CAPÍTULO UNO

REGRESO A HOGWARTS

Lilian Evans corría atropelladamente entre la inmensa corriente de gente que había en la

estación de King's Cross de Londres. Sabía que si Petunia no se hubiera torcido el tobillo

(casualmente, por supuesto, sin ánimo de joder para que Lily llegara tarde) ahora mismo ya estaría

abrazando a su novio...

Su mata de pelo, de un color rojo fuego que le llegaba un poco más abajo de la cintura, ondeaba en

el viento semi cálido de septiembre. Había intentado ondulárselo, pero al final se dio por vencida,

era demasiado liso. Una gotita de sudor le caía por la sien izquierda, y empezó a resoplar... "Bufff...

¡Menuda mierda! Si Petunia no llevara esos tacones de aguja ahora mismo no tendría por qué

correr".

Avanzaba a trompicones hasta que llego al andén número nueve. Miró nerviosa a su alrededor,

nunca se acostumbraba a esa sensación. Se acercó disimuladamente al muro que separaba el andén

nueve del diez y, como quien no quiere la cosa, hizo como que se apoyaba y de repente apareció en el

andén 9 3/4, que tantos recuerdos le traía. Paseó la mirada intentando saborear cada cosa que veía.

Era su último año en Hogwarts y le apenaba muchísimo no volver a sentirse nerviosa por volver al

colegio. Suspirando y reprimiendo una lágrima, miró el reloj: parecía increíble, pero aún le

quedaban 10 minutos.

Se abrió paso entre sus compañeros hasta que unas botas de piel de cocodrilo, que llegaban hasta

unas rodillas perfectamente proporcionadas y bronceadas, le franquearan el paso, haciéndola

tropezar. Levantó la mirada furiosa: Una chica guapísima, con el pelo rubio platino y unos ojos

enormes y azules le sonreía con cara de asco desde lo alto.

- Lo siento mucho, Evans. Ni siquiera me fijé en ti - La rubia parecía disfrutar de cada palabra.

-Tranquila - Lily sabía perfectamente con quién había tropezado, era la chica de Potter - A mí me

habría pasado contigo exactamente lo mismo. No me voy fijando en las mierdas de perro que hay

repartidas por el suelo.

Su rival la miró rabiosa, Lily era demasiado rápida a la hora de contestar, debido a todos los insultos

que había aguantado de pequeña.

Sólo desviaron las miradas cuando se oyó la voz de James Potter:

- ¡Elisabeth! Ven conmigo. Los merodeadores y yo te hemos guardado sitio en nuestro vagón.-

James lucía una gran sonrisa mientras se dirigía a su novia, pero mirando fijamente a Lily. Estaba

más guapo que nunca. - ¿Qué hacías hablando con la señorita Evans?

- Nada, amor mío. La muy torpe se ha tropezado conmigo y casi me pisa las Gucci- Lily la miró más

furiosa que nunca, pero no le daría el gusto a ninguno de los dos de replicar. Se limitó a sonreír y

mientras que se daba la vuelta dijo:

-Potter, deberías vigilarla más de cerca. Entre lo imbécil que eres tú y lo arpía que es ella seguro que

se queda con toda tu herencia incluso antes de que te mueras.

James se quedó con la boca abierta mientras su sonrisa se deshacía poco a poco y no dejó de mirar

la nuca de Lily hasta que se perdió entre los Slytherin... "¿Estaba celosa?".

Mientras andaba muy cabreada entre cientos de capas negras y verdes sintió unas manos en su

cintura y sonrió. Se dio la vuelta para mirarlo de frente:

- Mi pequeña sangre sucia...- Y los ojos de Snape brillaron como no lo habían hecho en todo el

verano.

-¡Severus! - Lily se agarró fuerte a su cuello y empezó a besarle los labios ¡Cómo... Te... He...

Echado... De... Menos!

Snape sonrió abiertamente y su blanquecina cara se tornó un poco roja. Cogió entre sus

manos la pequeña cara de su novia y la miró directamente a los ojos. Ya casi se le había olvidado lo

inquietantemente verdes que eran.

- ¿Has sido una buena chica este verano? - El moreno hizo era pregunta con toda la intención del

mundo. Lily se echó a reír, dejando mostrar unos dientes perfectos.

- Sabes de sobra que sí, cariño. Jamás te haría nada malo.- Severus la miró un poco desconfiado

pero al final tuvo que reír al ver la cara de enfado que ponía la pelirroja.

-Está bien, está bien, no te enfades. Vamos a buscar a Malfoy, nos sentaremos con él y su novia en el

vagón.

