CAPÍTULO II

Si supieras cómo te odio

-¡Chicaaaaassss! – Lily, que acababa de entrar al comedor vio a sus amigas sentándose en la mesa de los leones y fue corriendo hacia ellas.

-¡Lils! – Dos chicas que no podrían ser más distintas se levantaron rápidamente y se pusieron a correr hacia donde venía la pelirroja. Una de ellas, que respondía al nombre de Lauryn, era alta, de figura esbelta y curvas suavizadas. Tenía el pelo a media espalda, de un negro azabache (casi azulado, muy parecido al de Sirius), y ondulado en ondas perfectas y los ojos le hacían juego al color de su cabello, y eran enormes y brillantes. Tenía la piel muy clara, de un color amarfilado y unas pequeñas y graciosas pecas se repartían por encima de su nariz y por la parte superior de sus mofletes. La otra chica, un poco más baja y de caderas más anchas, tenía el pelo de un castaño muy claro, con algunas mechas rubias, y le llegaba por los hombros, en capas muy diferenciadas, aunque uniformes. Su piel tenía un color bronceado muy suave y sus ojos eran grandes, rasgados y color avellana. Además era de esa clase de chicas que nos dan envidia porque tiene las pestañas muy largas y oscuras (N/A: ¬¬). Se llamaba Dylan.

-¡Os he echado muchísimo de menos! – Dijo Lilian, abrazándolas fuertemente.

-Cualquiera lo diría – Lauryn entrecerró sus ojos azabaches y los fijó en los esmeralda de su amiga – Este verano sólo nos hemos visto dos veces y encima no nos has buscado en el andén para sentarte con nosotras – Dylan lo corroboró con rápidos asentimientos.

-Veréis, es que Petunia se rompió un tacón y he llegado tarde y entonces he visto a mi Sev…- A estas alturas de la conversación las otras dos pusieron los ojos en blanco – y me he sentado con él, en el vagón continuo a esos malditos merodeadores…

-Pero Lily, por Dios, ¿qué ha hecho que salgas con Snape? ¡Si el año pasado pasabas de él! – Lauryn era de esas personas que no se cansan de meter el dedico en la llaga.

-Bufff… Ese tema otra vez no, Lau, salgo con él porque me trata de maravilla, porque es el hombre perfecto, porque sus ojos son los más brillantes del mundo…

-Porque su pelo es tan grasiento que se podría untar en una tostada a modo de mantequilla…- Los merodeadores, que pasaban por allí, rieron la gracia de James y se fueron a sentarse en sus sitios de siempre (intocables para los demás alumnos de la escuela y adjudicados a ellos desde el primer día).

-Ese Potttter… Dios, qué odio le tengo…-Lily se puso roja de furia.

-Pues yo pienso que tiene muy buen culo… Y ese Sirius Black ya ni te cuento… - Dylan los siguió con la mirada hasta que los dos objetos de deseo sentaron sus preciosas posaderas en las sillas de madera maciza.

-Es un subnormal.

-Pues para ser un subnormal saca las mismas notas que tú… Y debo recordarte que en transformaciones sacó un Excelente…

-Ya, bueno, es que hay subnormales con suerte- Lily lo dijo como si fuera la mayor verdad de la Tierra.

-La suerte no existe, mi pequeña sangre sucia – Snape se había ido acercando en cuanto vio que Potter se acercaba demasiado a su chica.

-Snivellus, lárgate de aquí y vuelve al pozo del que viniste- Lauryn no estaba por la labor de aguantarlo.

La pelirroja le dedicó una mirada asesina a la morena y se volvió hacia su chico:

-Cariño, estoy muy cansada y esta noche me apetece quedarme en la sala común hablando con mis amigas… Para contarles lo que te he echado de menos, lo bien que besas y otras tonterías varias que a los hombres no os interesan demasiado. ¿Te parece bien entonces que quedemos en la Torre de Astronomía otra noche?

