CAPÍTULO 15

El mes de mayo estaba por finalizar. Y justo ese día, domingo veinte, era el cumpleaños de Hitomi Sakuragi Rukawa. Cumplía diecisiete años, y estaba muy feliz.

La madre de Tomoya le había obsequiado un lindo vestido que le encantó, y que justo estaba usando. Kaede le había mandado a tallar un nuevo escritorio de madera de cedro rojo que hacía perfecto juego con el resto del decorado de su habitación. Hanamichi, en su afán por hacerla sentir especial y colmarla de lujos, buscó un par de pendientes de oro que le parecieron perfectos para su pequeña, que empezaba a convertirse en una joven mujer hermosa y simpática.

Y, por supuesto, Tomoya, que la había sorprendido de madrugada con el hermoso reloj con la inscripción que tanto la había conmovido.

Por supuesto Youhei no se había quedado atrás, y había organizado una cena en un restaurante, con la presencia de Okusu, Noma y Takamiya, ofreciéndole así un regalo también a su amigo pelirrojo.

Sería casi la media noche cuando toda la familia llegó a casa.

Se descalzaron con algo de cansancio, y Hitomi fue la primera en dirigirse a su habitación, quedando rendida. Se durmió de inmediato.

Rukawa entró a la habitación de la chica al notar que su luz estaba encendida. La acomodó entre las sábanas de su cómoda cama. La arropó y depósito un beso sobre su frente. Pensó que Hitomi y Hanamichi eran lo mejor que tenía en la vida. Y que nada tendría sentido si alguno de ellos faltaba. Sintió una terrible opresión en el pecho cuando imaginó que a Hitomi pudiera pasarle algo malo. Y se hizo la promesa de hacer hasta lo imposible por protegerla de todo lo que pudiera hacerle daño.

—Siempre estaré cuidándote, hija —susurró, cerrando la puerta y saliendo con sumo cuidado para no perturbar el sueño de su joven hija.

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Entró a la casa despacio. Se descalzó con parsimonia y suspiró.

No le gustaba volver sola a casa. Y no porque se sintiera insegura, sino porque ya estaba muy acostumbrada a la compañía de Tomoya.

Pero esa tarde había tenido junta con el equipo, y a ella le había estado doliendo la cabeza durante todo el día.

Tomoya insistió en que él podría faltar, que no era tan importante, pero ella le dijo que se preocupara. Después de todo, la casa estaría vacía. Así ella podría descansar con toda la tranquilidad del mundo.

En cuanto dejó sus cosas junto a la puerta se recostó en el sofá más grande de la sala. Tenía hambre, pero no le gustaba comer sola. Así que esperaría a que alguien más llegara.

Sin lograr dormir, escuchó que alguien llamaba a la puerta. Miró el reloj: eran las cinco de la tarde. Sus padres llegarían pronto, pero estaba segura de que no eran ellos. Haruko seguramente estaba en casa del tío de Tomoya, haciéndole compañía a su cuñada que daría a luz en un par de meses. Y Tomoya estaría en la escuela hasta poco antes de las siete.

No pudo adivinar quién sería. Pero al abrir la puerta se topó con un enorme arreglo floral.

—¿Qué sucede? —se sorprendió. El arreglo era tan grande que cubría por completo la identidad de la persona que lo cargaba. Así que supuso que sería un mensajero.

—Entrega para la señorita Hitomi Rukawa.

La chica se sorprendió. ¿Quién demonios le enviaría rosas? De inmediato supuso que serían de parte de Tomoya, pero recién el chico le había dicho que no tenía dinero. Y además ya le había obsequiado el costoso reloj.

—¿De quién son? —preguntó ella sin atreverse a tocarlas.

—De un admirador.

La voz del hombre se le hizo familiar. Y entonces él bajó un poco las flores y descubrió el rostro.

—¿Señor Sato?

El hombre asintió con la cabeza y le sonrió a la chica. Pero esa sonrisa le inspiró algo de desconfianza.

—Hola, Hitomi.

—Bu-buenas tardes, señor…

—No seas tan reservada conmigo, Hitomi —dijo el hombre, y se introdujo a la residencia sin esperar invitación. En su paso casi empujó a Hitomi, cosa que molestó a la muchacha—. ¿Dónde las dejo? —preguntó, refiriéndose a las flores.

—Déjelas aquí —pidió la chica. Pero lo dijo con molestia en el tono.

—No podrás llevarlas adentro, Hitomi —replicó él—. Las llevaré a la cocina.

La muchacha trató de detenerlo, pero él no lo permitió. En cambio, ella no quiso entrar con él y permaneció en la puerta, sin cerrarla.

