberinto y las rejas que tintineaban con el viento.

- No pasa nada cariño - dijo de pronto Regina a sus espaldas poniendose de puntitas y pegandose todo el cuerpo a la espalda del chico, quien solo sintió unas cosas que yo no se, pero hizo que a Fred se le fuera el aire.

- Mj...- carraspeó - ¿Y que hacen todos aquí entonces? - dijo con dificultad mientras sentía como Regina le hablaba al oído y eso lo puso nervioso

- Nos gusta contemplar el laberinto al atardecer... es todo...

Fred se volvió y se encontró con la sonrisa de Regina, una sonrisa coqueta y traviesa - ¿entons qué Freddy? ¿Nos perdemos en lo oscurito?

- Pervertida - murmuró Fred y se escabulló con algo de susto.

- ¡Oye Regina! ¿Pues que le hiciste en el cobertizo aquella tarde?

- Nada...

- ¿Nada? ¡Te tiene miedo!

- Eso... es un secreto...

- ¿Como es posible que me tengas secretos a mi, que soy como tu hermana!

- ¡Lo siento Sax, no lo diré! - sonrió alegremente.

- ¡Ya están las apuestas! - chilló Augustos a lo lejos

- ¡Que bien!

Harry jaló a Ron y se acercó a los chicos, todos seguían con la vista fija en el laberinto.

- ¿Que sucede?

- Nada entrenador - sonrió Ana - aquí nada mas, pasando el rato...

- ¿Todos?

- ¿Que tiene de malo? ¡Nos estamos portando bien!

- ¡Hey! - gritó un chico - ¡Creo que vi algo! - y todos se asomaron de nuevo - ¡Falsa alarma!

- OOOOOOOOOH

- ¿Que tanto miran al laberinto?

- Eh... ¡nada! ¿no les parece bonito?

- Sí, sobre todo por el zoo - dijo Ron con fastidio

- ¡Un momento! - chilló Harry poniéndose pálido

- ¿Que sucede?

- Justin me comentó algo sobre que iría acompañado de Paris a buscar a los alumnos de quinto o sexto al zoo del laberinto...

- ¿Y?

Harry dió un viztazo y todos... TODOS los alumnos estaban ahí y palideció aún mas...

- ¡Oh, no!

- ¿Que, que pasa Harry?

- ¡Todos estan aquí y ellos están solos en ese lugar infernal! ¡es una trampa!

- Es una apuesta - dijo Jackard sacando un librito - vamos dos a uno a que el primer cadaver sangrante que aviente Minos el minotauro, será el de Páris...

-¿Quieren apostar? - sonrió Ana con singular alegría y Harry sintió que se desmayaría del susto y se volvieron a mirar al laberinto, en el cual ya se empezaban a escuchar gruñidos y aullidos feroces...

En tanto, los tres tristes tigres... digo, los tres chicos, caminaban juntos, mirando a todos lados y no veían nada, solo seguían unos señalamientos, que antes no estaban, que decían "sigan por aquí"

- Esto no me gusta nada - dijo Justin - no veo a nadie, ni parejitas ni nada...

- Creo que nos engañaron - dijo Páris - será mejor que regresemos...

- ¿Que dices Zabini? ¿Aún tienes valor para seguir?

- Este... yo... bueno... quizás no...

- ¿Regresamos?

- Vamos - y al dar la vuelta ¿que era lo que estaba frente a ellos? ¿Un hada? ¿Una mariposa? ¿Una guapa chica? Pues nooooooooooooo………. Era el minotauro, que tenía una espada en cada mano, y era horrible, dio un alarido espantoso y los chicos dijeron… patitas pa que te quiero y todos salieron corriendo por donde pudieron, mientras el minotauro avanzaba lento, pero seguro, asestando estadazos.

- ¡AUXILIOOOOOOOOOOO!

- SOCORROOOOOOOOOOOOOOOO

- ¡SAQUENNOS DE AQUIIIIIIIIIIIIII!

En su loca carrera, Paris iba corriendo más veloz que una gacela, pasando por delante de Mariana, cómodamente sentada en una banca, tomando un té de fresas con moras.

- ¡Hola Paris! ¿cual es la prisa? - le alcanzó a preguntar, antes que el chico detuviera su loca carrera y regresara sin aire.

- Tú...tú...tú...tú...

- ¿Yo? ¿Yo que?

- Sa...sáca... sácame...

- ¿Que quieres que te saque? - le preguntó divertida

- ¡Sácame de aquí maldita sea! - chilló y Mariana se puso digna

- Que te saque tu abuela, además, recuerda que por tu culpa, MI NOVIO me dejó por tus intrigas...

- ¡Eso no es cierto! ¿se te olvida que me diste un faje mientras dormía?

- ¡Una dama no tiene memoria!

Mariana se puso de pie, y comenzó a caminar entre los setos, seguida de Paris, que prefería andar tras ella y convencerla de que los sacara de ahí

- ¡Por favor Mariana, que ese minotauro nos quiere matar!

- Ese es tu problema chiquito, para eso tienes la varita, utilízala...

