Capítulo 5: "La novia de Sesshoumaru"

Y ahora que lo pensaba... ¿ella era la prometida de Sesshoumaru?. Vaya... eso si que era una sorpresa, pero entonces el muy cretino iba a contraer nupcias con una muchacha que "aparentemente" no conocía mucho de la vida. La verdad es que se sentía un poco molesto¿cómo una niña que se preocupaba por la salud de los pobres podía casarse con un hombre que tenía esclavos en su hacienda?... resultaba ilógico... pero ahora que lo meditaba... la primera vez que la vio ella tenía intenciones de suicidarse... ¿estaba siendo obligada acaso?... Inuyasha hizo una mueca mientras instaba al caballo a galopar más rápido...

-Ese Sesshoumaru- Murmuró con rabia-... siempre consigue lo que quiere...

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Kagome se quitó la ropa sin dejar de pensar en aquel extraño hombre. Tres veces ya se había encontrado con él y ni siquiera lo había visto antes en el pueblo. Tomó el vestido y lo miró de mala gana. Un vestido al basurero, era lo más probable, pero aún así lo echó a una canasta de mimbre en donde acostumbraba a dejar la ropa sucia. En ese mismo instante su niñera entró a la habitación y Kagome la miró. La anciana abrió enormemente los ojos y se acercó a ella preocupada.

-Pero Kagome!

Tomó su rostro con sus manos arrugadas y la inspeccionó, ella aún tenía rastros de lagrimas en sus mejillas y el polvo pegado en ella, además de unos rasguños.

-No... me caí- Respondió la muchacha separándose de ella. El tiesto de porcelana con agua fresca estaba sobre un pequeño mueble y ella introdujo sus dos manos para luego arrojar el líquido en su cara una y otra vez.

-¿Te caíste?... ¿pero cómo mi niña!

-En la hacienda de Sesshoumaru... – Respondió sin más, no podía sacarse de la mente a aquel joven. Era tan arrogante pero había algo que le llamaba la atención... era el extraño color de sus ojos... tan iguales a los de... él...

La anciana no se convenció con la respuesta de la chica, sentía que había algo más... pero Kagome últimamente le contaba tan poco...

-Debes... tener cuidado cariño con andar sola... - Murmuró con angustia. Kagome terminó de secar su cara en una toalla y la miró arrugando el ceño, siempre le hacían las mismas recomendaciones, siempre hablaban que una señorita no debía estar jamás sola junto a un hombre, tampoco entendía las palabras del extraño, sospechaba que todas tenían una finalidad en común que no entendía muy bien...

-¿Porqué una mujer no puede estar a solas con un hombre?... Kaede... ¿porqué se empeñan en decirme que debo cuidar mi honra?

La anciana la miró unos instantes y sobó luego sus manos nerviosamente.

-Creo que eso deberías hablarlo con tu madre... no soy la indicada para contarte...

La muchacha suspiró derrotada, siempre le evadían el tema y jamás insistía nuevamente hasta cuando la ocasión se lo permitía, pero ya estaba grande, se consideraba una adulta casi y habían cosas que no sabía.

-¿Porqué?... ¿es algo muy malo?... siempre evaden mis preguntas... - Regañó mientras se volteaba y la anciana comenzaba a desanudar el ajustado corsé.

-Cuando te cases lo sabrás... antes no... - Respondió ella resignada. Kagome apretó los labios, fastidiada.

-Sé que hay algo raro en todo esto... me lo dijeron mis amigas... cuando una mujer se casa, debe dormir con un hombre, pero... ¿qué tan terrible puede ser eso?

-Tranquila mi niña... cuando sea tu hora lo sabrás... y mientras tanto sólo debes cuidarte en llegar intacta al altar.

