Mi padre. Mi héroe. ¡Qué ligue! 7
El noble arte de la mentira.
- Me has mentido –anuncia Oliver con tono acusador.
- ¿Yo?. ¡Qué va! –en los últimos 10 minutos no he dicho una sola mentira. Bueno, excepto que hice puenting desde la torre Eiffel. Pero lo voy a hacer algún día, así que no es una mentira, es más bien una verdad en potencia.
- Me dijiste que Antoin padecía una enfermedad terminal. Pero él está más sano que una manzana –¡Maldita sea! Seguro que Antoin ha ido y le ha dicho que no está enfermo. Sabía que no era buena idea decirle lo de la impotencia. ¿Dónde están esos padres que hacen cualquier cosa por sus hijos cuando se les necesita? El mío no me ayuda ni con una mentirijilla de nada.
- ¡No te mentí! Su enfermedad es muy grave… y sin cura –no me ha sonado convincente ni a mí.
- Entonces ¿cómo explicas eso? –me toma por los hombros, me gira 180º y veo… ¡No me lo puedo creer!
Antoin está haciendo SWEPAC. ¿Pero es que no tuvo bastante? Por lo visto no. Lee conduce la lancha y la escoba lo tiene cabeza abajo haciendo que grite, pero no gritos en plan "no vuelvo a subirme aquí", no, son más bien en plan "otra vez, y otra más y otra. No pares" Oliver tiene razón, no parece enfermo. Espera a que yo le pegue cuatro gritos.
- Sí, ahora parece que está bien. Es lo más terrible de su enfermedad: Un día está corriendo los toros en Pamplona y otro no tiene fuerzas ni para levantar el mando a distancia de la tele. Deberías haberle visto la otra noche, le dolía tanto que lloraba. Le di un calmante y se puso a delirar. Creía que era Melody e iba por ahí cantando "Soy una rumbera" –hasta se me saltan las lágrimas. Esto es actuar y no lo que hace Jennifer López.
- Vaya. Con lo duro que parece –Oliver está impresionado. (NA: no es el único)– ¿Lloraba y cantaba como Melody? Esa enfermedad debe de ser terrible –por asombroso que resulte, no hay ni ironía ni sarcasmo en su voz. Lo dice totalmente en serio. ¡Es que es tan mono!
- Sí, es horrible –pero ya estoy un poco harta de hablar de él. Se impone un cambio de tema–. ¿Que decías de un cine de verano?
- Ah, sí –el chico alucina un momento por el cambio de tema–. Hay uno en el norte de la isla. Si quieres vamos.
- ¡Vale! A mí me encanta el cine. ¿Por qué no vamos esta noche?
- Bueno. Pero te advierto que las pelis que ponen son un poco antiguas.
- No importa –nosotros dos solos, a oscuras, solos, bajo la luz de las estrellas, solos, compartiendo la bebida y las palomitas, solos. ¿He dicho ya que solos? Puede pasar cualquier cosa. Será genial–. ¿A qué hora me pasas a buscar?
- ¿A las 10:30?
- Perfecto.
&·&·&
Sin embargo, Hermione no olvidó la conversación sobre la enfermedad de Antoin y a las 22:00, hora zulú, estaba preparando la escenografía para la obra titulada "La dolorosa agonía de Antoin", comedia en un solo acto.
Para ello, y por primera vez desde que llegaron, Antoin estaba tumbado en una de las dos camas de la habitación.
Su hija le había quitado la camiseta y con un perfilador le había pintado manchas color café por todo el pecho, y en ese momento, había cogido un spray solar y se dedicaba a vaporizarle por la cara y el pecho.
- ¿Qué haces? No me digas que me he quemado después de toda la crema que me ha echado Misi –la mujer se había pasado toda la mañana metiéndole mano, o sea, echándole crema.
- No, no es crema para después del sol, se me acabó el otro día. Es agua.
- ¿Agua?
- Sí, ya sabes, el H2O, el elemento en que se originó la vida.
- Sé lo que es el agua, lo que no sé es por qué me la estás echando por el pecho.
- Es sudor. Consecuencia de la fiebre.
