"Necrópolis: La ciudad de los muertos"
19 de Noviembre del 2999
Santuario de los Doce Diamantes de Buda 9:30 AM
Sao Ling, caballero diamante del gallo caminó con nerviosismo por los infinitos escalones. Era increíble como el cosmos del gran Pai mei había construido semejante santuario en aquella zona.
Junto a él, estaban los seres más oscuros y renegados de la mitología universal.
Uno de ellos era el más majestuoso. Su cuerpo parecía dividido por una línea, en su lado derecho, los ropajes eran blancos y dorados, su rostro era humano y sereno, de su mano salía una vara dorada con un rubí incrustado en el centro, detrás tenía un ala angelical. Su otra parte estaba vestida por ropajes negros y desgarrada, su piel era pálida con los ojos rojos que irradiaban ira, llevaba una larga espada y un ala de murciélago.
Una mujer de cabellos blancos como la nieve, labios pintados con el color plateado de la luna, una extraña armadura negra liviana llena de pinchos, y un par afilados índices.
Un gigante de al menos 3 metros de alto, su piel musculosa era inhumana, y su brillante dentadura parecía capaz de triturar hasta el diamante. Era calvo y sus ojos tenían un brillo realmente oscuro.
Un ninja que aparentaba unos 30 años, de pelo largo, negro, recogido en una larguísima de caballo. Vestía un kimono con el símbolo del Ying y el Yang por delante y las palabras "kill You" a la espalda. Sobresalía una katana de empuñadura plateada en forma de tigre.
El más inhumano de todos era una especie de dios azteca combinado con otras bestias griegas. Su cabeza estaba formada por siete rostros, que mostraban diferentes emociones, su cuerpo estaba cubierto por unas impresionantes escamas de dragón, y de ellas surgían dos pares de alas de murciélago. Sus garras eran de bronce y sus patas de pollo, sus brazos estaban recubiertos por escamas de pez y en los codos habían afiladas aletas que brillaban como el acero.
Un gigante de complexión física fuerte aunque aparentemente menor que el otro, pero su mirada era mucho más fría, segura y carente de sentimientos. Le rodeaba una coraza de bronce dorado y su cabello azul pegado al rostro le hacía parecer a un conde español del siglo XVI. Sus brazos eran mecánicos y estaban hechos de oro puro.
Un ser mucho más extraño que el de las cabezas, era realmente misterioso. Se trataba de una sombra con silueta demoníaca, una especie de espejo a un universo del bolsillo. Su aura desplegaba relámpagos de alta tensión que cortaban el aire.
El último de los ocho guerreros que acompañaban a Sao era una amazona armada hasta los dientes. Llevaba bombas de humo colgadas al cinturón así como tres katanas. A la espalda llevaba un arco y un saco lleno de flechas. Por último, llevaba entre las manos cogida una especie de hacha antigua.
Junto a aquellos ocho guerreros de oscura armadura, el caballero cruzó toda la escalera como si ya estuviera acostumbrado. En su camino cruzó los templos chinos: Ratón, Toro, Tigre, Gato, Serpiente, Caballo, Gallo, Caballo, Lobo, Cabra, Cerdo, Mono y Dragón. Sintió como los caballeros meditaban con afán, su cercanía al Nirvana le impresionaba, pues estaban casi al mismo nivel que los dioses.
Pero no había templo más majestuoso que el templo del Gran Maestro, Pai Mei, el que era conocido como el más poderoso de los discípulos de Buda.
Pero era un hecho de que aquel poder no era nada, la leyenda decía que los doce caballeros diamante de Buda resurgirían tras la caída del Olimpo, y el dragón los lideraría para acabar con el imperio divino de los dioses griegos.
Una ves dentro descubrió que el interior no reflejaba para nada la majestuosidad del exterior. Estaba completamente vacío, libre y preparado para un combate marcial.
En el medio se encontraba el maestro meditando frente a un retador, parecía muy poderoso, su cosmos era realmente temible, pero Pai Mei no parecía temeroso.
EL samurai se abalanzó con su espada, parecía que lo iba a atacar de frente pero saltó y se dispuso a dividir en dos al maestro.
Pero éste los miró con mirada fría, su cosmos se encendió, era un aura tranquila, como si no usase todo su poder.
Pai Mei: Furia de los animales divinos.
El cosmos adquirió la forma de una bestia formada por los doce animales sagrados, esta figura de pura energía dorada fue lanzada sobre el samurai aniquilándolo por completo.
El humo cubrió toda la habitación, pero ésta no fue destruida pues estaba protegida por el cosmos del maestro, pero Sao no y éste había sido estampado contra el suelo. Al levantarse, no sólo se sorprendió del poder de su maestro sino de que el samurai resistió el ken, y estaba intacto.
