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Título original: Blue Rain Blue
Autor: Jonathan Wang - yaanathn©pacbell..net
Traducción: Miguel García - garcia.m©gmx..net

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Azul de Lluvia

Nota del autor: Por mucho tiempo he estado en pugna con mi
escritura, profundamente defraudado con la calidad de las cosas
que producía. La idea de este fanfic me vino fortuitamente un día
y me vi presa de la emoción al escribirlo y, luego de unas horas,
el primer borrador estaba completo. Al finalizar, pese a algunas
dudas, confiaba en haber hecho algo bueno en este relato, aunque
sigo sin poder identificar qué. Tal vez así es como debe quedar.
Si bien nunca he confiado en el entusiasmo ciego al escribir, éste
es mucho más favorable que los penosos afanes por los que pasé
con otros proyectos para obligarme a escribir. Eso no funcionó.
Al parecer esto sí.

¨

La lluvia caía, estruendosa. Si bien su embate no amedrentaba a
las almas de los niños del colegio, lograba desanimarlos, al haber
conseguido lo que ninguna otra cosa: restringir el deseo de los
alumnos de encaminarse a sus casas. Por lo pronto, la mayoría de
los adolescentes decidió ejercitar al máximo su movilidad yendo al
menos a sentarse afuera, bajo las techumbres de los pasillos
exteriores que vinculaban los varios edificios del colegio. Por
desgracia, la única maravilla a experimentar afuera era la visión
de una ciudad oscurecida, con sus luces nubladas por el temporal,
el olor de un cielo triste, y el abrazo untuoso de un mundo húmedo.

¨

Aún así, era mejor que la situación infortunada en que estaban
los Pilotos. Shinji se encontró limpiando el piso con un trapero.
No había prisa por terminar su labor dado que no tenía plan
alguno de qué hacer a continuación. Y en vez de resolver aquel
problema, encontró su mente inmersa en un mar de problemas
distintos, problemas mínimos, instigadores de preocupaciones
mínimas. Este era uno de sus mejores días. Creía haber escapado
sólo apenas al último Ángel, pero el resultado del encuentro era
el más valioso de todos hasta ahora. En alguna parte, sabía, su
madre no estaba muerta. Pero ante quella idea, quitó la vista
de los hipnóticos charcos de agua sucia que iba creando, y,
con cierto esfuerzo, miró a su izquierda, donde la siempre sutil
Ayanami Rei se acuclillaba con un trapo inmundo en la mano,
limpiando el piso en una forma que Shinji no podía sino describir
como maternal. No podía entenderlo.

Asuka se hallaba en uno de sus mejores ánimos, al estar fuera
todos salvo los Pilotos. Vale decir, efectuaba su quehacer sin el
sentimiento de aprensión que guardaba últimamente contra los
demás pilotos, en particular con Ikari. Aún así, no era sorpresa que
barriera diligentemente el piso en un esfuerzo por terminar de una
buena vez con el trabajo. Como los demás Niños, se afanaba sin
comentario alguno, con la mente enfrascada en la labor efectuada
y en nada más. Esto era favorable para Shinji, que sin duda
hubiera sido el receptor de una sarta de acusaciones referidas
a depravación e indecencia, de haber sido sorprendido con la
mirada puesta en la pálida niña azul a su lado. Había, empero,
una atmósfera umbría en el entorno, una que parecía consumir
toda energía que los alumnos lograran reunir. Quizá aun si la
niña roja hubiera visto al muchacho mirando, no habría dicho nada.

Antes de que ninguno de los Niños hubiera terminado sus labores,
la puerta se abrió, traqueteando, y entraron dos de los "tres
chiflados" y la presidenta de la clase. El Tercer Niño alzó una
mirada inquisitiva, la Segunda una mirada de alivio y la Primera,
una de ponderación leve.

Touji habló primero.

--Y he aquí Shinji Ikari, ahora con dos mujeres a sus pies
ayudándole a...

Su declaración fue cortada en seco al ser golpeado prestamente en
la cabeza por la escoba de Asuka. Aida Kensuke, siempre sagaz,
ocultó su cámara sin demora.

La presidenta del curso se sentó en el puesto contiguo al de su
amiga, con un suspiro, en tanto los otros dos visitantes tomaban
posesión de escritorios junto al del Tercer Niño. Touji se pasó
una mano por el pelo al sentarse, dándole una breve mirada de
hostilidad a la Segunda Niña.

--No tiene pinta de que se vaya a despejar muy luego --informó la
presidenta. Durante varios segundos no recibió respuesta alguna,
mientras varios pares de ojos le daban miradas de extrañeza.
Abochornada, continuó--. Así que decidí ver cómo iban.

Asuka suspiró, de pie con actitud de ocio junto al asiento de su
amiga, recargándose en la escoba en una postura poco grácil,
como si hubiera ido a caer de agotamiento sin ese apoyo. Con
un suspiro, habló (o más bien masculló).

