Pues aquí tenéis el segundo capi de hoy. Espero que os guste.

Mi padre. Mi héroe. ¡Qué ligue! 4.

Cerrando la boca a Cho.

Al día siguiente, o mejor dicho, a las 13:00 (hora zulú) del sábado 2 de agosto, nuestros intrépidos protagonistas, es decir, Hermione y Antoin, se levantaron muy cansados… Lo cual era perfectamente lógico y normal, teniendo en cuenta que habían estado de fiesta hasta las 4 de la mañana (hora zulú, por supuesto).

Se ducharon y bajaron a hacer un desayuno/almuerzo. Antoin entró al comedor saludando amablemente a todo el mundo, pero la gente le miraba como si fuera Hannibal Lecter y estuvieran esperando a que se diera la vuelta para llamar al FBI. Cuando llegaron a la mesa con el plato de comida (ya que era buffet libre) Antoin le dijo a su hija:

- La gente de esta isla está loca. Tendríamos que haber ido a Disneylandia.

- Es que no tienen nada mejor que hacer –aseguró Hermi, aunque lo que pensaba era que iba a matar a Cho por contarle su vida a toda la isla.

Sólo faltaba que fuera a Hogwarts con la historieta. Ya podía imaginar la cara de Pansy Parkinson, su enemiga oficial, burlándose de ella en los pasillos. Aunque a lo peor en vez de eso le pedía consejos para animar su vida sexual con Malfoy. Ya se veía presentando "en tu casa o en la mía", el programa radiofónico sobre sexo de Hogwarts.

Mientras, en la mesa de la entrada, Jeff, Britnie, Joseph y Anabell no les quitaban la vista de encima:

- No puedo creer que ese hombre tenga a una chica tan joven y atractiva –se lamentaba Jeff-. ¡Qué suerte tienen los franceses!

- ¿Te lo parece? Yo lo que creo es que es una vergüenza. Fijaos cómo le quita a la pobre chica la comida del plato –decía Anabell escandalizada mientras Antoin picoteaba el pimiento de la ensalada de Hermione, al que la joven bruja era alérgica.

- Lo que pasa es evidente –alegó Britnie, que había estudiado dos meses de psicología por correspondencia y gracias a ello creía controlar más del tema que Sigmund Freud–: Hace creer a la chica que está gorda, fomentando un trastorno alimenticio que fomenta a su vez que la chica sea insegura porque sabe que si ella tomara las riendas de su comida, tomaría las riendas de su vida y le abandonaría.

- Es perverso –Joseph entorno los ojos mientras pensaba que si hubiera hecho eso con su vecina Pamela Anderson a lo mejor estaba casado con ella y no con el pestiño de Anabell.

Cuatro mesas más para el fondo, en la mesa que quedaba más cerca de los postres, la familia Dursley tampoco les quitaba la vista de encima:

- No puedo creerlo –estaba cotilleando Petunia–. De ella sí, puesto que quedo claro que era una degenerada como mi hermana, pero él parecía tan amable, tan cortés…

- Esa clase de chicas es capaz de volver loco a cualquiera –Vernon parecía hablar con conocimiento de causa, aunque luego añadió–. Bueno, a mí no, porque yo no me conformo con poco, pero en fin… Dudley, no quiero que te acerques a ella.

- Tranquilo, papi, no pienso hacerlo. –Con una vez que me transforme en canario vale, pensó el gordo muchacho.

- ¿Sabéis qué pensaba? –anunció Marge–. Que seguro que esa chica va al Centro de Seguridad San Bruto para Delincuentes Juveniles Incurables –como todos los demás no parecían saber a lo que se referían, aclaró–. La escuela del flacucho ese…

- Pues sí –Petunia palideció y dedico una mirada cargada de temor a Hermione. Sólo le faltó santiguarse–. Es peor de lo que pensaba. Dudley, no te acerques a ella, prefiero que estés con la chinita esa tan mona. Es extranjera, pero al menos no irá a escuelas raras. (NA: sin comentarios)

- Vale –se alegró Dudley: la chinita también estaba buena.

