Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling, es pura y exclusivamente suyo. Lo demás, es totalmente inventado. La mayoría de los diálogos de este capitulo, inspirados en "El beso de la mujer araña" y "Maldición eterna a quien lea estas páginas", novelas de Manuel Puig. Sin fines de lucro.

Capitulo 13

-Creo... - un profundo suspiro la interrumpió. –Creo que te has acostado con Hermione la noche de The Hacienda.- declaró.

-¿Qué?.- soltó Harry en forma automática.

-¿Lo hiciste?.- preguntó Ginny, poniendo las manos en las caderas, un gesto duro e impasible en su rostro.

-Por supuesto que no.- negó rotundamente, antes de siquiera pensarlo. No sabía por qué cometía la estupidez de seguir mintiéndole, pero las palabras habían brotado de su boca en forma catártica.

-¿Ah, no?.- replicó ella, aún descreída. –Entonces será interesante explicar qué es lo que hace su ropa aquí¿no es cierto?.-

-No lo sé, Ginny. Supongo que quedó aquí desde esa noche, que vinimos a dormir aquí.- No estaba pensando. Seguía respondiendo como si fuera otra persona, como si el verdadero Harry hubiera quedado puertas afuera.

Realmente no quería mentirle, pero estaba seguro de que si confesaba la perdería para siempre y eso era lo último que deseaba. La amaba más que a nadie en el mundo y no sabía cómo podría hacer para sobrevivir sin ella.

Por otra parte, estaba su propia reacción. Ginny no tomaría nada bien lo que había sucedido entre Harry y Hermione, y él no quería ser el causante de ese dolor. No soportaba verla sufrir, a pesar de que sabía que lo hacía aunque fuera silenciosamente.

-No te creo.- refutó ella, al fin.

Más allá de que tenía razón, esas palabras lo hirieron más que nada. Ya no confiaba en él; sus palabras ya no tenían valor para ella.

-Cree lo que quieras.- escupió antes de salir y cerrar la entrada del departamento de un portazo.

°°°°°

Caminó más de media hora sin rumbo, hasta que un gran parque apareció frente a sus ojos. Levantó por fin la vista de sus pies y notó que, inconscientemente, se había dirigido al Hyde Park.

Tomó un camino que se internaba en lo profundo de la arboleda y caminó. Unos minutos después, se topó con el banco verde que siempre lo servía de psicólogo en etapas de confusión.

Se sentó y dejó que la brisa nocturna, una de las últimas que suponía habría en el verano, le diera de lleno en la cara.

Sin que se diera cuenta, su cerebro comenzó a trabajar. En adelante, debería elegir entre dos opciones extremas: la primera de ellas, confesar por fin. Sabía que la perdería, que ella lo odiaría por siempre. Sin embargo, estaba completamente seguro de que terminaría de una vez por todas con su sufrimiento y desengaño, al igual que con el propio.

La segunda de ellas, continuar con la mentira. Podía volver a casa y empeñarse en su versión hasta que ella la creyera. Sabía que finalmente lo haría pero¿era lo correcto?. De esa manera, ella no sufriría a pesar de que él se sentiría la persona más culpable del mundo. Al menos no la perdería. Después de todo, las acciones podían olvidarse si no habían dejado consecuencias. Él podía olvidar. Él podía vivir con eso si la tenía a su lado.

-No seas egoísta, cretino.- susurró inconscientemente, al aire.

Lo sabía. Eso era lo que iba mal en su planteo. No podía seguir engañándola de aquella descarada manera, al menos en nombre de todo el amor que le tenía.

Sabía que debía confesar y buscar un perdón que tal vez (más que seguro) jamás conseguiría, por más duro que resultara aceptarlo. Sabía que era lo correcto, que era lo que menos daño ocasionaría, aunque no lo pareciera en ese momento. Ginny tendría la posibilidad de decidir. De elegir quedarse con él o buscar alguien que la amara y no la hiciera sufrir.

La decisión estaba completamente tomada. Confesaría, pasara lo que pasara. Por más que doliera. Por más que sufriera.

-Hey.- dijo una tímida y conocida voz a su lado. Ginny estaba parada a un costado del banco, las manos en los bolsillos y gesto cansado. Le sonrió en una forma extraña, casi arrepentida. Se sentó junto a él. –Sabía que te encontraría aquí.- comentó en un tono bajo, jugando con una piedra entre sus pies.

