Capítulo 6: "Orgullo Herido"

-Maldita... bruja mentirosa... otra vez me hiciste tu juguete... maldita...

Su primera e impulsiva reacción fue la de acercarse hasta ella y apretarle el cuello pero en cuanto dio un paso sintió el suave agarre en su brazo izquierdo, volteó la cara enojado, aún rojo de rabia y se extrañó sobremanera al ver a la muchacha de ropajes señoriales que lo miraba contrariada.

-¿Usted por aquí?- Preguntó ella con la voz suave pero confundida y con sus ojos castaños demasiado brillantes, casi como si estuvieran a punto de verter lágrimas. Él la miró disgustado con la mandíbula tensa en extremo, no podía evitarlo, se sentía completamente engañado. No le respondió a la muchacha de inmediato, sino que volteó nuevamente para mirar a la feliz pareja. Un instinto casi asesino comenzó a corroerlo.

-Conque era su hermana la prometida... - Finalmente masculló, aún sin mirarla. Sintió como ella soltaba el agarre y la escuchó claramente suspirar.

-Claro... quien más...

Él volvió a voltear y la miró con detenimiento mientras Kagome se encontraba con la cabeza baja. Kikyo resultaba ser una mentirosa y extrañamente la ira hacia ella se disipó de pronto, porque ver a la muchacha a la que erróneamente creía ser la prometida de su hermano le resultaba más fácil descargar su coraje y su veneno contra ella, el ser más débil que encontraba frente suyo.

-Y usted esta triste porque no fue la elegida¿verdad?- Preguntó al fin con voz burlona y los ojos centelleantes. Kagome entreabrió los labios y las mejillas enrojecieron súbitamente. No subió la vista pero ella estaba completamente turbada ¿cómo sabía él de sus escondidos sentimientos?. Las mejillas se ruborizaron al instante e Inuyasha de pronto sintió que estaba actuando mal... al fin y al cabo, ella no tenía la culpa.

-Lo siento... – Murmuró, clavando sus ojos en la vista esquiva de ella. Inuyasha entonces bebió de un sorbo la copa de champan mientras escuchaba a lo lejos las felicitaciones que les daban a los futuros esposos. La cara de Kikyo era irreconocible, estaba demasiado feliz y su hermanastro también lo estaba ¿pero cómo le había mentido tan descaradamente esa mujer?. Volteó para mirar a Kagome, pero ella ya no estaba, arrugó el entrecejo mientras volteaba buscándola a su alrededor.

La rosa era blanca y estaba completamente florecida, Kagome acercó el rostro y aspiró su perfume. Luego se irguió con lentitud y el sombrero que tenía en una mano lo colocó sobre su cabeza, anudando la cinta de satén al cuello para evitar que cayera. Comenzó a caminar por el vasto jardín, no podía negarlo, el lugar era realmente hermoso y ella tal vez hubiera sido muy feliz en el... pero claro, junto a Sesshoumaru.

-¿La inoportuno?

Ella levantó el rostro y lo miró. Hizo una pequeña mueca, bastante hiriente había resultado su comentario y en realidad prefería estar a solas ahora. Inuyasha caminó junto a ella, con lentitud, sin decir nada. Kagome apretaba los labios sin saber qué decir, finalmente se armó de valor y lo miró. Su rostro estaba cambiado, cuando lo vio en el salón la primera vez, justo en el instante en que Sesshoumaru presentaba a Kikyo como prometida, su primer pensamiento fue que le parecía conocido. Intentó hacer memoria dónde... casi quedó con la boca abierta cuando se percató que era el mismo extraño hombre que se aparecía de vez en cuando, sólo que estaba vez lucía como un caballero de la nobleza, el traje gris claro, blusa blanca y en el cuello una pañoleta que parecía de seda, anudada alrededor, el cabello negro amarrado... todo un caballero, aunque el rostro de furia de su cara en el momento previo a cuando le habló le resultaba atemorizante... y extraño.

-Aún no me ha dicho su nombre- Dijo ella de pronto. Inuyasha se detuvo y la miró divertido.