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Inuyasha caminaba por entre la feria nocturna cuidando de no aparecer delante de algunas personas que recordaba, eran aliados de su hermanastro. Las cosas en la hacienda de Kouga resultaban estar bien, el hacendado estaba conforme con su trabajo y hasta complacido, puesto que sus trabajadores no volvieron a alzarse, Inuyasha sabía como hablarles, y aunque cada vez que les dialogaba de la "igualdad" de condiciones entre trabajadores y hacendados, cosa que a Kouga le erizaba los cabellos, siempre terminaba por calmar a las personas.

-Escuchen, ustedes saben que sin su trabajo el patrón no puede vender... pero también sabemos que si no trabajamos él no nos dará la paga.

Y así fue obteniendo de parte de él algunas "facilidades"... un horario fijo, alimentación y abrigo digno, algunos días libres, etc. Y aún así los resultados tanto para Kouga como para los trabajadores habían sido excelentes.

Las tardes de viernes resultaba ahora ser el comienzo del relajo para la mayoría del pueblo y en eso estaban, las calles se llenaban de comerciantes y personas, disfrutando del descanso. Así estaba él ahora, caminando aburrido y algo melancólico. Los ojos cenicientos de Myoga lo encontraron justo cuando había decido irse.

-Muchacho...

-Anciano Myoga- Musitó.

Ambos se alejaron de la multitud y caminaron, Inuyasha siguiendo el paso lento del anciano, hasta una taberna semi llena de trabajadores.

-¿Necesita hablar conmigo?- Preguntó el joven capitán al notar en el lugar en que estaban, el anciano asintió y tomó asiento en una mesa del rincón. Inuyasha lo imitó resignado.

- Sólo quería preguntar cómo esta la gente de la hacienda de tu hermano.

Inuyasha se cruzó de brazos y le hizo un desprecio.

-Ba! Ese no es mi hermano!- Regañó. De inmediato recordó el incidente, la verdad es que hubiera deseado saber cómo estaba el pequeño enfermo pero nunca tuvo la ocasión de ver ni hablar con nadie de la hacienda... además debía tener cuidado con Jaken, él sí lo reconocería.- no tengo ni la más remota idea como estan ellos.- Acotó. En ese momento una mujer algo rechoncha se acercó a ellos y dejó una botella de ron con dos vasos.

-Mmmmm, tampoco he visto a la señorita Higurashi... - Murmuró el anciano, Inuyasha que vertía algo del oscuro licor dejó de hacerlo y levantó la vista hacia él, algo contrariado.

-¿Qué tiene que ver Kikyo en esto?- Preguntó. Myoga levantó ambas cejas, sorprendido.

-¿Kikyo? No, me refiero a Kagome... la señorita que cuida de los esclavos en la hacienda.

-¿Qué?

-¿No lo sabías?... es hermana de la señorita Kikyo...

Ahhh, vaya, conque era hermana de Kikyo, eso si que era sorpresa. No respondió, pero bebió en seco el vaso de ron mientras intentaba rememorar el rostro de la joven... es cierto, tenían un cierto parecido... levemente, claro.

-Conque es la chiquilla que estudiaba en París... - Murmuró al fin, dejando el vaso sobre la mesa de madera. Cuando eran unos adolescentes recordaba haber escuchado a Kikyo nombrarla un par de veces, sabía que estaba en Francia junto con el señor Higurashi porque al parecer las cosas entre los padres de ellas no iban muy bien.

-Llegó hace cinco años más o menos... su viaje fue algo triste¿sabes?- Dijo el anciano bebiendo un sorbo de licor. Inuyasha se levantó al fin, algo fastidiado.

-Bueno bueno, eso no me interesa... dígame una cosa... necesito saber si tiene noticias del maldito Sesshoumaru... me han dicho que esta de viaje ¿es cierto eso?

-Esta comprando las últimas cosas para la boda... deberá estar aquí antes de tres días, puesto que han organizado una fiesta de compromiso... la gente más rica de la isla esta invitada.

El joven entonces sonrió con malicia y sus ojos dorados brillaron intensamente. Myoga tuvo un mal presentimiento, la actitud del chico ahora le atemorizaba, en parte...

-Una fiesta de compromiso... ahí estaré entonces...