Snape puso por un momento cara de odio, una cara que jamás querría mostrarle a Lily por no verla triste. Luego sonrió, aceptando la cita.

-Como quieras, Lilian. Yo supongo que me quedaré con Malfoy hablando de este verano.

-Ya claro, de cosas como cuántas maldiciones imperdonables habéis echado, con cuántas tías le ha puesto los cuernos a Narcisa, de cómo habéis despellejado gatos sólo por el placer de verlos sufrir…-Ante ese comentario Lauryn no pudo cerrar la boca. Dylan se la quedó mirando con la boca en forma de sorpresa, pero sus ojos en realidad chispeaban orgullo por tener una amiga tan sincera.

-Como no te calles, pequeña gryffie insolente, la única que va a echar de menos su piel esta noche vas a ser tú – a Severus le brillaban los ojos de furia.

Lauryn estaba dispuesta a sacarse la varita cuando Lily la agarró del brazo y gritó:

-¡No os consiento que os habléis así! Joder, ¿es que no entendéis que sois las personas que más me importan? – Acto seguido dio una vuelta de 180º y se fue a buscar sitio junto a unas alumnas de 6º.

-¡Lily, espera, te había preparado la poción que me pediste!- Snape fue corriendo tras ella hasta que la voz de Albus Dumbledore hizo que el comedor se callara, y que volviera a su sitio en la mesa de las serpientes.

-Buenas noches, queridos alumnos. Un años más en Hogwarts, para unos el último (miró a los merodeadores & Company) y para algunos el primero (dirigió su vista a la masa de niños temblorosos que se encontraba frente a él)- dijo sonriendo – Me llena de orgullo y satisfacción (N/A: Jajajajjajajajajajjaja) cederle la voz a la profesora McGonagall para empezar la selección de los nuevos alumnos…

-Está bien- Prosiguió Minerva- Empecemos…. Ehmmm… ¡Abbot, Amanda!

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-¿Y a ti qué te parece, mi amor?

-¿Qué?-James dejó de mirar a Lily un segundo. ¿Por qué se habría sentado sola?

-Que le estaba diciendo a Remus que quería pintarme el pelo de rojo, ¿tú crees que me quedaría bien? Elisabeth sonrió angelicalmente y parpadeó un par de veces.

-Ehhh… Pues…-James miró a sus amigos: Sirius ponía cara de pija y posturitas raras mientras Remus le cogía del pelo y se lo movía de aquí para allá, estilo Llongueras. Intentó aguantarse la risa-No sé, Lizz, yo creo que me gusta más así. A pocas personas les queda bien el pelo rojo.

-Ya- Elisabeth entrecerró sus enormes ojos azules y se volvió a los otros, que dejaron de hacer de pijda y de peluquero en menos que se dice "quidditch" -¿Y vosotros qué pensáis? ¿Y unas mechitas?

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La cena sucedió como todos los años, después de la selección y una comida excelente, Dumbledore explicó sus acostumbrados avisos acerca de los Terrenos de Hogwarts, el Bosque, los pasillos prohibidos de ese año, la unión de las casas, el respeto y la comprensión. Luego dio paso a que todos se fueran a dormir.

-Date prisa o no alcanzaremos a Lils-Susurró Lauryn a Dylan. Las dos cruzaron las puertas del gran comedor. Lily había salido unos 5 segundos antes, pero asombrosamente no la vieron por ningún sitio.

-Se habrá ido a la habitación - Dijo la castaña - Vamos para allá.

Pero allí tampoco estaba. Las chicas pensaron que era una tontería preocuparse, porque seguro que habría ido a darse una vuelta para despejarse. Así que se pusieron los pijamas y se acostaron.

Severus, por su parte, no le había quitado la vista de encima a la pelirroja en toda la noche, y cuando la vio salir del comedor tan rápidamente le dio un vuelvo el corazón. Fue corriendo tras ella pero tampoco logró encontrarla. "Menos mal que puse un conservante en la poción que Lily me pidió, mañana se la daré, cuando se le pase la tontería", pensó.