-Ah, es cierto... mi nombre es Inuyasha.

Kagome lo miró pensativa, como intentando recordar de dónde le era familiar.

-Inuyasha... - Musitó.- usted no es de aquí¿verdad?

Inuyasha sintió de pronto el aroma a violetas y cerró levemente los ojos intentando concentrarse de donde provenía. Abrió luego los ojos y miró a Kagome que le daba una mirada curiosa, ella era pequeña, escasamente llegaba hasta sus hombros y el aroma de las flores parecía venir de la cabellera sedosa de la muchacha.

-No... pero conozco a algunas personas de esta isla... - Respondió al fin con una pequeña sonrisa.

Los jardines eran hermosos y estaba completamente florecido, sobre todo de rosas, pues había una vasta variedad de múltiples colores. Una pérgola en el centro custodiada por inmensos y frondosos árboles invitaba a la privacidad y al descanso. Allí ambos, sin querer, entraron al pequeño lugar, rodeado de ventanales y con taburete pegado a las paredes. Kagome se sentó mientras daba una gran bocanada de aire.

-¿Es pariente de Sesshoumaru?- Preguntó con inocencia. Él de inmediato cambió el semblante del rostro a uno casi asustado, era como si le hubieran develado su más profundo secreto.

-¿Porqué lo pregunta?- Su voz sonó demasiado ansiosa y la miró inquisitivamente.

-Sus ojos... son del... mismo color- Murmuró avergonzada, esquivando la vista. Inuyasha suspiró aliviado y luego esbozó una pequeña sonrisa.

-Ah... coincidencia solamente...

-¿Pero es su amigo?- De pronto Kagome sintió que estaba siendo algo impertinente, pero la verdad estaba llena de dudas hacia él.- perdón... lo digo porque como esta aquí...en la fiesta de compromiso...

-Digamos que soy un conocido de ambos... - Murmuró esquivamente. Kagome arrugó el entrecejo.

-¿También conoce a mi hermana?

Inuyasha apretó más los labios y sus manos se crisparon fuertemente desviando la vista.

-La conozco... desde hace mucho... - Musitó. Kagome estaba totalmente contrariada, nunca había oído hablar de él, pero qué extraño le resultaba el joven, demasiado misterioso para ella.

-¿Porqué creyó... que era yo la prometida?

Inuyasha estaba de pie a su lado, y estuvo casi todo el rato evitando mirarla, cuando escuchó su pregunta algo débil y dolida, bajó el rostro hacia ella, que le miraba fijamente, sus ojos castaños aún humedecidos por lagrimas que intentaba salir al exterior pero que ella reprimía a duras penas. ¿Estaba sufriendo por Sesshoumaru? Eso era... inconcebible!

-Porque la veía a usted en la hacienda... y porque una cretina me dio esa falsa información... - Murmuró luego recordando a Kikyo.

-¿Quién pudo haberle dado esa información absurda?- Preguntó Kagome aún con la mirada fija en él, totalmente contrariada. Inuyasha apartó el rostro y miró el horizonte.

-Eso... no importa... - Respondió.- en todo caso... - Volvió a darle miradas de vez en cuando mientras hablaba- ya me parecía bastante extraño que una joven como usted que se da el tiempo para enseñar a los esclavos y tratarlos como personas dignas, se casara con un hombre que se vale de la condición de ellos para explotarlos.

-No, Sesshoumaru es una persona buena- Respondió con prontitud.

-Claro... y yo soy el Sumo Pontífice- Respondió sarcástico el joven a punto de reír.

Kagome sonrió levemente pero estaba avergonzada, bajó la vista al suelo mirando el irregular piso de cemento rojo de la pérgola.

-Pero... - Murmuró Kagome-... usted es una persona muy justa... - Repicó casi tartamudeando y levantando levemente el rostro. Inuyasha levantó una ceja.- quiero decir... he hablado con algunos de los trabajadores de la hacienda continúa... hablan muy bien de usted...