-Inuyasha... - Lo llamó el anciano mirándolo preocupado, pero él joven eso no le importaba, miró al anciano y sonrió aún más.

-Quédese tranquilo... sé lo que hago...

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Kagome llevaba los libros acurrucados en el pecho, estaba preocupada, aunque Kohaku estaba recuperándose había un aire enrarecido en la barraca que le causaba temor ¿se acercaba una peste?... si tan sólo Sesshoumaru estuviera en la hacienda podría pedirle que hiciera algo, algo como darle mejores condiciones de salubridad al lugar donde dormían y comían los esclavos...

-Señorita Higurashi...

La voz varonil la sacó de sus profundos pensamientos, alzó la vista y lo que menos se esperaba era ver los ojos dorados de aquel desconocido, montado en un caballo negro que resoplaba feroz por las narices...

-Sí, no me mire con cara de despavorida, ya sé que se llama Kagome... ¿usted no descansa ni los fines de semana?

Kagome que tenía los labios semi abiertos de la impresión recuperó poco a poco la compostura y se irguió más, denotando orgullo y firmeza.

-¿Qué es lo que quiere?- Preguntó mirándolo con fijeza.

Inuyasha sonrió más arrogante intentando calmar al caballo que si se descuidaba, era capaz de lanzarlo lejos.

-Sólo quiero saber cómo esta el niño.

-¿Kohaku?... él esta bien... mejor... gracias por preguntar... - Murmuró, sintiendo que las mejillas se coloreaban de rojo casi sin querer. Pero qué tonta Kagome¿porque te ruborizas ahora?

-¿Y usted cómo esta?

¿Era broma? Ella lo miró arrugando el ceño, ahora si que estaba completamente contrariada. Inuyasha apuntó con su dedo la cara de ella, sin tocarle por supuesto, estaban separados por unos cuantos metros de distancia. Kagome se llevó una mano al rostro pero realmente no sabía de qué le hablaba.

-Tiene un rasguño bastante feo en el cuello... - Dijo el hombre. Kagome entonces bajó la mano y sintió la aspereza de una fina línea que no había visto ni notado.- ¿no lo notó?- Preguntó burlón. Kagome movió negativamente la cabeza y él sonrió.- veo que no se mira mucho en el espejo... será mejor que se cuide... no querrá que su novio la plante en la boda.

Kagome tragó saliva y lo miró disgustada, él hizo un ademán con la cabeza, una reverencia burlona semejante a como los caballeros de la alta sociedad se despedían y luego, mostrando sus dientes en una sonrisa demasiado amplia golpeó las costillas del inquieto animal alejándose, como ya casi siempre lo hacía, veloz de su lado.

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Kikyo estaba sentada en la cama con sus vestidos de aldeana que generalmente usaba cuando visitaba a Inuyasha, no fuera que alguien después la acusara con su familia y aún peor... con su prometido. Estaba fastidiada, hacía horas que lo esperaba pero Inuyasha no aparecía. De pronto la puerta se abrió y el joven se dejó ver en la penumbra de la habitación. Ella se levantó con lentitud y caminó hasta él, visiblemente molesta.

-¿Dónde estabas? Te he esperado toda la tarde.

Inuyasha levantó una ceja.

-¿Estas celosa?

Ella enmudeció y luego intentó recuperar la compostura.

-Sí... algo... - Respondió dándole la espalda y sentándose nuevamente en la cama.

El joven caminó hacia el interior de su morada encendiendo un fósforo y acercándolo luego a una vela para iluminar la habitación.

-Me gusta a oscuras... es mejor... - Murmuró la joven con la voz de pronto sensual, casi de la misma forma que solía hacerlo cuando eran unos adolescentes y que lo volvía completamente loco.

-Oye Kikyo... ¿porqué no me contaste que tu hermana se va a casar con Sesshoumaru?- Preguntó el joven haciendo caso omiso de sus insinuaciones, estaba demasiado intrigado con respecto a la hermana de ella.

