Aclaraciones preliminares:

Los personajes de Bayblade no son míos ni nunca lo serán;

Este fanfic se realiza sin fines de lucro

Las acotaciones son

/Lo que el personaje piensa/

oooooooo Cambio de escena

Lo que yo digo

(Algún comentario)

/Un pensamiento de un tercero pensando dentro de la cabeza de alguien, es decir, como cuando alguien recuerda un evento y escucha esas voces en su cabeza o alentándolo/

CAPÍTULO 10

UN DÍA CON AIKO

Era muy temprano en la mañana, no sabía exactamente que hora era pero seguramente era muy temprano. Tenía un reloj biológico que lo hacía despertarse temprano aún sin tener un despertador cerca. No recordaba exactamente bien lo que había pasado pero le dolía bastante la cabeza y no era para menos. Se miró y vió que tenía su pijama puesta, le encantaba, era de un tono azul celeste, le encantaba. Estaba fabricado de algodón, por esa razón era muy fresco pero el problema estaba en que, no recordaba habérselo puesto.

El dolor punzante de su cabeza le hizo recordar lo primero que estaba pensando. Su cabeza, le dolía, y mucho. No era para menos, pensó, después del golpe tan tremendo que se propinó a sí misma por querer demostrarle que ella podía hacerlo, que podía ser digna de algún sentimiento de él para con ella. Desgraciadamente todo le había salido mal, ese día se había levantado con la idea de demostrarle todo el poder que poseía y así derrotarlo de una vez por todas y ganar su afecto, su repulsión o tan siquiera su rivalidad. Lo que fuera pero que no lo alejara de su lado. Nunca.

Nadie podía negar que fueran tan similares, que hasta hubieran pensado lo mismo, el mismo día. Esto propinó el cruel desenlace, del cual, aún no sabía cual había sido. Sabía que estaba viva, su cabeza no le permitía olvidarlo pero, ¿dónde estaba, ¿Qué había pasado? Con todas estas dudas intentó incorporarse de donde se encontraba, donde fuera que fuese. Pronto reconoció el lugar, y cómo no hacerlo, había dormido ahí durante los últimos años, después de aquel día. Era su cama, estaba acostada en su cama pero ¿Por qué? ¿Cómo había llegado ahí?

Se levantó lentamente y puso sus pies en la alfombra, aquella alfombra que tanto adoraba pisar. Dio un salto de la cama pero, algo ocurrió. Un dolor punzante le hizo tener que sostener su cabeza con ambas manos para evitar, lo que ella consideraba, que explotara. Un mareo constante, una visión borrosa y pronto, el suelo. Ahí se encontraba, sosteniendo fuertemente su cabeza, hasta que escuchó un grito de miedo, seguido de su nombre

Hanna - ¡OH POR DIOS! ¡SEÑORITA AIKO QUE LE SUCEDIÓ!

Aiko - Aún sosteniendo su cabeza que ahora la sentía a morir - Baja la voz Hanna, me duele mucho la cabeza - Dijo sin poder incorporarse del suelo

Hanna - Ayudándole con la tarea de reincorporarse - Y no es para menos, se dio un golpe tan fuerte en la cabeza. Me dio un buen susto. No lo haga otra vez por favor

Aiko - Hablando en bajo - Esta bien, te prometo que no te vuelvo a dar un susto así en una semana

Hanna - Jajaja - En tono sarcástico - Muy graciosa. Al menos ha recuperado el humor - La coloca de nuevo en la cama - Ahora, no se levante de aquí. Voy por una aspirina - Dicho esto se perdió dentro del baño y regresó con una pastilla y un vaso de cristal con agua - Tenga - Se lo dio a Aiko

Aiko - Tomando el vaso - Muchas gracias - Toma la pastilla y el agua y le devuelve el vaso a Hanna - Me puedes decir que pasó

Hanna - ¿No lo recuerda?

Aiko - No claramente

Hanna - ¿Qué es lo último que recuerda?