-Sólo hago lo justo.- Contestó secamente. Kagome sonrió, ella a menudo utilizaba también la palabra "justicia". Vio como luego él la miraba extrañado y una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios haciendo que ella bajara de inmediato su mirada, sintiendo que las mejillas enrojecían otra vez- pero veo que anduvo averiguando de mí... entonces ya sabía mi nombre ¿no?

-No... no lo sabía... pero... sólo fue un comentario de uno de los trabajadores... nada más- Murmuró. Él sonrió, y le resultaba totalmente extraño ver a una muchacha sonrojarse por nada, esta niña si aparentaba inocencia... pero la otra también parecía serlo... al menos unos años atrás. En ese instante escucharon unas voces, eran las amigas de Kagome que se acercaron lo suficiente hasta la pérgola. Miraron casi sorprendidas a Kagome y al extraño y entonces ella se puso de pie súbitamente.- perdón, debo irme.

-No se preocupe.- Respondió él haciéndole un gesto con la cabeza. Kagome asintió rápidamente y salió de la pérgola. Él se le quedó mirando hasta que la chica se perdió de su vista en el jardín junto a sus amigas. Por unos instantes había olvidado la rabia que tenía, pero ahora que estaba solo sintió que había olvidado sus propósitos. Sin embargo había algo que no comprendía... ¿cómo dos hermanas podían ser tan diferentes?- tal vez las dos son iguales... - Murmuró con desprecio y desconfianza.

Kikyo era constantemente saludada por las personas de la alta sociedad de la isla y ella estaba dichosa, pues pronto tendría todo lo que siempre anheló: Dinero. Lo mejor de todo era que Sesshoumaru era además un hombre atractivo, pero en realidad no le encendía la sangre como Inuyasha. El destino había sido caprichoso, enamorada de un hombre sin dinero pero comprometida con el hermano sólo para asegurar su vida. Volteó para mirarlo y preguntarse por milésima vez como haría para que en la noche de bodas no se diera cuenta que ya no era virgen como él tontamente creía. Y la verdad es que la inocencia la había perdido hacía mucho en lugares más entretenidos que el "miserable pueblo". Sonreía nuevamente como si su boca hubiera sido plasmada sólo para hacerlo. De pronto, entre la multitud, lo vio claramente, altivo, orgulloso, con la mirada que destilaba sólo odio. Ella cambió súbitamente el semblante, los labios que esbozaban una cínica sonrisa se entreabrieron perplejos y comenzó a temblar ¿Inuyasha?... ¿qué diablos estaba haciendo ahí?... esto no se lo esperaba... la cara del hombre era aterradora, ella tragó saliva con dolor, no podía negarlo, estaba atemorizada y de pronto sintió más pavor de solo pensar que sus sospechas podían ser ciertas... Inuyasha había cambiado, ya no era el niño tonto al cual podía manipular a su antojo... no... ahora él era... Una mujer la saludó y ella por un segundo apartó el rostro y luego cuando volteó él ya no estaba ¿había sido una ilusión?. Miró a su alrededor pero no encontró rastros de Inuyasha. Esbozó nuevamente una sonrisa intentado parecer calmada y luego, fingiendo algo de cansancio se disculpó para dejarlos e ir a beber algo de agua. Caminó casi con el corazón en la mano mientras veía los cientos de rostros que estaban allí pero no el de él ¿qué podría pasar ahora?... le temía demasiado y lo mejor era encontrarlo ahora antes que las cosas se echaran a perder. Salió finalmente del salón y caminó aún con paso presuroso por el pasillo que estaba más desolado, de pronto se vio fuertemente sujetada por un brazo y arrastrada a una habitación.

-Inuyasha! - Gimió con angustia y con los ojos casi desorbitados. Él la miró altivo cerrando la puerta tras su espalda.

-¿Sorpresa?- Preguntó levantando una ceja. Kikyo se arrinconó en la pared como un animal asustadizo.

