Capítulo 2. Secretos de familia.

- Tú eres...

- Todos guardamos algún que otro secretillo.- dijo Severus burlón.

- ¿Así que eres descendiente de la familia Pendragón?

- Sí, los Snape descendemos por línea directa de ellos.

- Es... impresionante. Siempre creí que los Pendragón se extinguieron dos generaciones después de que Mordred y Arturo pelearan y se mataran entre ellos en la batalla final de Camlann.

- Eso es lo que todo el mundo cree, puesto que los nietos de Sir Gawain, sobrino de Arturo, murieron sin descendencia. Pero es una historia muy larga, y no quiero aburrirte...

- Cuéntamela.- pidió la joven.

¡¡¡¡¡ HARRY JAMES POTTER EVANS!

Semejante bramido hizo que Harry saltara de la cama donde se encontraba tumbado haciendo los deberes, golpeándose contra la mesilla, mientras las pisadas de tío Vernon retumbaban en la escalera y se dirigían hacia su cuarto, donde entró con la cara hinchada, rojo como la grana y agitando airadamente una carta en su regordeta mano.

- ¡¡¿No te he dicho miles de veces que no quiero que te relaciones con esa gentuza fuera de la escuela!

El pobre Harry terminó de levantarse mientras se frotaba la frente donde se había dado el golpe. Con expresión serena se acercó a su tío y le arrebató de un papirotazo el sobre totalmente cubierto de sellos. Éste Ron... pensó con una imperceptible sonrisa, mientras abría el sobre y desdoblaba tres hojas de apretada escritura en dos caligrafías distintas. Pudo reconocer la letra de Ron, pero tuvo que hacer memoria para reconocer la de Ginny.

-¡¡¿Es que no vas a decir nada!- Se impacientó Vernon.

Harry le miró serenamente.

- Si él o algún otro decide escribirme, yo no puedo hacer nada.

-¡Pues procura intentarlo!- Y con un fuerte portazo, salió de la habitación.

Harry se sentó en la cama y se puso a leer la carta. En ella los chicos le contaban que estaban bien, que se encontraban en la Madriguera y que había muchísima agitación en ella, con sus padres y todos sus hermanos entrando y saliendo, haciendo encargos para la Orden.

El chico sonrió tímidamente y deseó estar allí con ellos. Por lo menos no tendría que soportar a sus tíos y a su primo durante el verano.

Con un suspiro, bajó las escaleras y salió al jardín. De pie, con la carta en la mano, cerró los ojos y dejó que los suaves y cálidos rayos del sol resbalaran por su piel, respirando con tranquilidad y saboreando el verano. Pensó en sus amigos, en Ginny, la que había sido su novia el año anterior, aunque habían decidido darse un tiempo. Pensó en Beatriz. ¿Cómo le iría? Probablemente no mucho mejor que a él, teniendo en cuenta que pasaría las vacaciones con Snape, una tortura que no le deseaba ni a sus peores enemigos.

Bueno, quizás sí a los Dursley…, pensó con una imperceptible sonrisa.

Unos apresurados pasos le sacaron de sus pensamientos. Abrió lentamente los ojos y pudo ver cómo su primo Dudley avanzaba por el camino de entrada hacia él. Estaba rojo, sudoroso y parecía bastante alterado.

- ¡Harry, Harry, por favor, tienes que ayudarme, tienes que venir…!

En ese momento se tropezó y cayó al suelo de rodillas.

- ¿Qué ocurre, Dudley?- inquirió mientras le ayudaba a ponerse de pie.

- Yo… ¡Piers, es Piers, necesita ayuda!- sollozó. Piers era uno de los compañeros de colegio de Dudley, uno de los miembros más destacados de su pandilla y uno de los que más había molestado a Harry veranos atrás.

- ¿Qué ha pasado?

- ¡Ven!- gritó Dudley mientras salía corriendo sorprendentemente rápido para alguien como él.

Harry, sin pensárselo dos veces, corrió tras su primo. Las únicas veces en las que le había visto en ese estado había sido cuando algo mágico ocurría a su alrededor, o cuando se metía en grandes problemas.

Cruzaron Magnolia Crescent, giraron por la calle Magnolia y atravesaron el pequeño y oscuro parque infantil. Torcieron por un par de calles más y pronto se encontraron ante los muros de la vieja fábrica de cervezas abandonada que los vecinos llevaban tanto tiempo solicitando que se demoliera. Últimamente la fábrica se había convertido en el cuartel general de la pandilla de Dudley, lugar en el que tramaban todas sus fechorías.

