El paso de las montañas era un lugar inhóspito y seco. Aunque estaban en otoño, y dentro de poco comenzaría el invierno, no había nieve aún en las montañas. Un viento frío mecía las ramas secas de árboles a punto de morirse. No hablaron nada. Link, montado en la grupa, ni protestó cuando Zelda tomó el mando. La muchacha tampoco habló. Pensaba en la predicción de Laruto. Ese tal Ganondorf debía ser terrorífico, le llamó "el Temible"¿por qué querría hacer daño a Link? A excepción de ser un príncipe, no veía en él ninguna habilidad capaz de derrotar a un ser poderoso. Ella era mucho más peligrosa.
Sintió un peso sobre el escudo, atado a su espalda. Se giró un poco, y se encontró con que Link se había apoyado sobre el escudo, su cabeza rubia quieta sobre el omóplato de Zelda. No podía girarse para verle mejor, porque si lo hacía, el príncipe caería al suelo. Debido a la falta de sueño, al cansancio, al aburrimiento o a la pena, daba igual, se había quedado dormido. Zelda mantuvo la espalda erguida, con cuidado de no despertarle.
"¿Y este es el gran enemigo del Mal, un niño llorón?" pensó, y al instante se arrepintió de albergar semejante idea. Link acudió en su ayuda sin dudarlo, y la curó con la canción de Laruto. ¿Cómo le había llamado Laruto, ShaLink? Antes de que los zoras partieran, Zelda le preguntó a Cironiem qué significaba ese Sha y ese Ma que Laruto empleaba.
"ShaLink quiere decir Link el Mago; y MaZelda, Zelda la Guerrera".
Zelda sonrió para sí misma.
"MaZelda, la Guerrera... Me gusta."
- Oye, bella durmiente, espabila.
Link sacudió la cabeza para despejarse. Se incorporó un poco apoyándose en el hombro de Zelda.
- Tengo una mala noticia. - anunció su acompañante.
- ¿Otra? - Link se aclaró la vista y miró a su alrededor. Estaban sobre una cornisa de piedra, que terminaba abruptamente en un barranco. A cada lado de Centella había un poste de madera, restos de la sujeción de un puente. Los dos desmontaron y se quedaron contemplando el barranco.
- Lo han quemado. - Zelda señaló los restos de ceniza que aún quedaban en los postes.
- Quizá podemos saltar el barranco. Centella es muy ágil.
- A menos que le salgan alas, lo dudo. Mira, son más de 20 metros. Ningún caballo saltaría eso. - Zelda desmontó. El viento soplaba con más fuerza. - Ese maldito búho nos ha mentido.
- No saques conclusiones precipitadas. - Link desmontó también. Observó el barranco profundo que se abría ante ellos. Zelda tenía razón: Centella no podría saltar tanto. - Quizá haya otro camino...
- ¡Qué va! Hemos seguido la única posible, teniendo en cuenta que somos personas y no cabras montesas. Habrá que dar la vuelta... ¡Maldición! - y pateó el suelo.
- Desde luego, muchacha, eres muy mal hablada.
Kaepora Gaebora se había posado sobre uno de los postes, tan silencioso que ninguno de los dos le vio.
- ¡Tú, traidor! Nos dijiste que por aquí podríamos pasar. - Zelda le amenazó con el puño. Link la contuvo a duras penas.
- Y cierto es: podéis pasar.
- Pero... Sin duda a la luz del sol no ves ni un pijo... ¡No hay puente! - Zelda apartó a Link y extrajo su espada. El búho hinchó el cuerpo y soltó unas cuantas plumas.
- Muchacha, crees que siempre la fuerza bruta te sacará de los apuros. Hay otros valores como la fe, o la inteligencia... Debéis aprender a mirar las cosas desde otras perspectivas, a comprender que hay más de lo que se ve a simple vista.
Link volvió a interponerse entre Zelda y Kaepora.
- De acuerdo. Muéstranos el camino, por favor. - le pidió al búho. Este asintió y, batiendo las alas, cruzó el precipicio. Link le siguió con la vista.
- ¡Está loco¿Qué pretende, que volemos? - Zelda miraba incrédula el vuelo del búho.