- No tengo fiebre.
- Ahora lo arreglamos. Ponte esta tiza debajo de la lengua, te subirá la temperatura dos grados.
- No voy a meterme esa tiza asquerosa en la boca.
- Pero...
- No, no voy a hacerlo.
- Eres malo y odioso. Paris lo haría sin pensarlo.
- Dame eso –la sola mención del marido de su ex hacía milagros. La joven esbozó una sonrisa triunfal que borró al ver que eran las 22: 18.
- Llegará en cualquier momento. Es muy puntual, seguro que llega antes de tiempo. No puedo creer que me acusara de mentirosa. Venga, gime.
- ¿Mentirosa tú? .¿De dónde habrá sacado esa idea¿Cómo que gima? –la joven asintió–. Vale. Allá voy. AH AH AH… –Antoin gemía en plan orgasmo.
- Pero ¿qué haces? No eres Meg Ryan. Estas a las puertas de la muerte, no en las del éxtasis. Tiene que haber dolor, sufrimiento. Tiene que parecer real –la chica comprendía lo que debió sentir cualquier actor medianamente decente que hubiera trabajado con Stallone. Debió de ser "yo con todo mi talento me ponen con esta… piedra".
- Vale. AYAAYAYAYAYAYA ¿Mejor?
- Sí, si fueras el protagonista de Matrix. ¿Pero a que no lo eres?
- Vale ¿qué tal esto? .¡DIOS MÍO, ME MUERO! .¡QUIERO QUE PASE ESTE SUFRIMIENTO!
- La idea es buena, pero eres un tipo duro. Tienes que sufrir pero no mucho. No quieres dar la impresión de ser débil. Prueba con Clint Eastwood.
- Clint Eastwood no gime. Está bien. Lo tengo. ¡Creo que no volveré casa por Navidad!. ¡Por favor, cuida de Fiel Amigo!
- Perfecto. Suena lastimero y además parece que deliras.
- ¿Hermione? –Oliver acababa de llegar. Eran las 22:28.
- ¡EN LA HABITACIÓN! Vale. Todo listo. Escupe la tiza. Ponte el termómetro –el susodicho termómetro había estado media hora en la lámpara, debido a eso marcaba 47º. La punta estaba ardiendo cuando su hija se la puso en la axila.
- Hola, Hermi, estás preciosa –la chica sonrió. Llevaba una falda vaquera y una camiseta de estilo oriental. Luego se fijó en Antoin, sudoroso, sonrosado, el hombre parecía a punto de ponerse a gritar de dolor. Pero era un tío duro y se contenía–. ¿Está usted bien?
- No. Esto es lo que pasa con mi enfermedad –en la voz había gran cantidad de sufrimiento reprimido. La razón del dolor era que el termómetro le estaba quemando en la parte sensible de la axila. Como cuando ponen un poco de cera en esa zona–. Por la noche sufro mucho. Pero no os preocupéis por mí, divertíos. No penséis en este hombre agonizante.
- Bueno, ya lo has oído, vámonos –dijo Hermione alegremente.
- ¿Pero cómo vamos a dejarle así? –le quitó el termómetro–. ¡Si tiene 45º! Debemos llamar al médico.
- NO. A él no le gustan los médicos.
- Sí. Los odio desde que cuando era agente de la KGB, me enfrenté al doctor Sevarius. Él quería crear una raza de seres superiores cruzando personas con caracoles para no tener que pagar hipoteca.
- Bueno, ahora si que nos vamos –dijo la chica viendo que su padre empezaba a delirar de verdad. A lo mejor no debió dejar que se metiera la tiza en la boca. Tomó a Oliver del brazo y empezó a andar, pero él no se movió.
- ¿Lo derrotó?
- ¿A quién?
- A Sevarius.
- Sí, por supuesto –iba a empezar a relatarlo, pero su hija intervino.
- En realidad es una historia muy aburrida. Llegaremos tarde al cine.
- Sí, iros. No lleguéis tarde por mí. Te la contaré otro día… –los chicos ya habían llegado hasta la puerta, Oliver, arrastrado por Hermione–. ¡SI SOBREVIVO A ESTA NOCHE!