- Seguro que ese sobrino tuyo, Petunia, acaba con alguien como ella. O con alguna pelirroja de su estilo, porque esas cosas se heredan. (NB: Y que le dieran el puesto a Trelawney en vez de a esta…) (NC: Por no ser bruja. Una injusticia.)

En otra mesa más alejada, los señores Goldman a los que Dudley les vomitó encima en el avión, también comentaban la jugada:

- Para esto luchamos en una guerra –gruñía el señor Goldman–, para que estos degenerados pudieran seguir perpetrando sus maldades.

- Cariño –dijo su esposa–. Seguro que fue uno de esos Hippies.

- Seguro –había un deje de odio en la voz del señor Oldman.

&·&·&

Mi padre ignora todos esos rumores, y yo me los imagino.

Tengo que lograr que Cho cierre la boca, si no adiós a ser prefecta… En esto me fijo en que Lee está en la puerta del comedor haciéndome señas. Voy a ver qué quiere.

- Antoin, me llama mi amigo. Me voy con él un rato.

- Vale, yo volveré a la habitación que tengo que hacer una llamada.

Está un poco pesadito con el teléfono. Seguro que él y Mónica están probando lo del sexo por teléfono. ¡Serán guarros!

- Hola, Lee. ¿Pasa algo?

- Sí –contesta él. Parece bastante enfadado–. Tenemos que hablar –me toma del brazo y me lleva hasta una caseta en la playa.

¿Aquí es donde trabajas? Mola.

- ¿Por qué no nos dijiste a nadie de Gryffindor por lo que estabas pasando? Vale, entiendo que no se lo dijeras a Harry, bastante tiene con lo suyo. O a Ron, que es un poco inmaduro, pero a los Gemelos o a mí... Estamos aquí para ayudarte. Me duele mucho haberme enterado por Cho de lo que pasa… ¿Hermione? .¿Estás bien?

Su reacción preocupada se debe a que estoy por los suelos en pleno ataque de risa, es tan gracioso... Como si él o los gemelos fueran los más adecuados para contarles un secreto así. Pero, ahora que lo pienso, él puede ayudarme a callar a Cho.

- Todo lo que te ha contado Cho es mentira –afirmo con seguridad.

- Se lo ha inventado todo... ¿Pero por qué?

- No se lo ha invent… bueno, sí lo ha hecho. Está celosa de mí porque la otra noche Oliver bailó conmigo y pasó de ella. Esto es su venganza. Lee, tienes que ayudarme. Ella es capaz de contar todas estas historias en la escuela. Si lo hace, se acabó el ser prefecta.

- Ser prefecta es muy importante para ti.

- Llevo luchando por ello toda mi vida. Bueno, al menos los últimos cuatro años de ella.

- Te ayudaré, a fin de cuentas, tú eres de mi misma casa mientras que ella no lo es. Pero creo que te equivocas con lo de ser prefecta. La vida es muy corta, y la juventud lo es más aún. Cuando uno es viejo, si llega, se acuerda de todo lo que hizo en esa época o de las cosas que se arrepiente de no haber hecho. Por eso creo que hay que vivir cada día como si fuera él ultimo. Ya tendrás tiempo de asumir responsabilidades cuando te cases. Hasta entonces, disfruta.

- Vaya, eso me ha impresionado. Aún así no quiero que cuente esas historias sobre mí en Hogwarts. No quiero ser la Lorena Verdún de nuestra generación.

- ¿Quién es Lorena Verdún?

- No importa. Creo que lo mejor es lanzarle una obliviate, pero como no podemos usar magia. Tal vez Misi...

- No, es mejor usar una poción. Esta mañana he leído algo sobre una poción que hace que al ir a difundir un rumor falso sobre otra persona te olvides de lo que ibas a decir. Además, si otra persona te viene a contar algo de la persona del rumor tú no lo oyes. Me he fijado en los ingredientes y todos se pueden conseguir por aquí.

- ¡Eso es fantástico! .¿Esta mañana has estudiado?

- Claro, este año necesito sacar buena nota en los EXTASIS. Quiero ser auror, y para ello necesito buenas notas en DCAO y Pociones.

