Prólogo
Han transcurrido 5 años desde la batalla contra Shishio. Ahora todo transcurre con normalidad y se disfruta de un ambiente de paz. La vida de los protagonistas ha cambiado completamente, y estos años han sido testigos de enormes transformaciones psicológicas y físicas. Sí, sin duda ya nada es igual.
Kaoru y
Kenshin, viven juntos en el doujo Kamiya, ahora Himura. Aunque ahora
disfrutan de la compañía de su pequeño Kenji, y
esperaban ansiosos que naciese el próximo ángel de
luz.
El ex Rurouni, siente paz y alegría al estar junto a
la mujer que ama, de la misma forma que ésta agradece a Kami,
que su ahora, marido, haya entendido, de una buena vez, que ella lo
amaba tal y como era; y que no habían temores dentro de su
corazón. Kaoru suspiró, le había tomado tiempo
darle a entender a Kenshin, que ella lo amaba tal y como era, y que,
para ella, el pasado quedaba ahí.
Yahiko, tras dominar
la técnica de su Sempai Kaoru, decidió aprender el
Hitten Mitsurugi Ryu. Claro que tomando a Kenshin como maestro.
El
ototora pequeño Yahiko, había crecido y podía
valérselas por si mismo, aunque su hermana "adoptiva"
Kaoru "busu" Kamiya, señora de Himura, le había
impedido marcharse. Había llegado a tal punto, que estaba
seguro de que si no escapaba del doujo, lo obligaría a cambiar
de apellido.
Así era como el nuevo alumno del ex Battusai,
vivía en el doujo, los días en que no dormía con
su novia Tsubame; con la cual estaba próximo a
casarse.
Saitou y Tokio, siguen juntos. Ahora la familia tiene
una "relativa" paz porque el jefe de hogar no está
siempre pensando en matar, ni en proteger su ciudad.
En realidad
la paz les había sentado muy bien a todos, ahora eran felices,
y el Lobo no era la excepción; sus dos hijos y su pequeña;
adorada, idolatrada, deseada y maravillosa hija, lo demostraban. Sí,
sus hijos eran unos guerreros, al igual que su padre. Pero su
pequeñita Aiko, era lo mejor en su vida, no sólo porque
sería una excelente esposa, sino porque había resultado
una luchadora excelente; la futura heredera del "Gatotsu". Además
de que su personalidad le recordaba a él mismo.
Sanosuke
y Megumi, aún no reconocen ese amor que se profesan, pero ya
no pelean y viven juntos. Aunque la kitsune debe sufrir los efectos
del "cabeza de gallo" en su vida, lo que le implicaba un
desorden total que la enloquecía y enamoraba cada vez
más.
Vivían juntos en la casa que tenía
Sanosuke, aunque ahora estaba mucho más arreglada ya que
Megumi, poseía un gran trabajo, y "pollo" trabajaba
"honestamente". Digamos que Sano se había convertido
en una especie de Robin Hood, que robaba a los ricos para darle a los
pobres. Y como los únicos pobres que él conocía
era él y Megumi, además de su gran amigo Kenshin y su
mapache esposa...
En el Aoiya todo sigue igual. Okina,
persigue jovencitas, mientras Okon y Omasu, tratan de controlarlo.
A
su vez, las dos ex Oniwabanshuu, se han casado, y comparten sus vidas
con sus compañeros de "oficio". Sí, Omasu se
ha casado con Shiro, y tienen dos niños pequeños,
mientras que Okon ha sido desposada, increíblemente, por Kuro.
Fruto de esta unión nacieron dos pequeñas, las que,
junto a los hijos de Omasu y Shiro, conformarían la nueva
generación de Onis.
Para Misao, las cosas habían
cambiado mucho. Después de no lograr la sonrisa de Aoshi, pasó
por una gran depresión que la llevó a entender de que
había todo un grupo dependiendo de ella, y dedicó todos
sus esfuerzos en entrenar cada día para ser la mejor Okashira
de los Oniwabanshuu.
Pese a esto, no podía evitar soñar
despierta con su príncipe de ojos azules, y esperar, con
eterna paciencia, a que éste se decidiera y dejase de ser el
iceberg, para conformar una familia con ella. Pero eso no ocurría
y Misao sentía como se escapaba su juventud pensando en Aoshi
y en lo feliz que sería con él.