Pasaron por el hueco que se adivinaba tras unas tablas sueltas y entraron en la gran nave de la fábrica. Unos cuantos barriles mohosos, tubos, alambres, piezas de metal y algunas cajas cubiertas de polvo en una esquina era todo lo que quedaba. En uno de los laterales, unos viejos sillones, unas cajas de cartón llenas de los más extraños objetos, unos posters grapados a la pared y un par de lámparas que daban una luz mortecina hacían el lugar un poco más habitable.

Delante de uno de los sofás había dos chicos arrodillados en el suelo sobre otro chico, al parecer inconsciente, y trataban de hacerle reaccionar.

Harry y Dudley se arrodillaron junto a ellos.

-¿Qué ha ocurrido?

Uno de los chicos miró por encima de la cabeza de Harry y éste, presintiendo el peligro sacó su varita mientras se daba la vuelta. Tres mortífagos salieron de detrás de una de las cajas.

- ¿Qué sabes de la historia?

-Lo que todo el mundo, es decir, la narración pseudo histórica de Geoffrey de Monmouth: Merlín, uno de los más grandes magos y profetas de la historia, transforma al rey Uther Pendragón para que furtivamente se acostara con Ygerna o Igraine, mujer del duque de Cornwall, de la que Uther se había enamorado, y engendrara a un niño en una noche misteriosa. Finalmente, Uther mata al duque, pero éste ya tenía tres hijas con Igraine : Morgana, Elaine y Morgause, que serán las hermanastras de Arturo.

Arturo es educado por Merlín lejos de su madre, por lo que, al morir Uther, los maridos de sus tres hermanastras se creen con legitimidad para sucederlo. Pero Arturo reclama sus derechos dinásticos como hijo primogénito en el célebre episodio en el que, según los deseos de Uther, sólo sería rey aquel que lograra sacar una espada clavada en una piedra; los reyes esposos de Morgana, Elaine y Morgause tratan de sacar la espada sin lograrlo, cosa que Arturo, ayudado por las artes de Merlín, consigue fácilmente.

Esa espada, Excalibur, legitima los derechos de Arturo y lo convierte en rey de Inglaterra. Pero sus cuñados, Uriens, Nentres y Lot no se resignan a su suerte. Tras una sangrienta batalla de la que salen derrotados, deben pactar con el nuevo rey y envían de embajadora a Morgause a la corte. Arturo, en la ignorancia de que ésta es su hermanastra, se enamora de ella y juntos tienen un hijo: Mordred. Este niño, fruto de un incesto, será el arma final del destino que derrotará a Arturo. Tambien es la causa de que las ideas políticas de su padre, la famosa Tabla Redonda, fracasaran, y que la maravillosa amistad amorosa entre Arturo, su esposa Ginebra y Lanzarote tuviera un triste final. Arturo descubre los amores entre Ginebra y Lanzarote, recluye en un convento a la reina y destierra a su mejor caballero. Al final, Mordred y los reyes se sublevan contra él y el rey, que ha perdido a la mayoría de sus leales de la Tabla Redonda, lucha en mortal duelo con Mordred en un campo de batalla sembrado de cadáveres, y lo mata, al tiempo que queda malherido. El último de sus caballeros arroja Excálibur al lago de la Dama, donde la recoge una mano misteriosa. Y es en ese momento, cuando acude Morgana, que era una hechicera, en su barco para rescatar al viejo rey y llevarlo a la isla de Ávalon, donde se dice que descansa y se recupera cuidado por unas hadas, para un día volver y recuperar su reino.

Contestó Beatriz sentándose en el sofá. Severus se sentó junto a ella.

- ¿Algo más?

-Sí, que, al contrario de lo que se creía, su estirpe no se extinguió como todo el mundo pensaba, si no que tuvo descendientes hasta nuestros días, y uno de ellos se llama Severus Snape y es profesor de Pociones en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.- respondió ella con una mueca burlona.

- Impresionante- Afirmó él con sarcasmo.

Ella levantó una ceja.

- ¿Y cómo termina la historia?

- Bueno, digamos que Arturo no tuvo sólo un hijo.

Ella se incorporó.