--¿Y qué más da? Vamos a languidecer, desmayarnos y despertar
para la clase de mañana antes que pare la lluvia. Esta sala es tan
deprimente.

Y, en efecto, lo era. Con las ventanas como única vía de entrada
de luz al aula, el lugar se iluminaba con luz teñida por la lluvia.
Los marrones y verdes desleídos se entremezclaban con los
antagonismos de luz y oscuridad para dar al salón una atmósfera
no distinta a la de un pantano sórdido. Para complementar las
cualidades visuales de esa situación aciaga, estaba el retumbo de
la lluvia, golpeando el edificio leve aunque incesantemente. Era
en mucho como el tamborileo abordo de un barco de esclavos, y en
ese momento ninguno de los alumnos podía negar sentirse a cada
minuto más como esclavos: mustios, cansados y sin vida.

Kensuke respondió:

--Eso es porque eres mujer con problemas femeninos --se ufanó, sin
notar las llamas que se formaban en torno a la persona de Asuka--.
Nosotros los hombres aguantamos lo más bien --continuó, poniendo
una mano en el hombro de Shinji--. Ya ves que Shinji no se queja.
Rayos, apuesto a que no se da ni cuenta de que está lloviendo.

Ante aquello, Shinji se retrajo hacia el lado, fuera del contacto
de Kensuke, con una sonrisa horrorizada tirándole de las mejillas.
Se volvió a mirar a Asuka, que casi humeaba con un espíritu que
antes no había estado presente. Hikari notó aquello también.

--Bueno, a Ayanami-san parece que tampoco le molesta la lluvia,
¿ne, Rei? --dijo.

Ayanami, que estaba de espaldas a la presidenta de la clase, no
hizo un alto en sus acciones.

--No, no me molesta.

Por desgracia, el cambio de conversación no sosegó en mucho
el genio de Asuka. Logró, no obstante, controlarse lo suficiente
para exhibir una expresión de desdén por los tres chiflados, y
rebatir:

--Bueno, eso es porque Shinji es muy mequetrefe como para que
le importe alguna cosa. Ustedes, mamarrachos, son unos...

En dicho punto Shinji Ikari consiguió instalarse en su propia
mente y clavar una mirada apática en el trapero, logrando bloquear
al mundo exterior.

((Tenía la ropa mojada y le caía pesada en los hombros, envolviéndolo
en la viscosidad de una estrechez que era incómoda y engorrosa.
Poco después una tonalidad roja empezó a fluirle por la camisa
blanca, manchándola de...
))

Shinji inhaló súbitamente ante aquel pensamiento y, frenético, se
examinó el uniforme escolar con la mirada. Al levantar la vista,
vio que su miedo no había pasado desapercibido. Touji, que había
tenido el mentón apoyado en los brazos, alzó los ojos, mirándolo
con curiosidad y preocupación. Kensuke volvió la cabeza para
exhibir igual expresión. Asuka y Hikari, que habían estado
concentradas en su discusión con los otros muchachos, lo miraron
con dejos de pasmo y confusión. Ayanami Rei se había vuelto a
examinarlo con expresión neutra. Ella fue la última con quien
Shinji cruzó la mirada, y no pudo sino notar el extraño color rojo
rosáceo mostrado en esos ojos. Había una curiosidad extraña en
ellos, y detrás yacía un océano de ideas y preguntas. Shinji
empezó a advertir que la miraba más de la cuenta y luego,
por fortuna, Ayanami pestañeó bruscamente, le dio una última
mirada fugaz, y volvió a su quehacer.

--¿Todo bien, Jefe? --inquirió Suzuhara.

Devolviendo su atención a las demás almas del salón, Shinji
asintió, titubeante.

--Gomen. --Su movimiento de cabeza se convirtió en una reverencia
informal.

Habiéndose perdido el tema anterior con la interrupción, el estado
mental de Asuka persistió en torno al Tercer Niño.

--¿Pesadilla, Tercer Niño? --preguntó, con cierto tono de
desagrado.

--Oye, deja al hombre tranquilo, ¿quieres? --disparó Touji de
vuelta--. Viene recién saliendo del hospital.

--No tienes para qué recordármelo --dijo Asuka con gesto de
desprecio--. Shinji el invencible, que trató de "enseñarnos cómo
se hace", se puso un poquito creído, ¿cierto?

Pese a las súplicas de Hikari para que se calmara, Asuka descubrió
que en ese momento no podía pensar más que en cuánto despreciaba
al Tercer Niño.

((--¡Eres el número uno! --alentó Misato.))

--¿Pudiste hacer algo mientras estabas atrapado, esperando que te
salváramos, ¿hm? --La sonrisa burlona de la muchacha lo irritó un
tanto.