- Pues como Snape no ligue este veranito lo llevas claro. ¡Hagámoslo! –al ver que mi expresión se puede referir a otra cosa, añado–. Buscar los ingredientes y todo eso…

- ¿Qué pensabas que estaba pensando? Pillina. Es fácil de hacer, sólo nos llevará tres horas una vez que lo tengamos todo –mientras hablamos, salimos de la caseta y nos dirigimos a la casa de Lee–. Tenemos que dársela esta noche, hay una fiesta en la playa. Es su última noche y seguro que va. Lleva toda le semana tratando de ligar con Oliver pero pierde el tiempo, era muy amigo de Cedric y para él Cho es su chica. Se la pondremos con la cerveza de mantequilla.

- ¿No será peligroso mezclar la poción con alcohol?

- ¡Qué va! Bueno, puede que potencie los efectos¿pero qué más da? Lo peor que puede pasar es que se olvide de lo que aprendió en 5º y tenga que repetir -al ver la cara que pongo ante la idea de aguantar a Cho un año más, aclara–. Es broma.

&·&·&

Mientras tanto, Antoin había llamado a Mónica pero no estaba, así que estaba manteniendo una conversación filosófica con su amigo el contestador:

- Mónica. ¿No estás? Esto es una pesadilla. Hermi me odia por la faena que le hice y la gente de la isla está loca, me miran como si me los fuera a comer o algo así. Pero lo peor es no saber dónde estamos tú y yo. Bueno, ya sé que tú estás allí y yo estoy aquí, aunque en realidad tú no estas allí sino allá, y yo sigo estando aquí… Todo esto es muy confuso. Un beso.

Mientras, al otro lado de la línea, una mujer que estaba allí y no allá se preguntaba cómo podía estar enamorada de semejante personaje.

&·&·&

- Vamos, Hermi, que llegamos tarde –Antoin se paseaba impaciente por la terraza mientras esperaba a que su hija terminara de arreglarse para ir de nuevo a una fiesta, esta vez en la playa. Se temía que esta vez su hija llevaría un traje a lo "Yola sí que mola", es decir, un cacho de piel mal puesto o algo así.

- Ya salgo. ¡Qué prisas tienes siempre! –gritó la bruja, que de nuevo consiguió asustar a su progenitor.

Esta vez llevaba unos vaqueros desteñidos y ceñidos, la famosa camiseta de un solo tirante que le prestó su madre y unas sandalias planas. El pelo lo llevaba en un recogido de pincitas que le daba un aspecto sencillo y casual... Sólo la sencillez le había llevado dos horas de pruebas y bufidos de desesperación y exasperación, no hablemos ya de la casualidad.

El maquillaje consistía en un discreto brillo de labios.

- Estás preciosa, ma cherie –Antoin le ofreció el brazo.

Ella fingió no haberlo visto y echó a andar.

&·&·&

Bueno, allá vamos.

La verdad es que estoy algo nerviosa por eso de la misión. Me siento como Sydney Bristow, la prota de "Alias".

Lee y yo hemos planeado hasta el último detalle: en cuanto Cho tenga la bebida, Lee la distrae y yo le pongo la poción en el vaso. Por suerte, la poción es insípida, inodora e incolora, porque si no…

¿Sencillo?

Pues nos había llevado toda una tarde de meditación trascendental llegar a esa idea.

Las otras eran horribles: inyectar la poción a una avispa para que al picarle se la pasara al picado; regalar bebida con poción en la playa; enrollarnos con ella y metérsela con la lengua (esta última es de Lee, y creo que es un poco complicada) y muchas más, aún más estúpidas.

Además, es fundamental que sólo Cho tome la poción para que el Ministerio de Magia no se ponga a investigar.

Lee me ha contado que hace poco unos graciosos (sospecho que él y los gemelos) soltaron un elixir que habían inventado en el agua de un campamento muggle.

Resultado: las autoridades sanitarias declararon que era un brote de legionela atípica. ¡Y tan atípica! No es típico que con la legionela acabes con la piel a cuadros escoceses… El Ministerio busca a los culpables y como los encuentre se les caerá el pelo.