-¿Cómo que no? Con Ginebra no tuvo descendientes, y su único hijo fue Mordred. Luego, ya era demasiado anciano como para…

-¿Conoces el poder de las hadas?

-Algo he oído.- Respondió ella cautelosa.

- Según cuenta la tradición familiar,- comenzó él levantándose y cogiendo un grueso libro de una de las estanterías – Morgana llevó a Arturo a la isla de Avalon ayudada por las hadas.

Sopló sobre la portada del libro, levantando una pequeña nube de polvo.

- ¿Qué es?- preguntó Beatriz señalando el libro.

- La historia de Arturo tras la batalla y hasta su muerte, redactada por su hijo y sus descendientes.

-Así que no es cierto que vaya a regresar para reclamar su trono.

Él la miró dubitativo, sopesando esta afirmación. Sin embargo, en vez de contestar, se volvió a sentar y abrió el libro.

- Al llegar a Avalon, Arturo estaba muy mal herido, y el viaje no había contribuido a su mejora, así que fue cuidado y curado por las hadas. Aprendió mucho de ellas, y por fin comprendió las enseñanzas de Merlín. Pero ya era demasiado viejo. Sin embargo, ello no evitó que se enamorara de una pequeña hada, que utilizó sus poderes para rejuvenecerle, y con la que tuvo un hijo. Y vivieron felices hasta la muerte de Arturo.

Una de las tataranietas de Arturo se casó con un Snape y hasta ahora.

-¿Quién hubiera pensado que los descendientes del rey Arturo corretearían por el mundo?

- Es que no lo hacen.- ella le dirigió una burlona mirada.- Soy el último de sus descendientes.

-Entonces, Avalon existe de verdad.-no era una pregunta.

-Sí.-respondió él.

-¿Y dónde se encuentra situada?

Severus la miró, no muy seguro de si debía decírselo.

- ¿Confías en mí?

- ¿Tengo algún motivo por el que deba desconfiar?

Esta pregunta le desconcertó. ¿Pero ella no creía que él…? La joven notó el desasosiego del hombre y decidió echarle una mano.

- Sé que no fuiste tu quien puso los polvos de la alegría en la copa.

-¿Cómo sabes que…?- Ella puso un dedo sobre sus labios, silenciándole. Severus se estremeció ante la caricia.

- Sé quienes son los culpables, y creo que te debo una disculpa.

El hombre la miró a los ojos mientras su corazón brincaba alegre en el pecho.

- ¿Culpables? ¿Quiénes son?

El señor oscuro acariciaba la cabeza de su serpiente.

- Bien, Nargiri, ahora nos divertiremos.

Cerró los ojos y se concentró, con una sádica sonrisa en su boca Su aguzado oído le permitió escuchar cómo se abrían las puertas y el leve rasgar de una túnica sobre el frío suelo de piedra. Abrió los ojos lentamente para ver a un mortífago encapuchado arrodillado en el suelo frente a él, flanqueado por otros dos mortífagos.

-Levántate- ordenó.

El encapuchado se incorporó, pero siguió manteniendo la cabeza gacha.

-Bien, veo que sabes dónde residen tus lealtades.- observó con una fría y afilada voz.

-Mi señor- dijo el encapuchado descubriéndose.

-Lucius, Lucius,Lucius, me estas dando mucho trabajo últimamente.

- Mi Señor, esos niños me pillaron a traición, estaba totalmente desprevenido y…-trató de disculparse el mortífago.

-¿A traición? –preguntó el señor oscuro con una suave y peligrosa voz.- ¿No sé supone que mis mortífagos son expertos en ella?

Lucius bajó la cabeza. De repente las baldosas del suelo de piedra parecieron ejercer un intenso influjo sobre él.

-¿No se supone también que están lo suficientemente entrenados para que esto no ocurra?- continuó Voldemort.

- Mi señor…-intentó explicar el mortífago.

El señor oscuro levantó una mano, cortándole en seco.

-Habrá que planear tu vuelta al mundo de los vivos. Dirás que te despertaste desorientado y, al no saber dónde estabas, saliste de allí.

- Muy bien, mi señor.

-¿Sabes dónde se encuentran tu mujer y tu hijo?

-Aún no, mi señor, pero les seguimos buscando.