- Sus anticuados poderes no podrán conmigo, con esta espada que robé de Egipto, todos sus ataques serán absorbidos. - dijo con excesiva soberbia mientras mostraba la espada -
Pai Mei: ¡Enhorabuena! ¡Has resistido el ataque más débil del Shogun de las Tinieblas! Te felicito sinceramente.
Como si la realidad se hubiera partido, todo cambió. El que había atacado no era otro que un misterioso encapuchado, las sombras ocultaban su rostro y de sus manos salían chispas. El maestro no había dejado la meditación para ocultar al otro.
- ¿Cómo? ¡Pero si tu cosmos es maligno! ¡Eres un ashura! ¡Buda os detesta! ¿¡Cómo vas a poder tú despertar el poder de los animales sagrados? - exclamaba entre furioso y exaltado, con terror en sus ojos -
- Ya me irás conociendo. Por que a partir de ahora uno de mis sirvientes tomará tu cuerpo. Si no te importa, claro... - comentó sarcástico el shogun -
- ¿Qué? ¡Ja! ¡Primero deberás vencerme!
- Orgullo guerrero. ¿Acaso piensas que yo, el más poderoso de los ashuras, uno de los Tres Oscuros, y líder de los diablos de kimon gastaría mi tiempo en un enclenque como tú? Suerte que Sao, después de diez años, a traído a mis fieles asesinos para que no pierda el tiempo.
Sao: Me costó mucho encontrarlos, estaban en lugares muy escondidos y repletos de peligros, pero para un caballero diamante no fue nada shogun. - dijo arrodillado pues le debía respeto al shogun -
- Esperaba que los trajeras desde hace tres años pero bueno. Je, je, je. ¡Necrom, ocúpate de esta rata! - ordenó con desprecio a la sombra universal -
- ¡Maldito orgullos! ¡Estocada Final!
- ¡Prisión de los Mil Lamentos!
El Shogun de las Tinieblas extendió ambas manos al frente y lanzó un cubo negro gigantesco contra el intrépido y orgulloso samurai. Necrom entró por su cuenta después de que lo tragara.
Una vez dentro, el samurai no sabía que hacer, estaba rodeado por una densa oscuridad, oía cientos de miles de lamentos en forma de gritos, de vez en cuando, un espíritu grisáceo pasaba cerca de él, produciéndole un frío espeluznante que hacía que, por un acto reflejo, las atacara con furia.
- ¿¡Dónde estás? - tras aquel grito, que hizo eco, el samurai comenzó a cortar la oscuridad a diestro y siniestro, pero ésta volvía al instante - No te esconderás tan fácilmente.
El guerrero clavó su espada en el frío suelo, del arma surgió un fuerte destello que iluminó la zona por momentos, que fueron aprovechados por él para atacar directamente a Necrom.
- ¡Sable de luz eterna!
La ráfaga lumínica cortó la oscuridad pero la oscura silueta del diablo se agrando formando una gigantesca masa cósmica que empezó a tragarlo.
La desesperación enloqueció rápidamente al guerrero quien intentaba repeler a Necrom mediante la explosión del cosmos pero el demonio no retrocedía, al final, la masa oscura se introdujo en todos los poros del samurai, mutándolo en un ser pálido, de ojos blancos vacíos de alma, y alas de murciélago.
La llegada de Necrom a la la realidad no sorprendió a nadie, éste se juntó a sus 7 compañeros alrededor del Shogun de las Tinieblas, arrodillados en señal de absoluto respeto y sumisión.
Jardín, Santuario de los Doce Diamantes de Buda
Detrás del templo de Pai Mei, se erguía un maravilloso jardín cultivado por diosas menores, entre las que se encuentras muchas ninfas. Era un verdadero milagro teniendo en cuenta que los famosos bombardeos de mísiles nucleares durante principios del siglo XXV destruyeron casi toda la vegetación de América, que no podía volver a nacer a causa de la radiación provocada por los constantes prototipos de artefactos nucleares que utilizaba la Santa Europa para vencer al imparable Imperio Americano.
Pai Mei observaba con interés los distintos tipos de flores, pese a que su alma era oscura nunca dejaría de admirar la belleza de la naturaleza, que ahora, en casi todos los lugares, era inexistente.
Sao Ling se fijaba más en las ninfas, quizás por la atracción del sexo opuesto, o por interés en aquellas divinas criaturas.
Pai Mei: Joven Sao, veo muchas dudas que confunden tu mente.
Sao: ¿Qué? - preguntó con tono distraído después de salir de su ensimismamiento -
Pai Mei: Tengo interés en saber de tus aventuras en estos diez años.