Por eso, según Lee, nuestro plan requiere tres cosas: precisión, precisión y precisión. Pero yo creo que eso no son tres cosas, sino una sola repetida tres veces. (NB: jajajajajajaja)

Por fin estoy en la fiesta. Me alegro de haber traído estos zapatos, con los otros ya me habría dado algo.

Aunque parecía mucho más alta. En cuanto llegamos, Misi pilla a Antoin por banda y se van a bailar.

Yo localizo a Cho y empiezo a tomar posiciones con disimulo. Con imperfecta coordinación, Lee hace lo mismo.

Entonces me doy cuenta de que Cho no lleva bebida. No pasa nada.

Plan B.

Le hago la señal a Lee (me chupo el pulgar) para que lo ponga en marcha. Él, a su vez, le hace una señal al camarero (se mete el meñique en la nariz), que se dirige hacia el objetivo con un vaso de cerveza.

- ¿Es usted la señorita Chang? –le pregunta.

- Sí, soy yo.

- Le traigo esto de un admirador secreto. Va con dedicatoria: "para la más estrellosa estrella de esta estrellada noche" – ¿He oído bien? Esa dedicatoria es lo peor que he oído nunca. Y eso que un albañil una vez me comparó, a modo de piropo, con un bocadillo de morcilla

- Es preciosa –con que poco se conforman algunas.

Cho empieza a beber. Bien. Fase 2. Lee entra en escena.

- Hola, Cho. Estoy preocupado, hoy no me has llamado payaso. ¿Qué pasa, ya no me amas?

- Lárgate imbécil. ¿No ves que tengo un admirador secreto? Si te ve aquí no vendrá.

¿Qué te hace creer que no soy yo?

- Tú no escribes tan bien.

Mientras hablan, yo me subo a una roca y finjo bailar.

Al igual que Sydney, yo también tengo a un loco que me hace inventos para facilitar mi trabajo. Mejor dicho dos: los gemelos Weasley.

El invento en "fase experimental" que le han dejado a Lee es una especie de cerbatana mágica. Una cerbatana sirve para lanzar bolas de papel o lo que sea. La magia viene en que no tienes que apuntar. Tú te concentras en tu objetivo y aunque estés apuntando a la dirección contraria el proyectil va directo al objetivo. Al menos esa es la teoría. Veamos si funciona.

Uno de los problemas que se nos presentó es cómo poner la poción en la cerbatana. Ya os digo que está hecha para lanzar sólidos. La solución era simple: la congelamos en forma de bolita. La forma se la debo a Misi. Le dije que, según mi horóscopo keniano, eso me daría suerte en el amor… y se lo tragó.

Todo listo. Vamos allá.

Vaso en mano de Cho…

Vaso en mano de Cho…

Vaso en mano de Cho…

Pongo el hielo en la cerbatana…

Vaso en mano de Cho…

Tomo aire…

Vaso en mano de Cho…

Apunto, o algo así…

Vaso en mano de Cho…

¡Disparo!

Y…

¡Acierto!

Eso que en el último momento me he descentrado un poco porque me ha parecido ver a Oliver.

Bueno ya van 2 bolitas. Sólo faltan 19.

Han pasado 5 minutos y ya he lanzado la última bola. No he fallado ni una, y eso que soy malísima. Por eso no juego al Quidditch, podría terminar matando a alguien del público.

Mm. Idea interesante para matar a cierto rubito prepotente. Si es un accidente no te mandan a Azkaban.

Les haré un pedido a los gemelos.

- Hola, Hermi.

- Hola, Oliver –sí es él. Lleva unas bermudas que dejan al descubierto sus perfectas piernas y una camisa playera desabrochada. ¿Se puede ser más guapo? Yo creo que no. Bueno, tal vez con ojos verdes. O azules... ¿Pero qué deliro?. ¡Maldito subconsciente!–. No te he visto en todo el día. ¿Dónde andabas?

- En casa, ayudando a mis padres. ¿Has visto a Cho? Tengo que hablar con ella.

- Esta allí –pues... ¡Hala! Vete con ella y no vuelvas. Me largo ofendida.

Veo cómo se acerca a ella. Lo malo es que me he cambiado de sitio y desde aquí no puedo oír lo que dicen.

Tengo que aprender a leer los labios, es algo tan práctico. Sobre todo para estas cosas...