-Encuéntralos, y cuando lo hagas, mátalos. Nadie juega con el señor oscuro y vive para contarlo- ordenó.- Y no vuelvas a fallarme, o serás tú el que acabe criando malvas.

Con una inclinación, Lucius salió de la sala.

-Poneos detrás de mí.- susurró Harry apremiante.

Los amigos de Dudley hicieron lo que les había pedido, pero su primo, con los ojos desorbitados por el miedo, parecía haberse convertido en una estatua.

-¡Hazlo!- volvió a susurrar con impaciencia.

Al ver que el chico no iba a moverse, Harry le dio un empujón y se colocó delante. El más alto de los tres mortífagos se adelantó.

-Venga, mocoso, ¿pretendes enfrentarte a nosotros? Aquí no están tus amiguitos para ayudarte.

Harry le apuntó con su varita. Una sonora carcajada retumbó en las paredes de la vieja fábrica.

- Tan Gryffindor como siempre.- Harry reconoció la voz: Bellatrix Lestrange, la mortífaga que había asesinado a Sirius tan sólo un año antes. Sintió como el mismo odio intenso que había sentido entonces volvía a crecer en su interior y, sin pensarlo, la apuntó con su varita.

-¡Crucio!

Ella conjuró una esfera protectora y, cuando el rayo impactó contra ella, pareció vacilar unos instantes, pero luego el rayo se desvaneció.

-Muy bien, Potter, veo que has mejorado. Pero no lo suficiente- comentó la mortífaga, ahora totalmente seria. De pronto atacó, lanzándole un hechizo que el joven esquivó por los pelos, escondiéndose tras una de las cajas.

El primer mortífago se adelantó y cogió a Bellatrix por el brazo, deteniéndola cuando iba a continuar lanzando maldiciones al joven.

-Aún no, le necesitamos vivo. Potter, entrégate o tus amigos sufrirán.

-Cogedle.-ordenó el tercer mortífago, que Harry reconoció como Colagusano.

Harry salió de improviso de detrás de la caja y les lanzó un hechizo para tratar de alejarles de su primo y de los amigos de éste, pero no lo consiguió. Amago hacia la izquierda, esquivando los encantamientos, pero un hechizo del primer mortífago le hizo perder su varita, mientras Bellatrix aprovechaba para paralizarle.

Colagusano se acercó al chico, levantó su varita hasta la cara de Harry, que le miró desafiante y…

-¡Diffindo!

El chico abrió los ojos sorprendido.¡Colagusano le había cortado un mechón de pelo!

-Ya está.-comentó la rata.-Esto le dará mucho más poder a mi señor, y ya nadie podrá pararle. ¡Matadle!- Ordenó.

-Será un placer- Afirmó la mortífaga.

Le apuntó con su varita y, antes de que pudiera decir nada, un montón de ¡plops! Se oyeron por toda la fábrica, dando paso a los integrantes de la Orden del Fénix, que corrieron hacia los mortífagos. Éstos, viendose superados en número, optaron por la retirada, desapareciendo tras unos momentos de lucha.

-Harry, ¿estás bien?

Remus Lupin se acercó al joven y se arrodilló a su lado.

-Sí, sólo un poco "paralizado"- comentó el chico con valentía.

El hombre le desparalizó y le ayudó a levantarse.

- Kingsley te estaba vigilando y, cuando vio os vio corriendo hacia aquí, pidió ayuda.

Harry, por primera vez, se sintió agradecido al saber que Dumbledore seguía con la vigilancia, tal y como había hecho el verano anterior. Se acercaron a su primo y a sus amigos.

-¿Qué ocurrirá con ellos?- inquirió el chico.

- Os acompañaré a tu primo y a ti a casa de tus tíos, a los demás habrá que desmemorizarlos.

-Yo me encargo de eso.- comentó Ojoloco Moody acercándose y mirando a los dos aterrorizados chicos con su ojo bueno.

-Vamos entonces.- propuso Remus.

- Vamos, Dudley.- Dijo Harry. Pero su primo no se movió, sólo le miró horrorizado antes de barbotar:

-Tú…. Tú tienes la culpa, tu….

En eso, Moody, que les había estado observando con su ojo de cristal a pesar de estar de espaldas, apuntó a Dudley con su varita y murmuró unas palabras. La cara del chico se serenó y los ojos se le pusieron vidriosos, vacíos de todo sentimiento, como si fuera una máquina.

