Y el final...

Los personajes no me pertenecen


Era un día nublado en Londres, pero aun así la alegría se sentía. El miedo había desaparecido. Él estaba sentado en la misma plaza donde había visto a su hija hacía tanto tiempo. En pocos minutos lo sentenciarían a muerte. El plazo había acabado.

Cuando todo terminó, él se había entregado solo y a unos cuantos más a los aurores. Todos fueron sentenciados a muerte por sus crímenes, pero Potter pensó que él tenía derecho a organizar todo antes de morir. La verdad, no sabía porque hacía a aquello, pero aquellas 24 horas le habían servido de mucho y ahora solo le restaba esperar la muerte.

Una joven caminaba con pasos inseguros cerca de la fuente. Parecía buscar algo. Se detuvo y lo pensó antes repreguntarle a él.

- Disculpe – le llamó

- ¿Si? – dijo mientras levantaba la cabeza para mirarla, pues estaba sentado. Por fracciones de segundo vio como la vida le jugaba otra jugarreta. Justo cuando se había resignado y hasta esperaba con ansias la muerte, Emely, su hija, estaba allí parada frente a él. Mantuvo la cara de siempre pero no podía disimular cierta sonrisa de simpatía. Ahora ella debía tener unos 18 años.

- ¿Me puede decir dónde esta el cementerio del pueblo, por favor? Es que no soy de por aquí.

- Seguro. Puede seguir esta calle y llegará sin dificultad – dijo mientras le señalaba la dirección mediante un improvisado mapa hecho en la tierra con una varita.

- Muchas gracias – dijo y se marchó. Algo dentro de ella la había dejado inquieta después de hablar con el señor de la plaza. Había algo familia en él pero no podía decir que. Vio al final de la calle el cementerio y recordó el mapa en el suelo… el mapa… ¡El mapa! Tenía el nombre de la calle a un lado y ¡la caligrafía era la misma de aquellas cartas de su infancia! No había manera de equivocarse.

Volvió sobre sus pasos, pero al llegar a la plaza ya no estaba. La aprehensión se apoderó de ella y le preguntó a unas personas que había cerca si habían visto a dónde fue el hombre que estaba sentado allí. Le dijeron que fue calle abajo. Corrió más que caminó y justo antes de desaparecer en un recodo lo encontró, rodeado de aurores.

- ¡Espera! – le llamó. El giró para verla.

- Me tengo que ir

- ¿A dónde?

- Este señor esta siendo conducido para recibir la sentencia de su juicio por traición y asesinato – dijo uno de los aurores. En la comitiva estaba el joven Potter de su misma edad. Al verla llegar pensó que era el espíritu de aquella mujer que una vez vio en las memorias de Snape, hecho por el cual no él le perdonaba, pero que había servido para aclarar la confusión y conspirar contra Voldemort. Vio a Snape con cara pasmada. No esperaba aquello.

- Debo ir Emely

- Pero… - en su rostro refleja la contrariedad – Iré entonces – Snape parecía resignado.

- ¿Pasa algo Harry? – le pregunto Hermione al verle llegar al ministerio de Magia en un evidente estado de agitación. - ¿Y ella quién es?

- Ella es Emely, la hija de Severus Snape

- ¿Hija? – la cara de Hermione estaba llena de sorpresa

- Es una historia bastante larga… el caso es que esto no estaba en mis planes.

- Sigues deseando su muerte ¿No?

- Sí, bueno, ya no. Después de haber descubierto su motivo… jamás pensé que ella aparecería por acá, ni siquiera pensé que ella supiera quien era él.

- ¿Y que harás? – le pregunto. Harry se detuvo.

- Trata de que esto sea largo – tomo un puñado de polvos flu

- Harry… - pero ya se había ido.

El juicio había sido más largo de lo esperado. Se suponía que solo debían darle la sentencia. De no haber sido por el día extra que le dio Potter ahora estaría muerto. Pero no. Ahora estaba allí deseando haberlo estado. Así ella no hubiese sufrido más de la cuanta. Ni él.

¿Dónde estaba Potter? Estaba seguro que ése sí que no quería perderse el juicio ni mucho menos la sentencia. Por fin la iban a dictar. Estaba inusualmente intranquilo.

- Y ahora la sentencia – decía el jefe del Wizengamot – Al señor Severus Snape, enjuiciado por cargo de homicidio, traición, pertenecer al los mortífagos y tras él mismo haberse declarado culpable de los cargos y entregarse por su propia voluntad, el Wizengamot le encuentra… - la puerta se abre ruidosamente y allí parado en ella Harry Potter, el que venció al temido mago Voldemort

- Tengo pruebas que pueden mitigar la sentencia – fue lo que dijo y lo que pensó que nunca habría dicho en otras circunstancias. Él sabía lo que era crecer sin padres…

- Disculpe señor Potter…

- Tengo evidencia que demuestran que él no mató a Albus Dumbledore por su cuenta, sino bajo sus órdenes

- ¿Qué cosas dices? – Severus estaba pálido, si eso era posible ¿De donde habría obtenido aquellas cosas?

- Son pertenencias y memorias de Albus Dumbledore. Revísenlas, y por favor devuélvanmelas intactas – dicho esto, con paso seguro fue y ocupo un lugar en el público al lado de sus amigos.

El juicio continúo. Mediante las evidencias aportadas por Potter, y multarlo por no haberlas entregado antes, Severus Snape fue declarado culpable de la mayoría de casos, pero no condenado a muerte. Se le prohibía el uso de magia y de posesión de cualquier objeto calificado de ser parte de magia negra pero no le importaba. Lamentaba que su vida estuviera ligada al chico Potter, pero este dijo que no le agradeciera nada, porque aquellas cosas habían sido de su mentor y de seguro él nunca hubiese permitido que muriera así.

Emely se mudo a Inglaterra y Severus tuvo que irse vivir con ella porque a pesar de todo, no poder usar magia era un severo castigo de por si solo. No digo que vivieron felices para siempre, pues la batalla librada con el Señor Oscuro después de la muerte de Albus Dumbledore e inclusive antes de esta había dejado profundas heridas en los participantes que nunca cerrarían.


Gracias por leer ^.^