Aiko - Poniéndose pensativa – Bueno, recuerdo que estaba compitiendo con Kai, después, déjame ver, a sí, Kai dijo que ya no quería seguir jugando conmigo, que ya estaba arto de empatar siempre a lo que yo le dije que opinaba lo mismo. Él le dijo a Dranzer que usara todo su poder así que yo también lo hice con Kaizer. Después recuerdo haber visto una luz destellante cuando nuestros blades chocaron y… después… - Se queda reflexionando un poco – Después ya no recuerdo nada

Hanna – Pues que mal, porque lo que hizo le debería servir de experiencia

Aiko - ¿Experiencia?

Hanna – Al parecer esa luz destellante fue de cuando sus "trompitos" chocaron, haciendo una explosión que la lanzó a la piscina, se golpeó fuertemente la cabeza contra la pared y quedó inconsciente, hundiéndose. Al menos fue lo que sus amigos me dijeron

Aiko – Sin poder creer lo último - ¿Mis… amigos?

Hanna – Exactamente. Después de que cayó al agua y no salió ellos corrieron a buscarnos, pero…

Aiko – Pero qué

Hanna – Cuando llegamos usted ya estaba fuera del agua

Aiko - ¿Fuera del agua? /Ahora lo recuerdo. Yo me estaba hundiendo cuando escuché una voz en mi cabeza, no sabía quien era, pero pronto la reconocí, era… era… era Kaizer. Sí, era él, me estaba dando ánimos. Él me empujó con su poder fuera del agua, pero yo me dirigía de nuevo a ella… entonces… qué pasó… alguien me sujetó… recuerdo haber visto a alguien… fue… fue… ¡Ray! Ahora lo recuerdo, Ray me sujetó y evitó que cayera de nuevo al agua. Habría sido mi fin si no fuera por él pero… aún así… él no pudo hacerlo sólo… entonces… ¿Había alguien más ahí/ - La voz de Hanna la hizo volver a la realidad

Hanna – Fue muy extraño, el joven Kai estaba a su lado, parece que usted había tragado tanta agua que fue necesario que le diera respiración de boca a boca – Este comentario hizo que Aiko se pusiera tan roja como un tomate

Aiko – Kai… me dio… respiración de boca a boca – Dijo aún sin poder creerlo

Hanna – Fue una suerte que estuviera ahí, sino, habría muerto

Aiko – En definitiva muy roja – Kai… me… oh Dios entonces…/Entonces fue él quien ayudó a Ray a sacarme del agua. Ahora todo está claro. Ray solo habría caído conmigo y, pues bueno, no habría tenido mucha suerte en su rescate pero, con Kai ahí, tuve una oportunidad de sobrevivir. Gracias Kai, te debo mucho. Y también a ti Ray/ - Pensó para sí misma sin poder evitar que en su rostro se formara una ligera sonrisa y enternecerse ante el acto heróico de sus amigos, claro que esta expresión no pasó desapercibida par a Hanna

Hanna – Acercando un poco su rostro al de Aiko - ¿Pero qué veo? ¿Acaso es un semblante de agradecimiento el que veo?

Aiko - ¿Dime como no estar agradecida?

Hanna – Mi duda es hacia quién está agradecida. Con Ray o con Kai

Aiko – Con ambos

Hanna - ¿Ambos?

Aiko – Recuerdo cuando Ray me sujetó para sacarme del agua, por eso le agradezco a él y a Kai... bueno pues con él... – Recordó lo que Hanna le había dicho y volvió a sonrojarse – Le agradezco que me haya salvado la vida pero... no tenía... por qué... hacer eso

Hanna – Con una amplia sonrisa – Si existe alguna otra forma de dar respiración de boca a boca, tenga por seguro que la habría hecho

Aiko – Dio un giro brusco con su cabeza para mostrar que estaba indignada, pero pronto sintió de nuevo ese mareo – Ouch – Se volvió a sujetar la cabeza – Me sentiría más agradecida si tan sólo mi cabeza dejara de darme tantas vueltas – Recostó su cabeza en la almohada con sus ojos cerrados – Bien, al menos ahora ya no me dan tantas vueltas