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Lilian, por su parte, harta de sus amigas y de su novio (un poquito menos), se había ido al lago a sentarse y reflexionar sobre lo que había pasado. ¿Por qué no podrían llevarse bien? Siempre se habían odiado, pero si ella había sido capaz de enamorarse de un Slytherin (y aún no sabía cómo), ¿cómo no iba a ser posible llevarse bien con uno, aunque sólo fuera para que tu mejor amiga no te matara?

Se sentó a la orilla del agua y se quitó los zapatos. La temperatura había subido un poco, ya que había bastante niebla y parecía que se estaba poniendo nulo. Además, al ser principio de septiembre, el calor de julio aún se mantenía vigente. Sumergió los pies en el agua y suspiró. El agua estaba fría, pero eso la relajó más que otra cosa. Miró al fondo del lago y vio sombras moviéndose a lo lejos. Sonrió. Se acordó de cuando se calló al agua en pleno enero y Potter la sacó de allí lo antes posible. Seguramente, de no ser por ese estúpido, ahora mismo no tendría tantos problemas en su vida. (N/A porque estaría muerta. Esta chica necesita poner en orden sus prioridades).

-Aún me debes las gracias - Una voz que reconoció muy bien le rozó la nuca e hizo que se estremeciera.

-Lárgate de aquí, Potter.

-Me conformo con eso.- Y se sentó a un metro de la chica.

Los dos se quedaron callados. Lily sabía que no se iba corriendo porque estaba demasiado enfadada con sus amigas, y demasiado agotada como para discutir con Snape.

-¿Qué te preocupa?

-¿Cómo? – Lily se sorprendió de que ese insensible unineuronal supiera que le pasaba algo.

-Que no te veo como siempre. Me refiero a que en condiciones normales me habrías dado un bocado o un puñetazo o me hubieras arañado por sentarme aquí.

-Supongo que hay cosas más importantes en mi vida que preocuparme en pegarte.

-Ah.

Otra vez silencio.

-¿Alguna vez te has peleado con Black y Lupin?

James asimiló rápidamente que Lily no le hablara para insultarle.

-Por supuesto – respondió - Las personas que más se quieren son las que más discuten. Pero no podemos estar enfadados mucho tiempo, para mí son como mis hermanos y los necesito como el respirar.

-Sí, supongo que tienes razón, Potter. – La chica decidió que hablaría con sus amigas para intentar arreglar las cosas, y empezó a ponerse los zapatos. – Espero que no pensaras utilizar el aseo de los prefectos, porque necesito un buen baño relajante antes de dormir.

-No, tranquila, yo siempre lo utilizo por la mañana, antes de desayunar. Aunque si te apetece hoy puedo cambiar los esquemas para bañarme contigo…

Lily se sonrojó por un segundo, quizás porque no se lo esperaba, pero en seguida volvió a ser la de siempre:

-Vete a la mierda, Potter. Antes de bañarme contigo preferiría besarle el culo a Voldemort. – Con esto se giró y se puso a andar al castillo con bastante mala leche. Cuando iba por la mitad del camino se volvió y se enfureció aún más al encontrar al chico aún sentado, mirándola – ¡Y que se sepas que te odio tanto como antes, o más!

James se limitó a ofrecerle una de sus sonrisas de suficiencia. Pero mientras que veía el pelo de la chica ondear al viento, se le hizo un nudo en el estómago, y se susurró para sí:

-Ya sé que me odias, Lily. No hace falta que me lo recuerdes todos los días.

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¡¡¡Otro capítulo! Ya sé que no es muy largo, pero las prácticas de la universidad hacen que esté allí de 9 de la mañana a 9 de la noche, y vuelvo reventada a mi casa … Pero prometo otro capítulo en breve, porque me lo paso mu bien escribiendo.

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Besitos.