--Igual tuve mejor rendimiento que tú, ¿no? --murmuró el muchacho
entre dientes, más para sí que para ella. Asuka, no obstante,
recibió la fuerza completa del comentario. Decidió abordar la
discusión desde un ángulo distinto, sin tomar en cuenta los
sutiles cuchicheos de Hikari pidiéndole calmarse.

--¿Entonces en eso se basa la relacioncita que tienes con la Niña
Maravilla? ¿En las chiripas que te salen?

--No es eso --graznó Shinji con gesto de lamentación, sorprendido
sin guardia--. Me...

Y entonces, Rei, que había continuado con su labor, estrujó una
última vez el agua del trapo y, tomando trapo y balde en una mano,
se puso en pie. El aula había quedado en repentino silencio y así
permaneció hasta que la hermitaña de la clase depositó el balde
a un lado de Shinji y avanzó hasta su respectivo puesto, con sus
pasos haciendo eco por el salón. La niña quitó el bolsón del
asiento y, sentándose en silencio, lo puso junto a su tobillo.
Descansó la barbilla en el dorso de una mano, y fijó la mirada en
dirección al desolado paisaje exterior. La presidenta del curso
tomó esta oportunidad para hablar:

--¿Por qué se deprimen tanto con la lluvia? --se refirió
específicamente a la Segunda Niña y al Tercero--, ¿no se pueden
llevar bien alguna vez?

Aunque las únicas contestaciones que recibió fueron silencio y
vergüenza, tomó aquellas respuestas con la mejor intención, y
continuó:

--Miren, Ayanami-san ya terminó, y ¿quién sabe? Para cuando
terminen ustedes dos, puede que deje de llover --terminó con una
sonrisa, que floreció hasta ser un acceso de rubor cuando notó la
expresión afirmativa que Suzuhara le estaba dando.

--Hmmf --resopló Asuka, aunque sin su vigor acostumbrado--. Sí,
cómo no.

No obstante, reanudó su barrer, y Shinji, que no dijo nada más,
continuó trapeando.

¨

Algún rato después, Shinji y Asuka terminaron sus obligaciones,
pero la lluvia no se había detenido. Shinji se instaló en su
escritorio y asumió una posición fatigada similar a la de la
Primera Niña. Asuka se hallaba en su respectivo puesto
conversando con Hikari, al habérsele iluminado el ánimo
visiblemente. Touji y Kensuke continuaron sus divagaciones,
que dejaron a Shinji más como oyente que participante (amén
de las carencias de Shinji para la conversación). La atmósfera
física del aula no había cambiado un ápice.

Shinji se relajó, respiró hondo, y casi se atragantó. Huele a sangre,
pensó, y no pasó mucho rato antes de que la humedad y hedor
de la lluvia le inundaran los sentidos. En alguna parte, se sintió
enfermo.

--¿Qué?

La voz era de Rei, y fue tan suave que pareció que sólo Shinji
pudo llegar a oírla. La niña azul no volvió la cabeza ni se movió
en lo más mínimo de la postura en que estaba, dejando a Shinji
preguntándose si la había oído o no.

La mirada del muchacho bailó de uno a otro lado un segundo.
¿Lo dije en voz alta? Era evidente que sí. Y por eso, respondió, en
una voz algo más clara.

--Huele... --profirió, cohibido-- ...a sangre.

Ayanami volvió la cabeza para mirarlo. No pasó mucho tiempo antes
de que el muchacho empezara a sentirse confundido y cuestionado
por esos ojos que, aunque parecían haber perdido su intensidad
en este día lluvioso, no dejaban de tener la solidez o dureza de
siempre. Ella pestañeó, y devolvió la mirada a la ventana.

Por último, habló en un tono que casi podía describirse como
despreocupado:

--No es más que lluvia.

Shinji descubrió que no había nada que pudiera decir para
responder. Un segundo después, Ayanami abrió suavemente la
ventana y sacó una mano justo lo suficiente para poder atrapar
con las yemas de los dedos las pizcas de lluvia que caían del
cielo amortajado de blanco. Siguió con los ojos la huella de
cada gota contra la piel, con lo que podía considerarse como
diversión moderadamente vivaz.

Habiendo admirado la sensación, el golpetear de las chispas
frescas de lluvia en la palma de la mano, con el brazo todavía
extendido fuera de la ventana, Ayanami Rei se volvió una vez
más para encontrar la mirada inmóvil de Shinji Ikari. Y sonrió
delicadamente.

Esta vez Shinji no se extravió bajo esa atención puesta en él, y
su respiración y compostura hasta se relajaron de forma visible.
Y sonrió también.

Lo que no había sido descubierto por el muchacho fue el alzarse de
un silencio cabal empezado hacía un momento. Y ahora, había cinco
pares de ojos puestos en él, cuatro de los cuales aún no advertía.

-fin

Agradecimientos especiales a Chris Burke y Adrian Forest por
sus reveladoras sugerencias y opiniones (26-7-00).