Hanna – Lo que necesita ahora es dormir, descansar y estar tranquila

Aiko – No – Se reincorpora y comienza a bajar de la cama – Debo seguir practicando, no dejaré que... una pequeñez... me detenga – Decía mientras ponía de nueva cuenta los pies en el suelo – Ni... siquiera... un ligero mareo... – Volvió a caer al suelo, pero esta vez sobre sus rodillas – Estoy... en perfectas condiciones – Decía con la respiración entre cortada por el esfuerzo de mantenerse completa

Hanna – Ni lo piense. No sé como piensa entrenar si ni siquiera puede sostenerse en pie – Le ayuda a pararse –Vamos, vuela a acostarse

Aiko – Ya te dije que no lo haré. Ayúdame a vestirme – Dijo ahora completamente parada, aunque con un ligero temblor en sus rodillas

Hanna – No... no puedo – Dijo un tanto nerviosa ante la reacción que sabía iba a tener la persona que estaba enfrente de sus ojos

Aiko – Comenzando a molestarse – ¿Cómo que no puedes?

Hanna – Lo que pasa...

Aiko – Lo que pasa – Dijo repitiendo sus palabras con un fin de alentarla a terminar de decir lo que había empezado

Hanna – Lo que pasa, es que como nos asustó mucho tuvimos que llamar al médico – Esto hizo que Aiko tuviera una mirada de coraje

Aiko – Bueno, eso es lo de menos. Un doctor no representa nada

Hanna – Sí, pero...

Aiko – Pero qué – Dijo empezando a impacientarse

Hanna – El doctor dijo que debía descansar – Vió que Aiko le ponía una cara de "Eso ya lo sé" - y que... bueno... que no debía levantarse en tres días, sin contar el de ayer

Aiko – Pegando el grito en el cielo - ¡ ¡ ¡ ¡ ¡ ¡ ¡QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!

oooooooooooooooooooooooooooooooooo

En la cocina estaban dos personas, hablando tranquilamente, uno era Tameru, y el otro era otro chico de la servidumbre de nombre Ichitaka. Todo estaba bien hasta que...

¿? - ¡ ¡ ¡ ¡ ¡ ¡ ¡QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!

Tameru – Parece que la señorita ya se levantó

Ichitaka – Peor, ya se enteró de la noticia

Tameru – No quisiera estar en el lugar de Hanna

Ichitaka – Ni yo. A ti te va a tocar llevarles la comida

Tameru – No, ni en broma. Ese deber es tuyo

Ichitaka – Tengo una idea. Dejémoslo a la suerte

Tameru – Muy bien.

Así los dos empezaron a jugar el ya tan famoso juego de la suerte ¡POKER! Es broma Piedra, papel o tijeras, solamente con el fin de saber quién sería el que llevaría la comida a aquella habitación y, si corrían con suerte, podrían delegarle la responsabilidad a alguien más. Pero esto sólo si tenían mucha suerte.

Tameru/Ichitaka - ¡Piedra, papel, tijera!

oooooooooooooooooooooooooooooooooo

En otra habitación, antes con aires de calma por su ocupante, ahora está gritando como poseído por el mismo demonio. Solamente por una simple noticia, una simple instrucción que dejó dada un médico

Aiko - ¡NO, ME NIEGO A OBEDECER, SABES MUY BIEN QUE ODIO QUEDARME QUIETA!

Hanna – Señorita baje la voz

Aiko - ¡ESTA ES MI CASA Y GRITARÉ SI QUIERO!

Hanna – Si, pero si sigue gritando así despertará a sus amigos

Aiko - ¡NO ME IMPORTA!

Hanna – El doctor dejó dicho que descansara, por favor escúchelo. Aunque sea la primera vez. Sólo por esta vez

Aiko - ¡TAMPOCO ME IMPORTA LO QUE HAYA DICHO EL DOCTOR. NO PIENSO OBEDECERLO!