Ninguno de los dos dijo nada, como si ambos estuvieran esperando que el otro hablara primero.

-Ginny.-

-Harry.- apelaron al mismo tiempo. Él calló, cediendo la palabra y ella prosiguió. –Me gustaría que me disculparas por lo de hace un rato. Yo... yo... no sé en qué estaba pensando. Quiero decir¿tú y Hermione, juntos?.- soltó una ínfima risa.

-Ginny... - quiso empezar, pero ella lo cortó rápidamente.

-Realmente, no sé en qué estaba pensando. No puedo creer que haya desconfiado de ti y de Hermione, sobre todo. Ella es mi mejor amiga y sé perfectamente que no hubiera hecho algo así en toda su vida. Y tampoco tú¿no es cierto?.- lo miró. En la mitad de la noche, sus verdes miradas se encontraron y él hizo lo posible porque la suya no lo delatara antes de tiempo.

-No.- negó, sin saber porqué. ¿Dónde había quedado todo lo que había decidido minutos atrás?. ¿Dónde había ido el Harry que había decidido hacer lo mejor para ella?.

Ginny dejó su cabeza apoyarse en el hombro derecho de él y respiró suavemente en su cuello.

-¿Puedes perdonarme, Harry?.- preguntó en un susurro.

Pasaron unos segundos, y él no dijo nada. ¿Perdonarla?. ¿Porqué?. ¿Tenía aquella petición sentido alguno?. ¿Tenia sentido que ella le estuviera pidiendo disculpas por algo que él había hecho?

La chica levantó la cabeza luego de esperar por una respuesta que no obtuvo. Lo miró a los ojos de nuevo y se le acercó lentamente, hasta que sus rostros estuvieron a la menor distancia posible.

-Te amo.- dijo, y luego le dio un corto beso en la mejilla. Con el pulgar derecho, la acarició delicadamente. –Te amo.- repitió, observándolo intensamente. –No puedo imaginar mi vida sin ti, ahora que te conozco como más que a un amigo. Te amo, y lo haré por el resto de mis días. Por favor, perdóname por ser tan estúpida. Perdona mi inseguridad, Harry. Por favor, perdóname.-

-No tengo que perdonarte nada.- intervino él por fin. –Tú no has hecho nada mal. Ése he sido yo.-

-¿De qué hablas?.-

Un pánico terrible lo invadió. ¿Estaba listo para el enfrentamiento?. ¿Estaba listo para confesar?. ¿Estaba listo para perderla?.

-Nada. No me hagas caso.- respondió, al tiempo que pasaba su brazo por su espalda y rodeaba la cintura de ella con él, acercándola más a su cuerpo, tratando de mantener la compostura. –Disculpa que me haya ido así. Sé que no te gusta.-

-No importa.-

Se quedaron callados unos minutos, hasta que Ginny preguntó si podían volver a casa, ya que comenzaba a hacer un calor agobiante. Harry respondió levantándose del banco, tomándola por la mano y comenzando a caminar con ella por el sendero que había recorrido en soledad unos veinte minutos antes.

°°°°°

Al día siguiente, Ron despertó en su departamento con las palabras que su madre le había dicho la noche anterior grabadas a fuego en su cerebro.

Ahora que tenía un incentivo externo que le confiaba que lo que estaba por hacer era lo correcto, estaba decidido a poner el pie en el acelerador con respecto a la extraña relación que mantenía con Hermione.

Eran amigos desde hacía más de 10 años, pero los dos sabían que merecían (y debían) ser más que eso. Él lo había notado tardíamente en su cuarto año, al notarse celoso por las nuevas compañías de su amiga; pero ella (más perceptiva para ese tipo de cosas, como él mismo solía decir) debía de haberlo notado antes incluso.

Eso no era algo normal, pero Ron pensaba que, al contrario de lo que debía ser por pertenecer a Gryffindor, no era la valentía lo que los movilizaba, sino la cobardía (o por lo menos en cuestiones amorosas). De otra forma, era inexplicable que hubieran pasado cerca de 8 años sin un acercamiento más atrevido que algún que otro abrazo un poco más que cariñoso.