Ella se acerca a él y le susurra al oído, a pesar de que no es necesario porque la música no está tan alta. Él niega con la cabeza y sonríe.

Quiero hacer constar que no los estoy espiando, no, no. Tampoco es cotilleo. Simplemente me intereso por lo que puedan estar diciendo.

Ahora van hacia la pista de baile.

Justo ahora ponen "Aprendiz", de Alejandro Sanz. ¡Joder! Toda la noche poniendo horteradas de Julio Iglesias y ahora ponen la romántica.

Cuando la abraza para bailar, Oliver me lanza una mirada desafiante. Yo sonrío y recojo el guante.

Me lanzo a la pista de baile donde Misi atenaza a Antoin.

- ¿Puedo? –me meto entre los dos para bailar con él.

- Pero sólo un ratito –Misi se va de la pista de baile a ritmo de salsa (fuera de lugar totalmente). Antoin y yo nos ponemos a bailar.

- Tenías razón, Hermi.

- Por supuesto –Oliver aprieta un poco más a Cho. ¿Tengo razón?– ¿Sobre qué?

- Sobre Misi, no es tan mala –los dos sonreímos. Yo por acto reflejo.

Observo el efecto que esto causa en Oliver. Frunce el entrecejo un segundo, luego se relaja y se inclina sobre el cuello de Cho. Empieza a besuquearle el cuello sin dejar de mirarme.

En respuesta, yo me cuelgo del cuello de Antoin y apoyo la cabeza mimosa en su pecho.

Entonces, Cho entra en el juego (aunque no creo que sea consciente de que ella no es uno de los jugadores) mordiéndole en la oreja. Él vuelve a sonreír.

Yo me pongo de puntillas y le doy un beso a Antoin en la mejilla.

Entonces ellos empiezan a morrearse.

Durante un momento, me quedo helada. Pero luego suelto a Antoin y salgo corriendo a la arena, lejos de las luces. Es un problema, porque la luna está casi llena, pero finalmente encuentro un escondite y me derrumbo llorando allí.

- Hermione –oigo una voz suave a mis espaldas. Si es él para disculparse va listo. La bofetada que le di a Malfoy en tercero va a ser una caricia comparada con la que le voy a sacudir a él.

Me giro dispuesta a golpear, pero él lo esquiva. Y menos mal, porque no es Oliver sino Lee.

- ¿Qué haces aquí? –le pregunto.

- Sólo quería ver si estás bien. ¿Lo estás?

- Sí… Bien jodida. Pero contenta.

- Eso está bien. Es importante no perder el sentido del humor –me ofrece un pañuelo.

- Silencio. Durante un momento cada uno permanece sumido en sus pensamientos. Finalmente, Lee lo rompe pillándome totalmente desprevenida.

- Me mentiste –¿Pero qué dice? Yo jamás en mi vida le he mentido. Pero antes de poder replicar, él me pone el dedo en los labios y prosigue–, dijiste que Cho se había inventado toda la historia, pero no es cierto. Ella te la oyó a ti y se limitó a difundirla. Mi teoría es que querías impresionar a Oliver pero ahora se te ha ido un poco de las manos. Mi única duda es¿lo sabe tu padre? Cierra la boca, que te va a entrar una mosca.

- Es que me has dejado alucinada. ¿Cómo lo sabes?

- Después de los legendarios Merodeadores, los gemelos y yo somos los mayores liantes de Hogwarts. En el noble arte de mentir tú no tienes nada que enseñarme. No has respondido a mi pregunta.

- Porque la respuesta es obvia, no.

- Deberías contárselo.

- ¿Pero qué dices? Me mataría. Si tu hija le hubiera contado a todo el mundo que eres su amante y no su padre. ¿Qué harías?

- Al principio me enfadaría, pero luego la ayudaría. Los padres son así. Al final no hay nada que no hagan por sus hijos. No llores, preciosa. ¿Qué te pasa?

- Es que no sé por qué ha tenido que besarla –estoy hecha un mar de lágrimas. Me inclino sobre el pecho de Lee. Él se sorprende un poco, pero luego me abraza.