Una vez que se fueron, Antoin esperó 15 minutos para asegurarse de que no volvían. Se levantó y se lanzó al teléfono a hacer su llamada internacional diaria. Como siempre, le saludó el contestador, pero esta vez sí que no se lo creía. Estaba enfadado con Hermione por lo de la tiza y sabía que era imposible que Mónica no estuviera porque tenía que trabajar, y ella no había faltado ningún día. Seguro que estaba tomando el café en ese momento.
- "MÓNICA, SÉ QUE ESTÁS AHÍ. COGE EL MALDITO TELÉFONO, TENEMOS QUE HABLAR. DICES QUE YO SOY INMADURO. ¿CREES QUE ES MADURO LO QUE TÚ ESTÁS HACIENDO? COGE EL TELÉFONO YAAAA."
Creo que todos sabemos lo estúpido que es gritarle a alguien por teléfono. La reacción natural es colgar en caso de fijo o perder la cobertura en caso de celular, pero Antoin estaba tan frustrado que no se dio cuenta del detalle. La solución de Mónica, que estaba apunto de salir por la puerta fue desenchufar el teléfono. Justo cuando estaba en plena neurosis, llegó la que faltaba: Misi.
- Antoin, vamos a tomar algo.
- No puedo salir, estoy a las puertas de la muerte –su voz tenía un tonillo enfurruñado.
- Pues yo te veo estupendamente –creo que se refiere a que el hombre va sin camiseta. Cambió el tono a mimoso–. Venga, lo prometiste.
- CLARO. ¿PERO NO LO SABES? YO FALLO A TODO EL MUNDO: LE FALLÉ A LA MADRE DE HERMIONE, LE FALLÉ A MI HIJA, LE FALLÉ A MÓNICA. ¿POR QUÉ CREÍAS QUE IBAS A SER DISTINTA?
- Pero yo no he dicho nada. Siento haberte molestado. Quería ayudar.
- Pues si quieres ayudar, vete al otro extremo de la isla. Bien lejos de mí, bruja chiflada –no acabó de decir la frase cuando ella salió corriendo. En ese instante, él se dio cuenta de que había descargado su ira en una persona inocente y le vinieron los remordimientos, así que salió corriendo detrás de ella.
Admitámoslo, pese a los tacones de aguja y la arena, Misi corría que daba gusto. La única razón por la que Antoin la alcanzó es porque se cayó… él. Tropezó y cayó de boca en la arena. Todavía estaba escupiendo arena cuando Misi llegó.
- ¡Qué gilipollas! –exclamo–. ¡Caerse así!
- Vale, deja de reírte ya y ayúdame.
- No.
- ¿No?
- Está claro que este es tu castigo kármico. ¿Quién soy yo para oponerme al Karma? –dijo sin parar de reír.
- Vale, no me ayudes, pero perdóname por lo de antes.
- Lo haré con cuatro condiciones.
- Espero que no incluyan cantar y bailar disfrazado.
- Tranquilo, no es nada de eso. Son las siguientes: 1) no vuelvas a llamarme bruja chiflada o similar, ya estoy más que harta de oírlo. 2) no vuelvas a gritarme. NUNCA. 3) levanta de ahí y date una ducha para quitarte la arena y esos lunares que llevas en el pecho. Y 4ª y última: invítame a unas copas y me cuentas lo que te pasa.
- Trato hecho –dijo después de unos segundos en los que fingió pensarlo.
30 minutos más tarde estaban los dos en el bar de la piscina con unos Daikiris (creo que se escriben así) y Antoin le contaba su historia.
- Entonces, tú y esa mujer, Helena, no llegasteis a casaros –Él asintió con la cabeza, ya que estaba bebiendo mientras ella hablaba–¿por qué? Es obvio que aún la quieres. Esos celos hacia Paris no tienen otra explicación.
- Te equivocas, la tienen. Yo al principio pensé que eran por Helena, pero luego vi que eran por Hermione. Él la ha visto crecer, estuvo a su lado para hacer cosas normales, como los deberes, cuando era pequeña; conoce a sus amigos magos, que por cierto, creen que es su padre biológico. Yo sólo soy el hombre que iba por Navidad y en su cumpleaños con regalos caros para comprar su cariño.
