A Seamus le gusta el fútbol. Bueno, más que gustarle le obsesiona. Y sinceramente es lo que mas echa en falta cuando esta en Hogwarts.

Lo extraña a diario, pero la melancolía casi se vuelve dolorosa en los días claros, en esos en los que el sol empieza a calentar y la hierba esta mas verde. Joder, en esos días casi mataría por un balón.

Dean es su amigo, su mejor amigo, así que no le gusta verlo suspirar junto a la ventana. Por eso en las últimas vacaciones, compró algo en la tienda de deportes de su barrio muggle.

Cuando Seamus ve el balón, siente tentaciones de abrazar a Dean, pero ambos están en esa edad en que un abrazo es incomodo, pero con una gran sonrisa, le palmea la espalda.

Ahora solo queda buscar jugadores.

En la sala común hay dos candidatos. Harry se crió entre muggles así que seguro que conoce las reglas y Ron. Bueno a Ron lo pondrán de portero mientras se las explican.

Salen a las afueras del castillo, cerca del lago, allí hay suficiente sitio como para jugar y empiezan la tediosa tarea de explicarle a Weasley de que va eso del fútbol.

Al rato todo son risas y empujones, patadas y gritos, porque, hay que ser sinceros, el fútbol es un deporte de "contacto".

Poco a poco, van llegando jugadores. Chicos del mundo muggle que también han echado en falta el balón. Y ya se sabe. Pon a cuatro chicos con algo redondo al que darle patadas y en menos de una hora ya serán veinte. Es como un hechizo, como un hechizo sin magia.

Algunas chicas quieren también probar y al principio hay protestas, pero alguien dice que si juegan tan bien al quidditch quizás no sean tan malas al fútbol. Seamus y Dean se miran poniendo los ojos en blanco. Todas las chicas son horribles jugando al fútbol.

Ron no ha participado en la discusión, pero se acerca a una de las féminas deportistas y la mira.

- Puedo entenderlo de Ginny, porque le gusta incordiar. ¿Pero tú? Si odias el deporte.

Hermione lo mira como si quisiera fulminarlo y si las miradas matasen, Ronald Weasley estaría muerto.

- Para tu información, sacaba sobresaliente en educación física cuando estaba en el colegio muggle- Responde ella con ese leve retintín que utiliza cuando se pone resabidilla.

Y claro, Ron es Ron y no puede evitar hacerle burlas, así que Hermione, por una vez, termina en el equipo contrario.

A la hora de la cena, el gran salón esta mas bullicioso que de costumbre. En todas las mesas se ve a alguien cubierto de barro y con una sonrisa de felicidad.

Ron tiene su brazo alrededor de los hombros de Hermione y no para de repetir lo mismo.

- Vaya golazo, me has dejado de mármol, vaya golazo.

Harry levanta la mirada de su plato, lanzándole una mirada asesina.

- Ron, ella iba en el otro equipo.

El pelirrojo lo mira un momento, como si no entendiese de que está hablando.

- ¿Y qué? Es Hermione, ya sabes, NUESTRA Hermione, y ha sido un golazo. – Le intenta explicar a su amigo que sigue sin entender nada.

Mientras tanto ella no puede dejar de sonreír. Si llega a saber antes, que llenándose de barro y haciendo el animal iba a conseguir que Ron la abrazase, lo hubiese hecho hace años.