Pensando en toda aquella absurda cuestión, Ron se levantó y tomó una reconfortante ducha, para luego preparar un potentoso desayuno al buen estilo Weasley y devorarlo en menos de diez minutos.

°°°°°

Al día siguiente, Ginny despertó (a causa del incansable sonido el teléfono móvil sonando) en los brazos cálidos y protectores de Harry. Sonrió un momento, recordando la noche anterior, y luego se levantó con cuidado, para no despertarlo.

Caminó hasta el escritorio en la esquina derecha de la habitación, tomó el negro aparato que no dejaba de taladrar el apacible silencio del ambiente con su desagradable timbreo y atendió.

-¿Hola?-

-¿Ginny?. ¿Cómo estás?.-

-Hola, Draco. Bien¿tú?.-

-Bien... Escucha, te llamo porque me voy esta tarde.-

-¡No!. ¿Cómo?.-

-Se terminaron mis quince días.-

-Oh, no puedo creerlo. ¿Es absolutamente necesario que te vayas?.-

-Ajá. No puedo pedir más días. Ya lo intenté.-

-¿Y qué dijeron?.-

-Que no, por supuesto.-

-...-

-...-

-¿Cómo te vas?.-

-El jet de la compañía.-

-¿Y desde dónde?.-

-El helipuerto.-

-¿A qué hora?.-

-A las seis.-

-¿Puedo acompañarte?.- preguntó, al tiempo que anotaba Helipuerto, a las 18:00 en un papelito cuadrado.

-Sólo si quieres.-

-A las cinco estoy en el hotel, entonces.-

-Bien.-

-Nos vemos. Adiós.-

-Adiós.-

-¿A quién encontrarás en un hotel?.- susurró la voz de Harry seductoramente a su oído, al tiempo que sus manos la rodeaban por la cintura posesivamente.

Ella no pudo evitar una inmediata sonrisa de eterno placer. Quebró el brazo hacia atrás y acarició el costado de su rostro con la mano, mientras él la presionaba más contra sí y le recorría en forma hambrienta el cuello con los labios.

-¿Quién?.- volvió a preguntar él, regresando a su mejilla acaloradamente, tomando una bocanada de aire.

Ginny no respondió. Sabía que arruinaría el momento si lo hacía y eso era lo que menos quería. Pero se vio obligada a hacerlo cuando Harry detuvo su dedicada y apasionada labor y la hizo girarse hacia él.

-¿Con quién hablabas?.-

Ella levantó su otro brazo y posó sus dos manos sobre el rostro de él. Lo miró un instante y apoyó el mentón en su hombro izquierdo.

-¿Gin?.-

-Draco.- dijo ella al fin, volviendo a mirarlo directamente a los ojos. –Estaba hablando con Draco.-

Tal y como ella creía que lo haría, el muchacho se limitó a alejarla de él y darle la espalda, caminando hacia la puerta del cuarto.

-Harry... - llamó ella, cierta cuota de cansancio en su voz. Él sólo siguió su camino hacia el pasillo, sin prestarla atención alguna. Ella caminó tras él.

-Harry.- repitió, esta vez una clara nota de impaciencia evidenciándose. –Harry¿puedes...?-

-¿Por qué sigues hablando con él?.- preguntó, deteniéndose y girándose hacia ella. Estaban en la mitad del pasillo.

-Porque es mi amigo, Harry.- respondió ella, levantando las manos hasta la altura de sus hombros y abriéndolas, separando mucho los dedos. -¿Cuántas veces debo decírtelo para que lo comprendas?.-

-¿Es que no llegas a comprenderlo?. No entiendes lo que pretendo decirte con todo esto.- empezó él, tomándose la frente con una mano extendida por un momento. –Es imposible que este tipo haya cambiado tanto de un día para el otro. ¿Es que no puedas llegar a verlo?. ¿No puedes apreciar que sus intenciones no pueden ni podrán nunca ser buenas?.-

-¿Porqué dices eso?. ¿Es que acaso no sé juzgar a las personas?.-

-No. No sabes juzgar a Malfoy, Ginny.-

Ella calló un momento, tratando de tragarse el coraje que le pedía que le diera una terrible cachetada al inepto que estaba delante de ella.