&·&·&

Antoin, acompañado por la incansable Misi, buscaba a Hermione por la playa. Se habían quedado muy preocupados por la forma en que salió corriendo. Entonces Misi la vio:

- Mira, esta allí. Espera… no. No es ella –en el último segundo, Misi vio que la adolescente estaba con un chico y decidió ahorrarle la escena.

- Pero era tarde: Antoin ya la había visto.

- Otra vez ese… cantante –léase "cantante" como si fuera el peor insulto del mundo. (Como Snape cuando pronuncia Potter)–. Le voy a arrancar los rizos a golpes.

- No, no vas a hacerlo –Misi se interpuso entre el furioso hombre y los jóvenes.

- ¡SÍ QUE VOY A HACERLO! –Antoin se remangó la camisa.

- Que no.

- Que sí.

- Que no. Piensas que vuestra relación va mal. Hazlo y ella ni te mirara a la cara.

- Pero…

- Ni peros ni peras. Vamos a la fiesta, te invito a tomar algo.

- Vale –accedió Antoin. Sin embargo, se fue haciendo pucheritos, como un niño al que se le niega un capricho sin importancia.

&·&·&

Mientras, en la arena Lee estaba al borde de la catarsis nerviosa.

Por un lado, consolar chicas que sufrían por un hombre no estaba entre sus especialidades, que se reducían a burlar las normas del colegio y a la narración "neutral" de partidos de Quidditch.

Por otro, la chica en cuestión, que se aferraba a él como si fuera lo único que le impedía ahogarse, era la misma que le había empezado a gustar desde que la vio del brazo de Krum en el baile. Hasta ese momento, sólo había sido la amiga del hermano de sus amigos, pero esa noche le pareció una diosa de la belleza.

A los pocos meses, Rita escribió el artículo que la hacía parecer una devoradora de hombres, lo que hizo que le gustara más.

Al igual que descubrir la historia que se había inventado. Le gustaban las mujeres con iniciativa y estaba claro que Hermione la tenía en cantidades astronómicas.

Lo que no le gustaba era verla tan desanimada. Ojalá hubiera algo que pudiera animarla.

Entonces se le encendió la bombillita.

- Hermi –al ver que ella no contestaba, decidió seguir–¿recuerdas que me preguntaste si había efectos secundarios al mezclar la poción con alcohol?

- Sí –dijo la chica preguntándose adónde quería llegar Lee–. Por eso la mezclamos con Cocacola.

- Pues resulta que, según el libro de Pociones, uno de los conservantes hace que, al combinarse con nuestra poción, la persona que la ha tomado provoque alucinaciones a las personas que huelen su aliento. Concretamente, ellos creen que están con la persona que quieren. Así que... –pero no pudo continuar, Hermione captó lo que quería decir y le abrazó, pero esta vez de alegría.

Cuando se apartó un poco, quedando a la vista de él, volvía a ser la chica lanzada que tanto le gustaba: con los ojos brillantes, las pestañas largas, el pelo suelto (el moño se había deshecho), los labios carnosos, las mejillas un poco ruborizadas… (NA: cortesía de L'Oreal, porque ella lo vale).

Lee se alejó un poco de ella. No quería decir alguna estupidez como "te quiero" o algo peor.

- Te ayudaré con lo de Oliver y tu padre.

- ¿Por qué? –preguntó ella, intrigada.

- Porque soy un romántico –Hermione sonrió, dando a entender que no se lo creía del todo.

- Eres el mejor.

- Lo sé.

- Pero…

- ¿Pero qué?

- No eres tan buen mentiroso como tú te crees –en los labios de ella había una sonrisa, esta vez misteriosa.

Lee se preguntó cuál de sus secretos había descubierto.


Y la trama se complica...

Y para la semana que viene, veremos si Hermione logra salir airosa de este caos que ella misma ha montado y de paso trataremos de evitar que quemen a Antoin por corruptor de menores.

Serán dos capis o uno, dependiendo de mi humor... y ya sabéis que mi humor es directamente proporcional a la proporción número de RR/Hits, así que aplicaros muchachas/os.

Carla Grey.

Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko e Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming. Hermana Escorpio de Moony Gabriela. Musa de Mika Granger.