-Así no molestará hasta que lleguéis. Se comportará como un autómata hasta que alguien le quite el encantamiento-sentenció.- ¿Sabrás hacerlo?- Preguntó. Remus asintió.

Tras darle las gracias, los tres salieron de la fábrica y caminaron hacia la casa de los Dursley.

Una suave risa cristalina se oyó por toda la biblioteca de la mansión Snape.

- ¿Para qué quieres saber quien puso el filtro en la copa?- inquirió Beatriz.

-¿Para qué crees?

-Para nada bueno, evidentemente.

-Evidentemente.- aseveró Snape mientras una suave sonrisa se aposentaba en sus labios y la miraba fijamente a los ojos.

-Ni se te ocurra intentarlo.-advirtió ella, notando cómo el intentaba leerle la mente.

Él desvió la mirada y cambió de tema.

- Bueno, ¿qué te parece mi humilde biblioteca?- preguntó irónico.

-Que no tiene nada de humilde.- respondió la joven levantándose del sofá en el que se encontraba sentada y acercándose a las estanterías, leyendo con atención los títulos grabados en los lomos de los libros.

De pronto, una exclamación salió de su garganta mientras cogía un libro de una de las baldas y lo abría, con cara de asombro. Severus se levantó y se acercó a ella, para ver que lo que la joven sostenía en sus manos era un diccionario de un idioma antiguo y perdido.

- Esto… esto es…- musitó la joven.

-¿Qué ocurre?

Pero ella, sin mediar palabra, cerró el libro de golpe, le abrazó mientras le besaba en la mejilla y salió corriendo. Un momento más tarde, estaba de vuelta, con el libro que acababa de llevarse en una mano, y en la otra… el libro de pastas verdes que había comprado semanas atrás durante su excursión al callejón Nockturn.

Se acercó a él con una expresión conspiradora que le hizo gracia, le cogió de la mano y le hizo sentarse en el sofá a su lado.

- Tú sabes que compré este libro por sugerencia de Dumbledore.

El hombre asintió con la cabeza, recordando apesadumbrado el miedo que había sentido al verla vagar sola por el Callejón Nockturn.

-¿Qué tiene de especial?

- ¿Sabes cómo derrotó Harry a Voldemort?- preguntó ella cambiando de tema repentinamente.

Severus no pudo evitar una mueca de desagrado al oír el nombre del chico.

- Su madre dio su vida para salvarle la suya, lo que le confirió una protección especial que lleva en la sangre, aunque ya no le sirva de nada porque el señor oscuro consiguió traspasar esa barrera.

- Sí, pero… ¿cómo consiguió Harry esa protección?

- Ya te lo he dicho, Potter- escupió el nombre con desprecio – tuvo la inmensa suerte de tener a Lily Evans como madre y de que ella diera su vida para salvarle- contestó él impacientándose.

- No me refiero a eso. Por lo que Harry consiguió recordar cuando estaba bajo la influencia de los dementotes, cuando Voldemort atacó su casa, su padre se quedó en la planta baja para enfrentarse con él, mientras su madre le cogía en brazos e intentaba escapar subiendo al piso superior, supongo que para buscar algo con lo que defenderse, posiblemente su varita.

-Muy cierto.- El hombre la animó a continuar con una sombría mirada.

- Así que cuando Voldemort subió al piso de arriba, ella debió tener la certeza de que su marido había caído, y de que sólo quedaban ella y Harry. Ella no tenía poder suficiente para enfrentarse a él, y si el señor oscuro la mataba a ella, nada le impediría acabar también con Harry. Por lo tanto...- dejó que Severus asimilara sus palabras.

- ¿Por qué se enfrentó a él si sabía que no tenía nada que hacer y que sería un suicidio?- terminó él viendo a dónde quería llegar la joven.

-Exacto.

-Lily…- su voz se quebró mientras una oscura sombra pasaba por su rostro. Tragó saliva tratando de alejar los recuerdos y continuó.- Lily Evans era una excelente bruja, tan inteligente como Granger. No lo entiendo. A no ser que…-dijo, de pronto cayendo en la cuenta.

- Que…- apoyó ella.

-Que hubiera algo más.- terminó, mirando con desconfianza la fría sonrisa que había aparecido en los labios de Beatriz.

- Lo hubo.- La categórica afirmación de la joven le sobresaltó.

¿Qué pasó?