- ¡Vamos chica, no hagas que te obligue! - casi gritó Paris

-¿Tú obligarme a mi? - se dio la vuelta Mariana muy molesta, y enseguida casi le da un ataque... pero de risa al ver al minotauro detrás de Paris, bufando y con la espada en alto.

- Paris... eh...¡Hazte a un lado bruto! - le gritó y Paris dio un brinco, justo cuando la espada casi se la parte... Minos alzó de nuevo la espada y... Paris se desmayó

- ¿GRRRRRRRRRRRRR? - gruñó el minotauro y se volvió a ver a Mariana.

- La historia de mi vida - suspiró - ¡Anda Minos, vete a espantar a los otros chicos!

- GRRRRRRRRRRR - volvió a gruñir y la bestia mitad hombre con cabeza de toro, se alejó.

- "Dicen que soy, un desastre total, que soy mala hierba que tras de mi no deje piedra sobre piedra... ven atrévete, oh sí... nene atrévete " - berreaba, digo, cantaba alegremente Helena por todo el laberinto, buscando a su victi... digo a Justincito.

El cual estaba al borde de la histeria, pegándose contra los setos que se atravesaban en su camino y ya estaba bastante histérico y golpeado.

Hasta que dar una vuelta, se encontró de frente con Helena y la abrazó con fuerza, la chica sonrió traviesamente, no sabía que tan bien podría abrazar el chico... aunque fuera por desesperación.

- ¿Que te pasa? - preguntó como si nada - siguiendo su camino hacia el zoo

- ¡Ese minotauro, ese monstruo nos quiere matar!

- ¿Nos quiere? ¿A quienes?

- A mi... a Paris, a Blaise

- ¿Y ellos?

- ¡Escapamos, no sé donde están!

- Bueno, pues ve a buscarlos...

- ¡Por favor chica, sácame de aquí! Este lugar es horrendo...

- Ahora no puedo, estoy ocupada - respondió y siguió su camino, con Justin suplicando tras ella, hasta que sin querer llegaron a las puertas del Zoo.

- ¡Ah! - gimió el chico, al ver las puertas ensangretadas y abiertas

- ¡Oh, no! - gimió Helena

- ¿QUe, que?

- La puerta quedó abierta...

- ¿Y eso que significa?

- Que todas nuestras adorables criaturitas, están sueltas... y si salen del laberinto pues... ¡lo siento por los chicos de primero a tercero que aun no las saben controlar!

- ¡Vaya! - gimió Justin - ¿Y acaso pensaron que unas rejas los detendrían?

-Mira niñito rico mimado baboso - respondió Helen entrando al zoo - cuando la puerta se cierra bien, se hechiza sola y no pueden salir... pero ni modos... vere quien queda
Justin haciendo cara de asco se fue tras ella, y vio con horror como algunas criaturitas comían su deliciosa carne... media verdosa y con mal olor, que hacían que Justin... que Justin... fuese a vomitar al lago, donde Cosita, la mantícora casi le arranca la cabeza.

-¡Ven aquí chico! - sonrió Helena y lo llevó todo mareado al interior de la cabaña, que servía como salón de clases.

Blaise caía estrepitosamente en la hierba, cansado de correr a no sé donde, porque no daba por la salida, y sus manos le temblaban de solo agarrar fuerte la varita.

- ¡No tengo miedo, no tengo miedo! - se repetía una y mil veces.

- ¿A que no le tienes miedo? - preguntó Kath de pronto y Blaise miro a todas partes

- ¿Qué? ¿Donde?

-Arriba - dijo la chica y cuando Zabini alzó la vista, ella estaba cabeza abajo con los pies sujetos delicadamente en el tronco de un pequeño árbol, y curiosamente, el hecho de que estuviera de cabeza, ni la ropa ni el pelo se le movía.

- ¡Oh! - gimió el chico, cuando a sus espaldas sintió... pues sintió feo, y cuando se volvió, un lindo basilisco lo olfateaba, por así decirlo, y era feo, y era verde, y era enorme... y tenía unos colmillotes...

- ¡Baby! ¿Que haces fuera de casa?

Baby abrió las fauces como si se quisiera tragar al chico y éste retrocedió espantado, y en un movimiento rápido, Kath apareció frente a Baby

- ¡Suficiente Baby! ¡o tendré que castigarte!

Pero baby la esquivó y envolvió al chico y el pobrecito casi le da un ataque, Kath negó con la cabeza y controlando su enojo se dirigió a la bestia.

- ¡Baby, regresa a tu guarida! - y chasqueando los dedos, el basilisco comenzó a desaparecer lentamente y Blaise, pues el chico casi se desmaya.

- ¡Quiero irme de aquí! – chilló

- ¡Ay, pero que cobarde chico, si es solo una viborita, es un bebé apenas!

- ¡Quiero irme de aquí! - volvió a insistir

-Pues vete que chingaos, nadie te detiene muñeco... adiós, good bye, Au revoir, gut auf Wiedersehen - se despidió y se comenzó a alejar, moviendo cadenciosamente las caderas, muriéndose de risa por dentro, pero sin dejar el porte de la familia.