Hanna – Señorita por favor. Tome en cuenta su salud

Aiko - ¡NO NECESITO UN DOCTOR PARA QUE ME DIGA CÓMO ME SIENTO! ¡SÉ PERFECTAMENTE CÓMO ME SIENTO! ¡ESTOY EN PERFECTAS CONDICIONES! – Dijo esto tambaleándose un poco

Hanna – Por favor, mírese a usted misma. Sus piernas no la sostienen. Su cabeza está vendada y la herida que se hizo aún no ha cicatrizado

Aiko - ¡ESO NO TIENE NINGUNA IMPORTANCIA! ¡SI QUIERO SALIR LO HARÉ Y ESO ES LO QUE TENGO PENSADO HACER! – Dijo caminando rumbo a la puerta. Llegó a ella, giró el picaporte y la abrió

Hanna – Si hace eso tendré que llamar a su tío

Aiko – Deteniéndose de pronto. No había logrado su cometido. No había podido salir – No, por favor. No lo hagas. No tiene que enterarse – Dijo en un tono de súplica y girándose para verla – Sabes que no me gusta preocuparlo - Cerró la puerta

Hanna – Entonces, por favor, hágale caso al médico

Aiko – Eso quiere decir que aún no le has llamado

Hanna – Convencí al Sr. Mitzuku de no llamar al menos hasta que usted despertara

Aiko – Con una cara de total agradecimiento – Gracias, en verdad, muchas gracias

Hanna – Para qué están las amigas – Sonrió, pero esta se desvaneció cuando vió a Aiko desfallecer - ¿Se encuentra bien? – Corrió hasta donde estaba

Aiko – Aún en el suelo – Si, no te preocupes – Le dijo levantando la vista hasta toparse con los ojos de Hanna y dándole una amplia sonrisa, tratando de que con ella, le restara importancia a su aspecto

Hanna – Ayudando a pararse a Aiko – Vamos, recuéstese y duerma, que lo necesita. Y mucho

Aiko – Caminando lentamente a su cama – Sí, de acuerdo

Aiko se recuesta lentamente en su cama y vuelve a apoyar su cabeza en las almohadas. Le encantaban esas almohadas, tan alcolchonadas, tan suaves, tan reconfortantes. En ellas había descargado todo, ira, coraje, tristeza, melancolía. Aunque fueran objetos inanimados, ella les agradecía tanto. No solamente a ellos, sino también a la persona que ahora estaba a su lado, la que siempre la había acompañado a pesar de que siempre le dijo que se fuera y la dejara sola. Sola. La verdad es que no quería estar sola en aquellos momentos de tristeza y, ella lo sabía, siempre lo supo, por eso siempre se quedó a su lado a pesar de sus rechazos. Le debía tanto

Aiko – Volteando a ver a Hanna, quien se había sentado en una silla junto a su cama – Gracias, Hanna – Esto hizo que Hanna la mirara con expresión interrogante – Gracias, por todo. Por siempre estar a mi lado cuando más te necesito. En verdad... en verdad eres una buena amiga – Hanna le sonrió – Hanna – Volvió a captar la atención de la chica - ¿Y los demás?

Hanna – Pues, la verdad, no sé – Aiko la miró con cara asombrada – Lo que ocurre es que, cuando el médico dejó las instrucciones de que usted no saliera de cama en tres días, el Sr. Mitzuku me dejó dicho que no me separara de usted ni de día ni de noche. Que mandaría mi comida y la suya con alguien para que yo no me alejara. Por eso ya no supe nada de ellos. No desde que la trajo Tameru.

Aiko – Ya veo. Entonces... Kai está bien

Hanna – No puedo estar segura. Cuando la encontré en la piscina, el se veía un tanto débil, aturdido.

Aiko – Debió golpearse contra algo también

Hanna - ¿Golpearse?

Aiko – Sí, algo lógico. Si yo salí disparada hacia la piscina, entonces él... – Analizó un poco como recordando el campo donde se encontraban – Sí, él debió salir disparado hacia el bosque. Así que lo más probable es que su trayectoria haya sido interrumpida por un árbol

Hanna – Con cara de fastidio - ¿Quiere dejar de hablar de forma tan presumida y decirlo clara y sencillamente?

Aiko – Riéndose por la cara de su amiga – Sí, claro. En términos sencillos es: Si yo salí disparada hacia la piscina y me estampé en la pared, él debió chocar contra un árbol

Hanna – Diciendo en bajo – Hablando se entiende la gente

Aiko - ¿Cómo?

Hanna – No importa – Escucha que alguien toca la puerta - ¿Quién podrá ser? – Camina hacia la puerta - ¿Quién es?