Sao: Como usted sabe, durante los primeros siete años me dediqué en cuerpo y alma a la búsqueda de alguien capaz de portar la armadura dragón y liderar a nuestros guerreros a la victoria, pero nadie superó mi cosmos en toda América.
Pai Mei: La verdad es que Europa es totalmente inaccesible. Tras la Era Axcizia el destino de ese país fue incierto, y después de la II Guerra Fría , no se supo nada de ella. Es un continente fortificado, una máquina de guerra unida a diferencia de esta masa continental de ciudades-estado.
Sao: ¿Acaso cree que el caballero del dragón está en Europa?
Pai Mei: O en Asia.
Sao: No lo creo maestro. Los japoneses y los chinos ya no viven en ese continente que ahora es sólo un campo de muertos fruto de la Santísima Guerra .
Pai Mei: No me contradigas si no sabes toda la historia, en Asia hay una nación de mercenarios realmente poderosos.
Sao: Sí, pero son sólo ladronzuelos y demás criminales de poca monta. Se han convertido en unos piratas que asaltan a los incautos que osan navegar el Océano del Este.
Pai Mei: De todos modos ya no hay tiempo, la heredera de Deméter despertará pronto. Quiero que te ocupes de ella.
Sao: Maestro... ¿Por eso se ha unido con los Tres Oscuros?
Pai Mei: ¿Dudas de mi criterio?
Sao: Maestro, hablamos de los Tres Oscuros, los renegados que osaron comparar su poder a Buda. Son demasiado poderosos.
Pai Mei: Pero veo que te llevas muy bien con los diablos de kimon.
Sao: Llevo tres años entrenándolos como a los caballeros diamante por orden suya, es normal que haya un respeto y algo de aprecio. Pero... Los Tres oscuros son otro nivel.
Pai Mei: No debes preocuparte, joven Sao, el poder del dragón será tan gigantesco, que destruirá en segundos a esos renegados, y los diablos de kimon no tendrán más remedio que obedecernos.
Sao: Ya veo. ¿Y si los Doce Herederos despierten antes de su llegada?
Pai Mei: Si eso ocurre temo que Zeus despertará de nuevo, aún no sé quien será con exactitud pero pronto los astros me lo indicarán. En cuanto lo sepa, los Tres Oscuros serán enviados a por él para destruirle antes de que despierte todo su poder.
Sao: ¿Ellos lucharán contra zeus? Tengo entendido que los dioses reencarnan en simples mortales, sin ningún poder en especial.
Pai Mei: Las cosas cambian, los dioses ya no eligen en quien reencarnan, la herencia de su poder es demasiado complicado para explicarlo aún para mí, pero sé que la esencia del padre de los dioses griegos no elegirá a un pobre enclenque.
Sao: ¿Y en el caso de que Zeus despierte?
Pai Mei: Entonces nuestro destino será incierto. Urano, Cronos y Zeus fueron la razón de que no hayamos atacando antes, si él despierta las cosas se pondrán difíciles. Por suerte su despertar sólo llegará cuando los Herederos se reúnan en un lugar en específico. Mata a Deméter, en Necrópolis, y lleva a dos diablos de kimon contigo.
Sao: ¿¡La ciudadela de los muertos? - exclamó sorprendido -
Pai Mei: ¿Tienes miedo caballero? - preguntó sin mirarle a la cara -
Sao: Maestro, esa ciudad está maldita, y no sólo eso. ¡está en medio del desierto!
Pai Mei: Sí, el "Gran Desierto" , tampoco te estoy manando a África.
Sao: ¿Cómo quiere que me oriente, maestro? ¡Se dice que el desierto está vivo y puede hacer que te pierdas aunque seas todo un explorador!
Pai Mei: Yo te guiaré con mi cosmos, no te preocupes. Si lo deseas, puedes llevar a tres diablos. ¿Cuáles eliges?
Sao: "¿Quiénes podrían ser?" - se preguntaba - Mmm Genma, Petro y Galatea. Creo que son los más idóneos.
Pai Mei: Es tu decisión, joven Sao. Miedo no has de tener, pues mi cosmos te guiará hasta Necrópolis.
Sao: Cumpliré la misión, maestro. - anunció al fin, pero con algo de temor por su vida -
Tras recibir aquella importante misión, el caballero del gallo salió del jardín. Pai Mei se había quedado contemplando a los pájaros de diferentes colores que sobrevolaban el cielo.
Pai Mei: "El poder del cosmos es maravilloso"
Templo de Érebo, Saint Street
La oscuridad había asolado aquella santa comunidad, las iglesias se derrumbaban ante la tenebrosa presencia del Hijo del Caos, erebo, el padre Oscuro.