-Tú no entiendes.-

-¿Qué es lo que no entiendo?. Me gustaría que me le expliques, si es que no es mucha molestia.-

-Te odio cuando eres así de terco. Cuando no puedes ver más allá de tus narices y cuando sólo lo que tú piensas o dices está bien. Cuando tú eres el mejor y no existe un lugar para los demás; cuando todos los demás están equivocados.-

-Eso nunca sucede.-

-Sucede más a menudo de lo que piensas.-

-¿Crees que estoy equivocado?. ¿Crees que Malfoy es una persona de bien?. ¿Crees que el maldito bastardo que perseguía a Voldemort por todos lados como humilde servidor, tal como su patético padre, pasó a ser el apacible gerente de una agencia de seguridad de un año para el otro, sin más explicación?.-

-Tú no sabes lo que lo hizo cambiar de esa forma. Si lo supieras, no estarías hablando así de él en este preciso momento.-

-A ver. Cuéntame la historia del pobre y desamparado Draco Malfoy.-

-Él estaba enamorado de una muchacha que murió en el ataque de Voldemort al Callejón Diagon hace cinco años.-

-¿Qué?.-

-Eso. Después de su muerte, Draco entendió que la doctrina que veneraba, y estaba obligado a venerar, desde niño no tenía sentido alguno. Que gente inocente como ella, que no tenía nada que ver con nada, moría todos los días a causa de un insano que no podía controlar sus ansias de poder.-

-Yo... - balbuceó. Se había quedado sin palabras. –Yo... - Harry se apoyó contra la pared, incrédulo.

-No digas nada.- ordenó Ginny, mirándolo ahora con reproche. –Tú no lo sabías. Pero¡claro!. Era más fácil desconfiar de él; ser la víctima.-

-Ginny, no digas eso.- se defendió. –Yo no sabía lo que le había sucedido y tú no me lo habías dicho tampoco.-

-Porque tú no tenías ganas de escuchar, Harry. Por eso no te lo había dicho.- Pausó un momento. –Se va a México esta tarde. Voy a ir a despedirme de él.-

-Creo... creo que es necesario que vayas. Si es tu amigo y es importante para ti, creo que es lo mejor. –

-Bien.-

Luego, Ginny volvió al cuarto, buscó en el armario una muda de ropa nueva, para luego ingresar en el baño y tomar una ducha. Salió veinte minutos más tarde y se secó el cabello con una toalla limpia.

Harry entró en el cuarto trayendo con él una bandeja que sostenía un desayuno para los dos. La dejó sobre el escritorio y caminó hasta Ginny.

Se paró frente a ella y la miró como si le estuviera pidiendo disculpas.

-Perdón.- empezó. –Perdona todo, Gin.- agregó, envolviéndola en un abrazo que ella no respondió en un principio. Luego, correspondió rendida.

°°°°°

A las cinco y media, Ginny y Draco iban camino al helipuerto de Londres en un taxi. Faltaba poco para llegar.

-¿Cómo lograste que Potter te dejara venir?.-

-Primero, no necesito que él me deje hacer nada. Y segundo, tuve una fuerte discusión con él, de la que te agradecería no hablemos.-

-Bien, su no quieres no lo haremos... -

-No confía en ti y no lo hará, pero le conté lo que sucedió con Catherine.-

-¿Por qué hiciste eso?.-

-Porque estaba harta de que te atacara sin fundamentos.-

-Pero yo no quería que él supiera eso, Ginny.-

-Sé que no querías que nadie lo supiera, pero de todas maneras no es algo que debas ocultar. Es lo que cambió tu vida¿o no?.-

Callaron un momento.

-Ahora él sabe cómo sucedieron las cosas y porqué. Ahora podrá juzgarte por lo que eres y no por lo que él piensa que eres.-

-No me interesa en lo más mínimo que lo haga.-

-Pero a mi sí. Estaba cansada de escucharlo atacarte, Draco.-

-Bueno. Gracias, supongo.-

El resto del camino, lo hicieron en silencio. Llegaron al helipuerto cerca de seis menos cuarto de la tarde. El piloto ya encendía el motor en el centro de la pista.