- No, nos está poniendo a prueba. - Link se acercó al borde del precipicio. Miró al vacío y, para sorpresa de Zelda, dio un salto.
- ¡No! - Zelda vio como Link surcaba el aire, y se imaginó al príncipe, al único heredero de la corona, estampado en el fondo. La terrible reina Estrella mandaría hacer rodar su cabeza.
Link se quedó suspendido en el aire. Se giró hacia Zelda.
- ¡Mira¡Hay suelo! - y dio un bote para mostrarle a Zelda que tenía razón. - ¡Salta!
- No... - Zelda no parecía muy convencida. Link alargó la mano.
- ¡Confía en mí!
La muchacha retrocedió un poco. Link volvió a pedirle que confiara en él, con la mano tendida hacia ella. Zelda tomó impulso, y, rezando a todos sus ancestros y dioses que conocía, saltó en su dirección. Link la sujetó, y la ayudó a permanecer de pie sobre la plataforma invisible.
- Vamos, hay que darse prisa. - y, sujetándose las manos, saltaron de nuevo. La muchacha no comprendía porque Link era capaz de saber donde había una plataforma, hasta que vio que, en todas, había una pluma parda, que el viento agitaba y amenazaba con tirar. Debían darse prisa para llegar al otro lado. Zelda se preguntó que pasaba con Centella, pero no le hizo falta esperar. Kaepora Gaebora había tomado a la asustada yegua y la posó al otro lado. Centella relinchó furiosa y coceó en el aire, resoplando.
Alcanzaron ellos también el otro lado. Zelda se rió y le dio a Link un golpe en la espalda.
- Muy bien, alteza. Tienes algo entre tus orejas, además de pelo.
- No se puede decir lo mismo de ti, muchacha. - Kaepora cortó la risa de Zelda. Se inclinó hacia Link. - Acércate, muchacho.
Imponía la silueta del búho. Tenía un cierto aire ancestral y mágico, que hacía temblar las rodillas del futuro rey.
- Se... Señor...
- Hay mucho en ti, joven. Presiento que tienes potencial como mago, y para ayudarte, te doy esto. - agachó la cabeza y mostró a Link un collar que pendía de su cuello. Casi oculto entre las plumas, vio una especie de monóculo. Pasó la cadena por encima de la cabeza del búho. La cadena era larga, pero si la enrollaba, podía llevar el monóculo en el bolsillo interior de su túnica azul. Tocó el círculo de cristal ahumado.
- Es el "Ojo de la Verdad". Con él, las cosas invisibles y ocultas aparecerán ante ti. Sólo tú puedes usarlo. Haz la prueba. - señaló al barranco. Link colocó el monóculo ante su ojo derecho, y pudo ver que, en efecto, había varias plataformas de piedra que cruzaban el barranco.
-Te felicito. Recordad: los dos debéis unir fuerzas contra el Mal, por lo que debéis confiar siempre el uno en el otro. Adiós.
Kaepora se marchó, dejándoles a solas. Zelda se acercó a Link. El príncipe le mostró el monóculo.
- Vaya, el "Ojo de la Verdad"... Creí que era una leyenda.
- ¿Ya sabías que existía?
- Si, hace tiempo lo leí en un libro. Un hombre muy sabio que vivía en Kakariko lo creó. - Link lo guardó en el bolsillo interior.
- Esta vez, has sido de mucha utilidad. - reconoció la muchacha.
- Aunque me gusta oírte decir eso... en realidad soy un inútil. - y Link agachó la cabeza, apenado. - Si me hubiera quedado en el templo, quizá habría ayudado y Saharasala...
Zelda le tocó el rostro. El muchacho, asombrado por el gesto, se quedó inmóvil.
- Escúchame. Si te hubieras quedado, quizás tú también habrías muerto... Saliste para acudir en mi ayuda. Fui yo la que se arriesgó con el calamar, y por eso acabé herida. Tenía que haberte escuchado. - Zelda se puso algo colorada y apartó la mano. - Pero lamentarse no nos sirve. Vayamos a las Praderas Sagradas, y demos su merecido al Fantasma ese.
Link sonrió y afirmó con la cabeza.
Nota: Jejeje, ya le he cogido el truco a esto... Esta semana pongo dos capítulos, porque son muy cortos y apenas adelanto. Gracias.
