Capítulo 21: Una belleza particular.

Draco se mantenía apartado de la conversación entre el ex profesor Dumbledore y la profesora McGonagall. Sus ojos grises miraban atentamente a los alumnos que, ingenuamente, jugaban a la mancha en los terrenos del castillo. Se preguntó a sí mismo qué había sido de su niño interior, y si alguna vez esos pequeños se habrían imaginado que vivirían la misma historia que él...y Harry...y tantos otros magos. Miró a su alrededor, y notó que las caras de ambos adultos frente a él estaban exaltadas...y sombrías. La puerta se abrió, y pudo ver la cara de Harry, el cual no se veía feliz, aunque tenía una leve y extraña sonrisa. Se miraron durante un pequeño instante, en donde Draco vio que, a pesar de las circunstancias, el resplandor de alegría aún era conservado en los ojos verdes del moreno.

-Hubo una muerte más...no sé si te has enterado-dijo Dumbledore mirando directamente a Harry. Él levantó las cejas.

-¿Alguien conocido?-

-Bueno...no sé si tu lo conocías, pero Draco sí lo conoció- el aludido lo miró boquiabierto.

-¿Quién..?-

-Blaise Zabini..¿te acuerdas de él?-

Los ojos grises de Draco se abrieron de par en par.

-Por supuesto que me acuerdo de él...era compañero mío en Hogwarts-dijo con un deje de voz. La muerte de aquel susodicho no lo afectaba en lo más mínimo, pero le tuvo algo de afecto cuando habían sido...¿¿¿amigos?.

-¿Cómo lo supieron?-preguntó impaciente.

-Hemos recibido una carta de su hermana...es una importante integrante del Ministerio, y una de las manos derechas del ministro-

-¿Su hermana?-preguntó Harry-¿Blaise Zabini tenía hermanos?-

-Sí, una hermanita...-dijo Draco.

-¿Hermanita?-preguntó McGonagall-yo no diría eso-

-Es siete años menor que yo..es obvio que es demasiado joven-dijo Draco enojado.

-Bueno, a pesar de su corta edad, es una mujercita muy inteligente..te sorprenderá cuando la conozcas-

-¿Y a qué viene su visita?-preguntó suspicaz.

-Viene a pedir protección..-

-¿Protección?-preguntó Harry-¿protección contra qué?-

-Contra los mortífagos, por supuesto-dijo la directora. Tomó aire hondamente, aspirando el aroma del sahumerio que tenía prendido sobre el escritorio. Lavanda...relajante.

-Profesora...¿puedo preguntarle...cómo murió Zabini?- los ojos cansados de McGonagall se enfocaron rápidamente sobre Harry, para luego girar su mirada a Dumbledore.

-Como Draco y tú bien saben, Blaise fue..mortífago-ambos jóvenes asintieron con las cabezas.-Muy bien...él..desistió...-

-¿Desistió?-preguntó Draco-pero cuando éramos mortífagos, él siguió hasta el final...-

-Lo que dices es cierto...Blaise era un ferviente mortífago de Voldemort, pero cuando Lucius huyó de Azkaban no fue a su encuentro..como la mayoría...sino que prefirió ocultarse...él sólo le tuvo lealtad al Innombrable, por lo que no caería tras el poder de tu padre...y él supo que Blaise lo había traicionado..lo mató una semana después...aunque eso no es lo que más nos duele-

-¿Por qué?-

-Blaise tenía dos hijos pequeños... los mató a ellos también-dijo McGonagall con mirada triste.

A Draco se le formó un nudo en el estómago. Su padre no tenía escrúpulos, y por lo que sabia, los hijos de Blaise tan solo tenían...

-Cinco y seis años..demasiado pequeños..inocentes criaturas-

Harry se imaginó a Lucius Malfoy llegando a su casa, matarlo a él y luego apuntar su varita hacia Herms y las niñas. Un escalofrío le recorrió la espalda. Jamás se lo permitiría. Malfoy no tocaría a sus más preciados tesoros.

-Así que..era eso lo que queríamos que supieran..esperamos que la reciban con todo los honores...-Dumbledore levantó las cejas-trátenla con respeto, pero no exageren-sonrió-ahora, Harry, me gustaría que nos contaras cómo está tu hermano...y de paso, cuéntanos cómo progresa el embarazo de Hermione-

Draco, mientras tanto, había salido del despacho. Después de tantos años, volvería a encontrarse con su pasado. Su maldito pasado, ese que le traía pesadillas. Caminó cauteloso por los silenciosos pasillos...