Draco rodeó el taxi que los había llevado hasta allí y sacó el baúl sus dos valijas negras. Estiró las manijas y le pagó al conductor, que salió rápidamente del recinto.

Ginny y él caminaron hasta una distancia prudente del círculo marcado con pintura colorada en el suelo, que delimitaba la zona de aterrizaje. Un hombre le gritó al rubio que debían salir lo antes posible.

-Bueno, creo que ya debo irme.-

-Promete que escribirás.-

-Sí, lo prometo. Tú promete que te cuidarás de Potter.-

-¿Cómo?. ¿De qué tendría que cuidarme?.-

-De que no te haga nada. De que no te lastime.-

-Harry no me lastimará, Draco. Eso es lo único que sé certeramente a estas alturas.-

-Si tú lo dices... -

-...-

-Bien, ya me voy. Adiós, Gin.-

-Adiós. Cuídate.-

°°°°°

Escuchó el timbre y caminó hasta la puerta para abrirla. Detrás, encontró a Ginny.

-Hola, Gin.- saludó. –Pasa.-

-Hola, Mione. ¿Cómo estás?.-

-Bien¿tú?.-

-Un poco triste. Draco acaba de irse.-

-¿Dónde?.-

-México. Vive ahí desde hace algunos años.- Se sentaron en sillones individuales enfrentados. -¿Qué es de tu vida?. No hemos hablado mucho últimamente.-

-Sí, es cierto. Mi vida... mi vida sigue igual que siempre.-

Callaron un momento.

-Vine porque quiero que me ayudes a hacer algo para Harry el domingo.-

-¿Sí?.-

-Ajá. Él ha dicho que no quiere nada, pero no pienso dejarlo sin festejo.- pausó un momento. -¿Puedo usar tu baño?.-

-Sí, por supuesto.-

Ginny se levantó del sillón y caminó por el pasillo hasta la puerta del fondo. Dentro, se lavó las manos. Levantó la vista en busca de una toalla con la que pudiera secarse y vio sobre el estante de vidrio frente a ella una caja largada, abierta y aparentemente vacía.

Con curiosidad, la tomó entre sus dedos mojados y la giró para leer el frente. Recordaba hacerla visto en una publicidad muggle en la televisión.

¿Hermione estaba...? No, era imposible. Debería de habérselo contado. Era su mejor amiga, después de todo.

Salió del baño con la cajita entre sus manos y caminó hasta la sala otra vez.

-Hermione.- llamó, mirando todavía las letras negras con el entrecejo fruncido.

-¿Si?.- respondió la aludida, desde la cocina.

Ginny caminó hasta allí. -¿Estás embarazada?.- preguntó, extendiendo el brazo hacia abajo, de forma que la blanca caja quedó fuera de su campo visual.

-¿Qué?.- exclamó Hermione, recordando súbitamente la prueba de la noche anterior. Ginny debía de haber encontrado la caja en el baño, que ella misma ahora recordaba había dejado olvidada allí.

-Esto estaba en el baño.- explicó Ginny, levantando la caja de la discordia y mostrándosela a Hermione. Bingo.

-Oh, eso.- intentó sonar despreocupada. Se rió nerviosamente. –Es de Marianne, mi compañera del trabajo¿recuerdas?. Vino ayer a hacer la prueba aquí, porque no quería estar sola.- nunca había pensado tan rápidamente una excusa tan convincente.

-Oh...- soltó Ginny. Había creído la historia. -¿Estaba?.-

-No, era una falsa alarma. Tal vez tanto stress había provocado su atraso, nada más que eso.-

-¿Cómo estaba ella?.-

-Extraña. Por un lado, quería al bebé en cierto punto, pero no estaba lista para él. Además, no eran las mejores condiciones que digamos.-

-¿Porqué?.-

-¿Qué es lo que quieres hacer para Harry?. ¿Algo informal o más bien organizado?.- preguntó de pronto, cambiando olímpicamente de tema.

-Verás, quisiera... - Ginny hablaba entusiasmada, pero Hermione ya no escuchaba.

°°°°°

-No debiste hacer esto, Gin.- reprochaba Harry, aunque en realidad le agradecía aquel gesto. Estaban levantando los últimos resabios de la fiesta sorpresa que ella había organizado para él.