Kikyo que lo miraba con una semi sonrisa de pronto pareció que le había caído un balde de agua fría. Inuyasha volteó y levantó una ceja, interrogativo.

-Kagome... ¿así no se llama?... – Volvió a preguntar.

-¿Kagome?- Musitó la mujer, bajando la vista de sus ojos castaños totalmente perturbada- bueno es que... no lo consideré importante... - Respondió luego con el rostro contraído. Inuyasha se sentó en una silla frente a ella y tomó la espada que tenía sobre la mesa, intentando parecer despreocupado.

-Mmmmm... ¿y se casa por amor?- Preguntó apenas, pasando ahora un paño a la funda de la espada para sacar brillo.

-¿Amor?- Repitió Kikyo aún en shock, luego miró a Inuyasha intentado calmar su voz.- ¿cómo... lo supiste?

El capitán se encogió de hombros e hizo una mueca con su boca. Desde hacía días, exactamente desde la vez en que aquella niña le pidió suplicando su ayuda para salvar a un esclavo pensaba como ella podía casarse con Sesshoumaru. Una niña aparentemente inocente contra un maldito, ambicioso y usurero.

-A menudo la veo en la hacienda de él... enseñando a los esclavos... - Murmuró. Kikyo volvió a tragar saliva, intimidada aún.

-Kagome es un alma caritativa... una tonta– Balbuceó despectivamente.

-Pero... ¿es por amor?- Volvió a preguntar él, intrigado. Tal vez a la niña la obligaban a casarse, él la salvó aquella vez en los acantilados, la escuchó decir que sufría... por "el".

-Ehhh... no lo sé... - Murmuró resignada, bajando la vista. -... tal vez...

-Tal vez puede que sea por dinero... ¿no? No me mires así, casarse por conveniencia es de lo más común ahora. - Respondió Inuyasha con su típico tono burlón, dándole una sonrisa irónica la mujer.

-Sí... - Murmuró ella.

-Ja! Interesadas!- Bufó levantándose precipitadamente de la silla y caminando hasta ella la tomó con rudeza de la muñeca obligándola a ponerse de pie.

-Dime una cosa... ¿te casarías conmigo aún sabiendo que no tengo dinero?

Kikyo lo miró despavorida, la cara del joven estaba transfigurada, su rostro bronceado por el sol estaba completamente contraído, su entrecejo arrugado, sus ojos fijos en los suyos brillaban de manera demoníaca, la fuerza que empleaba para tomarla, ella tembló de terror por primera vez ante él... ¿sería acaso cierto sus sospechas?...

-Contesta!- Gritó.

-Pero... pero qué te pasa... – Tartamudeó al fin- ¿porqué te pones así?

-Demuéstrame que has cambiado, querida Kikyo... - Respondió esbozando una sonrisa irónica.

-Juro... – Ella tragó saliva con algo de dificultad mirándolo a la cara-... juro que soy capaz de todo por ti...

-¿De verdad?- Preguntó en el mismo tono pero soltando levemente el agarre en su muñeca. Ella asintió rápidamente tratando de esbozar una sonrisa sincera.

-¿Sabes?- Inuyasha sonrió soltando con fuerza a ella que cayó nuevamente sentada sobre la cama.- esta vez soy capaz de cometer una locura si me traicionas nuevamente.

Ella se puso de pie y por primera vez lo desafió con la mirada.

-¿Serías capaz de matarme acaso?

-Nadie juega con mi orgullo- Respondió secamente, mirándola como un demonio.

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Era un hermoso día y todo estaba preparado para el gran acontecimiento. Bellamente decorada la hacienda, las mejores familias de la isla y también del continente cercano comenzaron a llegar. Sesshoumaru vestido elegantemente con un traje negro y su cabellera clara impecablemente cepillada los esperaba atento y cortés a la entrada de la gran casona de estilo Europeo. Había muchas flores de campanillas adornando cada rincón de la habitación principal y una enorme lámpara de lágrimas estilo parisiense colgaba desde lo alto de la sala de baile. Kagome pasó un dedo por uno de los negrísimos muebles de caoba mientras intentaba evitar mirar a la cara a su futuro cuñado, cara de felicidad. Ella suspiró resignada, había tanta gente en la fiesta y todo parecía feliz... era hora ya de olvidarlo, era una causa perdida...