-¿Señor Malfoy?-una voz lo sacó de su ensimismamiento. Volteó. Se encontró con dos grandes ojos almendrados.

-¿Potter?-preguntó él-¿qué hace aquí? Debería estar en su clase de Encantamientos- el pelirrojo sonrió abiertamente.

-A eso iba..¿puedo decirle algo?-dijo Alan con un asomo de sonrisa-gracias-

-¿Por qué?-

-Usted no es tan malo como yo creía-lo miró fijamente-sé que usted es miembro de la Orden...

-Shhhhhhhh, Potter..¿por qué no lo publica en El Profeta?-

Alan rió.

-Bueno...sé que usted me salvó la vida...le agradezco...-

-De nada...era un favor que le debía a su hermano-miró la hora-ahora usted se va a Encantamientos..y dígale a su amiguita Lupin que no se esconda tras el muro-

Alan miró tras de sí, sonriendo. Uma se mantenía apartada de la conversación, escondida detrás de una esquina.

-Le diré-le tendió la mano-que tenga un buen día señor-y, volteando y tomando la mano de la rubia que lo esperaba impaciente, desapareció por el pasillo.

Draco mantuvo su vista fija en el pelirrojo que se alejaba. Negó con la cabeza. Ese jovencito debía de tener algo especial para que su padre lo quisiera tanto...aunque tenía que admitir, y siempre lo hacía, que aquél muchacho tenía un don para las pociones...y para meterse en problemas..igual que su hermano mayor. Se encaminó al Gran Comedor, cuando Filch se acercó a él.

-Señor Malfoy, el profesor Dumbledore me dijo que lo llamara..necesita que usted vaya a la sala de profesores, parece que la señorita Zabini ya llegó-Draco asintió con la cabeza. Retrocedió en sus pasos y se dirigió a la sala de profesores, pensando en cómo sería la hermanita de Blaise. Se la imaginaba fea, sumamente charlatana y desordenada..digamos, un espantapájaros. Aunque lo único que recordaba de aquella niña de once años era que tenía unos hermosos ojos azules, un cabello negro indomable...y muchas mañas...demasiadas para su gusto. La chica había sido, y era, según comentarios de otras personas, una gran bruja: era sumamente astuta, y tramposa, o sí, muy tramposa, tenía una facilidad de convicción enorme, lo que hacía que consiguiera lo que quisiera. Recordaba que Blaise la quería, sí, pero cuando tenía que hablar mal de ella, lo hacía. Y decía pestes.

La puerta de la sala de profesores se impuso en su camino. Golpeó. La puerta se abrió, dejando ver la cara de la directora.

-Entra, Draco, ella te está esperando-

Draco cruzó el umbral, cruzando los dedos dentro de su bolsillo y rogando que esa quisquillosa niña que él había conocido hubiese dejado de existir. Y también rogaba que no fuera tan fea como se la imaginaba. Miró a su alrededor.

-¿Y bien?-preguntó mirando a los presentes-¿dónde está?- y fue en ese momento que oyó que la puerta se abría. Volteó. Cuan sorprendido se quedó al ver semejante belleza frente a sus ojos.

-¿Tú..?-

-Draco, qué bueno es volver a verte-dijo la mujer con voz increíblemente seductora.

Draco se había quedado de piedra. Y Harry, que estaba tras él, rió significativamente, intentando que el rubio no quedara tan mal, si contábamos que se había quedado boquiabierto..y se podía decir que tenía un leve hilito de baba cayendo por la comisura de su boca.

-Señorita Zabini..un placer tenerla en Hogwarts-la muchacha miró a su alrededor.

-No conocía este lugar-miró a los ancianos-sí, gracias por recibirme-les tendió la mano, acercándose a ellos. Miró significativamente a Harry, recorriendo la cicatriz del moreno ávidamente con los ojos...aunque también recorrió el cuerpo del hombre con los ojos...y Harry se estremeció.

La joven, tras examinar minuciosamente al apuesto moreno de ojos verdes, que por cierto le había encantado, miró a Draco. Así que ese joven era el famoso Draco Malfoy del cual su hermano tanto le había hablado...debía admitir que la cara de idiota le sentaba a la perfección...y, sinceramente, ella se lo había imaginado feo...y debía admitir que era increíblemente atractivo. Vaya, en Hogwarts había hombres muy lindos.