- Verás – comenzó ella arrellanándose en el sofá -, según Sirius le contó a Dumbledore, cuando comenzaron a llegar rumores de que Voldemort quería atacarles, todos se preocuparon, pero un encuentro del padrino de Harry con su hermano que, como sabes, era un mortífago, le hizo darse cuenta de lo inminente del ataque. Así que resolvió no decir nada, pero desde entonces siempre estaba con ellos tres, vigilante, alerta.

Severus bufó.

-Típico Gryffindor.- comentó con desprecio.

Ella le echó una mirada cargada de advertencia y continuó.

- Unos días después, la Orden le encomendó una misión lejos de los Potter, así que, la noche antes del ataque, Sirius se llevó a parte a Lily y le contó algo que cambiaría el curso de los acontecimientos y el destino del mundo mágico para siempre: un poderosísimo hechizo que se había transmitido de padres a hijos en su familia durante generaciones, y que podría acabar con Voldemort si era lanzado por alguien muy poderoso. Confiaba en que en caso de ataque, la potencia del hechizo, a pesar de no ser lanzado por alguien tan poderoso como el señor oscuro, sirviera para retenerle y darles tiempo suficiente para poder escapar.

-Pero ellos no consiguieron escapar.- Apuntó el hombre.

-A pesar de que ambos eran muy buenos magos, ninguno de los dos era tan poderoso como para que el hechizo funcionara correcta y totalmente. Lily debió pronunciarlo cuando el padre de Harry ya había caído, pero el hechizo sólo protegió al bebé. Por eso, cuando Voldemort le lanzó la maldición asesina a Harry, la potencia de ambos hechizos se combinó, casi matándole a él y dejando a Harry esa cicatriz en forma de rayo que tiene en la frente.

-¿Por qué Sirius no le dijo lo del hechizo a Dumbledore? Él sí que es poderoso, y podría haber acabado con el señor oscuro hace mucho.

- Por lo visto, cuando se decidió a hablar, ya era muy tarde. Y luego, no recordaba bien el hechizo, pero sabía que su padre lo había apuntado en alguna parte. Luego, todo se precipitó y Bellatrix le hizo caer a través del velo.

-¿Y qué tiene que ver ese libro en todo esto?

-Pues verás,- comentó ella con voz casual, como quien no quiere la cosa – es que estamos pensando en devolver a Sirius al mundo de los vivos. Y en ese libro están los pasos para hacerlo.

Semejante revelación le golpeó como un mazazo, cortándole la respiración. Miró a la joven fijamente, esperando que ella riera y le confirmara que todo se trataba de una broma, o esperando ver algún signo de locura en su semblante. Sin embargo, ella estaba tranquila, serena y relajada, y le miraba expectante.

- Pero… pero eso es imposible- barbotó para luego sentenciar: - Nadie puede volver al mundo de los vivos.

-¿Te apuestas algo? – inquirió ella cogiendo el libro de Aplicaciones de los hongos y setas venenosas mientras le sonreía seductoramente.

Severus tardó un momento en reaccionar, pero, como buen Slytherin, su pragmatismo pronto se impuso.

-¿Y para qué quieres revivir a esa escoria de Black?

- Bueno, digamos que muerta la gallina, se acabó la tortilla. ¿Te imaginas lo que alguien como Dumbledore, o el mismo Harry, podrían hacer con ese hechizo? Acabarían con Voldemort en un abrir y cerrar de ojos. Pero resulta que todos los Black han muerto, o, al menos, todos los que tenían conocimiento del encantamiento. Y como resulta que Lily también murió, ya no hay hechizo.

-¿Entonces?

- Como Sirius no murió ni de muerte natural ni asesinnado, si no que cayó por error a través del velo, existe la posibilidad de que podamos traerle de vuelta. Porque él es el último de los Black.

El último de los Black, pensó Severus con ironía. Pues qué bien.

Harry, Dudley y Remus Lupin llegaron a la puerta de la casa de los Dursley sin mayor contratiempo. Harry hizo pasar a su primo al interior de la vivienda después de que Remus le quitara el hechizo de Ojoloco, pero, cuando ellos dos también iban a pasar, una lechuza se posó en el hombro del hombre, con una carta con el sello de Hogwarts en el pico.