Pero el hombre pareció notarlo. Y decidió que quería que la chica estuviera cerca de él.

—¿Podrías ayudarme, Hitomi?

La chica accedió algo recelosa. No iba a acercársele demasiado.

—No entiendo… —Hitomi iba a preguntar el motivo de las flores, pero el hombre se le adelantó.

—Son por tu cumpleaños, linda. Hubiera querido entregártelas ayer, pero tu padre me dijo que era una celebración familiar.

—No son necesarias, señor Sato.

—Llámame Takeshi.

—Prefiero ser respetuosa, señor Sato. Tal vez sería mejor que volviera cuando mis padres estén aquí.

—Hitomi, estoy seguro de que no les molestará que… tú y yo nos… conozcamos un poco mejor…

Al decirlo, Takeshi Sato estuvo a punto de tomar la mano de la muchacha.

—Debería hablar con ellos de eso, señor Sato —una voz de hombre interrumpió las intenciones de Takeshi.

—¡Tomoya! —sonrió Hitomi, y corrió al lado de su novio.

—Buenas tardes, Tomoya…

El tono en la voz del hombre claramente dejaba notar el disgusto que la presencia del muchacho le causó.

—¿Te sientes mejor, Hitomi? —preguntó Tomoya, dirigiéndose a la chica.

—Sí, gracias.

—No pude quedarme sabiendo que estarías sola en casa.

Al hombre mayor le pareció una escena bastante cursi. Y maldijo mentalmente la hora en que a ese estúpido muchacho se le ocurrió llegar temprano a casa.

—Gracias por venir, señor Sato. Mis padres llegarán en poco tiempo, y puede esperarlos aquí abajo.

Hitomi y Tomoya subieron a la segunda planta, dejando a Takeshi Sato sentado frente al enorme arreglo floral con el que había llegado.

El hombre los miró avanzar por los peldaños que los condujeron hasta perdérsele de vista.

Con un sabor de boca agridulce, contempló la figura de la chica.

Nadie lo sabía, pero estuvo interesada en acercarse a ella desde la primera vez que vio una fotografía suya en la oficina de Rukawa. Nunca supo bien a bien cómo fue que el destino le acomodó tan bien las cosas que lo hizo llegar hasta casi estar relacionado con Haruko Akagi, que, curiosamente, vivía en la misma casa que Rukawa y su pareja. Y así, poco a poco, fue ganándose la confianza de los adultos. Siempre estuvo consciente de que no era del total agrado de Sakuragi, pero el estar en simpatía con Haruko y Kaede le abriría las puertas de esa casa. Tampoco al Youhei le simpatizaba, y el sentimiento era recíproco. Y, según acababa de darse cuenta, ni a Tomoya ni a la propia Hitomi les simpatizaba.

—Esto va a ser más difícil de lo que creí —se dijo.

Le había costado mucho trabajo investigar, sin ser descubierto, que ese día era muy probable que Hitomi y el muchacho estuvieran solos en casa. Pero se sintió muy feliz cuando, al abrírsele la puerta, se percató de que sólo la muchacha estaba ahí.

Y estuvo muy cerca de tomar su mano. De no haber sido por ese chiquillo entrometido…

Maldijo internamente al muchacho. Más que Haruko, que Rukawa, que el tal Youhei, o incluso más que el mismo Hanamichi, sentía que Tomoya sería el principal obstáculo entre él y Hitomi.

—Puedo esperar —dedujo. Y en su rostro se dibujó una sonrisa que, de haber sido vista por otros ojos, habría causado algo de temor.

Contempló la puerta unos minutos, hasta que ésta se abrió, dejándolo ver la figura menuda de una mujer.

—¿Takeshi?

—¡Haruko! Me alegra que llegues. Vine a dejarte flores.

El hombre sabía que Hitomi algo sospechaba. Y que esas flores le serían regresadas si no las ofrecía a alguien más.

CONTINUARÁ…

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Notas de la autora:

Un capítulo algo corto, pero lo estoy escribiendo el lunes a la una cuarenta y cinco de la mañana… Y con la presión de que tengo clase de Maquinaria Agrícola a las siete treinta…

Bueno, creo que aquí ya presento algo de lo que se va a tratar la idea principal.

Como podemos notar, Takeshi Sato es un hombre que llevará conflictos al hogar de Hana y Ru. Y está ganando la confianza de las personas por medios desleales.

Ahora, quiero decirle a Saemi Takey que espero más o menos vaya captando la idea de lo que se va a tratar todo esto. Que, si se lee con cuidado, todo se descubre aquí.

Ojalá les guste, y nos leemos en el próximo capítulo.

P. D. Gracias por sus reviews.