-Señorita Zabini, nos gustaría hablar más claramente sobre sus intenciones-el profesor Dumbledore la miró por unos instantes-siéntese-

-Profesor, antes que nada..¿puedo salir un momento afuera con Draco?..quiero decirle unas palabras-tras el asentimiento de Dumbledore, Harry tomó al joven Malfoy del brazo y lo arrastró al pasillo.

-Draco, por Merlín, disimula-

-¿Qué?-preguntó el rubio consternado-¿que disimule qué?-

-Que te gustó la pequeña Zabini-los ojos grises de Draco se abrieron asombrados.

-¿Cómo...?¿se ha notado mucho?-sus mejillas se ruborizaron.

Harry sonrió.

-Muchísimo-

-Ay por Salazar Slytherin, Harry...¿has visto lo hermosa que es?-

Harry asintió.

-Es muy bonita...aunque me da miedo-

-¿Miedo?-

-Sí..¿has notado cómo nos observó, ni que fuéramos tan lindos-

Draco rió.

-No te preocupes, Harry, tú puedes protegerte con el santo sacramento del matrimonio..en cambio, yo, pobre de mí, no podré-ambos rieron.

-Como si quisieras protegerte de ella-

-¿No piensan entrar?-preguntó una voz tras el umbral-los estamos esperando-

Ambos volvieron a entrar. Dumbledore, McGonagall y la joven estaban sentados en una mesa redonda, mirándolos. Se sentaron junto a Dumbledore.

Draco miró fijamente a la bella muchacha justo frente a él, la cual se había quitado la túnica, por lo que sus hermosos rizos negros cual ébano caían seductoramente sobre sus pálidos hombros. Era hermosa, bellísima. Sus fantásticos ojos azules examinaban con atención el cuarto, tan desconocido para ella, y en sus rojos labios cual carmín, se dibujaba una provocadora sonrisa de satisfacción. El rubio sintió un codazo, y miró al moreno a su lado. Se sonrojó. Era humillante que Harry se hubiera dado cuenta de que se había enamorado a primera vista, él que era tan reservado y protector obsesivo de sus sentimientos, había demostrado tontamente que Cupido, si aquél maldito existía, lo había flechado dolorosamente.

-¿Qué opinas Draco?-

-¿Qué opino de qué?-

-De lo que estuvimos hablando...¿no has oído nada de lo que dijimos?-

Por Merlín, se estaba sonrojando de nuevo. Parecía un estúpido adolescente que se había enamorado por primera vez. Notó los ávidos ojos de la recién llegada, y se sintió mucho más incómodo. Esa mirada tenía la capacidad de verle el alma y leerle los pensamientos, y por un momento Draco se sintió desnudo.

-Lo siento...no..no he oído-

-Le hemos dicho a la joven que se mantuviera en Hogwarts, como ayudante-

-¿Ayudante de qué?-

Dumbledore se encogió de hombros-ya le encontraremos algo que hacer-

-A mí me gustaría...conocer más este castillo-dijo la joven mirando a Draco con una sonrisa.

-Muy bien, Draco se encargará de enseñártelo, si no te molesta-

-Por supuesto que no me molesta-dijo ella mirando al rubio fijamente.

-Bueno, si eso ha sido todo, yo tengo que impartir Defensa Contra las Artes Oscuras, así que me retiro-Harry se levantó-un gusto conocerla-se inclinó levemente frente a la joven morena, la cual rió encantada el ver al bello moreno haciendo una reverencia-con permiso-y salió del lugar.

-Bueno-dijo ella levantándose-si no te molesta, Malfoy, quiero que me muestres el castillo AHORA-

Draco se levantó de la silla apresurado. Salió tras la joven, la cual ondeaba su vestido azul tras de sí. Al salir al pasillo, y mirarla más detenidamente, pudo notar lo ajustada que era la ropa de la muchacha, que pronunciaba las imponentes curvas. Miró al suelo y suspiró. Se iba a volver loco con esa mujer cerca.

-Bueno..¿piensas quedarte todo el día ahí?-preguntó ella con voz potente. Draco se acercó.

-¿Qué quieres que te muestre?-notó un brillo fugaz en los ojos azules frente suyo, aunque prefirió no tomarlo como una indirecta obscena.

-Quiero que me muestres todo..el castillo-oyó su risa cantarina. Hasta riendo era bella.

-Pues..vayamos a los terrenos primero, es un día hermoso-ella frunció la nariz, pensando.

Draco suspiró. Había notado cierta expresión infantil. Dios, la amaba, y eso que no la conocía en absoluto.

