Ilusiones
Por: Soley de Lioncourt
Capítulo dos: Códigos de Guerra antes del crepúsculo.
-¡¡¡Helga¡¡¡
Las exclamaciones provinientes de Olga resonaron como campanadas a un metro dentro de los oídos de la joven rubia, solo que estos gritos eran aun mas ensordecedores.
Pero si la agresividad poco evidente, antes, era ahora un poco mas realista ;asi como evidente era el disgusto ocasionado mas el despertar poco jubiloso de un largo sueño de pantalla negra que solo ha permitido descansar la mente de una colegiala poco feliz.
-¡¡Pero que demonios te sucede¡¡-exclamó ahora Helga con enfado, las venillas rojas se habían inflamado en sus ojos. Olga solo le miraba fijamente y de pié, también un poco jadeante. Sin dejar de fruncir el ceño, la rubia de cabello corto, señaló con el índice hacia el pequeño despertador, que igualmente se había quedado dormido en la mesita de noche de la joven menor de los Pataqui.
-mira... solo quiero que sepas que son las 8:40, has perdido una de tus clases, completita, creo que ayer te advertí que no volvería a despertarte... y sobre todo que no volvieras a apagar tu despertador.
-¡Yo no apágué en despertador¡ ¡Esa porquería ni siquiera sirve¡-La hermana mayor dirigió su mirar al despertador, lo tomó entre sus manos un poco brusco, y lo examinó;peracía que Olga tampoco habí ternido una buena noche, se encontraba aún vestida con la ropa de dormir, sobre sus pómulos se dibujaban unas ojeras cansadas además de sus cabellos de oro reflejado encontrándose mutuamente, dando jirines en si mismos, enredándose y desenredándose a cada ligera ventisca canadiense que por la ventana de cortinas abiertas y de vidrio delgado, ahora biaerta, irrumpía en la habitación, no pudiendo evitar lo que ahí tenía lugar en esos instantes madrugadores.
-¡¿cómo no va a funcionar?¡¡¡Le quitaste las baterías¡¡-arremetió Olga, como una perorata a su querida hermana.
-¡no lo he hecho¡-contestó Helga iracunda.Se levantó de la cama de súbito y se aguardó tras la puerta del baño privado de su habitación.
-¡¡te vas arrugar¡¡-exclamó Olga desde fuera.
-¡¡lárgate bruja¡¡-contestó Helga desde el baño. Olga salió de la habitación con el cejo aún fruncido, azotando la puerta.
La rubia Helga no recordaba con exactitud desde que momento la relación con su hermana había comenzado a ser inestable. Simplemente había sucedido, como quien de noche duerme y al amanecer encuentra los rayos del sol pegándole al rostro con intensidad sin siquiera haber notado el acontecer de sucesos. Se desparramó sobre el azulejo del baño sin darse cuenta, sentía aún pesados los ojos, tan pesados que podría quedarse dormida ahí mismo. Ya había acumulado cuatro retardos en el colegio Saint Uriel de Ottawa, sin siquiera haber cumplido medio semestre. Después de todo, había entrado al colegio con dos meses de retraso, y había algunos temas de los que no entendía ni papa y no era que le preocupara mucho, pero los exámenes se avecinaban y sinceramente no tenía ni la más remota idea de qué debía hacer; su relación con la gente de su grupo era penosa, desde el primer día en ese colegio había adoptado la extraña manía de ignorar a todo aquel amable espécimen a su alrededor que le dirigía una amigable palabra de saludo u recibimiento, y hací había sido lo que iba de su primer mes en Canadá, sin deseos de relacionarse con nadie, con deseos alucinógenos de mirar a Phoeby sentada en uno de los pupitres, animándola con sus anotaciones de clase, explicándole los temas antes vistos, y sobre todo brindándole su incomparable amistad.
¿Porqué demonios no pudo arreglar su situación con ella?
¿Cómo hasta este tiempo no reparó en su innegable deseo por mirarla de nuevo u siquiera escuchar su voz?
No era para más... desde aquella última vez en el último receso de clases en la Secundaria no.84... su voz no habría de palpitar jamás en algún recóndito sitio de su aparato auditivo.
Ya se había puesto el uniforme escolar quien sabe como, tan decaída se sentía que desfallecer en el sitio incorrecto podría haberle favorecido mucho a su persona, pero por desgracia, y mucho después de haberse metido el pan tostado con mantequilla a la boca y salir corriendo a toda prisa, retorciendo su sentido de viraje entre las calles, sin duda Olga había tenido la extraña razón de que en ese lugar no necesitaría la parada de autobús... y seguía preguntándose porqué.
Su cabello estaba oscilando en ondas constantes, fino y rubio, ligeramente brillante, ciertos lacios de oro sobresalían impares, largo hasta la mitad de la espalda aunque estavez, por alguna extraña razón inevitable, no se encontraba adornado como de costumbre con un moño rosa; y no reparó en ello hasta que se detuvo frente a las imponentes puertas del Saint Uriel (un nombre que sonaba muy raro y mal acomodado a su manera de ver, incluso desde el primer día en que leyó el enorme letrero en letras doradas sobre su cabeza), y fue justo entonces cuando su cabello estaba tan despeinado que acompañaba indudablemente el mal porte que de por si evidenciaba su rostro cansado, había olvidado atarse le cabello por las prisas.