La que antes era la calle más legal de toda Zugzodia, y quizás hasta de toda América, ahora era un mar de cadáveres que enseguida habían pasado a ser esqueletos, el oscuro dios se había alimentado de su esencia.
El cielo, pese a que era temprano, seguía tan negro como la noche, dándole un aspecto demoníaco.
En el interior, aquello parecía la sala del trono de un palacio más que un templo, pero seguía estando decorado por aquella estatua tan macabra, ahora había un sillón de fría piedra en el fondo de la sala circular, encima, Harold estaba sentado, cubierto por una capucha que, sin taparle completamente el rostro, le daba un aire entre terrorífico y majestuoso.
El recinto carecía de luz, pero se podía notar la presencia caótica de cinco seres de increíble poder, sus figuras se reflejaban en el lago de sangre en el centro de la sala al igual que Yolanda.
- Pronto, el Padre Oscuro resurgirá, y para ese entonces, necesitamos que los herederos perezcan - la voz del encapuchado que estaba frente a Harold, era aguda y se hacía notar -
- Deméter ya está empezando a irradiar cosmos, y su poder es el que más puede molestarnos. - la voz de aquel encapuchado era grave, se acercaba a la de un enfermizo anciano cerca de la muerte -
- Creo quien es el momento de que no comentes tú plan. - dijo el más bajo y a la vez el más poderoso de los cinco, con voz serena -
- Sí. ¿Por qué la chica no ha muerto aún? - aquella voz áspera era sin duda la de una anciana -
Yolanda: Son secretos que no os conciernen. - respondió con seriedad -
- Yo que tú mediaría tus palabras, bruja de pacotilla. - gruñó la anciana -
La diosa, se volteó enfurecida hacia la anciana que sonreía. Pero, como una explosión invisible, los seis sintieron una fuerte elevación en el caos que controlaba el ambiente, al mirar detenidamente, se dieron cuenta que un aura rojiza rodeaba a Harold, aunque permanecía tranquilo.
Harold: Como bien ha dicho Yolanda, esos son asuntos nuestros que no os conciernes, pero lo que sí está claro, es que Deméter debe volver.
- Pero, su cosmos es pura energía, cuya función es la de crear vida y disipar el caos, que es la fuente de nuestro poder - dijo el de la voz aguda -
- Cierto es, si traemos aquí a la heredera, nuestra fuente de energía se debilitará en gran medida, y nos veremos obligados a abandonar de nuevo este mundo, y esperar otros mil años -
Harold: Siempre habéis pensado en pequeño. ¿Se os olvida quien fundó la orden? ¿ Acaso ya no reconocéis a vuestro maestro? Yo sé muy bien como ejecutar los designios del caos.
- Recuerda que sean cuales sean tus planes, maestro. - refunfuñó entre dientes con resentimiento la anciana - Es más importante traer al Padre Oscuro a éste mundo, y para ello hay requisitos -
Harold: Mis discípulos y los de Yolanda se ocuparán de eso desde ahora, pero requiero a Deméter con vida aquí antes de que el Padre Oscuro regrese. ¿Entendido?
Yolanda: Como soy yo la que más requiere la presencia de la heredera, me ocuparé personalmente de traerla. - tras decir aquellas palabras, la extraña mujer se volteó y salió de la sala, la anciana la miro resentida, mientras que Harold sonreía con satisfacción -
El quinto integrante de los cinco miembros, quien no había hablado en ningún momento, se retiró de la sala, pero entes de salir, el más alto y de voz aguda se volteó, el encapuchado también se dio la vuelta pero sólo la cabeza.
- ¿Qué se supone que haces Darkus?
Darkus: Je, querido amigo, ningún hombre dejaría que tan bella mujer se fuera sola. - tras aquellas palabras irónicas, el encapuchado se fue del recinto -
Templo de Xian, Chinatown
Para el Maestro Xian las señales no podían ser más claras, el caos estaba resurgiendo tras 5000 años de espera y aquella era una amenaza mucho mayor que la presencia de los caballeros diamante y Pai Mei.
Pero ambos entes requerían la muerte de los herederos para lograr sus viles planes y tarde o temprano podrían unirse, era el momento de actuar.
Tres guerreros espirituales, a los que él llamaba aurores, habían venido ante su llamado, se trataba de sus tres más fuertes guerreros: Thong Hu, Shan Yu y Nein.
Inmediatamente, llegaron a la presencia del maestro, sus cosmos eran tan puros como poderosos. Sin mediar palabras hincaron la rodilla y esperaron órdenes.
Xian: De pie mis guerreros. - todos obedecieron - La contienda que hoy se está dando a cabo era lo que he esperado desde hace 5000 años, el regreso del caos.