-De acuerdo, pero que no me piquen los mosquitos o te lanzaré un Cruciatus-

Caminaron hacia los terrenos, ambos en silencio. Draco se sentía incómodo. Quería entablar conversación, pero...¿de qué hablarle? ¿de artes oscuras?...se sentía estúpido, jamás había hecho demasiado esfuerzo para hablar con una chica, y esa joven, que realmente le gustaba, no sabía qué decirle.

-Em...¿ya ha enterrado a tu hermano?-

-No-contestó ella.

-¿Piensa hacerlo?-

-Claro, no pienso dejar que los cuervos se devoren a mi hermano, yo lo quise, aunque él no a mí-

-Eso no es cierto, Blaise hablaba muy bien de usted..en ocasiones-

Ella rió a carcajadas.

-Me imagino lo que decía-puso voz gruesa en un intento de imitación-esa nena de mamá que no me deja tranquilo, niña fea y quisquillosa, no la soporto- Draco rió.

-Bueno...no eso exactamente-llegaron a los terrenos, en donde un ferviente sol iluminaba con gran esplendor los pastos y el lago del castillo.

-Vaya, Hogwarts es mucho más bonito que Drumstrang-

-¿Ha ido a Drumstrang?-preguntó Draco rápidamente.

-Sí, mi padre quiso que estudiara ahí-dijo ella con gran orgullo.

-Pero..no tiene acento extranjero-

-Porque mis padres eran de aquí-dijo ella suspicazmente.

Draco se sentó sobre el césped, apoyando la espalda en el suelo, respirando el aroma de algunas flores silvestres que crecían por allí. Notó que la muchacha se quedaba apartada.

-¿No va a sentarse?-le preguntó mirándola en su hermoso metro setenta.

-¿Has enloquecido?-preguntó ella horrorizada-no voy a ensuciarme el vestido con musgo-Draco suspiró.

-El musgo no va a hacerle nada, no sea quisquillosa señorita Zabini-

-No le temo al musgo, es que no me gusta ensuciarme de tierra..y por cierto, deja de llamarme señorita Zabini, tutéame-

Draco se sonrojó.

-Es que...no sé tu nombre-

-Mi nombre es Bárbara-dijo la morena-Bárbara Zabini-

-¿Bárbara?-

-Sí..¿o no lo has entendido, de acuerdo, lo deletrearé: B-A-R-B..-fue interrumpida por una voz desquiciada.

-Ya te entendí-bramó Draco enojado, mientras se levantaba. Ella lo miró sonriendo.

-Me gustan los hombres malos-

-¿Disculpa?-preguntó Draco con voz desmayada-yo no soy malo-

-Pues me gustaría que lo fueras-se acercó a él provocadoramente.

Draco rogaba mentalmente que esos labios carnosos frente suyo lo besaran, e instintivamente cerró los ojos. Pero no fue un beso lo que sintió, más bien fue un empujón...y terminó tirado sobre una gran zanja de barro. Oyó la risa cantarina de Bárbara, la cual reía ante la situación.

-¿Por qué me empujaste?-bramó Draco saliendo embarrado del pozo.

-¿Creíste que te besaría?-preguntó ella casi sin voz. Al notar el sonrojo de Draco, se echó a reír nuevamente.

-Pues..me hubiera gustado-ella dejó de reír el oírlo.

-¿De veras?-se había puesto seria-de acuerdo entonces-lo tomó del rostro y lo besó. Apenas fue un beso casto, con los labios apretados, pero Draco supo que jamás olvidaría ese beso..ni a esa mujer. Sintió una lengua juguetona lamiendo su labio inferior, intentando hacerse paso a su boca. La separó bruscamente.

-No..no quiero así..apenas nos conocemos-ella enarcó una ceja. Ay por Merlín, qué linda se veía con la ceja enarcada...sí, se volvería loco, se volvería loco.

Bárbara se separó de él y se encaminó al castillo. ¿Le gustaba, ¿él le gustaba?.

Draco fue tras ella.

-¿Quieres que te muestre la torre de Astronomía?-Bárbara lo miró asombrada-esa clase siempre se da después de la medianoche, así que tenemos tiempo-

Así que se encaminaron a la Torre más alta del castillo. Minutos después...

-Ay por Merlín...¿no pueden poner trasladores para evitar que la gente se canse?-preguntó Bárbara impacientemente.

-Bárbara, cierra la boca y sigue subiendo-le dijo Draco cuatro escalones más arriba.

-Ya te las verás conmigo, Malfoy-murmuró ella.