- Verás, Severus, prefiero estar a solas contigo. No le caigo muy bien a Lucius que digamos. Y él

mucho menos a mí. - Severus entrecerró los negros ojos un instante, pero luego decidió contentar a

la muchacha. En realidad, y aunque no le mostrara excesivo aprecio, tenía un miedo enorme a

perderla. Mucho más del que jamás demostraría.

-Bueno, vamos a ver si conseguimos un vagón para nosotros solos lejos de esos estúpidos merodeadores.

Lucius se volteó para mirar a dónde se dirigía su compañero de casa y al ver que iba acompañado de

Lily no pudo evitar susurrar: "Asquerosa sangre sucia..." Narcisa Black, su novia, le tapó la boca con

un beso sin sentimiento.

Al final Snape y Lily tuvieron que sentarse en un vagón contiguo al de los merodeadores. Era una

cosa muy rara debido a que las fans de éstos solían hacerse siempre con esos vagones para tener

controlados a los 3 chicos más guapos del colegio. Entraron y se sentaron en el banco desde el cual

Snape tenía una visión espectacular de James Potter. Jamás se sentían intimidados el uno por el

otro. Los dos eran muy distintos pero tenían las mismas ganas de odiarse.

Lily se relajó en el hombro de su chico. Pasó un brazo alrededor de la cintura de él, cerró los ojos y

suspiró profundamente. Aún no sabía cómo no había aceptado antes a Severus como novio.

James, en el otro vagón, miraba fijamente a Lily. Nunca la había visto tan guapa. Tenía el pelo más

rojo y largo que nunca, el verano había bronceado su piel suavemente y sus ojos parecían más

verdes y brillantes. Se sorprendió a él mismo pensando en cómo sería tener apoyada a Lily Evans en

el hombro mientras que Elisabeth, su novia real, le torció la cabeza y le besó el cuello para evitar que

el moreno estuviera pendiente de otra cosa que no fuera ella.

- Te quiero mucho, James Potter - Dijo con una voz dulce e insinuadora. El chico, que a pesar de ser

un mujeriego jamás había engañado a ninguna muchacha le sonrió sin corresponderle, y tampoco

sin dejar de hacerlo. Ese tipo de sonrisas había hecho babear a todas las gryffies de Hogwarts.

-Lo sé, princesa.-Le dijo dándole un golpecito cariñoso en la nariz. La rubia, complacida por el

piropo de uno de los chicos más populares, se dejó caer sobre el hombro de James de forma idéntica

a la que Lily descansaba sobre el de Snape, sólo que con quizás demasiada elegancia como para

parecer natural.

James miró por última vez la cara de Lily antes de toparse con los fríos ojos del Slytherin que lo

observaban sin piedad. Como si eso fuera lo más divertido del mundo, le sonrió con suficiencia y se

dispuso a entrecerrar sus grandes ojos castaños él también para aguantarle la mirada. Sirius, que

estaba sentado enfrente de James, le puso una mano en la pierna y le dijo:

-Ahora no, Prongs. Ya le haremos putadas en Hogwarts. Pero ahora está con Lily. -Como si James

no hubiera obedecido en esa situación a nadie más que a su amigo, apartó los ojos molesto y se puso

a decir tonterías con Remus, que en ese momento se burlaba de la revista El Quisquilloso.

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Los seis años que James llevaba enamorado de Lily se le iban pasando al merodeador por la cabeza

mientras el tren avanzaba rápidamente. Se acordaba cuando, con 12 años, se las había ingeniado

para entrar en el dormitorio de la pelirroja y sus amigas y dibujar con la varita un corazon encima

de la cama de Lily, en el que ponía: "Lilian Evans, te amo". También se acordaba cuando un año

después la chiquilla se había resbalado y había caído al lago del calamar gigante y él se había tirado

de cabeza sin dudarlo un segundo para rescatarla. Aún notaba desde entonces el sonido del corazón

de la chica, todas las noches, antes de dormirse. Lily había sido su obsesión desde que la conoció, y

le parecía muy injusto que nunca hubiese sido suya. La sola idea de no besarla nunca hacía que se le

encogiera el esófago.

-Tú, morenazo, ¿se puede saber en qué estás pensando? – Sirius le sonreía con una divertida y

fingida cara de mujer ninfómana . James soltó una carcajada, y luego se encogió de hombros. Pasara

lo que pasara, su mejor amigo siempre le hacía reír.

-No me pasa nada, Padfoot, es que me da lástima que este sea el último año de una saga que parecía

interminable.

-Sí – dijo Remus – siete años juntos, durmiendo con vosotros, comiendo con vosotros, jugando con

vosotros…

-Meando con nosotros…- Ante el comentario de Sirius, James soltó un bufido gracioso y Remus

puso los ojos en blanco.