Thong Hu: ¿Está seguro maestro? - preguntó exaltado el más alto y fornido de los aurores -
Shan Yu: He sentido la oscura presencia de sus sirvientes pero... Eso no nos dice nada. - añadió el más bajo -
Nein: Temo que esta vez sus servidores no están aquí por casualidad. - reflexionó el más delgado y poderoso -
Xian: Así es joven auror. El cosmos es ahora el predominante, el caos no es más que residuos y el hecho de que esté empezando a resurgir es algo muy misterioso.
Shan Yu: Lo que dice tiene sentido. Se supone que el caos remanente es vulnerable a la luz del cosmos, al orden en sí, si el caos existe y el cosmos se debilita, debe haber un gran poder moviendo los hilos.
Xian: Por eso quiero que vayáis a Necrópolis, el cosmos de Deméter desapareció ahí.
Thong Hu: ¡Pero, maestro! ¿No es Necrópolis controlada por Él? - preguntó tembloroso -
Nein: "Ante el mal, has de convertirte en montaña" - citó el monje - Recuerda que no hay de temer al caos, pues entonces te tragará.
Shan Yu: Eso mismo es lo que pienso, debemos proteger a los herederos.
A Thong hu la idea no le agradaba del todo, sabía de Necrópolis y de quien la controlaba, además de que estaba en medio del "Gran Desierto" . Era sencillo entrar pero imposible salir.
Los murmullos entre los guerreros llenaron la sala, una simple elevación del cosmos del maestro bastó para callarlos.
Xian: Tranquilizaos, sólo iréis a inspeccionar la zona, vuestra misión principal es la de conseguir información sobre si este nuevo acontecimiento tiene que ver con ELLOS. Y si es así traed aquí a la heredera de Deméter.
Nein: Así se hará maestro.
Shan Yu: Pero, quisiera preguntarle. ¿Y los otros herederos?
Xian: Forma parte del Gran Designio la batalla entre los caballeros diamante contra los herederos por el trono del Cielo. Si ellos han de morir, y los caballeros diamante reinar, que así sea, nadie debe inmiscuirse.
Thong Hu: ¿Entonces por qué vamos a proteger a Deméter?
Shan Yu: He de reconocer que yo también estoy intrigado, maestro.
Xian: El cosmos de Deméter es y siempre ha sido el más puro de la existencia, capaz de disipar el caos e, incluso, destruirlo. Su vida significa la esperanza de que el Orden prevalezca, ella debe ser salvada pase lo que pase.
Nein: Algo así había imaginado.
Thong Hu: Nein, siempre te das cuenta de todo.
Shan Yu: Tú tampoco eres menos Thong, tus sentimientos son buenos y humanos, eres un gran hombre.
Thong Hu: Me alagas. - el bonachón guerrero sonreía mientras se acariciaba la nuca, algo sonrojado - Pero ya sabemos que el más rápido eres tú.
Nein: El más sabio, el más fuerte y el más rápido. ¿Por eso nos escogió, no maestro? Realmente es propio de su sabiduría.
Xian: Así es, espero no haberme equivocado con vosotros, en el caso de que las cosas se compliquen mandaré a más aurores pero preferiría que esto se resolviera en las sombras, que nadie ajeno a esta lucha sufra las consecuencias de una guerra abierta.
Shan Yu: Bien lo ha dicho maestro. Si la gente se entera, cundirá el pánico y surgirán guerras civiles de nuevo.
Thong Hu: Entonces, será mejor que actuemos con prudencia.
Xian: Eso es lo que espero de vosotros, ya conocéis vuestra misión, podéis marcharos.
Los aurores se levantaron y salieron con tranquilidad del recinto, el maestro Xian salió también pero no para seguirles, sino para contemplar la enorme oscuridad que rodeaba Saint Street.
Xian: Sirius - murmuró -
Van Draken Corp, Wall Street
En el interior de la corporación, las cosas se habían puesto al rojo vivo, las acciones se habían bajado estrepitosamente en apenas unos días, la imagen de su presidente había decaído, las razones eran ahora una noticia, Vancel van Draken era el hermano de Joseph, líder de los Hellboys.
El aludido era ahora como un cordero en medio de lobos hambrientos, estaba ensimismado mientras los murmullos llenaban la gigantesca sala llena de accionista, posiblemente cien en su contra, y sólo diez o veinte a su servicio que lo apoyaban.
Pero nada sería así si no fuera por uno de los accionistas, un enchufado de alguno de los que él creía sus aliados, hasta ahora sólo había permanecido invisible, pero poco a poco fue comprando acciones y ganando adeptos, aquel inútil mujeriego se había metido en la cabeza el echarle a patadas.