- No digas eso. Para ella eres mucho más importante que eso –mientras lo decía le presionó insinuantemente el brazo. Antoin la observó. Todo su lenguaje corporal era una invitación, pero él quería demasiado a Mónica para fijarse en otra mujer, aunque esa mujer fuera una obra de arte de la cirugía moderna.
- Misi, ya te dije que yo tengo novia.
- Y yo te dije que no soy celosa –sin embargo, apartó la mano y alteró su postura–. ¿Cómo es la mujer que habla por ti?
- ¿Te refieres a Mónica?
- Sí.
- Es muy guapa. Rubia, con ojos increíbles. La primera vez que la vi pense que eran negros, pero luego, al verla de cerca… tenían ese color del cielo al anochecer. Además es divertida, ingeniosa, inteligente, dulce, cariñosa, buena en la cama –una sonrisa pícara surgió en sus labios–. Aunque luego es insoportable. Cree que lo sabe todo, es orgullosa, cabezota, temeraria… dice que no es capaz de pensar en París y desaparece sin decir a dónde va. ¿Que no puede pensar en París? Pero si Descartes pensó allí y descubrió que existía… ¿qué te pasa?
- Nada, es sólo que creo que estás muy enamorado. Si es una mujer tan especial no la dejes escapar. A mí me ha pasado con alguien a quien conocí y aún me arrepiento.
- ¿A ti te pasó?
- Sí, pero ahora no hablamos de mí sino de ti.
- Quiero hablar de ti –ella hizo un gesto de no tocar el tema, pero él hizo otro para que le dejara seguir– para decir que cuando te conocí me pareciste un poco pesada, pero ahora que te conozco mejor creo que eres asombrosa. Te mereces encontrar a alguien.
- Sé que soy asombrosa. Una persona me dijo que yo represento el triunfo del pensamiento positivo sobre la mente racional.
- ¿Fue la misma a la que dejaste escapar?
- ¡Qué pesadito eres! No te lo voy a contar. De todas formas era una amiga. Una filósofa del amor y los hombres. Me dio el mejor consejo para la vida en general y el amor en particular.
- ¿Cúal es?
- "A veces hay que luchar por lo que uno quiere. Bueno, si es que realmente lo quiere."
- Es un buen consejo. Venga cuéntamelo…
- Tendrás que emborracharme mucho más para que confiese.
- No hay problema. ¡CAMARERO! –el camarero era Levis–. Otra ronda.
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Estoy dando un paseo por la playa, meditando sobre el desastre de anoche. ¡Fue la peor primera cita de mi vida!
La verdad es que sólo he tenido dos, así que no hay mucho para comparar.
Primero, la horrible actuación de Antoin (con lo bien que estuvo el día antes).
Luego llegamos al cine. Yo esperaba una peli de amor, aunque fuera antigua, pero ponían Rambo. Toda la saga. Creo que es una de las peores pelis de la historia, aunque los tíos miraban embobados como si estuviera Nicole Kidman desnuda.
¿Por qué a los hombres les gustan tantos las pelis bélicas? Las de acción, vale, sale Van Damme. Tienen fundamento. Pero las de Stallone, es que no lo entenderé jamás.
Pero no me desanimo. Las chicas de Friends han tenido peores primeras citas. Si ellas no se rindieron a la primera de cambio, yo no voy a ser menos.
Ahora voy a la habitación, a ver qué hace Antoin. No sé qué hizo anoche pero esta mañana no hubo manera de despertarle. Además apestaba a alcohol. Es que no lo puedo dejar solo ni un momento.
Llego a la habitación y… la maldición de Malfoy vuelve a hacer de las suyas.
- Estábamos ahí, subidos en el tren. Nos perseguía la mitad de la GESTAPO. Y por delante, la vía acababa en un precipicio sin fondo –¡Antoin le está contando una peli surrealista a un embobado Oliver¿Veis como no le puedo dejar solo?–. Entonces, el maquinista tuvo la feliz idea de girar el tren hacia la derecha fuera de la vía.
