Merry Christmas
Capítulo 2: Salvación
La luz del sol se colaba fugazmente por las ventanas de la casa. Era una hermosa mañana de navidad. Pero para algunas personas, era tan solo un frío día de invierno.
Nada más.
-¿Estás bien? – Hermione colocó un paño mojado en la frente de Remus quien se encontraba tendido en la cama. Él suspiró y tomó una de sus manos.
-No deberías estar aquí... es navidad... – Ella le sonrió alegremente.
-La navidad es sólo un día... para disfrutar con quien uno quiera. Y yo quiero estar contigo... –
Remus se irguió y se sentó. Aún estaba débil... pero tenía que terminar con eso de una vez.
-Hermione, no puedes continuar con esto...- Empezó, pero no pudo continuar. Sintió sus labios humedecerse con el tierno beso que ella le estaba dando. Cerró los ojos inconscientemente, mientras su cuerpo reaccionaba a aquello que estaba esperando desde hacía tanto tiempo.
Cuando se separaron, ella le sonrió tiernamente. Remus se perdió en aquella muchacha. Todas sus barreras se disolvieron con aquel gesto y no pudo más que responder a su sonrisa.
Hermione se sentó en la cama junto a él y lo abrazó.
Y permanecieron unidos así un buen rato, hasta que ambos se quedaron dormidos uno junto al otro...
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-Perdóname, pero no compré ningún regalo... no creí que iba a tener visitas...- Remus estaba muy apenado. Y la carcajada de su compañera lo sorprendió.
-¿Quién quiere regalos? –
-Pero... es navidad... –
-El mejor regalo es tenerte a tí -
Él se quedó en silencio un rato, observando a aquella muchacha que lo desconcertaba a cada segundo.
-¿No te gustan los regalos? – Preguntó divertido.
-Claro que sí. Pero puedes obsequiarme cosas cualquier día del año. ¿Por qué tiene que ser un pecado no regalar algo en Navidad? –
Ambos sonrieron y se besaron. Acto seguido, se dispusieron a comer el almuerzo que ella había hecho aparecer.
Muy pronto se hallaron conversando alegremente, olvidando todos los temores que la noche anterior los habían aquejado.
De pronto, ella se levantó de la silla y miró el reloj alarmada.
-¿Pasa algo? – Inquirió Remus tranquilamente.
-Tengo que irme -.
-¿Ahora? –
Ella se le acercó con el semblante preocupado.
-Mis padres me invitaron a pasar navidad con ellos... hace tiempo que no lo hacemos...–
-Oh... claro...- Remus sonreía... pero en sus ojos se notaba la desilusión y la tristeza.
Hermione comenzó a juntar sus cosas mientras que él la observaba desde el sillón. Su cabeza estaba en blanco. Hasta que las ideas se amontonaron en su mente mareándolo.
Se dio cuenta de que ella era demasiado joven para él. No podía permitir arruinarle la vida... tal vez era un estúpido enamoramiento... él no podía seguirle la corriente.
Pero una vocecita en su interior pugnaba por ser oída. ¿Y si era amor?
-¡Tengo una idea! – Remus pegó un salto ante la exclamación de la chica que ahora se acercaba a él sonriente.
-¿Qué...? –
-Ven conmigo –
Remus se la quedó mirando como si las palabras que acababa de pronunciar no le llegaran al cerebro.
-¿Irme contigo¿Y con tus padres? – Ella asintió.
-No digas más nada. Vendrás... te guste o no... –
Ni siquiera lo dejó responder. Lo tomó de la mano y lo dirigió a la chimenea. Los polvos flú eran la manera más rápida de llegar a casa, pensó. Y en unos minutos, estuvieron en el hogar de los Granger.
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-Mione, querida, ayúdame con la mesa – La señora Granger y su hija desaparecieron en la cocina, y Remus se quedó solo en el jardín.
-Con que usted es el famoso Profesor Lupin¿cierto? – Inquirió el Señor Granger, asustando al aludido por la espalda.
-Eh... si... un placer -. Se apuró en contestar Remus, ofreciendo su mano al otro en señal de saludo. Robert Granger le respondió cordialmente y con una sonrisa.
-Pero conozco a mi hija... no lo invitaría a casa sólo por ser su profesor... – El color en las mejillas de Remus se incrementó un poco al oír esas palabras.
-La mesa está lista, vamos a comer -. Exclamó Hermione alegremente al mismo tiempo que abrazaba a su padre y le guiñaba un ojo a Remus. Los tres se dirigieron hacia la sala, donde se hallaba preparado todo un banquete de dulces y pasteles que se dispusieron a disfrutar.