-Perdón... perdón... iba a decírtelo pero... - Murmuró mostrando cara de inocencia y pronto al llanto. Inuyasha esbozó una semi sonrisa.

-¿Ustedes las Higurashi siempre ponen esa cara de inocente?- Preguntó burlón.

-Lo juro... iba a decírtelo... pero...

-Eres una maldita mentirosa- Respondió él y en ese instante levantó una mano, Kikyo lo miró despavorida, creyendo que él golpearía su rostro así que tembló aún más y cerró los ojos, pero Inuyasha golpeó con su puño la pared, justo al lado de su cara. Ella entonces abrió los ojos lentamente.- no acostumbro golpear a una mujer... pero tú...

-Yo soy la que esta siendo obligada Inuyasha!- Mintió. El joven arrugó el entrecejo sin deseos ya de creerle.

-¿Verdad?... ¿Y porque?

-Porque... estamos en la pobreza y mi madre quiere estabilidad. - Respondió sollozando.

-¿Y porqué entonces no deja que se case tu hermana con él? Ella parece estar más dispuesta a hacerlo ¿no?- Preguntó el joven no convencido con las explicaciones de Kikyo, aunque imaginar a la otra con su hermano le causaba igual indignación.

-Es que... él me quiere a mí... - Respondió, con abundantes lagrimas que caían en su pálido rostro.- perdóname... si yo pudiera... no me caso pero...

-Porqué me cuesta creerte... - Masculló mirándola con rabia.

-Inuyasha... - Sollozó.-... hablemos al rato ¿si?... por favor... pero no hagas escándalo... no aquí, prometo que iré a hablar contigo, lo juro.- Replicó precipitadamente mientras se aferraba a los antebrazos del joven. Inuyasha la miró desde lo alto sin expresión en su rostro, la mandíbula aún tensa y finalmente hizo una mueca, saliendo y dejándola sola en la habitación.

Kagome se encontraba afirmada en la pared alejada del salón principal y de pronto vio a Inuyasha salir con el semblante nuevamente serio de una de las habitaciones. Ella sacudió la cabeza ¿porqué otra vez lucía tan enojado? Tal vez le había sucedido algo. Caminó con lentitud hasta la habitación y con algo de titubeos puso la mano en la perilla, abrió la puerta lentamente, jamás esperó encontrar a su hermana, mirándose en un espejo que colgaba de la pared, mientras pasaba la mano por la cintura arreglando los pliegues de su vaporoso vestido.

-¿Kikyo?

La mujer la miró sin mucho ánimos.

-¿Si?... ¿Qué sucede?

Kagome no lograba comprender bien qué estaba sucediendo.

-Vi salir a..- Murmuró. En ese instante su hermana mayor le dio una mirada de pánico.-... a al capataz de la hacienda continúa.

-¿Quién?- Preguntó la mujer haciéndose la desentendida.

Inuyasha... ¿no es ese un nombre?

-Ah... ¿y tu cómo lo conoces?- La mirada de Kikyo se fijó en la suya inquisitivamente.

-¿Qué hacías con él?- Inquirió Kagome sin percatarse de los celos de su hermana.

-¿Me estas espiando?- Preguntó disgustada. Kagome no respondió pero la miró de pronto con desconfianza.- no te atrevas a andar hablando más de la cuenta Kagome. Esta es mi vida y no permito que te entrometas en ella.- Respondió ofuscada, saliendo con indignación de la habitación.

Sesshoumaru estaba rodado de los hombres más influyentes y aristocráticos que lo saludaban zalameramente. Sonreía satisfecho, Kikyo era la mujer que él consideraba como su igual en estirpe y reputación, no había mejor elección que ella en la isla. Y todos lo envidiaban por ello, más que un buen matrimonio sería un buen negocio, pero Sesshoumaru en verdad sentía que estaba enamorado de ella y como no estarlo, si la mujer lo deslumbró desde el primer momento en que la vio.