Eso es una tontería, los trenes no pueden girar fuera de la vía.
- Los trenes no pueden girar fuera de la vía –lo que yo decía.
- Ojalá alguien se lo hubiera dicho al maquinista –concluyó Antoin–. Hola, cariño –Vaya, parece que al fin se han percatado de mi presencia.
- Hola, Antoin me está contando anécdotas de su juventud. Tuvo una vida apasionante.
- Lo sé –a ver qué se ha inventado.
- No, tú me contaste lo de la cárcel, Botswana y la KGB. Pero no hablaste de su época como asesor del presidente francés, ni de cómo liberó a Madonna de unos sacerdotes psicópatas que querían quemarla por hereje, ni de cuando salvó al tigre blanco de unos furtivos malvados, ni de cómo evitó que una liebre fuera reina de Inglaterra
- Sí, siempre se me olvidan estas cosas. Me voy a tomar algo ¿venís?
- No –dice Antoin–¿pero me traes una cerveza?
- Yo quiero otra –dice Oliver–. ¿Puede acabarme de contar lo del doctor Sevarius de anoche?
- Pues claro que puedo.
- Mejor me largo. Tengo que traer dos cervezas. No me hacen ni puto caso, y encima de camarera.
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- Sé lo que estás haciendo –anunció Hermione, entrando como una furia en la habitación.
- Yo también sé lo que hago. Estoy acabando el libro.
- No me refiero a eso –si las miradas fulminaran, Antoin hubiera sido destruido hasta la última célula.
- Espera un momento, que me faltan 4 líneas. ¡Ya está! Este libro es una maravilla.
- ¿Te has leído "La comunidad del Anillo" en menos de una semana?
- Sí. ¿Tú crees que Frodo y Sam están liados?
- Pues ahora que lo dices… ¡NO CAMBIES DE TEMA! Sé lo que estás haciendo con Oliver.
- ¿Qué estoy haciendo? –la verdad es que no sabía de lo que hablaba la chica.
- Estás acaparando la relación. Antes era tan romántico... Sólo hablaba de nosotros. Pero ahora sólo es "Antoin es un héroe, Antoin salvó las Minas del rey Salomón, Antoin mató al tirano de Burundi con un tenedor"… Por cierto. ¿Dónde está Burundi? Da igual. El caso es que le estás acomplejando. No puede competir con la leyenda que estás creando, por lo que los vas alejando de mí, ya que piensa que no es rival para ti. ¿Te das cuenta¡TE ESTÁS COMPORTANDO COMO UN PADRE! –concluyó la joven, escandalizada.
- Vaya, es cierto –se había dado cuenta. Era muy lista. Bueno, tenía a quien parecerse.
- No digas "vaya, es cierto". Di una solución.
- ¿Qué solución quieres?
- Una que le devuelva la seguridad en sí mismo. Tiene que haber algo que tú hagas mal y él haga bien. ¡ESPERA! Lo tengo –sonrió nuestra loca protagonista triunfante.
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Al día siguiente comenzó el proyecto "devolver la autoestima a Oliver a costa de la humillación pública de Antoin". Al final, Hermione había caído en lo que se le daba mal a su padre y que se le daba bien a su Oliver (Cómo se lo apropia). Era el deporte.
Bueno, lo de Oliver no lo sabía fijo, pero dicen que si se te da bien un deporte, se te dan bien todos. Esperaba que fuera cierto.
Empezaron el día con un partido de Voleibol en la playa. Antoin contra la pareja más de moda desde Victoria & David. Oliver sacó. Antoin llegó a la pelota por los pelos, la devolvió y se tragó el poste. Estuvo inconsciente 5 minutos. Cuando se recuperó, anunció que no pasaba nada. Fue peor cuando Janet Jackson se empeñó en tocarle una melodía al oboe. La chica tocaba fatal.