¿? – Traigo el desayuno

Hanna – Abriendo la puerta - ¿Ichitaka? Creí que Tameru traería la comida

Ichitaka – Ya ves, las sorpresas de la vida – Entra con un carrito – Buenos días señorita ¿Cómo se encuentra?

Aiko – Buenos días Ichitaka, me encuentro de maravilla, solamente que Hanna es muy estricta. No me deja levantarme – Dice esto último sonando como una niña a quien sus padres no le dejan salir a jugar

Ichitaka – Viendo a Hanna – Vaya, así que resultaste ser una madre demasiado regañona

Hanna – Sonrojada - ¿Madre? ¿Yo? Solamente estoy siguiendo las órdenes del médico. La señorita debe descansar y reponer energías

Ichitaka – Sí, lo sabemos y por eso... – Descubre los platos del carrito – Esto le envía el Sr. Mitzuku

Las bandejas contenían huevos, leche, jugo de naranja, pan tostado, pescado, arroz y agua. Todo para que se lo comiera ella sola. Todavía faltaba la ración de Hanna, la cual consistía en una considerable porción de huevos, pan tostado y un café. Aiko vió con envidia a Hanna, quien solamente comería una pequeña proporción de lo que ella debía

Ichitaka – Viendo a Aiko – Sí, supusimos que pondría esa cara así que para motivarla Tameru y yo creímos conveniente traerle esto – Descubrió una bandeja que había en el nivel inferior del carrito - ¿Qué le parece?

Esa bandeja tenía lo que ella deseaba, fruta. Fruta de toda clase, algunas verduras, hot cakes, una rebanada de pastel, té y, por un lado, algo que le sorprendió mucho, puesto que hacía años que no los probaba: Dulces y helado. Esto le extrañó mucho, ¿Por qué dulces? Es decir, ella los adoraba pero ¿Por qué ahora? Volteó a ver a Ichitaka como pidiendo una explicación y este se la dio

Ichitaka – Se dice que la medicina universal es la risa, pero como no tenemos un repertorio de chistes, creímos conveniente traerle algo que le gusta y, qué mejor que los dulces y el helado, usted siempre ha disfrutado de ellos

Aiko – Con la cabeza un tanto agachada – Gracias, por todo. Ustedes son tan amables y yo siempre les he contestado y los he tratado de una forma tan inhumana

Hanna – Viendo a Aiko de una forma maternal – No tiene por qué disculparse. Su vida no ha sida fácil, y nosotros, como la queremos tanto, solamente esperábamos que su dolor pasara. Ahora esa espera esta siendo recompensada

Aiko – Sí – Deja derramar una lágrima – Bueno – Volviendo a poner una sonrisa que ellos no habían visto en lo que, a su consideración, eran siglos – Cuándo comenzamos a comer, tengo hambre

Hanna – Ahora

Ichitaka – Yo regreso a la cocina. Vuelvo cuando sea la hora de la comida, con más mercancía de contrabando – Dicho esto se dirigió a la puerta y salió

Dentro, Hanna y Aiko degustaban la comida aunque, por capricho de Aiko, ella comió primero los hot cakes y el pastel, quería algo dulce y, eso lo era. El helado fue el siguiente en su lista y por último comió la fruta y la verdura. El te estaba delicioso y los dulces los guardó. La comida que Mitzuku le había enviado no la había ni tocado. No es que no le gustara pero, quería volver a ser una niña, aquella niña que le arrebataron la felicidad.

Quería volver al día en que todo sucedió, pero no podía. No podía deshacer el pasado, no podía volver en el tiempo. Debía afrontar las consecuencias de los actos que hacía, y los que la vida le tenía preparada. Debía ser fuerte. Fuerte. Debía serlo, no tenía opción, debía esforzarse más si quería tan siquiera la mirada de cierto chico bicolor.