-Es de Dumbledore- indicó Remus mientras abría el sobre y desenrollaba la carta- Quiere que no digas nada de lo ocurrido a tus tíos, y que te quedes en tu habitación encerrado sin salir hasta que pueda mandar a alguien para trasladarte a un sitio más seguro.

-¿Por qué no tú?

- No lo sé, pero Dumbledore suele tener siempre un motivo para hacer lo que hace. A mí me pide que vaya en seguida al cuartel de la Orden.- afirmó con preocupación.

Beatriz abrió el libro de pastas verdes por la mitad, enseñando a Severus la diferencia de color entre las páginas centrales y el resto de las hojas del libro.

-Así que es aquí donde están las instrucciones.

-Sí, pero las dejó codificadas, de forma que si alguien conseguía desvelar el contenido, pareciera que el que lo había escrito lo había hecho por diversión. Sólo alguien que supiera realmente lo que buscaba podría acceder a ello.

-¿Y cómo están codificadas?

-En un lenguaje antiquísimo que ya nadie recuerda: el exorbital.

-Ese era el lenguaje de los antiguos Atlantes.

-Lo sé, por eso, al ver esto- levantó el otro libro- me he puesto tan contenta.

Severus sonrió.

- El viejo diccionario de exorbital de mi madre.

-Exacto. Mira.- pidió.

Concentrándose, la joven posó la mano en las amarillentas páginas del libro de pastas verdes. Las letras desaparecieron, para dar paso a…

"…Picamordas furicraso, tic craca bubula:

loco rapo drac odiaso, ¡espitado sula!

Chivaneno gritadillo vocifero saño.

Colerargia quilerillo malapiel, tregaño.

Iramón us artillera crujimí malares,

espumajo rabillera horreor calares.

Gargará gluf panzañale, salivora ratoda,

felinarra gárranla, ¡sanguina mazado!

¿Yerrro Cuma drama laso? Eruc gigantula:

picamordas furicraso, ¡espitado sula!..."

Y así continuaba ininterrumpidamente por las amarillentas hojas.

-Bien, tenemos el diccionario de exorbital de mi madre- afirmó Severus con aire retador.

Con un rápido movimiento de varita, plumas, tinteros y pergaminos aparecieron en ordenados montones en la mesa auxiliar situada ante ellos. Con una sonrisa, la joven cogió una pluma y ambos se dispusieron a traducir las páginas, cuando una lechuza entró repentinamente en la biblioteca, yendo a posarse sobre una torre de pergaminos.

Severus alargó la mano y cuidadosamente desenrolló el pergamino de la pata de la lechuza.

- Viene de Hogwarts.- indicó la joven al ver el membrete.

Severus arrugó el entrecejo mientras leía el pergamino. La joven le interrogó con la mirada.

-Es de Dumbledore- suspiró el con cansancio.- Por lo visto Potter ha vuelto a desoír todas las recomendaciones y ha sido atacado, no lejos de la casa de sus tíos.-comentó con voz desagradable.

-¿Se encuentra bien?- preguntó la joven con impaciencia.

- Lamentablemente sí. El director quiere que vayamos a buscarle y le llevemos a Grimmauld Place.

-Pero…¿y si…?- él entendió lo que ella quería decir

- Ya nos las apañaremos con Voldemort. Pero no es eso lo que más me preocupa.

Era cierto. Lo que más le preocupaba era la reacción de cierto pariente del joven.

Harry se encontraba en su habitación cuando oyó que llamaban al timbre. Oyó los pesados pasos de su tío saliendo del salón, atravesando el vestíbulo, el ruido de la puerta al abrirse, la brusca voz de su tío y… una voz clara y juvenil que reconoció de inmediato.

Saltó de la cama y bajó corriendo las escaleras.

-¡Beatriz!- Su recibimiento se enfrió cuando divisó a la persona que acompañaba a la chica.- Profesor Snape.- musitó asombrado.

-¿Profesor?- Vernon los miró dubitativo, la comprensión instalándose lentamente en su cerebro.

-¿Quién es, Vernon?- se oyó la voz de la tía de Harry proveniente del salón.

Beatriz hubiera jurado que vió a Severus sobresaltarse.

Serán imaginaciones mías, pensó.

Antes de que su tío pudiera complicar aún más las cosas, el joven les hizo pasar y les condujo hasta el salón.