A primera vista parecía un inmigrante idiota, carente de visión, provenía del Sur de América, "La Caldera del Infierno" como la llamaban algunos, era mestizo y de pelo corto oscuro, fumador y jugador compulsivo, no poseía una gran fortuna, pero tampoco lo había investigado a fondo hasta hace dos días, el muy desgraciado supo esconderse a su largo brazo.
EL presidente salió de sus pensamientos, sus ojos, antes carentes de expresión, irradiaban una furia descontrolada, estaban entornados y rojos y miraban a aquel que había osado enfrentarlo.
- Y como iba diciendo, caballeros. - continuó el accionista, leyendo un informe que parecía fruto de horas y horas de trabajo - Si esta noticia sale a la luz, las acciones continuarán bajando estrepitosamente, la presencia de un hermano mafioso no es el problema, sino la cantidad de negocios ilegales en los que pueden involucrarnos, todo nuestro dinero caería en picado, el Gobierno se nos echaría encima y durante al menos un año cerrarían la empresa para investigarla a fondo. Nos recuperaríamos posiblemente, pero para entonces habremos perdido toda credibilidad.
Vancel: ¿Y qué propones traidor? - preguntó con una rabia incontenible -
- No soy un traidor, no te debo lealtad a ti sino a la empresa, tienes demasiadas conexiones con el Bajo Mundo como para que sigas siendo presidente. Yo propongo que le dejes la presidencia a alguien más capacitado, alguien a quien jamás se le conecte con asuntos ilegales.
Vancel: ¿Y vas a decirme que tú eres esa persona? - preguntó con sarcasmo -
- Eso mismo. Investíguenme si quieren, yo soy alguien que siempre actúa con la Ley de su lado. No olviden, señores, que una empresa en la que no se confía acaba cayendo en apenas unos días e incluso horas, ustedes deciden.
Vancel Van Draken iba a levantarse, estaba dispuesto a eliminar a aquel idiota de tal manera que nadie volvería a enfrentarlo, pero entonces se levantó alguien más.
Se trataba de un contable, era de tez morena, provenía del este de Nueva América, su pelo era castaño oscuro y sus ojos turquesa hacían imposible mirarle a los ojos.
Al presidente le pareció muy extraño que alguien como él interviniera, tenía sólo el 0.001 de las acciones y a él le constaba que prefería evitar confrontaciones.
- Dennos un mes, en ese tiempo acabaremos con el problema y tendrán el doble de intereses que hubieran ganado si no se hubiera producido este lamentable accidente.
Los accionistas mayoritarios, empezaron a hablar entre ellos, estaba claro que el discurso los habría impresionado, más que nada por la confianza del muchacho, y eso se reflejaba en la cara desencajada del picapleitos.
Van Draken sonrió, entre aquellos 8 accionistas tenían el 32.2 de las acciones de la empresa, y el tenía el 25 por lo tanto, si tenía su apoyo los problemas se acabarían. También los 23 que lo apoyaban eran de gran ayuda pues le aseguraban el 9.23 de las acciones y eso sumaban 66.431 , mayoría absoluta.
La sonrisa del presidente se acentuó al notar que los accionistas asentían, estaba salvado por el momento. Richard de August, quien era el portavoz de aquel poderoso grupo de accionistas, fue el que tomó la palabras. Era de tez amarilla, ojos pequeños y oscuros, rostro duro y pelo grisáceo engominado hacia atrás.
Richard: Bien, nosotros votamos que sí esperaremos a que el presidente intente arreglar el problema.
- Pero... ¡Nos hundiremos! - exclamó furioso el accionista -
Richard: DIJE que nosotros apoyamos al presidente. - reasaltó mirándolo con severidad - Y no hay más que hablar, con su permiso nos retiramos -
Mientras los accionistas se iban, los que aún apoyaban al enemigo de Van Draken caminaban abatidos sin rumbo fijo. Muchos de los que apoyaron se fueron felicitando al contable. EL presidente se fue con sus hambres de confianza y aquel que lo había ayudado a su despacho tres pisos hacia arriba.
Tenía en total dos personas de confianza. Uno era de pelo muy corto y ondulado, de mirada firme y ojos esmeralda, vestía un traje verde jade, mientras que su pantalón era verde oscuro, siempre estaba equipado con una pistola por si acaso. El otro era de pelo rojo oscuro que caía sobre sus hombros, sus ojos carecían de brillo y era de origen japonés. Ambos tipos llevaban anteojos cuadrados transparentes.
El contable sabía quienes eran: El primero era Alexander Soprovich Matriz, de origen ruso y americano, con un 2.5 de acciones y ejercía de abogado del presidente. El segundo era más misterioso, era Rex Hiten Mitsoguri, el consejero del presidente, además de poseedor del 3.5 de las acciones.