-¿Porqué no?. Es mi forma de decirte lo mucho que me importas.- justificó ella, dejando los platos que llevaba en sus manos sobre la mesada y aferrándose al cuello de él con sus brazos.

Él la miró un momento y pasó una de sus manos por su cabello, la otra instalada en su cintura. Suspiró.

-Ginny, hay algo que necesito decirte.- empezó, con pesar. Había alargado demasiado el plazo y necesitaba hacerlo. No soportaba más el peso de estar mintiéndole todo el tiempo, de estar engañándola de aquel nefasto modo.

-Shhh...- calló ella, poniendo su dedo índice derecho sobre sus labios. –No es momento para hablar, Harry. Feliz cumpleaños.- susurró. Después de eso, lo besó dulce y lentamente. Luego, sus movimientos se volvieron más sugestivos y él simplemente perdió la cabeza. Le era completamente imposible no hacerlo.

°°°°°

Despertó con su pecho subiendo y bajando suavemente al compás de su respiración bajo ella. Se movió lentamente, reticente a terminar de despertar. Una sonrisa inconsciente se dibujó en su rostro.

-Buen día.- sintió en voz grave y adormilada decir a Harry.

-Buen día.- contestó ella, recorriendo su pecho con un dedo.

Estuvieron así unos diez minutos. Ninguno de los dos quería moverse y quebrar aquel cristalino momento.

-Me muero de hambre.- dijo ella, de pronto. –Iré por algo para desayunar¿si?.- se estiró y le dio un corto beso.

Se levantó, se vistió con lo primero que encontró y arregló medianamente su cabellera, que parecía la de alguien que había estado en el ojo de un huracán recientemente. Luego, salió a la calle.

Caminó directamente a la panadería y compró una variada docena de sus facturas preferidas y de las de Harry. En un almacén, evaluó los precios de las leches y se llevó un envase de una marca que estaba en uno intermedio.

Ya de camino de vuelta, pasó frente a un puesto de revistas mágico y vio que estaban haciendo un descargo de una importante orden de Corazón de Bruja. Se quedó a ver qué era o que podía producir tal demanda.

-¿Puedo verla?.- consultó a la vendedora, que leía ávidamente un ejemplar.

-Claro, querida.- se lo extendió.

En la tapa, pudo ver una fotografía de Harry y Hermione besándose. La reconoció como una de la noche en que habían ido a The Hacienda, por la vestimenta de los dos. Ginny frunció la nariz al recordar el altercado que había tenido con Harry días atrás.

LA NOCHE MÁS CALIENTE, rezaba en letras escandalosamente amarillas el titular. Decidió llevarla a casa y reírse un poco con las payasadas que hubieran inventado esa vez.

-¿Puedo llevármela?.- preguntó, viendo que la vendedora ya acomodaba los ejemplares que le habían traído.

-Claro, querida.- repitió la mujer. Ginny le pagó la revista y caminó de vuelta a su edificio.

En el ascensor, hojeó el número. Además de más fotos de Harry y Hermione en The Hacienda, había un extensísimo texto en letras blancas. Más adelante, se veían unas fotografías de los dos durmiendo en una cama, que Ginny reconoció como absolutamente falsas: estaba completamente al tanto de que esa escena nunca había ocurrido y, por lo tanto, la única posibilidad que quedaba era que fueran trucos de montaje.

Se rió sola ante la hipocresía y amarillismo que representaba tal publicación.

Bajó del ascensor y entró en el departamento. Dejó la bolsa con sus compras en la cocina y se dirigió al cuarto otra vez. Harry aún dormía.

-Harry.- llamó, y se sentó a su lado, volviendo a hojear la revista –Despierta, cariño. Debes ver esto.-

-¿Qué?.- preguntó adormilado.

-Mira los montajes que han hecho. Son espléndidos. Hasta parecen reales.- le pasó la revista, mientras él se sentaba en la cama.

Harry tomó el ejemplar y lo abrió. Casi murió de un paro cardíaco al ver las fotos que mostraban a él y Hermione durmiendo. No eran montajes, como Ginny pensaba. Eran de la mañana siguiente a la noche que habían pasado juntos, en la misma cama en la que ahora estaban sentados.

Se quedó mirando las imágenes fijamente, incrédulo. ¿Cómo habían llegado ahí?. ¿Quién las había tomado?.