-Tía, estos son…

El cenicero que su tía sostenía en las manos cayó al suelo con un grito, rompiéndose en mil pedazos, mientras la mujer se tapaba la boca con las manos y miraba a Snape con los ojos desorbitados.

-¿Se… Severus?- logró balbucir al fin la pobre mujer.

- Hola, Petunia.-saludó suavemente el profesor de Pociones mientras sacaba su varita y apuntaba al cenicero destrozado en el suelo, reparándolo.

Harry fue el primero en reaccionar.

-¿Os conocéis?

-Sí Potter. Tu tía y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo.-contestó el hombre.

N/A: ¡Hola a todas! ¿Qué tal las vacaciones? Espero que muy bien, las mías han sido geniales.

Siento mucho no haber podido subir este capítulo antes, pero he tenido problemas con fanfiction, no me permitía subir los capítulos a pesar de haber hecho todo lo necesario después del cambio que han hecho en las páginas. Pero no importa: ¡ya estoy aquí!

¿Qué os parece? Me apuesto lo que sea a que a ninguna de vosotras se le había pasado por la cabeza el que Sirius pudiera volver de esa forma, ¿a que no? Y nuestro querido Severus… este hombre es de lo que no hay, mira que conocer a tía Petunia, pobrecita, que se ha quedado tonta cuando le ha visto… ¿Y de qué se conocerán? Os adelanto que hay una bonita y triste historia detrás, pero aún no es el momento de contarla, que si no Vernon se enfada. ¿Qué pasará a continuación? Todas las respuestas en el siguiente capítulo. 

Ahora vamos con los reviews:

Replica: Hola! Me alegro mucho de que te guste tanto la historia, wapetona. La verdad es que intento no cambiar a los personajes, sólo trato de ponerlos en situaciones distintas. Pero no te preocupes, que pienso seguir con la historia. Tengo un par de ideas que ya leeréis, ya… 

Haruko: Oíssssss, chiquilla, que me he puesto coloradita, igual que un tomate… es que no me podéis decir esas cosas, porque luego yo me lo creo y me voy por las nubes, y no puede ser porque tengo que seguir con el fic, y… (Bea desvariando). ¡Que me alegro mucho, wapa! Sí voy a seguir escribiendo el fic, voy lenta pero segura! Espero verte más por aquí( traducción: ¡Quiero un review yaaaaaa!)

Nagini: ¿Sólo en dos días? Chiquilla, te voy a dar el premio a la lectora más rápida de fan fictions. Ala, concedido el premio: Nombro oficialmente a Nagini la lectora más rápida. Ahí queda eso ( jijiji, hoy estoy muy mal, estoy desvariando como nunca! No me hagas mucho caso, pero es que me alegro taaaaanto de poder actualizar con un nuevo capítulo…. ) Pues mira, creo que te voy a dejar otra vez con la intriga, y es que... ¿de qué narices conoce Severus a la tía de Harry? La solución… en el próximo capítulo! (Qué mala que soy… )

Wolfgang-Snape: Aquí está un nuevo capítulo, espero que lo disfrutes tanto como el primer Heredera de la Muerte! ( también espero verte más veces por aquí, ummm, en plan review y eso… casi que no se ha notado que estoy haciendo campaña para que me dejéis reviews, ¿verdad? ) 

Amsp14: Hoooolaaaaa! Ya he vuelto, con más ganas y más pirada que nunca! Me hace mucha ilusión que aún te acuerdes de que existo, porque he estado más de 8 meses desaparecida, pero bueno, como ya dije más arriba, lenta pero segura. Te puedo adelantar que la relación entre estos dos tortolitos sí que va a ser más intensa, tanto que… ¡Calla, boca loca, que se te escapa! Creo que soy yo la que no cabe en sí misma de contento! A seguir leyendo! (mensaje subliminal: review, review, review, quiero un review….)  Bexitos, wapetona!

Elanor Blackriver: ¡Hola! ¿Yoooooo? ¿Arrepentida? ¡Nunca! Pienso terminar esta historia aunque sea lo último que haga!  (jiji, toy como una cabra) Bueno, eso de actualizar rápido se ve que no es lo mío, puesto que han pasado más de 8 meses , pero juro que la culpa no es mía, es de fan fiction (¿ha colado? Nop, creo que no…) Pero bueno, no pasa nada, prometo que a partir de ahora actualizaré mucho más rápido. (sólo si me dejáis un review, ok?). Bxitos!