Una vez en el despacho, el presidente se sentó en su escritorio, los demás se quedaron de pie mirando. Tras comprobar los mensajes, sacó un sobre grueso del cajón y se lo entregó al contable.
Éste, se quedó pasmado sin saber que decir, en el sobre había al menos 50000 créditos en billetes.
- Pero... Sr. Presidente.
Vancel: He oído que te llamas Logton. - murmuró mirando el paisaje desde la ventana, a espaldas de los demás -
- Así es Señor. Leonard Logton Washington. - respondió -
Vancel: Si consigues salvar mi empresa y mi imagen pública en el tiempo indicado, y además elevar los intereses, tendrás diez veces eso que será tu sueldo semanal. Además, serás el principal encargado del departamento que prefieras.
Los ojos de Logton parecían haber cogido un brillo intenso, ya lo tenía todo planeado para hacerlo todo, pronto sería el Jefe del Departamento de Armamento Militar, con 10 veces su sueldo aumentado y una buena cantidad para gastar.
Leo: Gracias, Señor.
Vancel: Ahora puedes retirarte.
Sin mediar palabra, el susodicho salió de la habitación mientras los camaradas de Van Draken se acercaban.
Alex: Sr. Presidente, éste lamentable incidente no debe volver a ocurrir.
Rex: Yo propongo que Ramírez sea decapitado de inmediato.
Vancel: Algo así había pensado. - dijo mientras rodaba su silla en un giro dramático hasta quedar frente a sus camaradas - Pero no quiero que pase por algo tan vulgar, alguien tan presuntuoso merece una muerte soberbia - Una sonrisa siniestra -
Alex: Nos ocuparemos de Ramírez inmediatamente.
Vancel: Ya sabéis, que parezca un accidente.
Rex: Digamos que le recordaremos que no es bueno conducir bebido. - los tres conspiradores sonrieron -
Vancel: Bien, bien. - tronó los dedos - Pero antes, aseguraros de que nadie le apoya.
Alex: ¿Alguna sospecha?
Vancel: Su hermano es teniente en la policía.
Rex: Investigaremos.
Los dos asesinos, tras despedirse respetuosamente, salieron de la sala. El presidente volteó de nuevo la silla, para ver Wall Street desde su ventana en forma de telaraña.
Vancel "Qué rápido puede caerse un imperio financiero, sólo hacía falta un picapleitos y ya empieza a tambalearse. Herman. ¿Cuándo traerás a Aeris? " - pensaba -
Salida de Zugzodia, Carretera Principal
En la carretera principal, a aquellas horas se podía vislumbrar varias cadenas de edificios modernos y elegantes para vivir, habían sido construidos, más que nada para impresionar a los visitantes, antes de que vieran el oscuro y corrupto centro de la ciudad.
En la azotea de uno de aquellos edificios, Darkus y Yolanda observaban la carretera. Para una persona normal, aquello resultar estúpido, pero para ellos era algo esencial, debían detectar el cosmos de Deméter.
Darkus: Mmm parece que Deméter pasó por aquí, junto a dos personas desconocidas. Parece que su cosmos no son ninguna tontería. - reflexionó -
Yolanda. ¿Por qué has venido? ¿Tus amigos no confían a mí? - preguntó con mirad inquisidora sacando de onda a Darkus -
Darkus: ¿Lo dices por Darla? Es una vieja amargada, siempre a sido así.
Una pequeña sonrisa surcó el rostro de Yolanda, se había dado cuenta que llevaba años in reír.
Darkus: Así estás aún más hermosas.
Yolanda: Estoy casada. - dijo intentando no sonrojarse -
Darkus: No siempre que un hombre hace un cumplido se debe a quiera ligar - apuntó -
Yolanda: De todos modos, es mejor no perder el tiempo.
Darkus: Si tú lo dices. - dijo encogido de hombros - Es extraño.
Yolanda: ¿El qué?
Darkus: Percibo que ni Deméter ni los que la acompañaban usaron su cosmo-energía.
Yolanda: Ja, eso quiere decir que Deméter aún no es consciente de su poder, eso nos da cierta ventaja.
Darkus: Tal y como dijo el maestro, se encuentran en Necrópolis.
Yolanda: Pues vamos para allá.
Los dos hijos de la noche saltaron desde la azotea hasta la carretera y, como si nada, salieron a velocidad lumínica hacia el Este, sin saber que los tres aurores de Xian los seguían desde las sombras.
Gran Desierto, Cerca de Necrópolis
Era bien sabido que el centro de Nueva América era un inmenso desierto lleno de peligros y que parecía estar vivo.
La parte oeste de Zugzodia, conectaba con él pero al entrar, podría pasar que ya estuvieras en el centro.