-¿Qué has dicho?-

-Nada idiota-bramó Bárbara, al llegar junto a él. Miró a su alrededor-¿ésta es?-

-Bonita...¿verdad?-Draco sonrió. Se sentía tan bien cerca de ella.

-Pues..me parece una torre normal-

-Bueno, lo que sucede es que es temprano, deberíamos venir a la noche, para ver mejor las estrellas-

-A mí me gustan los arco iris..y las tormentas-dijo Bárbara cruzándose de brazos.

Draco la miró fijamente.

-¿Nunca has visto un arco iris?-

-No he encontrado ninguno que me gustara en particular-

-Yo ya encontré el mío-la tomó de los codos e hizo que lo mirara.

-¿Qué dices?-

-Tú eres mi arco iris, preciosa-

-Malfoy, no digas estupideces-

-Pero si es cierto lo que te digo-

-No bromees...¿a qué juegas?-lo empujó con violencia.

-Juego a enamorarte..¿tú a qué juegas?-

Ella sonrió seductoramente, lo que hizo que Draco tuviera un intenso escalofrío.

-Yo juego a hacerme rogar-se acercó y lo besó en la comisura de los labios-¿te atreves a arriesgarte por mí?-

-Sí-dijo él desafiante.

-Pues bien, espero que consigas lo que quieres..porque yo quiero lo mismo-le guiñó el ojo y, tras voltear, salió de la Torre.

Draco se quedó parado mirando la perta por la que ella había salido. ¿Qué había sido eso?¿ella lo estaba retando a conquistarla?. Oyó la campana que anunciaba el almuerzo. Tomó aire y se dispuso a salir de la torre, y seguirla.

Bárbara había bajado las escaleras caracol. Intentaba encontrarse con alguien que la llevara a las cocinas, si eso era posible. Dobló una esquina. Al ver al mago que tenía en frente, sonrió abiertamente. Iba a divertirse mucho con esos dos hombres hermosos.

-Harry Potter-dijo con una sonrisa seductora-¿cómo estás?-preguntó acercándose a él, examinándolo con la mirada. Era increíblemente atractivo, su cabello azabache le quedaba perfecto en contraste con su piel blanca y sus inmensos ojos verdes. Draco y él debían de ser los rompecorazones de la escuela.

-Hola...señorita Zabini-dijo Harry con incomodidad, notando que ella no lo miraba como una mujer que apenas lo conocía, sino que lo miraba como alguien sedienta de amor.

-No me digas señorita Zabini, Harry, dime Bárbara-dijo ella risueña. Se acercó más a él-¿puedes llevarme a las cocinas, si eso es posible, por supuesto-

-Pues...ahora que ya sonó la campana, por demos ir a almorzar..si no te molesta-

Bárbara asintió encantada. ¿Quién le gustaba más?¿el encantador y caballero Harry Potter, o el arisco y arrogante Draco Malfoy?. Se encaminaron juntos al Gran Comedor. Entraron. Harry notó que varias miradas se posaron sobre él y sobre la mujer a su lado, y se sintió incómodo. Tenía que hablar con Hermione antes que cualquiera dijera estupideces.

-Por Merlín, ¿quién es ese bombón?-preguntó Reg desde la mesa gryffindor, mirando con poco disimulo a la mujer morena junto a Harry.

-¿Disculpa?-preguntó una voz cerca de él. Volteó.

-Amor, hola-

-¿Qué es lo que has dicho?-notó una vena palpitante en el cuello de Rose.

-Que..que...no he dicho nada amorcito-dijo sonriendo.

-REGULUS BLACK-bramó ella levantando el puño-QUE TE ESCUCHE DE NUEVO PIROPEAR A OTRA MUJER Y TE DESCUARTIZO-

-¿Por qué dices eso cariñín?-preguntó él inocentemente-yo solo tengo ojos para ti-

-PARA MÍ Y LA MITAD DE HOGWARTS-

-Pero...Rosi...-

-Basta Reg, no quiero salir con alguien que no siento seguro-

-¿Qué?-preguntó Reg-¿podemos hablar en otro lugar, nos están oyendo-señaló a la mesa slytherin, en donde los alumnos paraban las orejas para oír la discusión.

Salieron del Gran Comedor hacia el pasillo.

-Dime-dijo Reg. Sabía que el comentario le había molestado a Rose.

-No..no me gusta que andes piropeando a otras...yo..yo no estoy segura que..me seas fiel-

-¿Cuestionas mi fidelidad?-

-Sí, Reg, la cuestiono-dijo ella con ojos húmedos-quiero que me demuestres lo que sientes por mí-

-¿Cómo?-

-Piensa y sabrás cómo demostrármelo-y entró al Gran Salón.