De todas formas,
ella no perdía la esperanza y cada día llevaba el té
al templo para su adorado Aoshi, aguardando a que éste le
regalase una simple sonrisa, o, al menos, una dulce mirada. Mas nada
sucedía.
Ahora todo es diferente. Aoshi, se marchó
para encontrar la paz y liberarse de sus temores. Se marchó,
dejando atrás a los Oniwabanshuu y, con ellos, a su pequeña
Misao.
Aoshi, después de hablar con todos, se había marchado ya que, según él e igual a Soujiro y Kenshin en su época, debía encontrar su propia verdad y reparar sus crímenes. Lo que no sabía es que ahora, igual a Himura, le tocaría pagar por todos los crímenes que había realizado. Y no sólo a él, porque el odio de sus enemigos era también para los Onnis.
Tras la partida de Aoshi, Misao se transforma en la Okashira legal, no sin antes ganar su puesto merecidamente, y se dispuso a ser la mejor, practicando a diario para superar los poderes de sus mentores y ser digna de su puesto. Lo que nunca esperó fue que los enemigos de Aoshi atacaran el Aoiya y retaran, específicamente, al Okashira. Claro que estos enemigos no sabían del cambio de mando y se sorprendieron al encontrar frente a ellos a una dulce muchachita de 16 años y eterna sonrisa, que aceptaba el reto por ser ella la Okashira y, secretamente, para que nadie molestara a Aoshi. Sí, pese a todo Misao lo amaba y no deseaba que él se sintiera mal.
Nadie esperó que Misao aceptara, y mucho menos esperaban que ella fuese la Okashira, así que quien la retó a pelear fue Touya Akagi; el hijo del jefe ninja del más poderoso grupo de Japón: los Akagi; hombre al cual Aoshi mató y su hijo busca vengar.
Touya tenía dieciocho años. Su cabello era oscuro, al igual que sus ojos, lo que le daba un aire de misterio que tenía hipnotizadas a todas las ninjas de su clan. Era alto, poseía fuerza y una gran habilidad. También tenía mucha más capacidad de pelea, pero, pese a esto y contra todo pronóstico, Misao ganó el combate, aunque tenía la leve impresión de que aquel chico la había dejado ganar. No se equivocaba, porque Touya entendía que Misao no era culpable de los pecados de Aoshi, para él, ella era una víctima más. Así fue como se retiró, pero con un hermoso recuerdo en su mente: las alegres esmeraldas de Misao.
Antes de marcharse Touya, prometió que regresaría a vengarse de Aoshi. El reto quedó pactado para cinco años más y juró que no tendría piedad con nadie. Sí, dentro de cinco años volvería para luchar contra "el verdadero Okashira", como le dijo a una enfadada Misao. Aunque sólo él sabía que decía eso porque no deseaba luchar con la alegre muchacha. En aquel momento, sin explicarse el por qué, sólo deseaba abrazarla. Por esto, tras jurar volver en cinco años, Touya se marchó.
Todos felicitaban a Misao por su triunfo y la alabaron, pero ésta, preocupada y enamorada, decidió partir a buscar, otra vez, a Aoshi. Tenía que hacerlo, debía alertarlo sobre lo que ocurría en el Aoiya. Debía decirle que tiene un duelo pactado para cinco años más y que lo más recomendable era que entrenara. Pero sabía también que esto lo pondría muy triste ya que Aoshi no deseaba derramar más sangre, por eso se había marchado. Tomó una determinación; buscaría a Aoshi y lo ayudaría a entrenar, pero sería ella quien enfrentaría a ese clan. Al final ella era la Okashira, era su reto, aunque hubiese nacido por la antigua ambición de Aoshi.
Así fue como Misao se marchó, llevándose con ella la eterna sonrisa, los alegres ojos esmeraldas y el espíritu del Aoiya. Sí, sin ella ya nada era igual. Los pequeños niños se sentían solos, ahora nadie jugaba con ellos. Todos entendieron que sin Misao, no estaba la alegría del hogar.
Continuará…