Ginny notó que no reaccionaba.

-¿Harry?.-

Él la miró intensamente, el más profundo de los arrepentimientos en sus ojos.

-¿Harry?.- repitió Ginny, comprendiendo. Sintió que el aire le faltaba y las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. -¿Son... son... son reales?.- preguntó, con voz entrecortada.

Él sólo cerró la revista y la arrojó a un lado. Se tomó la cabeza entre las manos, desesperado.

-Sí.-

°°°°°

Fe de erratas:

En el capitulo anterior: "Llamaron al mesero y pidieron su cuenta, que no ascendía a más de 10 euros. Pagaron y salieron del recinto. Se despidieron en la entrada.". En el Reino Unido no se usan los euros, a pesar de que el país pertenece a la Unión Europea. Pasa exactamente lo mismo en Dinamarca y Suecia.

En el capitulo corregido: "Llamaron al mesero y pidieron su cuenta, que no ascendía a más de 10 libras. Pagaron y salieron del recinto. Se despidieron en la entrada.".

Gracias a Ana Black por hacerme notar el error.

Ireth: Exactamente. Lo que hicieron Harry y Hermione ha sido bastante irresponsable, más allá de que tengan como excusa su avanzado estado de copas. Pero bueno... Te agradezco mucho tus palabras. Me alegra mucho que te guste la historia y espero que hayas disfrutado este capitulo. Adío!

Cornamenta: y sí, lo que pasa acá es como para volverse loco. Como decís, lo que pasa entre estos cuatro es demasiado, demasiado complicado. Se mezcla mucho el concepto de lo que es la amistad para ellos y hasta dónde llega su alcance como amigos. Eso es algo que no tienen demasiado claro, porque sino, Harry jamás debería haber aceptado ayudar a Hermione, o si?. Y si, los pequeños datos de las fotos correspondían a lo que pasó en el final de este capitulo. Según lo que considero que debe ser el pensamiento marketinero, si se mostraban imágenes de Harry y Ginny juntos, la edición de la revista no iba a ser convincente y, como la gente no come vidrio, nadie la iba a comprar. Te agradezco infinitamente tus reviews, tus alientos y tus reflexiones. Significan muchísimo para mí. Adío!

SpyWitch: Hola, Agus! Jaja. Pensé seriamente que fuera positivo, pero hubiera sido demasiado cliché, no? El hecho de que Hermione piense que está embarazada ya lo es y no quise estereotipar el caso tanto. Y muchísimas gracias! De verdad, aprecio mucho tu opinión acerca de esta historia. Besos!

Ana Black: Bueno, muchísimas gracias. Como verás, he corregido mi error y te agradezco mucho el habérmelo echo notar. Espero que hayas disfrutado este capitulo. Adío!

Catiis: Jaja. Me gustó esa expresión. Muchas gracias por tus comentarios. Espero que hayas disfrutado este capitulo. Adío!

Aseneth: Hola! Estabas desaparecida, jaja. Bueno, creo que este capitulo ha disipado tus dudas. Te agradezco mucho, mucho tus palabras. Espero que hayas disfrutado este capitulo. Adío!

YOGINNY: Que horror que se rompa la computadora... Me pasó más de una vez y es insoportable... me alegra mucho saber que te gusta la historia y espero que hayas disfrutado de este capitulo. (No puedo hacer acotaciones con respecto al caso Ron. Eso ya se verá... ) Gracias! Adío!

Solcis: Exactamente. Demasiado cliché. Gracias por tus comentarios. Espero que hayas disfrutado el capitulo. Adío!

Soffa: No, no mueras, por favor! Jaja. Muchas gracias por tus comentarios. Espero que hayas disfrutado el capitulo. Adío!

Janice: Bueno, me alegra mucho que te guste el fiction. Espero que este capitulo también lo haya hecho. Adío!

Finalmente no estaba prohibido el tema reviews...

Toda sugerencia, critica, tomatazo, ramo de flores (?) será recibido cordialmente en ese pequeño lugarcito que se llama review, al que pueden acceder con un simple click en GO. Ojalá hayan disfrutado el capitulo. Gracias a todos por seguir leyendo!

Unidos por su atención termina pronto, señores!

Adío!