-De todas formas ya se reían de mí antes...-se dijo a si misma malhumorada, se acomodó como pudo el cabello dentro de la parte posterior de su suéter rojo del uniforme, ocultándolo, avergonzada de cierta forma, mas luego se acomodó el cuello de la camisa y se venturó a adentrarse cuando le abrieron las puertas con un poco de molestia.
-lo siento-dijo secamente al portero y se siguió de largo, mas una mano le tocó el hombro.
-debe esperar, tengo que llamar a su supervisor para que levante la indicada infracción.
-ja, lo dice como si estuviera cometiendo un delito.-bufó helga mas al parecer fue ignorada por qu el hombre no le contestó, se había alejado de ella, señalándole una banca entre las jardineras de la entrada, y ahí se dirigió ofuscada.
-quinto retardo-canturreó para sí y suspiró. Aún seguía sintiéndose extraña, tan ajena como al principio, le era tan difícil pensar que estaba lejos... tan lejos como nunca imágino de lo que le parecía parte de si... incluso tan parte de su corazón...
Entrecerró sus ojos y estos se habían comenzado a cristalizar tan de pronto que tuvo que pasar por su rostro la manga de su suéter. Había estado evitando a toda costa el llanto, cada vez que le sucedía se sentía una tonta, una débil, siempre recordando aquellos ojos negros y aquel cabello rubio despeinado...
Sin dudar seguía deseando algo desde aquel momento culminante en el ultimo atardecer que pudo observar desde le puerto, en su ciudad natal.
Y aquél fruncir de cejas se lo anunció, apretó sus puños con fuerza antes de quizá dejar divagar su mente hasta ese recuerdo y lo despejó como pudo, mirando al frente, erguida y ahora cruzando los brazos.
Los días trascurrieron con anfractuosidad interna y evidencial dentro del desolador baúl de sentimientos de la rubia. Paso tras paso, recuerdo tras olvido repentino, las memorias se sepultaban continuamente bajo escombros de rémora. Incluso había transcurrido ya el último día de Diciembre.
Había sucedido una tragedia. Si ella ahora pudiera llamarlo así. Y lo volvió a sepultar en el baúl de sus incesantes pesadillas, como si de la mas mínima de las travesuras se tratara. No se culpó, no se dejó culpar.
Tan pronto como la espuma del mar se desvanece sin dejar rastro alguno, tal como las hojas caen de las cúpulas antes verdosas cada otoño y como el invierno de pronto cubre de un blanco helante tanto las praderas lejanas como los escalones marmoleados de alguna catedral bizantina en algun remoto sitio de la tierra.
Tal como una marisabidilla envuelta en encajes oscuros y negras telas de terciopelo e incluso de piel de color de noche sin luceros que se recuesten sobre ella cada final de día; ella lustró sus cabellos del brillo mas intenso, del claro mas suave y de exquisito perfume misterioso su largo cuello sin rubor… trazó en sus labios la fina linea de la sangre tibia y sin grumos, y el suaeve tinte de las rosa acribilladas de artificial color azul aviolatado tiñió sin reparo en sus párpados; y se dejó salir al alba, fuera, después de unos cuantos días en su claustro.
-… lo he hecho… he sobrevivido.
Sus palabras fueron como un páramo, tan frías y a la vez tan llenas de gozo misterioso que eran capaces de desalentar al mas cruel de los asesinos a cometer su proxima atrocidad.
-me retaste… esta chica siempre acepta los desafíos… incluso hasta los mas detestables… no puedes burlarte de mí… -añadió con premura, en medio de las sombras, en el lugar de encuentro que semanas antes había visitado por vez primera.
-si-contestó una voz como si antes ya estuviese hablando vivamente con ella- supe que murió tu hermana…-añadió esa voz, a ella, un ser irascible por naturaleza, ahora en completa quietud y en esos instantes con el rostro un poco ensombrecido.
-no tiene nada que ver con ella…
-tengo razones para pensar que te pudo haber sido de ayuda… e incluso te has de haber visto humana cuando convenciste a aquellos policías de que ella estaba loca y que algunas veces encontrabas botellitas de veneno bajo su almohada; mi querida…
-no me llames con tantas confianzas porque podría golpearte hasta destrozar cada un de tus miembros y dejarte convertido en muñones sobre el suelo-contestó ella, apretando el puño derecho. Se escucharon pasos a su alrededor, aquel comentario parecía haber hecho levantarse a los protectores del chico con el que ella entablaba la platica.
-Saraz… cree que eres patética… nunca pensé eso… desde el día en que te conocí.
-no sabes cuanto me alegra…-contestó con evidencial sarcasmo.
-Helga… no tienes remedio.-el muchacho de voz suave salió a la luz portando en su rostro una sonrisa un tanto maquiavélica.-pero a pesar de tu poco pecho… creo que ese abrigo tan ceñido te sienta muy bien. Incluso diría que pareces una chica… con un atuendo de vampiresa pagana.