-¿Estás bien? -. Remus se había apartado un poco de la escena familiar y se hallaba sentado en un sofá.
Solo.
-Hermione, me siento como si le estuviera mintiendo a tu familia... -.
-¿Quieres que les diga que te amo? -. Preguntó ella con una sonrisa pícara y abrazandolo frente a todo el mundo.
-No... no es eso...pero no me siento cómodo...- Ella frunció el seño. Supo que sería más difícil de lo que había creído. Tomó la mano del hombre que tenía enfrente entre las suyas y lo miró directo a los ojos.
-Mis padres te adoran. Me lo han dicho. Hasta creo que están contentos de que hayas venido tú y no otro... -.
-¿Qué quieres decir? –
Ella apretó los labios y buscó las palabras para decirle aquello...
-Quiere decir que yo les dije que iba a traer alguien muy especial... alguien que me hace muy felíz... –
Remus parpadeó, perplejo. Buscaba algo para contestarle, pero no encontró las palabras justas.
-Te amo, Remus... no me importa nada más... -.
-Yo... yo también te amo... –
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'Yo también te amo...'
Remus suspiró melancólico al recordar aquella tarde en la que su vida se había dado vuelta. No podía creer que ya habían pasado un año desde aquello. Parado en la ventana, veía la media luna.
Sonrió.
¿Quién iba a decir que en una noche de luna llena él iba a ser felíz?
Su mirada se posó en la mujer que dormía en la cama. Parecía un ángel... con aquella sonrisa de paz en los labios... el semblante tan despreocupado...
Se acercó a la cama y se recostó en ella. Los recuerdos pasaron frente a sí dejándolo sumido en si mismo. La amaba. Eso lo sabía. Y le había costado mucho darse cuenta... asumir que las diferencias de edad eran nulas cuando se encontraba con ella.
¿Pero entonces por qué se sentía culpable?
Algo dentro de él le decía que ella aún era joven... y él ya no estaba para seguir su ritmo.
¿O si?
-Remus... -. Hermione estaba despierta y él ni siquiera lo había notado.
-Duérmete... -.
-¿Qué te pasa? – Él buscó refugio en su mirada. Intentando encontrar respuestas en sus ojos... tratando de no caer en la oscuridad con la que seguía batallando.
-Tengo miedo, Mione... miedo de quedarme solo... -. Ella lo abrazó instintivamente. Hermione sabía que él todavía dudaba. Y no podía permitirse perderlo por algo así.
-Nunca te dejaré... sabes que te amo... ¿Por qué te es tan difícil entender eso? -.
-Gracias -.
Hermione parpadeó.
-¿Por qué? -. Le preguntó, al tiempo que apoyaba su cabeza en el pecho de él.
-Por demostrarme que no estoy tan solo como creo -.
Ella sonrió y él la rodeó con sus brazos.
Y por primera vez, el silencio no fue para distanciarlos. Sino para unirlos aún más. Remus cerró los ojos y se quedó dormido. Junto a ella.
Hermione se levantó de la cama. Se dirigió al balcón. La luna estaba particularmente hermosa esa noche. Sonrió y no pudo evitar una lágrima que resbaló por su mejilla. Estaba felíz.
Después de tanto tiempo creyendo que el amor no estaba hecho para ella, había descubierto que todos esos años había estado frente a él y no lo había visto.
Remus.
El único que había sabido comprenderla... quererla... valorarla como ella lo merecía. Él había sido su guía... el que la había ayudado a vivir. Le había salvado la vida.
Sus manos se posaron en su vientre.
Más lágrimas se perdieron en sus labios al sentir un pequeño ser gestándose en su interior. Pensó que nunca antes se había dado cuenta que ella podría ser madre. Jamás se le había cruzado por la mente la idea de traer una vida al mundo.
Se dio la vuelta y contempló al padre de su hijo. Se divirtió imaginando la cara de remus cuando ella le diera la noticia. Y se acostó junto a él.
Cuando se hubo acurrucado, cerró los ojos.
Y lentamente, se durmió...
Años más tarde, un veinticinco de Diciembre, una familia felíz disfrutaba de una tarde en familia. A diferencia de muchos otros niños del planeta, los pequeñuelos que jugaban alegremente entre ellos, no necesitaban regalos costosos para ser felices.
Ni siquiera habían armado un árbol.
Porque ellos sabían que existen muchas otras cosas que valen más en Navidad...
Como lo que Remus había descubierto hacía años atrás. Cuando él supo que a pesar de que se había creído solo tanto tiempo...
Una persona aguardaba en silencio.
Y esperaba que él se diera cuenta que ella estaba allí.
Junto a él...
Fín