Eso había sido hacía mucho pero nunca la pretendió hasta que encontró oportuno hacerlo, unos cuantos meses atrás, cuando acompañó a la madre de ella a sacar del colegio a Kagome. La pequeña joven era tan bella como la mayor, pero inocente y algo pasiva. En cambio Kikyo parecía conocer las técnicas de seducción, cada gesto, palabra o mirada era una provocadora insinuación y él cayó rendido a sus pies.

Estaba orgulloso de su elección y no se arrepentía de ello. Sonreía aún satisfecho y engreído cuando de pronto vio claramente un par de ojos similar a los suyos entre las personas, que lo observaron con odio y luego desapareció. Sesshoumaru arrugó el entrecejo y sintió un escalofrío en todo el cuerpo, de pronto tuvo un mal presentimiento, pero que pronto fue olvidado para dar rienda al baile, justo a la hora en que las nubes ocultaban el negro de la noche y una terrible tormenta arreciaba en el lugar. La orquesta comenzó a entonar una canción y nadie prestó atención a lo que sucedía en las afueras, excepto Kagome, que mientras todos bailaban y charlaban felices, se encontraba mirando hacia el jardín viendo como la lluvia destruía los pétalos de las delicadas y hermosas rosas de colores. La sombra de un caballo negro y furioso pasó galopando frente a ella y lo vio, claramente, al joven de ojos ámbar que tenía el rostro enfurecido. Verlo a través de la terrible tormenta completamente empapado, la cabellera negra y ahora suelta volaba casi al compás del viento y cabalgando como un verdadero demonio hizo que su piel se erizara, sintiendo además algo de pavor, lo que hizo que se alejara rápidamente de la ventana.

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Kaede daba las últimas cepilladas al largo cabello de la muchacha mientras todo lo que se podía escuchar en la habitación era la lluvia que repicaba con fuerza en el techo de adobe y los truenos ensordecedores. Kagome dio una mirada a través del espejo a su niñera y la vio que movía los labios como si estuviera rezando una plegaria. Finalmente la anciana terminó su labor y Kagome volteó para formular una pregunta que la tenía demasiado inquieta.

-Kaede...

La anciana pareció despertar de su sopor, alzó la vista hacia la niña y la miró fingiendo una sonrisa tranquilizadora.

-Dime mi niña.

Kagome se levantó del taburete y comenzó a caminar por la habitación con lentitud, vestida ya con su camisa de dormir.

-¿Quién es... Inuyasha?

La miró interrogativa y vio como el rostro de la anciana se transfiguraba, ahora sí la sonrisa falsa se perdía de sus labios, los ojos casi se desorbitaban y la boca arrugada se entreabría.

-¿Inu... Inyasha? – Murmuró con pánico. Kagome asintió apenas, extrañada.- ¿Dices Inuyasha?

-¿Lo conoces?- Preguntó la joven levantando ambas cejas mientras la miraba con curiosidad. La anciana se acercó entonces con rapidez hasta ella y la tomó por los brazos.

-¿Porqué preguntas por él?

-Eh?... dijo que... conocía a Kikyo... y a Sesshoumaru... - Respondió apenas.

-¿Esta aquí¿Esta aquí?- Preguntó casi al borde de la desesperación. Kagome apenas asintió y sintió entonces como su niñera casi enterraba sus dedos en sus brazos.

-Escúchame Kagome, no le hables, ni siquiera te acerques a él!- Gritó. Kagome la miró con extrañeza, su primera impresión fue creer que la anciana estaba bromeando pero la mujer apretó más sus manos en sus brazos.

-Pero... ¿porqué?- Preguntó al fin la muchacha, asustada ya.- ¿qué sucede con él?

-¡Porque ese chico es un demonio!... ¡Un demonio!

-¿Un demonio?

-Él esta maldito... mató a su madre!

Continuará...


N/A: Ay, que susto! pero bueno...(a mi se me ocurren estas cosas ¬¬) en fin, Gracias por haber llegado al review nro. 100 jeje, sin su apoyo no actualizaría tan pronto :D

Lady Sakura Fortuny :D (ay, no sé, desde que me soñé con él me volví a enamorar, jaja)