-No tenéis sensibilidad, sois un par de bestias. Me refiero a que hemos estado siete años viviendo los

unos de los otros, y presiento que si no aprovechamos este año las cosas no volverán a ser lo que

fueron.

-Vamos, Moony – intervino el ojiazul - no te pongas melancólico. Aún somos demasiado jóvenes y

demasiado sexies como para pensar en ese tipo de cosas.

-Jajajajajaja – La risa de Elisabeth sonó tonta y desproporcionada – ¡Qué razón tienes, Sirius, qué

razón tienes!

Sirius se quedó como diciendo: "Dios Santo bendito, ¿por qué tiene que reírse así?" Remus ocultó la

cara y sonrió con malicia detrás del periódico, Elisabeth hizo un gesto altivo y cambió de postura,

realmente pensaba que su risa era angelical. James puso los ojos como platos y se quedó mirando a

su chica. Si no fuera por las salvajes noches de sexo que pasaba junto a ella, la hubiera mandado a

paseo hace muuuucho tiempo.

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Llegaron al castillo cuando acababa de anochecer. Hacía mucho fresco fuera del tren, y todos se

pusieron las capas largas para sentirse abrigados. Los alumnos de primer año parecían

verdaderamente pequeños. Estaban muy asustados y se asustaron aún más cuando un jovial y alegre

Hagrid gritó:

-¡ALUMNOS DE PRIMER AÑO, SEGUIDME HASTA EL LAGOOO!

James y Lily, a la vez y sin saberlo, sonrieron para sí y recordaron la primera vez que vieron a ese

gran hombre. A los dos a la vez, y sin saberlo, esa noche se les escaparía una lágrima en la cama, al

pensar que jamás volverían a pasar por primera vez por las aguas del lago de los terrenos de

Hogwarts.

Entraron al castillo y recibieron su olor característico, a piedra húmeda mezclada con canela.

Minerva McGonagall se apresuró al hall y empezó su discurso de todos los septiembres:

-Queridos alumnos de primer curso: Habéis sido convocados esta noche aquí con el propósito de

empezar unas nuevas vidas. La magia será ahora vuestro pan de cada día y al terminar vuestra

formación estaréis totalmente preparados para enfrentaron contra quien se os ponga delante

(Desvió la mirada hacia los merodeadores y no pudo evitar sonreír al ver que James Potter y Sirius

Black hacían acortarse con sus varitas las faldas de las chicas que tenían delante). No debéis tener

miedo, y así todo irá mucho mejor. Todos sabéis que nuestro colegio está dividido en cuatro casas

que para vosotros serán las vuestras propias, a saber: Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin.

Deberéis honrar a vuestras casas y compañeros , que serán como vuestra familia y hacer lo posible

por ganar puntos para ello. – Con un rápido movimiento del brazo, sacó su varita en el momento en

el que a las pobres chicas les llegaba la falta por debajo de las posaderas:

Expelliarmus! – conjuró, y James y Sirius salieron disparados a la vez que sus varitas fueron

recogidas magistralmente por una suspicaz Minerva.

-¡Ohhhhhhhhhhh! – dijeron a coro los pequeños de primero.

Los dos morenos se pusieron de pie muy rápido, mirando a su alrededor a la vez que todos los

demás se descojonaban de ellos. James vio cómo la pelirroja de sus sueños chasqueaba la lengua y

ponía los ojos en blanco. Severus sonrió maliciosamente y rodeó a Lily con su brazo.

-Les devolveré sus varitas cuando crea conveniente – dijo la profesora, con un semblante serio. Pero

Sirius y James conocían demasiado bien la cara seria de Minerva como para saber que no estaba tan

molesta. – Y ahora, todo el mundo al comedor. La ceremonia de selección va a tener lugar ahora

mismo.

Todos fueron pasando lenta y alborotadamente por las gigantescas puertas que daban al comedor.

Los merodeadores, que iban los últimos, oyeron un silbido y se volvieron. Minerva les guiñó un ojo e

hizo volar sus varitas hacia ellos.

-Que no se vuelva a repetir – dijo, y se apresuró para adelantar a los chicos que miraban

aterrorizados el sombrero seleccionador.

Bueno, este es el primer capítulo de mi primer fict. Sé que lo he cortado un poco de repente, pero

para presentar a las amigas de Lily y contar los acontecimientos de esa noche prefiero empezar un

nuevo capítulo. Espero que os guste y por favor, dejad reviews con vuestras opiniones y sugerencias.

Hasta pronto.