Luego desayunaron algo, le pusieron hielo a Antoin en la cabeza y se fueron a jugar a la petanca. Ese juego se le dio mejor a Antoin. Bueno, si no se tiene en cuenta que las bolas iban hacia atrás en vez de hacia delante, que es donde debían ir. En una baza, la bola acabó en el Martini de Misi, pero ella no se molestó.
Después tomaron un picnic en la playa y jugaron al fútbol. Resultó que Oliver, pese a no haber jugado nunca, combinaba la precisión de Zidane y la potencia de Roberto Carlos (lo cual impresionó a Antoin) con el atractivo sexual de David Beckhan (lo cual encantó a Hermione.) (NA: Perdonad si estoy pesada con los jugadores del Madrid, pero es que está jugando ahora mismo.)
Por último, y para rematar, jugaron al mini golf. Fue ahí donde Antoin hizo el mayor ridículo. Fue a darle a la pelota… y se le escapó el palo. El palo voló, voló, voló, voló y aterrizó en la cabeza de Vernon Dursley. Hermione no perdió la oportunidad y les sacó una foto.
La cosa no quedó ahí. En algún momento, Antoin le dio a la bola (bien), pero ésta rebotó contra el obstáculo y golpeó a Britnie, que andaba por ahí cotilleando en el cardado. Llevaba un peinado a lo Marge Simpson y se le quedó con la raya en medio. Literalmente.
Luego se fue a agachar para coger la bola y se le rajó el bañador, quedando con el trasero al aire. Después de eso se tuvo que retirar porque todo el mundo le miraba mal. ¿Cómo no iban a mirarle mal si era un corruptor de menores, con tendencia a travestirse de Isabel Pantoja y exhibicionista? El señor Oldman ya se lo imaginaba por ahí con melenas, fumando hierba y desabrochándose la gabardina para mostrar sus "carencias" a inocentes jovencitas.
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Cuando Antoin llegó a la habitación se duchó, se vistió y se puso un poco mas de hielo en el chichón. Luego llamó a Mónica para disculparse. La conversación que mantuvo con Misi le había abierto los ojos. La cosa se reducía a algo muy simple: él quería a Mónica, lucharía por ella.
Como siempre, su novia no estaba en casa, así que dejó un mensaje:
- Hola, cariño. Quería disculparme por lo de la otra noche, es que tuve un día horrible… Resulta que mi Hermi se ha enamorao. Crecen tan rápido. El chico es majo. Cada vez que lo veo me dan ganas de retorcerle el cuello… pero es un buen chico. Me gustaría hablar contigo. Te quiero y quiero arreglar lo nuestro. Espero poder hablar contigo. Un beso, amor"
- ¡Antoin!- gritó Mónica cogiendo el teléfono. Pero era tarde, ya había colgado. Además, no podía llamarle porque cuando se fue estaba tan enfadada con él que rompió el teléfono del hotel. Por fin el hombre estaba entrando en razón. Aunque… no podía ceder. O le pedía matrimonio o no le volvería a hablar.
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Mientras tanto, Oliver había ido a por dos escobas y enseñaba a Hermione a jugar al Quidditch. Ella ya le había informado de su pésima puntería, pero él le dijo que eso no era cierto.
- ¿No eres la mejor de tu curso en encantamientos? –argumentó él.
- Sí –dijo ella un poco insegura.
- Pues los encantamientos consisten en puntería y concentración. Igual que el Quidditch.
La chica lo pensó un momento y luego accedió con una condición:
- Vale, pero si te golpeo por accidente no me demandes.
- Ok (NA: igual la demando yo)
Y empezaron a jugar. Resultó que a la chica no se le daba bien, pero era polifacética. Se le daba igual de mal hacer de guardián, de cazadora y de buscadora.
Bueno, lo que se le daba bastante mejor era de golpeadora, aunque la chica no estaba para entrar en la liga profesional.
- Vaya. No pensé que a una chica se la diera tan bien lo de golpear –estaban sobre las escobas, en el aire–. Normalmente se os da mejor ser cazadoras o buscadoras.
- ¿Quieres saber cuál es mi secreto?
- Quiero saber todos tus secretos. Empezando por este.
- Le pongo la cara de Snape o Malfoy a la Bludger, así le pego con más saña.