Entre las infinitas arenas, el temible Sin Nombre aún permanecía intacto, su cuerpo ya había tomado una forma más definida, pero seguía siendo aterrador.
- GRRRRRR Ese tipo me las pagará muy caro. - murmuró con la voz grave que lo caracterizaba mientras la arena que cubría su cuerpo caía - Sí, le arrancaré el corazón y me lo comeré frente a sus propios ojos.
Una serie de relámpagos negros le rodearon, así como un aura púrpura y brillante, la bestia desplegó sus alas y se dirigió a toda velocidad hacia Necrópolis.
Necrópolis, Arco del Triunfo
La llamada "ciudadela de los muertos" había sido en su día una próspera capital llena de monumentos de sus gobernantes, pero tras la V Guerra Mundial, todo el Imperio se vino a bajo . Era extraño que los monumentos y ciudades quedaran en pie, pero aquel desierto era casi inhabitable de modo que era como si hubieran desaparecido.
Bajo el Arco del Triunfo, que era la entrada a aquella ciudad vacía, un auto yacía empotrado a él. Jonh y Aeris, estaban en una postura reflexiva sobre el automóvil, el Padre Miguel había desaparecido.
Aeris: Quizás lo hayan secuestrado. - dijo de pronto, temiendo lo peor -
Jonh: "De modo que es cierto, el desierto está vivo. ¿Cómo si no, íbamos a ir directamente al centro del desierto si el coche había quedado en picado?" - pensaba -
Aeris: ¿¡Me estás escuchando? -exclamó -
Pero el Rojo no le respondió saltó al suelo y se dispuso a equiparse con las armas, cogió la escopeta de plasma, la cargo y se dispuso a adentrarse en la ciudad.
Aeris: ¡Oye¡ ¡¡OYE!
Jonh: Sí quieres rescatar al Padre, es mejor no pensar tanto y pasar a la acción. -
Aeris sólo soltó un gruñido y lo siguió, debía encontrar al Padre Miguel y sabía que sola no iba a poder.
Pero de pronto, ambos compañeros sintieron un escalofrío que les heló la sangre, rompiendo la velocidad del sonido, el gigantesco Sin Nombre aterrizó llevándose consigo el suelo.
Jonh observó al monstruoso ser, no con miedo sino con preocupación, su tamaño parecía mayor, y además de su aterrador aspecto, estaba el aura púrpura que lo rodeaba y los relámpagos que emanaban de él.
Aeris u Jonh se pusieron en guardia mientras el Sin Nombre pensaba en quien iba a morir primero, mostrando una sonrisa siniestra.
- Ja, ja, ja. Volvemos a encontrarnos, esta vez moriréis.
-----------------------------------------------------------
Notas del Autor:
Los siglos XXII y XXIII fueron la cuna de las más violentas guerras que haya visto la Humanidad. Una vez la Unión Europea se hizo muy poderosa, el Papado volvió a hacerse con su control y decidió eliminar América por considerarla Tierra Pagana, en Europa se inventaron cientos de artefactos nucleares, la mayoría de ellos no se usaron pero otros, cayeron sobre el continente en el bombardeo del siglo XXV. Además de destruir la mitad del continente, la radiación ha vuelto las tierra inservibles para cultivar.
Tras la declaración que Europa hizo a América, la democracia desapareció y nació el Imperio Axcizio, dominado por la dictadura y lo que se llamó Patriotismo Extremo, con su propia cultura, arte, religión y tecnología. Su capital estaba en el centro de Norteamérica y su líder más representativo fue Lord Astrion Gallahan. Este Imperio sobrevivió incluso al bombardeo del siglo XXV pero desapareció 80 años después por problemas internos. Desde 2098 hasta el 2480 se mantuvo como superpotencia mundial.
La tensión vivida entre el Imperio Axcizio y la Santa Europa desde el siglo XXV hasta 80 años después se le llamó la II Guerra Fría. Se esperaba que el conflicto entre aquellas potencias se diera, pero el Imperio Axcizio cayó y la Santa Europa se aisló de pronto.
Antes del alzamiento del Imperio Axcizio, Europa, una vez siendo totalmente controlada por el Papa Rafael, decidió iniciar una purga de paganos. Se llamó Santísima Guerra a las cruzadas que destrozaron todos los países asiáticos y a Rusia. Desde entonces, el mar que rodea el continente está lleno de piratas modernos, ya que el continente es inhabitable.
El bombardeo fue en el centro de Norteamérica, formó el Gran desierto, en el que no hay vegetación, sólo tormentas de arena muy violentas y la mítica Necrópolis, que fue la famosa capital del Imperio Axcizio, que fue arrasada, aparentemente por el bombardeo que finalizó la V Guerra Mundial (2388- 2400)
-----------------------------------------------------------