El sol brillaba en lo alto aún y ya todos tenían en sus manos una fina copa de champan para brindar por el pronto compromiso. Inuyasha miró a su hermanastro desde una esquina, perfectamente arreglado con un traje costoso que había mandado a comparar a una de las carísimas tiendas del pueblo, la cabellera estaba sujetada por una coleta baja y su rostro, limpio y serio pasó inadvertido para muchos de sus antiguos conocidos... antiguos conocidos pero de su familia. Vio de pronto a la joven chica, Kagome, vestida con un traje gris oscuro y sencillo esta vez. Sus cabellos negros estaban completamente tomados por una de esas ricas horquillas que usaba dejando al descubierto su muy pálido rostro... sus ojos, aunque no podía verlos directamente le parecían estar entrecerrados, sus labios rosados apretados, la mano delgada se aferraba con firmeza contra la copa de cristal, ella apoyaba la espalda como si fuera a desfallecer contra la pared... no podía equivocarse... esa niña estaba sufriendo... esa niña seguramente estaba siendo obligada...

De pronto la voz varonil de Sesshoumaru llamó la atención de todos y comenzó a hablar en medio de la sala... hacía mucho que no escuchaba su irritante voz, altanera como siempre.

-Amigos, por favor... permítanme su silencio... gracias por venir en este día tan importante para mí... – Todos sonreían encantados. Seguro, los Higurashi tenían una muy buena reputación debido a que eran unas de las primeras familias en llegar a la isla. No tenían mucho dinero ahora, pero si eran nobles gracias a su reputación. – ... y quiero comprometerme formalmente con una mujer maravillosa, la más noble y virtuosa de todas... - Escuchó el joven unos cuchicheos y luego miró la cara de idiota de su hermanastro. Unos segundos más tarde concentró su vista en la muchacha que se afirmaba con la espalda en la pared y respiraba agitadamente, se notaba en la forma en que su pecho subía y bajaba bajo la gruesa tela de su vestido. – ven cariño...- Dijo Sesshoumaru, pero Kagome no se movió, al contrario, la vio tapar su cara con una mano, tal vez estaba sollozando. Contrariado Inuyasha volvió a mirar a su hermano, no pudo evitarlo, ella le conmovió el corazón, casi podía sentir su tristeza. Enfocó sus ojos, disgustado, sobre Sesshoumaru y para su completa sorpresa, a su lado y tomada de la mano, estaba ella, radiante, con un rico y vaporoso vestido color crema con encajes sutiles y finos de escote cuadrado y sin mangas, largos y suaves guantes que llegaban hasta más arriba de los codos, sus cabellos negros peinados con una semi coleta que daba varias vueltas en su nuca, su piel blanca y sus ojos castaños inexpresivos, pero borrados con la amplia sonrisa de su rostro.- mi querida Kikyo... - Dijo Sesshoumaru besando su mano, y ella pareció perturbada. Inuyasha entreabrió los labios, no comprendía aún lo que estaba sucediendo... - aprovecho que la boda será lo antes posible... estamos ansiosos de compartir una vida juntos.

Ella sonreía, sonreía feliz y estaba halagada, la vio acercarse más a Sesshoumaru, con su cara de novia inocente y enamorada. Inuyasha encrispó las manos de rabia...

-Maldita... bruja mentirosa... otra vez me hiciste tu juguete... maldita... - Gruñó, rojo de ira, con sus ojos dorados puestos fija y casi endemoniadamente sobre la pareja, pero más sobre Kikyo...

Continuará...


N/A: Mi agradecimiento a quienes nuevamente dejaron su comentario, se los agradezco como siempre, infinitamente.

Nos vemos en el próximo capítulo.

Lady Sakura Fortuny :D