- Eso explica por que les das tan fuerte pero sin ningún control. Si canalizaras más tu puntería te saldría mejor.
- Lo intentaré. Pero no prometo nada.
- Es cuestión de entrenamiento –se habían ido acercando y ahora estaban uno frente al otro, a medio metro escaso, y disminuyendo.
- Ya –ahora los dos se miraban a los ojos intensamente. La joven apartó la mirada y observó cómo se ponía el sol sobre el mar Caribe–. No puedo creer que dentro de tres días me vaya.
- Sí, esto no va a ser lo mismo sin ti, o sea, sin vosotros.
- ¿A quién extrañaras más, a mí o a Antoin? –la chica llevaba una sonrisa traviesa.
- Está claro: a Antoin –contestó Oli respondiendo a la sonrisa.
- Lo sabía –ella habló sin asomo de enfado en la voz. Volvieron a embobarse mirándose.
- Deberíamos bajar. ¿Podrás? –la chica había demostrado tener serios problemas para aterrizar.
- Mejor me ayudas a bajar o lo haré estilo Neville –el estilo Neville consiste en tirarse de cabeza de la escoba, romperte un brazo e ir directo a la enfermería.
- No, ya te ayudo. Agárrate a mi cintura. Así.
Mientras ella le agarraba de la cintura, él hizo lo propio, y empezaron a descender, girando, sin apartar los ojos el uno del otro. Como en un vals. Finalmente llegaron al suelo y se quedaron un rato el uno perdido en los ojos de la otra y viceversa.
- Ya estamos en el suelo –dijo él innecesariamente.
- Sí.
Como obedeciendo a una señal inaudible para todos salvo para los dos, se abrazaron de forma que entre sus cuerpos no hubiera pasado ni un billete de 5Є, empezaron a acercar las caras, cerraron los ojos, sus labios ya se estaban casi rozando cuando…
- ¡ES ÉL! –gritó ella. Se liberó del abrazo y corrió hasta la piscina. Oliver fue detrás, preocupado. Según se acercaban se podía escuchar una música dulcisima procedente de un piano. El virtuoso que conseguía que el instrumento produjera esa melodía era… ANTOIN.
- ¿También toca el piano? –dijo Oliver, de nuevo con la moral por los suelos.
- Sí –dijo ella–, aunque los ballets de Tchaikovski no son su especialidad.
- ¿Cómo? –la verdad es que como buen mago de sangre limpia que no tomó Estudios Muggles, no sabía que era un ballet y el nombre de Tchaikovski le sonaba al nuevo perfume de Mago Rabane.
- Sí, su especialidad es "para Elisa". Cuando era pequeña me sentaba con él al piano, me apoyaba en su hombro y me quedaba dormida –Hermione estaba tan concentrada escuchando a Antoin que no era consciente de que, por primera vez desde que empezó esta historia, estaba siendo 100 por cien sincera. La consecuencia era que lo que estaba diciendo no tenía ningún sentido para alguien que no supiera que aquel hombre era su padre. En ese momento él acabó la pieza y ella se unió al aplauso general–. Deberías oírle tocar a Chopin, es su favorito… ¿Oliver? –el chico había desaparecido.
La joven se encogió de hombros y se fue a la primera fila, junto a Misi.
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Antoin estuvo tocando el piano hasta la una. El pianista cosechó un gran éxito. Pese a la espantosa opinión que todo el mundo tenía de él, todos reconocieron que tocaba muy bien el piano. (NA: juro por el disco duro de mi PC, que no hay nada sexual en esa frase.)
Total, que como siempre, llegaron a la habitación a las mil y media. Según entraron, agotados por el día tan intenso que habían tenido, Antoin pisó algo que había en el suelo y patinó sobre ello hasta el baño, donde fue frenado por el bidé.
- ¿Estás bieeeen? –bostezó la joven.
- Sí. Tu ropa sucia ha mitigado la caída.
- No es ropa sucia –la joven se ofendió–, está limpia. Es la ropa que me he probado esta mañana hasta que me he decidido por una, no he tenido tiempo de recogerla. ¿Con qué has resbalado?