Reg se apoyó contra la pared, pensativo. Mierda, mierda y más mierda. Justo a él lo habían desafiado. Tenía que hablar con alguien experto. Pero..¿cómo demostrarle a su amada Rose que ella era la única mujer que amaba?..bueno, no era la única, porque su madre también era una mujer, pero ella no contaba. Entró en el Gran Salón, dispuesto a comer. Aunque pensándolo mejor, hablaría con el experto en ese momento, ya que él se encontraba comiendo y riendo junto a sus dos mejores amigos.

-Papá-le dijo al llegar a la mesa de profesores. Sirius lo miró serio-¿puedo hablar contigo?-el moreno asintió con la cabeza y se levantó de su silla.

-Dime-dijo Sirius al estar bastante alejado de los demás.

-Rose...bueno, tú sabes que ella y yo salimos-Sirius sonrió-y..me pidió que le demostrar mi amor-Sirius levantó las cejas.

-Ay mujeres..siempre hacen eso...ellas quieren saber que no se entregaron por nada...y me parece bien-

-¿Qué dices que haga?-

-Bueno..creo que, primero deberías no sé...regalarle unas flores-

-¿Pero eso no es cursi?-

-Hijo, a veces hay que ser cursi-enarcó una ceja-además, yo lo hago todo el tiempo-

-Y...-

-También le mando cartas de amor...tú sabes..tenerla lejos me hace darme cuenta de que la amo más cada día-sonrió risueño-también puedes preguntarle a James, a Remus y a Harry-

-Gracias pa, luego te diré cómo me fue-y se dirigió a la mesa gryffindor.

Mientras tanto, en la mesa de los profesores, Draco miraba atentamente a la morena que hablaba calurosamente con Harry. ¿A qué jugaba ella?¿a coquetear con ambos?. Sintió una punzada en el estómago. Por Merlín, un hombre adulto teniéndole celos a otro hombre adulto...una estupidez.

Draco ya había terminado de almorzar, por lo que decidió levantarse. Fue cuando notó una mirada azul fija en él. La miró. Era tan hermosa. Pero no se dejaría vencer, no iba a dejar que ella jugara con sus sentimientos. Salió del Gran Salón, dispuesto a tomar un poco de aire y sol en los terrenos. Cuando oyó pasos detrás de él. Volteó.

-¿Por qué me sigues?-le preguntó a la bella morena.

-Pues..no sé..creo que es divertido hacerte sentir incómodo-

-Lo mismo haces con Harry..¿verdad?-ella se miró las uñas. Tenía manos muy delicadas.

-Pues..me gusta Potter..es muy lindo-sonrió provocativamente-¿tienes..celos?-

-No, claro que no-vio que ella se acercaba. Se detuvo a pocos centímetros de él. Pudo aspirar su dulce aroma a fresias.

-No te creo-dijo rozando los labios de Draco con los suyos.

Era..una maldita..y eso al rubio le encantaba. Se había enamorado de una víbora, pero aún así la amaba, y eso que apenas la conocía. Cuando Bárbara lo besó, Draco pudo adivinar que ella era la mujer de su vida, y si fuese posible, sería su esposa y la madre de sus hijos. Era encantadora, hermosa, arrogante, inteligente, astuta...todo lo que le gustaba en una mujer, ella lo tenía.

Se separaron lentamente, Draco mantenía los ojos cerrados. Si pudiera detener el tiempo en aquel beso, lo habría hecho y nunca más correrían las agujas del reloj.

-Basta Bárbara..deja de jugar conmigo-

-Yo no juego contigo-dijo Bárbara frunciendo el ceño-eres tú que no te decides-

-¿Que no me decido a qué?-

-A decirme que me amas-se acarició a sí misma, recorriendo sus increíbles curvas, haciendo estremecer el rubio frente a ella.-Si lo haces, seré tuya-

-Te amo, entonces-ella sonrió.

-¿Me amas de verdad?...¿o lo dices sólo porque quieres este cuerpo?-

-Te amo..y apenas te conozco, pero déjame admitir que si hubiera imaginado tu hermosura, hasta los poetas más famosos habrían envidiado mi imaginación...te amo, y además te deseo-

Bárbara enarcó una ceja.

-Encantadoras palabras Draquín-se acercó a su oído-pero...eres un ingenuo-le besó la oreja dulcemente-caíste- y se fue, riendo a carcajadas.