El desayuno había transcurrido tranquilo, sin problemas ni percances. Como pudieron se las arreglaron para que Mitzuku creyera que Aiko se comía todo lo que le enviaba así no se preocuparía y creería que todo iba viento en popa. Ichitaka le volvió a llevar fruta y verdura para la comida, más dulces y helado y esta vez, por petición de Hanna, se comió el arroz y el pescado. No es que no le gustara pero, simplemente no tenía ganas. Aún así lo comió. Lo que hacía por su amiga. Los dulces los iba guardando, presentía que los necesitaría en un rato y no se equivocó.

Hanna – Señorita Aiko

Aiko – Sintiendo un escalofrío en su espalda – Sí, ¿Qué pasa?

Hanna – Es hora de que tome su medicina – Dijo sosteniendo en una mano una botella y en la otra una cuchara

Aiko – Con cara de niña caprichosa – No quiero

Hanna – Pero tiene que tomarla

Aiko – No me gustan las medicinas, odio las medicinas

Hanna – Si no la toma, llamaré a su tío y le diré al Sr. Mitzuku que no ha comido lo que le han traído. Y también le diré que Ichitaka y Tameru le traen dulces y helados

Aiko - ¡Chantajista!

Hanna – Sí, y...

Aiko – Lo haré. Tomaré la medicina pero – Hace una cara de repulsión – Es taaaaaaan amarga – Saca la lengua en señal de saber desde antes el sabor de aquel líquido – Puaj

Hanna - Pues aún así la deberá tomar

Aiko – Tomando la cuchara – Sería mejor si tuvieran un sabor dulce – Coloca el líquido de la botella en la cuchara y la traga, haciendo de inmediato un gesto de total desagrado. – Asco – Le regresa la cuchara y la medicina a Hanna

Hanna – Colocando la cuchara y la medicina en la mesita de noche – Si fueran dulces, cualquiera la tomaría

Aiko – Y ¿Para qué es la medicina?

Hanna – Como permaneció tanto tiempo mojada, es para que no le vaya a dar un resfriado

Aiko – Sería mejor que me diera el refriado

Hanna – Y entonces tomaría tres en lugar de una medicina

Aiko – No, mejor déjalo así – Vió que Hanna se dirigía hacia la ventana y corría las cortinas - ¡Qué hermoso! Hace mucho que no contemplaba un atardecer

Hanna – Tiene razón, su habitación tiene la mejor vista

Aiko - ¿Por qué crees que la pedí? – Se quedó viendo fijamente a la ventana, contemplando el atardecer y a la vez perdiéndose en sus pensamientos, en el infinito.

No hubo mucha diferencia con la cena, excepto que esta vez fue Tameru el que llevó la cena, diciendo que deseaba saber que Ichitaka hubiera llevado lo que le mandó y no se hubiera comido nada, aunque Aiko dudaba de eso. Más bien creía que era porque estaba en extremo preocupado por ella, pero le costaba admitirlo. Aiko se durmió temprano, no pasaba de las diez de la noche, generalmente dormía pasada la media noche, pero esta vez hizo una excepción por Hanna, quien se lo pidió amablemente. Hanna, por su parte, se quedó velando el sueño de su amiga, para que no le pasara nada. Se encontraba sentada en una silla a su lado jugando solitario, ayudándose por la mesita de noche. Todo estaba tranquilo, ya nadie estaba despierto. Todo era paz. Era

Aiko – Hablando en bajo y todavía en sueños – No, por favor... espera... yo quiero verlo... quiero... verlo... él me quiere... lo sé... necesito... saber... por favor. No te vayas... no, papá... espérame... no fue mi intención... mamá... perdónenme... hermano... perdóname... yo fui... la culpable... yo tengo la culpa... yo... yo... los maté – Despertando de golpe y asustando a Hanna - ¡Yo los maté! ¡Perdón, perdón! – Gritaba aún dormida -¡Mamá!¡Papá! – Se levanta de la cama y corre a la puerta seguida de Hanna

Hanna – Señorita – corriendo detrás de ella – Deténgase por favor

Aiko – Saliendo de la habitación sumamente confundida - ¡Mamá! ¡Papá! ¿¡Dónde están? – Se detiene en medio del pasillo buscándolos con la vista - ¡Mamá! ¡Papá!

Hanna – Alcanzándola y abrazándola – Señorita, por favor, despierte

Aiko – Viendo, pero sin ver a Hanna - ¿¡Dónde están? ¿¡Dónde están?