- Con esto. Parece una carta. Es una carta de Oliver.
- Dámela –a la joven se le pasó el sueño.
- Vale, pero lee en voz alta.
- Vale.
"Querida Hermione: Creo que no debemos vernos más. Esta noche, cuando Antoin tocaba el piano, he visto cómo le mirabas… me he dado cuenta de que es a él a quien quieres y he decidido no interponerme entre vosotros. Adiós. Oliver."
- Vaya, lo siento, querida –falso embustero. Hasta yo he notado que se alegra.
- Espera, hay una posdata. "Cuando Antoin se muera podemos volver a vernos" ¡Qué idea se me acaba de ocurrir!
- ¡No pienso morirme!
- NO ERA ESO –al ver la mirada de Antoin, añadió–. Vale, sí lo era. Pero tampoco te costaría tanto ¿no? Sólo tendrías que estar un par de horas en el ataúd. Puede que fingiéramos enterrarte.
- Claro, sería genial ser enterrado vivo.
- Sólo te fijas en lo negativo. Te serviría para ver quien te aprecia realmente.
- No hace falta, ya noto que mi hija no está entre esas personas.
- No es eso. Sí que te aprecio. Paris lo...
- No, esta vez no te servirá lo de "Paris lo haría". Voy a proponerte una idea loca e innovadora¡dile la verdad!
- No puedo, pensará que soy una mentirosa y me odiará.
- Cariño, eres una mentirosa y aún así te quiero –al ver que ella hacía pucheritos agregó– No voy a morirme y se acabó.
- Vale –se fue a la habitación y trajo una almohada y unas sábanas–. Hoy vuelves a dormir en el sofá.
Las últimas noches le había dejado una de las dos camas.
- Me parece estupendo.
- Y para que lo sepas, ANTOIN, en este momento no eres mi ídolo.
- Para que lo sepas, tú tampoco.
- ¿Me lo dices o me lo cuentas? –la joven se fue a la habitación.
Hubiera cerrado la puerta de un golpe tan fuerte que hubiera despertado a todo el continente americano de norte a sur, pero por fortuna para todos, la puerta era corredera.
Se tumbó en la cama sin quitarse la ropa y se puso a pensar por qué le pasaban a ella aquellas cosas, con lo buena, inocente y sincera que era ella.
Bueno, y así acaba este capítulo. Qué insensible Antoin, no dejar que su hija le entierre vivo para que ella pueda salir con un chico. (o)
Espero que os hay gustado y que no renunciéis a dejarme RR, porque ya que para contestarlos estoy haciendo algo que va contra mi religión, que establece el lugar donde se deben contestar los RR, (en el nuevo capi) y cuándo (antes del mismo) no me dejéis en la estacada... ¿Vale? (Carla os mira suplicante) Venga, va. Que estoy actualizando puntualmente dos capis a la semana, creo que me lo merezco...
Además, que si luego hay pocos RR y yo me pongo en plan: "si no hay RR no actualizo" no me gusta nada. Vosotras me llamáis chantajista, yo me siento como McGonagall... No mola, en resumen, que no paréis de dejarme RR.
Ah, casi se me olvida. En el capítulo 6, aparecen nombrados dos personajes de otro de mis ficts. Uno es Misi y el otro... Lo tenéis que adivinar. Si lo conseguís, ganaréis una camiseta con la inscripción "he leído demasiados ficts de Carla Grey".
¿Os dais cuenta de lo que hago con tal de que me dejéis RR?
Besazos.
Carla Grey.
Orgullosa Lupina. MOS. Hermana de Mya, Paula & Maru Malfoy. Tía de Azi Black. Paciente de Serenity. Hija política de Veronika. Emperatriz consorte de Alonning. Ahijada del hada madrina Noriko. Prima de Miss Molko e Inna. Miembro de las 15 de Mey. Amiga por correspondencia de una miembro de LODF. Pariente de Anvy Snape. Casi pariente de Libertad, la amiga de Mafalda. Chica del espejo de lujuria de Dreaming. Hermana Escorpio de Moony Gabriela. Musa de Mika Granger.