-no recuerdo pedir tu opinión. Ya que he cumplido… deseo de viva voz que me dejes en paz… tú y todos ellos. No tengo intención de seguir con esto, ni un minuto más.-contestó pacible y con el cejo fruncido, firme, rebelde, alerta.
-me parece que eso no es del todo correcto. Dejaremos de lado la misteriosa muerte de "Olga"-dijo el chico pronunciando con tenacidad y en un tono mas alto el nombre de la hermana, cosa que irritó a Helga-porque incluso veo que del todo te recuperaste con voráz rapidez… como si no fuera nada… como si se tratara de tu perro.
-es algo que no te importa… solo quería que supieras que esta es la última vez que os veo… después de esto no me han quedado ganas de volver a intentar tener amigos… la gente es una pura letrina de porquerías, no hay nada en ella mas que el deseo de herir.
-Saraz creía que la amistad que fuera te sentaría bien… que eras un ser cambiante y adaptado. Le gustaba tu cabello rubio.
-hablas como si ya no existiera.
El chico de voz suave sonrió, mostrando los dientes, ahora se había afilado los caninos de y tal forma que parecía la dentadura de una bestia humana. Quizá eso era.
-me gustas.-contestó él sin dar la menor importancia a lo dicho por la rubia. Ella se estremeció de cierta forma… sorprendida, no había sido tan doloroso a comparaión con las palabras de… aquel… ¿Quién era aquel?... ¿En que demonios estaba pensando?... temía recordar. Le causó asco el simple comentario.
-te odio.-contestó ella, aun así con asombro desmedido, cerró los ojos y suspiró como si estuviese rodeada de la mas infinita belleza, y luego parpadeó. Su mirada infantil había tomado otro tipo de espectro y lo había transformado, y transfigurado ante la mirada de Stetche… cuyos infinitos ojos pasivos y su piel morena se congelaron interiormente.
-no me llames… no me busques… lo dejaremos así. No volveré jamás.-ella dio la vuelta, inspirando cierto temor en su porte, en su mirada firme, su semblante incambiable. Estaba seca, completamente harta.
-te equivocas… querida…-las palabras se desvanecieron para los oídos de ella. Todo había sido tan rápido, como un torbellino, no, un huracán, que de pronto había arrasado con sus pocas ilusiones de despertar de un sueño pesado y estruendoso.
Había quedado al ire no solo las palabras, cuando cerró la puerta de esa oscura bodega al anochecer. Quería volver. Pero no tenía las fuerzas requeridas. Quizá si en un segundo entrara por la puerta del hogar que compartía con los Pataqui en la fría calle no.3 les encontraría destrozados sobre la alfombra de la sala.
Que patéticos. No habían siquiera reparado en que su hija menor había salido de su habitación por vez primera en muchos días…
Había terminado. Si, quizá había terminado la época en que las comparaciones eran insoportables, las luchas constantes de las mañanas, quizá ensombrecidamente se lo había buscado. Esa bruja. Esa bruja ya no estaba ahí ni en ningún lado… quizá el cadáver bajo tierra o no sabía… quizá escondido bajo la cama en una noche de tormenta.
Hadía descifrado aquellos códices… antiguos… quizá la misma matríz las había alimentado… pero eran seres de mundos abstractos y diferentes.
Esta historia no es para ti. No es para nadie. Es solo mía. Quien iba a decirlo.
…continuará…
La vida entera puede estar conformada de ilusiones… las ilusiones de una vida que se hilan por si solas al destino pueden ser dañinas o simples sueños de los que un ser se recupera con el tiempo…
Hola: este es el segundo capítulo, se´que he tardado mucho en actualizar, pero he tenido mucho trabajo… y como tengo mas fics, puedo tener tiempo para cada uno muy pocas veces, a veces en muchos meses.
Sobre el fanfic, puedo imaginar algunas caritas lindas en las que se ha parchado por si solo un signo de interrogación. Vaya, maldito anime. Creo esperar comentarios como "por ke pasaste de un hecho al otro con tanta rapidez sin darnos tiempo a respirar" o "¿Cómo esta eso de que olga murió?"… "¿Quiénes son esos personajes y de donde salieron"…"¡que diantres pasa aquí¡"… pues todo ABSOLUTAMENTE todo el relato es completamente intencional a tal grado que parezca una serie de relatos sucesivos de las vivencias de helga… inclusive que parezcan sueños fugaces de realidad… no se si logre transmitir esa sensación, de atar y atar cuerdas hasta que vuelvan a retomar su inicio. Y con ello empecé en el el primer episodio, al dejar al aire, como se pudieron dar cuenta, lo sucedido con arnold en el puerto. Perdonadme si esto es agobiante. Espero no desinterezarlos, pero por ahora no soy escritora de relatos de amoríos interminables y situaciones normales. Todas las preguntas, los sucesos al aire todo, tendrá su debida respuesta, una serie de cadenas, mientras practico los flashbacks… porque quizá la historia esté compuesta de ellos.
Gracias por sus reviews.