Hanna - ¿Dónde están quienes?

Aiko – Mi mamá, mi papá y mi hermano

Hanna – Comenzando a llorar – Señorita, por favor, no se haga esto

Aiko - ¿Quién eres tú? ¿Dónde están ellos? Dijeron que regresarían hoy por mí

Hanna – Con lágrimas rodando por sus mejillas – Señorita – Dudó en decirle la verdad – Ellos... ellos están muertos ¿Lo recuerda?

Aiko - ¿Muertos? No es cierto – Comenzando a llorar también – No... no es posible... ellos dijeron que irían a casa y regresarían por mí

Hanna – Señorita, ellos fueron a su casa, pero murieron en el trayecto. Chocaron. ¿Lo recuerda? Ellos chocaron, murieron hace nueve años, casi cinco. Cuando usted tenía catorce años

Aiko – En shock - ¿Muertos? /¿Muertos? Es cierto, ellos murieron, se fueron. Me dejaron sola. Estoy sola. Murieron. Fue mi culpa/ Fue mi culpa

Hanna – Escuchando las palabras de Aiko – No, no fue su culpa, fue un accidente

Aiko – Te equivocas, fue mi culpa – Comienza a descargar todo ese dolor y culpa sobre Hanna, llorando inconsolablemente – Fue mi culpa

Hanna – Señorita, regresemos a su cuarto. Por favor – Se levanta con Aiko todavía sujetándola y repitiendo todavía en bajo que era su culpa. Entran a la habitación de Aiko y Hanna cierra la puerta, esta vez, con llave.

Hanna acuesta a Aiko en la cama, quien aún lloraba, solamente que con más fuerza ahora. Hanna estuvo consolándola hasta que el sueño la venció, ya muy entrada la noche, había llorado como nunca lo había hecho, había descargado toda la tristeza que tenía acumulada, había revivido los recuerdos, las heridas. Había recordado. Las lágrimas parecían no querer ceder, pero el cuerpo era débil, ya no podía. Durmió. Hanna la observaba dormir más tranquila ahora pero, en su mirada había preocupación. ¿Cuánto más podría resistir?

Hanna – Observando fijamente dormir a Aiko - /¿Cuándo? ¿Cuándo dejará de culparse? ¿Cuánto más resistirá su corazón? ¿Cuándo le dirá la verdad? ¿En verdad él la aceptará como ella espera? ¿Podrá ser feliz? Después de todo, todo comenzó por su culpa. Por ese tal Kai Hiwatari. Él tiene la culpa. No es su culpa, no es culpa de la señorita Aiko que sus padres estén muertos, es de Hiwatari. Entonces ¿Por qué aún así lo quiere? ¿Cuándo le diga la verdad terminará su dolor? Yo espero que sí. Por su bien, por que a este paso, ella terminará con el corazón roto. Dejará la realidad, para vivir una fantasía. Ya no volverá./

Una noche muy extraña. Una noche muy triste, en la cual los recuerdos volvieron a su mente y, con suerte, no recordaría al día siguiente tal sueño. Sueño. En realidad todo eso era una pesadilla. Una pesadilla que debía terminar lo más pronto posible. O todo terminaría en tragedia.

NOTAS DE LA AUTORA

Triste ¿No? Bueno, se me ocurrió. Esto explica parte de los secretos de Aiko, o Alex, como quieran llamarle. Quise ponerlo porque ya era hora de aclarar parte del misterio. Y vienen más. Espero que sigan leyendo el fanfic. Sigel, te debo el capítulo 11, no lo pude terminar, se prolongó mucho más de lo que creí pero, creo que te va a gustar. Aunque también creo que me vas a odiar.

En fin. Sigan sintonízándome, ya no digo más porque estoy cansada de tanto teclear. Ahora lo recuerdo, tal vez tarde en actualizar en esta semana. Porque voy a estar ocupada, pero después me voy a poner las pilas, para terminarlo rápido. Sobretodo porque si mi mamá sale de vacaciones yo ya no lo podré terminar y voy a actualizar cada semana o más. De cualquier forma yo les aviso

Mata nee